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ESTUDIO BIBLICO TIQUICO 2023

Semana del 19 al 25 de junio de 2023.

“Dios Manifiesta, A Través Del Evangelio. Su Propósito Eterno De Redención”.

Lectura Bíblica: Romanos Cap. 8, Versículos 28 al 30. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó,
a éstos también glorificó.

Nota del Expositor: «Dios redime al pecador según su propósito eterno, de acuerdo al orden
establecido en su santo Evangelio».

Comentario del contexto bíblico: [1] (8:28) Garantía‒llamamiento‒luchas del hombre ‒salvación: Dios hace
que todas las cosas ayuden a bien a los que le aman. Esta es la primera garantía de liberación. ¡Qué declaración consoladora!
Las Escrituras declaran realmente que «todas las cosas obran en conjunto para bien» del creyente. Piense al respecto:
nada puede dar más seguridad al creyente que Dios obrando con todas las cosas para su bien. Note cuatro cosas.
▬ 1. Las palabras «todas las cosas» comprenden cosas que están más allá de los grandes acontecimientos del mundo.
Dios controla los acontecimientos del mundo, pero controla mucho más. Él gobierna sobre «todas las cosas»: todos los
sucesos y acontecimientos de la vida del creyente. Él «obra todas las cosas» para bien en favor de sus hijos muy amados.
▬ 2. La expresión «obran juntas» (sunergei) significa crear y eliminar, poner y reponer, conectar y agrupar, interrelacionar
y mezclar, dar forma y forjar, presionar y estirar, mover y operar, controlar y guiar, arreglar e influir. Las palabras «obran
juntas» son además una acción presente que significa que todas las cosas están continuamente obrando juntas para bien.
Dios es el que controla la vida del creyente. Diariamente, momento a momento, Dios está ordenando y reordenando todas
las cosas para bien del creyente.
▬ 3. La palabra «bien» (agathon) significa para el bienestar final. No podemos ver el futuro; no podemos tomar un solo
suceso y ver todas las líneas y ramificaciones que salen de Él. No podemos ver todas las cosas que resultan de un solo
suceso, mucho menos podemos ver el resultado de cada acontecimiento. Pero Dios sí; en consecuencia, Dios toma todos
los hechos de nuestra vida y las elabora para nuestro bien final.
▬ 4. No obstante, hay una limitación para esta gloriosa promesa, limitación que hay que destacar con urgencia. Dios hace
que todas las cosas ayuden a bien solamente en aquellos que aman a Dios y son llamados conforme a su propósito.
▬ a. El hecho se ve gráficamente en el griego. La frase «A los que aman a Dios» aparece en primer lugar en el griego en
la oración: «Y sabemos que todas las cosas ayudan a bien a los que a Dios aman». Las Escrituras se preocupan de que el
punto no sea pasado por alto. Dios sólo se preocupa por los asuntos de la persona que le ama.
Pensamiento. Piense un momento al respecto, porque es la única conclusión razonablemente posible. Si un hombre no
ama a Dios -no pone su vida en las manos de Dios- ¿cómo podría Dios cuidar de él? Si el hombre da la espalda a Dios y se
aleja de Dios, ¿cómo podría Dios cuidar de él? Dios no obliga a nadie a recibir sus cuidados. Él no hace de nosotros robots
mecánicos, obligándonos a vivir a su antojo y llamado. El amor no es así; eso es solamente conducta mecánica. Lo que
Dios quiere es un amor que fluye del corazón y que decide amarle. La decisión es nuestra: o volvemos nuestras vidas y las
entregamos a Él en amor, o seguimos tomando nuestras vidas en nuestras propias manos.
▬ b. Note las palabras «conforme a su propósito son llamados». La liberación del creyente está en el propósito de Dios.
Dios lo llama para el glorioso propósito de ser sal vado de la lucha y de los sufrimientos de esta vida.
Note un hecho significativo. La posición y conducta del creyente están involucradas en el llamado de Dios.
• Posicionalmente, Dios elige al creyente y lo aparta por medio del Espíritu Santo y por la creencia de la verdad.
«Pero nosotros debemos siempre dar gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os
haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os
llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo» (2 Ts. 2:13-14).
• En conducta, Dios llama al creyente a una vida de pureza y honestidad.
«Pues no nos ha llamado Dios a Inmundicia, sino a santificación» (1 Ts. 4:7).
El punto es éste: Dios libera a la persona que está puesto en Cristo y que lleva una vida pura y santa. La persona que
verdaderamente ama a Dios y lleva una vida santa es la persona que experimenta el hecho de que todas las cosas ayudan
a bien. Es la persona piadosa que ama a Dios quien será liberada de la lucha y el sufrimiento de este mundo corrupto.
«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de
lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1 Co. 10:13).
«Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová» (Sal. 34:19).
«No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre
te sustentaré con la diestra de mi justicia» (ls. 41:10).
«Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te
quemarás, ni la llama arderá en ti» (ls. 43:2).

Estudio bíblico I.E.P. Autor hermano Roberto Saldías Roa; https://estudiobiblicotiquico.wordpress.com; WhatsApp +5676426950; correo electrónico rsaldiasroa@gmail.com 1
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Pensamiento. Contraste entre la actitud camal de Jacob y la actitud espiritual de Pablo.


• Jacob dijo: «Todo está en mi contra» (Gn. 42:36).
• Pablo dijo: «Todas las cosas ayudan a bien a los que a Dios aman» (Ro. 8:28).
[2]. (8:29) Garantía-presciencia-predestinación-conformado- imagen-salvación: Dios ha determinado cumplir
su propósito para el creyente. Esta es la segunda garantía de liberación. Note tres puntos muy importantes.
▬ 1. Con frecuencia se abusa y mal usa este pasaje. No trata tanto de teología o filosofa como de la experiencia espiritual
del creyente. Si se aplicara la pura lógica de la filósofa y la teología, entonces el pasaje dice que Dios elige a algunos para
el cielo y a otros para un terrible infierno. Pero simplemente este no es el significado que Dios se proponía para este pasaje.
Lo que Dios quiere es que el creyente cobre ánimo, porque tiene garantizada la salvación.
Dios sabe de los sufrimientos que los creyentes pasan a diario (cp. Ro. 8:28-39). Dios «conoció» ya antes de la fundación
del mundo (v. 29). Pero no importa cuán grande sea el sufrimiento, cuán grande sea la oposición, no importa cuán grande
la lucha, Dios va a completar su propósito para con los creyentes. Dios ha «predestinado [a los creyentes] para ser
conformados a la imagen de su Hijo», y absolutamente nada puede cambiar eso. ¿Por qué?
«Para que Cristo sea el primogénito [tenga la preeminencia] entre muchos hermanos» (Ro. 8:29).
Dios ama a su Hijo en la forma más elevada que es posible. Dios ha ordenado que su Hijo tenga muchos hermanos
(hermanos adoptivos) que le amarán y le servirán como el primogénito, esto es, como la primera persona o la persona más
preeminente del universo. Dios ha ordenado que Cristo tenga el rango y posición más elevado: ser la excelsa Cabeza de
toda la creación y Aquel a quien todos los hombres deben mirar (cp. Col. 1:15, 18). Por lo tanto, Dios no permitirá que
nada derrote permanentemente a los creyentes. Dios no va a permitir que ningún hijo suyo que haya caído permanezca
definitivamente caído. Dios va a cumplir su propósito con cada uno de sus hijos, y nada puede impedirle el cumplimiento
de su propósito. Jesucristo, su Hijo, tendrá una multitud de hermanos y hermanas que le adorarán y le servirán a través
de la eternidad.
▬ 2. Los creyentes serán conformados a la imagen del amado Hijo de Dios. Las palabras «conformes a su imagen»
(summorfous tes eikonos) indican tanto una semejanza interior como una exterior.
▬ a. «Conformes» (summorfous) significa la misma forma o semejanza con Cristo. En nuestra naturaleza interior
-nuestro ser, nuestra persona- será hecha como Cristo. Así como Él es perfecto y eterno -sin males ni dolores, sin pecado
y sin muerte- nosotros seremos perfeccionados como Él es. Seremos transformados a su semejanza.
▬ b. «Imagen» (eikonos) significa una semejanza derivada o dada. La imagen de Cristo no es algo que el creyente
merece o por la cual obran; no es una imagen que viene de su propia naturaleza o carácter. Ningún hombre puede producir
la perfección y la vida eterna poseída por Cristo. La imagen de Cristo, su perfección y su vida, es un don de Dios. Ser
conformado a la imagen del Hijo de Dios significa ...
• llegar a ser partícipes de la naturaleza divina (2 P. 1:4).
• ser adoptados como hijos de Dios (Ef. 1:5).
• ser santos y sin mancha delante de Él (Ef. 1 :4; 4:24).
• llevar la imagen del celestial: que es un cuerpo incorruptible, inmortal (1 Co. 15:49-54; cp. 1 Co. 15:42-44).
• tener el cuerpo semejante (conforme) a su cuerpo glorioso (Fil. 3:21).
• ser transformado (cambiado) en la misma imagen del Señor (2 Co. 3: 18).
• ser recreado como él es (1 Jn. 3:2-3).
▬ 3. Note qué es lo que garantiza la liberación del creyente de los sufrimientos y luchas de este mundo. Hay dos cosas.
▬ a. La presciencia de Dios. La palabra «antes conoció» (proginosko) se usa de tres maneras en las Escrituras.
Significa ...
• saber algo de antemano, desde antes de los tiempos.
• conocer algo íntimamente por amor, aceptándolo y aprobándolo.
• elegir, preordenar y predeterminar una cosa.
Este pasaje es interpretado de diversas maneras por los estudiosos. Note que el segundo y tercer significados en muchos
sentidos son el mismo. Cuando una persona es amada y aprobada, está involucrada la selección o elección. La persona
llega a ser una persona muy especial o selecta.
Además, el punto para considerar no es pura lógica de un argumento teológico o filosófico. Este no es el propósito de
Dios en este pasaje. El propósito de Dios es dar una garantía al creyente: el creyente va a ser conformado a la imagen de
Cristo, y nada puede detener ese glorioso proceso. Dios antes conoció el hecho, lo vio aun antes de la fundación del mundo.
Siempre ha amado y aprobado al creyente, eligiéndolo y ordenándolo desde el principio mismo. (Véase Estudio a fondo 3,
Presciencia-Hch. 2:23 para una discusión más detallada.)
«Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos» (Hch. 15:18).
«Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la Imagen de su Hijo, para
que él sea el primogénito entre muchos hermanos» (Ro. 8:29).
«No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció, ¿o no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo Invoca
a Dios contra Israel» (Ro. 11:2).
«Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas
corruptibles, como oro o plata» (1 P. 1:18-19).

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«Pero el fundamento de Dios está firme teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Ap6rtese de Iniquidad
todo aquel que Invoca el nombre de Cristo» (2 n. 2:19).
«Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rodados con la sangre de
Jesucristo: Grada y paz os sean multiplicadas» (1 P. 1:2).
▬ b. La predestinación de Dios. La palabra «predestinación» (proorisen) significa destinar o designar de antemano,
preordenar, determinar anticipadamente. La palabra básica en griego (proorizo] significa marcar o establecer los límites de
algo. La idea es un cuadro glorioso de lo que Dios está haciendo en favor del creyente. El límite es marcado o establecido
para el creyente: el límite de ser conformado a la imagen del Hijo amado de Dios. El creyente será hecho como Cristo,
conformado a su misma semejanza e imagen. Nada puede detener el propósito de Dios para el creyente. Ha sido
predestinado, establecido y marcado. El creyente puede luchar y sufrir a través del pecado y vergüenza de este mundo;
puede aun tropezar y caer, o llegar a desalentarse y a desanimarse. Pero si es un genuino hijo de Dios, no será derrotado,
no totalmente. Pronto se levantará de su caída y continuará siguiendo a Cristo. Está predestinado a ser hermano de Cristo,
a adorar y servir a Cristo a través de toda la eternidad. Y Cristo no será desengañado. Dios ama a su Hijo a tal punto que
no permitirá que sea desengañado por la pérdida de un solo hermano. Jesucristo tendrá su gozo completo; verá a cada
hermano suyo cara a cara, conformado perfectamente a su imagen. Él tendrá la adoración y servicio de cada hermano
elegido para ser suyo por Dios el Padre. El destino eterno del creyente, el de ser un hermano adoptado del Señor Jesucristo,
ha sido determinado. El creyente puede estar seguro de esta gloriosa verdad. Dios lo ha predestinado para ser liberado del
sufrimiento y las luchas de este mundo pecaminoso. (Véase notas, Predestinaci6n-Jn. 6:37; 6:39; 6:44-46 en cuanto a la
parte de Dios y la parte del hombre en la salvación. Véanse Estudio a fondo 3-Hch. 2:23; Estudio a fondo 1-Ro. 9:10-13;
nota-9: 14-33 para ampliar la discusión.)
«Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en
amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad» (Ef. 1:4-5).
«conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza
por medio de la fe en él» (Ef. 3:11-12).
[3] (Rom. 8:30) La gloria del creyente: Dios ha establecido la glorificación del creyente de una vez para siempre.
Esta es la tercera garantía de salvación. Debemos recordar que a través de este pasaje las Escrituras están hablando del
creyente genuino. Un creyente genuino es una persona que ha creído sinceramente en Jesucristo y busca diligentemente
agradar a Dios viviendo en forma sobria, justa y piadosa en este mundo (Ti t. 2: 11-13). Es el creyente genuino cuya
glorificación ha sido predestinada, establecida para siempre jamás por Dios. El verdadero creyente puede descansar en su
gloriosa verdad, porque Dios ha hecho tres cosas maravillosas en su favor. Dios lo ha llamado, justificado y glorificado.
Note que los tres pasos se presentan en tiempo pasado; los tres pasos son algo ya cumplido. La glorificación del creyente
ya ha ocurrido en el plan y la mente de Dios. Dios ya ve al creyente glorificado; Él ya ve a los creyentes en su presencia.
Está garantizado y predestinado -ya escrito en los anales del cielo para no ser borrado jamás.
Entonces. ¿significa esto que algunos han sido destinados al infierno y otros al cielo? ¡No, mil veces no! Este no es el
propósito de las Escrituras. El propósito de Dios es dar una gran seguridad al verdadero creyente: será liberado de las
luchas y sufrimientos de este mundo de pecado. Va a ser liberado -si es un verdadero creyente- liberado de todo pecado y
vergüenza, fracasos y frustraciones, del dolor y la muerte. Va a ser glorificado junto con el amado Hijo de Dios, el Señor
Jesucristo.
▬ 1. Dios ha llamado al verdadero creyente. Algún tiempo antes el Espíritu llamó y estimuló el corazón del verdadero
creyente para que acudiera a Cristo. El creyente respondió al llamado. Las Escrituras claramente ensenan que el creyente
tenía una decisión que hacer. Podía elegir entre responder o no responder. (Cp. A p. 22: 17.) Gracias a Dios respondió y
vino a Cristo. En consecuencia, el llamamiento fue eficaz; el llamamiento obró. El creyente respondió a Cristo. (Véase nota,
Traer-Jn. 6:44-46 en cuanto a la parte de Dios y la parte del hombre en la salvación.)
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mt. 11:28).
«Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre
de Cristo: Reconciliaos con Dios» (2 Co. 5:20).
«He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo»
(Ap. 3:20).
«Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua
de la vida gratuitamente» (Ap. 22:17).
«Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (ls. 1:18).
«A todos los sedientos: venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero
y sin precio, vino y leche» (ls. 55:1).
▬ 2. Dios ha justificado al creyente. Nuevamente, note el tiempo pasado. La justificación ya ha ocurrido para el verdadero
creyente. (Véase nota, justificación-Ro. 5:1.)
Pensamiento. El punto es claro. Si el creyente ha sido verdaderamente llamado, si ha sido verdaderamente salvado,
entonces su liberación de la lucha y del sufrimiento está asegurada. Su liberación es un hecho pasado y ha sido establecida
eternamente por Dios. No importa cuán profundamente sienta sus fracasos y frustraciones, su lucha con el pecado y el

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sufrimiento de este mundo, el creyente es un hijo de Dios. Cada vez que fracasa o tropieza y cae, necesita levantarse y
comienza todo de nuevo. No debe desalentarse ni darse por derrotado, autoacusarse Incriminarse, ni debe sentirse
indigno e inmerecedor. no deseado y rechazado. Tal estado de mente es una de las estrategias más útiles del diablo, una
estrategia que usa para derrotar a los creyentes por multitudes. Dios ha llamado al creyente, de modo que debe levantarse
y comenzar a seguir diligentemente a Cristo nuevamente. Cada creyente que anda derrotado -no importa cuán grande sea
su caída- debiera levantarse ahora mismo para volver a Cristo. Este es nuestro llamamiento, nuestro deber.
«y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre
del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Co. 6:11).
«Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el
Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por
los de todo el mundo» (1 Jn. 2:1-2).
Pablo el apóstol, un homicida convertido, es un ejemplo dinámico de la actitud victoriosa. precisamente la actitud tan
desesperadamente necesitada por todos los creyentes.
«Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás,
y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús»
(Fil. 3:13-14; cp. Job 17:9; Sal. 84:7; Pr. 4:18; He. 12:4).
▬ 3. Dios ha glorificado al creyente. Este también es tiempo pasado: la glorificación del creyente es un hecho consumado,
un hecho que ya ha ocurrido en la mente y el plan de Dios. Dios ya ve y cuenta al creyente como glorificado en su presencia
para toda la eternidad (véanse Estudios a fondo 1, 2, 3-Ro. 2:7; Estudio a fondo-13:23; Estudio a fondo 1-Jn. 17:22 en
cuanto a lo que incluye la glorificación del creyente).
«Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha
de manifestarse» (Ro. 8: 18).
«Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2
Co. 4:17).
«Para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuales las riquezas de la gloria de la herencia de los
santos» (Ef. 1:18).
«El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante el cuerpo de la gloria suya, por el
poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas» (Fil. 3:21).
«Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria» (Col. 3:4).
«Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es· en Cristo
Jesús con gloria eterna» (2 TI. 2:10).
«Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo,
que soy también participante de la gloria que será revelada» (1 P. 5:1).
«No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará;
y reinarán por los siglos de los siglos» (Ap. 22:5).
«Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria» (Sal. 73:24).

1er Titulo: Procesos necesarios en el creyente, para cumplimiento de los propósitos divinos. Versículo 28. y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados. (Léase: Deuteronomio 8:11 al 16. Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos,
sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que
habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y
se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te
hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había
agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían
conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; ▬ 2ª a los Corintios 12: 7 al 9. Y para que la grandeza
de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que
me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de
mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré
más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.).

El resultado: todas las cosas funcionan para nuestro bien (8:28)


Este es uno de los versículos para memorizar más famosos de la Escritura. Sin embargo, con demasiada frecuencia se
saca de contexto y se generaliza más allá de su significado previsto. Debemos juntar los versículos 26–28 como una
declaración completa para obtener su verdadero significado. Pablo quiere que nos demos cuenta de que no estamos solos,
ni que nuestros gemidos están aislados y son en vano. Detrás y mucho más profundo de nuestro clamor por ayuda a Dios,
está el Espíritu Santo, que no solo está gimiendo más profundamente que nosotros en nuestro nombre, sino también lo
hace sabiendo la voluntad de Dios. Es sobre esta base, la profunda intercesión del Espíritu, que podemos estar
absolutamente seguros de que “sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”.

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Este versículo continúa el pensamiento del 26 al 27, afirmando la verdad de que “sabemos” como el resultado de las
noticias alentadoras sobre la intercesión del Espíritu por nosotros. El versículo 28 muestra los resultados de la oración del
Espíritu por los creyentes que pasan por el oscuro túnel de la desesperación por sus abrumadores problemas. No sabemos
cómo orar, y si confiamos solo en nuestras propias oraciones, nunca tendríamos paz. Dios escucha nuestras oraciones a
medida que la obra profunda del Espíritu Santo intercede, nos acompaña y actúa. Como resultado de esa acción divina, la
situación resulta mejor.
Debemos tomar “todas las cosas” en serio. Si bien abarca nuestras luchas actuales, incluye incluso nuestros pecados y
errores. Dios interviene y cambia la situación. Ciertamente, si pecamos, tendremos que sufrir de una manera que no tendría
por qué suceder si hubiésemos tomado el camino correcto, pero Dios cambia incluso esa situación y corrige nuestros
errores. El verbo “disponer” podría significar que los eventos mismos trabajan juntos para producir el bien, pero eso ignora
la soberanía de Dios en este versículo. Es Dios quien cambia todo, y no el destino o el azar.
Deberíamos entender “el bien” en términos de la tensión ya / todavía no que hemos visto a menudo en este capítulo (vv.
10, 18, 19, 23). Se refiere al presente “bien” que resulta del trabajo del Espíritu en nosotros y de las acciones de Dios a
favor nuestro, y también es el gozo y la paz final que serán nuestros en la eternidad. También es fundamental darse cuenta
de que lo “bueno” no significa que obtendremos lo que queramos, sino lo que sea mejor para nosotros de acuerdo con la
voluntad de Dios.
Esta increíble promesa se da a “quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”. En el griego,
la promesa misma se encuentra entre estas dos frases, con “quienes lo aman” al comienzo del versículo para dar énfasis.
Una pregunta es si esto es restrictivo (es solo para aquellos que aman a Dios), o para alentar (funciona porque lo aman).
Lo último es más probable, ya que todo el pasaje se centra en el consuelo en lugar de la advertencia.
Pablo matiza esto aún más al concluir con una nota sobre el llamado divino. Cuando el Espíritu ora de acuerdo con la
voluntad del Padre, el hijo de Dios vive de acuerdo con su voluntad. La frase “llamados de acuerdo con su propósito”
enfatiza a aquellos que siguen su voluntad y la viven. Las dos se convierten en una pareja interesante, mirando nuestra
relación con Dios primeramente desde la perspectiva humana (nuestro amor por Dios) y luego desde la perspectiva divina
(su voluntad para con nosotros). La voluntad de Dios resulta de su amor por nosotros vinculado a su plan para nosotros.
El plan divino garantiza que todo saldrá bien y será para nuestro bien.

Deuteronomio 8:11 al 16. Pero la prosperidad económica podía transformarse en tentación si Israel se olvidaba de
quién era el autor de esta prosperidad. Para combatir la tentación del olvido, Moisés apeló a la memoria de Israel. No podía
olvidarse de Jehovah en su prosperidad; necesitaban obedecer los mandamientos de Jehovah y vivir su vida bajo las
demandas del pacto. La expresión cuídate (v. 11) sirve para exhortar a Israel a no abandonar a Jehovah (6:12). Esta
exhortación muestra el peligro de la prosperidad económica. Cuando edificaran buenas casas y su ganado se multiplicará,
y llegaran a tener mucho oro y plata, la tentación sería abandonar a Jehovah para seguir a otros dioses y así no guardar
los mandamientos de Jehovah.
La posibilidad de la tentación del olvido sirvió para introducir la memoria del éxodo. Israel no podía olvidarse de que
Jehovah su Dios los había sacado de la penuria y de la servidumbre de Egipto. Fue Dios quien los había guiado por el
desierto, aquel gran y terrible desierto, lleno de escorpiones, un lugar sin agua y comida, para traerlos a una tierra de
abundancia. La expresión la casa de esclavitud (v. 14) es una frase asociada con los Diez Mandamientos (5:6). La palabra
enaltecer significa levantar el corazón con soberbia. El olvidarse de Jehovah es, por lo tanto, una negación de la liberación
de Egipto como la obra fundamental de Dios para la salvación de Israel. La referencia a las serpientes ardientes en el v. 15
probablemente se refiere a la inflamación que las serpientes producen por sus mordidas (Núm. 21:6). En el desierto, Israel
vivió una vida dura y difícil, pero durante todo este tiempo Jehovah protegió a su pueblo y les dio agua y comida. En su
prosperidad Israel no podía olvidarse de la lección del desierto.
Pero la arrogancia humana muchas veces triunfa sobre la benevolencia divina. Después de haber sido probado en el
hórrido desierto por una generación, Israel enfrentó el peligro de olvidarse de que Jehovah había colmado a la nación con
su bendición. En su satisfacción económica Israel enfrentó el peligro de atribuirle al poder de sus fuerzas las bendiciones
que Jehovah había dado en su gracia (v. 17). Israel tenía que reconocer que era Jehovah quien daba a su pueblo el poder
para hacer riquezas (v. 8). La palabra riquezas no solamente se refiere al oro, la plata o la tierra sino también a la fuerza,
la habilidad y la energía que Jehovah da a cada persona. El poder que Dios daba a su pueblo de hacer riquezas sería para
confirmar su promesa y así validar el pacto que él hizo con los patriarcas.

2ª a los Corintios 12: 7 al 9. 6. Porque si quisiera gloriarme, no sería un loco, ya que hablaría la verdad.
Pero no lo hago, para que nadie piense de mí más de lo que ha visto y oído, 7a. incluso a la luz del
extraordinario carácter de las revelaciones.
▬ a. «Porque si quisiera gloriarme, no sería un loco, ya que hablaría la verdad». Este versículo está ligado al anterior (v.
5), el cual menciona el gloriarse dos veces y las debilidades una sola vez. Gloriarse acerca de las debilidades va en contra
de la mentalidad humana, que prefiere enfatizar la fuerza.
Pablo empieza este versículo usando una oración condicional que revela una repulsión innata. Gloriarse de algo implica
llamar la atención hacia uno mismo, lo cual se rehúsa a hacer. Anteriormente había dicho que debe gloriarse solamente en
el Señor (véase 10:17; 1 Co. 1:31). Esta oración debe entenderse en el contexto de los adversarios de Pablo, que lo tientan

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a gloriarse de sus credenciales. Si hay alguien en la iglesia que se puede gloriar de su status, ese alguien es Pablo. Había
fundado iglesias en Asia Menor, Macedonia y Grecia.
Había laborado más arduamente, había sufrido más veces y había pasado por más peligros que cualquiera. Y se le dio
una experiencia celestial que lo ubicó en un plano muy superior a sus colaboradores y, de hecho, por sobre sus detractores.
Pablo no desea gloriarse de ningún cargo de fama y prestigio, pese a que en forma justificada puede hacerlo (véase
11:21b). Pero no quiere presentarse como un demente que se jacta irracionalmente, conducta que aparentemente
caracteriza a sus adversarios. Hablar con insensatez revela el pecado de la mentira o de ocultar la verdad. Sin embargo,
Pablo rehúsa ponerse al nivel de sus antagonistas y ser partícipe de sus locuras. En su carta demuestra ser franco, abierto,
confiable y honesto. Por otro lado, desea estar al mismo nivel que sus lectores y, por consiguiente, evita dar la impresión
de que es un héroe de la fe. «Estamos familiariza- dos con el peligro de pensar demasiado alto de nosotros mismos; pero
es así mismo peligroso, aunque quizás estemos menos consciente de ello, que otros piensen demasiado alto de nosotros.
Pablo aborrecía esto; toda persona sabia debe aborrecer esto también».
▬ b. «Pero no lo hago, para que nadie piense de mí más de lo que ha visto y oído, incluso a la luz del extraordinario
carácter de las revelaciones». El versículo 6b no ofrece ninguna insinuación de que Pablo se dirige a sus adversarios. Más
bien, responde a la curiosidad de sus lectores, los cuales desean saber más acerca de su status. Lo conocen como su padre
espiritual y lo respetan como el apóstol que les enseñó el evangelio de Jesucristo. Ahora que les ha dado información en
cuanto a sus visiones y revelaciones celestiales, se da cuenta de que tienen muchas preguntas acerca del cielo y de la vida
venidera.
Pablo les dice a sus lectores que no quiere que ellos se extiendan más allá de lo que han escuchado de parte de él y han
visto en él. Quiere que los corintios lo traten como un hermano espiritual en el Señor. Tienen que ver a Pablo como un
hombre con muchos defectos (véase Ro. 7:14–25), una persona que tuvo que hacer frente a debilidades externas, penurias
y humillaciones. Por consiguiente, se gloría no de sí mismo, sino de sus debilidades. El énfasis de Pablo en este discurso
continúa siendo en las debilidades que forman la base de su gloriarse (véase vv. 7, 9–10).
[7b]. Por lo tanto, para que no me exaltase demasiado, una espina me fue clavada en mi carne, un
mensajero de Satanás, que me abofetea, para que no me vuelva demasiado eufórico.
▬ a. «Por lo tanto, para que no me exaltase demasiado, una espina me fue clavada en mi carne». Esta conclusión empieza
con el adverbio, por lo tanto. Pero es imposible ligar esta palabra al versículo 6b con su contenido específico. Más bien, la
conclusión resume el énfasis de Pablo en cuanto a gloriarse de sus debilidades. El orgullo se filtra sutilmente en el alma
humana y la termina gobernando de una manera tal, que la persona no se entera de su presencia.
A lo largo de su discurso acerca del gloriarse, Pablo le ha dado al Señor la gloria y el honor. Desea permanecer humilde
y evitar gloriarse de sí mismo y de sus logros. Sabe que el privilegio de haber experimentado visiones y revelaciones
celestiales puede generar orgullo. La tentación de elevarse a sí mismo por sobre sus compañeros fue algo real.
El Señor intervino dándole a Pablo una espina en su carne. El texto griego contiene el término skolops, que puede
significar una estaca o una espina. No nos conviene pensar que este término se refiere al empalamiento o la crucifixión, ya
que Pablo siempre usa stauros cuando escribe acerca de la cruz. En este contexto el término significa una espina o algún
otro objeto que perfora la carne de Pablo y lo hiere. También añade la palabra carne, que señala la fragilidad de su cuerpo
físico. La mayoría de eruditos concuerdan que este término debe ser interpretado en forma literal. Es decir, Pablo sufría
dolor físico.
▬ b. «Un mensajero de Satanás, que me atormenta, para que no me vuelva demasiado eufórico». La segunda parte del
versículo 7 explica la primera parte. Sin embargo, las dificultades para entender los comentarios de Pablo aumentan con
cada cláusula. Quisiéramos creer que los lectores originales de esta epístola entendieron el significado de estas palabras.
Pero el hecho de que Pablo revelara por primera vez su visita celestial, muestra que su referencia a la espina en su carne
es también una nueva noticia.
Pablo escribe que su aflicción física es un mensajero de Satanás, es decir, uno de sus ángeles malvados. Haciendo que
una espina le cause malestar físico, Dios permite que Satanás envíe a uno de sus ángeles para que atormente a Pablo. Esto
nos hace recordar a Job, a quien también Satanás afligió; de hecho, Dios establece límites a Satanás, el cual podía hacer
solamente lo que Dios le permitía hacer (véase Job 1:12; 2:6).
¿Cómo podemos relacionar las expresiones «una espina … en mi carne» y «un mensajero de Satanás», y a su vez, estas
dos expresiones con el hecho de que Pablo es abofeteado?
Las explicaciones de la dolencia de Pablo son numerosas; hay por lo menos doce diferentes sugerencias, muchas de ellas
útiles. Algunas de ellas son epilepsia, histeria, neuralgia, depresión, problemas oculares (véase Gá. 4:14–15), malaria, lepra,
reumatismo, problemas del habla (véase 10:10; 11:6), tentación, enemigos personales (compárese 11:13–15) y tormentos
de parte de un demonio.30 Estas teorías han sido hábilmente defendidas por eruditos que están familiarizados con la
literatura judía y la vida de Pablo descrita en el Libro de los Hechos y en las epístolas. De hecho, vale la pena considerar
algunas de estas conjeturas.
Pero todas ellas se enfrentan a serias objeciones. Ya sea que Pablo haya tenido una aflicción interna o externa, el
resultado es el mismo: nuestras teorías son simples intentos por acertar, ya que no sabemos qué dolencia tenía el apóstol.
Notamos un contraste en este versículo. El mismo Pablo que es llevado al tercer cielo para que vea la luz celestial, es
posteriormente atormentado constantemente por un mensajero del príncipe de las tinieblas. Pablo les dice a sus lectores

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que este contraste lo mantiene humilde, «para que no me vuelva demasiado eufórico». Dos veces en este versículo (v. 7b)
escribe la misma cláusula para simplemente enfatizar la idea.
Comentarios adicionales a 12:7b
De entre tantas propuestas, examinaremos brevemente cinco explicaciones acerca de la dolencia de Pablo. Muchas de
estas propuestas han tenido seguidores a lo largo de los siglos, pero debido a la falta de evidencia escritural, continúan
siendo simples conjeturas.
▬ 1. Depresión. Del capítulo 1 sabemos que Pablo había sufrido desaliento debido a sus experiencias en Asia Menor (1:8).
Había enfrentado reveses causados por personas como Demetrio el platero (Hch. 19:23–41). Pero esto difícilmente explica
el tema de la espina en la carne de Pablo. Pese a que Pablo enfrentó oposición, no existe evidencia que demuestre que
sufrió de una depresión severa. Más bien, escribe: «atribulados en todo, pero no angustiados; desorientados, pero no
totalmente desorientados» (4:8). Estamos «como tristes, pero siempre gozosos» (6:10).
▬ 2. Problemas de la vista. Cuando Pablo escribe a los gálatas, les dice que la enfermedad de él era una prueba para ellos.
Sin embargo, lo aceptan como un ángel de Dios y estaban dispuestos a hacer lo que sea por él, incluso a arrancarse los
ojos y dárselos a él (Gá. 4:14–15). ¿Sufría Pablo de oftalmía? Pablo les escribió a los gálatas usando grandes letras (6:11),
usó amanuenses para que le escribieran otras cartas (véase Ro. 16:22) y se le hizo difícil ver al sacerdote altísimo Ananías,
durante la reunión del Sanedrín (Hch. 23:5). Sin embargo, no estamos seguros en cuanto al deseo de los gálatas de darle
sus ojos, si esto debe tomarse literal o figuradamente. Parece ser una hipérbole; específicamente, ellos estarían
entregándole a Pablo la parte más valiosa de sus cuerpos. Por último, el pasaje habla de un ángel de Dios (Gá. 4:14), pero
no de un ángel de Satanás.
▬ 3. Epilepsia. ¿Sufrió Pablo de ataques esporádicos de epilepsia? ¿Fue su conversión a las puertas de Damasco un ejemplo
de esta epilepsia? Un ataque de epilepsia coloca a la persona en un estado inconsciente, lo cual no fue así cuando Jesús se
interpuso a Pablo cerca a Damasco. Además, cuando una persona está inconsciente, el dolor no cuenta. La epilepsia no
encaja con la situación de estar siendo golpeado a puños en el rostro. No existe evidencia en Hechos o en las epístolas
paulinas que haya sufrido de esta enfermedad. Y decir que la enfermedad que Pablo tuvo en Galacia era epilepsia, debido
a que los gálatas lo trataron con desprecio y desdén, es añadir algo que no está en el texto (Gá. 4:14). Pablo no se refiere
a una acción literal sino a una forma de hablar.
▬ 4. Enemigos. Esta epístola describe a la oposición que Pablo tuvo que enfrentar constantemente. Sus adversarios eran
de hecho una fuente de agonía mental para él. Sin embargo, debemos decir que una interpretación que identifica a sus
enemigos con la espina en la carne, no es consistente con la evidencia actual. No nos podemos imaginar que Pablo haya
orado tres veces para ser aliviado de sus enemigos. Aconseja a los gálatas que no le causen ningún problema: «porque yo
llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús» (6:17). Como servidor de Cristo, mostró gozosamente evidencia de los
apedreamientos, las palizas y las enfermedades.
▬ 5. Aparición de un demonio. Esta teoría enseña que cuando Pablo estuvo en el cielo, su orgullo lo llegó a dominar. Pero
fue súbitamente atacado por un demonio, que lo castigaba para mantenerlo humilde. Pablo le rogó tres veces al Señor que
detuviera el ataque, pero le fue dicho que tenía que aprender la lección y confiar en la suficiencia de la gracia de Dios. Se
presentan objeciones exegéticas a esta interpretación: el dolor físico causado por la espina en la carne no es una prueba
pasajera en el cielo, sino un constante dolor en la tierra. Además, el texto no indica que Pablo hubiera sufrido castigo en el
cielo, ya que dicho lugar es el menos indicado para que un demonio golpee al apóstol. Por último, se le dio una espina en
la carne, no por un mensajero de Satanás sino por el Señor, quien permitió que dicho mensajero abofetee a Pablo.
Un acercamiento factible consiste en entender la aflicción del apóstol en forma literal, especialmente a la luz de un
elemento paralelo. En el día de reposo, Jesús sanó a una mujer lisiada por un espíritu durante dieciocho años. Jesús le
preguntó al dirigente de la sinagoga: «Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada
durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? (Lc. 13:16). Sin embargo, el paralelo se
rompe cuando vemos la conclusión. La mujer sufrió casi dos décadas y fue sanada; Pablo no fue sanado, sino que se le dio
gracia para que soportara la aflicción.
[8]. Le rogué al Señor tres veces acerca de esto para que me lo quitara. 9a. Pero me dijo: “Mi gracia es
suficiente para ti, porque [mi] poder se perfecciona en la debilidad”.
▬ a. «Le rogué al Señor tres veces acerca de esto para que me lo quitara». Pablo sabe que Dios está en control, no
Satanás. Si Satanás lograra lo que quisiera, hubiera preferido que el apóstol Pablo fuera orgulloso en vez de humilde.
Carson escribe: «Los intereses de Satanás hubieran sido promovidos en una mejor forma, si Pablo se habría convertido en
una persona insoportablemente arrogante». Entonces la causa de Cristo habría sufrido un daño irreparable. Pero no fue
así, ya que Dios cuida a sus servidores. Él restringe el poder de Satanás, permitiéndole que envíe solamente un mensajero
a Pablo. Dios protege a Pablo del orgullo dañino y lo coloca en el camino de la humildad, permitiendo que el mensajero de
Satanás lo aflija.
Cualquiera que haya sido la dolencia física de Pablo, fue de larga duración, tal como parece indicar el tiempo presente
de los dos verbos (abofetear y estar eufórico) del versículo anterior. Tres veces sucesivas Pablo le pidió a Jesús que le
quitara esta aflicción. La expresión tres veces nos recuerda las oraciones de Jesús a Dios en el huerto de Getsemaní (Mt.
26:36–46 y paralelos). No sabemos si Pablo pronunció su petición tres veces en forma sucesiva o en tres ocasiones
separadas. Y no sabemos si Jesús le respondió tres veces o solamente después de la tercera oración.

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Es evidente la diferencia entre las oraciones de Jesús y las de Pablo. Jesús oraba al Padre, y en respuesta a ello un ángel
del cielo vino para fortalecerlo (Lc. 22:43). Pero Pablo oraba a Jesús para que le quitara la aflicción causada por un ángel
de Satanás. Una similitud de estas oraciones se halla en el hecho de que ni Pablo ni Jesús recibieron lo que pidieron. Jesús
fue a morir en la cruz y Pablo continuó con su sufrimiento físico hasta el final de su vida.
Además, después de que Jesús resistiera las tres tentaciones de Satanás, el diablo lo dejó por un tiempo (Lc. 4:13) y
después regresó. Pablo escribe que Satanás obstaculizó una y otra vez que visitara la iglesia en Tesalónica (1 Ts. 2:18;
considérese además 1 Co. 5:5; 1 Ti. 1:20).
Sabía también que Satanás podría aparecer como un ángel de luz y usar sus servidores para engañar al pueblo de Dios
(11:14–15). Pablo le rogó tres veces al Señor para que lo librara de los ataques del maligno, pero aunque recibió una
respuesta negativa, ésta fue satisfactoria.
¿Contesta el Señor oraciones cuando en fe se lo pedimos? La respuesta es afirmativa a la luz de la declaración de Juan
en cuanto a la oración:
Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos
que él nos oye—lo que pidamos—estamos seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.
—1 Juan 5:14–15
La voluntad de Dios es el principal factor para que responda a nuestras oraciones. Dios oye nuestras peticiones, pero las
cumple solamente cuando concuerdan con su voluntad. Él quiere mejorar nuestra salud espiritual, la cual en el caso de
Pablo se trataba de humildad generada por el mensajero de Satanás.
¿Debemos orar a Dios o a Jesús? La relación entre el Padre y el Hijo es de una perfecta unidad en una correspondencia
de amor, de tal modo que podemos ofrecer nuestras oraciones a Dios por medio de su Hijo Jesucristo. El Señor nos dice
que oremos en su nombre y que él cumplirá lo que le pedimos (Jn. 14:14). Otros ejemplos de orar a Jesús son las últimas
palabras de Esteban (Hch. 7:59, 60); la expresión «Ven, oh Señor» (1 Co. 16:22; Ap. 22:20); y la doxología «La gracia del
Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu» (Fil. 4:23 y paralelo.
▬ b. Pero me dijo: “Mi gracia es suficiente para ti, porque [mi] poder se perfecciona en la debilidad”». Pablo usa el tiempo
perfecto («él ha dicho») para enfatizar que la respuesta del Señor posee validez permanente. En otras palabras, Jesús
emite un precepto que es válido para todos, en todo lugar y en todo tiempo. Aunque la respuesta del Señor es negativa, le
otorga a Pablo la seguridad de que Jesús suple todas sus necesidades.
Por consiguiente, el primer término en el orden de las palabras griegas de la respuesta de Jesús es «suficiente». Esta
palabra es enfática debido a su ubicación principal, pero también da a entender la absoluta autoridad de Dios soberano:
las provisiones que provee son suficientes para su pueblo. El propio Pablo pudo testificar de esa verdad diciéndole a la
iglesia en Filipos: «Mi Dios suplirá todas vuestras necesidades conforme a su riqueza gloriosa en Cristo Jesús» (Fil. 4:19).
Jesús dice: «Mi gracia es suficiente para ti». El balance que se nota con el uso de los pronombres personales «mi» al
principio y «ti» al final, es sorprendente. La gracia que Jesús ofrece incluye gentileza y bondad hacia Pablo. La gracia se
origina del dador hacia el receptor y, por consiguiente, describe el carácter de Jesús, el cual está «lleno de gracia y verdad»
(Jn. 1:14b). Aparte de los dones de redención, llamamiento apostólico y poder espiritual que Pablo había recibido, obtuvo
el don de la gracia, que consistía en la ecuanimidad para enfrentarse a las dificultades de su vida. El apóstol fue capaz de
soportar el dolor de su aflicción debido al alivio que el Señor le dio. Jesús no quitó la espina del cuerpo de Pablo, sino que
lo alivió por medio de su suficiente gracia.
La gracia de Jesús se revela en su poder. No es Pablo sino Jesús el que recibe la alabanza y la adoración, porque el poder
divino se destaca en forma brillante cuando la debilidad humana se hace evidente. Calvino comenta: «La fortaleza de Dios
se hace perfecta solamente cuando brilla con una claridad suficiente como para ganar la alabanza que se merece». La
evidencia del poder de Cristo en la debilidad de Pablo, demuestra que el verdadero apóstol no son los falsos apóstoles, que
se jactaban de su propia habilidad, sino Pablo, que se gloriaba en el Señor.
[9b]. Por lo tanto, con mucho gusto me gloriaré de mi debilidad, para que el poder de Cristo habite en mí.
Ofreciendo un comentario final, Pablo responde a las palabras de Jesús y las recibe. En el contexto anterior, había
mencionado varias veces el concepto debilidad. Pero ahora el propio Señor usa este término y Pablo gozosamente lo repite.
Con esta respuesta Pablo da a conocer su ser interior, porque la única declaración que Jesús pronuncia (v. 9a) causa que
el apóstol se alegre de su situación. Quejas y constantes ruegos son la reacción común a una respuesta negativa, pero
Pablo no las expresa. Al contrario, Pablo demuestra tener alegría, porque está totalmente consciente de que la gracia divina
será más que suficiente para enfrentar su enfermedad. Alegremente soporta su debilidad humana, sabiendo que Cristo
opera desde su interior (Gá. 2:20).
¿Por qué se gloría Pablo de sus debilidades? Mientras más débil es, más fuerte es el poder de Cristo que obra en él. Jesús
quiere usarlo como un mensajero que viene no por su propia fuerza, sino que sabe que depende totalmente del Señor. De
hecho, la terminología en la última cláusula de este versículo es única, porque Pablo dice literalmente: «para que el poder
de Cristo instale su tienda de campaña sobre mí».42 La imagen que se describe es de Dios descendiendo del cielo para
habitar en el tabernáculo en medio del pueblo de Israel (Éx. 40:34). Es la imagen de Jesús, que descendió del cielo y habitó,
como en una tienda de campaña, entre su pueblo (Jn. 1:14).
Vemos de hecho una imagen de Pablo sometiéndose completamente a Cristo. Todas las adversidades que le vienen, las
recibe gozosamente como áreas en las que el poder de Cristo se hace más eficaz. Los creyentes oran las palabras de un
documento del siglo dieciséis:

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«[Señor] dígnate sostenernos y fortificarnos por la potencia de tu Espíritu Santo, para que podamos resistirles
valerosamente, y no sucumbamos en este combate espiritual, hasta que logremos finalmente la victoria».

2° Titulo: Dios muestra su voluntad que los salvados sean hechos semejantes a su hijo Jesucristo. Versículo
29. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. (Léase: Efesios 2.10. Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. ▬ 1ª de Juan 3:
1 al 3. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene
esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.

El camino dorado del conocimiento a la gloria (8:29–30)


Las cinco etapas del proceso de salvación mencionadas en los versículos 29–30 se presentan con hoti, “porque” o “para”,
indicando la razón por la cual todas las cosas funcionan para el bien. Dios se propone llevarnos a través del sufrimiento y
las pruebas que enfrentamos a la gloria que es nuestra. La lista describe cómo Dios trae a su pueblo a sí mismo y al glorioso
futuro que tiene para ellos. Pablo repite cada término mientras conduce al siguiente, formando una cadena de oro de
conceptos vinculados que proporcionan una base para la doctrina de la salvación.
La lista contiene cinco aspectos clave del control soberano de Dios sobre la salvación. Cada concepto cuenta cómo Dios
tiene el control del proceso, cambia a sus hijos de su estado pecaminoso a la redención y luego a la gloria. Este movimiento
del conocimiento previo a la predestinación, al llamado, a la justificación y a la gloria muestra cómo su propósito y plan son
siempre perfectos en la vida del creyente.
Aquellos que Dios conoció de antemano también los predestinó (8: 29a)
El primer eslabón de la cadena, “conoció de antemano” (proginōskō), significa saber algo previamente o prever un evento,
en este caso la respuesta de fe y la salvación de los seguidores de Dios. Existe un debate sobre la relación de este
conocimiento previo con el próximo término, la predestinación, y este versículo está en el centro de la controversia
calvinista-Arminiana. Los seguidores de Juan Calvino afirman que los dos términos son prácticamente sinónimos por varias
razones. Afirman que (1) “conocimiento previo” significa más que el mero conocimiento de las elecciones humanas e incluye
la decisión de Dios de entrar en una relación de pacto con aquellos que él elija (Ro. 11:2; 1 Pe. 1:2, 20). (2) El conocimiento
previo, por lo tanto, incluye la elección de un plan predeterminado (v. 28). (3) “Conocer de antemano” está subordinado y
es un fundamento para la idea clave, la predestinación. (4) Contiene el conocimiento íntimo y la determinación de Dios
acerca de su pueblo elegido y es sinónimo de su elección de ellos “desde antes de la creación del mundo” (Efesios 1:4; 1
Pedro 1:20). Concluyen que la elección de fe de cada converso está determinada por la elección predestinada de Dios para
la salvación.
Los seguidores de Jacobo Arminio creen que la comprensión más natural de los dos verbos es verlos como peldaños en
lugar de un acto sinónimo. En otras palabras, Dios conoce de antemano / prevé la decisión de fe de las personas y luego
las predestina basándose en su conocimiento de esa decisión. Argumentan que (1) ninguna de las otras cinco etapas en
los versículos 29–30 son sinónimos, pero cada una conduce a la siguiente. Esto significa que para Pablo la presciencia lleva
a la predestinación. (2) El verbo en realidad dice que Dios “sabe” acerca de su pueblo antes de tiempo, y que son el tema
de 8:31–39. Esto no significa que Dios determine su salvación, sino que Dios sabe de ellos. (3) Otros pasajes sobre
conocimiento previo (Ro 11:2, y especialmente 1Pe 1:2) no hacen de los dos sinónimos y tienen la elección basada en el
conocimiento previo. (4) Los pasajes sobre la elección “antes de la creación del mundo” (ver arriba) apuntan más
naturalmente a Dios que prevé quién tomaría la decisión de seguirlo que a su elección real de traerlos a sí mismo. Concluyen
que Dios era consciente antes de crear este mundo quiénes responderían a su oferta de salvación con fe, y como resultado,
los eligieron como suyos y los llamaron a sí mismo.
Como la mayoría de los cristianos, he meditado y estudiado este tema la mayor parte de mi vida cristiana. Después de ir
y venir muchas veces, encuentro que el enfoque Arminianos es más fiel a todos los datos bíblicos. El Espíritu Santo convence
a toda persona nacida en esta tierra y hace posible una elección. Es el Dios Trino quien permite a los pecadores vencer su
depravación y tomar una decisión, y para aquellos que vienen con fe, Dios obra su salvación en sus vidas. El punto aquí es
que antes de que Dios creara este mundo, él sabía cómo reaccionaría cada pecador individual a su oferta de salvación.
Sobre esa base los eligió con anticipación (los predestinó) para que fueran adoptados como sus hijos.
Predestinado para ser conformado a la imagen de su hijo (8:29b)
Este versículo relaciona el propósito de la predestinación y muestra que trata más con la santificación que con la
justificación. Dios llama a las personas a sí mismo a través de la obra convincente del Espíritu (Juan 16:8–11), pero este
llamado no es efectivo. Más bien, le da al pecador la oportunidad de aceptar o rechazar ese llamado. El objetivo es conducir
a su salvación y luego a la santidad. “Transformados según la imagen de su Hijo” se refiere a la semejanza de Cristo de
Efesios 4:13, “toda la medida de la plenitud de Cristo”.
Existe cierta controversia sobre si este versículo se refiere al crecimiento espiritual actual o a la transformación final con
la gloria de Cristo al final de esta era. A la luz de la tensión ya / todavía no de toda esta sección (véase vv. 18, 23, 28) es
probable que Pablo pretendiera ambos aspectos, con énfasis en el crecimiento presente en el Espíritu. La humanidad fue

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creada a imagen de Dios (Génesis 1:26–27), pero esa imagen se vio empañada debido a la transgresión de Adán. Cristo a
través de su sacrificio expiatorio ha restaurado esa imagen, para que podamos ser conformados una vez más a través de
la unión con él.
Luego se produce un segundo resultado, cuando Cristo “sea el primogénito entre muchos hermanos”. Cristo, como el
primogénito, se encuentra también en Colosenses 1:15, 18, donde (como aquí) el enfoque de Pablo está en el estatus
(primero en importancia) en lugar de tiempo (primero en nacer). Significa, como en Éxodo 4:22 (Israel como el primero
entre las naciones) y el Salmo 89:27 (David como el primero entre los gobernantes), que es el estado exaltado de Jesús
como supremo sobre toda la creación. El punto nuevamente es paralelo a las “primicias” en 1 Corintios 15:20, 23, donde
la resurrección de Cristo garantiza que seremos resucitados con él. A medida que crecemos en Cristo, nos volvemos más y
más como él y compartimos formas cada vez mayores en su gloria.

Comentario de 1ª de Juna 3: [1]. ¡Cuán grande es el amor que Dios nos ha prodigado, que seamos llamados
hijos de Dios! ¡Y lo somos! La razón por la que el mundo no nos conoce es que no le conoció a él.
Nótese lo siguiente:
▬ a. El amor de Dios. En el griego original, Juan comienza esta oración con una orden: “Ved”. Él quiere que los lectores
observen las manifestaciones del amor del Padre. Juan introduce el tema del amor de Dios en el capítulo anterior (2:5, 15),
lo considera brevemente en este capítulo (3:1, 16, 17) y lo explica ampliamente en el próximo capitulo (4:7–9, 10, 12, 16–
18). Los lectores deberían captar el tipo de amor que el Padre da a sus hijos. Ese amor es muy grande. La palabra griega
que se traduce “cuán grande” o “qué clase de” aparece solamente seis veces en el Nuevo Testamento y “siempre implica
asombro y admiración en forma general”.
Juan no dice “el Padre nos ama”. De ser así, él estaría describiendo una condición. En vez de ello, el escribe: “El Padre
nos ha prodigado [su amor]”, describiendo así una acción y el alcance del amor de Dios. Juan ha escogido intencionalmente
la palabra Padre. Dicha palabra da a entender una relación Padre-hijo. Sin embargo, Dios no comenzó a ser Padre cuando
nos adoptó como hijos. La paternidad de Dios es eterna. Él es desde siempre el Padre de Jesucristo y es, por medio de
Jesús, nuestro Padre. Por medio de Jesús recibimos el amor del Padre y somos llamados “hijos de Dios”.
▬ b. Hijos de Dios. ¡Qué gran honor! Dios nos llama hijos suyos y nos da la certeza de que por ser sus hijos somos
herederos y coherederos con Cristo (Ro. 8:17). Dios otorga el derecho de llegar a ser hijos de Dios (Jn. 1:12) a todos
aquellos que en fe han recibido a Cristo como Señor y Salvador. El brinda su amor su hijo Jesucristo y por su intermedio a
todos sus hijos adoptivos.
Juan subraya la realidad de nuestra posición cuando escribe que ya ahora, en el momento presente, somos hijos de Dios.
“¡Y lo somos!” En otras palabras, Dios no nos hace una promesa que cumplirá más adelante, en el futuro. No, en realidad
ya somos hijos de Dios. Disfrutamos de todos los derechos y privilegios incluidos en nuestra adopción, porque hemos
llegado a conocer a Dios como Padre.
▬ c. Conocimiento de Dios. Los hijos de Dios experimentan el amor de Dios. Lo confiesan como Padre porque tienen un
conocimiento de Dios que se basa en la experiencia. Ponen su confianza y fe en aquel que los ama, los mantiene y los
protege.
Sin embargo, el mundo hostil e incrédulo no reconoce a los hijos de Dios. Los incrédulos no pueden entendernos, dice
Juan, porque no conocen a Dios (compárese con Jn. 16:2–3). “El mundo no nos reconoce porque nunca lo reconoció a él”.
El mundo incrédulo vive separado de Dios y nunca conocerá el significado de nuestra relación espiritual con Dios. Si nos
volviésemos mundanos, perderíamos nuestra posición como hijos de Dios. Pero al rechazarnos a nosotros, el mundo
confirma nuestra relación con Dios el Padre.
[2]. Queridos amigos, ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado aún. Pero sabemos
que cuando él aparezca seremos como él, porque le veremos como él es.
En el original griego, Juan escribe: “Amados”. Este término, que expresa una idea pasiva, podría implicar que es Dios el
que nos ama: “Amados de Dios”. De ser así, Juan seguiría enfatizando la relación especial que tenemos con Dios. El Padre
nos ama y, por consiguiente, somos sus hijos ahora. Ya en esta vida terrenal podemos reclamar para nosotros mismos el
derecho de ser hijos de Dios y podemos lograr esta certeza.
En principio somos hijos de Dios (v. 1) que carecen de perfección a causa del pecado. Pero lo que existe ahora en principio
llegará a ser una realidad plena en el futuro. Por consiguiente, Juan hace notar que: “Lo que seremos no se ha manifestado
aún”. Vale decir que Dios sólo ha comenzado su obra maravillosa en nosotros, obra que a su debido tiempo él llevará a su
consumación.
¿Que seremos en el futuro? Aunque la Biblia es principalmente un libro que describe la obra de la creación y de la
redención, también nos da una visión del futuro. Vemos, por ejemplo, que Juan informa a sus lectores acerca de su identidad
con Jesús.
“Pero sabemos que cuando él aparezca seremos como él porque le veremos como él es”. En sus epístolas Pablo revela
estas mismas verdades. He aquí tres pasajes relevantes:
Y nosotros, que con rostros descubiertos reflejamos todos la gloria del Señor, vamos siendo transformados a su semejanza
con una gloria creciente. [2 Co. 3:18]
[Jesucristo] transformará nuestros humildes cuerpos de modo tal que serán como su cuerpo glorioso. [Fil. 3:21] Cuando
Cristo, que es vuestra vida, aparezca, entonces vosotros también apareceréis con él en gloria. [Col. 3:4]

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ESTUDIO BIBLICO TIQUICO 2023

Las Escrituras revelan que cuando venga Cristo seremos glorificados en cuerpo y alma. “Seremos como él es”. La Biblia
no dice en ninguna parte que seremos iguales a Cristo. Pero sí nos dice que seremos conformados a la semejanza del Hijo
de Dios. Compartimos su inmortalidad. Sin embargo, Cristo tiene la preminencia, porque el Hijo de Dios es “el primogénito
entre muchos hermanos” (Ro. 8:29). Los creyentes rodearán el trono de Dios y del Cordero. “Verán su rostro, y su nombre
estará sobre su frente” (Ap. 22:4).
[3]. Y todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, así como él es puro.
¿Como enfrenta el creyente el futuro? Ha recibido de Dios la promesa de una completa restauración, y vive ahora en la
esperanza de que Dios cumplirá su promesa.
Juan declara un hecho: “Todo el que tiene esta esperanza … se purifica a sí mismo”. El evita expresar un deseo (“puede
purificarse”), o una posibilidad (“podría purificarse”) o un mandato (“debería purificarse”). Juan formula el hecho en
términos positivos. El creyente vive en la esperanza de verse transformado en semejanza a Jesucristo, y cuanto más
contempla esta verdad tanto más se purifica del pecado. Busca limpiarse a sí mismo del pecado que contamina el cuerpo
y el alma; se esfuerza constantemente en la santidad por reverencia a Dios (2 Co. 7:1).
“Así como él es puro”. En los capítulos precedentes, Juan ha escrito que, si tenemos comunión con Jesús, él nos limpia
del pecado por medio de su sangre (1:7); y que si declaramos que tenemos comunión con él, “debemos andar como Jesús
anduvo” (2:6). Por eso Juan enfatiza ahora la pureza moral que todo creyente debe demostrar por medio de una vida de
santidad. Juan indica cuál ha de ser la medida: así como Cristo es puro, así se esfuerzan los creyentes por ser puros.
Consideraciones doctrinales acerca de 3:1–3
Juan enseña en su primera epístola la doctrina fundamental de que una de las características de Dios es el amor. Por eso
Juan escribe esa concisa declaración que dice Dios es amor (4:16). Juan transmite la noción de que Dios inicia el amor y lo
prodiga a su pueblo (3:1). El amor no se origina entonces con el hombre sino con Dios (4:7). Cuando el hombre es el
receptor del amor de Dios, debe a su vez reflejar este amor hacia Dios y su prójimo.
Pero la persona que no muestra amor por su prójimo no posee el amor de Dios (3:17). El amor no es privado, ni pasivo,
ni abstracto. El amor es explícito, activo e íntimo. Este es el vínculo que une al dador y al receptor. Como hijos de Dios que
recibimos su amor divino, confesamos que somos incapaces de comprender cuan largo, ancho y profundo es el amor de
Dios, Horacio Bonar lo resumió en las siguientes palabras: Oh amor de Dios, su inmensidad, El mundo no podría contar, Ni
comprender la gran verdad, Que Dios al hombre pudo amar.

3er Titulo: Maravilloso orden divino para la redención eterna de los perdidos. Versículo 30. Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también
glorificó. (Léase: Salmo 40: 1 al 3. Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar
del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca
cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová. ▬ Romanos 6:22. Mas
ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin,
la vida eterna.

A los que predestinó también los llamó (8: 30a)


El llamado de Dios también se relaciona con el debate sobre la predestinación. Algunos creen que este es un llamado
efectivo a la salvación, lo que significa que Dios predestina y luego llama a los elegidos a sí mismo. Si es así, esto se refiere
a la doctrina conocida como “gracia irresistible”, es la opinión de que los predestinados no rechazarán el llamado a la
salvación. Otros creen que el llamado es a una decisión de fe, refiriéndose a la obra de convicción del Espíritu, y que
mientras Dios hace posible una decisión de fe, el llamado puede ser resistido o rechazado.
Es dudoso que Pablo tuviera ese problema en mente. Estaba pensando simplemente en el llamado a convertirse en
seguidor de Cristo, con la decisión entre esta etapa y la siguiente (justificación). El mensaje sería que a través del Espíritu
Dios llama y condena a los pecadores, luego responden a ese llamado, y aquellos que lo aceptan por fe son justificados por
Dios sobre la base del sacrificio de la sangre de Cristo.
A los que llamó, también justificó (8:30b)
Desde la época de Martín Lutero, muchos han llamado a la justificación el tema central de Romanos y de Pablo en general.
Esto exagera el caso, pero a la luz de 3:21–5:11 la justificación por la fe es uno de los motivos clave en Romanos y, de
hecho, de todas las cartas de Pablo.
El énfasis de Pablo en el llamado en este versículo presupone la respuesta a ese llamado en la decisión de fe del individuo.
En esta cadena de oro de 8:29–30, Pablo se centra en el lado divino de la ecuación, pero el lugar de la fe en el lado humano
también es un aspecto crítico en Romanos (la “fe” ocurre diecisiete veces en 3:21–4:25). Sin embargo, debemos darnos
cuenta de que la depravación humana hace que una respuesta de fe sea una imposibilidad virtual sin la participación del
Espíritu. Es él quien supera nuestra depravación a través de su poder de convicción y hace posible esa respuesta.
Cuando los pecadores responden con fe y confían en la obra expiatoria de Cristo, también son Dios y el Espíritu quienes
perdonan sus pecados y los justifican o declaran justos. Dios nos salva; no nos salvamos a nosotros mismos. Esta fue la
herejía de Pelagio, quien dijo que somos la base de nuestra propia salvación. Nada más lejos de la verdad.
A los que justificó, también glorificó (8:30c)

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La glorificación es otro tema importante de los romanos, con doxa (gloria) apareciendo quince veces y doxazō (glorificar)
cinco veces. Los que son el pueblo de Dios y se han convertido en hijos del Rey (2:7, 10; 6:4) experimentan una gloria
presente, y aquellos que han sufrido por Cristo (5:2–5) y están esperando la gloria de Dios futura (8:18, 21) experimentará
una gloria eterna. La gloria final que disfrutaremos en la eternidad ya ha comenzado. Podemos ser burlados y rechazados
por pertenecer a Cristo, pero ya hemos sido glorificados como seguidores de Cristo y veremos esta gloria revelada cuando
heredemos su reino.
Algunos consideran que este versículo se refiere por completo a la gloria final, pero es poco probable que Pablo salte de
los beneficios de nuestra salvación y justificación actuales directamente a la gloria final. El verbo “justificado” aquí es el
mismo tiempo que los otros en esta serie. Describe un proceso que ya ha comenzado y que culminará en el regreso de
Cristo. Este proceso está firmemente vinculado a la obra del Espíritu en el capítulo 8 como “sello” y “depósito” que garantiza
nuestra herencia futura (Ef 1:13–14).
Esta maravillosa sección nos da una perspectiva completamente nueva sobre el sufrimiento. Cuando nos sentimos solos
y olvidados en medio de los problemas, Pablo quiere que sepamos que ese nunca será el caso. No solo el Espíritu está con
nosotros, sino que nuestro sufrimiento es una parte integral de la obra de toda la creación de Dios, ya que gime a nuestro
lado y espera su liberación.
Tanto la creación inanimada como nosotros, que somos el pueblo de Dios, debemos saber que se acerca la redención.
La creación está en camino hacia “los nuevos cielos y la nueva tierra” (Ap 21:1), y estamos en camino de compartir la gloria
de Cristo por la eternidad (Col 3:4). En los últimos años, nuestra sociedad se ha dado cuenta de la importancia de las
preocupaciones ecológicas para nuestro futuro. Aquí vemos la recuperación ecológica definitiva, ya que toda la creación se
une a nosotros en la espera de nuestra liberación de todos los males que el pecado humano ha causado en nuestro medio
ambiente.
Nuestro gemido y el gemido del Espíritu están estrechamente vinculados. Cada uno de nosotros ha experimentado el
deterioro de nuestros cuerpos y gimió profundamente mientras anhelábamos la curación. Esto es muy cierto porque la
presencia del Espíritu nos ha hecho muy conscientes de la maravillosa promesa de nuestra liberación final del sufrimiento.
A medida que mi cuerpo parece desintegrarse paso a paso de manera dolorosa, anhelo la liberación prometida. Sin embargo,
el antídoto para la frustración es la esperanza, ya que la esperanza del creyente no es incierta, porque reconoce que lo que
Dios ha prometido se cumplirá absolutamente. Debido a la esperanza, espero ansiosamente mi liberación, pero no necesito
desesperarme, porque sé que el dolor es temporal y terminará en alegría eterna.
Cuando oramos podemos sentirnos solos, pero eso es un error trágico. En nuestra debilidad, el Espíritu está más cerca
de lo que jamás hemos experimentado, porque él sustenta nuestros gemidos con gemidos más profundos en nuestro
nombre. ¡El Espíritu Santo está orando por nosotros más profundamente de lo que estamos orando por nosotros mismos!
Además, no sabemos cuál es la voluntad de Dios o lo que será mejor para nosotros, pero el Espíritu sí, y su intercesión está
completamente de acuerdo con la voluntad de Dios. Si oramos mal, el Espíritu corrige nuestro error y asegura la increíble
promesa del versículo 28: ¡La respuesta de Diosa nuestras oraciones (mías y del Espíritu) obrará de la mejor manera!
Finalmente, Pablo quiere que comprendamos que todo lo que ha dicho sobre nuestra vida de sufrimiento y oración se basa
en la soberanía del Dios que gobierna sobre toda la creación en nuestro nombre y que nos ha dado la máxima bendición
que es la salvación eterna. En los versículos 29–30, Pablo nos hace conscientes de hasta qué punto Dios ha supervisado
cada parte de nuestra salvación. Nuestra salvación actual y nuestra gloria eterna están ancladas en su control amoroso.
Nuestra seguridad en nuestra condición de hijos de Dios es cierta en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, quienes están
trabajando para garantizar nuestra adopción en la familia eterna de Dios.

Ser esclavos de Dios resulta en santidad y vida (Romanos 6:22)


“Pero ahora” se mueve de la vida pasada a la realidad presente para estos creyentes romanos. La falsa libertad del pasado
no salvo ahora es reemplazada por la verdadera libertad en Cristo. Se han transferido del reino del pecado y han entrado
en el reino de la gracia por la fe en Jesús.
Cuando respondemos a Cristo, la vergüenza pasada (v. 21) es reemplazada por el camino actual de santidad, y la muerte
es reemplazada por la vida. Las obras vergonzosas resultan en muerte, y la santidad resulta en vida eterna. El malvado
imperio del pecado fue “impotente” (v. 6; NVI “perdió su poder”) por la cruz, y fuimos liberados para convertirnos en
esclavos de Dios y la justicia (v. 18).
La santificación se define primero como la libertad del dominio del pecado y segundo como un proceso de hacerse más
como Cristo. El primero es el camino hacia el segundo. Aquí Pablo describe este proceso en términos de su fruto, y en
contraste con el proceso del pecado en el versículo 21, la vergüenza es reemplazada por la santidad. Plantamos justicia y
cosechamos santidad, es decir, santificación, y esto tiene su propia cosecha, la vida eterna. A medida que Cristo se convierte
cada vez más en el Señor de nuestra vida, somos más y más dirigidos por Dios y guiados por el Espíritu. Como en Mateo
6:19–21, “tesoros en el cielo” reemplaza cada vez más a “tesoros en la tierra”, y comenzamos a buscar y pensar en las
“cosas de arriba” (Col 3:1–2).

Amén, Para La Honra Y Gloria De Dios.

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