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1.

RESUMEN

La violencia contra la mujer es un problema importante de salud pública en Colombia


y actualmente se presenta una gran amenaza para la salud a nivel mundial de hecho
la violencia contra la mujer durante la pandemia aumento considerablemente dicho lo
anterior la probabilidad de estar expuestas a más riesgos y tener necesidades es
mayor en las mujeres mayores, con discapacidad, desplazadas, las refugiadas y las
que viven en zonas afectadas por conflictos son particularmente vulnerables. Aunque
hay pocos datos, los informes de China, el Reino Unido, los Estados Unidos y otros
países indican que los casos de violencia han aumentado desde que comenzó el
brote de COVID-19. De hecho en el municipio de Salazar de las palmas se ha
presentado diferentes eventos de interés epidemiológicos que influyen en esta
situación y aun así sigue siendo poco conocido acerca de la promoción y prevención
de la violencia contra la mujer por lo tanto es importante que la población tenga
conocimiento claro de los principales comportamientos relacionados con este,

Según la OMS todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como
resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas
de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se produce en
la vida pública como en la privada del mismo modo La violencia de pareja se refiere
al comportamiento de la pareja o ex pareja que causa daño físico, sexual o
psicológico, incluidas la agresión física, la coacción sexual, el maltrato psicológico y
las conductas de control. La  violencia sexual es cualquier acto sexual, la tentativa
de consumar un acto sexual u otro acto dirigido contra la sexualidad de una persona
mediante coacción por otra persona, independientemente de su relación con la
víctima, en cualquier ámbito. Comprende la violación, que se define como la
penetración, mediante coerción física o de otra índole, de la vagina o el ano con el
pene, otra parte del cuerpo o un objeto

El presente artículo intenta mostrar la prevalencia y factores de riesgo en el suicidio, a


partir de los resultados de la encuesta nacional de salud mental de Colombia. Los
parámetros evaluados fueron la ideación, los planes y los intentos de suicidio en una
encuesta de hogares, realizada cara a cara, con una muestra representativa a nivel
nacional de 4426 adultos, que hace parte de la Encuesta Mundial de Salud Mental de
la Organización Mundial de la Salud. La prevalencia de ideación, de planes e intentos
de suicidio son 12.4% (0.7), 4.1% (0.4) y 4.7% (0.4) respectivamente. El mayor riesgo
tanto de ideación como de intento de suicidio entre aquellos con ideación es en el
grupo entre 18-29 años. En Colombia como en el mundo, el suicidio es una entidad de
cuidado, con una prevalencia importante y sobre la cual se deben hacer esfuerzos
para disminuir los números arrojados por este estudio.

Los esfuerzos para la prevención del suicidio son desafortunadamente y con urgencia
necesarios en Colombia. Por lo tanto, futuras investigaciones deben definir los
determinantes de los comportamientos relacionados con el suicidio. El suicidio es la
cuarta forma de violencia en nuestro país con una tasa de mortalidad para el año
2013 de 3,84 por cada 100.000 habitantes. En nuestro país por cada mujer se quitan
la vida cuatro 4 hombres. El Centro de Referencia Nacional sobre Violencia (CRNV)
del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses a través del Sistema de
Vigilancia Epidemiológica (SIVELCE), sistema encargado de recopilar la información
relacionada con el ejercicio medicolegal, reportó que en el año 2013 se realizaron
1.810 necropsias cuya manera de muerte fue el suicidio. Los cinco departamentos
con las tasas más altas de suicidio fueron Amazonas (6,7), Meta (6,2), Quindío (5,9),
Putumayo (5,9) y Antioquia (5,2). Los departamentos con el mayor número de casos
registrados, fueron Antioquia (329), Bogotá D.C. (236), Valle del Cauca (158),
Cundinamarca (116) y Santander (86).

Las ciudades capitales con el mayor número de casos fueron Bogotá (236), Medellín
(124), Cali (64), Barranquilla (56) e Ibagué (42). Según la distribución por grupos de
edad, las tasas más altas de suicidio por cada 100.000 habitantes se presentaron en
los grupos etario correspondientes a 18-19 años (6,74), 20-24 años (6,54), 25-29 años
(5,63), 30-34 años (5,55) y en la población adulto mayor en el grupo correspondiente
a los 70-74 años (5,43). El mayor número de casos se registró en el grupo quinquenal
correspondiente a los 20-24 años (276 casos que equivalen al 15,25%), seguido del
grupo 25-29 años (215 casos; 11,88%). El 85,21% (499) de las personas que
cometieron suicidio contaban con grado de escolaridad hasta básica secundaria.
Respecto al estado conyugal, el 48,08% (537) eran solteros, el mecanismo causal
más utilizado fue el ahorcamiento para ambos sexos (53%) equivalentes a 957 casos
y las razones del suicidio con más prevalencia fueron los celos, la desconfianza y la
infidelidad con un 30,12%. La vivienda sigue siendo el escenario donde más suicidios
se consuman; los días domingo y lunes y los meses de enero y julio, son en los que
mayor número de casos se registraron.

2. INTRODUCCIÓN

Los estudios realizados en Colombia han revelado la importancia de programas de


prevención del suicidio, como se ha puntualizado en el Plan Nacional de Desarrollo, a
pesar de estas circunstancias, los datos básicos sobre la prevalencia y los factores de
riesgo para sus precursores inmediatos – ideación, planes e intentos de suicidio – son
escasos en población general a nivel nacional. La información sobre comportamientos
relacionados con los suicidios recolectados en Colombia, podrían iluminar de gran
manera la investigación, las políticas y los esfuerzos dirigidos al entendimiento y la
prevención del suicidio en todo el país.

En la actualidad el suicidio es considerado un problema de salud pública a nivel


mundial y se encuentra entre las tres primeras causas de muerte en las personas de
15 a 44 años y la segunda en el grupo entre los 10 y 24 años. Colombia ocupa el
tercer lugar en mayor número de casos, después de Cuba y Brasil (6).

El propósito de este estudio fue estimar la prevalencia de los comportamientos


relacionados con el suicidio (ideación, plan e intento de suicidio) y examinar los
potenciales factores de riesgo para esos comportamientos, el presente análisis le
permitirá al lector, conocer el comportamiento del suicidio durante los años 2005 -
2013 en la ciudad de Cúcuta, acorde con las cifras reportadas por el Centro
Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), según distribuciones
de variables en espacio, tiempo y lugar. Se pretende informar al lector sobre datos
descriptivos del evento que pueden ser de utilidad para el diseño y la implementación
de otro tipo de estudios relacionados con el suicidio en el país, así como dar una
visión general que le permita comparar la situación nacional con la de otros países o
regiones en el mundo.

ACOSO ESCOLAR Y SUICIDIO: LO EVIDENTE DETRÁS DE LO APARENTE.


Leonardo Aja Eslava
Psicólogo - Experto en Drogodependencias

El 15 de marzo de 2013 fue promulgada la ley 1620 “por la cual se crea el sistema
nacional de convivencia escolar y formación para el ejercicio de los derechos
humanos, la educación para la sexualidad y la prevención y mitigación de la violencia
escolar”. Como se observa en el enunciado, la ley tiene tres objetivos, pero de
manera genérica, las personas del común la han llamado la ley anti-bullying. Parte de
la motivación para el desarrollo de dicha ley surgió por la enorme preocupación de las
autoridades de salud, no solo por el incremento de la tasa de fertilidad en
adolescentes sino también, por el aumento en las quejas y denuncias referente al
hostigamiento escolar o bullying. En el caso del embarazo en mujeres adolescentes,
se tiene como referente una tasa de 10 por 100.000 habitantes en el año 1990 y se
incrementó al doble para el año 2010. En el caso del acoso escolar, los datos
aportados por diferentes estudios en ciudades como Cali y Bogotá, arrojan reportes
que oscilan entre el 21 % y 24 %, según la opinión de los mismos estudiantes.

Otros, aportan cifras más elevadas que fluctúan entre el 20 % y 29 %, estableciendo


que el grado escolar es un factor influyente en la variación de las cifras. Entonces, los
datos de diversas fuentes hacen visibles dos problemáticas socialmente relevantes
que llevaron a la gestión de la ley 1620 de 2013, a saber: el hostigamiento escolar y el
embarazo en mujeres adolescentes. De otra parte, el comportamiento epidemiológico
particular que tiene el suicidio en Colombia, se traduce en lo siguiente: la tasa es
relativamente baja en comparación con otros países. Desde el año 2.000 hasta el
2.006 se registra un marcado descenso pasando de una tasa de 5.2 casos de suicidio
por cada 100.000 habitantes a una tasa de 4.0. Desde el año 2007 hasta el 2012 la
tasa se mantiene estable en 4.1; y en el 2013 nuevamente desciende a 3.5 casos. Sin
embargo, al analizar las tasas por rangos de edad, se ha sostenido una constante: las
tasas más elevadas están ubicadas entre los 15 y 24 años de edad.

Este hecho, le da una cualidad al tema del suicidio muy significativa porque obliga
forzosamente a formular la siguiente pregunta: ¿Qué estamos haciendo los
colombianos como sociedad para que sean las personas más jóvenes las que estén
optando por este camino? No esperamos responder la pregunta anterior, en tanto que
su nivel de complejidad es desbordante, pero si podemos mostrar algunos matices y
elementos que lleven al lector a una reflexión calmada acerca de las temáticas del
riesgo de suicidio, el hostigamiento escolar y el tipo de vínculo o relación que pudiera
existir entre ambos. Parte del ejercicio lleva a hacer la diferencia entre lo que se debe
entender como factor de riesgo para el suicidio y aquello que se entiende como
evento precipitante del mismo. Anticipamos que, dependiendo de si fuera lo uno o lo
otro, existen implicaciones de carácter jurídico muy importantes que incluso podría
marcar un precedente no antes visto en la jurisprudencia en Colombia. No nos
adelantemos y avancemos.

Generalidades sobre el suicidio

Primero, debemos medianamente entender qué es el suicidio y algo sobre la dinámica


que le subyace. Muchos autores coinciden al afirmar que el suicidio responde a una
multiplicidad de eventos, hechos, factores y circunstancias en constante interacción
entre ellos. Para tener un ordenamiento que facilite su comprensión, podemos acudir
a una clasificación de los factores vinculados con la conducta suicida. Se habla de los
factores de riesgo o de protección, como aquellas condiciones que inciden o tienen
alguna relación con el aumento (riesgo) o disminución (protección) de la probabilidad
de ocurrencia del hecho suicida. Estos factores no corresponden a una relación de
carácter causal, más bien aluden a una asociación probabilística. Es así que Adam y
White proponen la siguiente clasificación:

1. Factores predisponentes: colocan al sujeto en una situación de mayor


vulnerabilidad frente al suicidio; y pueden ser eventos como la existencia de una
historia familiar de suicidio, antecedentes de depresión u otros trastornos
psiquiátricos; pérdidas dramáticas en la infancia, situaciones de aislamiento social,
entre otros. Se puede resaltar que los factores mencionados son circunstancias que
forman parte del bagaje histórico de la persona, por consiguiente, su ocurrencia no
dependió directamente de una acción o decisión del sujeto.

2. Factores contribuyentes: su presencia puede exacerbar el riesgo de suicidio


atribuible a los factores predisponentes. El consumo abusivo de sustancias
psicoactivas, incluido el alcohol, es el mejor ejemplo de este tipo de factores. También
se pueden considerar en esta categoría las deficiencias en el manejo, control y
regulación del estrés (estilos de afrontamiento), la impulsividad muy elevada, estilos
cognitivos muy rígidos y una baja tolerancia a la frustración entre otros. Habría una
constante en estos factores: su modificación si puede depender del sujeto, por lo
tanto, son susceptibles de una intervención.

3. Factores precipitantes: se considera que son aquellos que pueden tener el


potencial de activar o desencadenar un intento de suicidio en un sujeto que esté en
riesgo; lo anterior implica la existencia de ideas de suicidio. Entraría en esta categoría
las pérdidas recientes, el trauma individual, las humillaciones o una situación de crisis
emocional en curso. En el saber común, los factores precipitantes son mal llamados
las “causas” del suicidio: se le “acusa” a la novia que termina la relación con el
muchacho, como la causa de la acción suicida de este o si no, si un estudiante pierde
el año, se dice que fue el resultado de la alta exigencia en la escuela. En el estricto
sentido de lo que significa el término causa, este debe cumplir dos condiciones: estar
primero en el tiempo y tener la capacidad de provocar el evento. Si aceptáramos
como cierto que el rompimiento amoroso o el fracaso académico son las causas de la
actuación suicida, todo aquel que pasara por dichas experiencias, inevitablemente
incurriría en suicidio.

4. Factores de protección: resultan ser aquellas condiciones que disminuyen la


probabilidad de un riesgo de suicidio que se ha consolidado o también, que evitan la
aparición de las ideas, que son por excelencia, el primer factor de riesgo que tiene
capacidades altamente predictivas. La promoción de muchos de estos factores es una
de las líneas que se considera en los trabajos de prevención del riesgo de suicidio
desde la perspectiva de la anticipación. Entendemos por este término, que se creará
un contexto que ayude a evitar la aparición del escenario de riesgo suicida, dado que
la mayoría de intervención de la llamada prevención de suicidio, es cuando el riesgo
es ya una realidad. Podemos hacer mención al fortalecimiento de una educación
emocional sana, la estructuración de la resiliencia y el desarrollo de los estilos de
afrontamiento adaptativos, por solo mencionar algunos.

De manera complementaría, otros autores hacen mención a una serie de factores que
ayudan a determinar el posible riesgo de consumación de un suicidio como son la
presencia de la ideación suicida, los antecedentes de intentos previos, la existencia
de una planeación y el fácil acceso a un método efectivo, el sexo, la edad, el estado
civil, casos de suicidio cercanos en el seno de la familia, las pérdidas recientes que
operan como factor precipitante, los trastornos psicopatológicos como la depresión;
los trastornos de personalidad límite, antisocial y narcisista, y la esquizofrenia, la
población sometida a aislamiento social, la enfermedad crónica limitante y
definitivamente, el abuso de sustancias. Aquí entra un cuestionamiento que
intentaremos resolver más adelante: si el matoneo escolar, puede considerarse como
un factor de riesgo determinante o por el contrario, solamente una condición
precipitante para el acto suicida. Según sea la resolución, las implicaciones y las
líneas de acción a tomar pueden ser radicalmente diferentes.

Generalidades sobre el acoso escolar

El acoso en la escuela está enmarcado como una forma de violencia escolar la cual
se define como “acciones del estudiante que tienen por objeto producir daño a sus
compañeros o profesores y que alteran el equilibrio institucional”. A su vez, el acoso
escolar ha sido conceptualizado como “un tipo de violencia que se manifiesta por
agresiones psicológicas, físicas o sociales, repetidas, que sufre un adolescente en el
entorno escolar por sus compañeros”. Se resaltan dos características muy
importantes: la reiteración del hecho y la diferencia de poder existente entre las
personas involucradas. La reiteración señala que los eventos de violencia y/o
agresión deben ocurrir de manera repetida y casi sistemática. Por otra parte, la
diferencia de poder coloca a un sujeto que es víctima en una clara y marcada
situación de desventaja, que puede ser por el número (dos o más contra uno solo) o
por una perceptible y evidente diferencia de tamaño y fuerza (un estudiante de
séptimo frente a uno de cuarto).
Es así que, en aquellas situaciones en que dos chicos se ven involucrados en una
pelea, y ambos se causan lesiones en el rostro y esto sucedió una sola vez, no puede
llamarse acoso escolar; más bien, una pelea entre iguales. A la luz del manual de
convivencia escolar que existe en toda institución, muy probablemente los estudiantes
infringen la norma referida a las agresiones físicas, pero no existirían elementos
suficientes para decir que alguno de los dos incurrió en acoso escolar. La literatura
frente al tema del acoso escolar, reconoce varios puntos a ser considerados para
tener un entendimiento de la problemática. Primero, entendamos quien es el agresor.
Se le ha perfilado como hombre en la mayoría de los casos, con dificultades en el
manejo de sus relaciones sociales, serias dificultades para empatizar, dificultades en
el control de sus impulsos o la expresión de la ira, altos niveles de impulsividad,
fácilmente irritables y con baja tolerancia a la frustración.

También se ha identificado un número importante de repitentes de curso, que


manejan una actitud de rechazo hacia la escuela y que se ven involucrados
frecuentemente en actos de carácter antisocial con involucramiento en conductas
antisociales. Segundo, entendamos quien suele ser la víctima. Se ha visto que suelen
ser niños o jóvenes que se muestran inseguros, débiles, ansiosos, baja autoestima,
con marcados niveles de sobreprotección por parte de sus progenitores, con serias
limitaciones para establecer amistades y por lo tanto, construir un grupo de respaldo.
Tercero, muchos autores señalan que los espectadores también cumplen un papel
fundamental en el desarrollo del matoneo, en tanto que se muestran indiferentes,
apáticos e incluso hasta condescendientes con una aprobación oculta. Las
consecuencias del matoneo pueden ser amplias y extensas. De una parte, se ha visto
que chicos que hoy son víctimas de matoneo, pueden llegar a convertirse en
agresores en un futuro.

Y por otro lado, las dos consecuencias reconocidas como las más graves y extremas
son el homicidio y el suicidio protagonizados por la víctima. El año de 1999 es
tristemente célebre por el asesinato en masa de un grupo de estudiantes de un
colegio en el poblado de Columbine, en Jefferson County, Colorado (E.E.U.U). Los
homicidas fueron dos antiguos estudiantes de la escuela, que entraron con armas
automáticas y prendieron fuego de manera indiscriminada contra los alumnos y
maestros. Posteriormente, procedieron a acabar con sus propias vidas; el saldo: más
de 18 fallecidos. Las investigaciones posteriores aportaron un hecho dramático: al
parecer la motivación de los homicidas se fundamentó en la vivencias de matoneo de
las cuales ellos fueron víctimas en el pasado.

La relación entre el suicidio, el acoso escolar y sus consecuencias

La literatura es amplia y extensa en mostrar como las ideas e intentos de suicidio


suelen identificarse con frecuencia en menores de edad que están atravesando por
una situación de acoso escolar. Y más aún, en algunos casos, las ideas evolucionan
en la consumación del suicidio. Aquí es en donde retomamos un anterior
cuestionamiento: ¿el matoneo escolar hay que entenderlo como un factor de riesgo
determinante para el suicidio o solamente como un evento desencadenante de un
escenario pre-suicida que ya se venía configurando? Las consecuencias de una u
otra posición, conlleva diferencias en cuanto a las implicaciones jurídicas para los
diversos actores, que incluye no solo a los agresores, sino también a los padres de
estos y la institución educativa misma. La mirada del matoneo como un evento
desencadenante del suicidio, implicaría que antes de las acciones de matoneo, en la
llamada víctima ya habría un escenario previo de riesgo de suicidio.

Por lo tanto, el hostigamiento solo activaría dicho proceso que se venía gestando con
anterioridad. De aceptar esta tesis, existiría una exclusión de responsabilidad no solo
por parte de los agresores sino de todo el contexto escolar a su alrededor. Así como
las relaciones de pareja se acaban, las personas tienen quiebras económicas, pierden
sus empleos o tienen fracasos académicos, todos estos eventos son reconocidos
como desencadenantes, es decir, solo activaron procesos que ya se venían dando
con anterioridad. La diferencia entre el matoneo y los eventos mencionados es que se
asume como un evento esperable y como parte de la vida, el que exista una ruptura
amorosa. Son adversidades normales y predecibles en el marco de desarrollo de las
personas. Desde esta perspectiva, ¿sería normal ser víctima de matoneo o es una
experiencia por la cual la mayoría deba atravesar? Visto así, nuestra posición
difícilmente aceptaría que el matoneo pueda equipararse a otro tipo de eventos
desencadenantes, dado que obedecen a naturalezas e intencionalidades por parte de
los participantes, totalmente diferentes.

La perspectiva del matoneo como un factor de riesgo para el suicidio, ofrece mayor
entendimiento y explicación del problema. Primero, estamos hablando de una
situación que expone al sujeto a un estrés crónico y sostenido, hecho que de por sí,
ya conlleva la presentación de unos daños y perjuicios. Segundo, identificar y
reconocer el daño causado implica la asunción de una responsabilidad, por lo tanto,
los efectos causados por el hostigamiento escolar tendrán que ser reparados de
forma alguna. Por ende, si llegara a ocurrir un suicidio como consecuencia última del
matoneo escolar, claramente se estaría incursionando penetrando en el área del
derecho penal. El código penal colombiano, en su numeral 107 reza así: “Inducción o
ayuda al suicidio. El que eficazmente induzca a otro al suicidio, o le preste una ayuda
efectiva para su realización, incurrirá en prisión de dos (2) a seis (6) años.

Cuando la inducción o ayuda esté dirigida a poner fin a intensos sufrimientos


provenientes de lesión corporal o enfermedad grave e incurable, se incurrirá en
prisión de uno (1) a dos (2) años”. Entiéndase entonces, que dicho hostigamiento
sostenido de manera indolente, sistemática y con capacidad de generar daño, es una
forma de crear las condiciones inductoras hacia el suicidio, en una persona con
ciertos niveles de vulnerabilidad. Se podría argumentar, como frecuentemente se
hace, que las intenciones de la persona no eran las de causar el daño, lesión o
perjuicio acaecidos. Sin embargo, los hechos y evidencias muestran que la víctima
tuvo afectación por las decisiones y acciones del aquí denominado agresor. Por lo
tanto, este tendría que responder por ellas. De no ser así y si por las intenciones se
tratara, nadie tendría por qué pagar por los daños en un accidente de tránsito: fue
precisamente eso, un accidente sin intención alguna.
Así algunas personas quieren mostrar la carencia de intención como un atenuante,
esto nunca excluirá totalmente el asumir algún grado de responsabilidad en la
reparación de daños. Pero las responsabilidades no se limitarían solo a los agresores
de matoneo. Además del código penal, existen otras normativas que definen
responsabilidades en las autoridades educativas en los planteles. En la ley 1620 de
2013 se menciona con claridad una serie de sanciones de orden disciplinarias a las
instituciones educativas, por la no implementación de medidas y acciones
encaminadas a activar el funcionamiento del comité de convivencia escolar o
implementar la ruta de atención para los casos de matoneo. Se estaría incurriendo en
una acción de negligencia y esta a su vez, es una forma indirecta de ayuda efectiva
hacia el suicidio. Por sustracción de materia -no brindar ayuda y soporte a la víctima
de matoneo una forma de impunidad ante la acción del agresor y por ende, de
colaboración indirecta a sus acciones.

La situación es perfectamente equiparable a lo que le puede suceder al personal


médico que se niegue a prestar una ayuda pronta y oportuna a alguien con riesgo
suicida y que termine consumando su acción auto lítica. Recordemos que se
reconocen cuatro condiciones generadoras de culpa en el ejercicio médico: la
impericia, la imprudencia, la negligencia y el incumplimiento de normas legales.
Veamos la similitud: un paciente hace amenazas de suicidio, el médico tratante las
pasa por alto y no hospitaliza al paciente, pudiéndolo hacer. Aduce que el paciente
está manipulando. Lamentablemente, al poco tiempo la persona se suicida. La
impericia radica en no conocer a fondo la dinámica del suicidio y haber obviado que
las amenazas son una señal de alerta muy importante. Si el médico dice, que no
desconocía tal información, sino que quería darle un manejo ambulatorio al caso, su
actuación fue imprudente.

Si pudiendo haber hospitalizado al paciente y no lo hizo, por cualquier otra razón, es


una acción negligente. Desde esa perspectiva, no activar la ruta de atención frente a
un caso de matoneo, minimizar la situación que se está presentando y decir que la
víctima exagera o simplemente ignorar la situación, cabrían perfectamente como
negligencia, impericia, imprudencia y no respetar la normas vigentes frente al tema,
todas ellas en detrimento de la salud y el bienestar de la víctima. También habría otro
apoyo en la ley 1098 de 2006 en lo referente a los deberes de protección hacia los
estudiantes por parte de las instituciones escolares. Es decir, el no suministrar los
medios, no poner en marcha las acciones, no hacer uso de los instrumentos o
cualquier otro mecanismo disponible que pudiéndose utilizar no se emplean, estaría
atentando contra los derechos de bienestar y la protección del menor, que la ley
quiere hacer valer. Igualmente se debe hacer mención de la responsabilidad que
cobija a los padres de los menores que ejercen la acción agresora.
Ser menor de edad a los ojos de la ley colombiana, significa que si bien este individuo
puede tomar decisiones, se asume que no tiene el nivel de madurez o capacidad para
poder responder por las consecuencias de estas. Por lo tanto, si el menor tiene
acciones de agresión y causa daños a sus compañeros, serán los adultos
correspondientes los responsables por ellas. Una forma de atender la situación, es
que eventualmente el padre podrá llevar a su hijo a recibir ayuda y soporte
psicoterapéutico. No se excluye que la atención sea extensiva a todo el núcleo
familiar. Todo lo mencionado hasta el momento no excluye para nada otra forma de
acoso y es aquel que se ejerce a través de los medios digitales como teléfonos
celulares y computadores. Esta forma de acoso coloquialmente se ha denominado
ciberbullying.

Aun cuando difiere el mecanismo y evidentemente se prescinde de los daños físicos,


las posibles consecuencias pueden ser idénticas: se puede llegar al suicidio. En el
año 2013 fue noticia mundial el suicidio de Amanda Todd, una joven canadiense de
15 años que se suicidó a raíz del hostigamiento del cual fue víctima, precisamente a
través de internet. El hostigador, fue alguien a quien conoció a través de la red. Ella,
imprudentemente le exhibió sus senos, él la fotografió y empezó a chantajearla; no
valieron los cambios de escuela y de ciudad, siempre la ubicaba y persistía en sus
acosos y chantajes.

En el marco de la ley colombiana vigente, el matoneo escolar puede llegar a tener


unas implicaciones muy serias para los ejecutores de las acciones lesivas, inclusive si
son menores de edad. Las implicaciones también son para las entidades educativas
que no actúen de manera pronta, completa y eficaz, tal y como la ley lo manda.
También podrían verse implicados los agentes de salud que participan en la ruta de
atención y canalización de los casos merecedores de atención. La ley 1616 del 21 de
enero de 2013, por medio de la cual se expide la ley de salud mental y se crean otras
disposiciones, daría fuerza y apoyo a la atención preferencial en salud mental a que
tienen derecho los menores de edad. Por definición, un menor expuesto a acoso
escolar, merece atención completa, oportuna y de calidad.

Hay una frase que ronda que puede tener un efecto de invitación hacia la indiferencia:
“el matoneo siempre ha existido”. Y decimos incitadora a la indiferencia, ya que si bien
puede que llegue a ser cierto, eso no justifica no tomar acciones frente al problema.

“No me preocupa tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena”.
Martin Luther King
3. RESULTADOS

Durante los años 2005 - 2013, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses registró 299 casos de suicidio en la ciudad de Cúcuta, según el Sistema
médico-legal colombiano. Desde el año 2005 al 2007 se presenta un descenso de 10
casos de suicidio; a partir del año 2007 y hasta el 2009 se observa una tendencia al
ascenso con 18 casos más durante este lapso de tiempo; posteriormente desde el
año 2009 al 2010 se presenta un descenso de 10 casos; en el lapso comprendido
desde el 2010 hasta el 2012 se presenta una breve reducción de la tasa en 3 casos;
finalmente desde el año 2012 al 2013, nuevamente se presenta un ascenso de 5
casos (figura 1).

Figura 1. Casos de suicidio en Cúcuta, 2005-2017


Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses / Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia /
Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres / Sistema de Información Nacional de Estadísticas Indirectas.
Tasas calculadas con base en las proyecciones de población DANE 2005-2017.

4. DISTRIBUCIÓN SOCIODEMOGRÁFICA

Tabla 1. Intentos de suicidio según grupo de edad y sexo. Cúcuta, 2014-2017

Fuente: Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander / SIVIGILA 2014 - 2017.


Fuente: Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander / SIVIGILA 2014 - 2017.

El 9.34% corresponde a intentos de suicidio registrados en niños, niñas y


adolescentes, con 91 casos. En el grupo de edad de los 15-19 años, se observa el
mayor número de intentos de suicidio con 775 casos, con mayor incidencia en el
grupo de los hombres. En el grupo de los adultos (45-64 años y más) se presentaron
15 casos lo que corresponde al 9.48%; por cada mujer intentan suicidarse 13
hombres. El grupo de edades entre los 65 años y más, se presentaron 15 intentos.

5. DISTRIBUCIÓN SEGÚN CARACTERÍSTICAS DEL HECHO

Los mecanismos causales más comunes de intento de suicidio para ambos sexos
fueron los generadores de asfixia (ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación) con
un 54.70%: en el hombre 83.30% y en la mujer 16.70% (tabla 2).

Tabla 2. Intentos de suicidio según mecanismo causal de la lesión y sexo de la víctima.


Cúcuta, 2014-2017
SEXO
MECANISMO CAUSAL TOTAL%
HOMBRE MUJER
AHORCAMIENTO, ESTRANGULAMIENTO O SOFOCACIÓN 83,30% 16,70% 54,70%
DISPARO DE ARMA DE FUEGO 94% 6% 20,88%
EXPOSICIÓN A TÓXICOS 64,20% 35,80% 15,91%
OBJETO CORTANTE 82% 18% 5,86%
SALTO DE UN LUGAR ELEVADO 74,60% 25,40% 2,32%
EXPOSICIÓN A HUMO FUEGO Y LLAMAS 89% 11% 0,09%
COLISIÓN DE VEHÍCULO DE MOTOR 56% 44% 0,03%
OTROS 0% 100% 0,06%
POR DETERMINAR 50% 50% 0,13%
SIN INFORMACIÓN 50% 50% 0,02%
TOTAL 643,10% 356,90% 100,00%
Fuente: Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander / SIVIGILA 2014 - 2017.
Dentro de los generadores de asfixia el ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación,
representó el 54.70% de los casos, del cual el 83.30% fue ejecutado por hombres y el
16.70% por mujeres.

El proyectil de arma de fuego, ocupa el tercer lugar con 20.88% del total de casos
(62); respecto al año 2012 presentó una disminución total del 13% (38). Le sigue la
utilización de agentes tóxicos, con el 64.20% de los casos registrados para el sexo
masculino (30) y el 35.8% para el sexo femenino (7). Utilizaron elementos
contundentes, cortopunzantes, cortantes y corto contundentes, 17 personas lo que
corresponde a un 5,86% de los casos (tabla 2). Para la vigencia comprendida entre
los años 2005-2013 no fue posible establecer la razón del intento de suicidio en el
0.15% de los casos (0.44).

Con la información disponible se observa que para el año 2013 la razón del intento de
suicidio con mayor prevalencia se deriva del conflicto de pareja, celos, desconfianza,
infidelidad, con una representación total del 30,12%, seguida de la enfermedad física
o mental con el 22,74% y en tercer lugar los motivos económicos con una
representación del 12,86%. El desamor, ocupó el cuarto lugar, con 91 casos, lo que
representa el 10,83%. Este comportamiento es similar al observado en el año 2012
(tabla 3).

Tabla 3. Intentos de suicidio según razón y sexo de la víctima. Cúcuta, 2005-2017


SEXO
RAZÓN INTENTO DE SUICIDIO TOTAL%
HOMBRE MUJER
CELOS, DESCONFIANZA, INFIDELIDAD 77,00% 33,00% 30,12%
ENFERMEDAD FÍSICA O MENTAL 75% 25% 22,74%
SITUACIÓN ECONÓMICA 87,00% 13,00% 12,86%
DESAMOR 86% 14% 10,83%
MUERTE DE UN SER QUERIDO 75,00% 25,00% 2,86%
RENDIMIENTO ESCOLAR 67% 33% 1,43%
SITUACIÓN JURÍDICA 100% 0% 1,19%
SITUACIÓN LABORAL 90% 10% 1,19%
CONFLICTO FAMILIAR 75% 25% 0,48%
SUICIDIO DE UN SER QUERIDO 100% 0% 0,23%
OTRAS RAZONES 77% 23% 16,07%
TOTAL 908,60% 200,70% 100,00%
Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses / Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia /
Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres / Sistema de Información Nacional de Estadísticas Indirectas.
Tasas calculadas con base en las proyecciones de población DANE 2005-2017.
6. DISTRIBUCIÓN ESPACIO-TEMPORAL DEL HECHO

Históricamente, el escenario de los intentos de suicidio más frecuente es la vivienda,


tendencia que se mantiene en los años 2005-2017, observándose que éste porcentaje
(57,35%) es muy superior al de los otros posibles escenarios (tabla 4).

Tabla 4. Intentos de suicidio según escenario del hecho y sexo de la víctima. Cúcuta,
2005-2017
SEXO
ESCENARIO DEL INTENTO DE SUICIDIO TOTAL%
HOMBRE MUJER
VIVIENDA 68% 32% 57,35%
INSTITUCIÓN RESIDENCIAL 89% 11% 2,91%
ESCUELAS, INSTITUCIONES ADMINISTRATIVAS PÚBLICAS 72% 27% 0,72%
ÁREAS DE DEPORTE Y ATLETISMO 95% 5% 0,24%
CALLES Y CARRETERAS 88% 12% 6,50%
COMERCIO Y ÁREAS DE SERVICIO 90% 10% 0,72%
GRANJA 71% 29% 1,32%
ÁREA INDUSTRIAL Y DE LA CONSTRUCCIÓN 100% 0% 0,12%
OTRO LUGAR ESPECIFICADO 54% 46% 6,00%
LUGAR NO ESPECIFICADO 79% 21% 24,12%
TOTAL 806% 193% 100,00%
Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses / Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia /
Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres / Sistema de Información Nacional de Estadísticas Indirectas.
Tasas calculadas con base en las proyecciones de población DANE 2005-2017.

En los centros de reclusión se presentaron 17 intentos de suicidio (2,91%), con un


incremento del 42,8% (6 casos) respecto al año anterior; para el año 2012 no se
registró ningún intento de suicidio femenino en centros de reclusión mientras que en
el año 2013 se registraron dos.

La zona urbana es en la que mayor cantidad de intentos de suicidio se presentaron


con el 57,35%, (426), representados en 75,6% casos ejecutados en la cabecera
municipal (322) y 24,4% (104) en el área metropolitana.

En el año 2013 se presentaron en promedio 7,25 intentos de suicidio mensuales,


aproximadamente 0,24 al día, comportamiento que difiere al registrado durante el año
2012, ya que en éste se presentaron 12 casos menos. Enero fue el mes en el que se
registraron mayor número de intentos de suicidio con 9,1 casos (10,49%), seguido del
mes de julio con 7,83 casos equivalentes al 9%. El mes de agosto fue el mes en el
que menos intentos de suicidio se presentaron 5,8 (6,70%) (Figura 2).

El comportamiento de casos mensual durante el año 2013 es similar al promedio


histórico, sin embargo se observa un aumento importante en el número de casos
reportados en enero de 2013 (2,3 casos) y un aumento en el mes de agosto de 2013
(1,9 casos) respecto a los promedios históricos para estos meses (figura 2).
El mayor porcentaje de casos se presentó en el día domingo 19,66% (58,7), seguido
del lunes 15,02% (44,9); los días en los que se registró un menor número de intentos
de suicidio fueron miércoles y viernes con el 11,93% en cada mes (35,6) (figura 2).

Figura 2. Intentos de suicidio según el día del hecho. Cúcuta, 2005-2017

Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses / Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia /
Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres / Sistema de Información Nacional de Estadísticas Indirectas.
Tasas calculadas con base en las proyecciones de población DANE 2005-2017.

El rango de horas con mayor prevalencia para la presentación de intentos de suicidio


es el transcurrido entre las 9 de la mañana y las 6 de la tarde, donde ocurren el 44,5%
de ellos, con la mayor prevalencia entre las 3 y 6 p.m. (15,9%). La menor cantidad de
intentos de suicidio se presentan en la madrugada (00 a 3 a. m.) (Figura 3).

Figura 3. Intentos de suicidios según la hora del hecho. Cúcuta, 2005-2017

Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses / Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia /
Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres / Sistema de Información Nacional de Estadísticas Indirectas.
Tasas calculadas con base en las proyecciones de población DANE 2005-2017.
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ELABORÓ
Nombre GABRIELA ANDREA CALDERÓN GARCÍA
Cargo PROFESIONAL DE APOYO DIMENSIÓN CONVIVENCIA SOCIAL Y SALUD MENTAL

REVISÓ – APROBÓ
Nombre ALIX KARINE PÉREZ MARTÍNEZ
Cargo P.E. RESPONSABLE DIMENSIÓN CONVIVENCIA SOCIAL Y SALUD MENTAL

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