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¿Qué son y dónde están las radiaciones?

La radioactividad es la propiedad que presentan algunas sustancias de emitir


radiaciones ionizantes. Las radiaciones ionizantes son partículas con una gran
energía que son capaces de alterar y dañar moléculas a su paso al atravesar la
materia.
La contaminación radiactiva y la exposición a la radioactividad se producen
cuando existe una liberación de material radioactivo a la atmósfera por fuentes
como una central nuclear o la explosión de una bomba atómica. También existen
fuentes naturales de radiación en la tierra, el agua y el aire.
¿Qué radiaciones recibimos normalmente?
Habitualmente estamos expuestos a la radiación natural que existe procedente
del espacio y de material radioactivo que hay en la tierra, el agua y el aire.
Asimismo, existen fuentes artificiales de radiaciones, como son los aparatos de
rayos X.
Según datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una
persona recibe unos 3 milisieverts (mSv), la medida de los niveles de radiación, a
lo largo del año, que se considera una cantidad inocua y tolerable. Una exposición
inferior a 100 mSv al año generalmente no supone ningún riesgo para la salud ni
produce síntomas.
¿Cómo las absorbe el cuerpo?
Existen dos vías, la contaminación interna y la irradiación externa. La
contaminación interna supone la entrada de material radioactivo por vía digestiva
(alimentos o agua contaminados) o por vía respiratoria, mientras que la irradiación
externa se produce por la exposición a fuentes externas o por adhesión de
material radiactivo a la piel o a la ropa, que se puede eliminar lavando el cuerpo.
¿Qué tipo de efectos tiene la radiación en el organismo?
La radiación ionizante tiene un gran poder de penetración por lo que puede
alcanzar la parte más vulnerable de una célula, los cromosomas que hay en el
núcleo de la célula. Todas las radiaciones ionizantes pueden producir cambios
biológicos en las moléculas de los organismos, bien directamente mediante
diferentes mecanismos, bien indirectamente mediante la formación de radicales
libres o agentes perjudiciales para la salud. Así pues, las radiaciones ionizantes
pueden causar daños tanto interaccionando sobre los órganos y los tejidos, como
afectando al material genético de las células.
Los efectos que la exposición a la radiación tiene en el organismo humano son
diversos. Las repercusiones dependen de la distancia a la que se encuentre cada
persona de la fuente de emisión de las radiaciones, su sensibilidad, la dosis de
radiación recibida y los materiales radiactivos emitidos.
¿Qué riesgos suponen para la salud?
A mayores dosis de radiación, mayores repercusiones sobre la salud , pues
pueden tener consecuencias sobre el sistema nervioso central, las células
sanguíneas y el sistema inmunológico.
En líneas generales los efectos sobre la salud de la radiación se dividen en
agudos y crónicos.
Los efectos agudos se producen de forma inmediata y se trata de quemaduras,
pérdida de cabello y una serie de síntomas (síndrome agudo por irradiación)
producido por una dosis de radiación elevada (> 1000 mSv). El síndrome de
irradiación se produce tras una irradiación emitida por una fuente externa que
alcanza a todo el organismo de forma aguda y en un corto espacio de tiempo. Da
lugar a alteraciones en la médula ósea (en la producción de células sanguíneas),
síntomas a nivel del sistema gastrointestinal y del sistema nervioso central.
En cambio, los efectos crónicos o a largo plazo se ven al cabo de meses o años y
pueden persistir durante mucho tiempo. Aumenta principalmente el riesgo de
padecer cánceres (como leucemia o cáncer de tiroides) y de sufrir
malformaciones congénitas. Esto se debe a que las radiaciones ionizantes
provocan cambios en el ADN, que contiene la información genética del
organismo, lo que provoca mutaciones en dicha información, mutaciones que
pueden tener efectos en las generaciones posteriores.
¿Por qué se administran pastillas de yodo?
Especial mención merecen los problemas de tiroides producidos por la
acumulación de yodo radioactivo. Uno de los componentes más peligrosos que
puede encontrarse en un reactor nuclear es el yodo radiactivo, el cual, al ser
absorbido por el organismo, tiende a acumularse en uno de los órganos más
sensibles a la radiación, la glándula tiroides. Esta glándula habitualmente capta el
yodo de la dieta para realizar su función. Cuando el yodo que capta el tiroides es
radiactivo, éste se acumula en la glándula, pudiendo ocasionar un cáncer de
tiroides.
Por ello, se recomienda de ingerir yodo y bloquear así la fijación por el tiroides de
yodo radioactivo. En caso de haber estado expuesto a una alta radiación, se
administran pastillas de yoduro de potasio, las cuales tiene como objetivo evitar
los daños sobre el tiroides.
¿Quiénes son más vulnerables a las radiaciones?
La población más vulnerable a las radiaciones son los niños, pues a menor
edad, mayor sensibilidad a las radiaciones.
¿Cuáles son las medidas generales de prevención?
En caso de accidente nuclear o de cualquier otro fenómeno que provoque un
riesgo de irradiación las medidas a tomar incluyen:
 Establecer perímetros de seguridad y evacuar a la población a la distancia
calculada donde se prevea que estarán libres de los efectos de la radiación,
protección en refugios para disminuir la exposición y administración de pastillas
de yodo cuando lo indiquen las autoridades competentes.
 Seguir las medidas establecidas por los organismos y fuentes oficiales.
 En determinados casos, en los que esté justificado, se habrá de limitar el
consumo de ciertos productos alimentarios (que puedan estar contaminados),
salir a la calle y otras medidas como tender la ropa al exterior.

La semana pasada los medios de comunicación se encargaban de recordarnos que


el 26 de abril se cumplía el XXX Aniversario de catástrofe nuclear de Chernóbil.
Treinta años del día en que miles de personas se vieron obligadas a abandonar sus
hogares, sus vidas, sus historias, sin mirar atrás y prácticamente con lo puesto,
porque una prueba de potencia en el reactor número cuatro de la central ucraniana,
desencadenó una reacción en su núcleo y provocó una explosión del hidrógeno
acumulado en su interior.
Un estallido que liberó enormes cantidades de materiales radioactivos como el
dióxido de uranio, el erbio, el carburo de boro o aleaciones de circonio y grafito,
entre otros, se estima que toda la energía liberada en estos 30 años es similar a 500
bombas nucleares como la que impactó contra Hiroshima el 6 de agosto de 1945.
El resultado de lo acontecido en Chernóbil fue la muerte directa de 31 personas, la
evacuación de más de de 130.000 que jamás volverían a sus casas, 155.000 Km²
se vieron afectados y una alarma internacional que todavía hoy lleva a muchos a
dudar de las ventajas de la energía nuclear. Sin entrar en ese debate.
El lado oscuro
Los efectos negativos de la radioactividad se deben a su poder ionizante: cuando la
radiación alcanza células vivas, con suficiente energía como para liberar electrones
de las moléculas que componen la célula formando iones que consisten en
moléculas con un número de electrones distinto al de protones. La presencia de
estos iones lleva a que se interrumpa el funcionamiento normal de una célula.
Es curioso, por ejemplo, como la glándula tiroides, situada en nuestro cuello,
necesita del Yodo para su correcto funcionamiento. Por lo general se encuentra en
distintos alimentos como la sal yodada, el marisco o el brócoli y no es radioactivo
pero en un desastres como el de hace tres décadas se produce una enorme
cantidad de Yodo Radiactivo que también puede ser asimilado por la tiroides.
Este Yodo, al ser radiactivo, queda acumulado en la glándula y periódicamente
emite partículas alpha o beta que al estar muy cerca del cerebro daña las células del
mismo, desarrollando cánceres y otras malformaciones. Es por eso que tras un
accidente nuclear una de las primeras medidas que se toma es administrar pastillas
de Yodo a la población ya que de esta forma la tiroides absorbe todo el que necesita
y ya no absorbe el que haya podido generarse con características radioactivas.
El daño más severo a la célula resulta cuando se daña al ADN y esto puede ocurrir
de dos modos:
El agua en el cuerpo tiende a absorber una gran porción de radiación y se ioniza.
Cuando el agua es ionizada, rápidamente forma moléculas altamente reactivas
llamadas radicales libres. Estos radicales libres pueden reaccionar con la molécula y
dañar al ADN de la molécula.
La radiación choca directamente contra el DNA de la molécula, ionizándolo y
dañándolo.

El riesgo para la salud no sólo depende de la intensidad de la radiación y de la


duración de la exposición, sino también del tipo de tejido afectado y de su capacidad
de absorción. Por ejemplo, los órganos reproductores son 50 veces más sensibles
que la piel.
Los efectos mutagénicos de la radiación fueron identificados por primera vez por
Hermann Joseph Muller en 1927, investigación por la que recibió el Premio Nobel de
Medicina en 1946.

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