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Cuando el ser humano no cede su voluntad

por Charles R. Swindoll

Proverbios 1:20-33

Salomón le pedía a su hijo –y por ende a todos nosotros— que escuchase la voz de advertencia
de la sabiduría. La pregunta es ¿por qué? ¿Por qué Salomón hace ese ruego? ¿Por qué
ignoramos las reprensiones de Dios, ya sean las que están en la Escritura o las que vienen por
otros medios?

Mirando en retrospectiva los dichos preservados para nosotros en Proverbios 1, descubrí al


menos cuatro razones por las cuales no ponemos atención a la disciplina. Examinaremos dos el
día de hoy y dos el día de mañana. Prepárese. Puede que sea doloroso.

Obstinación

Por cuanto llamé y se resistieron (Proverbios 1:24).

¿Noto la última palabra? La última palabra es «resistieron». El texto hebreo utiliza una forma
intensa de ese verbo para transmitir la idea de un rechazo directo, un rechazo obstinado, un
rechazo enfático. En el Antiguo Testamento se utiliza más frecuentemente cuando tiene que
ver con desafiar a una autoridad establecida; es un rechazo deliberado y sistemático, como en
el caso de faraón que rehusaba dejar libre a los hebreos. En otro de los dichos de Salomón se
dice que el perezoso rehúsa obtener un empleo (21:25).

En muchos casos, una voluntad firme puede ser un rasgo positivo. Elogiamos a las parteras
hebreas en Egipto que rehusaron matar a los bebés varones después de recibir órdenes del
faraón (Éxodos 1:17). Gracias a Dios por la fuerza de voluntad de Pedro y Juan, que rehusaron
guardar silencio acerca del Cristo resucitado aun después de que las autoridades religiosas los
amenazaron con un castigo severo (Hechos 4:19, 20). La historia registra los relatos de muchos
hombres y mujeres valientes que se enfrentaron a la opinión popular con tal de defender la
verdad. A esas personas obstinadas y de voluntad firme las llamamos «héroes» porque tenían
razón de serlo. Desafiaron la autoridad firmemente porque la verdad demandaba por que lo
hicieran así. Nota también que reconocieron y aceptaron las consecuencias de sus acciones,
sacrificándose voluntariamente por el bienestar de los demás.

Sin embargo, un rechazo obstinado a las advertencias de otros revela un espíritu arrogante y
una mente embotada. Pídale a Dios humildad y sabiduría, cosas que Dios desea dar a su
pueblo.
2. Insensibilidad

Extendí mis manos y no hubo quien escuchara (Proverbios 1:24).

Cuando Salomón utilizó la frase «no hubo quien escuchara», utilizó un término que sugiere un
deseo claro de alguien que no quiere escuchar ni tomar conciencia. Corresponde al concepto
del Nuevo Testamento que se utiliza para «sordos». No sé si ha intentado penetrar la coraza
de un individuo insensible, pero si lo ha hecho ha podido comprender la frustración de Dios.
Me recuerda el viejo adagio que dice «no hay peor sordo que el que no quiere oír».

Quizá los mejores ejemplos de insensibilidad y falta de conciencia tienen que ver con aquellos
peatones que utilizan auriculares en sus oídos. Van por la vida aislados, escuchando su propia
música, sin ninguna conciencia de lo que se oye a su alrededor. Intente llamar la atención de
alguien que está perdido en su aparato electrónico de música IPod y comprenderá parte de la
frustración de Dios.

Aun cuando la sabiduría extiende sus manos, muchas personas no la buscan y, por lo tanto, se
alejan y no la escuchan.

Reflexión: De las siguientes oraciones, ¿cuál refleja su personalidad?

Escucho el consejo de los demás, pero generalmente lo rechazo si no creo que es lo mejor para
mí.

Con frecuencia no escucho el consejo de los demás hasta que algo malo me sucede.

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