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La Globalización 4.

0 puede tener un futuro brillante, si nos


liberamos de la injusticia del pasado
This article is part of the World Economic Forum Annual Meeting

Imagine un mundo en el que se respeten los derechos de las mujeres y las niñas, el cambio
climático reciba la atención que requiere con tanta urgencia y se haya eliminado la pobreza.
Nunca antes hemos tenido los medios que tenemos hoy para hacer realidad esta visión. En
África, por ejemplo, me entusiasma ver cómo la energía solar fuera de la red se está
expandiendo con rapidez. En Kenia, la banca móvil ha mejorado la inclusión financiera de
manera significativa, en especial para las mujeres pobres.

Estas y otras tecnologías asociadas con la cuarta revolución industrial (Fourth Industrial
Revolution, 4IR) tienen el potencial de aumentar la productividad, los ingresos y el tiempo
libre para los trabajadores, y al mismo tiempo descarbonizar nuestras economías y liberar a
las mujeres del peso del trabajo de asistencia no remunerado. Sin embargo, para hacer
realidad este potencial, tendremos que adoptar un enfoque completamente nuevo de la
globalización.

El tema del Foro Económico Mundial para su reunión anual en Davos el próximo mes es la
Globalización 4.0, que comprende muchas de las historias encontradas que en la actualidad
dan forma a nuestro mundo. En los últimos 40 años, la historia predominante fue el PBI, y
los países aplicaron la desregularización, redujeron los controles de capital, recortaron los
impuestos sobre sociedades y liberalizaron sus mercados laborales.

El estallido de indignación popular que ha asolado la política de muchos países en los


últimos años se basa en el fracaso de ese modelo neoliberal. Sin embargo, no hay una ley
económica que exija que la globalización sea una carrera hacia el abismo. Por el contrario,
para que la humanidad tenga alguna esperanza, la Globalización 4.0 debe romper con el
neoliberalismo para siempre.

Me temo que las élites empresariales y gubernamentales que se reúnen en Davos no


parecen haberlo entendido bien. Hasta que lo hagan, la globalización continuará
alimentando la desigualdad y sembrando el descontento en todo el mundo.

La creciente desigualdad amenaza gran parte del progreso que hemos logrado durante el
último medio siglo. Mientras que el año pasado, el 1 % más rico del mundo se llevó el 82
% de toda la nueva riqueza, el Banco Mundial informa que “la reducción de los índices de
pobreza se ha desacelerado, lo que genera preocupación sobre lograr el objetivo de acabar
con la pobreza para 2030”. Resulta aún más impactante que la pobreza extrema en África
subsahariana en realidad está aumentando; casi la mitad de todas las personas del mundo
están a una factura médica o una mala cosecha de la indigencia.
Imagen: Banco Mundial

Estas realidades persistirán mientras los multimillonarios de Silicon Valley, África y en


otros lugares escriban la historia futura de la globalización. Necesitamos historias nuevas
para desafiar el statu quo. Piense en la historia de Budi, un trabajador de la industria de
procesamiento de camarones en el Sudeste Asiático que debe pelar 950 camarones por hora
para ganar un salario mínimo. A Budi le llevaría más de 5000 años ganar lo que gana el
director ejecutivo de un supermercado de EE. UU. en un año.

O bien, piense en las mujeres agricultoras de mi aldea de Ruti, Uganda, que se preguntan si
el crecimiento económico dará como resultado una educación gratuita y de calidad para sus
hijos. Los países ricos deben gran parte de su prosperidad a la educación universal. Sin
embargo, en los países en desarrollo de todo el mundo, las tarifas que cobran las escuelas
privadas están sumiendo a las familias en una mayor pobreza.

Una persona cuya historia debe ser escuchada es Berta Cáceres, una líder de derechos
indígenas en Honduras que en marzo de 2016 fue asesinada por resistir el proyecto
destructivo de una represa hidroeléctrica. En noviembre, un tribunal dictaminó que el
asesinato de Cáceres se llevó a cabo con el conocimiento y el consentimiento de los
ejecutivos de Desa, la empresa responsable de la presa.

Cuando la globalización no tiene reglas ni árbitros, los intimidadores siempre ganan.


Incluso las investigaciones llevadas a cabo por el Fondo Monetario Internacional
demuestran en la actualidad que la globalización financiera ha llevado a “un aumento
considerable de la desigualdad”, al igual que el aumento del comercio en algunos países en
desarrollo. De igual manera, el cambio climático es sintomático de una economía
sumamente desigual en la que los ricos explotan el medio ambiente para el beneficio
privado.

La Globalización 4.0 debe ofrecer una nueva narrativa para reemplazar el neoliberalismo
abusivo, extractivo y sexista de las últimas décadas. Será necesaria mucha más cooperación
entre los gobiernos para reescribir las reglas de las finanzas, el comercio, los salarios y los
impuestos. Solo así podremos asegurarnos de que la Globalización 4.0 beneficie a la gente
común.

Para ello, deberíamos acoger con satisfacción las nuevas tecnologías pioneras, aunque
también deberíamos hacer preguntas difíciles sobre su propiedad y los intereses a los que
sirven, especialmente cuando surgen monopolios nuevos. Necesitaremos una combinación
inteligente de incentivos, propiedad pública y regulación para gestionar los cambios que se
avecinan.

También necesitaremos un nuevo enfoque de los impuestos y el gasto público. Durante


demasiado tiempo, las familias y las empresas más ricas han evitado pagar su parte
proporcional, y a la vez han obstaculizado una reforma significativa. Fue particularmente
decepcionante ver a los líderes empresariales en la última reunión de Davos celebrar los
recortes fiscales de un billón de dólares del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Si las élites bien intencionadas quieren tomar en serio una forma de globalización más
inclusiva, deberán respaldar sus palabras con hechos.

El multilateralismo sigue siendo la única manera de gestionar estos desafíos políticos. Sin
embargo, el marco para la cooperación internacional debe tornarse mucho más
democrático, feminista y centrado en las personas. Al analizar la trayectoria futura de la
globalización, es necesario que se valore tanto una pequeña agricultora en Nakuru, Kenia
como una alta directiva en Manhattan. Necesitamos instituciones multilaterales que puedan
frenar el abuso corporativo y armar a la sociedad civil contra el aumento del autoritarismo.

Para administrar la Globalización 4.0 también será necesario un liderazgo audaz y receptivo
de los gobiernos nacionales. En lugar de simplemente tratar de manipular la indignación de
los ciudadanos, los políticos deben comprender y abordar las causas fundamentales de su
descontento.

Afortunadamente, estos líderes no son criaturas míticas. El presidente de Corea del Sur,
Moon Jae-in está abordando la desigualdad con una combinación de impuestos sobre los
ricos y las empresas, un salario mínimo más alto y un mayor gasto social. La primera
ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, también tiene una agenda ambiciosa para
reducir la desigualdad, y ha hecho que el bienestar de los ciudadanos sea una medida
central del éxito de su Gobierno. Además, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha
abrazado abiertamente una política feminista de desarrollo global.

Estos líderes son una prueba viviente de que la globalización se puede gestionar de una
manera que beneficie a todos. Dejan en evidencia a los que admiran el neoliberalismo
tóxico y ofrecen la esperanza de que una economía global más humana esté al alcance de la
mano.
https://es.weforum.org/agenda/2019/01/la-globalizacion-4-0-puede-tener-un-futuro-brillante-si-
nos-liberamos-de-la-injusticia-del-pasado/

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