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El británico Herbert Spencer fue uno de los mayores pensadores de su tiempo. Filósofo,
psicólogo, sociólogo y naturista, fue la figura más destacada del evolucionismo filosófico
y del positivismo en su tiempo. Por ello, no es de extrañar que las fuentes de muchas
de sus ideas procedan de Lamarck y Darwin.
Estas ideas calarían muy hondo en Occidente durante el siglo XIX y la primera mitad
del XX. Esto se refleja, especialmente, en el éxito de su obra. Spencer fue un autor
que llamó la atención de infinidad de pensadores de áreas muy diversas.
Este cambio supuso el fin de su carrera como ingeniero y el inicio de su labor como
escritor y filósofo. En 1851, publicaría su primer libro Social Statics Economist, en
el que predijo que la humanidad se adaptaría a vivir en sociedad sin necesitar de un
Estado.
Spencer solía frecuentar reuniones y tertulias a las que acudían diversos pensadores
coetáneos. Fruto de estas reuniones se produjo su primer contacto con algunos autores
positivistas. De este contacto surgió Principles of Psychology en 1855, publicación en la
que defendió que la mente humana se regía por las leyes naturales y que podían
explicarse por medio de la fisiología y la biología.
Años más tarde, publicaría System of Synthetic Philosophy. Con esta obra, pretendía
demostrar que los principios de la evolución se aplicaban a la filosofía, la psicología y la
sociología por igual. Fue una obra gigantesca, compuesta por más de 10 volúmenes, y
que le llevó 20 años completar. Herbert Spencer fue un escritor prolífico durante
toda su vida.
No es frecuente que las obras filosóficas se hagan un hueco como grandes ventas. Tal
vez, lo puedan llegar a lograr con el paso del tiempo, pero resulta extraño encontrar
tratados entre las primeras posiciones.
Lo habitual es que las mayores ventas del mundo editorial estén vinculadas a la
literatura. Sin embargo, Herbert Spencer destacó como un pensador cuya
influencia era inmensa, llegando a vender más de un millón de copias de su obra
en vida. Incluso, estuvo nominado al Premio Nobel de Literatura en 1902.
Defendía, a su vez, que los procesos mentales que pueden llevar a cabo las distintas
especies se reducen al número de asociaciones que puede llevar a cabo el cerebro de
un animal en particular. Es decir, para Spencer, las diferencias entre las capacidades
mentales de las distintas especies serían cuantitativas.
Además, las obras tanto filosóficas como literarias debemos tratarlas con cierta
perspectiva. Es decir, debemos conocer en qué época y contexto fueron concebidas
para, así, comprender un poco más el pensamiento del autor. Polémicas y reflexiones a
un lado, de lo que no cabe duda es de que Herbert Spencer logró destacar como un
gran pensador multidisciplinar en su tiempo y por aunar diferentes teorías que
generaron un gran impacto.
Herbert Spencer
Herbert Spencer nació en el seno de una familia humilde en 1820 en Derby
(Inglaterra) y murió en 1903 en Brighton (Inglaterra). De forma completamente
autodidacta, se formó como ingeniero y trabajó en el sector ferrocarrilero y más tarde
como redactor en la revista The Economist, lo que dio inicio a su labor como escritor y
filósofo. En 1851, publicó su primer libro Social Statics Economist, en el predijo que
la humanidad se adaptaría a vivir en sociedad sin necesitar de un Estado. En Principles
of Psychology de 1855, defendió que la mente humana se regía por las leyes
naturales y que podía explicarse por medio de la fisiología y la biología. Más tarde,
publicó System of Synthetic Philosophy, en el pretendía demostrar que los principios de
la evolución se aplicaban a la filosofía, la psicología y la sociología.
Los más fuertes debían imponerse en la lucha por la supervivencia, cuyo objetivo
debía ser evitar la degradación y degeneración de la sociedad; de lo contrario, si
los menos capaces superaban en número a los mejor dotados (física e
intelectualmente), el país corría el riesgo de decaer.
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Desde un punto de vista biológico un instinto es un comportamiento innato. Son nuestras necesidades internas
y esas conductas que nos permiten subsistir en un entorno determinado. De este modo, instintos como el de
conservación, protección, sociabilidad, reproducción, cooperación o curiosidad son facultades muy básicas que
definen no solo a los seres humanos, sino también a gran parte de los animales.