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Política-Economía
- Max Weber profetizó la sustitución en Occidente de la fe cristiana por otras instituciones. La esperanza del cristianismo se subsumió, en su
versión calvinista, en el empeño ético productivo. La prosperidad material se convierte así en la confirmación de la elección por parte de Dios:
un Dios cuya arbitrariedad sólo podía generar la búsqueda desesperada de signos de salvación
- Es que la cultura norteamericana es así: el fundamentalismo protestante actual funciona así. El capitalismo siempre ha sido secular y se ha
convertido en una especie de religión secular en la que en lugar de Dios, sea el Dios calvinista o el católico, hay un mecanismo que distribuye
sanciones y recompensas de modo impersonal pero no arbitrario. Hay un criterio para la asignación de los premios: lo que hago debe ser
compatible con la maximización del beneficio de alguien, al menos con la maximización de mi utilidad. Se trata de una suerte de mecanismo
divino cósmico que reemplaza al Dios personal. En este sentido, la economía no es como sino que es intrínsecamente una teología, en el sentido
literal, no analógico. En los últimos tres siglos la ciencia económica se ha transformado en una soteriología, una ciencia de la salvación, como
había predicho Weber, secularizada, con signos, con todo lo que se necesita excepto la necesidad de creer en un Dios personal.
- En el encuentro organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, alguien comentó que este sistema funciona. En los Estados
Unidos quien está fuera del sistema está muerto y siente que está fuera porque no quiere o no es capaz de estar en él. El sistema opera al modo
de una soteriología que invita a todos a acceder a la salvación y dispone los medios: el resto corre por cuenta del individuo librado a sí mismo.
- En este sentido, si bien soy de origen protestante, luterano, no me siento un pensador protestante. Me siento más en consonancia con el
pensamiento católico y ortodoxo. Adhiero a la idea de la religión como antropología fundamental, como auto-cuestionamiento del hombre. Es
Dios quien nos pregunta: ¿quién eres? No puedo creer en un Dios poco involucrado, impersonal y distante que le diga al hombre: si no quieres
es asunto tuyo. No estoy diciendo que Dios no respete la libertad del hombre: si éste insiste en su negativa, será respetado. El sistema
económico es una versión light de un esquema de salvación muy cruel. La economía ha llegado a ser esta soteriología secularizada, una
salvación sin Dios.
- En sintonía con sus reflexiones antropológicas y teológicas, ¿qué condiciones debería tener un sistema que responda a una realización más
plena del hombre?
- El error metafísico del materialismo occidental moderno, que incluye al capitalismo y al marxismo, es hacernos creer que no existe necesidad
más allá de la materia. Hemos llegado a confundir los bienes materiales y sus correspondientes simbolizaciones con los bienes espirituales. No
soy un existencialista pesimista, negativo. No creo que la finitud sea ontológicamente definitiva: creo que el hombre está hecho para el infinito.
Hay una infinitud positiva, lo que Descartes llamaba el buen infinito; empero el capitalismo nos lleva hacia una infinitud negativa: creer que
vamos a poder encontrar en la materia lo que ella no nos puede dar. Un sistema acorde a la infinitud positiva deberá, paradójicamente, reducir
nuestra dependencia de los bienes materiales y trasladar nuestro deseo de infinito a los ámbitos donde realmente se pueda realizar. Esta es su
condición más importante. Para mí y para otros pensadores, no sólo cristianos, este sistema debería tener en cuenta la dimensión relacional y la
de la plenitud del espíritu. Se trata de construir un sistema, una lógica, una cultura donde lo económico llegue a ser secundario. Una cierta
cultura de la pobreza que no sería cultura de la desigualdad. Esto es un desafío enorme porque lo que nos hace creer el capitalismo es que
vamos a eliminar la pobreza cuando, en realidad, él la crea y la mantiene. La pobreza visible, estructural, es una necesidad para el capitalismo:
es la amenaza de la sanción por no ser exitoso en el mercado. Aún suponiendo que esto no sea así, que llegamos a un capitalismo totalmente
exitoso que elimine la pobreza material, crece otro tipo de pobreza para los que están dentro del sistema: la espiritual. El capitalismo genera los
r icos pobres, ricos porque están relativamente protegidos de las necesidades más urgentes, pero espiritualmente pobres.
- ¿Por qué adoptar la perspectiva psicoanalítica lacaniana para abordar una problemática antropológica tan profunda?
- En realidad, no soy fanático ni dogmático del psicoanálisis lacaniano. Me interesa proponer otras imágenes, coherentes y posibles, que
enfrenten a la del hombre económico. Lo que sucedió es que leí a Denis Vasse y a otros lacanianos. También me gusta el existencialismo
cristiano. Me gusta la idea de que deseo y necesidad no son lo mismo: la tentación del hombre angustiado es confundirlos. Así se crea el sistema
capitalista que no sólo los confunde sino que también los identifica hasta el punto de no poder separarlos. La idea básica del liberalismo es que
no corresponde al economista determinar si el agente realmente, auténticamente, desea las cosas. Si le da utilidad, eso basta. La idea del
hombre de deseo como quien despliega una capacidad de discernimiento personal me parece más importante que el corpus lacaniano.
* La lucidez existencial se refiere a los motores profundos que animan nuestras decisiones. Esos motores por ejemplo, el temor a la muerte (la
última marca de la finitud), el deseo de trascender, etc. son los móviles últimos que se disfrazan de racionalizaciones y fórmulas. Se trata, en
terminología heideggeriana, de un trabajo de autenticidad existencial, de puesta a la luz (de allí la lucidez) de las motivaciones profundas que
movilizan, la mayoría de las veces inconscientemente, nuestro obrar económico. (A.C.Ll..)
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