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BABELIA - 28 JUN 2018

ENTREVISTA
Mario Montalbetti: “El poema no miente porque arma sus normas”
El lingüista peruano publica 'Notas para un seminario sobre Foucault'
Mario Montalbetti (Callao, 1953) es un poeta y lingüista peruano, PhD en
Lingüística por el MIT de Massachusetts y actualmente profesor en la Pontificia
Universidad Católica de Perú. En los últimos años ha publicado Lejos de mi
decirles, su obra poética completa (Ediciones Liliputienses, 2014) así como los
ensayos Cajas (Editorial PUCP, 2012), Cualquier hombre es una isla (Fondo de
Cultura Económica, 2014), El más crudo invierno. Notas a un poema de Blanca
Varela (Fondo de Cultural Económica, 2016). Quedamos con el autor para hablar
de estas obras y de su nuevo poemario, Notas para un seminario sobre Foucault,
que acaba de publicar Fondo de Cultura Económica.

Por DAVID BESTUÉ


PREGUNTA: Para usted el presente se ha vaciado de sentido, ha encallado. ¿Al
hablar de la desaparición del cóndor en el libro se refiere a la incapacidad actual
por generar símbolos en un contexto de pura visualidad?
RESÚESTA: Bueno, en realidad seguimos generando símbolos, va con nuestro
lenguaje. La pregunta es quién tiene la palabra en el mundo en este momento. La
tiene Google, Netflix, los políticos, los periodistas,... Todos aquellos que tratan de
venderte algo. El poeta no trata de venderte nada. La crisis es la crisis del lenguaje
en una situación capitalista. Y, como sabemos, al capitalismo no le gusta el
lenguaje verbal.
P. ¿Entonces la tarea de un poema no es un ejercicio de descripción sino de
desvelar algo que no es visible? Se refiere al poeta chileno Raúl Zurita como
alguien que entrelaza el paisaje de su país con la violencia que tuvo lugar allí.
R. Claro, ¿cómo sacar a la luz, a la luz del lenguaje, el dolor inmenso de una
población sometida por un tirano? El método de Zurita fue agarrar palabras y
aventarlas contra el litoral y la cordillera chilenos. Ese gesto genera un impacto que
produce sentido. Para mí lo que dice el poema no es tan interesante como lo que
el poema le hace al lenguaje. Puedes decir cualquier cosa pero cuando le haces
algo, encuentras caminos de sentido a la estructura, cambios ligeros en la sintaxis,
en la forma en la que ciertas palabras se articulan con otras. En la obra de Blanca
Varela o en un haiku se produce la descripción de un objeto, pero ese ejercicio
aparentemente literal produce un efecto y eso es lo que me interesa. Por eso no
creo que el negocio de la poesía sea la descripción. Además, es irónico que en
todos los poemas metemos árboles, aves... sobre los que no sabemos nada, ni sus
nombres, en cambio coches, por ejemplo, de los que sabemos todo, raramente
asoman. Parecería que nos gusta hablar sobre cosas sobre las que no sabemos
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nada (o muy poco). Por eso los poetas chinos enseñaban a sus alumnos botánica
y zoología. Antes de escribir sobre un animal o una flor debían conocerlos
científicamente.
P. Una de las cosas que sorprenden en el libro es cómo sus reflexiones teóricas
van acompañadas de referencias ligadas a un imaginario muy local, como el río
Rímac, que cruza la ciudad de Lima, o el barrio de San Isidro.
R. Para mí es importante anclar los vuelos teóricos a un lugar. No olvidemos que el
poema trata de problemas espaciales (no temporales), con problemas de lugar. De
hecho locus, el término latino que define lugar, tiene la misma raíz que ‘locuaz’, el
que habla. Varron, un gramático latino, decía que hablar es saber cuál es el lugar
de las palabras, es decir, la sintaxis.
P. Como su nombre indica, en El más crudo invierno: Notas a un poema de Blanca
Varela, analiza un poema de esta poeta, en la que detecta que hay un verso
agramatical, algo así como una llave de tuercas arrojada en un mecanismo.
R. Así es. Para mí una de las características del lenguaje verbal es que puede
acoger una contradicción. Carlos Piera ha escrito sobre esto con gran lucidez.
Decir que llueve y no llueve al mismo tiempo, por ejemplo, es una propiedad del
lenguaje, no del mundo. Está en el límite del lenguaje y de lo visual porque lo
visible no puede acceder a eso tampoco. Hay una idea de la poeta española Olvido
García que me encanta. Ella dice que el poema es un lugar en el que la lengua no
miente. Eso es así, el poema no miente porque arma sus propias normas, una
lógica en el seno del lenguaje, no de lo real. Y si no crees en el lenguaje como
representación de lo real, entonces tampoco puedes hacerlo con la idea de
representación política. La relación entre el lenguaje y el poder es constante: el
poder no está ahí para tomarse sino para destruirse. Así, la poesía no es, no
puede ser, un cuerpo de doctrina. Es una actividad crítica, en relación a ciertas
realidades, por eso no es cristalización de conocimiento.
P. Eso me recuerda su análisis sobre el cuadro El entierro del conde de Orgaz, una
obra de El Greco en la que se representa "en bruto" el alma del difunto.
R. Pero para reparar en esa extraña representación del alma todo el resto del
lienzo ha de estar impecablemente ejecutado, por contraste. Es como el verso del
poema de Blanca Varela, no puedes escribir un poema agramatical, sino que
debes usarlo como catapulta para lanzar hacia afuera el verso "rebelde", como si
este fuera la flecha disparada por un arco que es el resto del poema.
P. En ese libro también expresa su reparo al uso de la metáfora en la poesía.
R. De lo que estoy en contra es de esa idea fetiche de que nuestra aproximación a
un poema debe ser la interpretación de una metáfora. Hay que salvar el poema de
su metaforización excesiva. Decir que el poema no puede ser tomado literalmente
sino que tiene que ver con llevarte a otro lugar, es un ejercicio de gran
irresponsabilidad. Pero lo usamos todo el tiempo, es un truco muy conocido. Para
mí la metáfora es una excusa para escamotear lo que no se puede (o quiere) decir.
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