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Si como dijimos antes la poesía es entendida en TARJA como acto vital capaz
de percibir las transformaciones sociales y, además, de captar y expresar el sentir de la
sociedad frente a ellas, la poesía de la llamada “Generación del 40”, en términos
generales, fue la expresión de una mirada azorada e incapaz de comprender y reaccionar
a las condiciones políticas que definieron a la década del 30 signada por el fraude
electoral y la sumisión ante el imperialismo económico británico. La imposibilidad de
encontrar vías que permitan enfrentar y decir aquellas transformaciones dio lugar a una
poética retraída que intentó resguardarse de la realidad asumiendo un tono
aristocratizante de carácter neorromántico. Más tarde, con el advenimiento del
peronismo y las políticas socio-económicas puestas en prácticas a mediados de 1940,
los poetas de este grupo afirmaron su actitud evasiva frente a un mundo en el que les era
cada vez más difícil encontrarse.
Distanciados de la densidad histórica vivida, los intelectuales del 40 optaron por
una perspectiva nostálgica a través de la cual eludían el presente para volver la mirada
hacia un pasado ideal ligado a los tiempos de grandes latifundios en los que la vida es
percibida como una sucesión de días de calma y tranquilidad. Así, la niñez configuró el
espacio en el que la voz del poeta pudo refugiarse lejos del mundo caótico; y la
naturaleza, descripta como un escenario bucólico sin sombras, no fue más que la
pretensión de una realidad sin contradicciones.
En estas imágenes idealizadas, las tensiones de la historia desaparecen por
completo y le permiten al poeta eludir el riesgo de asumir la poesía como vía de
indagación del mundo y sus contradicciones. En consecuencia, la negación de la propia
voz se afirma en la recurrente utilización de modelos poéticos foráneos como gesto de
legitimación estética. Sin embargo, los recursos tomados de Rilke, Lorca o Neruda
provocaron un vacío de sentido tal que convirtió a esta poesía en mero artificio retórico
al tiempo que reveló la imposibilidad de asumir las contingencias y la realidad
inmediata como fuente para la creación. Eduardo Romano dice al respecto:
Su miedo a partir de un lenguaje desnudo y no declaradamente
“poético” los empujó también a ceder frente a influencias avasallantes:
Neruda los hizo hablar de amapolas, peces, sal, minerales, etc.; Lorca,
de caracolas, cuchillos, lunas de colores, además de contagiarles la
sonoridad del romance; Rilke les aportó, a su vez, el modelo de un verso
con resonancias metafísicas y valor simbólico. (ROMANO, 1983,
pág.170)
La otra vertiente literaria con la que TARJA discute la constituyen las poéticas
vanguardistas que emergen hacia 19451 y se sostienen hasta finales de la década del
sesenta. Frente a esta corriente, el grupo TARJA centra sus críticas fundamentalmente
en la producción del Grupo de Arte Madí de la Asociación de Arte Concreto - Invención
cuyo principio estético sostiene que la obra de arte debe ser un medio de liberación del
Hombre para lo cual es necesario abolir todo tipo de disenso y diferencia. Cabe recordar
en este punto que la irrupción del peronismo provocó un mal estar general en los
sectores sociales liberales que hicieron escuchar su voz en defensa de la cultura nacional
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Nos referimos a la emergencia de líneas estéticas Invencionistas y Creacionistas, ambas enfrentadas
tanto con el surrealismo y el simbolismo como con el neorromanticismo y, sobre todo, el realismo. En
este orden aparece en 1944 la revista ARTURO dirigida por Edgar Bayley. Aunque tuvo un sólo número
su publicación permitió reunir a los Invencionistas y afirmar una línea de pensamiento que se extendió
hasta la década del 60 con la publicación de CONTEMPORÁNEA dirigida por Bajarlía y de ARTE
MADÍ, revista de la Asociación de Arte Concreto-Invención cuyo primer número fue publicado en 1946.
y de las libertades individuales. En concordancia con estos discursos, la Asociación de
Arte Concreto sostiene la necesidad de restablecer la unión entre los hombres por medio
del arte pero para hacerlo, paradójicamente afirman que toda creación artística es,
necesariamente, una realidad autónoma y como tal no admite la representación
mimética o simbólica de la realidad puesto que en ello se instalan nuevamente las
diferencias. De modo que la literatura constituye un objeto en sí mismo sin ninguna
referencia a otra realidad que no sea la propia y la poesía, por tanto, es un puro suceder
conceptual en el que queda abolido todo principio de disenso. La literatura y el arte en
general no es espacio de las contradicciones sociales y de la coexistencia de lo diferente
sino su directa anulación.
La densidad histórica del momento exige, desde la perspectiva Invencionista, la
participación activa de los intelectuales, no ya la fuga hacia el pasado por medio del arte
ni la obra como refugio de una clase social superada por las transformaciones sociales
como fue el caso de los neorrománticos; es necesario, por el contrario, resituar al
Hombre en el mundo mediante el arte y promoverlo hacia la acción dentro de él no para
transformarlo sino para crearlo de nuevo. De aquí que la obra de arte es una instancia de
liberación de las fronteras que dividen a los hombres y se orienta hacia la comunión,
mediante presentación de la experiencia vivida sin implicar necesariamente significado
alguno. Sin embargo, al priorizar la imagen en sí sobre las formas de representación de
lo real, la obra de arte se presenta como un absoluto ahistórico que clausura la
posibilidad dinámica del mundo y ofrece una visión única de las cosas, totaliza la
mirada y la vida no es ya una red de relaciones heterogéneas sino un sistema organizado
conceptualmente en el que lo diferente no tiene lugar. De esta forma, la propuesta del
grupo Madí de fundar un arte colectivo restringe su campo de acción limitando los
alcances de ese colectivo. Se trata, en todo caso de la conformación de un circuito
intelectual cerrado que afirma el elitismo cultural y confisca el hecho artístico como
bien destinado a un sector determinado de la sociedad cuyo lenguaje críptico obtura
toda posibilidad de diálogo y comunicación.
Ahora bien, la función comunicativa que se le otorga a la literatura y al arte en
TARJA no va en detrimento de las reflexiones estéticas ni de las innovaciones formales
de los medios expresivos del lenguaje. Experimentaciones lingüísticas como las de
Joyce, Maiakowsky o Huidobro, por ejemplo, son consideradas en TARJA como
búsquedas necesarias y legítimas siempre que se orienten hacia el fin mayor de carácter
social de enriquecer los medios expresivos del pueblo (TARJA N° 1, 1955, 12). Pero
enriquecer el lenguaje con esta finalidad implica, para los puristas del arte, el riesgo de
que el pueblo, sujeto cultural negado absolutamente por los Invencionistas, encuentre su
propia poética que le permita abrir fisuras en el status quo de lo real conceptual para
decir un mundo otro, dinámico, heterogéneo y diferente.
En este sentido es que en TARJA se afirmará categóricamente la necesidad de
“combatir” estas propuestas estéticas cuyo resultado es la producción de obras
incomprensibles que, mediante “cartillas” y “catálogos” intentan explicar los contenidos
de títulos “temidos”, dirá Groppa, tales como La incisión del colapso o Tensión
paraboidal. Así, frente al hermetismo ahistórico del arte no figurativo de las
vanguardias, TARJA propone volver al primitivismo: cuando se creaba una imagen
necesaria a toda la comunidad y cuando el arte era seguramente una gran fiesta
colectiva (TARJA N° 4, 1956, 87). Para ello, es necesario resituar al Hombre pero no en
un mundo escindido de lo real sino en el que ya está, recuperar la dimensión histórica y
social del lenguaje
En todo caso, lo que discuten los directores de la revista es la experimentación
formal del discurso poético que más que renovar y ampliar el lenguaje lo limitan en sus
posibilidades clausurando los sentidos posibles puesto que escindir el lenguaje de su
vínculo con lo real implica indefectiblemente la incomunicación entre el autor y el
lector. De aquí que el mayor interés en TARJA sea recuperar la dimensión histórica del
lenguaje y del carácter vital de la palabra en tanto supone la existencia de una réplica,
respuesta futura a la que se anticipa y hacia la que se dirige afirmando un sistema
dialógico, una comunicación abierta con el mundo y los Hombres.