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LICENCIATURA EN FONOAUDIOLOGÍA

SEMINARIO DE PSICODINAMIA: TARTAMUDEZ

ALUMNAS:

 SEGOVIA DAZA, Adriana.

 SINFORIANO, Sabrina.

 MALLEMACHI, Serena.

 REY, Melina.

 VITALE, Cecilia.

PROFESORA:

 NASER, Isabel.

AÑO: 2023
ÍNDICE:

INTRODUCCIÓN

La tartamudez, disfluencia o disfemia es un trastorno del habla y el lenguaje que causa

interrupciones en la expresión oral, y afecta cerca del 1% de la población mundial (67

millones de personas en el mundo). Conocerlo y abordarlo desde una perspectiva

fonoaudiológica con enfoque psicodinámico, nos dará herramientas como futuras

profesionales desde distintos aspectos:

Comprender las causas subyacentes cuyos orígenes pueden incluir factores genéticos,

neurobiológicos, psicológicos y ambientales; Mejorar la calidad de vida mediante un enfoque

combinado entre el conocimiento psicológico y fonoaudiológico; Desarrollar estrategias de

afrontamiento; Promover la conciencia y la aceptación.

Consideramos que comprender mejor los factores implicados en la tartamudez y sus

impactos, puede reducir el estigma asociado con este trastorno de la comunicación. Además,

proporcionar apoyo y tratamiento basado en evidencia va a contribuir a una mayor inclusión

y participación de las personas que tartamudean en diversos contextos sociales y

profesionales.

En resumen, abordar los problemas de la disfluencia desde una perspectiva psicológica y

fonológica es fundamental para comprender las causas, mejorar la calidad de vida, desarrollar

estrategias de afrontamiento y promover la conciencia y la aceptación en la sociedad. Estos

enfoques combinados pueden ofrecer una visión completa y holística para el tratamiento y la

gestión efectiva de la tartamudez.


DESARROLLO:

Relación entre la propuesta de Conducta, de Lagache y el trastorno de tartamudez:

El psicólogo y psicoanalista francés Daniel Lagache fue conocido por su trabajo en el campo

de la psicología clínica y la psicopatología. Su enfoque en cuanto a la conducta se centró en

comprender la relación entre ésta y los procesos mentales, especialmente en el contexto de la

psicología clínica. Lagache veía la conducta como la manifestación observable de los

procesos mentales internos de un individuo, considerándola como una expresión de las

representaciones, deseos, conflictos y defensas psicológicas de una persona. Para él, la

conducta era un medio a través del cual los procesos mentales se expresaban en el mundo

externo y podían ser observados y analizados. Y eran el resultado de la interacción entre

factores internos y externos. Se puede establecer una relación entre la tartamudez y la

conducta propuesta por Daniel Lagache considerando la idea de que la conducta es una

expresión observable de los procesos mentales internos de un individuo. En el caso de la

tartamudez, se puede ver como una manifestación de la dificultad en el flujo normal del

habla. La persona que tartamudea experimenta interrupciones o repeticiones involuntarias de

sonidos, sílabas o palabras durante el habla, esta manifestación observable puede ser

considerada una conducta en el sentido propuesto por Lagache. Desde su perspectiva, la

tartamudez puede reflejar aspectos internos relacionados con los procesos mentales y

emocionales de la persona, puede estar relacionada con la ansiedad, el estrés, la

autoconciencia excesiva o la tensión emocional. Estos factores internos influyen en la forma

en que la tartamudez se manifiesta y se presenta en el comportamiento verbal. En cuanto a los

aspectos externos de la conducta, ésta puede verse afectada por factores externos, como las

reacciones de los demás y el ambiente social, los cuales influyen en la intensidad y la

frecuencia de los bloqueos y repeticiones. Es decir que la tartamudez puede considerarse una

manifestación observable de los procesos mentales internos de la persona y puede estar


influenciada por factores internos (emocionales, cognitivos) y externos (ambientales,

sociales).

La conducta para Riviére y su relación con la tartamudez

El psicólogo y psicoanalista argentino Enrique Pichón-Rivière desarrolló una teoría conocida

como la Teoría del Vínculo y la Psicología Social. Aunque este psicólogo no abordó

específicamente la relación entre la conducta y la tartamudez en su trabajo, se pueden

establecer algunas conexiones. Según Pichón-Rivière, la conducta es entendida como una

construcción social, influenciada por los vínculos que establecemos con los demás y el

entorno. La conducta es el resultado de la interacción entre la estructura interna de la persona

(sus pensamientos, emociones, creencias) y los factores externos (contexto social, relaciones,

roles). En este enfoque, la disfemia puede ser vista como una manifestación de la conducta

influenciada por estos factores. Además, la tartamudez no solo tiene aspectos físicos

relacionados con la producción del habla, sino que contempla una dimensión psicológica y

social, y desde la perspectiva de Rivière, puede ser comprendida como una respuesta

adaptativa a las dinámicas relacionales y a los conflictos internos del paciente. Por ejemplo,

puede estar relacionada con experiencias traumáticas, dificultades en la comunicación y en el

establecimiento de vínculos. Puede haber miedos, ansiedades y patrones de relación que se

manifiestan a través de la disfluencia. Asimismo, la reacción de los demás frente a quien

tartamudea, puede influir en la forma en que la persona se relaciona consigo misma y el

medio, afectando su autoestima y habilidades de comunicación. Entonces, al igual que lo

propuesto por Lagache, la disfluencia puede ser vista como una manifestación de la conducta

influida por los vínculos sociales y los procesos internos de la persona. La teoría de Pichón-

Rivière proporciona un marco conceptual para comprender los aspectos psicológicos y

sociales de la tartamudez, centrándose en la importancia de los vínculos y las dinámicas

relacionales en la manifestación de la conducta.


Análisis del libro Inhibición, síntoma y angustia, de Sigmund Freud y su relación con la
tartamudez
Aunque Freud no abordó específicamente las patologías del habla y del lenguaje, se pueden

establecer conexiones conceptuales entre la tartamudez y las ideas presentadas en su trabajo.

Freud plantea que la inhibición y la formación del síntoma son respuestas a la angustia,

siendo la angustia “el fenómeno fundamental y el principal problema de la neurosis”. Los

síntomas neuróticos son formaciones de compromiso que cumplen una función de defensa

contra los impulsos y deseos inconscientes reprimidos. Estos síntomas pueden manifestarse

como una forma de expresión simbólica de conflictos internos. La tartamudez puede

considerarse un síntoma neurótico, presentándose tanto por causas físicas como por el

resultado de factores psicológicos y emocionales. Algunos estudios sugieren que puede estar

relacionada con la ansiedad, el estrés y los conflictos emocionales no resueltos.

La angustia: Freud observó que se presenta una íntima relación entre la angustia a peligros

externos y la angustia provocada por amenazas pulsionales. El factor determinante de la

angustia consiste en una situación traumática, la cual es una vivencia de desvalimiento frente

a una acumulación de excitación o líbido, ya sea de origen interno o externo, que el Yo no

puede tramitar. La angustia consiste en la respuesta del yo a la amenaza de una situación

traumática, la cual constituye una situación de peligro.

Aunque los peligros internos cambian en las distintas etapas de la vida, tienen siempre algo

en común: la separación o pérdida de un objeto amado, o la pérdida de su amor (no ser

correspondido en el amor). Dicha pérdida puede, por diversas vías, conducir a una

acumulación de deseos insatisfechos y a una situación de desvalimiento. La situación

traumática que se genera, viene directamente del estado de tensión acumulado y no

descargado. Entre las necesidades principales que originan estímulos endógenos que

necesitan ser descargados, se encuentran el hambre, la respiración y la sexualidad, según


Freud, esa descarga "exige una alteración en el mundo exterior que el organismo humano es,

al comienzo, incapaz de llevar a cabo". Para lograrlo, se necesita de un auxilio externo, es

decir de la madre o cuidadores para sobrevivir. Freud menciona entonces "el inicial

desvalimiento del ser humano", el cual es un estado donde el niño empieza a percibir que ese

auxilio externo que antes tenía se le va quitando, a medida que adquiere autonomía para

realizar ciertas actividades, y se siente desvalido ya que echa de menos la ayuda de su madre

en todo momento. Esto puede generar una situación traumática en las distintas épocas de la

vida: la pérdida de la madre como objeto, la pérdida del amor del objeto, la amenaza de

castración, son los más conocidos de todos estos peligros.

En cuanto al significado de Inhibición, no necesariamente designa un problema de índole

patológico, es una limitación funcional qué puede tener diferentes causas y su función

principal es evitar un conflicto con el Ello. Ahora bien, como el síntoma equivale al indicio

de un proceso patológico, si la inhibición genera un síntoma, es decir, el inicio de la

limitación de una función, entonces sí, se puede volver patológico. En este contexto, la

disfluencia podría interpretarse como la manifestación de una inhibición específica

relacionada con la comunicación verbal. Freud argumenta que las inhibiciones pueden surgir

como resultado de la represión de deseos y conflictos inconscientes, en este sentido, la

disfluencia podría ser vista como una forma de inhibición en la expresión verbal, donde los

impulsos y deseos reprimidos encuentran una salida a través de las dificultades en el habla.

Respecto a la formación de síntomas, Sigmund Freud analiza que estos se generan a partir de

la pulsión afectada por la represión. Cuando el Yo consigue su propósito de sofocar la pulsión

por displacer, inhibe sin dejar demasiados rastros de síntomas, pero hay casos donde se

pueden observar represiones fracasadas en mayor o menor medida, donde a pesar de la

represión, la pulsión encuentra un sustituto inhibido. Y si ese sustituto se hace efectivo, como
es el caso de la tartamudez o disfluencia, no se produce ninguna sensación de placer, sino que

tal consumación cobra el carácter de la compulsión.

La angustia es un estado afectivo y tiene un carácter displacentero, pero no a todo displacer

podemos llamarlo angustia. Freud sugiere que ésta se genera como reacción frente a un

estado de peligro, y una vez que se forma, se volverá a reproducir regularmente cuando un

estado semejante vuelva a presentarse. La angustia se puede percibir como sensaciones

corporales orgánicas, donde participan inervaciones motrices y procesos de descarga

fisiológicos. El análisis del estado de angustia nos permite distinguir un carácter

displacentero específico, acciones de descarga, y percepciones negativas de estas descargas.

Freud sostiene que la angustia es el resultado de una amenaza real o imaginaria, que surge

cuando los mecanismos de defensa del individuo se ven superados. La tartamudez puede

generar angustia debido a las dificultades experimentadas en la comunicación y la posibilidad

de ser juzgado o ridiculizado por los demás, lo que llevará a sensaciones corporales de

bloqueo y tensión al querer expresarse, es decir, un círculo vicioso entre el síntoma, el intento

de inhibición y la angustia por no lograr aplacar dicho síntoma.

En resumen, aunque Freud no abordó directamente la tartamudez en "Inhibición, síntoma y

angustia", se pueden establecer conexiones conceptuales entre sus síntomas y las ideas

presentadas en el texto. La disfluencia podría considerarse un síntoma neurótico que cumple

una función de defensa contra deseos y conflictos inconscientes, generando angustia en el

individuo.

CONCLUSIÓN:

Un enfoque fonoaudiológico y psicológico integrado implica una intervención terapéutica

completa, trabajando tanto en la mejora de la fluidez del habla mediante técnicas

fonoaudiológicas, como en la exploración y abordaje de los aspectos emocionales


subyacentes a través de la terapia psicodinámica, de esta manera se busca promover cambios

tanto en la fluidez verbal como en la relación entre los procesos mentales y emocionales

relacionados con la tartamudez. Es importante destacar que cada persona es única y la

experiencia puede variar significativamente. Por lo tanto, es fundamental adaptar el enfoque

terapéutico a las necesidades individuales que presenta el paciente, teniendo en cuenta tanto

los aspectos fonoaudiológicos como los psicológicos para lograr una intervención eficaz y

holística.

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