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Andalucía

La Catedral - Mezquita de
Córdoba (IV): la ampliación de
Almanzor
Por Lourdes Morales Farfán

L a tercera, última y mayor ampliación de la


aljama1 de la capital del Califato de Córdoba se
llevó a cabo entre los años 987 y 990, siendo
califa Hisam II, y ostentando el poder real su primer
ministro Almanzor, de ahí que se la conozca como
ampliación de Almanzor.
Con esta obra, el hayib2 no sólo consiguió solventar la
necesidad de lograr un mayor espacio de culto, necesario
debido al aumento poblacional de la ciudad, sino que
además consiguió de esta manera atraerse a los
alfaquíes3, ante los cuales probó así la fortaleza y
veracidad de su fe islámica, algo de lo que se había
empezado a dudar.
Esta ampliación, y a diferencia de las anteriores
realizadas durante los gobiernos de Abd al-Rahman II y
de al-Hakam II, no consistió en una prolongación del
edificio hacia el río, sino que, debido a la proximidad del
mismo y al deseo de respetar la exquisitez de la maqsura
de al-Hakam II, se decide aumentar el ancho del edificio
hacia el Este. Para ello, se construyeron ocho nuevas
naves longitudinales que, junto a las once anteriores, constituyen las diecinueve actuales. Aquí
merece la pena señalar que, según algunas fuentes, la decisión de respetar el anterior mihrab4, no
sólo fue debida a lo extraordinario de su belleza, sino por la inexistencia entonces de operarios
debidamente formados que pudieran construir uno nuevo que rivalizase con el anterior.
Sin embargo, esta decisión de sumar nuevas naves por uno solo de sus laterales trajo consigo la
ruptura de la simetría que se había venido manteniendo, quedando descentrados desde entonces
tanto el mihrab como la nave mayor.
Para llevar a cabo dicha obra, fue necesaria la ocupación y desaparición de la calle limítrofe con el
muro oriental, la expropiación de las viviendas existentes en aquel lugar y la destrucción del
pabellón de abluciones5 allí situado y su sustitución por uno nuevo, cuyos restos fueron
recientemente descubiertos. Además, el muro Oriental de la propia Mezquita fue horadado por arcos
de herradura que, apoyados en dobles columnas, destruyeron las puertas del mismo. Los restos de
algunas de ellas podemos verlos situados entre dichos arcos, en especial la situada en el extremo
Sur, que es la que ha llegado más entera hasta nosotros. El Patio de los Naranjos fue ampliado en
las mismas dimensiones que el edificio y bajo él, se construyó un aljibe con una capacidad de 700

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metros cúbicos.
En cuanto a lo construido por Almanzor, aunque por sí solo constituye casi la tercera parte de toda
la construcción, no aporta nada nuevo de importancia a lo ya existente anteriormente e incluso se
puede hablar de una decadencia artística. Se mantuvieron el mismo tipo de arcadas, desapareciendo
en las dovelas6 la alternancia entre piedra y ladrillo rojo, siendo sustituido este último por piedra
pintada de ese mismo color. Igualmente, se utilizaron los mismos tipos de arcos de herradura7,
apuntado8 y polilobulado10 de la ampliación de al-Hakam II. Los muros son más débiles que los
anteriores y las ornamentaciones de las fachadas se dan en forma de chapados 12, a diferencia de las
dovelas talladas existentes en las fábricas precedentes de la Mezquita.
Aunque las columnas carecen de basa14, su apoyo no se realiza de forma individual, sino sobre
extensos muros subterráneos. Se repite la anterior sucesión cromática en los fustes 15, situando
capiteles de estilo corintio17 sobre los de color violeta y de estilo compuesto 23 sobre los de color
azul. Los capiteles fueron tallados todos nuevos y en algunos de ellos aparecen las marcas de los
maestros canteros que los realizaron. En el primer tramo transversal de la ampliación, vemos cómo
los arcos son trebolados27. La causa es la presencia en el lugar del muro Norte y de su refuerzo, lo
cual disminuye el espacio a recorrer por dichos arcos. Igualmente, se da en este lugar la primera
utilización que de ojivas28 túmidas29 hicieron los musulmanes.
Los techos originales se sustituyeron por miedo a un incendio durante el siglo XVIII, colocándose
en su lugar bóvedas encamonadas30.
Queremos finalizar aquí la descripción de la parte musulmana de esta monumental y bella
construcción que hemos intentado mostrar en nuestras páginas con las mismas palabras de Abd al-
Rahman III, utilizadas igualmente por Don Miguel Salcedo Hierro en su libro “La Mezquita,
Catedral de Córdoba: Templo universal, cumbre de arte, vivero de historias y leyendas” para
terminar la descripción de la misma parte del edificio:
"Los monarcas perpetúan el recuerdo de su reinado mediante el lenguaje de las bellas
construcciones. Un edificio monumental refleja la majestad del que lo mandó erigir".
***
Al igual que ya ocurriera con las anteriores ampliaciones de la antigua Mezquita, también la de
Almanzor fue adaptada al uso cristiano con la instalación de numerosas capillas en sus muros Sur,
Este y Norte, además de algunos altares. A lo largo de este recorrido, iremos viendo cada uno de
estos elementos, dejando aparcadas las que se encuentran adosadas al Crucero de la Catedral, las
cuales veremos con detenimiento en el reportaje que dedicaremos a esta parte.
Comenzamos, pues, en el muro Sur, donde nos detendremos en primer lugar en el Museo de San
Clemente, instalado en una zona cuya historia y origen encontramos siglos atrás. Dos han sido las
capillas que estuvieron aquí situadas, ambas desaparecidas hoy día. La primera de ellas fue la
antigua Capilla de los Sousas, que tuvo como primera advocación la de Santa Lucía y, más adelante,
la de la Encarnación; de ella, podemos ver un arco con inscripciones góticas como único testigo de
su existencia. La segunda es la Capilla de San Clemente, primera fundación que se hizo en la
Catedral, la cual se la asignó el propio Fernando III “el Santo” para acoger sus restos y los de sus
familiares, si bien finalmente éstos se encuentran en la Catedral de Sevilla. Más adelante, en 1262,
su hijo Alfonso X “el Sabio” donó la capilla a los señores de la Casa de Aguilar. Durante años, aquí
estuvieron guardadas varias piezas de las tropas reales y de la nobleza que fueron usadas en la
Reconquista, en el año 1236.
En la fotografía, podemos ver la que fuera portada de la Capilla de San Clemente, la cual se

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encuentra en la actualidad exenta.
La utilización de este lugar como espacio museístico se puede decir que se empezó a gestar en el
año 1932, cuando el arquitecto Félix Hernández Giménez (Barcelona, 1889 – Córdoba, 1975)
instaló aquí la portada ya vista de San Clemente y la de la Sacristía de los Recaudos, o del Punto,
además de la reja renacentista de la mencionada Capilla de Santa Lucía y de la Encarnación con el
escudo de armas de los Sousas. Más adelante, en 1987, el también arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero
ubicó aquí la portada medieval de la Capilla de San Felipe y Santiago.
Finalmente, el Museo de San Clemente tal y como lo conocemos fue inaugurado el 18 de marzo de
1996. Además de lo ya mencionado, en él podremos contemplar piezas de inigualable valor, como
una pila para abluciones que procede del baño de la zona califal de al-Hakam II; un capitel original
de la zona de la ampliación de Almanzor; o la maquinaria del reloj que se instaló en la torre de la
Catedral en 1742, entre otras. También merece nuestra atención el sarcófago del adelantado31 Don
Alfonso Fernández de Montemayor, de 1390, o un relieve procedente de la antigua Capilla de San
Ildefonso realizado en piedra hacia el año 1507 y en el que se representa la imposición de la
casulla32 a dicho santo de manos de la Virgen. En la fotografía, podemos verlo tras la portada de la
Sacristía de los Recaudos.
Nuestra siguiente parada la tendremos en la Capilla del Sagrario de la Catedral33. Su construcción
original se llevó a cabo por los deseos del obispo fray Martín de Córdoba y Mendoza y se remonta a
1578, primer año de su mandato. El lugar escogido fue éste, donde ya había intervenido la mano del
arquitecto Hernán Ruiz I para instalar, en 1517, la librería del Cabildo, si bien desde 1390 se
encontraba aquí una capilla bajo la advocación de Santiago. Sin embargo, las obras para reconvertir
este espacio en Sagrario no serían terminadas hasta el segundo cuarto del siglo XVI, siendo ya
obispo Don Antonio de Pazos y Figueroa, entre los años 1582 y 1586. Precisamente la sepultura de
este prelado se encuentra delante de las gradas del altar, como así consta en la lápida realizada por
Ambrosio de Morales.
Antes de entrar, veremos la portada de acceso, formada por una reja de hierro policromada, obra de
Hernando de Valencia fechada en 1578. Sobre ella, en el centro del frontón partido, se encuentra el
escudo de fray Martín de Córdoba. En la parte interior de la puerta, hay una serie de pinturas
murales en la que se muestra a los mártires Habencio, Jeremías y Wistremundo, en un lado, y a
Pedro, Walabonso y Sabiniano, en otro.
Una vez dentro, la capilla tiene planta rectangular, ocupando tres naves y cuatro espacios de arcos, y
está cubierta con bóvedas de crucería gótica. Todo el recinto está revestido con pinturas murales
encargadas en 1583 al artista italiano César Arbasia, quien comenzó los trabajos dos años después,
terminándolos en 1586. Sin embargo, su obra ha llegado a nuestros días con numerosos retoques,
especialmente los llevados a cabo en el siglo XVIII.
En la cabecera de cada una de las naves, se instaló un altar. El principal tiene a los lados las
imágenes de los profetas David e Isaías, mientras que el muro central está coronado con una
representación de la Santa Cena. Realizada en 1585, originalmente estuvo rodeada por un marco de
madera, el cual le fue retirado en una de las últimas restauraciones; su autoría está atribuida a
Teodosio Sánchez de Rueda, con datación de 1720; cuando fue retirado, se instaló en la Sacristía,
donde se le ha añadido una reproducción fotográfica de la pintura del Sagrario.
Bajo esta Santa Cena, está el sagrario como tal, instalado en un pequeño camarín 34 que está rodeado
en su parte externa por un dintel de mármol rosa y cuyo interior fue revestido por una talla de
madera policromada, obra del año 1578 hecha por el maestro Guillermo de Orta. Las puertas
muestran escenas de la Pasión de Cristo, siendo sus autores el pintor Alonso de Herrera y el tallista
Guillermo Ruiz.

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En cuanto a las naves laterales, ambas cabeceras se encuentran ocupadas por sendos lienzos: el del
lateral derecho presenta uno de los momentos de Jesús en la Oración en el Huerto, mientras que el
del lado izquierdo nos enseña a Jesús despidiéndose de la Virgen.
Por lo que respecta al resto de la decoración, ésta se basó, por expreso deseo del obispo Pazos, en la
exaltación de los Santos Mártires. Poco después de que el prelado ocupara su cargo en la diócesis
cordobesa, se dio permiso para que los mártires San Acisclo y Santa Victoria, patronos de Córdoba,
pudieran recibir culto. Así, la realización de los frescos estuvo convenientemente guiada por
Ambrosio de Morales y Pablo de Céspedes, agrupándose los temas en tres tipos: reflejo de paisajes,
personajes que sufrieron martirio y denominaciones de los representados. De este modo, en el muro
de la derecha se nos muestra a Pelagio, Eulogio y Leocricia; Adulfo, Juan y Aurea; Aurelio,
Sabigoto y Georgio; y Félix, Liliosa e Ysac. Por su parte, en el lateral izquierdo se nos presenta a
Zoilo, Victoria y Acisclo; Fausto, Januario y Marcial; Perfecto, Flora y María; y Wistremundo,
Habencio y Jeremías.
En la fotografía que acompaña estas líneas, podemos admirar la bóveda de crucería gótica que cubre
la nave central, en la cual está representado un bellísimo paisaje celestial perfectamente integrado
en los nervios de la cubierta.
Antes de terminar nuestra visita al Sagrario, merece la pena destacar, especialmente para que no
caiga en el olvido, que aquí, frente al altar, están enterrados los obispos Don Fernando de la Vega y
Fonseca, Don Jerónimo Ruiz Camargo y Don Francisco de Alarcón y Covarrubias. Y decimos
olvido porque, tal y como indica Miguel Salcedo Hierro en su libro “La Mezquita, Catedral de
Córdoba”, no hay lápida que recuerde que sus restos descansan en este lugar ya que, además, la
entrada a la cripta fue cubierta con el nuevo pavimento de la capilla.
***
Iniciamos ahora el recorrido por el muro Este de la ampliación de Almanzor. La primera parada la
haremos en la que actualmente es Sacristía del Sagrario, la cual ocupa el espacio formado por tres
antiguas capillas de las que hablaremos siguiendo la descripción y los datos que sobre ellas recoge
Pascual Madoz en su “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico (Córdoba)”. Para ello,
seguiremos el orden que tienen en el muro Este según avanzamos hacia el Norte.
La primera es la Capilla de Santa Elena, o de la Santa Cruz de Jerusalén, la cual recibe este segundo
nombre por su cercanía con la Puerta de Jerusalén. Fue fundada por Don Juan Pérez Mohedano de
Object1

Saavedra y, según Madoz, en el interior existía un altar con un cuadro de Santa Elena.
La siguiente es la Capilla de San Acisclo y Santa Victoria, fundada por el deán35 Don Fernando del
Pozo, a quien el político cita como “familiar del Papa Alejandro VI”.
Por último, la tercera es la Capilla de la Resurrección, fundada por el alemán Matías Muitenhoamer,
quien está enterrado en ella. En su interior, existía un cuadro con la representación de la
Resurrección.
Cabe mencionar como dato que en el año 1874, las tres capillas aparecen convertidas en
atarazanas36, según consta en un plano de 1879 de M. López y F. Sánchez Barquero.
***
Seguimos con la Capilla de Santa María Magdalena y de la Asunción de Nuestra Señora,
advocación esta última tomada en 1551, habiéndose fundado tiempo atrás únicamente con el
nombre de la primera santa. La reja que vemos antes de mirar en su interior fue forjada por el
herrero Fernando de Valencia en 1554, año que aparece en el remate de la propia reja. Cabe
mencionar que Pascual Madoz, en su “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico (Córdoba)”,

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atribuye la fundación de esta capilla al maestrescuela37 Don Pedro Fernández Valenzuela a finales
del siglo XVI.
Una vez dentro, encontramos el retablo, que sigue un diseño de Hernán Ruiz II. Consta,
horizontalmente, de banco38, dos cuerpos y ático39, estando dividido verticalmente en tres calles
separadas por columnas. Siguiendo el orden de izquierda a derecha, enumeremos las pinturas e
imágenes que lo enriquecen: en el banco, se representa la Adoración de los Pastores, la Epifanía y la
Estigmatización40 de San Francisco de Asís; en el primer cuerpo, vemos a San Juan Evangelista y a
Santa Catalina flanqueando una preciosa talla de Nuestra Señora de la Asunción rodeada de ángeles;
sobre ella, en el segundo cuerpo, hay una escultura de Jesús Crucificado, a cuyos lados están las
pinturas de Santiago y San Sebastián; finalmente, en el ático, hay imágenes de la Virgen, de la
Santísima Trinidad y del Arcángel San Gabriel en la Anunciación. Todas estas pinturas han sido
atribuidas, según Miguel Salcedo Hierro, al artista Pedro Fernández Guijalvo, mientras que María
Dolores Baena Alcántara menciona en su “Guía de la Mezquita - Catedral de Córdoba” a Pedro de
Campaña.
Para terminar, merece también la atención el frontal del altar sobre el que se sostiene el retablo,
realizado en cerámica y datado del año 1558.
***
Continuamos nuestro recorrido viendo ahora la Capilla de la Natividad de Nuestra Señora,
fundada en el año 1565 por el arcediano41 Don Andrés Pérez de Bonrostro. De planta cuadrangular,
se encuentra cubierta por una bóveda de arcos terceletes44.
Frente a nosotros, podemos observar el retablo, realizado por Martín de la Torre bajo un diseño de
Hernán Ruiz II. El cuadro que lo preside es una obra de Gabriel Rosales y representa el árbol de
Jessé45; también son suyas las pinturas que decoran el banco, dedicadas en este caso a los episodios
de la Anunciación, la Natividad y la Visitación. Todas ellas fueron terminadas en el año 1578. El
cuadro central está flanqueado por dos columnas en cada lado, mientras que en medio de cada par
de éstas hay dos hornacinas que acogen sendas figuras de santos: San Pedro y San Juan, a la
izquierda; San Andrés y San Sebastián, a la derecha. Finalmente, el conjunto está rematado por un
tondo46 con Jesús crucificado en el centro y figuras a los lados.
Por último, cabe mencionar el altar sobre el que se sustenta el retablo. De él destaca el frontal de
azulejos, realizado por el maestro Roque Hernández.
La siguiente parada la efectuamos en la Capilla de San José, fundada en el siglo XVI por Alonso
Sánchez de Ávila, la cual ocupa sólo el espacio que corresponde a un arco de la ampliación de
Almanzor en la antigua Mezquita, tratándose así de una de las más sencillas de toda la Catedral. De
planta rectangular y bóveda de crucería, el elemento más destacable de la capilla es el retablo, en
cuyo centro, entre columnas y bajo un arco de medio punto, aparece Jesús amarrado a la columna y
San Pedro a su lado. En el ático, vemos un lienzo de San José con el niño. Al otro lado del muro,
como ya vimos en su día, se encuentra la Puerta de San José, hoy cegada.
Miguel Salcedo Hierro cita en su libro “La Mezquita, Catedral de Córdoba” al escritor Luis María
Ramírez de las Casas-Deza (Córdoba, 26 de junio de 1802 – Córdoba, 5 de mayo de 1874), quien,
en su obra “Casos raros de Córdoba”, hace referencia a un hecho curioso que, al parecer, sucedió en
esta misma capilla y que no queremos pasar por alto en este reportaje. Bajo el título de “Suceso de
don Benito Bermejo y don Rafael García, presbíteros47. Año 1815”, el escritor nos cuenta qué
ocurrió. Don Benito Bermejo era un clérigo llegado a Córdoba que, un buen día, predicando un
sermón en el Sagrario, expresó: “Dice el Espíritu Santo y en mi concepción dice bien…”, lo cual

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conllevó que le fueran retirados los permisos para predicar.
Más tarde, el 2 de noviembre de 1816 (fecha a resaltar por tratarse del Día de los Difuntos y estar la
Catedral llena de gente), Don Benito pasó por delante de la capilla del tenor Don Rafael García,
que no era otra que esta Capilla de San José. En alusión a lo acontecido en el sermón, el músico
saludó a Bermejo llamándole “predicador del Sagrario”, a lo que Don Benito contestó… pero no
con palabras precisamente, sino a bofetadas contra García. Enterado de esto el obispo Don Pedro
Antonio de Trevilla, ordenó que el tenor fuera recluido en el Convento de San Pedro de
Alcántara, mientras que Bermejo fue trasladado al Convento de los Padres Capuchinos.
Este suceso quedó recogido en unos villancicos compuestos por el poeta y canónigo49 penitenciario
de Córdoba Don Manuel María de Arjona. La credibilidad que da Casas-Deza a estos hechos se
basa en que un día, acompañó a su padre a ver a Don Benito Bermejo al mencionado convento por
ser éste amigo de la familia, y la casualidad quiso que allí estuviera el mismo Arjona, quien había
ido a leerle los socarrones versos al malogrado clérigo.
A continuación, tenemos la Capilla Antigua de Nuestra Señora de la Concepción, también
conocida como Capilla de la Concepción Antigua, nombre dado por ser ésta la primera creada bajo
dicha advocación de las tres con que cuenta la Catedral. Su fundación tuvo lugar en el año 1521 de
la mano de los canónigos Don Cristóbal y Don Juan Mesa, repitiéndose las formas ya vistas
anteriormente de planta cuadrangular cubierta por una bóveda de terceletes. La cierra una reja
realizada en la fragua51 de Gabriel de Ribera en el siglo XVI.
Llama poderosamente la atención el magnífico retablo renacentista de madera dorada, en el que una
gran parte de las pinturas son obra del artista Miguel Ruiz de Espinosa. Por orden, son las
siguientes: en el banco, está el camino de Emaús, la Santa Cena y la aparición a María Magdalena
de Cristo Resucitado; en el primer cuerpo, se representan los martirios de San Zoilo, a la izquierda,
y una imagen de San Nicolás, a la derecha; en el segundo cuerpo y en el mismo orden, vemos
sendas pinturas de San Andrés y Santa Catalina, ambas de autoría anónima y enmarcadas en la
escuela cordobesa del siglo XVII; finalmente, el conjunto queda rematado por un San José con el
Niño realizado en el siglo XX por Rafael Díaz.
Pero fijémonos ahora en la calle central del retablo, donde una hornacina acoge una talla en madera
policromada de Nuestra Señora del Rosario con el Niño, imagen que le ha dado el sobrenombre a
este espacio de Capilla del Rosario. Sobre ella, vemos una representación escultórica del Calvario,
a cuyos lados hay sendos tondos con las cabezas de San Pedro y San Pablo.
Al igual que ocurriera con la de San José, al otro lado, en el exterior del muro, está la Puerta de la
Concepción Antigua.
A su lado, nos encontramos la Capilla del Espíritu Santo, también conocida como Capilla de los
Obispos. Su origen lo encontramos en Don Francisco de Simancas, arcediano de Córdoba, quien
solicitó al Cabildo un permiso en nombre de Don Diego Simancas, obispo de Ciudad Rodrigo y
hermano suyo, para fundar una capilla en la Catedral que serviría de enterramiento familiar. En ella,
también sería sepultado Don Juan de Simancas, arcediano de Córdoba y obispo de Cartagena de
Indias, también hermano de los ya mencionados. La petición sería confirmada el 4 de septiembre de
1568. Además, esta capilla disfruta de indulgencia perpetua de altar privilegiado52.
Su diseño es de Hernán Ruiz II, siendo además la última capilla que trazó para la Catedral de
Córdoba. De estilo renacentista, el arquitecto incluyó elementos clasicistas realizados sobre piedra,
mereciendo especial atención la bóveda de terceletes a modo de casetones54. En cuanto a la portada
que da acceso al recinto, es una obra del año 1569 cuya reja fue trazada por el propio Hernán Ruiz
II, la cual está rematada por el escudo de los fundadores.

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Pero sin duda, el gran protagonista de esta suntuosa capilla es el retablo, construido también en
piedra y formado por banco, dos cuerpos con pares de columnas a los lados y ático. En la calle
central del primero de los cuerpos, podemos ver, enmarcado en un arco de medio punto, un lienzo
en el que se representa el Bautismo de Jesús; por su parte, sobre éste y en el segundo cuerpo, hay
una imagen de Cristo Crucificado acompañado por los tres obispos Simancas. Ambas pinturas han
sido atribuidas durante años a Pablo de Céspedes, si bien los expertos han determinado que el artista
no fue su autor. Finalmente, en el ático, hay un lienzo de forma circular, obra de José Saló, en el que
aparece el Espíritu Santo representado bajo la forma de una paloma blanca que irradia rayos de luz
y que está rodeada de cabezas de ángeles. Remata el conjunto una Anunciación realizada en piedra
y, flanqueando el cuadro de Saló, las armas de los Simancas.
Proseguimos y nos detenemos ante la Capilla de Nuestra Señora de la O, de la Expectación de
Nuestra Señora, o de la Encarnación, refiriéndose con el segundo nombre a la fiesta que se
celebra el 18 de diciembre en honor de la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de la
Esperanza. Fundada en el año 1364 por Juan Sánchez de Funes, trece de Córdoba55, su patronazgo
debemos buscarlo en la familia de los Hoces, quienes lo han ostentado desde el siglo XIII. En 1489
fue reedificada por el chantre56 Pedro González de Hoces.
Más grande que las anteriores vistas, pues ocupa el espacio de dos arcos de la Mezquita, es de
planta rectangular, mientras que la bóveda de arista que la cubre tiene en su clave adornos con
motivos de rocalla57. En cuanto a su retablo, éste ocupa toda la pared frontal de la capilla,
destacando en él un gran cuadro en el que se representa el momento de la Anunciación, obra del
siglo XVIII del pintor Ruiz Morián Moreno. Sobre él, hay un Cristo Crucificado. Otro de los
lienzos que podemos ver en el interior es del primer tercio del siglo XIX, si bien su autoría es
anónima, y en él se muestra la escena en la que San Carlos Borromeo reparte limosnas entre los
pobres. Finalmente, a ambos lados de la capilla cuelgan de sus paredes dos grandes tapices.
Cabe igualmente mencionar que, en el suelo, se encuentra una lápida en la que se nos informa de
que, desde el año 1402, la capilla es lugar de enterramiento familiar de los Duques de Hornachuelo.
La siguiente es la Capilla de Ihesu Verde y San Nicolás de Bari, que se corresponde en el exterior
con la Puerta de San Nicolás y cuyas noticias sobre su patronazgo se remontan al año 1540,
momento en que le sería donada al canónigo Don Bartolomé de León. De similares características
arquitectónicas a las ya vistas hasta ahora, el retablo que podemos contemplar en su interior sigue
las trazas proyectadas por Hernán Ruiz II “el Joven”, mientras su posterior dorado y policromía es
de otros autores. El protagonismo queda fijado en la hornacina central, donde se encuentra una
imagen de San Nicolás vestido de obispo; su creador, según Miguel Salcedo Hierro, pudo ser
Francisco Martínez, siendo así una talla del siglo XVII.
En cuanto a las pinturas que componen el retablo, éstas fueron realizadas en el año 1556 por el
pintor belga Meter Kempeneer, quien firmó en España sus obras bajo el nombre castellanizado de
Pedro de Campaña. Pero fijémonos en ellas con mayor detalle, siguiendo el orden de izquierda a
derecha: en el banco, aparecen tres escenas de la Pasión de Cristo como son el Lavatorio, la Santa
Cena y la Oración en el Huerto; en el primer cuerpo, están representadas la Anunciación y la
Epifanía; en el segundo cuerpo, tenemos de nuevo tres lienzos en los que se nos muestran la caída
de los Ángeles, la Virgen con el Niño y el martirio de San Bartolomé; finalmente, el ático acoge un
Calvario flanqueado por sendos tondos con las cabezas de San Pedro y San Pablo.
Pero ésta no es la única obra digna de mención en la capilla. A la izquierda, adosado al muro,
podemos contemplar un altar dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe, obra del carpintero
Francisco Ruiz de Paniagua realizada en el año 1679, quien hizo este pequeño retablo adaptándolo
al arco de medio punto de la pared. El banco está decorado con formas geométricas y hojarasca,

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mientras que el único cuerpo de que consta está presidido por un lienzo de la Virgen de Guadalupe.
A su alrededor, hay cuatro cuadros más pequeños en los que se representan los episodios más
destacados de la tradición de esta Virgen, todos ellos de autores desconocidos hasta el momento: su
aparición al campesino llamado Juan Diego; éste mostrando las rosas recogidas en su manto, las
cuales enseñaría al obispo para que creyera que se le había aparecido la Virgen; el indio sostenido
por ángeles mientras es contemplado por Nuestra Señora de Guadalupe; y Juan Diego mostrándole
al obispo la imagen de la Virgen plasmada en su manto. Remata el conjunto el ático, en el que se
enmarca una pintura de Jesús portando la Cruz.
Adosada a la de San Nicolás de Bari, tenemos la Capilla de Santa Marina, de San Matías y del
Baptisterio, siendo este último el que da nombre a la Puerta del Baptisterio que hay en la parte
exterior del muro. Esta capilla presenta diferentes datos a la hora de determinar su creación. Según
cuenta Salcedo Hierro en “La Mezquita, Catedral de Córdoba”, la fue fundada en 1411, año en que
se le entregó al veinticuatro59 de Córdoba Don Fernán Gómez de Herrera para enterramiento
familiar y culto. Sin embargo, De las Casas-Deza afirma en “Casos Raros de Córdoba” que,
alrededor de 1430, Don Álvar Núñez de Herrera, alcalde mayor de Córdoba, fundó la capilla bajo la
advocación de San Matías, mientras que en el año 1470, su hijo, Gómez de Herrera, al que se refiere
como “veinticuatro de Córdoba”, colocó en ella una virgen de plata.
No entraremos nosotros, por no ser nuestro cometido, en dar o quitar razón a uno u otro, pero sí
apuntaremos un dato recogido en el libro “Estudios de platería, San Eloy 2006”, de varios autores y
coordinado por Jesús Rivas Carmona, que puede arrojar un poco de luz sobre esto. En él, María
Ángeles Raya Raya, de la Universidad de Córdoba, publica un artículo llamado “La importancia de
los inventarios en el estudio de la platería: el inventario de 1507 de la Catedral de Córdoba”, donde
menciona a esta virgen de plata como donada por Don Fernán Gómez de Herrera y cita como fuente
a Manuel Nieto Cumplido60, quien afirma en su obra “La Catedral de Córdoba” que esta pieza,
inventariada con el número 15 en la Catedral, no se ha conservado. Nieto Cumplido, además,
puntualiza hábilmente que Fernán Gómez de Herrera fue mayordomo del condestable61 Ruy López
Dávalos y corrobora la fecha de 1411 como año de fundación de la capilla, la cual le fue entregada
al veinticuatro por el arcediano Don Gonzalo Venegas y el canónigo Alfonso Fernández de Vargas
con el fin de que en ella fueran enterrados Gómez de Herrera y su mujer, Doña Leonor López. De
este modo, coinciden los datos fundacionales que para este espacio dan Nieto Cumplido y Salcedo
Hierro.
Pasemos ahora a su descripción. De planta rectangular, si miramos hacia arriba veremos que se
cubre con un magnífico artesonado62 diseñado exclusivamente para ella por el arquitecto Ricardo
Velázquez Bosco. En cuanto a los elementos que podemos encontrar en su interior, frente a nosotros
tenemos una pila sacramental64 de bautismo, trasladada aquí a finales del siglo XVII (lo cual queda
patente en una inscripción presente en la reja) cuando el obispo Don Alonso de Medina y Salizanes
construyó la Capilla de Nuestra Señora de la Concepción en el lugar en el que hasta entonces
había estado la capilla bautismal.
En el muro de la derecha, se encuentra el retablo pintado al fresco, obra de Pedro Moreno. Entre los
elementos que aparecen en él, los principales son: la imagen central, situada entre columnas
(también pintadas) y que representa al Padre Eterno recibiendo los versos que un etíope le recita a
modo de homenaje; sobre este cuerpo, hay un segundo en el que se nos muestra un parque celestial,
estando separado del primero por el verso 10 del Salmo 67 de la Biblia, que dice “Pluviam
voluntariam segregabis Deus hereditati Tuae”; por último, el ático que remata el conjunto está
formado por dos ángeles que sujetan un escudo ovalado.
Proseguimos nuestro recorrido con la Capilla de San Juan Bautista, la cual ciega y da nombre a la

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Puerta de San Juan. Bajo la advocación de uno de los santos más venerados en Córdoba (la
prueba está en las numerosas representaciones que tiene en la Catedral), esta capilla comenzó a
tener culto en el año 1567 gracias al canónigo Don Juan Singler de Espinosa; sin embargo, ya en el
siglo XIII tenía patronazgo.
Al otro lado de la reja, de gran mérito artístico ésta aunque de autoría anónima, vemos el retablo,
obra de Hernán Ruiz II. Está formado, horizontalmente, por banco, tres cuerpos y ático, y
verticalmente, por tres calles, que pasaremos a detallar a continuación siguiendo un orden de
izquierda a derecha: en el banco, se representan la Anunciación, la Santa Cena y el Nacimiento de
Jesús; en el primer cuerpo, el nacimiento de San Juan Bautista y su degollación; en el segundo
cuerpo, la Adoración de los Reyes y una imagen de Santa Margarita; en el tercero, la Resurrección y
la Ascensión; y, finalmente, en el ático, se nos presenta al Padre Eterno, sobre quien están las
figuras de las virtudes teologales de la Esperanza y la Caridad. En la calle central, vemos un relieve
del momento en que San Juan bautiza a Jesús, mientras que sobre él hay un Calvario, ambos
enmarcados en sendos arcos de medio punto. También cabe mencionar que se desconoce quién fue
el autor de las pinturas, si bien hay algunos expertos que aseguran que podrían haber sido realizadas
por tres artistas diferentes.
A continuación, veremos la Capilla de San Mateo y Limpia Concepción de Nuestra Señora. Se
trata de la tercera vez que mencionamos una capilla bajo esta segunda advocación a lo largo de los
monográficos dedicados a la Catedral de Córdoba, así que nos podremos dar cuenta de la devoción
de los cordobeses hacia esta virgen. La que ahora nos ocupa fue fundada en el año 1571 de la mano
del racionero65 Don Gaspar de Genzor y lo primero con lo que nos topamos es con la reja que cierra
el espacio, realizada en hierro forjado en 1613 siguiendo los diseños de Felipe Vázquez de Ureta y
Alejo de Arteaga.
De planta rectangular, ya en el interior no podremos hacer más fijar nuestra atención en el retablo
de estilo manierista67 que ocupa toda la pared frontal. Su construcción, en 1581, sigue un diseño
atribuido a Hernán Ruiz III, siendo realizado por el escultor Francisco de Vera. En el banco, se nos
muestran, pintados sobre tabla, a los cuatro padres de la Iglesia: San Agustín, San Gregorio, San
Ambrosio y San Jerónimo. Las pinturas son obra del artista Baltasar del Águila, quien las creó en el
año 1582. En cuanto al cuerpo del retablo, centrado y en primer plano tenemos un magnífico cuadro
de la Inmaculada Concepción enmarcado en un arco de medio punto; sobre ella, hay una imagen
rectangular de Cristo Crucificado. Finalmente, el retablo está rematado por un frontón triangular
partido con escudos a los lados y en cuyo centro hay un pequeño cuadro en el que se representa al
Padre Eterno.
El conjunto se encuentra sobre un altar, el cual tiene su frontal revestido por azulejos del último
cuarto del siglo XVI en los que aparece la escena de la Samaritana dando de beber a Jesús.
A su lado, está la Capilla de San Marcos, Santa Ana y San Juan Bautista, refundada en el año
1594 por los hermanos Don Cristóbal y Don Andrés de Mesa y Cortés, canónigo y racionero de la
Catedral, respectivamente, si bien ya había sido fundada anteriormente en 1470 por el racionero
Gainza.
Estamos ante una capilla distinta de las anteriores, pues cuenta con una portada exterior, atribuida
en este caso a Juan de Ochoa. Se trata de un arco de medio punto con dobles pilastras a los lados y
rematado con un frontón triangular que acoge en su centro el escudo de sus patronos. Escudo que
aparece también en la reja entre dos figuras recostadas que representan a dos de las virtudes
teologales.
Dentro, vemos esta vez un sencillo retablo con forma de arco de medio punto, hecho de piedra y
compuesto de banco y un solo cuerpo. En el primero, vemos imágenes de la Aparición del Ángel a

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San Joaquín, de Jesucristo y del Abrazo en la Puerta Dorada, mientras que en el cuerpo, en un gran
lienzo, están representados en primer plano San Andrés y San Juan Bautista, y, detrás de ellos, Santa
Ana y la Virgen con el Niño. Todas las pinturas han sido atribuidas a Pablo de Céspedes.
El altar de esta capilla también tiene un frontal de azulejos de principios del siglo XVIII. Por otra
parte, a los lados hay sendas lápidas sobre los fundadores con inscripciones del año 1622.
Y finalizamos nuestro recorrido por el muro Este de la ampliación de Almanzor con la Capilla de
San Antonio de Padua, fundada en 1636 de la mano del racionero Don Fernando de Sarmiento. Al
igual que la anterior, cuenta con una portada exterior de arco de medio punto con el escudo del
fundador en el frontón triangular.
En su interior, el espacio es de planta cuadrangular y se encuentra cubierto con una bóveda. El
frente está ocupado en su totalidad por el retablo, realizado posiblemente en el año 1636 por el
maestro mayor Sebastián Vidal. El cuerpo está estructurado en tres calles verticales que acogen una
serie de imágenes atribuidas al pintor y racionero de la Catedral Don Antonio Fernández de Castro
y Villavicencio. Veamos cuáles son: a la izquierda, de arriba abajo, tenemos a Santa Teresa de Jesús
y a San Gregorio Magno; a la derecha, en el mismo orden, se representa a San Ignacio de Loyola y
a San Francisco Javier; finalmente, en el centro, hay una imagen de San Antonio con el Niño, ésta
de autor desconocido. En cuanto al ático, de izquierda a derecha vemos a San José con el Niño, a la
Inmaculada Concepción y a San Fernando, obras también de Fernández de Castro.
El conjunto artístico de la capilla se completa con las cuatro esculturas que hay colocadas en sendas
hornacinas, una en cada esquina, y que se corresponden con San Joaquín, San Blas, Santa Teresa y
San Juan de la Cruz. Estas dos últimas son las que podemos ver en la fotografía a los lados del
retablo y proceden del Convento de San Roque. Como detalle, también vemos la bandera de
Portugal, clara alusión al santo titular de la capilla, San Antonio de Padua, nacido en Lisboa.
Cabe mencionar que aquí se encuentran enterrados el fundador de la capilla y las hermanas de éste,
así como el artista Sebastián Vidal y su hijo.
***
Vistas ya las capillas instaladas en el muro Este de la Mezquita, pasemos a continuación a las que se
ubicaron en la parte correspondiente a la ampliación de Almazor en el lateral Norte. La primera de
ellas es la Capilla de Santa Úrsula y Santa Francisca Romana, fundada bajo esta advocación por
el racionero de la Catedral Don Miguel Bermúdez.
La portada es un arco de medio punto sustentado por pilastras y sobre el cual hay un frontón partido
con el escudo del fundador y con un cuadro de San Miguel en el centro. Ya en el interior, el espacio
está cubierto por una bóveda donde, de nuevo, aparece el escudo de Bermúdez. El retablo que nos
recibe frente a nosotros es una obra del maestro mayor de la Sebastián Vidal, quien lo comenzó en
1627. Ya terminado, Cristóbal Vela fue el encargado de su policromía en el año 1637. En el banco,
podemos ver las imágenes de la Virgen de Niña (a la izquierda), Jesús con los atributos de la Pasión
(a la derecha) y un Ecce Homo situado en el centro, lugar destinado para el sagrario y que está
rematado con un pequeño frontón curvo. En el primer cuerpo, la calle central la preside una de las
titulares de la capilla: Santa Úrsula; el resto de las calles se completan con las pinturas de San
Sebastián, San Juan, la Magdalena y Santa Catalina. Por último, en el ático, se nos muestra la
imagen de la segunda titular: Santa Francisca Romana. Se desconoce el autor (o autores) tanto de
esta pintura como de la de Santa Úrsula, si bien parecen tener reminiscencias italianas y pudieron
ser realizadas alrededor de comienzos del siglo XVII.
Por último, podemos destacar que en esta capilla fue enterrado el canónigo magistral68 de la
Catedral Don Juan Gómez Bravo, autor de la importante obra “Catálogo de obispos de Córdoba”.

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La siguiente es la Capilla del Santo Sepulcro o de los Santos Varones, nombre este último dado a
José de Arimatea y Nicodemus, quienes ayudaron a descender el cuerpo de Cristo de la cruz para
dejarlo en brazos de la Virgen y, después, llevarlo al sepulcro. Profunda es la devoción que por ellos
sienten los cordobeses, una devoción arraigada desde antaño.
La capilla fue fundada en el año 1614 por el jurado69 Don Gonzalo Muñoz de Velasco. La portada,
de destacable factura, está compuesta por un arco de medio punto flanqueado por pilastras
decoradas. En el frontón, podemos ver las imágenes que representan a las virtudes teologales de la
Fe, la Esperanza y la Caridad. Por su parte, en la reja, hay una inscripción latina que dice “Mariam
non tetigit primum peccatum” y que hace referencia a la pureza de la Virgen.
Ya en el interior, el espacio está cubierto por una bóveda de medio cañón realizada igualmente en el
siglo XVII y en la que aparecen motivos vegetales policromados. En el muro frontal, se encuentra el
retablo, de estilo barroco. En el centro del primer cuerpo, hay un relieve de autoría anónima en el
que se muestra a los titulares de la capilla, los Santos Varones, quienes acompañan a María
Magdalena y a la Virgen, que aparece besando a su hijo Jesús, ya muerto y descendido de la cruz.
También anónimos son los cuadros que hay a los lados del relieve y que representan a San Juan
Bautista y a San Telmo, o a Santo Domingo, así como la imagen de la Inmaculada Concepción que
centra el ático.
Proseguimos y, a su lado, está la Capilla de las Benditas Ánimas del Purgatorio, fundada en 1612
por el escritor e historiador Gómez Suárez de Figueroa, más conocido como el Inca Garcilaso de la
Vega, el cual está sepultado en su interior, tal y como se desprende de la lápida cuya inscripción
reza así:
“El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua memoria, ilustre en sangre, perito
en letras, valiente en armas, hijo de Garcilaso de la Vega, de las casas de los duques de Feria e
Infantado, y de Elisabet Palla, hermana de Huayna Capac, último emperador de las Indias. Comentó
la Florida, tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios Reales. Vivió en Córdoba con mucha
religión. Murió ejemplar. Dotó esta capilla. Enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las
Ánimas del Purgatorio. Son Patronos perpetuos los Señores Deán y Cabildo de esta Santa Iglesia.
Falleció a 22 de abril de 1616. Rueguen a Dios por su ánima”.
La portada cuenta a los lados con basamentos de mármol negro que sustentan sendas pilastras;
sobre ellas, hay un entablamento70 adornado con guirnaldas con una imagen de las ánimas en el
centro. La reja que nos separa de su interior fue realizada en el año 1614 por Gaspar Martínez y en
ella aparece el escudo del fundador. Una vez dentro, observamos que la capilla, de planta
cuadrangular, se cubre con una bóveda de cañón adornada con relieves, siendo el conjunto una obra
de Matías Conrado. El sencillísimo retablo, y no por ello menos hermoso, está compuesto por un
Crucificado de madera tallado por Felipe Vázquez de Ureta y que fue donado para la capilla por el
mismo Inca. Tras la escultura, hay un cuadro de Melchor de los Reyes en el que se representa una
imaginada ciudad de Jerusalén. Remata el retablo un frontón triangular partido con un pequeño
cuadro del Padre Eterno en el centro. Asimismo, cabe mencionar que en la capilla también hay dos
cuadros que completan el conjunto y en los que figuran la visita de San Francisco de Paula a las
Ánimas del Purgatorio, en uno, y la degollación de San Juan Bautista, en otro.
Finalmente, podemos ver en la fotografía una bandera de Perú a la izquierda del retablo, la cual nos
recuerda el origen del Inca y el punto de unión entre Córdoba y América que converge en esta
capilla; algo que también queda patente con la lápida que se colocó en ella en 1959 en homenaje a
Garcilaso con motivo del CCCL aniversario de la publicación de sus “Comentarios Reales”.
Y no podemos terminar la descripción de la Capilla de las Ánimas sin hacer mención de los
enterramientos que se han efectuado en ella, pues no sólo se trata de su fundador. En el año 1939, la

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visita a Córdoba del por entonces arzobispo de Cuzco (Perú) Monseñor Hermoza dejó al
descubierto que en la cripta de la capilla había más restos sepultados. Las indagaciones del
investigador Don Rafael Aguilar Priego dieron con un codicilo74 en el que el Inca permitía
enterrarse allí a los prebendados e inquisidores que así lo desearan, siendo un total de doce los que
dijeron que sí. También hay que destacar que en la cripta que antecede a la entrada de la capilla, está
enterrado el cuerpo del obispo de Córdoba fray Albino González Menéndez –Reigada, conocido
popularmente como el Padre Albino, personaje ilustre de la ciudad.
A su izquierda, está la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, fundada en el año 1612 por Juan
Jiménez de Bonilla. Su portada, tal y como nos dice Salcedo Hierro, está “planteada como un arco
de triunfo”, donde destaca la decoración de guirnaldas y cartelas75, así como la imagen de San
Pedro Mártir que hay situada en el centro del frontón triangular partido.
En el interior, la capilla está cubierta con una bóveda de cañón adornada con yesería policromada.
Frente a nosotros, tenemos el retablo, compuesto por un solo cuerpo dividido en tres calles por
columnas, donde la central acoge una imagen de Nuestra Señora del Rosario que, a izquierda y
derecha, flanquean San Sebastián y San Roque, respectivamente. Todas las pinturas han sido
atribuidas al artista Antonio del Castillo. El conjunto está rematado por un ático en el que se
muestra un Crucificado.
Antes de pasar a la Capilla de la Epifanía, nos detendremos en un pequeño rincón que hay entre
ésta y la ya vista de Nuestra Señora del Rosario. Se trata de la Capilla del Santísimo Cristo del
Cautivo, llamada antaño por el Cabildo el Crucificado del Cautivo” y conocida popularmente
como de la Uña. El porqué de estos nombres lo conoceremos a continuación.
En la columna que vemos en la fotografía, hay una cruz grabada de unos 17 centímetros que se
encuentra protegida por un pequeño balaustre77 y sobre la cual aparece esta inscripción:
“ESTE ES EL SANTO / CHRISTO QUE / HIZO EL CAU / TIBO CON / LA UÑA”.
Según la tradición, esta cruz fue hecha por un cautivo cristiano que estaba encadenado a esta
columna con la sola ayuda de la uña de uno de sus pulgares. Muchas han sido las interpretaciones
que se han dado a este caso, todas basadas más en la leyenda que en la realidad, pues a día de hoy se
desconoce tanto la identidad del cautivo, como el motivo de que estuviera prisionero.
A la izquierda de la columna, hay un bajorrelieve de mármol enmarcado realizado entre los años
1614 y 1627 por orden del racionero Baltasar Nájera de la Rosa, fundador de la vecina Capilla de
la Epifanía. En él, se representa a un hombre arrodillado que mira hacia la cruz de la columna; al
cuello lleva una soga, mientras que en los tobillos porta unos grilletes, ambos elementos símbolos
de su cautiverio. Sobre el bajorrelieve, hay una lápida de mármol con una inscripción en latín que
Salcedo Hierro ha traducido de la siguiente manera:
“Mientras el mahometano celebra sus fiestas, el cautivo cristiano invoca en este templo
al Dios verdadero y graba con la uña en la columna al que tiene en su corazón. Muerto
en prisión, por Él, posee su corona de gloria”.
Finalmente, a la derecha, hay una cartela pintada en la pared, la cual se cree que es del siglo XVIII
y en la que se ha hecho una interpretación de la inscripción anteriormente vista:
“EL CAPTIBO CON GRAN FE / EN AQUESTE DURO MARMOL / CON LA UÑA
SEÑALO / A CHRISTO CRUCIFICADO / SIENDO ESTA IGLESIA MESQUITA /
DONDE LO MARTIRIZARON”.
Y terminamos el recorrido por esta sección del muro Norte con la Capilla de la Epifanía o de los
Santos Reyes, fundada por el ya mencionado racionero Baltasar Nájera de la Rosa en el año 1614.

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La portada fue realizada más adelante, en 1627, y tiene una gran similitud con las entradas ya vistas
de las capillas de este lado de la ampliación de Almanzor. En este caso, cabe mencionar que el
frontón acoge una imagen de la Inmaculada Apocalíptica.
Dentro, encontramos un sencillo retablo compuesto por banco, cuerpo y ático. En el banco, una
hornacina acoge una talla de Santa Bárbara, mientras que el cuerpo queda cubierto por completo
con un relieve en el que se representa la Adoración de los Reyes Magos; se trata de una obra de la
primera mitad del siglo XVII, de autoría anónima, tallada en madera y policromada. Como remate,
el ático muestra una imagen del Padre Eterno
Merece la pena apuntar, antes de terminar, que su fundador dejó establecidas algunas disposiciones:
por un lado, la obligación de decir unas misas rezadas como acto de misericordia para el alma de los
prisioneros que fuesen ajusticiados en Córdoba; por otro lado, dotar con cincuenta ducados 78 a
aquellas mujeres que, habiendo sido prostitutas, rectificaran de sus actos y se “reformaran”
contrayendo matrimonio; y, finalmente, también podrían ser beneficiarios los familiares de hasta
cuarto grado de Nájera de la Rosa, siempre que pudieran demostrar al Cabildo que eran pobres de
solemnidad.
***
Vistas ya las capillas, pasemos ahora a conocer dos de los altares que se ubicaron en esta
ampliación de Almanzor. El primero de ellos es el Altar de Santa María el Azul y Ángel de la
Guarda, situado sobre la cara oriental de uno de los pilares de la Mezquita de Abd al-Rahman I,
donde luego se construyó la ampliación de Almanzor. Se trata del mismo pilar donde podemos
encontrar, en su cara Occidental, el altar de San Cristóbal, siendo el primero que vemos si
comenzamos a recorrer esta calle desde el muro Norte, aquel que es colindante con el Patio de los
Naranjos.
Antes de continuar con el retablo actual del Ángel de la Guarda, hablemos del altar de Santa María
el Azul. Éste fue fundado por el italiano, nacido en Asís, Francisco Paulo, quien, en 1333, había
sido nombrado canónigo por Juan XXII. Ello viene confirmado el 22 de diciembre de 1348, cuando
el mismo Francisco Paulo hace donación de una casa en la Plaza de los Paraísos a cambio de dos
sepulturas concedidas por el Cabildo y situadas frente a una imagen de Santa María que él mismo
había ordenado realizar. Posteriormente, se vuelve a saber de dicho altar en otras dos ocasiones: en
una escritura de fecha 29 de mayo de 1414 y en un listado de capillas realizado en el siglo XVI.
Más adelante, ya en el siglo XVIII, y anteriormente al año 1735, se deja de tener noticias de dicho
altar y comienzan las referencias a un retablo dedicado al Ángel de la Guarda, distinto a otro de
igual nombre, procedente del Colegio de Niños de Coro, que se colocó en 1852 en la Capilla de
San Agustín y se descolgó en 1886.
El que hoy podemos contemplar situado en este altar es una obra del año 1750 cuya estructura
consta de banco, cuerpo y ático. El cuerpo está formado por tres calles delimitadas por dos
columnas salomónicas79 en el centro y dos estípites80 en los laterales. En la calle central, dentro de
una hornacina, aparece el Ángel de la Guarda, que da nombre al altar. Se trata de una escultura
hecha, probablemente, por el escultor Alonso Gómez de Sandoval (Córdoba, 1713 – Córdoba,
1801). En las calles laterales, están los cuadros de San Antonio de Padua y Santo Domingo de Val,
representados ambos como si fueran niños de coro. Finalmente, llegamos al triple ático superior,
donde, en el central, tenemos la pintura de un religioso (no se sabe si se trata de un agustino) ante el
Ángel de la Guarda; y en los áticos exteriores encontramos el Santo Niño de la Guardia 81, en uno, y
los Santos Justo y Pastor, en otro.
De él se hace mención, en 1771, en las Constituciones del Colegio del Ángel de la Guarda de

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Infantes de Coro. Dicha información podemos verla en la página 481 del libro "La Catedral de
Córdoba", de Don Manuel Nieto Cumplido:
“Siempre dedicaron estos Niños sus cultos a un Ángel Protector de la Guarda en el
altar que tiene en esta Santa Iglesia, habiéndole hecho retablo dorado, lámpara de
plata y ornamentos, y celebrándose en él muchas misas rezadas y la fiesta annua con
misa cantada, sermón y música el día dos de octubre”.
El Altar de San Isidoro, San Leandro y San Ignacio, siguiendo el anterior trayecto desde el muro
Norte hacia el interior de la Catedral, será el segundo altar que encontremos tras el de Santa María
el Azul y Ángel de la Guarda. Igualmente, éste también tiene otro altar a su espalda: se trata esta vez
del altar de Santa Bárbara.
El primitivo altar de San Isidoro y San Leandro lo fundó el racionero Juan García de Henares en
1471. Posteriormente, en 1611, el Presidente del Consejo de Indias, Don Fernando Carrillo, pagó
los costes de un nuevo altar y de un nuevo retablo hasta el que se trasladó la inscripción de su
fundador, García de Henares. El actual retablo de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier es
una obra del siglo XIX que se trasladó en 1932, al igual que el Altar de San Isidoro, San Leandro y
San Ignacio, hasta su ocupación actual en la nave 12 de la Mezquita desde su anterior localización
en la nave 8 del templo, debido a las excavaciones arqueológicas que realizaba entonces el
arquitecto Don Félix Hernández.
Volvemos aquí a utilizar el magnífico libro “La Catedral de Córdoba”, de Don Manuel Nieto
Cumplido, quien en su página 483 nos ofrece la siguiente cita del Licenciado en Medicina e
importante investigador histórico Don Luis María Ramírez de las Casas-Deza:
“[...] hallándose muy deteriorado su retablo mandó hacer el que ahora tiene y renovó el
altar el prebendado don José Roncali. Tiene un cuadro grande que representa a los
titulares (San Ignacio y San Francisco Javier) arrodillados, sosteniendo un globo sobre
el que está sentado un Niño Jesús; y acaso sea obra de don Antonio (Alvarez) Torrado
(fallecido en 1806). Por bajo hay tres cuadros pequeños que representan a San Rafael,
Nuestra Señora de los Dolores (también de Alvarez Torrado) y la Transverberación 82
del corazón de Santa Teresa de Jesús (obra de Juan Pompeyo), que parecen de otra
mano”.
Juan Roncali era un canónigo que ingresó en el Cabildo en 1794.
En el libro “Catálogo de las pinturas de la Catedral de Córdoba”, de la profesora titular de Historia
del Arte, Arqueología y Música en la Universidad de Córdoba, Doña María de los Ángeles Raya
Raya, se nos confirma que tanto el lienzo principal como la Virgen de los Dolores son de Antonio
Álvarez Torrado (nacido en 1705, desconociéndose su lugar de nacimiento, y muerto en 1806 en
Córdoba). La Transverberación de Santa Teresa es del pintor del siglo XVIII Juan Pompeyo y San
Rafael es un lienzo anónimo de principios del siglo XVIII que puede recordarnos un poco a las
pinturas de José Cobos y Guzmán (Jaén, 1666 – Córdoba, 1746).
***

Almanzor
Abu Amir Muhammad ibn Abi Amir al-Maafiri era un guerrero andalusí 83, nacido en Algeciras
(Cádiz) en el año 940 y muerto en Medinaceli (Soria) en 1002. Su familia era de origen árabe, de
noble estirpe y de recursos económicos limitados. Tras estudiar en Córdoba, el califa al-Hakam II
lo envió a África como cadí84 upremo de Mauritania con el fin de hostilizar el ascenso de los

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idrisíes85. En 976, tras la muerte de este califa y el ascenso al trono de su hijo Hisam II con 11 años
de edad, ibn Abi Amir es nombrado visir, comenzando en este momento el gobierno de quien más
tarde sería conocido por los cristianos como Almanzor, cristianización del nombre al-Mansur bi-
Allah (el Victorioso), nombre que él mismo se dio en 981 tras una de sus muchas victorias contra
las tropas cristianas.
Para llegar hasta tan alto puesto, se valió de la amistad que había fomentado con la vascona Subb,
esposa favorita de califa al-Hakam II y madre del futuro Hisam II. Así, a la muerte del padre y para
asegurar el gobierno en manos del hijo, se aliaron Subb, el chambelán 86 al-Mushafi y Almanzor,
decidiendo la muerte de Moghira, hermano del difunto soberano y a quien un sector de la Corte
quería coronar como califa, en contra de la voluntad de al-Hakam II que había nombrado como
sucesor a su hijo Hisam.
Almanzor busca cómo lograr todo el poder y, para ello, se casa con Asma, hija del respetado general
Galib, buscando de esta manera obtener el respaldo del ejército. Así, llegamos al año 977, en que
tras acusarlo de traición y apartarlo del poder, ejecuta a al-Mushafi y a los hijos de éste,
comenzando la llamada dictadura amirí, la cual durará hasta el año 1009, ya bajo el mando de sus
hijos, una vez muerto Almanzor. A continuación, aísla al califa, aún niño, de cualquier contacto con
el poder, creando una nueva ciudad, Madinat Zahira, a la que traslada los órganos de gobierno desde
Medina Azahara. Dicho enclave se cree que se encontraba en la zona de Las Quemadas, en la
capital Cordobesa.
En el año 978, Galib se rebela contra el inmenso poder que había acumulado Almanzor, debiendo
huir primero hasta Medinaceli, en la provincia de Soria, y enfrentándose los ejércitos de ambos en
981 en Torrevicente, en la misma provincia anterior, resultando derrotado Galib, al cual Almanzor
le manda cortar la cabeza para poder exponerla en Córdoba como símbolo de su victoria.
Almanzor reorganiza el ejército y da comienzo una serie de campañas expedicionarias, casi sesenta
a lo largo de toda su vida y siempre victoriosas, que asolaron los reinos cristianos peninsulares.
Entre otras ciudades, tomó Zamora, en 981; León, en 984; Barcelona, en 985; Coímbra, en 987;
Eslonza y Sahagún, en 988; Braga y Santiago de Compostela, en 997; Pamplona, en 999; y San
Millán de la Cogolla, en 1002. Además, en el año 981 en la batalla de Rueda, y en año 1000 en la
batalla de Cervera, derrotó a una coalición de tropas de los reinos cristianos de Castilla, León y
Navarra. Mencionemos que quizás uno de sus mayores logros propagandísticos, por lo que significó
para uno y otro bando, fue la caída de Santiago de Compostela, santo lugar de la cristiandad donde
descansan los restos del apóstol Santiago; fue también uno de sus mayores errores estratégicos ya
que por motivos de religiosidad, o superstición, no quiso destruir la tumba del apóstol, con lo cual
ésta siguió atrayendo a una cantidad ingente de peregrinos europeos con lo que ello significó para el
desarrollo cultural y económico de los reinos cristianos. Como curiosidad, cabe añadir que las
campanas, al menos las menores, de la Catedral compostelana fueron llevadas hasta Córdoba
cargadas por los prisioneros cristianos y devueltas siglos después, tras la toma de Córdoba por el
rey Fernando III en 1236, por prisioneros musulmanes.
Su nombre inspiraba tanto temor y obediencia que pocos eran los que se atrevían a cuestionarlo; y
una forma fue poniendo en duda su religiosidad. Para ello, anónimos maledicientes hablaban del
vino que era servido en su palacio y que él era el primero en tomar, de su preferencia por los
ambientes intelectuales antes que los religiosos, o lo que era más grave, de que estaba estudiando
filosofía, una acción considerada como apostasía87 de la fe musulmana por los alfaquíes de
Córdoba. En cuanto le llegaron estos comentarios, Almanzor, inteligente como era, tomó dos
importante medidas para desvirtuarlos. La primera fue convocar en la biblioteca del califa al-
Hakam II a todos los alfaquíes y ordenar que de ella quemasen todos los libros que considerasen
enemigos de su fe. Así, se perdieron ejemplares únicos de auténticas obras maestras. La segunda

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medida fue la ampliación de la Mezquita, algo que de todas maneras era necesario hacer dado el
incremento de fieles. Lo único que para acentuar la imagen de religiosidad que quería mostrar, no
dudó en algunas ocasiones en empuñar la pala y trabajar junto a los demás obreros. O quizás no era
por dar una imagen determinada, sino era realmente por motivos de fe.
En 1002, se da la batalla de Catalañazor (Soria), donde parece que tuvo lugar la primera derrota de
Almanzor, el cual muere a continuación por las heridas recibidas en dicha acción. Sin embargo, hay
serias dudas de que los motivos de su muerte estén relacionados con una batalla de la que no hay
confirmación de su existencia y se cree más bien que su fallecimiento puede estar relacionado por
motivos de enfermedad, ya que su última campaña la había emprendido sin estar bien de salud.
Algunas fuentes estiman que su cuerpo pudo enterrarse en la fortaleza de Medinaceli, lugar desde el
cual había emprendido la mayoría de sus razzias88. En caso de que así sea, allí reposará dentro de
un arcón junto a las polvaredas de sus victorias. Y es que era allí donde, después de cada batalla, se
sacudían sus ropas para guardar así el polvo de los combates librados.
Almanzor consiguió llevar el poder militar y político del Califato de Córdoba a un nivel jamás
logrado antes y nunca igualado después. Y es que aunque él no supo verlo, todo lo que había
sumado para el Califato lo había detraído de la figura del califa, al que había reducido a un ser
indolente y vicioso, incapaz de tomar ninguna decisión importante. Tras “el Victorioso”, llegó hasta
al-Andalus una época de luchas civiles que desembocaron, en 1032, en la desaparición del Califato
y su fragmentación en los mucho más frágiles reinos de taifas89.
A su muerte, el poder lo heredó primero su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, quien murió en el año
1008, puede que envenenado por su hermano Abd al-Rahman Ibn Sanchul, quien lo sucedió en la
dictadura amirí. Éste era llamado Sanchuelo por ser hijo de Abda, la esposa de Almanzor que era
hija del rey Sancho Garcés II de Pamplona. El poder lo perdería Sanchuelo en el año 1009, cuando
fue asesinado tras haber soliviantado a gran parte de la población árabe por una serie de medidas de
carácter ofensivo hacia ellos, entre las que cabe destacar el haber logrado que Hisam II lo nombrara
heredero al trono, algo que ni su padre se había atrevido hacer.
***
Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑

AGRADECIMIENTOS
Desde “una Ventana desde Madrid (uVdM)” queremos agradecer toda la ayuda y la atención
prestada por el Cabildo Catedralicio de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, así como al
personal que trabaja en sus dependencias.

GLOSARIO
- 1 Aljama: Se llama así a la mezquita mayor de una ciudad. ↑
- 2 Hayib: Cargo equivalente al de Primer Ministro tanto en el Emirato como en el Califato
cordobés. ↑
- 3 Alfaquí: Entre los musulmanes, doctor o sabio de la ley. ↑
- 4 Mihrab: Hornacina situada en las mezquitas para indicar la orientación de la Meca a los fieles.

- 5 Ablución: Acción de purificarse por medio del agua, según ritos de algunas religiones, como la
judaica, la mahometana, etc. ↑

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- 6 Dovela: Piedra labrada en forma de cuña, para formar arcos o bóvedas. ↑
- 7 Arco de Herradura: Aquellos arcos cuya circunferencia es más de media, creando así la forma
de una herradura. ↑
- 8 Arco apuntado: El que consta de dos porciones de curva que forman ángulo en la clave9. ↑
- 9 Clave: Piedra con que se cierra el arco o bóveda. ↑
- 10 Polilobulado: Arco formado por una sucesión de lóbulos11. ↑
- 11 Lóbulo: Cada una de las partes, a manera de ondas, que sobresalen en el borde de una cosa;
como en la hoja de una planta o en el intradós de un arco. ↑
- 12 Chapado: Cubierto con chapa13. ↑
- 13 Chapa: Hoja o lámina de metal, madera u otra materia. ↑
- 14 Basa: Asiento sobre el que se pone la columna o la estatua. ↑
- 15 Fuste: Parte de la columna que media entre el capitel16 y la basa. ↑
- 16 Capitel: Parte superior de la columna y de la pilastra, que las corona con forma y
ornamentación distintas, según el estilo de arquitectura a que corresponde. ↑
- 17 Orden Corintio: El que tiene la columna de unos diez módulos o diámetros de altura, el capitel
adornado con hojas de acanto y caulículos18, y la cornisa con modillones19. ↑
- 18 Caulículo: Cada uno de los vástagos que nacen del interior de las hojas que adornan el capitel
corintio, y van a enroscarse en los ángulos y medios del ábaco20. ↑
- 19 Modillón: Miembro voladizo sobre el que se asienta una cornisa o alero, o los extremos de un
dintel21. ↑
- 20 Ábaco: Parte superior en forma de tablero que corona el capitel. ↑
- 21 Dintel: Parte superior de las puertas, ventanas y otros huecos que carga sobre las jambas22. ↑
- 22 Jamba: Cada una de las dos piezas labradas que, puestas verticalmente en los dos lados de las
puertas o ventanas, sostienen el dintel o el arco de ellas. ↑
- 23 Orden Compuesto: El que en el capitel de sus columnas reúne las volutas24 del jónico25 con
las dos filas de hojas de acanto del corintio, guarda las proporciones de este para lo demás y lleva
en la cornisa dentículos26 y modillones sencillos. ↑
- 24 Voluta: Adorno en forma de espiral o caracol, que se coloca en los capiteles de los órdenes
jónico y compuesto. ↑
- 25 Orden Jónico: El que tiene la columna de unos nueve módulos o diámetros de altura, el
capitel, adornado con grandes volutas, y dentículos en la cornisa. ↑
- 26 Dentículo: Cada uno de los adornos con forma de paralelepípedo rectángulo que, formando
fila, se colocan en la parte superior del friso del orden jónico y en algunos otros miembros
arquitectónicos. ↑
- 27 Arco trebolado: Arco formado por tres lóbulos. ↑
- 28 Ojiva: Figura formada por dos arcos de círculo iguales, que se cortan en uno de sus extremos
y volviendo la concavidad el uno al otro. ↑
- 29 Túmida: Dicho de un arco o de una bóveda: Que es más ancho hacia la mitad de la altura que

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en los arranques. ↑
- 30 Bóveda encamonada: Falsa bóveda construida de tabique, bajo un techo o armadura. ↑
- 31 Adelantado: Antiguamente, jefe militar y político de una provincia fronteriza. // Antiguamente y
en tiempos de paz, presidente o justicia mayor de reino, provincia o distrito determinados, y
capitán general en tiempos de guerra. ↑
- 32 Casulla: Vestidura que se pone el sacerdote sobre las demás para celebrar la misa, consistente
en una pieza alargada, con una abertura en el centro para pasar la cabeza. ↑
- 33 Sagrario de la Catedral: Miguel Salcedo Hierro hace una diferenciación muy apropiada entre
los dos significados que se le pueden dar a la palabra Sagrario. Por un lado, está el “lugar donde
se deposita y custodia a Cristo sacramentado”. En cambio, cuando nos referimos al Sagrario en
una catedral se trata del nombre que se le da a “la capilla que le sirve al templo de parroquia”.
Esta segunda acepción es la que más se ajusta al término aquí utilizado. ↑
- 34 Camarín: En un templo, capilla pequeña, generalmente exenta, donde se rinde culto a una
imagen muy venerada. ↑
- 35 Deán: Canónigo que preside el cabildo de la catedral. ↑
- 36 Atarazana: Depósito. ↑
- 37 Maestrescuela: Dignidad de algunas iglesias catedrales, a cuyo cargo estaba antiguamente
enseñar las ciencias eclesiásticas. ↑
- 38 Banco de un retablo: Parte inferior de un retablo. ↑
- 39 Ático de retablo: Cuerpo superior y de menor anchura del retablo. ↑
- 40 Estigmatizar: Imprimir milagrosamente a alguien las llagas de Cristo. ↑
- 41 Arcediano: Dignidad en las iglesias catedrales. // Eclesiástico al frente de los cabildos42
catedralicios. ↑
- 42 Cabildo: Cuerpo o comunidad de eclesiásticos capitulares43 de una iglesia catedral o colegial.

- 43 Capítulo: Junta que hacen los religiosos y clérigos regulares a determinados tiempos,
conforme a los Estatutos de sus órdenes, para las elecciones de prelados y para otros asuntos. ↑
- 44 Arco tercelete: El que en las bóvedas por arista sube por un lado hasta la mitad del arco
diagonal. ↑
- 45 Árbol de Jessé: Nombre dado por tradición al que se podría considerar como árbol
genealógico de Cristo y que comienza con Jessé, padre de David. ↑
- 46 Tondo: Adorno circular rehundido en un paramento47. ↑
- 47 Paramento: Cada una de las dos caras de una pared. ↑
- 48 Presbítero: Clérigo ordenado de misa. ↑
- 49 Canónigo: Eclesiástico que tiene una canonjía50. ↑
- 50 Canonjía: Prebenda por la que se pertenece al cabildo de iglesia catedral o colegial. ↑
- 51 Fragua: Fogón en que se caldean los metales para forjarlos, avivando el fuego mediante una
corriente horizontal de aire producida por un fuelle o por otro aparato análogo. ↑

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- 52 Altar privilegiado: Altar que tiene concedida indulgencia plenaria53 para las misas que se
celebran en él. ↑
- 53 Indulgencia plenaria: Indulgencia: La que redime una pena en su totalidad. // Indulgencia
plenaria: La que redime una pena en su totalidad. ↑
54 Casetón: Artesón: Elemento constructivo poligonal, cóncavo, moldurado y con adornos, que
dispuesto en serie constituye el artesonado. ↑
- 55 Trece de Córdoba: Así se llamaban los primeros concejales de Córdoba, tomando el nombre de
su número, como después sería veinticuatro por la misma razón. ↑
- 56 Chantre: Dignidad de las iglesias catedrales, a cuyo cargo estaba antiguamente el gobierno
del canto en el coro. ↑
- 57 Rocalla: Decoración disimétrica58 inspirada en el arte chino, que imita contornos de piedras y
de conchas y caracteriza una modalidad del estilo dominante en el reinado de Luis XV de Francia
en la arquitectura, la cerámica y el moblaje. ↑
- 58 Disimétrica: Defectuosa en la simetría. ↑
- 59 Veinticuatro: En algunas ciudades de Andalucía, según el antiguo régimen municipal, alcalde
o concejal de ayuntamiento. ↑
- 60 Manuel Nieto Cumplido: Nacido en Palma del Río (Córdoba) en 1935. Desde 1973, es
canónigo archivero de la Catedral-Mezquita de Córdoba, además de director del Archivo General
del Obispado. Desde 1971, pertenece a la Real Academia de Córdoba. ↑
- 61 Condestable: En la Edad Media, persona que obtenía y ejercía el máximo poder en la milicia.

- 62 Artesonado: Techo, armadura o bóveda formado con artesones63 de madera, piedra u otros
materiales. ↑
- 63 Artesón: Elemento constructivo poligonal, cóncavo, moldurado y con adornos, que dispuesto
en serie constituye el artesonado. ↑
- 64 Pila sacramental: Pieza de piedra, cóncava, con su pedestal de la misma materia, y tapa de
madera, que hay en las iglesias parroquiales para administrar el sacramento del bautismo. ↑
- 65 Racionero: Prebendado66 que tenía ración en una iglesia catedral o colegial. ↑
- 66 Prebendado: Dignidad, canónigo o racionero de alguna iglesia catedral o colegial. ↑
- 67 Estilo manierista: Estilo artístico difundido por Europa en el siglo XVI, caracterizado por la
expresividad y la artificiosidad. ↑
- 68 Canónigo magistral: Prebendado de oficio. Es el predicador propio del cabildo. ↑
- 69 Jurado: Hombre cuyo cargo versaba sobre la provisión de víveres en los ayuntamientos y
concejos. ↑
- 70 Entablamento: Cornisamento. // Conjunto de molduras que coronan un edificio o un orden de
arquitectura. Ordinariamente se compone de arquitrabe71, friso72 y cornisa73. ↑
- 71 Arquitrabe: Parte inferior del entablamento, la cual descansa inmediatamente sobre el capitel
de la columna. ↑
- 72 Friso: Parte del cornisamento que media entre el arquitrabe y la cornisa, donde suelen ponerse
follajes y otros adornos. ↑

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- 73 Cornisa: Coronamiento compuesto de molduras, o cuerpo voladizo con molduras, que sirve de
remate a otro. // Parte superior del cornisamento de un pedestal, edificio o habitación. ↑
- 74 Codicilo: Antiguamente, y hoy en Cataluña, toda disposición de última voluntad que no
contiene la institución del heredero y que puede otorgarse en ausencia de testamento o como
complemento de él. ↑
- 75 Cartela: Ménsula76 a modo de modillón, de más altura que vuelo. ↑
- 76 Ménsula: Miembro de arquitectura perfilado con diversas molduras, que sobresale de un plano
vertical y sirve para recibir o sostener algo. ↑
- 77 Balaustre: Cada una de las columnas pequeñas que con los barandales forman las barandillas
o antepechos de balcones, azoteas, corredores y escaleras. ↑
- 78 Ducado: Moneda de oro que se usó en España hasta fines del siglo XVI, de valor variable. //
Moneda imaginaria equivalente a once reales de vellón, aumentada en una mitad más por la
pragmática de febrero de 1680, y vuelta después a su valor primero. ↑
- 79 Columna salomónica: Columna que tiene el fuste contorneado en espiral. ↑
- 80 Estípite: Pilastra en forma de pirámide truncada, con la base menor hacia abajo. ↑
- 81 Niño de la Guardia: Se llama así al niño asesinado en el municipio toledano de La Guardia
durante la década de 1480. Se acusó a judíos y judeoconversos de haber realizado tal asesinato, a
consecuencia de lo cual fueron quemados varios de ellos. En realidad se cree que dicho crimen no
sucedió y lo que se buscaba era crear un clima favorable a la expulsión del pueblo judío. ↑
- 82 Transverberación de Santa Teresa: Santa Teresa dejó escrito: "Vi a mi lado a un ángel que se
hallaba a mi izquierda, en forma humana. Confieso que no estoy acostumbrada a ver tales cosas,
excepto en muy raras ocasiones. Aunque con frecuencia me acontece ver a los ángeles, se trata de
visiones intelectuales, como las que he referido más arriba… El ángel era de corta estatura y muy
hermoso; su rostro estaba encendido como si fuese uno de los ángeles más altos que son todo
fuego. Debía ser uno de los que llamamos querubines… Llevaba en la mano una larga espada de
oro, cuya punta parecía un ascua encendida. Me parecía que por momentos hundía la espada en mi
corazón y me traspasaba las entrañas y, cuando sacaba la espada, me parecía que las entrañas se
me escapaban con ella y me sentía arder en el más grande amor de Dios. El dolor era tan intenso,
que me hacía gemir, pero al mismo tiempo, la dulcedumbre de aquella pena excesiva era tan
extraordinaria, que no hubiese yo querido verme libre de ella". ↑
- 83 Andalusí: Perteneciente o relativo a Al Ándalus o España musulmana. ↑
- 84 Cadí: Entre turcos y moros, juez que entiende en las causas civiles. ↑
- 85 Idrisíe: Dinastía árabe que gobernó parte del territorio de lo que hoy es Argelia y Marruecos,
desde finales 789 hasta 974. ↑
- 86 Chambelán: Gentilhombre de cámara. ↑
- 87 Apostasía: Abandono de las creencias en que uno ha sido educado. ↑
- 88 Razzia: Incursión, correría en un país enemigo y sin más objeto que el botín. ↑
- 89 Taifa: Cada uno de los reinos en que se dividió la España árabe al disolverse el califato
cordobés. ↑

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DATOS DE INTERES
HORARIOS DE APERTURA/VISITA:
LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
VUELOS: Córdoba cuenta con un aeropuerto, situado a 6 kilómetros de la ciudad, para el tráfico
nacional e internacional en el que pueden operar aeronaves de hasta 80 plazas.
TREN: La ciudad está situada en medio de la línea de alta velocidad que une Madrid con Sevilla,
contando con varios viajes en ambos sentidos a lo largo del día. Además, tiene comunicación con
Málaga, Cádiz y Huelva. En el Sur de la provincia, hay otra línea de ferrocarril que la une con Jaén
y Linares.
METRO:
AUTOBÚS: De la Estación Sur de Madrid salen varios viajes diarios con destino Córdoba y al igual
en sentido contrario.
COCHE: La atraviesan la carretera radial IV que une Madrid con Cádiz y la carretera Nacional que
une Badajoz con Granada. Además hay otras carreteras nacionales que permiten su comunicación
con Málaga y la Costa del Sol al Sur, con Jaén al Este y con Puertollano y Ciudad Real al Norte.
BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- María Dolores Baena Alcántara: “Guía de la Mezquita - Catedral de Córdoba”; Ediciones El
Almendro; ISBN: 84-8005-092-6; Depósito Legal: MA-1084/2006.
- Miguel Sobrino: “Catedrales”; Editorial La Esfera de los Libros, S.L.; ISBN: 978-84-9734-868-3;
Depósito Legal: M.41.118-2010.
- Miguel Salcedo Hierro: “La Mezquita, Catedral de Córdoba: Templo universal, cumbre de arte,
vivero de historias y leyendas”. Obra Social y Cultural de Cajasur, 2000; ISBN: 84-7959-340-7;
Depósito Legal: CO 601-2000.
- María de los Ángeles Jordano Barbudo: Tesis Doctoral “Arquitectura medieval cristiana de
Córdoba”. Universidad Complutense de Madrid. Año 1992.
- Jesús Rivas Carmona (coord.): “Estudios de platería, San Eloy 2006”; Murcia: Universidad de
Murcia, Servicio de Publicaciones, 2006; ISBN: 84-8371-642-9; Depósito Legal: MU-2033-2006.
- Pascual Madoz: “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico (Córdoba)”; AMBITO
EDICIONES, S.A.; ISBN: 84-86074-86-2; Depósito Legal: VA.316-1987.
- Web oficial de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba
- Centro Virtual Cervantes - Mezquita de Córdoba
- Artencórdoba
- DRAE
- El Mundo – Diccionarios

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