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El ajedrez como metáfora

La metodología estructuralista ayudó a los teóricos del ajedrez a


pensar en forma más sistemática en la búsqueda de
instrumentos para el análisis de situaciones estratégicas.
Respecto del lenguaje, mientras a fines del siglo XIX los estudios
se concentraban en su carácter histórico (1) e intentaban
encontrar las lenguas madres, un lingüista suizo,Ferdinand de
Saussure (1857-1913), lanzó la sentencia "La lengua es un sistema de formas
puras". De pronto unapalabra pasó a ser un signo lingüístico cuya especificidad
residía en estar compuesto por un significante o forma y un significado o
contenido.
Se imponía un recorte que demarcaba un nuevo objeto de estudio: la lengua
como sistema de signos en el cual cada unidad definía su lugar por oposición a
las otras. Un signo lingüístico era lo que otro no era.

La metáfora de la lengua juego


Saussure, que pasaría a la posteridad como el padre de la lingüística moderna,
consideró que el mejor paralelo para explicar lo que entendía por el sistema de
la lengua era el juego de ajedrez.
Ya el filósofo y matemático alemán Leibniz (1646-1716), cuando le preguntaron
por la utilidad del ajedrez, sostuvo que " la riqueza de ideas del hombre tiene
su mejor manifestación en el juego".
No sabemos con qué profundidad Saussure conoció el ajedrez, pero no nos
parece casual que recurriera a él como metáfora de una teoría novedosa, que
pretendiese encauzar los estudios lingüísticos aportando rigor y definiciones
precisas.
Para Saussure, en la lengua ocurría naturalmente lo que en el ajedrez se
presentaba artificialmente. De ahí que el milenario juego le sirviese para
metaforizar los principales enunciados en los que se apoyaban sus
investigaciones.
" En ambos juegos estamos ante un sistema de valores y asistimos a sus
modificaciones. En primer lugar, un estado de juego corresponde a un estado
de la lengua. El valor respectivo de las piezas depende de su posición sobre el
tablero, lo mismo que en la lengua cada término tiene su valor por oposición
con todos los demás términos. En segundo lugar, el sistema nunca es más que
momentáneo, varía de una posición a otra. Es que los valores dependen de una
convención inmutable, "la regla del juego", sostuvo Saussure(2).
En el ajedrez un alfil o una Dama no son en sí mismos elementos del juego,
puesto que en su materialidad, fuera de la casilla y prescindiendo de las reglas,
no representan nada para el jugador. Se convierten en elementos reales
cuando se los coloca en el tablero en relación con las demás piezas. Por lo
tanto es dentro del sistema del juego, constituido por el conjunto de las piezas
ubicadas en el tablero, con sus reglas y especificaciones, donde adquiere cada
una su valor, es decir, su particularidad que la diferencia del resto.
Veamos como operan las nociones de valor y forma en el sistema de la lengua
a través de un ejemplo. Tomemos los signos lingüísticos /pata/ y /bata/. Lo que
me permite reconocer un distinto significado no es más que el cambio de una
forma, del fonema(3) /p/ por el /b/. Cada uno de los cuales no tiene ninguna
significación particular, excepto dentro de la lengua donde adquieren un valor
preciso a partir del cual puedo reconocer signos distintos.
Nikolai Troubetskoy (1890-1938), lingüista ruso perteneciente a la Escuela de
Praga, quien lleva a la práctica la teoría de Saussure(4) para el nivel
fonológico(5) de la lengua, indicó que solo son pertinentes los rasgos
distintivos ya que permiten establecer " significaciones intelectuales ", es decir,
distintos significados. Siguiendo con nuestro ejemplo, sólo importan /b/ y /p/
porque me permiten establecer distintos significados dentro del sistema de la
lengua castellana. Y esto es así porque en dicho sistema estos fonemas tienen
un valor distinto. Fuera del sistema de la lengua /p/ y /b/ no son nada.

Sin reglas no hay partida


Ludwing Wittgenstein (1889-1951), filósofo vienés neoempirista que se dedicó al
estudio del lenguaje, retomó la metáfora Saussereana para explicar que es una
palabra, relacionándola con la pieza de ajedrez. Para comparar ambos sistemas
destacó su fuerte base normativa, es decir, la importancia capital de las reglas
que rigen tanto los movimientos del tablero como el uso de las palabras.
Dice Wittgenstein: " Si para explicarle a alguien la función que desarrolla el rey
en el ajedrez le dijera - este es el rey -, mi interlocutor se quedaría como
estaba. Esta información sola sería válida para una persona que ya conociera
perfectamente la reglamentación del juego pero ignorara el aspecto físico del
rey. El ajedrez es un juego cerrado que tiene sus reglas definidas al igual que
la lengua". Aquí Wittgenstein está destacando que la forma nada sería sin el
valor, el cual define su especificidad. Valor y forma son solidarios, y ambos se
supeditan a las reglas que rigen el sistema.
En la cita transcripta de Saussure se señala que la regla es un valor inmutable.
¿En que sentido?, Podríamos preguntarnos. En el sentido que si modifico una
regla se producirá un reordenamiento en todo el sistema y un cambio en el
valor de las unidades que lo componen. Por lo tanto, del estudio de una lengua
en un momento se obtendrán las reglas que determinan su funcionamiento, las
cuales estarán en consonancia con el valor de cada uno de los signos
lingüísticos presentes en ese estado de lengua. En este punto podemos
encontrar un elemento que diferencia el sistema de la lengua del ajedrez, en
tanto las reglas de este último parecieran estar dadas de una vez y para
siempre. Sin embargo si se piensa una regla como el elemento al cual se
supedita una partida de ajedrez para ser coherente y legible, prescindiendo de
la coordenada temporal, se vuelve a activar la comparación. En el sistema de
la lengua, ésta ve en cada momento limitada la posibilidad combinatoria por
las reglas de la gramática para producir enunciados comprensibles.

Ante todo, valor!


Ahora pongamos un ejemplo para explicar la importancia capital que tiene la
noción de valor en la conformación de la unidad del sistema de la lengua y su
interacción con las reglas. Podría suceder que en algún momento los
fonemas /p/ y /b/ se asimilaran en un solo, por ejemplo en /p/ y que entonces
ya no se pudieran distinguir significados. En ese caso, el lugar que antes
tenía /b/ pasaría a ocuparlo algún otro fonema, puesto que el sistema siempre
tiende a restablecer su equilibrio.
Para el ajedrez podemos pensar que si los movimientos del caballo se
asimilaran a los del alfil se debería introducir otra pieza que realizara los
movimientos del caballo para posibilitar el funcionamiento completo del
sistema. Es interesante notar que la necesidad de un reordenamiento que
restituya todos los movimientos, tanto en la lengua como en el ajedrez, sólo
esta determinada por las reglas. Para la versión occidental del ajedrez, las
mismas se fijaron hace 500 años y hoy siguen vigentes en todo el mundo.
Es distinto el caso de la ausencia de una pieza o de un signo lingüístico como
posibilidad prevista por el mismo sistema. En una partida de ajedrez cuando se
come una pieza lo que se produce es una disminución de la capacidad
operatoria del juego, se restringen las posibilidades de movimiento pero no
varían los valores de las piezas, ya que se está siempre dentro del mismo
sistema de reglas, el cual prevé la distinción de piezas hasta un mínimo - rey y
peón versus rey - para poder seguir jugando y dar jaque mate.
En el sistema de la lengua también se da el caso de un mínimo y un máximo
de términos para que un enunciado sea gramatical. Es correcto decir "La mujer
permanece en la casa" pero no, " la mujer permanece ", ya que este último
enunciado es agramatical. Este caso responde a la regla que fija el español
para los verbos copulativos, como permanecer, que exigen un predicado
obligatorio.

Escritores famosos
No sólo desde la lingüística se ha puesto de relieve la fundamental importancia
de la forma para determinar los valores de las unidades del sistema. Otro tanto
ha hecho la literatura - uno de los discursos posibles de la lengua - como
receptora y productora de formas.
El escritor argentino Jorge Luis Borges señaló la relevancia de la forma en uno de
sus sonetos dedicados al ajedrez del que citamos los dos cuartetos:

En su grave rincón, los jugadores


Rigen las lentas piezas. El tablero
Los demora hasta el alba en su severo
Ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
Las formas: torre homérica, ligero
Caballo, armada reina, rey postrero,
Oblicuo alfil y peones agresores.

Dentro de una estructura métrica, el soneto, con sus reglas rigurosas que
condicionan la cantidad de sílabas y, por lo tanto, restringen el caudal de
términos a emplear, Borges logró, a través de una adjetivación impecable y
precisa, describir las formas que componen el juego del ajedrez mediante las
posibilidades que le ofrecía la lengua poética, en particular, y el castellano, en
general.
Quien no se privó tampoco de introducir el ajedrez en la lengua y en la
literatura fue el ruso Vladimir Nobokov, autor de "Lolita", para quien, "los
problemas de ajedrez exigen del compositor las mismas cualidades que
caracterizan cualquier otra actividad artística". El ajedrez ingresó a su obra de
dos maneras. Una, como tema al cual llegó a dedicarle todo un libro. Nobokov
no sólo fue un consumado ajedrecista, también supo penetrar en las
profundidades de la psicología del jugador de ajedrez con mucha lucidez. Su
novela " La Defensa" (traducción española) es la historia de un campeón de
ajedrez cuyas motivaciones vitales, tanto conscientes como inconscientes, son
reflejo de su pasión incontrolable por el juego-ciencia, encontrándose atrapado
en un laberinto en el que no encuentra la salida y que lo conduce lentamente a
la autodestrucción. Podemos pensar en ejemplos notables de ajedrecistas
como el genial Robert Fischer, nacido en 1943, que llegó a campeón del mundo
en 1972, cuya personalidad bien podría asimilarse a la del protagonista de la
narración. La otra manera en que Nobokov introdujo el ajedrez en su obra fue a
través del juego frecuente con el lenguaje, mediante las posibilidades
gramaticales y léxicas que le ofrecieron las lenguas en las que escribió.

Un orden, una estética


Johan Huizinga (1872 - 1945), uno de los principales teóricos sobre el juego,
escribió en su libro " Homo Ludens ": "El juego exige un orden absoluto. La
desviación más pequeña estropea todo el juego, le hace perder su carácter y lo
anula. Esta conexión intima con el aspecto de orden es, acaso, el motivo de
porqué el juego de ajedrez parece gravitar en gran parte dentro del campo
estético".
Es interesante señalar la coincidencia con Nabokov, ya que ambos parecían ver
en el terreno artístico un reflejo del orden que rige el sistema de un juego
altamente normativo como el ajedrez.
Otro escritor, el francés Paul Valery (1871-1945), de quien Jorge Luis Borges
supo decir, ". prefirió siempre los lúcidos placeres del pensamiento y las
secretas aventuras del orden", entendía la poesía como un proceso de
construcción siempre inacabado. Su concepción sublime del arte se traducía en
exigir a las palabras el contenido preciso. Así el ajedrez en el que queda
excluido el azar, le despertaba pasión. Solía alentar a que los jugadores de
ajedrez trasladaran sus capacidades intelectuales a otras artes como las letras
y la filosofía: " ya que realizan muchas más combinaciones que casi todos los
autores literarios", sostenía.
Consideramos importante volver a la observación de Huizinga sobre la
repercusión que tiene el juego de ajedrez en el orden estético. Pero la sola
introducción a la relación de dicho juego con otras disciplinas artísticas
excedería con creces los alcances del presente artículo y por eso nos limitamos
sólo a la literatura. Sin embargo no queremos dejar de mencionar al artista
plástico Marcel Duchamp (1887-1968), referente inequívoco de las vanguardias
europeas de la primera posguerra, quien llegó a conclusiones similares a las de
Valéry, a pesar de que las estéticas que cada uno propugnaba se enfrentaban
punto a punto. Creo en el hecho de que todo ajedrecista experimenta una
mezcla de dos deleites estéticos: primero, la imagen abstracta, unida a la
imagen poética al escribir; segundo el placer sensual de la ejecución
ideográfica de esta imagen en el tablero...Aun cuando no todos los artistas son
ajedrecistas, todos los ajedrecistas son artistas", reflexionó Duchamp.
Retomando la relación de la lengua y la literatura con el ajedrez, consideramos
que una de las mejores síntesis de las similitudes entre ambos sistemas, la
lengua -con sus posibilidades combinatorias que alcanzan su máximo
despliegue dentro del campo de la literatura - y el ajedrez -con su posibilidad
de trasladar las reglas del dicho juego a otras artes -, es la siguiente reflexión
de Nobokov: " Los problemas son la poesía del ajedrez ". Que puede ser el
punto de partida, o de llegada, para una partida de ajedrez o para un
enunciado.

Notas
1) Los estudios sobre el lenguaje previos a Saussure se centraban en el
aspecto histórico de las lenguas, en su origen y evolución.
2) La cita se encuentra en el ya clásico " Curso de Lingüística General " (1916).
Este libro de edición póstuma, recopila una serie de clases que dictó Saussure,
de acuerdo con los apuntes de dos de sus alumnos que los recogieron y
publicaron.
3) Un fonema es una unidad mínima que en el sistema de una lengua permite
un contraste significativo cuya materialización se da mediante un sonido.
4) Troubetskoy redefine la noción Saussereana de "valor" en términos de
"función". Es por eso que se inscribe, dentro del estructuralismo, en la línea de
los funcionalistas.
5) Los estructuralistas dividen la lengua en niveles. El nivel fonológico estudia
los fonos que son la representación abstracta de los fonemas 

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