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EL TEXTO BÍBLICO

CRÍTICA TEXTUAL DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Crítica Textual del Antiguo Testamento

Antes del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en 1947, y aun desde
entonces, la crítica textual del Antiguo Testamento se ha visto en
dificultades por la escasez de manuscritos para hacer comparaciones. Sin
embargo, son varios los materiales que se emplean:

(1) Diversos textos hebreos


Los textos hebreos son pocos y mayormente recientes. Antes de descubrirse
los Rollos del Mar Muerto, los más antiguos eran de los siglos IX al XI d.
C. La Biblia hebrea de estudio más usada - la tercera ed. de la Biblia
Hebraica, editada en Alemania por Rodolfo Kittel-, se basa en el Códice de
Leningrado, B19ª, terminado en el año 1008 d. C.

En la nueva edición de esta Biblia (1978), denominada Biblia Hebraica


Stuttgartensia o BHS, editada por Karl Elliger, el aparato crítico (es decir las
notas donde se comparan las variantes que aparecen en los diferentes
manuscritos) fue enteramente revisado y puesto al día, incluyéndose la
evidencia de los Rollos del Mar Muerto y de otros hallazgos. Sin embargo, el
texto hebreo sigue siendo mayormente una reproducción del Códice de
Leningrado. Este códice es uno de varios manuscritos hebreos importantes
asociados con la familia de ben Aser, famosa familia judía de eruditos
masoréticos en Tiberias durante cinco generaciones.

Los masoretas (palabra que deriva de una raíz aramea que signífica
transmitir", "entregar") fueron los custodios del texto hebreo tradicional
desde el siglo VI hasta el siglo XI d.C. Inventaron un sistema de vocalización
para el texto hebreo, que hasta ese momento se escribía sin vocales, y
establecieron reglas para la transmisión fiel del texto bíblico tal como existía
en su tiempo. Por esto el texto hebreo estándar se conoce como texto
masorético (TM).

Existen otros cuatro manuscritos hebreos que contienen el texto de ben


Aser.

1. El más antiguo de éstos es el Códice de El Cairo, que contiene los


profetas anteriores (denominación judía, que abarca desde Josué hasta
Reyes), y los profetas posteriores (denominación judía para los
profetas mayores y menores, excepto Daniel), escrito por Moisés, ben
Aser y fechado en el año 895 d. C.
2. El Códice de Leningrado de los profetas posteriores está fechado en el
año 916 d.C.
3. El Códice del Museo Británico (Oriental 4445) es un manuscrito
incompleto del Pentateuco, fechado en el año 950 d. C.
4. El Códice de Alepo (así llamado porque durante siglos se conservó en
esa ciudad de Siria), que originalmente contenía todo el AT, pero que
ahora está incompleto, se considera como el más precioso de todos.
Este códice, corregido y puntuado por Aarón ben Aser en el año 930 d.
C. es la base de una nueva edición crítica de la Biblia hebrea publicada
en Jerusalén. En nuestros días, este manuscrito es designado
generalmente como Kéter Aram Tzová (Kéter “corona” y Aram Tzová
es el antiguo nombre hebreo de Alepo).

Estos manuscritos representan la culminación del trabajo de los escribas


hebreos pero la fecha de su escritura dista muchos siglos del momento
cuando los autores de la Biblia hebrea los escribieron.

¿Por qué son relativamente recientes los manuscritos hebreos


existentes?

Son dos las explicaciones principales de este fenómeno. En primer lugar, a


través de los siglos las guerras y la persecución casi lograron destruir por
completo estos antiguos documentos, y por otra parte, la costumbre judía
establecida era de enterrar los anteriores manuscritos para proteger de
profanación el nombre de Dios. Cuando un manuscrito estaba viejo, lo
ponían en la geniza ("escondite"), un cuarto de la sinagoga situado en el
sótano o en el altillo, pero siempre escondido. Cuando la geniza se llenaba,
todos los manuscritos se enterraban en una gran ceremonia. Se permitía así
que la naturaleza destruyera los manuscritos. Por estas dos razones son
pocos los manuscritos hebreos antiguos los que se han descubierto.

Sin embargo, a pesar de que los manuscritos hebreos que existen son
relativamente recientes, hay razón para creer que representan con precisión
el texto básico de las Escrituras hebreas escritas por sus autores originales.
Esta confianza se basa en lo que se sabe del método de trabajo de los
escribas.

En Soferim, tratado menor del Talmud babilónico, en cuyos 21 capítulos se


dan instrucciones precisas sobre la copia de MSS, se detallan los materiales
que debían usarse, el tamaño de las columnas, de los espacios y de las
letras; la forma de escribir los nombres de Dios, la ordenación de las letras y
la reverencia con que debían tratarse los MSS de la Torah. No debía
cambiarse ni una letra, aunque se supiera que era un error de ortografía. Ni
una letra debía copiarse de memoria, para que no hubiera alguna posibilidad
de error.

(2) El Pentateuco samaritano


Esta es una fuente de la cual dispone el erudito textual para comparar con el
texto tradicional de los manuscritos hebreos. El Pentateuco samaritano es
una versión del AT, escrita en hebreo entre los siglos V al II a. C., pero con
letras diferentes a las que usaban los judíos. Este texto samaritano fue
reproducido copia tras copia a través de los siglos, totalmente aparte del
texto hebreo tradicional de los judíos. Es interesante comparar los dos textos
para ver las diferencias que se produjeron a través de los siglos. Sin
embargo, no es de gran utilidad para demostrar las desviaciones del texto
masorético del original, porque no es clara la historia de la transmisión del
texto samaritano y porque ninguno de los manuscritos samaritanos
estudiados es anterior al siglo X d. C. Hay como 6.000 diferencias entre el
texto masorético y el Pentateuco samaritano. La mayor parte son
insignificantes: detalles de ortografía o gramática. Algunas variantes
importantes tienden a confirmar la posición samaritana de que Dios mandó
adorar en el monte Gerizim y no en Jerusalén (Juan 4:20). En unas 1.600
diferencias, el Pentateuco samaritano se parece más a la Septuaginta que al
texto masorético.

(3) La Septuaginta
La versión más antigua y más importante del AT es la traducción griega
conocida como versión de los Setenta o Septuaginta. Este nombre le fue
dado porque la tradición que aparece en la carta de Aristeas afirma que
fueron 72 los ancianos que tradujeron el AT al griego; Josefo dice que
demoraron 72 días.

La palabra septuaginta es latina y significa "setenta". El nombre de


esta versión con frecuencia se abrevia con letras romanas:
LXX. Estrictamente hablando el nombre se aplica al Pentateuco, que
probablemente fue lo que se tradujo al griego en 72 días en el siglo III
a. C., para satisfacer las necesidades religiosas de un gran número de
judíos radicados en Egipto, pero que hablaban griego. Sin embargo, la
traducción de todo el AT debe haberse completado alrededor del siglo
II a. C.

En tiempos de Orígenes (186-253/254 d. C.), la palabra "Septuaginta" ya


era la designación habitual del AT en griego. En Qumrán se encontraron
fragmentos de la Septuaginta del primer siglo a. C. y del primer siglo d. C.
Hay también diversos papiros y fragmentos de papiros que contienen
pasajes de la LXX, y se han fechado como provenientes de los siglos II al IV
d. C.

Los códices Vaticano y Sinaítico, ambos del siglo IV d. C. contienen en


el AT la versión de los Setenta.

Es evidente, entonces, que los manuscritos que hoy tenemos de la


Septuaginta, son mucho más antiguos que los manuscritos hebreos en los
cuales se basa la Biblia hebrea. Y aún más: la Septuaginta se tradujo antes
de que se definiera el texto hebreo alrededor del siglo I d. C.; por lo tanto,
es una ayuda importante para indicar cuál pudo haber sido el texto bíblico
antes de que los masoretas hicieran su trabajo. Sin embargo, el uso de la
antigua versión griega para el estudio del texto no deja de tener problemas
y limitaciones. La calidad de la traducción varía desde la traducción
totalmente literal hasta la paráfrasis.

Cuando en la versión se encuentra un texto diferente al que aparece


en la Biblia hebrea, debe determinarse si la divergencia es el resultado
de una paráfrasis libre o de un texto diferente en el original hebreo. Si
se ve que es una diferencia debido a un texto diferente, debe entonces
determinarse si el texto de la versión es superior al que aparece en el
TM.

(4) Otras versiones griegas


En el siglo II a. C. aparecieron tres traducciones griegas rivales:

(1) La traducción de Aquila intentó reproducir una versión


escrupulosamente fiel al texto hebreo. Se reprodujo cada detalle del
hebreo en el griego, hasta el punto de traducir siempre una palabra
hebrea con la misma palabra griega, sin importar cual pudiera ser
el contexto. El resultado fue una versión áspera y pedante, muchas
veces imposible de entender para quien no conocía el hebreo. Esta
traducción fue la versión griega aceptada por los judíos.

(2) La traducción de Teodoción era similar a la Septuaginta, tanto


en estilo como en sentido, y se convirtió en la versión preferida de
los cristianos. Su traducción del libro de Daniel fue de tal modo
preferida a la de la LXX, que en los códices Vaticano y Alejandrino,
dos importantes MSS del AT griego, el texto del libro mencionado
aparece en la versión de Teodoción y no en la de los LXX.

(3) La traducción de Símaco presentaba un buen idioma griego. Fue


recomendada por Jerónimo porque reproducía con precisión el
sentido del hebreo. Desafortunadamente sólo se conservan
fragmentos de esta versión.

(5) La Hexapla

Fue una edición séxtuple del AT, producida por Orígenes (185-254 d. C.),
quien colocó el texto hebreo y las versiones griegas en seis columnas
paralelas.

En la primera columna estaba el texto hebreo en letras hebreas;


en la segunda aparecía el texto hebreo transliterado al alfabeto
griego;
en la tercera aparecía la versión griega de Aquila;
en la cuarta, la versión de Símaco;
en la quinta, la edición de Orígenes de la LXX;
y en la sexta, la versión griega de
Teodoción.

Puesto que se trataba de una obra monumental nunca se hizo una copia
completa. Como resultado sólo se conservan copias posteriores de pequeñas
partes de esta gigantesca obra.

(6) La Peshito siríaca


Los cristianos ya poseían una traducción del AT en el idioma siríaco en el
siglo III d. C. Si bien esta traducción ha estado siempre en manos de
cristianos, muestra influencias judías tan fuertes que algunos eruditos
afirman que gran parte de esta traducción debe ser de origen judío. Otros
han explicado que el elemento judío es fuerte por causa del origen judío de
los cristianos. No importa cuál sea la explicación que se dé a este fenómeno,
hay pasajes que son solo transliteraciones del arameo occidental al alfabeto
siríaco.
Esta versión, la Peshito, palabra que significa "simple", muestra los
efectos de revisiones posteriores hechas en base a la Septuaginta. Hay
manuscritos de esta versión que datan del siglo V d. C.; sin embargo,
para los fines de la crítica textual, la Peshito del AT debe usarse con
cautela. Su texto concuerda básicamente con el texto masorético.

En los pasajes en los cuales la Peshito y la Septuaginta concuerdan


entre sí y difieren del hebreo, debe considerarse la posibilidad de que
se modificó la traducción siríaca usando el griego, y que, por lo tanto,
la versión siríaca posiblemente no constituya un testimonio
independiente.

(7) La Vulgata latina


La Vulgata fue preparada por Jerónimo por indicación del papa Dámaso,
quien le pidió que corrigiera la antigua versión latina de la Biblia. Pasó varios
años, aproximadamente desde el 389 al 405 d. C., haciendo una nueva
traducción del AT directamente del hebreo. Su traducción, que llegó a
conocerse como la Vulgata, palabra que significa "popular", es la versión
católica oficial latina de la Biblia.

Jerónimo procuró ser fiel al texto hebreo que tenía; sin embargo, la
Vulgata tiene varias desventajas para el trabajo de la crítica textual.
Una de ellas es la libertad con que tradujo Jerónimo. Tenía el decidido
propósito de producir una traducción en buen latín, y por lo tanto la
Vulgata no es una traducción literal. Por esto, con frecuencia es difícil
determinar con precisión el texto hebreo del cual se tradujo.
Por otra parte, la versión fue hecha después que se uniformó el texto
hebreo. Por lo tanto, en los pasajes en donde se puede reconocer cuál
fue el texto hebreo traducido por Jerónimo, éste generalmente
concuerda con el texto hebreo que hoy se conoce; y en aquellos
pasajes en donde difiere, debe reconocerse la probabilidad de que el
texto haya recibido la influencia, directa o indirecta, de la Septuaginta.

(8) Los tárgumes arameos


Así como los judíos del mundo romano fuera de Palestina llegaron a sentir la
necesidad de una traducción griega del Antiguo Testamento, así también
muchos judíos en Palestina - en los siglos posteriores al exilio - se dieron
cuenta que no podían entender la Biblia en hebreo y que necesitaban una
traducción al arameo. Movidos por sus tendencias más conservadoras,
durante siglos se abstuvieron de hacer esta traducción, pero sí dependían de
traducciones orales de los pasajes bíblicos que eran leídos durante los
servicios sabáticos en las sinagogas. Después de que un pasaje era leído en
hebreo, se lo traducía al arameo. Esas traducciones orales quizá comenzaron
a escribirse antes del tiempo de Jesús, y con toda certeza en el siglo I d. C.
Se las conoce como tárgumes o sea "interpretaciones".

Puesto que éstas son pruebas documentales del carácter del texto
hebreo que se traducía, los targumes tienen cierto valor en el estudio
textual del Antiguo Testamento. También son importantes porque con
frecuencia revelan cuáles pasajes del Antiguo Testamento eran
considerados por los judíos como profecías mesiánicas, ya que los
targumes no sólo consisten de traducciones sino también de paráfrasis
y comentarios. En esta forma revelan cómo interpretaban los judíos
hace 15 ó más siglos ciertos textos que no pueden ser entendidos
fácilmente por el texto hebreo existente.

Los targumes más antiguos quizá fueron los que tratan de la Torah o los
cinco libros del Pentateuco.

El targum mejor conocido acerca del Pentateuco es el de Onkelos, o


Targum Babilónico. Onkelos, tradicionalmente considerado como el
autor de este targum, frecuentemente es identificado con Aquila, el
famoso alumno del rabino Akiba. Aquila es autor de una traducción
muy literal del Antiguo Testamento al griego. El targum de Onkelos
también es sumamente literal, aunque contiene algunas secciones que
son parafraseadas. Aunque está en duda su verdadera paternidad
literaria, parece que originalmente fue escrito en Palestina y editado
más tarde en Babilonia.

Otro targum del Pentateuco que es bien conocido es el del Seudo-


Jonatán, llamado así porque se le atribuyó erróneamente a Jonatán
ben Uzziel, el más distinguido alumno de Hillel; y también se le da el
nombre de Yerushalmi I, pues fue compuesto en Palestina quizá
después del siglo VII. Es una traducción con mucha paráfrasis que
introduce varias ideas legales y filosóficas.

Otro targum palestino parafrástico del Pentateuco es el Yerushalmi II,


también llamado Targum Fragmentario porque sólo se han conservado
porciones de él.
El targum de los profetas que mejor se conserva lleva el nombre de
Jonatán, pero los eruditos han encontrado evidencias de que fue
preparado en Babilonia por el rabino José en el siglo IV d. C.

Los targumes de los "escritos" - la tercera sección de la Biblia hebrea -


aparecieron mucho más tarde. Parece que nunca se escribieron tárgumes de
los libros de Daniel, Esdras y Nehemías.

Un ejemplo de la libertad que se tomaron los autores de los targumes puede


verse en el targum de Jonatán en Jer. 10:11. Este pasaje está en arameo en
las Biblias hebreas más antiguas; por lo tanto no habría necesitado
traducirse. Sin embargo, en vez de las diez palabras que tiene el versículo
en el arameo bíblico, en el targum hay 57 palabras.

(9) Los Rollos del Mar Muerto


El sensacional descubrimiento de los famosos Rollos del Mar Muerto en 1947
revolucionó la crítica textual del AT. En ese tiempo ningún estudioso del AT
tenía la menor esperanza de que alguna vez se encontraran manuscritos de
la Biblia hebrea anteriores al período de los masoretas. Por eso, cuando
fueron hallados los mencionados manuscritos, muchos eruditos tuvieron
dificultad en aceptar que eran genuinos, o que si lo eran, fueran tan
antiguos como parecían serlo.

Sin embargo, los descubrimientos posteriores han proporcionado una


evidencia irrefutable, tanto arqueológica como paleográfica, de que estos
textos hebreos son siglos más antiguos que los manuscritos que antes se
conocían. Decenas de miles de fragmentos de manuscritos, tanto bíblicos
como seculares, se encontraron en varias cuevas en los alrededores de
Khirbet Qumrán. La mayor colección se descubrió en la cueva número 4, en
el año 1952. Había allí miles de fragmentos de unos 480 rollos, de los cuales
100 eran bíblicos, con partes de todos los libros de la Biblia hebrea salvo el
libro de Ester. La excavación de las ruinas de Khirbet Qumrán a partir de
1951, que duró varios años, trajo a la luz el centro comunitario de la secta
religiosa judía de los esenios, y mostró claramente su conexión con los
descubrimientos hechos en las cuevas.

Las cuevas de Wadi Murabba'at, a unos 20 km al sudoeste de Qumrán,


proporcionaron documentos dejados allí por los judíos que participaron en la
revuelta de Barcoquebas entre los años 132 y 135 d. C., algunos de ellos
con fecha. Entre los materiales bíblicos descubiertos allí había un rollo de los
profetas menores (desde Joel hasta comienzos de Zacarías), fechado en el
siglo II d. C., lo cual es muy valioso.

Los Rollos de Qumrán de la Biblia hebrea se remontan al período cuando


todavía la Biblia hebrea no había sido unificada; esto ocurrió a fines del
primer siglo d. C. Sin embargo, la mayoría de estos rollos concuerdan
sustancialmente con las palabras de la Biblia hebrea recibida por medio de
los masoretas. Por lo tanto, los Rollos del Mar Muerto proporcionan un
testimonio convincente de la precisión general en la transmisión del texto
hebreo. El estudio de estos documentos ha convencido a los eruditos de que
el texto sagrado debe tratarse con mucho mayor respeto que el que había
recibido de parte de la comunidad erudita durante los dos siglos anteriores.

El gran rollo de Isaías ( IQIsa) , hallado en la cueva número 1, contiene


miles de variaciones con respecto al texto masorético, pero la gran mayoría
de estas variaciones no afectan para nada el sentido. Son más bien
diferencias de ortografía, formas gramaticales y terminaciones. Entre las
variantes que tienen que ver con el significado, la mayoría parecen ser el
resultado de evidentes errores de copia. El rollo no fue escrito con la
cuidadosa precisión de los escribas profesionales judíos del período
posterior. Al parecer, se trata más bien de un manuscrito popular, preparado
por aficionados.

Si se descarta este tipo de variantes, el texto de IQIsa concuerda


notablemente con el texto tradicional. Millar Burrows, quien preparó el
manuscrito para la publicación, consideró que este hecho era la
característica más notable del rollo. Burrows consideró que la segunda
característica notable del rollo era que en algunos puntos aparecían
variantes superiores, a pesar de que el manuscrito no había sido muy bien
copiado. Desde entonces los traductores de la Biblia han debido tomar en
cuenta estas variantes.

En las versiones españolas de la Biblia hechas desde el hallazgo de los


Rollos del Mar Muerto, también se han introducido, especialmente en
el libro de Isaías, modificaciones basadas en el texto de esos
manuscritos. Esto se observa en la BJ, en la NC y en la VP.

Por ejemplo:
Cap. 3: 24:
La RVA dice "quemadura en lugar de la hermosura",
La NC dice, "en vez de hermosura, vergüenza";

Cap. 14 :4:
La RVA dice "codiciosa de oro",
La VP dice "arrogancia".

Cap. 21: 8:
La RVA dice "león";
La BJ, "vigía";

Cap. 45: 2:
La RVA dice "rodeos enderezaré";
La VP, "derribaré alturas";
La BJ dice "allanaré las pendientes".

Otros ejemplos pueden apreciarse en Isaias 15:9; 23:2; 33:8; 49:24;


37:25.

Cabe señalar que en varios de los casos cuando había diferencia entre
el texto masorético y el texto de los Rollos del Mar Muerto, una o más
de las antiguas versiones concordaba con el texto de los rollos. Se ha
interpretado que esto significaría que las versiones tuvieron un original
más parecido al de los Rollos del Mar Muerto que al texto masorético.

La copia parcial de Isaías, que tiene la mayor parte de Isa. 41-66,


denominada 1QIsb, también se encontró en la cueva número 1. Es una
copia hecha con mayor precisión, y al mismo tiempo tiene menos
diferencias, y diferencias de menor importancia con respecto al texto
masorético. La variante más importante que contiene es una que
concuerda con 1QISa y con la LXX, según la cual se añade en Isaias
53:11 la palabra "luz". La BJ traduce acertadamente: "verá luz, se
saciará".

De la cueva número 4 se recuperaron fragmentos de aproximadamente una


docena de otros manuscritos de Isaías, entre los cuales se encontraban dos
comentarios (llamado pesher en hebreo). El texto de estos fragmentos se
acerca mucho al hebreo tradicional. Estos manuscritos de Isaías dan
evidencia de la antigüedad de la tradición textual transmitida por la Biblia
hebrea que hoy se conoce.

Por mucha revisión o alteración que se haya hecho en el siglo I d. C., no se


observa modificación significativa en las consonantes del texto. Los Rollos
del Mar Muerto confirman la precisión del texto hebreo.

La mayoría de las copias de otros libros del AT también se parecen al texto


hebreo masorético. Aunque algunos de los fragmentos de los quince
diferentes manuscritos del Génesis rezan en forma similar a la del hebreo del
cual debe haberse traducido la versión de los LXX, en general, apoyan el
texto tradicional hebreo.

Los manuscritos del resto de los libros del Pentateuco representan tres
diferentes tipos de texto. La mayoría se parecen al texto masorético. Pero
entre los quince manuscritos de Éxodo que se conocen, uno (4QExa)
contiene un tipo de texto que se asemeja mucho al que debe haberse
traducido para la versión LXX. Lo mismo ocurre con un fragmento que
contiene Deut. 23: 41-43 (4QDeutb).

No se conocía antes ningún manuscrito hebreo que tuviera las


características de la LXX. Un manuscrito de Éxodo (4Qpaleo Exm), del
siglo II a. C., escrito en caracteres hebreos antiguos, representa a un
texto similar al del Pentateuco samaritano. De este manuscrito se han
conservado aproximadamente cuarenta columnas de texto; en parte
de él se observan los mismos añadidos y explicaciones característicos
de los pasajes paralelos del Pentateuco samaritano. Sin embargo, no
hay evidencia de que este manuscrito contenga los trozos de tendencia
sectaria en que se apoyan las doctrinas samaritanos. Asimismo, los
fragmentos considerables de un manuscrito de Números (4Qnumb)
contienen las añadiduras halladas en el Pentateuco samaritano; pero
también se encuentran en esos fragmentos pasajes que concuerdan
con la LXX.

Por lo tanto, se puede ver que en estos manuscritos hay evidencia de tres
líneas de transmisión: la protomasorética, la del texto del cual se tradujo la
LXX y la protosamaritana.

Por mucho tiempo se ha reconocido que el texto hebreo de los libros de


Samuel presenta numerosos problemas textuales. Parece que en el proceso
de la transmisión, el texto hebreo de estos libros sufrió sobre todo por causa
de omisiones accidentales. La LXX con frecuencia contiene lo que
evidentemente es el griego equivalente a la parte que falta. Por lo tanto, el
descubrimiento de fragmentos de tres manuscritos (4QSama,b,c) es de gran
importancia. Sobre todo, es significativo el manuscrito de 4QSamb fechado a
fines del siglo III a. C., y del cual se han conservado importantes partes del
texto.

Con referencia a estos manuscritos, el profesor Frank Cross, hijo, quien


publicó los MSS de 4QSama y 4QSamb afirma: "El texto de Samuel que
contienen los tres rollos de la cueva número 4, difiere mucho de la
tradicional Biblia masorética. Sistemáticamente sigue el texto de la LXX de
Samuel" (The Ancient Library of Qumran, p. 179). Además, señala que el
texto de 4QSamb conserva en algunos casos un texto que es superior, tanto
a la LXX como al texto masorético. Luego señala la importancia de este
hecho para la crítica textual de los libros históricos del AT:
"Estos manuscritos establecieron de una vez por todas, que en los
libros históricos los traductores de la LXX reprodujeron fielmente y en
forma muy literal el original hebreo. Y esto significa que la LXX de los
libros históricos debe resucitarse como herramienta primaria del crítico
del AT. Esto implica repudiar buena parte de la teoría y del método de
crítica textual que se construyó y se aplicó al texto hebreo de Samuel
en la última generación de eruditos" (Id., p. 180).

En seguida añade que esto no significa que el texto de la LXX sea


necesariamente superior al del hebreo tradicional. Cada pasaje debe
estudiarse en forma individual, y evaluarse con muchísimo cuidado. Cada
uno debe considerarse en base de sus propios méritos.

Lo que hoy se sabe en cuanto a la crítica textual y a la transmisión del texto


del AT, obliga cada vez más a respetar la integridad del texto hebreo que
hemos recibido. No es posible sugerir, como lo han hecho tan libremente
algunos eruditos, que las dificultades de interpretación se solucionan con
enmiendas del texto o la fabricación de un "texto conjetural". Podemos estar
seguros de que los cambios que ha sufrido el texto del AT en los últimos dos
mil años no han modificado para nada su sentido. La confianza del cristiano
conservador en el texto bíblico ha sido vindicada.
CRÍTICA TEXTUAL DEL NUEVO TESTAMENTO

Cuando se comparan con los relativamente escasos materiales relacionados


con el texto del AT, los miles de manuscritos del NT que se conocen
presentan abundantes fuentes para hacer la crítica textual. Por lo tanto, la
crítica del texto del NT ha sido sumamente provechosa, y en un grado
notable ha logrado determinar cuál fue probablemente la redacción original
de los textos apostólicos. El que se haya establecido por medio de la baja
crítica o crítica textual un texto griego digno de confianza, ha hecho posible
un estudio científico del idioma del NT, lo cual, a su vez, ha sido un factor
importante que ha llevado a los eruditos en el último siglo a retractarse de la
posición extremada que afirmaba que la mayor parte del NT era
postapostólica.

Los manuscritos del Nuevo Testamento


Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos unos 14 siglos antes de que
se inventara la imprenta en el mundo occidental. El único método de
reproducir la Biblia fue, durante largos siglos, copiar su texto a mano. Todos
los manuscritos originales de las Escrituras se han perdido, por lo tanto, el
Nuevo Testamento que ahora tenemos es hecho a base de copias, las más
antiguas de las cuales se escribieron muchos años después de la muerte de
sus autores originales. Es casi seguro que ninguna de las copias que existen
fue hecha de los escritos originales, sino de otras copias; y en el proceso de
recopiar las Escrituras durante siglos, en manuscritos posteriores de la Biblia
se filtraron algunos errores de copia.
La exactitud de las obras impresas se puede comprobar si se dispone de los
manuscritos originales del autor; se pueden hacer cambios o correcciones
cuando se publica una nueva edición, y esos cambios se ven fácilmente
comparando todas las ediciones. Pero el proceso es diferente cuando se trata
de obras que durante siglos han sido escritas a mano y no tenemos los
manuscritos originales. En este caso se necesita, con frecuencia, una
laboriosa comparación científica antes de que el erudito pueda pensar que
probablemente han llegado al texto original de cada pasaje.

Necesidad de un detenido estudio textual


Aunque sólo unas pocas de las miles de variantes en el Nuevo Testamento
son teológicamente significativas, ya que el teólogo cristiano y el estudiante
de la Biblia deben basar su fe en las declaraciones auténticas de los
escritores de la Biblia, es sumamente importante la tarea de procurar un
texto digno de confianza. Por lo tanto, al erudito bíblico le corresponde la
tarea de estudiar cuidadosamente los manuscritos neotestamentarios, a fin
de restablecer un texto que esté tan cerca del original como sea
humanamente posible.

Generalmente una obra como tal se conoce con el nombre de "crítica


textual" o "baja crítica".

(La crítica de la Biblia puede dividirse en lo que ha llegado a llamarse "baja"


y "alta" crítica.)

LA BAJA CRÍTICA LA ALTA CRÍTICA

La baja crítica tiene que ver, en el sentido La alta crítica se dedica al estudio de
más amplio, con el lenguaje (vocabulario, problemas de composición, incluyendo el
gramática, sintaxis, etc.) y con la historia autor, el momento, el lugar y las
de la transmisión del texto. Incluye, circunstancias en que se escribió el
además, el intento de establecer el texto
de los autógrafos (los manuscritos material en cuestión.
originales de los autores bíblicos).
También tiene que ver con la validez
Pero la "baja crítica" que veremos en este histórica del escrito.
sitio se limitará al estudio del texto
bíblico, y, por lo tanto, equivale al Además, estudia la forma de la
término: "crítica textual", la cual involucra composición y cómo fue transmitido.
el estudio y la comparación de los
manuscritos existentes, la determinación
de la relación histórica y geográfica que En su sentido técnico, la palabra "crítica"
pueda haber entre ellos y - más no se refiere a los argumentos
importante aún - el desarrollo y la presentados por los incrédulos o
aplicación de criterios y técnicas para escépticos contra la autenticidad y
determinar, hasta donde sea posible, cuál confiabilidad en la Biblia. No hacen
fue el texto original de la Biblia. "crítica bíblica" quienes afirman que
Abrahán no pudo haber tenido un hijo a
La necesidad que hay de este estudio se los 99 años, o que la esposa de Lot no
basa en dos asuntos bien conocidos en lo pudo haberse convertido en una estatua
que a la transmisión del texto sagrado se de sal. Esto lo dicen basándose en la
refiere: presuposición de que lo milagroso no
corresponde a la historia humana.
(1) Han desaparecido todos los autógrafos
de la Biblia; Por otra parte, la alta crítica debe
estudiar dentro del ámbito de la historia
(2) antes de la invención de la imprenta a el problema de la historicidad de la
mediados del siglo XV, cada copia se hacía Biblia.
con mucho trabajo a mano.
En este sitio el vocablo "crítica" se
Las copias de los autógrafos se refiere al estudio de la Biblia hecho por
convirtieron a su vez en originales para eruditos que intentan conocer todo lo
otras copias, y así sucesivamente. Durante posible en cuanto al origen, la
este proceso de copiar y recopilar transmisión, la validez y el sentido de
inevitablemente se introdujeron errores de Las Sagradas Escrituras.
copia en las Sagradas Escrituras.

Estos errores de copia han suscitado un


serio problema para los que estudian la
Biblia: donde aparecen variantes - es
decir, donde aparecen en los manuscritos
diferentes palabras o frases en un mismo
pasaje -, ¿cuál es el texto correcto?, ¿qué
decía exactamente el original?

Esta pregunta es la que tratan de


responder los especialistas en crítica
textual. Se esfuerzan por proporcionar al
estudiante de la Biblia el texto más digno
de confianza que sea posible, a pesar de
las limitaciones que presenta la falta de
documentos originales.
Mediante un proceso de diligente estudio crítico, la crítica textual se esfuerza
por descubrir y eliminar errores de copistas para llegar a un texto bíblico
que, en todo lo posible, sea el mismo que salió de las manos de los
escritores originales. Esta obra ha sido sumamente fructífera, y lo que ha
logrado la crítica textual y sus descubrimientos, han hecho mucho para
restablecer la confianza en el texto de la Biblia.

La naturaleza de las variantes textuales


Muchos de los manuscritos bíblicos no fueron preparados por escribas
profesionales, sino por cristianos de escasa educación (especialmente en los
primeros siglos). La caligrafía deficiente, las muchas faltas de ortografía y
otros errores de copia debidos a la poca preparación en el arte de escribir,
muestran que así fue.

Un típico error de los copistas es el intercambio de sinónimos tales como


"hablar", "decir" o "expresar". Muchas de esas sustituciones aparecen en los
manuscritos del Nuevo Testamento, aunque en tales casos el significado del
texto no ha sufrido. Por ejemplo, algunos manuscritos tienen en Mateo
25:11 la palabra ηλθον êlthon, "vinieron", en vez de ερχονται êrchontai,
"vienen". La diferencia sólo atañe a un tiempo verbal que quizá sea
imperceptible en una traducción:
En muchos lugares difiere la secuencia de las palabras de un manuscrito a
otro, aunque el pensamiento sea idéntico. También en este caso la mayoría
de las diferencias no tienen importancia, como lo demuestra el ejemplo de
Mat. 4:1. Observe a continuación las traducciones literales de cuatro
manuscritos de este pasaje:

(1) Códice Vaticano (siglo IV):


"Entonces Jesús fue llevado al desierto por el espíritu para ser tentado
por el diablo".

(2) Códice Sinaítico (siglo IV) y manuscrito del siglo IX:


"Entonces Jesús fue llevado por el espíritu al desierto para ser tentado
por el diablo".

(3) Manuscrito medieval:


"Entonces Jesús fue llevado al desierto para ser tentado por el diablo".

(4) Manuscrito medieval:


"Entonces Jesús fue llevado al desierto para ser tentado por el
espíritu".

Otra clase de errores frecuentes es la omisión de palabras, de frases o hasta


de líneas completas.

Todo digitador sabe cuán fácil es saltar de una palabra a otra igual que
se halla en una línea posterior, omitiendo así el trozo que hay entre
esas dos palabras. Los eruditos llaman a esto un error
"homoioteléutico", esto es, omisión debido a similitud o parecido de
ciertas palabras. En los manuscritos del Nuevo Testamento no sólo se
encuentra esta clase de omisión textual, sino también otras.

En otros casos aparecen adiciones en el texto cuando, por ejemplo, se añade


el artículo definido en ciertos pasajes, que no los tienen en los manuscritos
más antiguos.

La palabra "Jesucristo" aparece en lugares donde en los textos más


antiguos solo dice "Jesús", y también el atributo "santo" se antepone a
la palabra "Espíritu".

Unas variantes son originadas por errores ortográficos; otras, por confundir
palabras que parecen similares a la vista, pero que tienen un significado
diferente.

Los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento se escribieron


solo con mayúsculas, sin espacios entre las palabras, sin signos de
puntuación y sin acentos; por lo tanto, era fácil que el ojo inexperto
leyera mal ciertas palabras.

También es evidente que ciertas notas escritas por lectores en los márgenes
de algunos manuscritos, a veces se consideraban erróneamente como parte
del texto original por algún copista posterior, quien las incorporó a los
nuevos manuscritos. Esos copistas pensaban, sin duda, que la anotación
marginal era una omisión de un copista anterior, y que se había escrito en el
margen después de descubrirse el supuesto error. Por esta razón han
aparecido en manuscritos posteriores adiciones que no se hallan en las
copias más antiguas.
Además de todas las variantes involuntarias ocasionadas por
imperfecciones humanas, aparecen otros cambios en algunos
manuscritos posteriores que revelan un esfuerzo intencionado por
mejorar el texto.

En algunos casos, pasajes difíciles fueron simplificados con


observaciones aclaratorias; en otros, palabras toscas fueron
reemplazadas por otras más elegantes, y en otros lugares,
construcciones gramaticales en desuso fueron cambiadas por otras
más comunes.

Algunos manuscritos de los Evangelios muestran que sus copistas


fueron influenciados por expresiones similares en textos paralelos, y
otros cambiaron expresiones poco comunes de citas del Antiguo
Testamento para que concordaran con textos del Antiguo Testamento
que les eran familiares.

Como los libros del Nuevo Testamento circularon profusamente y muchas


miles de copias fueron escritas por personas de diversa capacidad
lingüística, es fácil comprender cómo se introdujeron tales variantes en los
manuscritos bíblicos. Los dirigentes de la iglesia advirtieron esas diferencias
y de vez en cuando se esforzaban por preparar un texto uniforme mediante
revisiones; y por eso a veces declaraban que ciertos pasajes eran correctos
aunque no siempre se basaban en la evidencia de manuscritos antiguos.

En esta manera la iglesia sancionó un texto griego - el Bizantino - que


generalmente fue aceptado durante siglos, aunque probablemente
difería en muchos detalles de los textos conocidos por la iglesia
primitiva.
La restauración del texto original
A fin de reconstruir un texto que sea lo más idéntico posible al original, el
investigador debe clasificar esas variantes y escoger entre ellas. Esto implica
una ardua labor crítica hecha científicamente.

En primer lugar, debe tenerse en cuenta cada manuscrito bíblico existente.

Esos manuscritos deben ser estudiados y reproducidos mediante copias


fotográficas. Estos textos quedan así al alcance de los eruditos en general, y
no únicamente como exclusividad de unos pocos doctos en la materia que
quizá vivan cerca de donde se conservan esos manuscritos. Este proceso es
especialmente necesario en el caso de los manuscritos más antiguos, pues
generalmente son los más valiosos para los estudios textuales.

Una comparación de los manuscritos más antiguos, con los de fecha más
reciente revela errores que pueden reconocerse fácilmente y ser eliminados.

A veces los mismos errores aparecen en una cantidad de manuscritos que se


remontan en forma particular a un texto llamado "arquetipo". Si este
arquetipo existe, entonces los eruditos lo pueden desechar por carecer de
importancia para el estudio textual, y todas las copias posteriores basadas
en dicho arquetipo. Los investigadores comparan después los diversos
arquetipos para tratar de llegar a lo que probablemente sea el texto original
de todos los manuscritos.

Esta tarea de descubrir el arquetipo más antiguo posible, basándose en el


material de todos los manuscritos disponibles, se llama recensión.
El trabajo de la crítica textual es más difícil de lo que parece según la
descripción precedente.

La relación mutua de varios manuscritos no siempre se reconoce fácilmente,


pues algunos de ellos pueden no ser nítidos descendientes de un arquetipo,
sino híbridos en su forma. El erudito del Nuevo Testamento no solo debe
enfrentar estos problemas sino también comparar, con sentido crítico, las
traducciones más antiguas y las citas de pasajes del Nuevo Testamento en
los escritos de los padres de la iglesia, y valorar su evidencia comparándola
con la de los manuscritos.

Se sabe que hay más de 5.200 manuscritos del Nuevo Testamento griego.

Esta gran cantidad aumenta la obra del especialista en crítica textual; sin
embargo, esto es lo que le permite conseguir resultados más fidedignos y
satisfactorios que los que hubiera obtenido si sólo tuviera a su disposición
unos pocos textos antiguos para sus comparaciones, como es por ejemplo,
el caso del erudito que se ocupa de literatura antigua extra bíblica, pero que
solo dispone de unas pocas copias antiguas. Esto sucede con la famosa
Constitución ateniense de Aristóteles, y la Didachê, obra cristiana del siglo
II, pues en ambos casos sólo se conocen copias muy posteriores. Cuando
esto sucede, es imposible determinar la forma original de estos textos.

Referencias Bibliográficas

Autor Desconocido, (s.f.) El texto bíblico:


Crítica Textual del Antiguo Testamento. Disponible en
https://sites.google.com/site/textobiblico/criticismo/at . Crítica Textual del
Nuevo Testamento. Disponible en
https://sites.google.com/site/textobiblico/criticismo/nt

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