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Para tal efecto, crearon locuciones con sabor hebreo, por ejemplo,
«toda carne» y «fruto de las entrañas», y en vocabulario y sintaxis
enriquecieron la lengua franca. Según la enciclopedia católica «La
versión de los Setenta es la primera mencionada en una carta de
Aristeas a su hermano Filocrates» La Carta de Aristeas pretende haber
sido escrita por un oficial de la corte de Ptolomeo II Filadelfo, emperador
de Egipto (285-247 a.C.). Relata el deseo de dicho emperador de tener
en la Biblioteca Imperial de Alejandría una copia de todos los libros de
ese tiempo.
Según la enciclopedia católica «Ptolomeo II Fue persuadido por
Demetrio de Falero, bibliotecario jefe, que la enriqueciera con una
copia del libro sagrado de los hebreos» Por lo tanto estaba haciéndole
un pedido al sumo sacerdote en Jerusalén, rogando que 72 hombres
capaces (seis de cada tribu) tradujeran la Ley de Moisés al griego.
Según la enciclopedia católica «La traducción fue leída en presencia
de los sacerdotes judíos y de la gente reunida en Alejandría. Todos ellos
reconocieron y alabaron su perfecta conformidad con el original
hebreo. El rey quedó muy complacido con el trabajo y lo entregó a la
biblioteca». (2)
«Filón, el gran filósofo judío de Alejandría (30 a.C. -45 d.C.) dijo que los
traductores trabajaron independientemente. Cuando uno había
terminado la traducción completa, todas las 72 traducciones resultaron
idénticas. Cualquier persona que tenga conocimiento alguno respecto
al trabajo de traducción sabe que esto es completamente absurdo.
«Las copias de los Setenta se multiplicaron para ser distribuidas entre los
judíos helenizantes y los primeros cristianos. Y como era de esperar, se
colaron muchos cambios deliberados o involuntarios. Se Sentía la
necesidad de restaurar el texto en lo posible a su prístina pureza. La
siguiente es una relación de esos intentos de corrección: a. Orígenes
reprodujo el texto de los Setenta en la quinta columna de sus Hexapla,
marcando con “obeliscos” los textos que ocurrían en los Setenta que no
estaban en el original, añadiendo, según la versión de Teodoción, y
distinguiendo con asteriscos y “metobeliscos” los textos del original que
no estaban en los Setenta adoptando el texto, de entre las variaciones,
que estuviera más cerca del texto hebreo y finalmente trasponiendo allí
donde el orden de los Setenta no se correspondía con el orden del
hebreo. Su recensión, copiada por Panfilio y Eusebio se llama hexaplar,
para distinguirla de la previamente empleada y que se llama común,
Vulgata, koiné o antehexaplar. Fue adoptada en Palestina.
Manuscritos
Los tres más celebrados manuscritos de los Setenta que se conocen son
el Vaticano, “Codex Vaticanus” (siglo cuarto), el Alejandrino “Codex
Alexandrinus” ( siglo quinto) ahora en el Museo Británico de Londres y el
del Sinai “Codex Sinaiticus” ( siglo cuarto) encontrado por Tischendorf
en el convento de Santa Catalina en el Monte Sinaí en 1844 y 1849, y
que ahora está parte en Leipzig y parte en S. Petersburgo. Todos ellos
escritos en unciales. El “Codex Vaticanus” es el más puro de los tres.
Generalmente da le texto más antiguo, mientras que el “Codex
Alexandrinus” toma mucho prestado del texto hexaplar y está
cambiado siguiendo el texto masorético ( Al Codex Vaticanus se le
asigna la letras B, al Codex Alexandrinus la A y y al Codex Sinaiticus la
primera letra del alefato hebreo Alef o la S).
La Bibliotheque Nationale de París posee también un importante
manuscrito palimsesto de los Setenta “Codex Ephraemi rescriptus”
(designado por la letra C) y dos manuscritos de menos valor (64 y 114),
en cursivas, uno perteneciente al siglo diez u once y el otro al trece
(Bacuez and Vigouroux, 12th ed., n. 109). Todas las ediciones impresas
de los Setenta se derivan de las tres recensiones mencionadas arriba ·
La editio princeps es la Complutense o de Alcalá. Fue impresa en 1514-
18 del texto hexaplar de Orígenes y no fue publicada hasta que
apareció en la Biblia Políglota del cardenal Jiménez de Cisneros en
1520. La Edición Aldina (comenzada por Aldus Manucius) apareció en
Venecia en 1518. El texto es más puro que el de la edición
Complutense. Y más cercana al Códice B. El editor dice que cotejó
manuscritos antiguos pero no los especifica. Se ha reimpreso varias
veces. La más importante es la Romana o Sixtina que reproduce el
“Codex Vaticanus” casi exclusivamente. Se publicó bajo la dirección
del cardenal Caraffa con la ayuda de varios sirvientes en 1586 por la
autoridad de Sixto V, para asistir a los que estaban revisando para una
nueva edición de la Vulgata latina ordenada por el Concilio de Trento.
Se ha convertido en el textus receptus del Antiguo Testamento Griego y
ha tenido muchas nuevas ediciones, como la de Holmes y Pearsons
(Oxford, 1798-1827), las siete ediciones de Tischendorf que aparecieron
en Leipzig entre 1850 y 1887, las dos últimas publicadas tras la muerte del
autor y revisadas por Nestlé, las cuatro ediciones de Swete (Cambridge,
1887-95, 1901, 1909), etc. · La edición de Grabe publicada en Oxford, de
1707 a 1720, reproducía imperfectamente, el “Codex Alexandrinus” de
Londres. Para las ediciones parciales ver Vigouroux, “Dict. de la Bible”,
1643 sqq. »(6)
Opiniones actuales
Sin embargo cerca del ochenta por ciento de las citas del Antiguo
Testamento contenidas en el Nuevo Testamento pertenecen a la versión
de los LXX. Como evidencia Trifón, los judíos se vieron en la disyuntiva de
negar el valor textual de los Setenta. Tampoco aceptaron como
“inspirados” ciertos libros Septuagintos (Tobías, Judit, Baruc, Eclesiástico,
1 y 2 Macabeos y Sabiduría), que según las enseñanzas rabínicas,
databan de una época posterior a Esdras y Nehemías, cuando ya
habría culminado la época de los Profetas. En realidad la exclusión de
la Septuaginta y los siete libros erróneamente llamados en la época
contemporánea “Deuterocanónicos”, se produjo de forma gradual El
proceso culminó bien entrado el siglo III D. de C., definitivamente con
posterioridad a la supuesta definición de los libros inspirados en las
deliberaciones que los rabinos sostuvieron en Jamnia (aprox. año 90 D.
de C.). Los descubrimientos de manuscritos bíblicos y extrabíblicos en las
cuevas de Qumrán han demostrado que los judíos en Palestina
conocían y empleaban los libros “Santos” o “Hagiógrafos”. En grutas y
cuevas del Mar Muerto se hallaron fragmentos de tres textos: del
Eclesiástico (cueva n. 3); de Tobías (cueva n. 4) y Baruc (cueva n. 7).Tras
de la destrucción de Jerusalén en el año 70 D. de C. ocurrió un cambio
radical en la actitud de aquellos judíos que aceptaron el liderazgo de
los rabinos fariseos. Como expone Lee Martin McDonald, “los límites
finales que se le señalan al Canon hebreo del Antiguo Testamento
parecen haber sido determinados en el contexto de los conflictos
judeocristianos, cuando los judíos intentaron apartar a su pueblo de la
lectura de los libros considerados como cristianos” Ese ánimo explica el
violento y apasionado abandono de la Septuaginta ocurrido entre las
comunidades hebreas. En lugar de la fiesta que se celebraba en
tiempos de Filón (m. 42 D. de C.), para solemnizar la traducción griega
de los LXX, se mandó observar un día de ayuno para llorar el día en que
la Ley fue traducida a una lengua profana.
b. El abandono de la Septuaginta y los conflictos entre griegos y judíos:
El abandono de la antigua Septuaginta, alentada por círculos rabínicos
de Palestina, fue facilitado por la precaria situación por la que
atravesaba la influyente comunidad judeo-helénica de Alejandría. El
texto de los LXX, venerado como exponente fiel de las Escrituras
Sagradas, conformó el núcleo del culto y del estudio de la Ley en las
sinagogas Alejandrinas. El gran puerto mediterráneo había sido el
principal lugar de encuentro y acrisolamiento entre la cultura helénica y
el judaísmo. Pensadores judeo-helénicos como Filón creyeron
firmemente que la Revelación de Dios, manifestada al pueblo hebreo a
través de la Torah y los Profetas, junto con la filosofía racional de los
griegos, debía constituirse en base del pensamiento humano. En este
sentido, Filón sostuvo que la Septuaginta fue inspirada en orden a
iluminar el mundo grecorromano en su camino a Yahvé. A principios del
siglo I D. de C. una serie de prejuicios religiosos, raciales, económicos y
sociales enfrentaron a judíos y griegos.
1. http://www.parresia.org/teologia/teo_02a.htm
2. www.enciclopediacatolica.com/v/versiondelossetenta.htm
3. www.enciclopediacatolica.com/v/versiondelossetenta.htm
4. http://www.enciclopediacatolica.com/v/versiondelossetenta.htm
5. http://serjudio.com/rap601_650/rap619.htm
6. http://www.parresia.org/teologia/teo_02a.htm
7. http://estudios.iglesia.net/index.php?/estudios-biblicos/leer/la-
virgen-concebir/
8. http://www.parresia.org/teologia/teo_02b.htm
9. http://www.parresia.org/teologia/teo_02b.htm#n6