Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tomasa y Andresito
Tomasa y Andresito
Tomasa era una hormiguita muy trabajadora, alegre y sobre todo muy
responsable y cuidadosa. Tenía su hogar, al que ella llamaba «su mundo
chiquito».
– Oye muchacha, ¿se puede saber por qué trabajas tanto? Digo, vos
podrías estar tomando sol y comiendo algo.
– Si yo no cuido el techito de mi casa, se terminará arruinando y no quiero.
El techo es una parte muy importante de la casa de uno.
– Creo que te hacés demasiado problema ¿sabés? Mejor hacé como yo y
¡disfrutá!
– Ud. es el que debería hacer como yo ¿acaso no vio lo sucia que está su
casa? el techo está empezando a dañarse, todo lo que lo rodea es un
basural ¿de verdad no se da cuenta?
– Pues ya te lo he dicho, te hacés mucho problema. Así no llegarás a vieja.
Yo mejor me voy a tomar otro poquito de sol ¿venís?
– No gracias, yo me quedo trabajando –dijo Tomasa.
Como había dicho, Andresito se fue a tomar sol y siguió haciéndolo casi
todo el día. El sol nos da energía necesaria y un calorcito muy lindo, pero
también hay que tener cuidado, hay que usar protección y no estar
demasiado tiempo.
– Le dije que no tomara tanto sol, el exceso de sol es malo tanto para sus
patitas, como para todos -rezongó Tomasa.
– ¡Tenés razón! Gracias por salvarme. Lo tendré en cuenta por si te asoleás
demasiado alguna vez.
– No hará falta, gracias. Mejor limpie un poco el techo de su casa que
buena falta le hace -dijo la hormiguita y se fue.
Sin embargo, Andresito no le hizo caso, pasaron los días y el techo de
su casita cada día estaba peor, la suciedad acumulada y el poco cuidado
había empezado a debilitarlo, tanto es así que un pequeño agujero se
había formado y cada día que pasaba ese agujero se hacía más grande.
Una noche se desató una lluvia muy fuerte. Por el agujero -ya de tamaño
mediano- empezó a entrar agua, mucha agua.
– ¡Me ahogo! Gritaba muy asustado ¡Que alguien detenga esto! ¡No sé
nadar!
Tomasa se despertó sobresaltada y viendo que otra vez su vecino
estaba en problemas fue a ayudarlo.
– ¡No ha pasado nada! Nos hemos salvado, ¡aleluya, aleluya! Voy a dar
una fiesta en tu honor por haberme salvado una vez más. ¡Vení a festejar!
– No, gracias. No quiero una fiesta, sólo le pido que entienda y haga las
cosas bien. Nos pone en peligro a todos.
Estaba visto que no era el momento de entender para Andresito. Invitó
a todos sus amigotes, tan sucios y descuidados como él. Luego de la
fiesta, el vecindario quedó hecho un basural: latas, comida, envases,
cartones, todo tirado. Por supuesto, ninguno de ellos lo limpió.
Era tal la basura tirada, que se taparon cañerías, desagües y algún que
otro pozo que había en el pasto.
Como lección y para que de una vez por todas Andresito aprendiera,
decidieron entre todos no sacarlo enseguida del pozo.
– ¿Qué pasa chico que no viene nadie? ¿Se han ido todos? ¿Nadie me
ayudará a salir de esta inmundicia?
Tomasa, asomada desde arriba le dijo:
En medio de ese oscuro pozo lleno de basura y mal oliente todo era muy
triste. Andresito no podía hacer nada más que pensar y taparse la nariz
de a ratos.
Fin.