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MEMORIAS DE LOS MUNDIALES.

CAMINO A RUSIA 2018…

Brasil 1950

Todo un Carnaval que terminó en tristeza…

Tras 12 años de ausencia futbolística por los avatares de la


guerra, el continente americano (Brasil) se aprestaba para ser el
anfitrión de un nuevo campeonato que a la par de haber excluido
al seleccionado Alemán por decisión de la FIFA, recibía glorias,
hasta ese momento ausentes, como Uruguay e Inglaterra (quien
sería la gran decepción del torneo), además de un seleccionado
italiano feliz por el bicampeonato, pero diezmado y golpeado en
su moral futbolística por la muerte de diez de sus máximas figuras
(estrellas del club Torino) quienes fallecieran en el recordado
accidente aéreo de mayo de 1949, cuando el avión en el que
viajaban desde Lisboa se estrellara contra la basílica de Superga
cerca de Turín.

Entre las viejas y las nuevas reglas…

Aunque el proceso eliminatorio no sufriría modificaciones, la poca concurrencia de


seleccionados, 15 en total, obligó a realizar una serie de alteraciones en el formato del torneo,
que irían desde una fase eliminatoria de grupos, si grupo podemos llamar al conformado por
tan solo 2 selecciones, hasta la constitución de un cuadrangular final en el que se enfrentarían
entre sí los líderes de cada grupo, alcanzando la gloria del campeonato aquel que obtuviera la
mayor cantidad de puntos.

Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4

Brasil España Suecia Uruguay

Yugoslavia Inglaterra Italia Bolivia

Suiza Chile Paraguay

México EE UU

Fase final (cuadrangular)

Uruguay

Brasil

Suecia

España

Curiosidades para no olvidar…

* El seleccionado indio, clasificado directamente por el retiro de Birmania de la eliminatoria, se


negó a participar del campeonato, pues la exigencia de la FIFA de actuar con botines en el
certamen, era desconcertante para un onceno que jugaba descalzo.

* Para este mundial se implementaron por primera vez los números en las camisetas de los
jugadores.
* El equipo campeón del certamen levantó un trofeo que en 1946 había sido rebautizado bajo
el nombre de Jules Rimet, en honor al ilustre presidente de la FIFA que para aquel año cumplía
25 años en el cargo.

Exceso de confianza

Con la no asistencia Argentina, la decepción inglesa y la pronta eliminación italiana, sólo dos
combinados (Brasil y Uruguay) eran los llamados a luchar por el título de campeones de 1950.
Tras superar la fase de grupos, más compleja para los brasileros que para los uruguayos,
quienes sólo disputarían un partido contra los bolivianos derrotándolos por marcador de 8 a 0,
ambos elencos afrontarían un cuadrangular final en el que Brasil cosechaba dos victorias y con
tan solo un empate en el partido final contra los charrúas, que habían cedido terreno al igualar
con los españoles, haría estallar el grito nacional de campeón.

La suerte parecía echada. Un estadio construido para la ocasión como


el Maracaná, cuyo verdadero nombre era el de Jornalista Mario Filho
en honor a un cronista carioca, una multitud expectante y un exceso
de confianza nacional, que había llevado desde la euforia de acuñar
monedas con el nombre de los campeones hasta la exageración de
imprimir más de 500.000 camisetas y un poster que proclamaba al
onceno Brasilero como campeón del mundo, era poco para describir el
ambiente que se vivía en el país horas previas a la gran prueba final.

Para colmo, la prensa carioca, editada un día antes del partido final,
parecía tener una confianza extrema, pues los encabezados daban por
sentado que Brasil sería el campeón. Pero un día después de la
derrota, la prensa, aún estupefacta, titulaba: “La ciudad cerró sus
ventanas, se sumergió en el luto. Era como si cada brasileño hubiera
perdido al ser más querido. Peor que eso, como si cada brasileño
hubiera perdido el honor y la dignidad. Por eso, muchos juraron aquel
16 de julio no volver nunca más a un estadio de fútbol”.

Un sueño derrumbado por un nuevo bicampeón…

Al comenzar el partido el optimismo brasilero era desbordante. Un gol del mediocampista


Friaca en el minuto 47 era el punto máximo para la efervescencia de una multitud, donde ni el
más desconfiado se atrevería a pensar que este triunfo se escaparía.

Sin embargo, no contaban con Obdulio Varela (capitán uruguayo) y una garra charrúa que para
la segunda parte del cotejo haría lo impensado, logrando en menos de 15 minutos convertir
dos anotaciones que pondrían a festejar a los uruguayos su segundo título mundial y
enterrarían cualquier asomo de carnaval.

Entre la memoria y el olvido…

Años después, el mundo del fútbol guarda en su memoria aquel 16 de julio de 1950 que no
solo para los uruguayos conmemora lo que muchos se dieron por llamar un verdadero
“Maracanazo”, sino que además les convertiría en héroes nacionales y trasformaría en villanos
a jugadores brasileños como Ademir, quien fuera goleador de aquel campeonato con 9 tantos,
cosa que nadie recordaría, y al portero Barbosa de quien se cuenta que una tarde de los años
80 en un mercado de la ciudad, sería “víctima” de las palabras que una madre decía a su
chiquillo mientras le señalaba: “Mira hijo, ese es el hombre que hizo llorar a todo Brasil…”

Espere la próxima semana Suiza 1954 y Suecia 1958…

Mauricio A. Montoya Vásquez.

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