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92 años después del pitazo inicial de Domingo Lombardi (árbitro uruguayo) en el que un balón
denominado el T-Shape, fabricado con tiento (cuero de vaca o de potro) y cosido a mano, rodara
en el estadio Pocitos de Uruguay e inaugurara la primera edición de un mundial de futbol, el
mundo se prepara hoy para el comienzo de una nueva edición del torneo orbital, en el que Catar,
un enigmático país, se convierte por primera vez en anfitrión y en el que 32 selecciones
competirán por el honor de levantar un trofeo que 48 años atrás (1974) recibiera el onceno de
Alemania occidental, y que se convertiría en el reemplazo de la mítica Jules Rimet, azotada por los
robos y desaparecida definitivamente en Río de janeiro en diciembre de 1983.
Por eso, esta serie de textos y de programas radiales que comenzamos a presentar desde hoy, son
un tributo debido a todos los amantes del deporte que paraliza a millones de espectadores en el
mundo y que tiene como único y verdadero lenguaje la euforia del gol. Éstas son historias que
quedaron en las memorias de algunos y que hoy tiempo después merecen ser contadas para
todos, con el sublime objetivo de mantener viva la única religión en el mundo que, como dijera
Eduardo Galeano, no tiene ateos.
URUGUAY 1930
El comienzo de un sueño…
Invitados no clasificados…
Sin embargo, la noticia no fue acogida con agrado en todo el mundo, en especial en territorio
europeo, en donde muchos de los países se mostraron reticentes a cruzar el Atlántico,
argumentando problemas económicos, generados por el crack del 29 y, a su vez, considerando el
viaje como algo extremadamente agotador. En consecuencia, muchos países europeos desistieron
de su participación; pero otros como Bélgica, Francia, Yugoslavia y Rumania terminaron por
concurrir al torneo bajo situaciones de presión como fue el caso de los franceses, país de origen de
Jules Rimet presidente de la FIFA, o solventados y elegidos por el monarca Carol, como fue el caso
de los Rumanos, quienes enviaron 15 obreros pertenecientes a una firma petrolera británica, que
de no ser por una indemnización real, se hubiera negado a otorgar el permiso a sus trabajadores.
Curiosamente el primer torneo orbital no obtuvo sus competidores por eliminatorias, sino por
invitación. Así entonces, 4 naciones europeas, 8 latinoamericanas (incluido el anfitrión) y un
elenco del representativo norteamericano, compuesto en su totalidad por veteranos escoceses e
ingleses, conformaron el cuadro de cuatro grupos eliminatorios que solo fueron sorteados una vez
que todos los participantes desembarcaron en tierras uruguayas.
México
Los primeros…
En el minuto 19 del partido inaugural entre franceses y mexicanos, Lucient Laurent (Francés)
sería el encargado de abrir la cuenta en un encuentro que a la postre marcaría un 4 – 1 en
favor de los galos y le convertiría en el primero en anotar un gol en la historia de los
mundiales. Por otra parte, el jugador Rumano Steiner sería el primero en fracturarse,
paradójicamente en un mundial en el que no se permitían los cambios y tampoco existían las
tarjetas (amarilla y roja) para amonestar a los jugadores.
La selección Argentina…
Las continuas referencias a la selección Argentina durante este mundial no fueron para nada
triviales, pues entre sus toldas hacían carrera hombres que con el tiempo serían reconocidos
en el ámbito internacional del fútbol, como fue el caso de Guillermo Stábile, quien se
convertiría en el mayor anotador de la copa del mundo (8 anotaciones) y quien luego haría
carrera en el fútbol italiano; o el caso del capitán Manuel “Nolo” Ferreira, quien se perdería
uno de los cotejos del mundial, cuando aquel 19 de julio, día del enfrentamiento contra
México, el apodado “Nolo” tuviera que volver hasta Buenos Aires para rendir un examen en la
facultad de Derecho donde se preparaba desde años atrás para la carrera de escribanía
(Derecho).
Así mismo el argentino Luis Monti se convertiría en el único jugador en participar en 2 finales
de campeonatos mundiales (1930 – 1934) con la casaca de dos selecciones diferentes
(Argentina – Italia), todo debido a una historia que hizo mella en el campeonato de Uruguay de
1930, donde según fuentes oficiales, espías italianos enviados por el Duce Bennito Mussolini,
amenazaron de muerte a Monti para que no jugara su mejor fútbol en la final y así fuera
acusado por los argentinos como traidor y luego sobornado para que fuera a jugar con la
escuadra italiana, con la que 4 años después saldría campeón.
Tiempo después, algunos comentaban que las palabras entre los espías al iniciar la final del
campeonato fueron: "Dentro de noventa minutos sabremos si tendremos que matarlo u
ofrecerle mucho dinero para ir a jugar a Italia…"
En un escenario construido en tiempo record (6 meses) los charrúas levantaron por primera
vez en la historia una copa del mundo. El mítico estadio, llamado El Centenario, en honor a los
cien años de la constitución nacional, sería para la selección uruguaya un comodín que
empezaría a brillar cuando el 18 de julio de 1930 “el manco” Castro marcara el gol con el que
los uruguayos derrotarían a Perú y que a la postre se convertiría en el primero de muchos que
presenciaría esta majestuosa construcción.
Así el 30 de julio de 1930, 60.000 espectadores adornaron las graderías del majestuoso
Centenario para presenciar una vez más un enfrentamiento entre Argentinos y Uruguayos, que
se convertía en la primera final de un campeonato del mundo en el que cada equipo había
exigido jugar con su propia pelota, a lo que el árbitro del partido, el belga John Langenus,
quien además de impartir justicia era periodista deportivo del semanario alemán "Kicker",
accedería, permitiendo jugar el primer tiempo con la pelota argentina y el segundo con la
uruguaya, la cual había sido importada especialmente de Inglaterra.
Finalmente los charrúas ganarían por un marcador de 4 goles contra 2, haciéndose acreedores
a la primera copa Jules Rimet, la cual había sido creada en 1929 por el francés Abel Lefleur y
cuya estatuilla representaba a la diosa griega de la victoria (Niké), quien era considerada hija
de Zeus y se le atribuía la virtud de correr y volar a gran velocidad.