Es fruto de la iglesia
La historia de la iglesia antigua
Los apóstoles eligieron a personas de
buena reputación, llenas de inteligencia y
sabiduría para dedicarse a la prosperidad
de la iglesia, los apóstoles no eligieron a
estas personas simplemente por su
capacidad para llevar a cabo el ministerio,
ante todo, eran personas de fe capaces de
actuar según la palabra de dios, el servicio
en la iglesia es una acción social fruto de
la acción evangelizadora realizada bajo el
impulso del espíritu santo.
Las persecuciones:
La persecución a cristianos en el Imperio
romano, se produjo de forma intermitente
durante un periodo de más de dos siglos
entre el Gran incendio de Roma en el año
64 bajo Nerón y el Edicto de Milán en el
313, en el cual los emperadores romanos
Constantino el Grande y Licinio
legalizaron la religión cristiana.
Renovación de costumbres
La Iglesia continúa manteniendo la
presencia de Cristo en la historia humana;
obedece al mandato apostólico,
pronunciado por Jesús antes de ascender
al Cielo: «Id y enseñad a todos los pueblos,
bautizándoles en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, enseñadles a
observar todo lo que os he mandado. Yo
estaré con vosotros todos los días hasta el
fin del mundo»
El cristianismo y el mundo antiguo:
El nacimiento y desarrollo temprano del
cristianismo tuvo lugar dentro del marco
cultural y político del Imperio Romano,
seguir la fe cristiana también presenta
dificultades, ya que eran perseguidos por
los judíos
Desde su inicio el cristianismo ha ido
modificando las relaciones humanas y las
costumbres sociales. Entre muchas de las
costumbres se encuentran las
comunidades cristianas que tenían como
costumbres de liberar a sus esclavos al ser
bautizados.
La expansión de la iglesia:
El cristianismo se extendió por todo el imperio
romano temprano, a pesar de las persecuciones
debido a conflictos con la religión del estado
pagano, y el 27 febrero del año 380, el
cristianismo se convirtió en la religión exclusiva
del Imperio Romano por un decreto del
emperador Teodosio, la doctrina se expandió a
toda Europa gracias a Roma