Está en la página 1de 2

Había caído la noche y Tayen no conseguía dormir, daba vueltas sin parar, en la soledad de la

noche. Mañana desaparecería, y no volvería a la aldea. Sería desterrada. Y ahora mismo estaba
aterrada, ante un futuro tan poco alentador. Era rídiculo que la dejaran a su suerte, así.
Además su propia hermana. Aquello se pasaba de monstruoso.

Pero en el silencio de la noche, una serie de ruidos la sacaron de su pensamientos. Era una
conversación, gente hablando en tono grave. Tayen decidió salir, para averiguar quien hablaba
a tan grandes horas. Puede que en aquel momento alguien desease atacar la aldea. Cuando
salió, se vio más tranquila al averiguar que eran el médico de la aldea y uno de los guardias
que estaba encargado de proteger a la Gran Madre Udah. Al ver al guardia, Teyan supo que no
podía aparecer así a sus hanchas para enterarse de lo que estaba pasando. Se escondió detrás
de su tienda de campaña para evitar ser vista.

- ¿Y que hacemos si muere? - preguntó, preocupado, el guardia.

- No lo sé, pero la realidad es que la situación es preocupante. - El guardia apretó los puños.

- Seguramente ha sido la extranjera. Le habrá metido algún tipo de maldición o algo así. - El
médico le miró con compasión.

- Sabes que no. Udah lleva enferma desde hace bastante más tiempo. Mucho antes de que
Teyan llegara.

- Pero igual ella vino más tarde para evitar ser culpada, igual la contagió antes, igual... - Teyan
se fue. Había oído lo sufuciente. Su hermana estaba enferma y, antes de que se fuera iba a
hablar con ella. Se metió en la tienda de campaña de la Alta Madre sin que nadie se diese
cuenta. Todo estaba muy oscuro, pero pudo distinguir el cuerpo de la mujer extendido en el
suelo. La Alta Madre Udah respiraba con dificultad.

- Teyan... - dijo la mujer tumbada, identificando a la que acababa de entrar por su aroma. Udah
era, ante todo, una mujer del bosque y como tal había aprendido durante años a guiarse a
través del olfato y el oído. - ¿Qué haces aquí? - se notaba que a la mujer le costaba mucho
hablar.

- He venido a ayudarte. - dijo la contraria. Teyan cerró los ojos en la oscuridad y le puso una
mano en el pecho a la Gran Madre. Su pulso era muy débil, iba a ser muy difícil sacarla de algo
así.

- Déjame... No tengo salvación. Tú eres la que ha venido a sustituirme, ahora lo entiendo todo.
Quiero que seas la nueva Alta Madre... - dijo la enferma, débil. Teyan abrió los ojos de golpe,
sorprendida.

- ¡No! Saldrás de esta. Te salvaré, me da igual cómo. - los ojos de Teyan se posaron en el anillo
de la contraria. - El anillo de poder...

- Sí... Es cierto. - dijo la Alta Madre, que seguía en su delirio. - Lo necesitarás para imponer tu
autoridad. - Se lo quitó y se lo dio a su hermana. La contraria se quedó mirando el presente
con algo de temor y suspiró, antes de susurrar.

- Espero que funcione. - dirigió el anillo en sentido hacia la mujer, y deseó con todas sus ganas
que la mujer se curara. Una onda de luz azul y morada se iluminó desde el anillo y se dirigió al
pecho de la mujer. Mientras tanto, la Alta Madre, que no se daba cuenta aún de lo que estaba
pasando, habló en su delirio.
- Perdona por mi frialdad cuando nos conocimos la semana pasada. - dijo, con clara
culpabilidad en su pena. - Me enfrentaba a lo desconocido y tenía miedo... Una parte de mí
sigue siendo humana, ¿sabes? Me hubiese encantado demostrarte que soy buena persona, y
poder haberte conocido mejor. - pero poco a poco, mientras iba hablando, la mujer se iba
sintiendo mejor. Se dio cuenta de repente de la luz proveniente del anillo - Me... ¡Me estás
curando!

- Si... - dijo la contraria cuando había terminado. - ¿Ha funcionado? ¿Te encuentras mejor? - la
contraria sólo sonrió, con los ojos llorosos, y la abrazó.

Durante la mañana se produjo un gran revuelo en la aldea. Bajo confusión general, todos los
habitantes habían sido convocados en la tienda donde la última vez se había recibido a la
extranjera. Tennessee sabía que algo grave estaba pasando, todos lo sabían. Todos sabían que
aquel momento estaba a punto de cambiar la historia de la aldea. Es por ello que el joven
cazador luchó por intentar ponerse en las primeras filas y enterarse un poco de lo que estaba
pasando. Finalmente y tras unos instantes de espera que parecieron eternos, apareció la Gran
Madre Udah, y a su lado, de la mano, Tayen.

Ambas tenían una expresión de felicidad que no era siquiera explicable con palabras. Era la
hora de afrontar la última ola de frío, la del gran público, definitivamente la más importante.
Es esa la que decidiría si Tayen finalmente era aceptada como una más. El referendum se haría
a mano alzada, Tennessee seguía la votación más tensa que nadie.

Y aunque la desconfianza seguía reinando entre el gran público, la voz de la Gran Madre era de
divina importancia, y si ella había decidido otorgar a la extranjera un voto de confianza, los
demás tendrían que hacer lo mismo. También los había algo desinteresados por la política, que
nunca habían estado en contra de la integración de esta nueva habitante. Y Tennessee, el loco
que durante una semana había osado desafiar la palabra de la Gran Madre para reunirse con la
extranjera, se había convertido entonces en un pequeño héroe, el hombre que conocía mejor
que nadie a la segunda persona más poderosa de la aldea, a la hermana de la Gran Madre
Udah.

Escrito por Ice Queen, Jade y Du

También podría gustarte