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se vaya distendiendo poco a poco de la mejor manera posible. los desgarros aparecen muy
raramente cuando la mujer está inclinada hacia delante durante las últimas contracciones, si
está, por ejemplo, de pie apoyada en el borde de una mesa o bien a cuatro patas. Cuando
está colgada de algo o de alguien o bien es sostenida por los hombros, se da un equilibrio
entre la fuerza que se dirige hacia arriba y la que empuja al bebé hacia abajo. Esto permite
que los músculos de los muslos se puedan relajar completamente, sobre todo los músculos
de la parte interior; y son precisamente éstos los que coordinan su acción con los
del periné. Cuando se relajan, abren la puerta, y viceversa. No es por casualidad que su
nombre en latín sea «custodes virginitatis», es decir, los guardianes de la virginidad.
En definitiva, cuando aparece un auténtico reflejo de eyección habitualmente es inútil
ayudar a liberar los hombros del bebé, Precisamente es ayudando a la salida del hombro
posterior cuando se producen la mayoría de desgarros. Si es realmente necesario hacerlo
a causa del tamaño del bebé, se tiene que hacer con suavidad en el punto álgido de la
contracción siguiente a la que ha facilitado la salida de su cabeza.
Durante el proceso del parto, como ya hemos visto, el cerebro predominantemente activo es
el primitivo, el que compartimos con todos los mamíferos y podemos llamar «cerebro
arcaico». Es antiguo también en la medida en que alcanza su maduración completa muy
pronto en la vida del individuo, es decir, durante el período de dependencia materna. No se
puede separar del sistema hormonal y del sistema inmunológico, con los que forma una red
compleja que es la base de los sistemas de adaptación y cuya calidad de funciona-
miento define el grado de salud del individuo. Este cerebro arcaico instintivo O emocional —
se puede considerar como una glándula que segrega las hormonas que van a intervenir en
el proceso del parto, tanto las necesarias para que el útero se contraiga como las de
protección frente al dolor.
El proceso del parto se desarrollará más fácilmente cuanto mejor acepte el otro cerebro, el
nuevo cerebro, permanecer en reposo, Este nuevo cerebro, el neocórtex, cuyo enorme
desarrollo es la principal característica de nuestra especie, solo alcanza su madurez en la
edad adulta. Si está activo durante el parto, perturbará la actividad del cerebro antiguo.
Cualquier inhibición, sea durante el parto sea durante cualquier otro episodio de la vida
sexual, procede del neocórtex. Es por ello que, en un parto que se desarrolle
espontáneamente, según el «método de los mamiferos», llega un momento en el que la
mujer parece que desconecte del mundo. Es entonces cuando la futura madre se siente
libre y se atreve a gritar, a abrir sus esfínteres, olvida lo que ha aprendido, lo que le ha
transmitido su cultura, lo que es «de buena educación». No hay mejor manera de conseguir
que un parto sea largo, difícil, más doloroso y, claro está, más peligroso, que estimulando el
neocórtex, la cuna de todo tipo de inhibiciones. Se puede estimular el neocórtex mediante la
luz, utilizando un lenguaje racional, lógico o comportándose como un observador. En
cambio, la sensación de intimidad nos indica que el neocórtex ha reducido su control, Pero
hay que recordar que esta parte del cerebro que está activa durante el parto y otros
acontecimientos de la vida sexual se desarrolla a una edad temprana, durante el período
primal, el cual incluye la vida intrauterina, el período que rodea el nacimiento y la
«edad bebé». Esto nos hace pensar que cualquier tipo de preparación para el parto,
cualquier preparación para la vida sexual que se precie de rigurosa, debería centrarse
realmente en este período.
el comportamiento primario esencial para la supervivencia de las especies: la actividad
sexual y, en particular, el proceso del nacimiento. Hemos visto cómo puede inhibirlas el
funcionamiento de nuestro nuevo cerebro. También hemos dibujado, situado, la frontera
entre el ser humano y los demás mamíferos. Tenemos que añadir que el ser humano es el
único mamífero cuyo neocórtex es lo bastante poderoso como para inhibir, reprimir, en
definitiva, amenazar los instintos indispensables para la supervivencia de la especie'. Si no
traspasa esta frontera, el neocórtex se convierte en un instrumento al servicio del cerebro
para sustentar la dinámica de la supervivencia. Pero si va más allá, es como si se
inmiscuyera en actividades demasiado complejas para su programación inicial, y entonces
surge el conflicto.