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Cuaderno 1. Introduccion A Una Psicobiologia Del Hombre-01
Cuaderno 1. Introduccion A Una Psicobiologia Del Hombre-01
INTRODUCCIÓN
A UNA PSICOBIOLOGÍA DEL HOMBRE
Pedro Ortiz C.
Lima, Perú
2003
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CONTENIDO
PRÓLOGO
El doctor Pedro Ortiz Cabanillas, médico neurólogo, además de haber desempeñado una
serie de importantes cargos, como Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Nacional
Edgardo Rebagliati, Presidente de la Sociedad Peruana de Psiquiatría, Neurología y
Neurocirugía, Decano del Colegio Médico del Perú, Profesor Principal de Medicina
(Neurología) de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
desde hace más de 30 años, entre otros, ha sabido darse tiempo para consagrarse a las
actividades académicas de investigación, publicando una serie de obras como: El problema de
la personalidad en Neuropsicología, El rol de las neurociencias en la explicación de la
actividad psíquica, El rol de los sistemas frontales en el procesamiento de la información en el
hombre, El Sistema de la Personalidad, El componente moral de la personalidad, entre otras.
En las páginas que siguen, el doctor Ortiz nos ofrece un interesante ensayo acerca de lo
que puede ser una sociobiología consecuente con la explicación del hombre. El propósito
principal de esta nueva obra es proponer una teoría sociobiológica que permita explicar,
dentro de “una actitud científica humanista”, no sólo la naturaleza de la vida, de la sociedad y
de los hombres, sino también saber “qué son realmente” la conciencia y la personalidad. Un
propósito bastante amplio, que sólo se comprende por la visión integradora y filosófica que
caracteriza sus diversos trabajos.
En el capítulo primero, acerca de la información y la organización de los seres vivos,
sostiene que “la estructura y actividad de todo sistema vivo es de naturaleza informacional”,
reconociendo las aportaciones de Wiener y Shannon. Sin embargo, piensa Ortiz que estos
autores y sus teorías matemáticas de la información no aclaran suficientemente “qué es la
información ni en qué consiste”, ya que las señales que estudian, si bien contienen
información, ellas mismas no son información.
En este sentido, Ortiz prefiere definir la información como una actividad estructurada o
como “una estructura cuya actividad organiza todos los sistemas vivos”. Así pues, vida e
información para Ortiz, son conceptos estrechamente unidos ya que ambos se refieren a
procesos neguentrópicos, de orden y organización. Desde luego, agrega, se trata de “una
alternativa de solución”, sin pretender que sea la única, ni la correcta.
La información misma, se precisa, es “una superestructura ubicada dentro del sistema
vivo” que tiene propiedades de autonconservarse y reproducirse a sí misma, así como de
adaptarse a las circunstancias cambiantes del medio exterior”.
A diferencia de la corriente general del universo cuya entropía o caos es creciente, los
sistemas vivos y las sociedades, son procesos que marchan en sentido contrario, pues se
presentan como actividades neguentrópicas, de creciente orden y organización. Y es esta
actividad neguentrópica a la que, dice Ortiz, “justamente llamamos información, coincidiendo
así, parcialmente, con las ideas de Wiener y Ross Ashby. Por consiguiente, para Ortiz, la
información es una superestructura material que se halla dentro de los seres vivos y de los
sistemas sociales, y que tiene la propiedad de reflejar tanto la estructura interna del mismo ser
vivo o de la sociedad, como los procesos del medio exterior que los contiene.
Otra de las tesis centrales de Ortiz es que todos los sistemas vivos, desde los organismos
más elementales hasta las personas y la sociedad son producidas por una doble
determinación:
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PREÁMBULO
sociedad sobre la naturaleza que la alberga. Para ello, necesitamos de unas ciencias sociales
que nos proporcionen la explicación de los procesos esenciales –genéticos y sociales– que
determinan la existencia del sistema vivo, en general, y la individualidad de los hombres, en
particular, a fin de que podamos superar sus limitaciones que también dependen igualmente
de los mismos genes y de la misma sociedad.
Previamente a este trabajo, ya hemos planteado nuestra manera de entender la
naturaleza de la personalidad (Ortiz, 1994; 1996; 1997; 1998; 1999; 2002). Nuestro interés
estuvo centrado específicamente en tratar de resolver el problema de definir qué es realmente
la personalidad. En estos Cuadernos la intención es presentar toda una reinterpretación y
redefinición de los conceptos básicos de las ciencias del cerebro y la psique. Nuestra
propuesta es que toda sociobiología que no sale del contexto y el método de la ciencia natural
jamás podrá explicar la verdadera naturaleza de la conciencia y la personalidad. Lógicamente
que esta necesidad no puede satisfacerse si es que no se da importancia a la explicación de
los procesos esenciales que determinan la vida y la sociedad.
Esperamos que esta introducción a una Psicobiología del Hombre sea tomada como un
intento honesto por comprender y explicar a los hombres concretos, a quienes el profesional
de la salud, de la educación, del derecho, ha de enfrentar con una actitud científica social, tal
como exigen su dignidad y su naturaleza moral. De esta manera, tomando como principio o
punto de partida lo que nos enseñan las ciencias naturales, creemos que toda acción o
intervención social sobre las personas debe emprenderse sobre la base de la teoría y el
método de las ciencias sociales, una vez que éstas han sido correctamente desarrolladas
hasta incluir a las anteriores.
No se trata pues integrar de modo pragmático y mecanicista sociología y biología, y
mucho menos de reducir la sociología a la biología, o esta a la química o la física. Lo que
intentamos hacer es desarrollar unas ciencias sociales que nos permitan completar la
explicación de la sociedad y los procesos sociales que han determinado la transformación del
hombre-animal en individuo social, después que hayamos usado las ciencias naturales para
explicar la biogénesis y la epigénesis ulterior que tiende a culminar con la transformación de la
especie Homo sapiens en una humanidad. Pretendemos demostrar que faltaba explicar cómo
la humanidad se transforma en sociedad, y cómo dentro de éste desarrollo cada individuo
humano llega a ser capaz de transformar el mundo natural en un mundo artificial, y que al
hacerlo, inexorablemente se transforma a sí mismo en un individuo social; es decir, se
convierte en una personalidad. En síntesis, pretendemos elaborar unas ciencias sociales que
al incluir a las ciencias naturales, es decir, subsumiéndolas, nos ofrezcan una explicación de
cómo, a través de la conciencia, la sociedad transforma a cada individuo humano en una
personalidad.
Si definimos la ciencia como todo el conjunto sistematizado de información social por
medio de la cual la sociedad explica los procesos esenciales del universo, desde el
microcosmos hasta el macrocosmos, toda sociobiología tendrá que ser definida como el
conjunto sistematizado de teorías acera del hombre en abstracto, en su historia y en su
realidad actual. En este caso, el hombre aparece como una abstracción científico-social,
organizada en niveles que se determinan entre sí. Por lo mismo, la explicación científico-social
tendrá que ser igualmente doble: tendrá que explicar tanto la determinación epigenética como
la determinación social de tal hombre.
Una psicobiología social tendrá como objeto de estudio a los hombres en tanto individuos
sociales concretos. Lógicamente que una ciencia de esta clase tiene que superar la
imposibilidad de complementar la información científica que se ha acumulado desde las
perspectivas biológica y social. Sabemos bien que las teorías generadas dentro de uno y otro
de estos enfoques han resultado difíciles de integrar y sólo han acentuado las contradicciones
del dualismo acerca de la relación mente-cuerpo o mente-cerebro, que no es otra cosa que el
antagonismo entre la sociedad y el individuo.
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CAPÍTULO 1
CONCEPTOS BÁSICOS
Las personas conocemos o creemos conocer más allá de las apariencias. Cuando vemos
el cielo, una piedra, una naranja o un perro, no solamente percibimos sus características
objetivas –color, forma, tamaño, olor, etc.–, sino que también imaginamos cómo son por
dentro; inclusive cómo habrían sido y cómo habrán de ser dentro de algún tiempo. Pensamos
acerca de su origen, sus cambios, su utilidad, su valor. Además, hacemos muchas cosas con
ellos: podemos labrar piedras para construir la casa, hervir naranjas para preparar algún
manjar, entrenar al perro para cuidar la casa.
Hay que reconocer que esta posibilidad de explicar y cambiar las cosas, ha sido posible
gracias a la invención del lenguaje, pues con él podemos predecir y normar el curso de las
cosas. Al aparecer las tradiciones, también aparecen los mitos para explicar los fenómenos de
la naturaleza. Más tarde, al aparecer la cultura, surge el conocimiento del sentido común,
después el conocimiento científico, y con esta estrategia hemos llegado a conocer la
composición interna de los objetos: sabemos que las cosas que ya existen y las que son
hechas por los hombres están constituidas por los mismos componentes: moléculas, átomos y
partículas subatómicas. Más sorprendente aún es saber que la Tierra, la luna, el sol, las
estrellas tienen una composición similar. Y cada uno de nosotros también. La interrogante
fundamental es, entonces, si podremos saber en qué consiste la diferencia entre las cosas
inertes y los seres vivos. El sentido común las diferencia bien, aunque sólo por sus
apariencias, y por eso intuimos que la simple enumeración de sus diferencias no es una
explicación.
El lenguaje de la ciencia, además, no es igual al lenguaje del sentido común. Se los
puede traducir entre sí, pero no son totalmente equivalentes, y por lo general muchos términos
científicos ni siquiera se los puede traducir al lenguaje vulgar. Entre los idiomas sucede algo
parecido, pero la dificultad es mucho menor y de otra índole.
Lo que acabamos de decir no niega que los términos y los enunciados científicos se han
derivado de los conceptos del sentido común, aunque llega un momento en que aquellos ya no
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se refieren a los fenómenos aparentes sino a los procesos que subyacen a los fenómenos que
podemos observar directamente, sin instrumento alguno de por medio. Es así como los
términos vulgares son excluidos del léxico científico o adoptan un significado diferente dentro
de éste. Mientras más antigua y consistente es una ciencia, los términos y sus significados son
cada vez más precisos. Por el contrario, mientras más joven es una ciencia, la definición de
sus conceptos todavía depende del sentido común. Por ejemplo, el concepto de átomo, ya no
tiene el mismo significado de sentido común que le dio Demócrito. En cambio, conceptos como
el de conciencia todavía lo definimos en términos del sentido común, por más filosófica que
sea la discusión sobre su verdadera naturaleza.
Dentro de la ciencia los conceptos están además jerarquizados: hay conceptos científicos
generales que valen para todas las ciencias, y conceptos específicos para cada una de ellas.
Esta categorización de los conceptos tiene relación con los métodos generales y particulares
de las ciencias, y expresa la especial tendencia del conocimiento científico a su integración y
sistematización. Por eso la ciencia se define como el conjunto sistematizado de conocimientos
acerca del universo, con los hombres incluidos, o simplemente como sistema de conocimientos
acerca del mundo. Más adelante quedará claro que la ciencia es todo el conjunto de la
información social que la sociedad ha elaborado acerca del universo, para explicarse como
cambia en el tiempo desde sus componentes más elementales hasta su estructura actual.
Esta sistematización de la ciencia no es tal porque los científicos piensen de manera más
ordenada que el resto de las personas, sino porque los fenómenos de la naturaleza suceden
de modo sistemático; es decir, si tomamos cualquier región del universo para ser estudiada
científicamente, encontraremos que dentro de ella ocurren una serie de sucesos en un orden
sistemático, inclusive los que a simple vista parecen ocurrir en un total desorden. Como según
nuestra costumbre se llama sistema a una región que ante nuestra observación está bien
organizada, como es un árbol, un animal o una casa, para el sentido común es fácil entender
qué es el sistema solar o el sistema nervioso, pues se refieren a conjuntos ordenados de
astros o de células nerviosas, respectivamente; aunque también veremos que no es lo mismo
estar ordenado que estar organizado. En parte, se debe al uso que damos a la palabra
sistema; pero también se debe a que ésta implica la reunión de varios elementos para formar
una totalidad más compleja. Y aunque no se acostumbra decir que una montaña o una casa es
un sistema, sí aceptamos hablar del sistema de ideas de una institución o del sistema político
que ha adoptado un país.
Para la ciencia, todas las cosas que existen en el universo, desde las partículas
subatómicas hasta las galaxias, desde las cosas naturales hasta las artificiales, desde las
cosas inertes hasta los seres vivos, todos están formados por partículas elementales que se
juntan de diversas maneras para conformar partículas no sólo más grandes sino más
complejas; por eso preferimos usar el concepto de sistema para referirnos a toda región del
universo que es objeto de observación científica.
El problema es que al percibir e imaginar de esta manera el mundo, no es fácil pensar
acerca de sus procesos internos, es decir, acerca de cómo las partículas más elementales se
fueron reuniendo para adoptar la configuración que tienen y no otra. Por ejemplo, tomemos
unos 20 elementos químicos y preguntémonos, por qué esos elementos aquí forman un poco
de arena, allá un postre, más allá una manzana o una oveja, mucho más allá un asteroide, y
dentro del cuerpo nuestro cerebro. La explicación de los procesos que determinan estas
notables diferencias es de gran importancia para la humanidad, pues como se ha demostrado,
sólo ella ha hecho posible la transformación del ambiente natural en nuestro ambiente
artificial, así como la transformación de la especie humana en la sociedad que nos forma como
uno más de sus miembros.
Partiendo del concepto de Harré (1967), de que un sistema material puede describirse en
términos de su estado y de sus cambios de estado, en otro lugar (Ortiz, 1994) hemos sugerido
que todo sistema material formado por uno o más elementos muestra un doble aspecto ante un
observador cualquiera: el de estructura y el de su actividad, a tal punto que todo sistema viene
a ser tanto estructura activa como actividad estructurada. Por ejemplo, los elementos
subatómicos descritos por la física en algunos experimentos se comportan como partículas y
en otros como ondas; un perro ocupa un espacio, pero también es todo una historia; del mismo
modo, cualquier cosa que sea lo que por sentido común llamamos mente, también es
estructura y actividad al mismo tiempo.
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Por sentido común estamos acostumbrados a decir que tal o cual cosa tiene una cierta
estructura o tiene una cierta actividad: una sociedad, decimos, tiene su estructura económica,
y dentro de ella se realizan muchas actividades comerciales. Separamos estructura y
actividad. Es la diferencia que en español se nota con los verbos ser y estar: ser vivo implica
permanencia o estructura; estar vivo implica inestabilidad y cambio, o actividad. Por sentido
común un gato es un cuerpo, es decir, una estructura; no diríamos que es una actividad,
aunque lo es realmente: nuestra dificultad consiste en que no vemos su actividad interna, sino
sólo los aspectos externos más cambiantes (ante nuestros ojos) de su actividad, como cuando
muerde o corre; sin embargo, conocer su actividad interna es mucho más importante, porque
de ello depende que sepamos como es que habiendo sido una célula se llegó a convertir en
un cachorro y después en un perro adulto que más tarde envejece y muere, y en este proceso,
hasta el final de su vida, casi todos sus componentes químicos, si no todos, se habrán
renovado, no una sino varias veces.
Más allá de estas diferencias objetivas entre estructura y actividad, nos interesa superar
el viejo antagonismo entre existencia y esencia. De inmediato podremos comprobar que
quienes creen que el mundo siempre ha sido como es y que así será por siempre, defenderán
el principio de que lo único importante es la existencia de las cosas. En cambio, quienes
suponen que el universo tiene un origen, que ha cambiado en el tiempo, y que seguirá
cambiando por siempre, defenderán la esencia de los hechos. Luego comprobaremos que
estas dos concepciones de la realidad derivan sólo de nuestra forma de concebir el universo,
ora como espacio, ora como tiempo.
Es posible que esta forma de ver el mundo, como si el espaciotiempo universal estuviera
escindido en espacio y tiempo, dependa de nuestras capacidades diferenciadas para
describirlo y para explicarlo por medio del lenguaje; pero una explicación de esta índole
requiere de una más adecuada argumentación.
sentido lineal; es decir, en términos más generales, todo cambio sucede a otro cambio, o
también, todo cambio precede a un cambio.
señales interindividuales, usando los medios inertes que los rodean, como el agua, el aire, la
luz, o las sustancias químicas que ellos mismos diseminan al excretaras o expelerlas de su
cuerpo.
Solamente los hombres desde que se reunieron para formar sistemas multiindividuales,
para comunicarse ya no usan sólo señales, sino que se comunican por medio de los objetos
que producen y fabrican, y sobre todo, por medio de signos y sistemas de signos que ellos
mismos han creado, y por eso existen por fuera y más allá de sus creadores. En la actualidad,
no sólo dejamos mensajes en un papel, sino también en cintas electromagnéticas, en discos
de lectura láser, y más todavía, podemos guardar estos mensajes, nuestras propias imágenes
y las imágenes del presente, en libros y en todos los sistemas de cómputo que serán usados
por otros tal vez miles de años después, tal como ya ha sucedido con los papiros que dejaron
los egipcios, así como las construcciones y manufacturas que nos legaron muchas culturas
que ya no existen.
Por ahora, llamaremos sistema social, o simplemente sociedad –o sociedad humana si
queremos diferenciarla de las sociedades naturales de animales–, al conjunto de individuos
humanos que se comunican fundamentalmente por medio de signos y de sistemas de signos
integrados que constituyen un lenguaje.
Desde un cierto punto de vista, sostendremos que mientras unas ciencias son conjuntos
de conocimientos que crea la sociedad a fin de explicar lo más fielmente posible los sucesos
del universo, otras son conjuntos de procedimientos que la misma sociedad emplea para
obtener, sistematizar y validar aquellos conocimientos. De allí que tengamos que diferenciar,
en primer lugar, entre 1) las ciencias objetivas o de contenido y 2) las ciencias instrumentales
o de método.
Las ciencias objetivas describen y explican sucesos –que se aíslan como si fueran
objetos–como son el mundo subatómico, los átomos, las moléculas, los seres vivos, la
sociedad, el cerebro. En el mundo científico, las ciencias objetivas, básicas por excelencia,
son la física, la química, la biología, la psicología y la sociología.
Las ciencias instrumentales son procedimientos o guías de procedimientos que facilitan la
observación y la integración de los conocimientos obtenidos; sirven para organizar y
sistematizar la elaboración de modelos teóricos explicativos, o en algún caso, son los mismos
modelos anticipados de la realidad los que a su vez facilitan el procedimiento de búsqueda y
elaboración de los datos de las ciencias objetivas. Las más importantes son la filosofía, la
lógica, la metodología, la matemática, la cibernética. Estas ciencias son subjetivas en tanto
reflejan más la actividad consciente del observador que la realidad objetiva en sí, al contrario
de las ciencias objetivas que reflejan la realidad externa al observador. Por otro lado, las
ciencias instrumentales son el método de las ciencias objetivas, puesto que con las ciencias
instrumentales se crean modelos o hipótesis a priori acerca de la realidad cuyos procesos
internos se pretenden conocer y explicar. Comprobadas o no, tales hipótesis o modelos
pueden llegar a constituirse en las teorías científicas que forman el cuerpo de las ciencias
objetivas.
En segundo lugar, las ciencias pueden diferenciarse por su objeto de estudio en: a) las
ciencias naturales que estudian el universo no modificado por la sociedad humana y b) las
ciencias sociales cuyo objeto de estudio es la sociedad humana y todo lo que ésta ha hecho
en nuestro planeta, incluyendo la transformación de cada hombre animal en un individuo
social.
En el cuadro 1.1 se enumeran las ciencias naturales y las ciencias sociales. Como se
puede apreciar, las relaciones interdisciplinarias entre las ciencias que explican un cierto nivel
de ordenamiento o de organización de la materia siguen un sentido inverso en ambos casos,
de modo que la explicación de los procesos naturales comienza a partir de lo más simple o
inferior, hasta llegar a lo más complejo o superior. En cambio, la explicación de las diversas
formas de actividad social va de lo complejo a lo elemental, reflejando el curso inverso de los
procesos naturales. Otra manera de diferenciarlas consiste en remarcar que, por la índole de
su propia metódica, las ciencias naturales tienden a acentuar las semejanzas objetivas entre
los objetos que son su materia de estudio; en tanto que las ciencias sociales, por sus propias
finalidades, tienden a acentuar las diferencias entre los objetos que estudian.
CUADRO 1.1
ESTRUCTURA DE LA ACTIVIDAD CIENTÍFICA
BIOLOGÍA NATURAL BIOLOGIA SOCIAL
QUIMICA BIOLÓGICA BIOQUÍMICA
QUÍMICA NATURAL QUÍMICA SOCIAL
FISICOQUÍMICA QUÍMICA FÍSICA
FISICA NATURAL FISICA SOCIAL
________________________________________________________________________
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Sin embargo, el esquema propuesto, todavía parece remarcar la separación tajante que
aún se mantiene vigente entre ciencias naturales y ciencias sociales; a tal punto que ciertas
ciencias –a veces llamadas bisagra, como sobre todo la psicología– luchan por su inclusión en
uno u otro de estos campos, según el punto de vista de cada investigador. En el cuadro 1.2,
hacemos notar la inclusión de las ciencias naturales dentro del marco de las ciencias sociales,
con la doble finalidad de explicar a la sociedad y a los hombres, tanto en sentido genético
como cinético (Ortiz, 1994).
CUADRO 1.2
LA EXPLICACIÓN
CIENTÍFICO-SOCIAL
LA EXPLICACIÓN
CIENTÍFICO-NATURAL
SOCIOLOGÍA
PSICOLOGÍA
NEUROLOGÍA
BIOLOGÍA
QUÍMICA
FÍSICA
Desde nuestro particular punto de vista, entonces, el objeto de estudio de las ciencias
sociales es la sociedad, las personas y toda la obra transformadora de la naturaleza realizada
por ellas. La explicación de una persona se hará desde su actividad consciente, pasando por
sus procesos inconscientes, funcionales, metabólicos y celulares, hasta los de naturaleza
biológica, química y física, todos los cuales dependen necesariamente de la superestructura
social. Como se podrá deducir, el estudio de un solo hombre, sobre todo cuando se trata de
intervenir socialmente sobre él, implica una doble explicación, pues doble es la determinación
de sus procesos internos: la determinación de sentido epigenético –a partir de los genes– y la
determinación de sentido cinético –a base de la sociedad.
Dentro de este enfoque de las ciencias, si nuestro objetivo fuera llegar a describir, explicar
y conocer únicamente los sistemas naturales, tendríamos que restringirnos al conocimiento de
las plantas y los animales silvestres tal como se encuentran en la naturaleza virgen, siguiendo
un enfoque bio-psicológico. Pero si bien el conocimiento del hombre puede partir de la teoría
científica acerca de los procesos naturales, la base real de este conocimiento tiene que ser la
teoría acerca de la sociedad humana; de allí que la explicación de los procesos internos de los
hombres tenga que, como decíamos, ser tanto de sentido bio-psicológico como de sentido
opuesto, es decir, socio-psico-biológico.
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De este modo, una vez definidos los conceptos fundamentales, estaremos en condiciones
de definir el objeto y el método de las ciencias naturales y entre estas a la biopsicología
natural, como las ciencias que estudian, describen y explican la estructura y los procesos del
universo en general, desde los sistemas inertes –es decir, los procesos de nivel cuántico,
atómico y molecular–, hasta los sistemas vivos como las moneras, los protistas, los hongos,
las plantas y los animales.
Queda entonces para la biopsicología la explicación de los sistemas vivos naturales,
desde los procesos biogenéticos hasta el sistema animal superior actual. Naturalmente que el
objeto de estudio de una sociobiología natural serían las agrupaciones animales y las
humanas más primitivas, como las que se formaron dentro de las especies Homo habilis, H.
erectus y otras similares que ya no existen (Aunque por el hecho de que éstas especies ya
tenían algunos utensilios y posiblemente algún tipo de lenguaje, habría que considerarlas
como sociedades en formación y, por lo tanto, objeto de estudio de una paleosociobiología).
Si se pueden diferenciar dos grados de ordenamiento de los sistemas inertes –el físico y
el químico– y cinco de organización de los sistemas vivos naturales –celular, tisular, orgánico,
psíquico y multiindividual–, será preciso diferenciar una jerarquía de ciencias biológicas que se
ocupan de cada nivel de organización del sistema vivo, como son: la citología, la histología, la
neurología y la psicología naturales, con sus respectivas ciencias interdisciplinarias. Por
supuesto que si ha de estudiar el ambiente local de los animales por medio de una ecología,
también tendrá sentido una psicoecología, y sobre todo, una ecopsicología que estudie y
explique los cambios psicobiológicos que sufren los animales por efecto del mismo medio. Los
métodos de las ciencias biopsicológicas serán entonces el método experimental y el método
estadístico, enmarcados dentro del método dialéctico, inductivo-deductivo, de las ciencias
naturales.
A diferencia de las naturales, las ciencias sociales tienen que explicar los niveles de
organización y de ordenamiento del sistema social y sus procesos de determinación, en ambos
sentidos igualmente. Una sociobiología planteada correctamente debe comprender una
sociología, una psicología social, una neurología social, una histología social, una citología
social, así como una química y una física sociales, como son la química de loa alimentos y
medicamentos, y la física de las construcciones y las computadoras. La sociobiología es pues
un conjunto sistematizado de ciencias que explican el sistema de la sociedad en múltiples
niveles. No es pues la explicación de los procesos bio-psíquicos solamente, ni la reducción de
los social a lo biológico, sino la teoría sobre los procesos socio-psico-bióticos que constituyen
el sistema integrado de la sociedad, incluida la química-física de la obra artificial de esta
misma sociedad. Dentro de esta perspectiva, la sociobiología es la explicación del hombre
total, tanto desde el nivel de su organización celular de los individuos hasta el de la sociedad,
como desde el nivel de la sociedad hasta el de las células de los individuos. El método de la
sociobiología tiene que ser necesariamente el método dialéctico, que ya no comprende sólo el
método general de las ciencias naturales, sino el método histórico y el método clínico que
incluyen al anterior.
Siendo nuestro objetivo el estudio de los sucesivos niveles de organización interna de las
personas desde un punto de vista social, al momento de sistematizar nuestros conocimientos
acerca de los procesos esenciales del sistema de la personalidad, habrá que organizar la
teoría y los conceptos esenciales acerca de ella dentro de una sociobiología que explique al
individuo social desde el plano de la conciencia que es la que en realidad refleja a la sociedad.
Esta sociobiología tendrá que explicar su objeto, como dijimos, desde los procesos naturales
de la sociogénesis que ocurrieron desde los albores de la hominización hasta la aparición de
la especie Homo sapiens, pasando por los de humanización por los que esta especie se
transforma en humanidad, hasta que ésta, finalmente, culmina en la sociedad; pero, luego, se
tendrá que explicar cómo la información social determina cinéticamente, el curso de la historia
de la sociedad y la reestructuración de los individuos humanos, y de todo cuanto las personas
han sido capaces de hacer con su trabajo sobre el planeta.
Aunque para estudiar a los hombres y explicarlos en tanto individualidades, no es posible
prescindir de una teoría de la sociedad, la consideración de ésta queda fuera del ámbito del
presente texto. Sin embargo, nos es indispensable disponer de una clara definición de qué es
realmente la sociedad donde cada hombre es concebido y luego se forma y desarrolla como
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personalidad. Trataremos pues de adoptar una definición gradualmente, pero antes debemos
hacer una introducción al desarrollo de la teoría acerca del hombre en general.
aparentemente estática y permanente del cuerpo; una idea que se funda en gran parte en el
estudio anatómico del cadáver. Pero, ¿qué podemos decir de la anatomía del hombre vivo,
íntegro? ¿Podemos conocer su integridad si partimos únicamente del conocimiento de su
anatomía y función internas, o si partimos sólo de la observación de su superficie y actuación
objetivas? Trataremos de demostrar que estas dos aproximaciones al conocimiento de los
hombres son necesarias, pero sólo en tanto lleguen a fusionarse en una ciencia que debe
proporcionar una teoría de la vida, la sociedad y el individuo concreto dentro de los objetivos y
aspiraciones tanto del sujeto observado como del observador e interventor científico.
Desde el punto de vista de la fisiología, los dilemas han tenido que mantenerse
fluctuantes entre la unidad funcional del individuo y las funciones parciales de sus órganos y
aparatos orgánicos. Así, por ejemplo, respecto de la fisiología cerebral, al tratar de conciliar las
ideas de Flourens y de Gall para convertidas en el modelo teórico de las neurociencias,
todavía se mantiene la vigencia del idealismo cuando se habla de la función global del
cerebro, y la del mecanicismo cuando se habla de las funciones de los órganos que lo
componen, en los mismos términos en que se explican las funciones de los órganos de los
sentidos, la médula espinal o el aparato neuromuscular.
Desde el punto de vista psicológico las cosas no parecen estar en mejor posición. En el
mayor intento teórico del siglo XX, a partir de las propuestas de Darwin, la psicología ha tenido
que asumir el reto de las ciencias naturales, asimilando lógicamente todas sus limitaciones.
Así, en un primer intento por sobrevivir como ciencia independiente trató de incluirse en las
ciencias sociales, aunque de este modo sus hipótesis, teorías y métodos tuvieron que
enmarcarse dentro del idealismo. Ante este hecho, su integración dentro de las ciencias
naturales resultó, por lo menos aparentemente, más correcta. En este contexto sus teorías
parecen ser más fuertes, a pesar de que al haber dado este paso ya corre el riesgo de perder
su identidad, tal como lo atestigua el auge de las llamadas neurociencias cognitivas. El reto
es mayúsculo, y mientras no delimite su objeto de estudio –y no escape de los límites que le
imponen las nociones del alma, el psiquismo, la actividad, el comportamiento, la conducta, sin
tomar en cuenta al individuo concreto–, no tendrá forma de integrarse ni a las ciencias sociales
ni a las naturales. Y si bien una u otra salida podría darle la independencia que busca, al no
encontrar el método que la asimile a alguna de ellas, el resultado podría ser que no se
desarrolle como ciencia, sino como tecnología social, por ejemplo, en el campo de la salud, la
educación o las empresas.
El punto más débil de los enfoques tradicionales de las ciencias psicológicas es que han
intentado desarrollarse a partir de un cierto aspecto de la actividad humana, para luego
generalizar a partir de la descripción de ese aspecto, y finalmente intentar una explicación
general del hombre idealizado. Por este camino, el asociacionismo, el psicoanálisis, el
conductismo, la reflexología, el cognitivismo, el estructuralismo, no han sido sino desarrollos
sesgados que a partir del estudio de algún aspecto de la actividad psíquica, y sin tomar en
cuenta la unidad del hombre total, han terminado por reducir los procesos psíquicos a
constructos idealizados, esto es, a procesos que existen sólo en la mente del investigador.
Este método, que sin duda es negativo para la integración interdisciplinaria de las ciencias
sociales, sólo ha servido para mantener la vigencia del positivismo y el dualismo en todas sus
versiones.
Es pues notorio que ni el mecanicismo ni el idealismo son correctos por sí mismos, ya que
ni siquiera se complementan. Los enfoques sociobiológicos tradicionales lo único que han
intentado es reducir los social a lo biológico. Por el contrario, el enfoque de la sociobiología
que propugnamos parte del concepto de que las ciencias sociales tienen que incluir a las
ciencias naturales dentro de su propio cuerpo teórico, pues su objeto –la sociedad, las
personas y la obra de estos sobre la naturaleza– requiere de la doble explicación que ya
hemos aludido, esto es, tanto respecto del ascenso del hombre a partir de los procesos
naturales que precedieron a la estructuración de la sociedad, como respecto de la
transformación de los hombres en personas con capacidad para transformar el mundo una vez
que es transformado por la misma sociedad. En otras palabras, sólo un método sociobiológico
integrado nos permitirá construir una explicación del hombre total, pues se trata de un ser que
requiere de la doble explicación, de su determinación genética y de su determinación social.
Esta premisa nos puede facilitar, desde el comienzo, plantear por lo menos una respuesta
acerca de qué son, en realidad, los hombres; porque las ciencias sociales tienen como único
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objeto de estudio del sistema de la sociedad con todo lo que existe dentro de la estructura de
su propia actividad, que son desde luego los hombres y el mundo artificial por ellos construido.
Desde este particular punto de vista, para la psicología, la fisiología, la bioquímica, la genética
sociales, ya no se trata de un objeto de estudio tan general y abstracto como “El Hombre”, sino
de sujetos, que no son sino los hombres en tanto personas que deben ser no sólo descritas y
explicadas, sino también formadas, promocionadas, optimizadas, atendidas como individuos
concretos.
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CAPÍTULO 2
CUADRO 2.1
LA EVOLUCIÓN DEL UNIVERSO Y LA HISTORIA DEL HOMBRE
La materia que constituye el sistema del universo podemos verla, apreciarla, describirla y
explicarla bien como masa o bien como energía. Los seres humanos, por ejemplo,
distinguimos entre el sol, las estrellas, un poco de tierra, de agua o de aire y los objetos que
manipulamos, por un lado, y el movimiento, el sonido, la luz, la electricidad, el magnetismo, el
trabajo que realizamos, por otro. El primer conjunto de fenómenos nos impresiona porque
ocupan un espacio; respecto del segundo, tenemos la intuición de que se dan en el tiempo.
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Hace sólo unas décadas, la física teórica nos mostró que masa y energía son dos
aspectos de lo mismo, esto es, de la materia que existe y cambia en el espaciotiempo. En
efecto, en el nivel del microcosmos, partículas y ondas son en realidad lo mismo. Así, en la
fórmula de Max Plank
E = h.f
donde E –la energía– representa la propiedad corpuscular, mientras que f –la frecuencia–
representa la propiedad ondulatoria de la materia. Esto significa que un quanto de energía, es
decir, el paquete más pequeño de energía que ya no podemos imaginar siquiera, es una
partícula que se mide en términos de la frecuencia de su movimiento oscilatorio. En esta
fórmula, partícula y onda quedan relacionadas por la constante h de Plank.
Desde otro punto de vista, respecto del macrocosmos, la equivalencia entre masa y
energía se expresa en la fórmula que la se debemos a Albert Einstein
E = m.c2
donde E es la energía, m la masa y c la velocidad de la luz.
Aunque para nosotros es más fácil imaginar todo aquello que tiene dimensiones
espaciales, se nos hace un tanto difícil pensar acerca de todo aquello que se da en el tiempo.
En otras palabras, podemos distinguir claramente entre un objeto y otro. También entre el
estado de un objeto bajo ciertas condiciones, y el estado del mismo objeto en otras
condiciones. Pensamos que estas fórmulas reflejan relaciones entre hechos reales; pero no
nos es posible imaginar en qué consisten estas relaciones. Por ejemplo, podemos notar la
diferencia entre un cubo de hielo, un poco de agua y el vapor que sale de la olla cuando hierve
el agua: en tales casos vemos tres cosas distintas; entonces, ¿cómo sabemos que se trata de
la misma sustancia?. También es verdad que no es difícil distinguir entre un animal vivo, uno
muerto y un montón de polvo después que fue incinerado, especialmente cuando vemos todo
el proceso de transformación. Pero para saber que la electricidad se convierte en calor o en
luz, o que la comida que ingerimos se convierte en átomos y moléculas, y calor, requerimos de
un razonamiento que se funda en el conocimiento de los efectos de unos fenómenos sobre
otros. Difícilmente apreciamos el proceso del cambio en sí de un estado a otro; a lo mucho,
notaremos el movimiento. Así, cuando el cine nos muestra cómo la yema de una planta se
transforma en flor, vemos que la flor se mueve; en cambio, si nos pusiéramos a ver una yema
siquiera unas 24 horas seguidas, notaríamos un cambio cada cierto tiempo, pero sin que nos
hayamos percatado cómo ni en qué instante se había producido el cambio. Para superar estas
dificultades y significar de algún modo los cambios, usamos los símbolos lógico matemáticos y
así las fórmulas de la ciencia expresan relaciones que las podemos pensar mas no imaginar
con igual facilidad.
Un problema afín es el de la explicación que damos a los cambios. Así, ha tomado
muchos siglos llegar a saber que el calor es sólo nuestra manera de percibir la vibración de las
partículas que componen un objeto. Ahora sabemos que la electricidad se convierte en las
imágenes del televisor o en el sonido de un receptor de radio. Sabemos que esto es así,
aunque nunca hemos visto ni veremos cómo se produce la transformación de la electricidad en
luz o sonido.
Desde un punto de vista físico, entonces, percibimos el universo como ondas o como
partículas. El mundo accesible a nuestra percepción y aquellas cosas que podemos manipular,
son conjuntos de partículas que las podemos ver como estructuras, pero son también
conjuntos de ondas que las podemos ver como actividad, como cuando están en movimiento;
por eso, en el curso de su historia, el universo ha pasado y seguirá pasando constantemente
de un estado a otro. Por ejemplo, lo que pudo haber sido sólo energía dispersa al azar, en
algún momento se ordenó para formar los átomos. De los átomos más simples de hidrógeno,
helio, se pasó gradualmente a los átomos de carbono, nitrógeno, oxígeno, y los más pesados
como el cobre, el oro, el uranio. Así se formaron las estrellas y las galaxias, y entre ellas la Vía
Láctea, y dentro de ésta el sistema solar, y como parte de éste la Tierra. En este planeta, los
átomos llegaron a combinarse entre sí para formar moléculas de bajo peso, como las del agua,
el metano, el anhídrido carbónico, después las de peso mayor, como los aminoácidos, los
azúcares y las grasas, hasta las formadas por miles de moléculas que son los polímeros, como
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las proteínas, los ácidos nucleicos, los almidones, etc. También es un hecho que estas
macromoléculas se descomponen y se convierten en las moléculas más simples o en los
átomos libres que les dieron origen, en inclusive en quantos de energía, como cuando se
quema un papel y se convierte en cenizas, calor y luz.
subir las escaleras produce calor que se disipa en el ambiente exterior, o como el aumento del
calor en el verano aumenta la temperatura de nuestro cuerpo.
Para pensar acerca de cómo está ordenado el universo, imaginemos una cantidad fija de
gas en un recipiente cerrado: este gas tiene un volumen, una temperatura y ejerce una presión
sobre las paredes del recipiente. En este ejemplo imaginario, tenemos entonces tres sistemas:
el sistema cerrado del gas, el sistema abierto del ambiente y el sistema también cerrado del
universo (inmediato o local) que contiene a ambos.
Se dice que el sistema del gas se encuentra en un determinado estado termodinámico
cuando se encuentra en equilibrio térmico y mecánico. Si la temperatura aumenta al calentar la
base del recipiente, se pierde el equilibrio térmico, pues una parte del gas estará a diferente
temperatura de otra; de modo similar, si destapamos ligeramente el recipiente, se pierde el
equilibrio mecánico por la turbulencia del gas al escaparse.
En un sistema cerrado como éste, la energía que contiene es la suma de la energía
térmica, que está dada por la energía cinética de las partículas, y la energía química, que es la
energía potencial de los átomos en las moléculas. Lo mismo podemos decir acerca del medio
que rodea el recipiente y que intercambia energía de modo recíproco con el gas. Por lo tanto,
la energía del universo (inmediato o local) será igual a la energía del sistema cerrado del gas
más la energía del sistema abierto del ambiente. Si esta idea la extendemos a todo el universo
(real, infinito), llegaremos a la conclusión que se expresa en la primera ley de la
termodinámica o ley de conservación de la energía, según la cual
La energía del universo no se crea ni se destruye, sólo se transforma.
La suma de masa y energía del universo es una cantidad constante.
Esto significa que, en un sistema cerrado (como el universo o un ambiente relativamente
aislado cualquiera), la energía no puede entrar ni salir. Sin embargo, dentro de universo (real),
la energía de un sistema abierto (relativamente aislado, como es un cuerpo, el corazón) puede
transferirse al sistema del ambiente, o al contrario, del ambiente al sistema aislado. Esta
transferencia de energía puede hacerse en dos formas: como calor o como trabajo. Calor es la
energía que fluye de un objeto a otro como resultado del movimiento al azar de las partículas
de cada objeto. En tal caso, la energía pasa únicamente del objeto más caliente al menos
caliente. Cuando una partícula con mayor energía cinética choca con otra de menor energía, la
primera pierde energía mientras que la segunda gana.
Llamamos trabajo a la energía que pasa de un objeto a otro y produce un cambio de
volumen en este otro. Cuando se infla un globo de jebe, sentimos que la membrana del globo
resiste cada vez más, hasta que al final se rompe; es que la energía con que hemos soplado el
aire se ha transferido al globo.
Según la primera ley de la termodinámica, cuando se introduce una cantidad de calor en
un sistema mientras este realiza un trabajo, la variación de la energía es igual al calor que
entra en el sistema menos el trabajo que realiza. Si esto es válido para explicar como trabajan
las máquinas, también es válido para explicar cómo la energía pasa de una porción de materia
como el Sol a otra como la Tierra. También explica por que el trabajo que realizamos depende
de la energía que tomamos con los alimentos. Pero en todos los procesos de esta clase, la
energía total ya no se conserva. En efecto, todo trabajo puede transformarse totalmente en
energía interna dentro de un sistema (como el del gas que estamos explicando), es decir, en
calor (por lo que aumenta la temperatura), pero no es posible lo contrario, esto es, la
transformación completa de la energía interna en trabajo. Esto explica por que el rendimiento
energético de una máquina o de un ser vivo casi siempre es menor y sólo a veces igual a la
energía que recibe de una fuente exterior.
Para comprender este asunto, recordemos que en un sistema como el del recipiente de
gas se pueden producir tres clases de transformaciones, o tres clases de cambio de estado del
sistema, dependiendo de si se mantiene constante una de las variables termodinámicas: el
volumen, la presión o la temperatura del gas. Además, recordemos que la energía del
recipiente puede variar solamente cuando entra calor desde el medio exterior o cuando aquel
sistema realiza un trabajo sobre el ambiente. Esta constatación nos explica por que hay
sucesos que nunca pueden ocurrir espontáneamente; por ejemplo, una pelota en el suelo
jamás podrá saltar por sí sola; si mezclamos agua fría con agua caliente jamás veremos que el
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agua se calienta aún más; si destapamos una olla de agua hirviendo, jamás veremos que el
vapor que se difunde en el aire regresa a la olla; una casa destruida por un terremoto jamás
podrá reconstruirse por sí misma; un ser vivo después que muere jamás podrá volver a vivir.
La segunda ley de la termodinámica explica por qué algunos hechos no pueden suceder
espontáneamente y explica por qué ocurren procesos de carácter irreversible, como es el caso
de los ejemplos anteriores. La segunda ley de la termodinámica establece que
El desorden total del universo no disminuye nunca
Desde el punto de vista de la teoría termodinámica, el desorden sólo se mantiene igual o
aumenta. Y desde el punto de vista sociobiológico, este es el principio de la termodinámica
que nos será de gran utilidad para comprender y explicar de qué naturaleza son los procesos
esenciales que determinan la existencia de los seres vivos.
El concepto de desorden puede cuantificarse matemáticamente. Para ello hay que
relacionar el estado termodinámico de un sistema y su estado molecular. Este último queda
determinado por la posición y la velocidad de cada una de las partículas del sistema. Al
relacionar ambas clases de estado, recordémoslo bien, el resultado es que el estado de mayor
equilibrio de un sistema cerrado corresponde al estado de mayor desorden de las partículas
que lo componen.
Desde el punto de vista físico, ha sido de gran importancia medir el grado de desorden de
un sistema. En el siglo pasado, Clausius introdujo el concepto de entropía. Ésta es una
variable termodinámica que mide el grado de desorden de un estado termodinámico. Esto
quiere decir que cada estado de un sistema tiene su respectiva entropía. Por lo tanto, mientras
mayor es el desorden de un sistema, mayor será su entropía. La diferencia entre desorden y
entropía es que el desorden es atributo de todo el sistema, mientras que la entropía es atributo
de cada uno de sus componentes.
Para esclarecer este asunto, y con miras a explicar la naturaleza de la información que es
lo que particularmente nos importa, debemos introducir una fórmula matemática que en su
versión más sencilla nos explique la relación entre entropía y desorden. Para ello, veamos el
caso más simple de un sistema compuesto de sólo dos componentes. Se puede deducir que el
desorden total de tal sistema es igual al producto de los desórdenes de sus dos componentes;
en cambio, la entropía del mismo estado ya viene a ser la suma de las entropías de sus
componentes, por ejemplo, el recipiente de gas y su ambiente. En términos generales, la
entropía de un universo (local) es igual a la suma de las entropías de los subsistemas que lo
componen. En términos matemáticos, la entropía de un sistema es proporcional al logaritmo
del desorden que hay dentro del sistema. Por ejemplo, si los desórdenes de dos sistemas son
D1 y D2 , y sus respectivas entropías son S1 y S2 , la entropía S del sistema compuesto será
S = k log D1D2 = S1 + S2
y cuidado se necesita para que crezca y se reproduzca una planta en el huerto o un animal
doméstico; en cambio pueden desaparecer como tales en segundos al momento de un
accidente o por una enfermedad.
También tenemos la experiencia de que ciertos procesos de composición de la materia
persisten y se mantienen a pesar de todos los desastres que suceden a cada momento. A
pesar de todos los grandes cambios destructores que han ocurrido y seguirán ocurriendo en
nuestro planeta, hay sistemas de gran complejidad como los seres vivos que no sólo se han
mantenido como al comienzo, sino que se han organizado progresivamente hasta
transformarse en otros de cada vez mayor complejidad.
Habría pues una estrecha relación entre los procesos de descomposición y de
composición de la materia; entre los procesos que tienden al desorden y los que tienden a un
orden o a una organización. Esto ocurre porque, al mismo tiempo que la materia se desordena
o descompone en algún lugar, la energía que libera sirve para que en otro lugar la materia se
ordene u organice formando otras estructuras tal vez menos estables, pero mucho más
complejas. Es decir, mientras la materia se desordena o desorganiza en un lugar, se ordena u
organiza en otro. Los átomos de calcio están dispersos al azar por todas partes, pero también
forman las moléculas que se ordenan para formar una roca; forman parte de la leche que
después de ingerirla llegarán a formar parte de estructuras tan firmes como los huesos.
Pensemos en las fuentes de nuestros alimentos: aves, ganado, plantaciones de trigo, maíz,
etc., todo esto lo destruimos y lo volvemos a componer para ponerlos en el mercado; los
volvemos a descomponer al cocerlos para volverlos a componer en un plato y servirlos en la
mesa; los volvemos a destruir al masticarlos, digerirlos hasta convertirlos en sustancias
relativamente simples, que luego serán parte de los complejos constituyentes químicos de los
sistemas celulares, tisulares, orgánicos y psíquicos de todo nuestro cuerpo
Por oposición a los procesos entrópicos, los procesos de sentido contrario, aquellos que
tienden a un cierto orden para formar estructuras más o menos definidas, son procesos de
entropía negativa, es decir, neguentrópicos. La fabricación de papel, con alto consumo de
energía, es un ejemplo. Transformar las partículas de harina en pan es otro. El desarrollo de
un ser vivo desde su concepción, su crecimiento hasta que llega a la madurez, se realiza a
costa de un alto y constante consumo de energía (la contenida en los alimentos). En casos
como estos, los procesos neguentrópicos predominan sobre los entrópicos. Por el contrario,
durante la involución por la edad, las enfermedades y la muerte, predominan los procesos
entrópicos sobre los neguentrópicos; los de descomposición sobre los de composición.
Los procesos neguentrópicos que ocurren en los seres vivos, ante nuestros ojos, por así
decirlo, son parte de los procesos neguentrópicos que han causado la formación de estrellas y
planetas, y son reflejo de los procesos entrópicos por los que las estrellas y sus sistemas
planetarios involucionan y se descomponen hasta convertirse en lo que los astrofísicos llaman
estrellas muertas, estrellas de neutrones, agujeros negros. El nacimiento de una estrella en
algún lugar del cosmos es un proceso neguentrópico que consume la energía que procede de
otro lugar y a partir de ella sus átomos se ordenan y estructuran formando dicha estrella. Es
decir, como la energía no se crea ni se destruye, los procesos de formación de nuevos
sistemas de estrellas deben hacerse a costa de la energía que emiten las estrellas y planetas
que se descomponen. Algo parecido debió ocurrir cuando apareció el Sol y se formó el
sistema de planetas que le rodean.
Para la explicación de los procesos neguentrópicos de la materia, es importante notar la
diferencia que existe entre los diversos niveles de energía. Así, el calor es la energía de menor
grado, la energía química es de grado medio, y las formas de energía mecánica y eléctrica son
los de mayor grado. La neguentropía representa la calidad o el grado de energía de un
sistema. Se dice entonces que la neguentropía mide el grado de energía. Por ejemplo,
podemos conocer la energía total de un sistema si es que se sabe cómo se ha conformado a
partir de sus componentes y si se sabe cuánto de calor consume y cuánto de trabajo genera
en relación con su ambiente.
Por la segunda ley de la termodinámica se deduce que la energía siempre se degrada, o
lo que es lo mismo, que la neguentropía siempre disminuye. En otros términos, un sistema
contiene una cierta cantidad de neguentropía cuando puede realizar algún trabajo. Así como el
sol contiene neguentropía, así también la corriente de un río, un ser vivo, una máquina
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contienen una cierta neguentropía. Por tal razón, los alimentos son fuente de entropía negativa
o de la neguentropía que usan los seres vivos para realizar el tipo de trabajo propio de su
especie y para evitar la degradación de su nivel de organización. En efecto, no es el grado de
desorden, la entropía o la energía en sí que contienen los alimentos lo que más importa, sino
la neguentropía, es decir, el grado y tipo de orden o estructura que forman las moléculas de
los alimentos propios de cada especie; porque de la forma como estas estructuras moleculares
se integran y utilizan dentro de las células y tejidos de un individuo depende que éste se
mantenga.
La explicación de estos procesos no es fácil, pero es de una importancia decisiva para
comprender qué es esencialmente la vida. Por fortuna, gracias a físicos y matemáticos de la
talla de Maxwell, Boltzmann y Plank, disponemos de la explicación que permite esclarecer qué
clase de procesos físico-químicos han determinado la existencia del sistema vivo de nuestro
planeta, y sobre todo por que este sistema se ha ido transformando lenta e inexorablemente,
es decir, que se haya desarrollado progresivamente desde las bacterias hasta la sociedad
humana de la que somos miembros.
La explicación inicial la encontramos en la estructura atómica de la materia y los procesos
cuánticos que determinan la estabilidad de átomos, moléculas y cristales. En realidad, es tan
grande el número de partículas que existen en cualquier porción de materia por más pequeña
que sea, que será imposible conocer, por ejemplo, la posición y la velocidad de cada partícula
en un instante dado. Lo único que se puede obtener son valores promedio acerca de todo el
conjunto de partículas que conforman el sistema. Por esta razón, el grado de desorden de un
sistema sólo se puede medir estadísticamente, y por lo mismo, nos encontramos con que el
concepto de entropía está íntimamente ligado al concepto estadístico de probabilidad.
No será difícil imaginar y pensar que los procesos entrópicos y neguentrópicos se reflejan
sucesivamente en el tiempo y simultáneamente en el espacio. También que mientras los
entrópicos tienen una mayor probabilidad de ocurrir, los neguentrópicos tienen una menor
probabilidad de mantenerse en el mismo estado. Por ejemplo, cuando se quema un libro cuya
estructura interna se ha logrado en el largo proceso de su fabricación, pierde la energía que
contiene y queda convertido en cenizas, no cabe duda que más estable o menos destructible
que el libro es el montón de cenizas que queda de él. En otras palabras, en la estructura del
libro predomina un orden que es menos probable que subsista, mientras que en el montón de
cenizas predomina el desorden de sus partículas que es más probable que persista e inclusive
que aumente. Igualmente, una gota de tinta desparramada sobre un papel es una mancha
uniforme que expresa el desorden de sus moléculas; por el contrario, la misma tinta formando
letras sobre el papel ya guarda un orden, se reúnen en formas diversas que tienen su propia
estructura. También diremos que es más probable que la estructura de las letras se destruya
con el tiempo y se conviertan en una mancha que probablemente persistirá o aumentará con el
tiempo.
Es menos probable que los elementos de una estructura compleja se mantengan en un
mismo estado de orden y, por el contrario, es más probable que una estructura menos
compleja se mantenga más tiempo como tal. Es poco probable que una casa se mantenga tal
cual por miles de años (como podemos comprobar en las ruinas de muchas culturas que ya no
existen); en cambio, es más probable que un cerro se mantenga así por millones de años. Es
más probable que el azúcar se mantenga disuelto en un vaso de agua, y menos probable que
se mantenga en la forma de cristales en este mismo medio. Es más probable que las
moléculas que componen el cuerpo de un animal se mantengan desordenadas por siempre
después que el animal ha muerto, y es menos probable que la estructura de un ser vivo se
mantenga como tal más allá de un cierto promedio de vida. Es pues normal que una estructura
ordenada en cierto grado, dejada a sí misma se transforme en una estructura menos ordenada
pero más probable. Por lo tanto, la entropía aumenta conforme aumenta la probabilidad de
cambio dentro de un sistema.
La relación entre entropía y probabilidad está dada por la fórmula desarrollada por
Boltzmann y Plank:
S = k ln P
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hace sólo unos miles de años, y mucho menos de hace 4 a 5 mil millones de años atrás.
Recordemos, por ejemplo, que se han encontrado conchas marinas a varias alturas en la
cordillera de Los Andes, lo cual indica que en una época el mar cubría todo lo que ahora son
nuestras costas. Inclusive podemos notar grandes diferencias en el paisaje de una misma
región de hace treinta años y el que muestra ahora después del último huayco o terremoto. Lo
que fuera habitable por seres vivos en una época ya no lo es ahora, y viceversa.
Apenas podemos imaginar cómo habría sido la Tierra hace cinco mil millones de años
cuando empezó a constituirse como tal y cómo se fueron combinando las primeras moléculas
que después llegaron a conformar las células y los demás seres vivientes. Los procesos
entrópicos y neguentrópicos de esos tiempos debieron haber sido muy diferentes al estado
presente que conocemos. Sin embargo, su composición química elemental no tiene por que
haber sido muy diferente. Los mismos elementos químicos que existen ahora debieron estar
presentes. El estudiante ya debe saber cuáles son esos elementos químicos y cómo es que
estos mismos elementos conforman distintas clases de moléculas al combinarse entre sí.
En el mar, la atmósfera y la superficie de la Tierra, las enormes cantidades de energía
electromagnética, calórica y química disponibles en ese entonces facilitaron la síntesis y
polimerización de las moléculas. La actividad química de estas sustancias en su momento fue
pues punto de partida de la síntesis de las primeras estructuras macromoleculares que
constituyen los sistemas vivos de ahora.
Sólo en los últimos dos mil millones de años, las condiciones neguentrópicas de la Tierra
han sido más favorables para el desarrollo del sistema vivo. La energía solar es suficiente para
la fotosíntesis; la temperatura oscila que entre 0° C y 40° C es tolerable para la gran mayoría
de las especies; la cantidad de radiación ya no afecta la actividad genética de las células; la
capa de ozono nos protege de la radiación ultravioleta del sol; la cantidad de agua es
suficiente para el crecimiento de las células, las plantas y los animales, y también unos seres
vivos son el alimento de otros seres vivos.
Ya hemos señalado que al emerger la sociedad humana, amplios sectores de la misma
han logrado transformar el ambiente natural de la Tierra en un ambiente artificial, es decir, un
ambiente organizado, es decir, ordenado por seres vivos, como son los que constituyen la
humanidad. Tal ambiente lo conforman las viviendas y las ciudades construidas con ellas; las
viviendas con acabados especiales; los utensilios domésticos, mecánicos y eléctricos, para la
conservación y preparación de los alimentos; las fábricas y los campos de cultivo; las vías y
los puentes para el transporte mecanizado; los aparatos para la comunicación masiva entre las
personas; el vestido y todos los medios que se usan para el abrigo y protección de los efectos
del clima; los locales para la educación y el cuidado de la salud; y por encima de todo ello, la
organización de la propia sociedad que ha llegado a organizarse en estructuras de diversos
grados de complejidad. Veremos más adelante cuan importante ha sido esta transformación
del mundo natural por efecto de la sociedad; una transformación que necesariamente abarca a
todos y cada uno de los hombres, lógicamente en distintos grados y extensión.
Pero como no todo es desarrollo progresivo, o proceso neguentrópico de la materia en
general, el mayor problema actual respecto de nuestro ambiente natural, es la degradación del
mismo por decisión de los grupos de poder que han surgido dentro de la misma sociedad,
grupos que han llegado a vivir dentro de niveles de comodidad que se han convertido en lujo
extravagante. Para los sectores de poder económico, por ejemplo, no tiene importancia que
existan seres humanos que no tienen los recursos para vivir dignamente, y que sólo atinan a
mantener las condiciones básicas de un ambiente justo a la medida de sus necesidades más
elementales. El resultado es que no sólo ha aumentado la producción de sustancias que
causan más entropía en nuestro ambiente natural, sino que la depredación de los bosques
para obtener insumos para la industria de lujo o para sembrar plantas que luego las
transforman en drogas, está causando la extinción de muchas especies de animales y
vegetales, deteriorando las condiciones climáticas y atmosféricas apropiadas para la vida
humana. Más aún, la acumulación de una enorme cantidad de desechos del tratamiento de los
minerales, de los residuos de las fábricas, de las excretas, etc. está aumentando la
contaminación del aire y del agua del mar, las lagunas y los ríos. Por todas estas razones, no
debe llamar la atención que una explicación sociobiológica de la personalidad tenga
implicancias éticas fundamentales para mantener y optimizar en lo posible las condiciones de
vida en nuestro planeta que hagan posible el desarrollo integral de todos los hombres.
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Si bien el ambiente del sistema vivo –de todos los seres vivos que conocemos y de los
que no conocemos– es el universo, la forma o nivel de complejidad con que éste se refleja en
la actividad de cada individuo varía en un rango muy amplio. La amplitud del espaciotiempo
donde se forma y desarrolla un ser vivo depende del alcance de su actividad sobre el
ambiente que le rodea. Así, por ejemplo, los efectos de la actividad de una bacteria, una
hormiga, un ratón, un chimpancé, por lo general no se extienden más allá del ambiente local
donde nacen, se nutren, se reproducen y mueren. Una respuesta genérica es que su radio de
acción se limita al espaciotiempo local y actual, no importa donde se encuentre. En cambio, a
diferencia de los animales, el alcance espaciotemporal de un solo hombre puede ser o debe
ser aquel que se extiende hasta donde le permite el grado de desarrollo de la sociedad: puede
ser el hogar, la ciudad, el país, el planeta o parte el universo en sí, como lo demuestra la
bandera de un país puesta en la Luna o en Marte.
Hemos visto, además, que a diferencia del ambiente natural de los animales, el de los
hombres ya es un ambiente artificial. Esto significa que la sociedad humana vive y se
desarrolla en un ambiente natural transformado artificialmente por la actividad social de sus
miembros. En este proceso, lo que más importa ahora es saber que la sociedad humana, por
medio de la información social, ha ampliado su ambiente conocido hasta más allá de lo que
cada hombre puede tocar, oler, oír y ver naturalmente, y así, además de representarse el
mundo sólo con sus sentidos como los animales, ha logrado influir sobre el ambiente hasta
modificarlo y transformarlo, no sólo para conocerlo explicando sus procesos subyacentes o
inaccesibles, y no sólo para adaptarse a él, sino para que el mundo se adapte a sus
necesidades y exigencias.
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CAPÍTULO 3
En este capítulo daremos una visión general acerca de los procesos esenciales del
desarrollo del sistema vivo del que formamos parte. Se discutirá primero la naturaleza y la
importancia de la información como determinante de la vida. Luego se explicará cómo
suponemos apareció la información y con ella la vida en nuestro planeta, y cómo gradualmente
fueron surgiendo sistemas vivos cada vez más complejos hasta que se formó la sociedad de la
formamos parte. Nuestro objetivo es llegar a explicar qué son realmente la vida, la sociedad, la
conciencia y la personalidad.
cual términos como mensaje, noticia, regla, ley, norma, orden, instrucción, programa, código,
dato, señal, que designan o describen la actividad social de los hombres se asocian a los de la
física o la química para explicar, por ejemplo, la actividad cerebral, por simple analogía, como
si se existieran redes de esclavos que dependen de un ejecutivo central que da las reglas o
las instrucciones a las células, los tejidos, los órganos, al sistema nervioso o al ser vivo en sí.
La revisión de los conceptos que se han sugerido acerca de la información desde que
esta palabra empezara a usarse en el contexto de las ciencias naturales, se basa en los
trabajos de Brillouin (1962), Ursul (1972), Bunge (Bunge, 1989; Bunge y Ardila, 1988) y
Mosterín (1994), y en las breves introducciones que acerca del tema han publicado entre
nosotros Biondi y otros (1996), Rojas (1997, 1998) y Barreda (2002). En la tabla 3.1. se
presenta una lista de los conceptos más estrechamente ligados al de información, y en la tabla
3.2., se enumeran las definiciones más comúnmente usadas acerca del concepto de
información.
___________________________________________________________________________
__
TABLA 3.1.
CONCEPTOS RELACIONADOS CON EL DE INFORMACIÓN
En el campo semiótico
Mensaje, noticia
Signo, significado
Dato, señal
Conocimiento
Lenguaje
En el campo informático
Informar, informática
Procesamiento, almacenaje
Comunicación
Transmisión
Código, codificación (encodificación, decodificación)
En el campo cibernético
Diversidad, variedad
Ordenamiento, organización, programación
Cibernética
Regulación, control
Retroalimentación (retroacción) y proalimentación (proacción)
___________________________________________________________________________
__
Aunque no haremos una revisión exhaustiva de las teorías acerca de la información (se
pueden consultar las textos referidos, especialmente Ursul y Barreda), recordemos que el
primero en sugerir el concepto de información en su versión científica actual fue Leo Szilard en
1929, cuando trató de resolver el problema del demonio de Maxwell al que ya hemos aludido.
Su idea fue que para conocer el comportamiento de las partículas dentro de un sistema
cerrado, como el caso del gas en el recipiente aislado, era preciso disponer de un dispositivo
que cambie información en entropía negativa; es decir, un dispositivo que debía proporcionar
información acerca del estado del gas ordenado de algún modo en un instante dado en el
recipiente. Este concepto será imprescindible para explicar la clase de información que
llamamos social, como veremos más adelante.
Otro evento, naturalmente entre otros, de especial importancia fue la publicación del
trabajo de Touring en 1937 sobre los números computables, o lo que se denominó después la
Máquina de Touring (véase, por ejemplo: George, 1962). Con este trabajo se dio inicio al
desarrollo de la tecnología de la computación y con ella la explicación del cerebro y la mente
usando la analogía del computador.
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TABLA 3.2
DEFINICIONES DE LA INFORMACIÓN
1. Es la inversa de la probabilidad: I = log2 1/P. La información es función de la
no-probabilidad de un mensaje (Shannon, 1948)
2. Es indeterminación, elección, selección, incertidumbre I = log2 N. La
información se mide por el número de elementos diferentes (Watanabe, 1988)
3. Es la medida de la diversidad: cambio, diferencia, variedad, originalidad,
disimilitud en la distribución de la energía o la materia en el espacio y en el
tiempo. La diversidad aparece cuando hay una diferencia entre dos
elementos. La información es la diversidad en la unidad (Ashby, 1956)
4. Es estructura: la información es una medida de la estructura de un conjunto
de objetos individuales (Watanabe, 1988)
5. Es una forma de reflejo: es el reflejo ordenado de la realidad; es diversidad
reflejada, diversidad que un objeto contiene sobre otro objeto (Novik, 1964;
Ursul, 1972)
6. Es neguentropía: Información es la inversa de la entropía de un sistema
(Brillouin, 1962)
7. Información es toda estructura material incluida dentro de un sistema
igualmente material, que al reflejar tanto la actividad interna de este sistema
como la estructura del ambiente que lo rodea, su actividad determina la
organización del mismo sistema en la forma de un individuo o una sociedad
que se reproduce, automantiene y muta. Es una estructura cuya actividad
organiza todo sistema material que se caracteriza por a) integrase a sí mismo
y mantenerse por sí mismo, y b) reproducirse a sí mismo y modificarse por sí
mismo; y que por ello se denomina sistema vivo (Ortiz, 1964).
Veamos un caso hipotético para tener una idea general de la medida de la información
(social). Deseamos calcular la cantidad de información, es decir, el número de bits de
información que se necesita para identificar al alumno José que forma parte de una clase de
32 alumnos.
1. ¿Está entre los altos o los bajos?: –está en la mitad de los más altos; así tenemos 1 bit de
información (y quedan 16 alumnos)
2. ¿Está entre los gordos o los delgados?: –en la mitad de los delgados; ya tenemos 2 bits de
información (quedan 8 alumnos)
3. ¿Está entre los que tienen notas mayores o menores de 13?: –está en la mitad de los que
tienen notas mayores de 13; así llegamos a 3 bits (quedando 4 alumnos)
4. ¿Está entre los que han nacido en Lima o en una provincia?: –en la mitad de los que han
nacido en Lima y son 4 bits de información (para quedarnos con sólo 2 alumnos)
34
5. ¿Está entre los que han nacido en 1963 o en 1964?: –en la mitad de los que nacieron en
1963, que es el bit número 5, y así queda sólo un alumno.
Tenemos pues un alumno que es identificado como alto, delgado, tiene notas mayores de 13 y
nació en Lima, en 1963. Se necesitaron 5 alternativas igualmente probables que dan la
cantidad de información necesaria para identificar o caracterizar a un individuo entre un
número finito de individuos.
I = K ln P
El enfoque de Novik (1964) parte del concepto de reflejo que es definido como una
propiedad esencial de la materia. Mantiene la oposición entre información y ruido, y define la
información como un reflejo ordenado de la materia, en tanto que el ruido sería un reflejo
desordenado de la misma. Con esto deja sentadas las bases para explicar la relación entre la
naturaleza y la conciencia como una relación de carácter informacional. Ursul (1972) por su
parte, relaciona la teoría de la diversidad con la teoría del reflejo para concluir que la
información es el contenido del reflejo, donde el contenido está dado por las diferencias
internas de un objeto que refleja a otro objeto: de este modo, dice, “la información, (...) puede
presentarse como diversidad reflejada (cursiva en el original), y precisamente diversidad que
un objeto contiene sobre otro objeto.” Este enfoque concluye, sin embargo, en que la
información es una propiedad universal de la materia, y que por lo tanto ella existe tanto en la
materia inerte como en la materia viva, con lo cual invalida su utilidad científica, como ya han
hecho notar varios autores, sobre todo Watanabe (1988) y Bunge (1988), desde puntos de
vista diferentes.
TABLA 3.3.
TEORÍAS ACERCA DE LA INFORMACIÓN
A. TEORÍAS CUANTITATIVAS:
1. Probabilísticas o estadísticas
2. No probabilísticas
B. TEORÍAS CUALITATIVAS:
1. Combinatorias
2. Dinámicas
3. Topológicas
4. Algorítmicas
C. TEORÍAS CUALITATIVO-CUANTITATIVAS
1. Medida de la diversidad
2. Medida de la estructura
3. Teorías de la regulación y control
D. TEORÍAS DIALÉCTICAS
1. Medida del reflejo
2. Teoría sociobiológica
mensajes químicos al resto del organismo que vendría a ser un receptor de señales es,
usando los propios términos del filósofo, indudablemente un disparate.
Por su parte Mosterín (1994) dice que “Las señales son eventos, procesos,
configuraciones u objetos materiales que, en virtud de su forma, son portadores de
información”, para agregar que “La información misma es algo inmaterial”, pues sólo las
señales que la transmiten son realidades materiales. Esta afirmación tiene claramente el
mismo sentido de la conceptuación del lingüista Saussure (1916/1945) cuando dice que el
lenguaje es forma y no sustancia, y de Ashby (citado por Novik, 1962) cuando afirma que la
información no es materia ni energía sino diversidad, lógicamente en un puro sentido
especulativo.
No obstante, el mismo Mosterín señala implícitamente que la información es de naturaleza
material cuando afirma que se la puede definir en tres sentidos distintos: 1) como información
sintáctica, como forma o estructura; 2) como información semántica, como correlación, y 3)
como información pragmática, como capacidad de cambiar el estado del receptor. De hecho, si
no fuera material, no podría tener estructura, y sobre todo, si no fuera algo material no podría
cambiar el estado de un receptor material, como son un ser vivo, un hombre o las cosas
hechas por estos. En otro sentido, si las señales que emite un animal contienen información, y
ésta está sólo en el cerebro, mejor sería decir que la información es de naturaleza psíquica,
que no existe información en la forma de noticias, de mensajes, sino de ideas, afectos,
intenciones; o que sólo existe la información psíquica. Lógicamente que así quedaría claro el
concepto de que también las ideas son algo material, aunque no únicamente una función del
cerebro.
Además, Mosterín asegura que la información pragmática es la información en sentido
pleno, y que hay tres tipos básicos de ésta: 1) la información descriptiva, 2) la información
práctica y 3) la información valorativa. Esta es una manera de decir que la única clase de
información que existe es la información que usan los hombres (y los animales, según este
autor) para comunicarse entre sí. Pero luego, al afirmar que además de las anteriores, existe
la información genética en el núcleo de las células, Mosterín deja sentada la idea de que la
información no son solamente los mensajes por medio de los que se comunican las células y
los animales que tienen cerebro, sino algo más que esto, algo que él mismo no ha podido
deducir. Más aún, en la misma raíz de su razonamiento, hay otra falla conceptual, duando
antes de asegurar que hay sólo una verdadera clase de información, la información que
denomina pragmática, primero cree separar tres clases de información que, en realidad, son
tres aspectos o propiedades de la información (social, como veremos). Estaría mejor que nos
dijera que la información tiene tres propiedades que aparecen como forma, correlación y
norma, y que es de tres clases: descriptiva, práctica y valorativa.
Siguiendo a Ursul (1972), Rojas (1997) hace bien en señalar que, en comparación con las
teorías estadísticas, más comprehensivas son las concepciones humanistas de la información,
aunque como aquél, también llega a afirmar que la información es una propiedad inherente a
toda la materia. Estaríamos de acuerdo con esta postura, siempre y cuando aceptemos que
dadas ciertas condiciones especiales, en cualquier región del universo la materia puede llegar
a organizarse como información, como ha sucedido en nuestro planeta, donde los mismos
elementos químicos que existen en cualquier otra región del universo han llegado a conformar
un sistema vivo. Por lo tanto, no se trata de que toda la materia tenga propiedades
informativas, o que la materia inerte proporcione información; lo que tiene sentido es que la
materia organizada como sistema vivo sí tiene tales propiedades, tal como hemos
argumentado previamente (Ortiz, 1994, 1998) y también veremos más adelante.
Por otro lado, como también señala el mismo Rojas, se debe destacar que hay una íntima
relación entre la información y el conocimiento del mundo por parte de los hombres, y
coincidimos con él cuando refuta la idea de Ernst Cassirer según la cual el hombre es un
animal simbólico, por el hecho de que ya no vive en un universo físico puro, sino en un
“universo simbólico”. Al respecto, Rojas precisa que se debe “definir al hombre como un ser
sígnico antes que como un «animal simbólico» (...). En buena cuenta porque estamos
persuadidos de que el hombre posee, en exclusiva, una capacidad sígnica...”. Esto implica que
para una sociobiología del hombre, una cuestión primordial es descubrir en qué consiste esta
capacidad.
37
Nuestra posición es que la información es atributo exclusivo de la materia viva y que sólo
los seres vivos generan información acerca de su ambiente fisicoquímico, únicamente dentro
de ellos mismos. Es decir, lo que hacen los seres vivos es generar información dentro de sí
respecto de ciertas estructuras o procesos materiales que están presentes en su ambiente
exterior, siempre y cuando tales individuos tengan receptores o sensores para codificarlos y
procesarlos como información cada vez que necesiten incorporar o evitar algún elemento físico
o químico, o tengan que adaptarse a alguna situación que sucede regular o fortuitamente en
dicho ambiente.
Lógicamente que este ambiente no es inmaterial, sino tan material como todo el resto del
universo. Lo único que se requiere es explicar en qué se diferencia este universo social del
universo natural. Esta explicación exige que se defina la naturaleza de los procesos que
determinan la organización de la materia dentro del sistema vivo, en general, y la organización
de la materia que constituye el sistema de la sociedad que nos contiene, en especial.
Las concepciones clásicas de Shannon (1948/1968) y de Ashby (1956/1966) acerca de la
información, deben aceptarse como procedimientos restringidos a la medida de la información
de tipo social, aquella que se procesa en la forma de datos o señales a través de los sistemas
de comunicación y de codificación de esta clase de información en los diversos medios inertes
así transformados por la actividad social de los hombres (como son los diversos lenguajes que
han existido o existen). Naturalmente que si este es el único objetivo del técnico o científico,
no interesa qué es la información en sí, y estaríamos en un momento similar al de la medición
de los fenómenos físicos cuya naturaleza no se conoce, como sucedió con el concepto de
energía cuya naturaleza se llegó a definir tiempo después de que se la pudo medir. En efecto,
se puede medir el calor sin necesidad de saber qué es realmente. Luego, se puede medir la
cantidad de datos o señales que contiene una noticia, un libro o un disco duro, así como la
diversidad de características o elementos de una estructura cualquiera. Pero, desde el punto
de vista de la explicación científica de la actividad social del hombre, necesitamos saber, sobre
todo, qué es exactamente aquello que se mide, pues podría suceder, como parece ser el caso,
que la información no sea sólo un tipo de estructura material artificial creada y producida por el
hombre, sino un tipo de estructura igualmente material, pero natural, que existe desde que
apareció la vida en este planeta, y que talvez explica de que naturaleza es la vida misma.
Es pues evidente que dentro de la ingeniería de las comunicaciones, y de la filosofía, sólo
se ha llegado a reconocer aquella clase de información que usan las personas para
comunicarse entre sí; aquella que se la reconoce en términos de señales o datos, de mensajes
o noticias, de significado o de conocimiento. Este es el mismo concepto que se extiende y se
aplica de modo analógico, casi metafórico, para explicar como los genes “controlan” la
reproducción de las células y como se heredan los rasgos que caracterizan a los miembros de
una especie. Éstas serían en el mejor de los casos las conclusiones más fáciles de aceptar. El
ya citado Mosterín (ob. cit.), por ejemplo, llega a concluir en que existe sólo dos clases de
información: la codificada en los genes de las células y la codificada en los memes del cerebro
de los animales. Según este concepto, las noticias, las señales nerviosas y las moléculas
mensajeras (como las hormonas), serían solo señales que transportan la información. Puestas
las cosas en estos términos, la información queda como algo que no existe o que no puede
definirse.
Efectivamente, si seguimos el planteamiento de Mosterín, es posible llegar a la misma
conclusión de Bunge. Hemos visto que según el primero, las señales son objetos portadores
de información, pero que la información misma es algo inmaterial, con lo cual prácticamente
afirma que no existe. Por eso nos llama la atención que diga que “La información genética
contenida en nuestro genoma puede dividirse en unidades simples o mínimas, llamadas
factores hereditarios o genes”, pues a partir de esta afirmación, el mismo autor añade
enseguida que “Un gen es una unidad de información genética correspondiente a un cierto
segmento cromosómico.” Luego, si el gen es una unidad de información, el genoma y los
cromosomas también lo serán, pues están formados por los genes. Entonces, ¿qué se quiere
decir con la frase: “La información genética contenida en nuestro genoma...”, o con esta otra:
“Toda la información genética está en los cromosomas.”?. Es decir, ¿por qué no se afirma que
los genes son la información en sí, y en vez de esto se sostiene que la información es algo
inmaterial?
38
sentido cinético, en los procesos internos del sistema, a los cuales de este modo convierte en
soporte activo de aquella misma superestructura.
Esto significa que la actividad de esta superestructura ubicada dentro del sistema vivo,
cuyo modelo externo de desarrollo es el ambiente actual que rodea al conjunto del sistema, se
ha llegado a constituir en el modelo interno que organiza el desarrollo de tal sistema que así
adquiere las capacidades de memoria y de anticipación, y las propiedades secundarias de
integridad, estabilidad, reproducibilidad y mutabilidad. Se ha sostenido (Brillouin, 1962; Ortiz,
1994) que la actividad de esta estructura no puede ser sino una forma superior de actividad
neguentrópica, que es lo que llamamos justamente información: ésta será tanto una estructura
que refleja su pasado, como una actividad que se refleja en los constituyentes del sistema. Tal
sistema comprende los sistemas vivos individuales y nuestra sociedad.
El sistema vivo emergió dentro de una atmósfera prebiótica (previa a la vida) constituida
por una mezcla de CO2, N, CH4 y NH3, sin O2 libre. Estos compuestos formaron las moléculas
más sencillas que son los monómeros: las bases purínicas y pirimidínicas, la ribosa y la
desoxirribosa y los aminoácidos. Estas son las sustancias que al ensamblarse entre sí
constituyeron los polímeros que a su vez formaron las macromoléculas propias del sistema
vivo, principalmente los ácidos nucleicos como el ADN y el ARN y las proteínas. Estos
compuestos llegaron a formar partículas semejantes a los virus actuales. Más tarde se
formaron los compuestos autocatalizadores y moldeadores genéticos que podían sintetizarse a
sí mismos, los que al unirse a otros compuestos que conformaban estructuras membranosas
de ensamblaje y protección formados por lípidos y proteínas, dieron origen a los protobiontes o
sistemas vivos primitivos. Estos habrían sido semejantes a los coacervados que Oparin logró
obtener artificialmente en la forma de gotitas de polímeros que poseen un matabolismo muy
sencillo. Estos protobiontes se habrían sostenido utilizando los electrones de la luz solar, para
formar después diversas formas de arqueobacterias.
Los primeros sistemas vivos unicelulares semejantes a los actuales aparecieron cuando
los protobiontes desarrollaron estructuras semejantes a los peroxisomas que realizan algunos
procesos fisicoquímicos elementales de tipo metabólico, y cuando el conjunto del sistema
quedó relativamente aislado de su ambiente externo por una membrana que no es sólo
protectora sino receptora, por cuanto actúa como un sensor que refleja algunos de los cambios
del ambiente local inmediato que son esenciales para el mantenimiento del sistema. Estos son
los primeros sistemas celulares, o simplemente células, que contienen el ADN disperso en un
protoplasma, de allí que se los considere como procariotas: células sin núcleo y sin organelos.
De este modo quedó definida la existencia del primer reino del sistema vivo que es el reino
Monera. Éste está constituido por sistemas unicelulares, como las bacterias, que son
generalmente autotrofos ya que se bastan a sí mismos al sintetizar sus propios constituyentes.
Los seres vivos más primitivos son seguramente los procariotas que son las células más
simples que se conocen. Éstas no requieren oxígeno para subsistir (recuérdese que en la
atmósfera primitiva de la Tierra no había oxígeno libre como hay en la actualidad). Unos dos
mil millones de años después del comienzo de este tipo de vida, se supone que aparecieron
las cianobacterias (bacterias azulverdosas) que ya contienen los plástidos o primeros
organelos que pueden realizar una fotosíntesis, es decir, que pueden sintetizar sus
componentes químicos por efecto de la energía solar. Recién a partir de estas reacciones
empezó a liberarse el oxígeno en la atmósfera, y la presencia del oxígeno libre en la atmósfera
terrestre fue seguramente el cambio más importante para el desarrollo de seres vivos cada vez
más complejos como los animales que conocemos.
Hace aproximadamente dos mil millones de años, los procariotas primitivos incorporaron a
los plástidos contenidos en cianobacterias, y en otros casos a las mitocondrias, posiblemente
contenidas en protobacterias, que son capaces de usar la energía química de los
carbohidratos para sintetizar ATP. Así aparecieron las especies del reino Protista que son
sistemas unicelulares eucariotas, como son los protozoarios y las algas. En estos, los
procesos químicos del protoplasma se realizan en organelos, y el ADN organizado en genes
forma la cromatina que se concentra en un núcleo.
En estos sistemas celulares, y de ellos en adelante, el ADN quedará convertido en una
estructura química cuya actividad refleja tanto los procesos fisicoquímicos que le precedieron y
aún suceden en su interior, así como los cambios que se repiten cíclica y regularmente (Anojin,
40
indica que todo ser vivo es determinado en sentido ecocinético por los procesos que suceden
cíclica y regularmente en dicho ambiente exterior al sistema.
En tercer lugar, si cada sistema vivo individual es doblemente determinado, es de suponer
que esta determinación no es de tipo causal, o que se trata de un ordenamiento causado por
procesos físicos y/o químicos lineales, similares o iguales a los de la materia inerte (que es
válida respecto de su estructura puramente física o química), sino que es necesariamente
organizada por medio de una estructura material cuya actividad se autogenera al reflejar tanto
los procesos biogenéticos internos del sistema individual, como los cinéticos del ambiente
actual que lo rodea.
Esto significa que la organización de todo sistema vivo individual tiene que ser
determinada, en consecuencia: 1) en sentido epigenético, a partir de sus elementos
constituyentes actuales, y 2) en sentido cinético a base de la estructura informacional
preexistente. Con este análisis, habrá quedado claro que si bien la base real de desarrollo del
sistema vivo es el ambiente externo al sistema, la información viene a ser la base interna
efectiva de dicho desarrollo, por cuanto dicha base real externa puede reestructurar la
actividad en curso del sistema sólo a través de la estructura informacional. En los sistemas
vivos individuales de cualquier especie, la información es pues la estructura material cuya
actividad determina la estructura y actividad de cada uno de los niveles o formas de su
organización interna, desde el nivel celular hasta el nivel social.
Por consiguiente, para explicar la naturaleza de cada sistema vivo individual, se tendrá en
cuenta: 1) la determinación epigenética actual de la información que depende del medio
interno del individuo, que se efectúa a través de receptores intraindividuales, y 2) la
determinación cinética actual del ambiente externo sobre dicha información que se efectúa a
través de receptores ubicados en la superficie externa del individuo. De este modo, la
información determina cinéticamente el desarrollo del sistema a través de efectores
distribuidos tanto respecto del medio interno como en relación con su medio externo; procesos
que usualmente se denominan de control o regulación).
Aquí es necesario hacer una suerte de digresión respecto de algunos de los conceptos
que serán usados en esta Introducción. Uno es el concepto de genesis. Sabemos al respecto,
que los genes han tenido una génesis, en el sentido de que son resultado de la biogénesis
que ocurrió hace más 3 mil millones de años. Por tanto, desde el punto de vista de nuestra
definición de la información, genéticos son solamente los procesos que dan origen a genes,
como es el caso de la replicación actual del ADN. Pero, cuando los genes determinan la
división celular, los procesos ya no son genéticos, sino cinéticos, por cuando determinan la
reorganización o la reproducción de una estructura celular preexistente. Los seguiremos
llamando genéticos por cuanto es actividad de los genes, pero a sabiendas de esta actividad
de los genes es informacionalmente cinética, como una concesión lingüística, mas no
conceptual ni lógica.
Hemos dicho, además, que los sistemas vivos ya no son formas de un ordenamiento
dinámico de la materia en general, sino formas de organización que se desarrollan por sí
mismas dentro del sistema vivo únicamente. Por consiguiente, el desarrollo del sistema vivo
que depende de la información puede modificarse o ampliarse por efecto de los cambios
actuales que ocurren dentro o fuera de todo el sistema, o dentro o fuera de cada sistema
individual. Esta suerte de plasticidad no es sino el aspecto mnésico de la información: el hecho
de que pueda modificarse y que dicha modificación, si guarda coherencia con la estructura y la
actividad de todo el conjunto del sistema, pueda permanecer así de allí en adelante. Para que
esto ocurra, sin embargo, primero deben transducirse dichos cambios del ambiente en los
receptores, internos o externos del propio sistema.
Teniendo en cuenta esta caracterización de la información, podemos afirmar que todos los
procesos internos por medio de los cuales se organiza la integridad, la estabilidad, la
reproducción y la mutación de los individuos, todo depende de alguna clase de información, y
que cualquiera que fuese su clase, la información aparecerá ante el observador en dos formas:
1) de representaciones, o de estructuras que reflejan tanto el medio interno como el entorno
del ser vivo, y 2) de procedimientos, o de actividad que se refleja tanto en el medio interno
como en el entorno del mismo sistema.
42
convierte en su soporte activo, hasta que el sistema vivo se descomponga por efecto entrópico
de la materia.
CUADRO 3.1
CLASES DE INFORMACIÓN
1. Genética
a. De regulación intracelular
b. De regulación extracelular
2. Metabólica
a. Endocrina
b. Inmunitaria
3. Neural:
a. Visceral
b. Somática
4. Psíquica:
a. Inconsciente:
i. Afectiva: Sensaciones afectivas
ii. Cognitiva: Sensaciones cognitivas
b. Consciente:
i. Afectiva: Sentimientos
ii. Cognitiva: Conocimientos
iii. Conativa: Motivaciones
5. Social:
a. Tradicional ( Sentimientos)
b. Cultural ( Conocimientos)
c. Económica ( Motivaciones)
En resumen (cuadros 3.2 y 3.3), todo el sistema vivo que existe en nuestro planeta está
organizado a base de distintas categorías de información cuyo grado de complejidad ha ido
aumentado de manera progresiva en el curso de su desarrollo. Según este concepto, los
individuos de cada especie también se tienen que organizar en el curso de su propia historia a
base de una o más categorías de información hasta llegar al nivel que corresponde al mayor
grado de desarrollo de su clase. En otros términos, cada categoría de información constituye el
modelo a base del cual se desarrollan los individuos de las diversas especies, de modo tal,
que mientras mayor es su complejidad, más niveles de organización tendrá, y cada uno de
ellos tendrá de uno hasta 4 categorías de información. Los únicos que tienen cinco son la
sociedad y las personas.
___________________________________________________________________________
__
CUADRO 3.2
EL SISTEMA VIVO ES UN SISTEMA INFORMACIONAL
P
R
(V) INFORMACIÓN SOCIAL O
PROCESOS
EPIGENÉTICOS C
(IV) INFORMACIÓN PSÍQUICA
C
(III) INFORMACIÓN NEURAL
I
N
(II) INFORMACIÓN METABÓLICA É
T
(I) INFORMACIÓN GENÉTICA I
C
O
S
45
___________________________________________________________________________
__
CUADRO 3.3
información psíquica inconsciente, ésta en señales neurales, éstas en señales químicas en las
sinapsis, y éstas en señales intracelulares. Inversamente, la información codificada en ciertas
neuronas puede descodificarse en información metabólica, ésta en información neural, ésta en
información psíquica inconsciente, ésta en información psíquica consciente y ésta en
información social.
Ya hemos señalado que, como todo sistema espaciotemporal, los sistemas individuales
tienen el doble aspecto de su estructura y actividad, dependiendo de cómo se codifica la
información en cada uno de los niveles de memoria, en la forma de datos o de señales. Esta
concepción del mundo hace posible que podamos explicar cualquier sistema, vivo o inerte,
individual o social, natural o artificial, al codificar la información social también en la forma de
datos o de señales. A su vez, estas formas de codificación de la información, determinan que
todo individuo aparezca ante el observador como estructura –celular, tisular, orgánica o
psíquica de su cuerpo–, y como actividad –bioquímica, metabólica, funcional o psíquica de su
historia–. Esto significa que cualquiera que fuera la clase de información, ante nosotros
siempre aparecerá como la estructura activa o como la actividad estructurada que organiza la
estructura y los procesos de todo sistema vivo, individual o social.
Podemos pues imaginar que los hombres actuales, cuyos niveles de organización se
sitúan entre el nivel supraindividual de la sociedad y el de sus células, han tenido que
estructurarse a base de las clases de información que se codifican no sólo en la memoria
neocortical en el mayor nivel de su organización, sino en sistemas de memoria
correspondientes a cada uno de los niveles de organización de cada individuo y de la
sociedad (Ortiz, 1998). Por consiguiente, todo sistema vivo –desde las bacterias hasta la
humanidad–, es un sistema de memoria relativamente aislado, que tiene una misma
organización de base informacional, tal como podemos apreciar en el esquema comparativo
de la fig. 3.1. En todo caso, es preciso diferenciar entre: 1) la relación cualquier individuo vivo
no-humano y su ambiente local; 2) la relación entre cada personalidad y el ambiente social, y
3) la relación entre la sociedad y el ambiente universal que conocemos. Dentro de este
esquema, la relación entre cada personalidad y el ambiente universal, tendrá que hacerse
necesariamente por medio de la información social disponible.
___________________________________________________________________________
__
N/C Inf.
A B
Fig. 3.1. Esquema comparativo de los modelos de la relación individuo/medio. Según el modelo
tradicional A, el organismo genera respuestas ante los estímulos de su ambiente local (en el mejor de los
casos se supone que la información está almacenada en el núcleo (N) de las células o en el cerebro (C).
Según el modelo B, todo sistema (sist.) vivo, individual o social, se relaciona con su ambiente; pero
también es necesaria la relación interna entre el todo corporal y la información (Inf.) –que puede ser
genética, metabólica, neural, psíquica o social– que lo organiza.
___________________________________________________________________________
__
49
saltos que sucedieron cada vez que quedaba estructurada una categoría de información de
mayor complejidad.
Los procesos esenciales del desarrollo del sistema vivo pueden explicarse en términos de
la forma como se modifica la información, tanto por los procesos genéticos que le dieron
origen, como por los cinéticos que dependen de las condiciones actuales del medio exterior.
Como la información dentro de cada individuo se codifica en un sistema de memoria que
refleja no sólo su estado interior (en sentido genético), sino también las condiciones del medio
exterior (en sentido cinético), los cambios que ocurren en ambos medios –el intraindividual y el
extraindividual– pueden generar cambios nuevos en dicho sistema de memoria y la
información en sí que determinan que el conjunto del sistema tienda hacia una mayor o mejor
estabilidad, es decir, a un mayor o mejor aprovechamiento de las condiciones materiales del
universo del que forma parte. Es lógico que los cambios que tienden a una mayor complejidad,
aunque menos probables, pueden generar una mayor cantidad o una mejor calidad de la
información, o una mejor configuración de las que ya tienen. El resultado es que el sistema
individual va a tener más variadas o mejores estrategias para aprovechar las condiciones del
medio exterior. La estabilidad de los sistemas individuales más complejos, por tanto, va a
depender más de la cantidad de información que de su capacidad de reproducirse, una
capacidad que es inherente a todo ser vivo. Las bacterias, los insectos, individualmente tienen
una vida de muy corta duración, comparados con los mamíferos. Sin embargo, como sistema
multiindividual son las especies que más han perdurado a pesar de las grandes variaciones
ambientales. Diríamos que la mayor complejidad de la información favorece a los individuos,
pero no tanto a las especies. El hombre es todo una excepción: debe ser porque dispone de
una categoría de información –la de tipo social– que puede incrementarse al infinito, por lo
cual no son sólo los individuos, sino toda la sociedad la que se reproduce a sí misma con cada
vez mayores ventajas sobre todos los demás reinos del sistema vivo.
La selección natural ya no podemos entenderla como resultado de una lucha de fuerzas,
de la victoria del más apto o del más fuerte, porque esta sería una visión mecancista y
antropomórfica del desarrollo del sistema. La evolución es y no es un proceso físico o químico
en sí. Lo es, porque todo el sistema solar en general y la Tierra en especial, son procesos
físicos y químicos. No lo es, porque la base real de desarrollo del sistema es la forma como se
ha organizado a base de información. Puede deducirse de este aserto que mientras más y
mejor la información de los seres vivos refleja cinéticamente su ambiente, más y mejor podrán
modificarlo. Al modificarlo, más y mejor podrán conocerlo; más y mejor podrán reestructurase
favorablemente a sí mismos. Estos procesos de reestructuración cinética son los que
determinan las mutaciones que ocurren por modificaciones más duraderas del ambiente que
se refleja en la estructura informacional de uno u otro nivel de memoria de cada individuo. Lo
más importante de este hecho es que la información una vez modificada es la que determina la
reestructuración cinética del individuo en su totalidad y su mejor adaptación al medio que le
rodea, pues es natural que estos procesos internos de determinación cinética en cada
individuo se extiendan hasta modificar los genes de sus células sexuales, y que más tarde
estos se reproduzcan y reflejen en los individuos de las generaciones que siguen.
Todo esto significa que la evolución, si queremos seguir usando esta palabra, tiene que
definirse no en términos de relaciones causales o de interacción entre los procesos físicos y
químicos del ambiente con los del individuo, sino en términos de la doble determinación,
genética y cinética, de los procesos que, a su vez, determinan la estructura de la actividad
interna de cada sistema vivo individual. Entonces, podremos decir que si la información refleja
“adecuadamente” al medio exterior y el sistema se modifica “favorablemente”, entonces éste
progresa por sí mismo, a pesar de que en sentido objetivo parece desarrollarse reflejando
como espejo su ambiente y reflejándose mecánicamente en él.
51
CAPÍTULO 4
La composición química de los sistemas vivos. Los sistemas celulares. Los sistemas tisulares.
Los sistemas orgánicos. Los sistemas psíquicos.
CUADRO 4.1
LOS REINOS DEL SISTEMA VIVO
CUADRO 4.2
Uno de los objetivos fundamentales de la biología consiste en explicar cómo es que estas
sustancias que están en todos los ámbitos del universo, han llegado a conformar los seres
vivos. Es decir, cómo es que las mismas sustancias las que constituyen los sistemas inertes,
también son los constituyentes de los sistemas vivos, en qué consiste la diferencia que hay
entre ellos. De hecho, no es únicamente la manera cómo se combinan para configurar una
célula o un hombre, sino cómo es que esta configuración se realiza de un modo en una
bacteria, de otro en una planta, de otro en un gato; de un modo en Fernando, de otro en
Giuliana. En esta Introducción sostenemos, en efecto, que existe una estructura superior de
cuya actividad depende la forma como se organizan los átomos y las moléculas dentro de un
sistema vivo individual, o social, si este es el caso.
Como hay una tendencia lógica a reducir los procesos internos de los sistemas vivos a las
relaciones físico-químicas de sus átomos y moléculas, no dejaremos de mencionar cuán
importante es diferenciar los grados de complejidad en que se organizan estas partículas;
grados que dependen de la actividad de otras superestructuras que, como hemos visto, vienen
a ser lo que hemos llamado información, aunque esta idea ha requerido de una definición de
información que no es la usual.
De los elementos y compuestos químicos primordiales que componen la estructura de los
seres humanos, algunos son lo suficientemente móviles como para formar estructuras
efímeras, instantáneas. Otras forman estructuras más estables que cambian lenta o muy
lentamente en el tiempo; por eso se las considera los constituyentes del armazón o esqueleto
del sistema individual. En el cuadro 2.1 se enumeran los elementos y compuestos químicos
más importantes, que son los constituyentes de los animales superiores y del hombre; no
incluye los elementos y compuestos químicos que se forman en los procesos anabólicos y
catabólicos del metabolismo intermediario, ni los que forman parte de otros sistemas vivos más
simples o inferiores.
Otra manera de separar los tipos de constituyentes de los seres vivos consiste en
distinguir entre monómeros y polímeros. De los polímeros (constituidos por cadenas de
53
monómeros), los ácidos nucleicos son sustancias que o bien almacenan energía química e
intervienen en toda clase de reacciones bioquímicas dentro de las células, como el ATP; o
constituyen macromoléculas de las que dependen las características estructurales de los
sistemas individuales como son: el ácido desoxirribonucleico (ADN) que codifica, almacena o
contiene información genética; el ácido ribonucleico (ARN) que transcribe dicha información
para la síntesis de las proteínas.
CUADRO 2.1
CONSTIUYENTES QUÍMICOS DEL HOMBRE
4. Nucleótidos: –Ácidos nucleicos: ADN, ARN; ATP (ADP, AMP), GTP, UTP; NAD.
El ADN es una molécula de gran peso molecular que resulta del acoplamiento de ciertas
unidades químicas que son los nucleótidos. Un nucleótido consta de una molécula de fosfato,
una desoxirribosa y una base nitrogenada. Las bases nitrogenadas de importancia biológica
son sólo cuatro, pero que en distinto orden forman secuencias únicas y fijas para cada
segmento de ADN que constituye un gen. Estas bases son: adenina, guanina, timina, citosina
y uracilo.
Los nucleótidos forman dos cadenas que se juntan formando una doble espiral, que se
conoce como doble hélice, semejante a una escalera de caracol. Según este modelo, los
largueros que sostienen los peldaños son los fosfatos y la desoxirribosa, y los peldaños se
forman por la unión de dos bases: la citosina siempre se enlaza con la guanina, y la adenina
con la timina. Por lo tanto, las dos cadenas son complementarias, pues la sucesión de
nucleótidos de una cadena determina la sucesión inexorable de la otra.
A diferencia del ADN, el ácido ribonucleico está formado por una sola cadena de
nucleótidos, la ribosa es el azúcar que reemplaza a la desoxirribosa, y el uracilo es la base
que reemplaza a la timina.
De los más de 300 aminoácidos que existen en la naturaleza, sólo 20 ( α-amino levógiros)
son los constituyentes de las proteínas de los seres vivos. De ellos, 10 son esenciales para el
hombre, pues no son sintetizados por el hígado humano y tienen que ser ingeridos con los
alimentos. Los péptidos son cadenas de menos de cien aminoácidos unidos por enlaces
peptídicos. Las proteínas son macromoléculas de alto peso molecular, formadas por una
sucesión de miles de moléculas de los veinte aminoácidos unidos por el mismo tipo de enlace.
En las proteínas, los aminoácidos se unen en distintas posiciones que son específicas para
cada una de ellas, y el conjunto puede adoptar la forma de partículas, filamentos, canales, etc.
La actividad química de las proteínas es más evidente cuando forman las enzimas que
catalizan las reacciones fisicoquímicas en los seres vivos.
Los carbohidratos y los lípidos también forman macromoléculas más o menos estables,
que son parte de estructuras complejas como son las membranas de las células. En este caso,
se unen entre sí y a las proteínas. Los monosacáridos y los lípidos constituyen la fuente
principal de energía de los animales. De su degradación se obtiene la energía para la síntesis
de ATP, creatina y otras moléculas que contienen fosfatos de alta energía. La energía química
almacenada en estas moléculas se utiliza en la síntesis de las macromoléculas y en el
mantenimiento de la polarización de la membrana celular principalmente.
Las células eucariotas contienen varios tipos de organelos que son estructuras químicas
complejas rodeadas de algún tipo de membrana. En esta clase de células, el material genético
se concentra en un núcleo delimitado por una membrana nuclear que lo separa del resto de la
célula que viene a ser el citoplasma.
Los sistemas individuales formados por células eucariotas forman el reino Protista. Sus
mayores representantes son los protozoarios, muchos de los cuales son patógenos, pues son
parásitos de otros seres vivos; tal es el caso de las distintas especies plasmodium que causan
la malaria, las especies leishmania que causan la uta, las amebas, algunas de las cuales
causan disentería.
Las células eucariotas en los sistemas multicelulares forman tejidos, pues han llegado a
tener estructuras bastante diferenciadas según la región que ocupan en cada individuo; con
formas de actividad más variadas y complejas mientras más complejo es el sistema individual.
Las células de los vegetales, del reino Plantae, se diferencian principalmente por poseer
organelos que usando la luz sintetizan carbohidratos y aminoácidos a partir de elementos más
esenciales, y por ello son seres autótrofos, pues no necesitan ingerir alimentos. Sin embargo,
los hongos, que se parecen a los vegetales son heterotrofos (viven como parásitos), por lo que
se ha considerado que deben formar el reino Fungi aparte de las plantas.
Las células de los animales, también tienen características especiales que las identifican.
Desde el punto de vista citológico, las células de los hombres son de estructura y actividad
similares a las de los invertebrados y los vertebrados. Ésta debe ser una de las razones por
las que la biología clasifica al hombre dentro del reino Animalia; aunque en su momento
veremos que las células humanas tienen características diferenciadas a causa de su
reestructuración cinética por efecto de la información social
Antes de enfocar el estudio del aspecto biopsíquico del hombre, debemos revisar, aunque
fuera sólo brevemente, cómo son la estructura física y la actividad química común a los
distintos tipos de células de los animales.
a) El citoesqueleto: es el armazón de la célula. Está formado por proteínas estructurales
que forman microtúbulos y microfilamentos. Estos forman una densa red por debajo de la
membrana que en algunas células (como las neuronas) sirve, además, para el transporte de
las sustancias sintetizadas o degradadas hacia su destino.
b) Los organelos: la separación de los organelos por medio de membranas permite una
mejor distribución y separación de los procesos bioquímicos que constituyen la actividad de
toda la célula.
En el núcleo, los procesos bioquímicos de los genes se aíslan de los procesos
bioquímicos de síntesis de las sustancias y de producción de energía que se realizan en el
citoplasma. Muchas moléculas tienen entonces que atravesar la membrana nuclear en uno u
otro sentido. Dentro del núcleo, el ADN que constituye los genes, con algunas proteínas e
histonas, forma la cromatina. Durante la división celular, la cromatina se transforma en
filamentos que son los cromosomas. El ARN almacenado dentro del núcleo forma el nucleolo.
Las mitocondrias son organelos cuya actividad depende de su propio ADN, que es el
ADN mitocondrial (ADNmt). Su actividad bioquímica sirve para la síntesis de moléculas de alta
energía química, como el ATP. Su número aumenta conforme mayor es la actividad células,
como sucede, por ejemplo, en ciertas regiones de las fibras musculares y las neuronas.
El retículo endoplasmático es un sistema de membranas distribuido por todo el
citoplasma, que se extiende desde la membrana nuclear hasta la membrana plasmática. Sirve
de soporte para la síntesis de sustancias y para el movimiento de las mismas de lugar a otro
de la célula.
Los ribosomas son pequeños organelos en forma de gránulos. Unos están libres y otros
adheridos al retículo endoplasmático, por lo que éste toma la forma de retículo endoplasmático
rugoso. Su papel es unir el ARN mensajero (ARNm) que procede del núcleo y los aminoácidos
transportados por el ARN transportador (ARNt) para la síntesis de las proteínas. En el retículo
endoplasmático sin ribosomas, llamado retículo endoplasmático liso, se sintetizan los lípidos.
56
ningún modo significa que los primeros seres vivos hayan existido siempre como tales;
sabemos bien que ellos surgieron a partir de procesos biogenéticos previos.
En el ADN, la sucesión de bases nitrogenadas es fija y estable. Se llama gene al
segmento de ADN que tiene la secuencia de bases necesaria para la síntesis de una proteína,
y nada más que de una. Así como las decenas de miles de palabras del castellano se forman
combinando sólo unos 24 fonemas, así también los cientos de miles de proteínas se forman
usando el código genético formado por secuencias distintas de sólo las cuatro bases
nitrogenadas. Y así como en una palabra la secuencia de sus fonemas corresponde a un
significado, también cada gene es una secuencia de bases que determina la secuencia de
aminoácidos de una proteína. Estos códigos de bases son una suerte de moldes formados por
3 bases –o tripletes que hacen las veces de los fonemas–, por ejemplo, Citosina-Guanina-
Timina, Adenina-Guanina-Citosina; de tal modo que cada molde sirve para reconocer un
aminoácido. Con las cuatro bases se pueden formar 64 moldes de 3 elementos, muchos más
de los que se necesitan para servir de molde a cada uno de los 20 aminoácidos, que
uniéndose en larguísimas secuencias constituyen las proteínas. La secuencia de estos
tripletes en el gen, determina entonces la secuencia de aminoácidos de una proteína en
particular.
La reproducción celular es el proceso más característico de la vida. En realidad, todo
sucede como si el conjunto de los procesos bioquímicos que efectúan las células estuvieran al
servicio de la actividad de los genes (algo similar a lo que ocurre con el cerebro, pues todo
parece indicar que el cuerpo está al servicio del órgano de la imaginación y el pensamiento).
La reproducción de las células comprende dos tipos de actividad: 1) la de la fase de
división celular, que son la mitosis y la meiosis, y 2) la de la interfase, que son la replicación, la
trascripción y la traducción de la información genética. Como quiera que nos interesa explicar
fundamentalmente la actividad de los hombres, aquí haremos referencia sólo a los procesos
de división de las células que conforman los animales multicelulares.
1. La fase de división celular: En los animales multicelulares la mitosis se realiza en
todas y cada una de las células, excepto en las células sexuales que se dividen por meiosis.
Durante la división celular, la cromatina se organiza en los cromosomas. En las células de
los sistemas individuales multicelulares, cada célula tiene un número de pares de cromosomas
iguales u homólogos; este número se denomina diploide. El número de cromosomas varía de
una especie a otra. Por ejemplo, las células del arroz tienen 12 pares de cromosomas; las de
la mosca, 12; las del pez dorado, 94; de la vaca, 60; de los hombres, 46. Cada cromosoma
tiene dos hebras llamadas cromátidas, que se unen en un punto llamado centrómero.
Una característica de la reproducción celular por mitosis es que después que se divide la
célula madre, las dos células hijas vuelven a tener el mismo número de cromosomas. La
mitosis comprende cuatro fases: profase, metafase, anafase y telofase.
La meiosis es el proceso fundamental de la reproducción sexual. La reproducción sexual
es propia de muchos vegetales y animales, como lo es también de la reproducción humana.
Las células diferenciadas sexualmente se llaman gametos. La célula sexual femenina es el
óvulo y la célula sexual masculina es el espermatozoide. De la fecundación de un óvulo por un
espermatozoide, resulta una nueva célula que es el cigoto.
La meiosis es el proceso por el cual la división de las células sexuales da origen a 4
gametos, cada uno con la mitad, o sea un número haploide de cromosomas. El resultado de la
unión de los gametos será un cigoto con el número diploide de cromosomas propio de la
especie, de tal modo que una mitad proviene del espermatozoide del padre y la otra del óvulo
de la madre. La meiosis comprende dos divisiones, una tras otra. En cada una de estas, se
suceden fases similares a la mitosis, pero que comprenden otros procesos más especiales.
La interfase de las células sexuales es igual a la de cualquier otra célula.
2) Los procesos de la interfase: Durante la interfase las células crecen, aunque sólo
hasta cierto límite, alcanzado el cual se dividen. En el proceso de interfase el ADN soporta una
serie de modificaciones que son fundamentales para el mantenimiento de la vida, que son los
mencionados procesos de replicación, trascripción y traducción.
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Por medio de la replicación, el ADN hace copias de sí mismo usando los nucleótidos que
están libres en el núcleo de la célula.
La trascripción es el proceso por el cual la información del ADN se codifica en el ARN
mensajero (ARNm). Éste migra al citoplasma donde dirige la síntesis de las proteínas. En el
ARNm las secuencias de las bases están dispuestas según determina el ADN, de tal modo
que a cada triplete del ADN corresponde un codón del ARN para un determinado aminoácido.
El ARNm lleva entonces el código genético a los ribosomas del citoplasma.
La traducción consiste, finalmente, en el enlace de los aminoácidos siguiendo el orden
predeterminado por dicho código genético trascrito en el ARNm para formar una proteína. Para
el efecto, los aminoácidos del citoplasma se adhieren al ARN de transferencia (ARNt), y así
son conducidos a los ribosomas. En estos organelos se produce el enlace de los aminoácidos
siguiendo la misma secuencia de los tripletes del ADN codificados en los codones del ARNm.
Como todo el mundo sabe, los hijos se parecen a sus padres. Una bacteria sólo procrea
bacterias de su misma especie. Por eso algunas bacterias actuales tienen la misma estructura
y actividad de las que vivieron hace unos 2 mil millones de años y ahora son fósiles. Igual
sucede con las plantas y los animales. Pero también hay variedades de plantas de una misma
especie, que se notan sobre todo en las flores y en los frutos. Una variedad de naranja se
obtiene sembrando semillas de la misma variedad. En los animales, también hay razas y
variedades con diferencias a veces muy sutiles; los gatos y los perros de una raza, por
ejemplo, procrean animales de la misma raza. En los hombres, en los que las diferencias
individuales son más marcadas, también hay una clara tendencia a que los hijos se parezcan a
sus padres, no sólo en las facciones de su rostro o la conformación de su cuerpo, sino también
en la forma de caminar, de sus gestos y ademanes, y en algunos casos en su manera de ser.
Respecto de los sistemas unicelulares, la teoría genética explica que la transmisión de las
características de la especie depende de cada uno de los genes. Cada gene determina una
característica particular de las células hijas. Además, sabemos que la diversificación de las
especies ha sido causada por modificaciones en tales genes que han sido provocados por el
ambiente en un período relativamente largo en que se sucedieron varias generaciones
viviendo bajo las mismas condiciones. En la actualidad también podemos comprobar
mutaciones en las bacterias por efecto de los cambios en su ambiente local que inclusive
pueden ser inducidos por el hombre (por efecto de los medicamentos, por ejemplo).
Pero si extendemos este modelo de transmisión de las características individuales a los
hombres, el problema se complica en extremo. Hay quienes aceptarían que la explicación de
la herencia y las mutaciones en las bacterias es suficiente para explicar la herencia en todos
los sistemas vivos, incluyendo naturalmente a los hombres. Sin embargo, también hay quienes
dan mucha mayor importancia a la influencia del ambiente; por ejemplo, al hecho de que
desde muy pequeños los niños imitan a sus padres.
De estas evidencias ha surgido la controversia sobre que es más importante en la
transmisión de las características individuales: la naturaleza a través de los genes o los
cambios del ambiente por medio del aprendizaje. No creemos que ésta disyuntiva se resuelva
sabiendo en qué porcentaje intervienen unos u otros, algo así como que el color de la piel es
determinado 98% por los genes y 2% por el ambiente, que la inteligencia es determinada 51%
por los genes y 49% por el ambiente, o al revés. También hay quienes proponen que las
características individuales de los hombres son determinadas 100% por los genes y 100% por
el ambiente.
Desde el punto de vista que sostenemos aquí, la explicación se facilita cuando se toma en
cuenta la naturaleza de la propia información, y por lo tanto, la doble determinación,
epigenética y cinética, de las características de cada sistema individual. Naturalmente que en
los sistemas unicelulares, las células pueden mantenerse como tales por la acción de los
genes, o modificarse cinéticamente a través de señales químicas que se generan en la
membrana plasmática por acción del ambiente local.
Por analogía, en los sistemas multicelulares, las características de la estructura y la
actividad individuales quedarán determinadas, inicialmente por los genes, en sentido
epigenético, pero también por efecto del ambiente, en sentido cinético. De este modo, los
genes del cigoto determinan epigenéticamente la división celular y la aparición de células hijas
59
con las características de la madre y del padre. Pero justamente durante la gestación, cuando
surgen formas cada vez más complejas de información, la reestructuración cinética del
individuo en formación expresará finalmente el efecto del ambiente sobre el individuo.
Por lo tanto, la influencia epigenética de los genes tiene que pasar por la de las distintas
clases de información que surgen durante el desarrollo gestacional del sistema individual; pero
al mismo tiempo, la influencia cinética de la información que ocupa el mayor nivel de
organización del individuo en cada fase de su desarrollo formativo va a reestructurar la
actividad que le dio origen hasta convertirla en el soporte activo del sistema.
Esta forma de desarrollo de los sistemas individuales concretos no es sino la repetición de
los procesos que dan cuenta de la evolución del sistema vivo en su conjunto. Sólo falta añadir
que en los hombres que viven dentro de una estructura social supraindividual, es posible que
la influencia del ambiente se efectúe por medio de esta categoría de información antes de que
lo haga directamente sobre el individuo; además del hecho de que el ambiente del hombre ya
no es sólo el medio natural de los animales, sino la naturaleza transformada por la misma
sociedad. Por tanto, en lo que respecta a la transmisión de las características hereditarias en
el hombre, habrá que tomar en cuenta la naturaleza de los procesos epigenéticos y los
sociocinéticos y “la distancia” que media entre el nivel genético y el nivel social, todo lo cual
explica por que el desarrollo de un individuo humano es esencialmente un desarrollo 100%
genético y 100% social.
síntesis de otras moléculas de mayor energía química, como el mencionado ATP que, entre
otras moléculas, es la forma como se almacena la energía dentro de las células.
La respiración de las células consiste en la degradación de la glucosa para obtener
energía. La respiración celular puede ser aeróbica o anaeróbica. Es aeróbica cuando en la
degradación de la glucosa, o glucólisis, interviene oxígeno, y sus productos finales son agua,
anhídrido carbónico y ATP. Es anaeróbica cuando no se requiere oxígeno. En tal caso, el
producto final es el ácido pirúvico, que luego se usa en la respiración aeróbica. Estos procesos
de respiración celular ocurren en nuestras propias células. Por ejemplo, cuando hacemos un
ejercicio físico inusual, aparece una sensación de cansancio casi de inmediato, y se acelera la
respiración pulmonar. Esto se debe a que en un primer momento la respiración en las fibras
musculares es anaeróbica y se acumula ácido pirúvico; para que esto no suceda se
incrementa el movimiento respiratorio y la ventilación pulmonar, y así se inhala más oxígeno y
se elimina CO2.
En la respiración aeróbica, el ácido pirúvico se convierte en ácido acético y éste se une a
la coenzima A, para formar acetil-coenzima A. Con ésta se inicia el ciclo del ácido cítrico,
durante el cual, en una serie de reacciones se sintetiza una mayor cantidad de ATP, además
de otras sustancias importantes que se mueven hacia la membrana celular para su liberación
al espacio exterior, donde servirán para que la célula se relacione con sustancias que
producen otras células. De este tipo son las toxinas que liberan algunas bacterias, así como
las hormonas y los neurotransmisores de los seres multicelulares. Conforme se producen
estas reacciones en las mitocondrias, se liberan electrones que deben ser trasportados por
otras sustancias, en especial los citocromos. Se forma así una cadena de transporte de
electrones, cuyo último aceptor es el oxígeno. Los productos finales de esta sucesión de
reacciones de producción de energía son el anhídrido carbónico y el agua, que resultan de la
combinación del oxígeno con los electrones y el hidrógeno liberado en el curso de dichas
reacciones.
El anhídrido carbónico liberado por las células animales es tomado por las plantas. Éstas,
por medio de la fotosíntesis, utilizan el carbono para sintetizar glucosa, liberando oxígeno. Si
no fuera por este ciclo vital de respiración y fotosíntesis, el desarrollo del sistema vivo hacia
formas de vida cada vez más complejas hubiera sido imposible en nuestro planeta.
3) Procesos de membrana: A través de la membrana celular se efectúan dos clases de
procesos bioquímicos: 1) de entrada y salida de sustancias y 2) de registro de señales.
a) La entrada y salida de sustancias se realiza por ósmosis, por difusión y por endocitosis
y exocitosis. La entrada y salida del agua se efectúa por ósmosis. Esta consiste en el paso del
agua a través de una membrana permeable a ella, del lado en que está más concentrada al
lado en que está más diluida. Por ejemplo, si dividimos un recipiente en dos compartimientos
por medio de una membrana permeable, y colocamos agua salada en un lado y agua pura en
el otro, al cabo de un tiempo veremos que el volumen del agua ha aumentado en el lado que
contenía agua salada.
La entrada de nutrientes y la salida de sustancias de deshecho se efectúa por difusión.
Ésta es un proceso físico por el cual una sustancia tiende a mezclarse uniformemente dentro
de otra; en el aire o en el agua, por ejemplo. La difusión puede efectuarse a través de
membranas; por ejemplo el té difunde de la bolsita filtrante cuando se la introduce dentro del
agua caliente. La difusión de las sustancias a través de membranas depende de gradientes
físicas y químicas que se producen cuando una o más sustancias están disueltas en dos
medios separados por dicha membrana. Así, hay una gradiente de concentración cuando una
sustancia está más concentrada en un lado de la membrana respecto del otro; en tal caso, la
sustancia difunde del lado de mayor al de menor concentración. Esta gradiente, así como las
gradientes químicas y eléctricas, en las células determinan el paso de los iones de uno a otro
lado de la membrana plasmática.
El paso de las sustancias a través de la membrana plasmática puede realizarse por
difusión simple, cuando sigue leyes físicas y químicas generales; también se realiza por
difusión facilitada, esto es, por medio de moléculas transportadoras que la misma célula
sintetiza. Sin embargo, lo que más llama la atención es que las sustancias más importantes
para la actividad celular son transportadas aún en contra de sus gradientes preestablecidas.
En este caso se produce un transporte activo de una sustancia en contra de su respectiva
61
gradiente. Esta clase de transporte se hace a costa de un alto consumo de energía. Es pues
importante destacar que entre un tercio y cerca de la mitad de la energía que las células
generan a partir de los alimentos se usa para el transporte de moléculas pequeñas y de iones
a través de la membrana celular.
A través de la membrana plasmática también pueden entrar o salir corpúsculos formados
por muchas moléculas, e inclusive otras células. Los procesos respectivos reciben los
nombres de endocitosis y exocitosis. Hay dos tipos de endocitosis: la pinocitosis, cuando la
célula envuelve a una gota de líquido, y la fagocitosis, cuando se trata de introducir una
partícula sólida; en ambos casos la célula forma una vesícula o bolsita que envuelve al
contenido ingerido. Los glóbulos blancos ingieren a las bacterias de este modo. En la
exocitosis también se forman vesículas que son desplazadas y adheridas a la membrana
plasmática; luego ésta se abre para liberar su contenido al exterior, tal como ocurre con los
neurotransmisores en las terminaciones axonales de las neuronas.
b) El registro de señales es común a todas las células; pueden registrar los cambios que
se repiten regular o cíclicamente en su medio exterior. La posesión por parte de las células de
estas formas de reflexión es causado por los sucesos de la naturaleza que se repiten
regularmente en el ambiente local. De este modo las células disponen, como sugirió Anojin
(1962/1987), de un reflejo anticipatorio de la realidad, una propiedad que es inherente a la
vida, como hemos visto. Este reflejo se activa por alguno de los cambios locales para los
cuales la célula dispone de receptores de membrana. En ésta se generan entonces una serie
de reacciones bioquímicas como consecuencia de la transducción de los rasgos físicos o
químicos de aquellos cambios o elementos que la célula necesita para mantener su estado
vivo, fuese para usarlos o para rechazarlos. Los receptores son moléculas proteínicas de la
membrana o del citoplasma que tienen el papel de sensores que reconocen la forma de las
sustancias que la célula necesita, o alguna clase de energía importante para la vida de la
célula. Otro aspecto importante de estos procesos es la liberación de sustancias por las
células para relacionarse o interactuar con otras. Esta sustancia también tiene características
de señal, porque, como en el caso anterior, produce cambios internos en la célula receptora
que inclusive pueden modificar la actividad genética de la misma.
Hasta aquí, parece que estuviéramos observando sólo procesos físico-químicos de
transporte a través de la membrana de las células y reacciones químicas dentro de las
organelas del citoplasma. Sin embargo, se trata de procesos de naturaleza informacional en
que las células en un estado α, su actividad integrada está organizada de una manera; pero
después que registran la presencia de las sustancias que necesitan (o tienen que rechazar), o
por efecto de la propia actividad genética, cambian sus procesos internos (que así adquieren
características de señal) y pasan a un estado β en que su actividad se organiza de otra
manera. En cualquier instante estos estados pueden determinar la activación de la expresión
de los genes, para de este modo activar los procesos de síntesis de proteínas hasta producir
un cambio estructural más duradero o permanente. Así, por ejemplo, ciertas clases de
bacterias patógenas sintetizan receptores que reconocen al antibiótico usado para destruirlas,
o sintetizan enzimas que neutralizan la acción del medicamento.
solamente con aquellas células que tienen los receptores adecuados. Formas especiales de
estas relaciones metabólicas intercelulares se encuentran en los organismos con tejido
nervioso, como son la transmisión neuroendocrina y la neurotransmisión que ocurre dentro de
este tejido, y entre él y otros tejidos.
Las células que forman el tejido que recubre las cavidades internas de los organismos y
los psiquismos tienen receptores de membrana o proteínas transportadoras para introducir las
sustancias alimenticias que necesitan hacia su interior. Así mismo, las células de los tejidos
que recubren la superficie externa del individuo, tienen receptores de membrana para detectar
las características del medio exterior e inmediato que las rodea.
Los sistemas individuales que clasificamos como orgánicos son aquellos cuya actividad es
estructurada a base de información neural. Tienen, por tanto, una estructura orgánica y una
actividad de tipo funcional. Sólo estos sistemas son, en sentido estricto, organismos; es decir,
sistemas individuales formados por varios subsistemas compuestos por órganos, cada uno de
ellos con formas de actividad funcional más o menos diferenciadas.
64
En los animales con sistema nervioso los órganos formados por varios tejidos, forman a su
vez sistemas orgánicos, como son los aparatos digestivo, circulatorio, respiratorio, urinario,
genital, osteoarticular, muscular, etc. (aunque no todos están presentes en estos animales; por
ejemplo, las estrellas de mar no tienen un verdadero aparato circulatorio), que realizan formas
de actividad que merecen el nombre de funciones,. Son pues funciones los latidos del corazón
para el bombeo del líquido sanguíneo; los movimientos de los órganos digestivos para
movilizar los alimentos y los desechos de los mismos; los movimientos respiratorios de las
branquias o los pulmones; los movimientos del aparato urinario para la excreción de la orina;
los movimientos del aparato genital femenino y del masculino, para la copulación y el
desplazamiento del óvulo y del huevo; los movimientos excretorios de las glándulas de
secreción externa; los movimientos corporales en su conjunto y los de tipo segmentario. Por
supuesto que existen células con actividad física de desplazamiento, como hacen algunos
protozoarios y los espermatozoides, pero esta forma de actividad no es funcional pues no
depende de un mecanismo nervioso, sino de oscilaciones por acción físico-química de
moléculas contráctiles intracelulares.
Como todo tejido, el nervioso (así como los demás sistemas orgánicos) también tiene
formas de actividad metabólica, y las neuronas tienen las formas de actividad bioquímica que
son comunes a todas las células. Estos niveles de actividad fueron punto de partida de la
actividad funcional y son el soporte de su estructura anatómica.
La información neural adopta la forma de señales sensoriales en las vías sensoriales de
entrada, de datos mnésicos codificados en las redes centrales (de los ganglios, la médula
espinal y el encéfalo primitivo) y de señales motoras en las vías motoras de salida.
Tendremos, por lo tanto, tres formas elementales de actividad funcional del sistema nervioso
que son: 1) los procesos sensoriales, 2) los procesos mnésicos de integración central y 3) los
procesos motores.
El sistema nervioso ha evolucionado en complejidad en las distintas especies. Así, los
celenterados tienen solamente un sistema nervioso reticular, es decir, se trata de una red
neural difusa, distribuida en todo el cuerpo del animal, al parecer sólo de tipo motor,
conectadas de tal modo que pueden ejecutar uno o dos programas de acción, como contraer el
cuerpo y moverse o desplazarse como si fuera un resorte.
Los invertebrados superiores tienen un sistema nervioso ganglionar formado por miles de
neuronas que se agrupan formando redes neurales de tipo nuclear, que reciben el nombre de
ganglios o núcleos neurales (no hay que confundir estos núcleos, que son paquetes de varios
miles de neuronas, con el núcleo de cada célula nerviosa). Los ganglios se ubican a uno y otro
lado del eje corporal y se unen por medio de cordones o nervios formados por los axones (o
fibras nerviosas) de interneuronas (neuronas intermediarias, intercaladas o internunciales).
Las neuronas motoras de los ganglios envían sus axones a los músculos que realizan
operaciones motoras bastante específicas. En esta clase de sistema nervioso, cada ganglio es
un sistema de memoria que guarda información para realizar una sola función: mover las
mandíbulas, la cabeza, las patas, las alas o el abdomen para aparearse y algunas operaciones
más según la especie, según un programa epigenéticamente determinado. Las entradas
sensoriales parten de receptores sensoriales que transducen (convierten) la presencia de
ciertas moléculas o algunas formas de energía, en señales sensoriales. Estas señales se
integran y son moduladas por interneuronas cuyos axones hacen sinapsis con los axones de
las neuronas sensoriales antes de que hagan contacto con las neuronas motoras.
Los receptores sensoriales de los organismos generan pues señales neurales que reflejan
la presencia de sustancias, de energía mecánica alrededor o de energía electromagnética,
señales que luego se reflejan en las redes nucleares que generan la actividad motora
correspondiente. Estas formas de actividad se amplían en los animales superiores y los
hombres hasta conectarse con áreas específicas del la corteza cerebral donde generan
sensaciones psíquicas; así aparecen las sensaciones de luz, sabor, etc. Estas sensaciones
psíquicas no se producen en los organismos. Por esta razón debemos ser muy cautos en
adscribir a los animales aquellas formas de actividad que son características del hombre. Así,
por ejemplo, el sistema nervioso reticular de los animales de simetría radiada, como la estrella
de mar o el pulpo, cuya estructura nerviosa es una red de neuronas alrededor de la boca
cuyos axones se distribuyen en cada brazo, ni siquiera tienen núcleos y menos un cerebro; sin
embargo, se dice que las células que se encuentran en los extremos de cada brazo de estos
66
animales, son “sensibles a la luz” y “al tacto”, cuando en realidad sólo podemos decir que
reflejan neuralmente cierta clase de energía radiante o cierta energía mecánica externa.
Los artrópodos, como la araña, el camarón, los insectos, son los invertebrados más
evolucionados. Pero su actividad individual sigue siendo de naturaleza funcional. Los
saltamontes, por ejemplo, tienen un cordón nervioso central con ganglios a ambos lados cuyas
neuronas distribuyen sus axones en los órganos vecinos, y tienen algunos tejidos sensoriales.
Se lee también en los textos de biología que, por ejemplo, en la cabeza tienen pelos para el
tacto, antenas para el olfato, palpos para el gusto, ojos y ocelos para la visión; membranas
timpánicas en el abdomen para la audición. Insistimos en que los invertebrados no tienen
representaciones psíquicas como los vertebrados. Téngase presente que se trata sólo de
señales neurales, que no son lo mismo que las señales psíquicas, como las sensaciones que
experimentamos en la forma de olor, hambre, luz, sonido, etc. Además, los receptores
sensoriales mencionados, todavía no forman parte de verdaderos órganos sensoriales; son
más bien tejidos especializados que inclusive están ampliamente distribuidos en la superficie
cutánea del animal (por ejemplo, los gusanos tienen fotorreceptores en las superficies dorsal y
laterales de su cuerpo; pero no deduciremos de este hecho que estos animales ven la luz
como nosotros o los mamíferos). Además, aunque estos animales no tienen cerebro, a veces
se llama así, impropiamente, a los ganglios que están en la parte cefálica del animal. Por lo
tanto, no tiene sentido que los términos que usamos las personas para designar formas
psíquicas de actividad, se apliquen a las formas más simples de actividad funcional de los
animales inferiores. Más aún, en los textos de biología animal todavía se dice que el grillo
hembra percibe el trino del macho, a pesar de que este término corresponde a las formas aún
más complejas de procesamiento de información psíquica consciente propias del hombre. La
cuestión es que, infortunadamente, estas confusiones no son sólo terminológicas, sino más
bien conceptuales; expresan una actitud que refleja la tendencia a deshumanizar al hombre y
a humanizar al animal. Son pues errores conceptuales de apariencia inocente, que no
expresan otra cosa que la tendencia a antropomorfizar a los animales y a imponer la idea de
que el hombre es animal.
imágenes de los ojos en una sola, con lo cual es posible la visión del espacio en tres
dimensiones y una mayor nitidez de los bordes de los objetos, además de que su visión ya es
tricromática. A los primates de este tipo pertenece un fósil del género Aegyptopithecus de 32
millones de años, que presenta una ligera expansión de los lóbulos frontales del cerebro. El
desarrollo más avanzado de los primates parece estar en relación con el cambio de la dieta,
cuando se vuelven carnívoros y aprovechan las proteínas animales.
Para algunos investigadores, sólo los primates de talla grande son los verdaderos
primates. Estos se caracterizan por tener una base del cráneo más amplia, un cerebro con
lóbulos occipitales y cisura calcarina, mamas pectorales y testículos en un escroto. Dentro de
este grupo, cuyos representantes más conspicuos son el chimpancé y el gorila, se ubica al
hombre actual.
Los fósiles más antiguos de las especies de prehomínidos encontrados en África y Asia
tienen unos 18 millones de años. Aunque muchas de estas especies se extinguieron, entre las
que quedaron se produjo la divergencia de los futuros homínidos, en una línea distinta de los
demás primates, como es el caso del suborden de los Cercopithecoidea (monos celobinos y
cercopitecinos), y los géneros Pan y Gorila posteriores.
Los primates más modernos de la familia Hominidae, seguramente aparecieron hace 6
millones de años, de tal modo que la divergencia dentro de esta familia de los géneros Homo
(que comprenden varias especies) y Pan (que comprende muchas especies de monos), ya se
habría producido por esta época. Las especies más importantes de los homínidos primitivos
son el Ardipithecus ramidus y los Australopithecus que han vivido entre los 4.4. y 3.1 millones
de años. Tenían un peso de 30 Kg, 1 m de talla y una conformación corporal tipo chimpancé.
En estas especies ya se habían producido modificaciones en los conductos semicirculares del
laberinto vestibular en relación con la postura erguida.
b) Procesos de humanización
Llamamos humanización a los procesos por los cuales la especie Homo sapiens logra
transformarse en una Humanidad. Esto significa que las modificaciones producidas por el uso
de instrumentos y un lenguaje, condujeron a una mutación genética que predetermina tanto la
estructuración del neocórtex cerebral como una memoria capaz de codificar el lenguaje y las
diversas clases de información social, así como la conformación corporal que calificamos como
humana. Según este criterio todo hombre que nace en el período de los últimos 100,000 años,
nace como un individuo humano; y es así como nace inclusive en la etapa actual de los últimos
30,000 años en que la humanidad está en vías de transformarse o se está transformando en
una sociedad, o está en pleno proceso de ser una sociedad.
Los procesos de humanización ocurrieron dentro de varias especies Homo. Empezaron
con el uso del fuego, de utensilios como la cuerda para pescar o amarrar, y de herramientas
como los cuchillos de piedra. Estos procesos se frustraron y terminaron con la extinción de
todas estas especies. Sólo una es la que logra sobrevivir y desarrollarse progresivamente en
los últimos 500,000 años. En efecto, únicamente la especie Homo sapiens pudo culminar su
humanización hace 35 o 30 mil años, hasta que queda transformada en la humanidad.
Los individuos de las especies del género Homo se distinguieron por haber adoptado una
postura totalmente erecta a causa de una modificación anatómica de la pelvis en relación los
miembros inferiores; el dedo pulgar se separa y se opone a los demás dedos, en tanto que la
musculatura de las manos adquiere mayor fuerza de prehensión y más precisión de los
movimientos, y la capacidad craneal ya es superior a los 700 cm3. El resultado de este
desarrollo individual ya no es sólo la utilización de objetos naturales como utensilios, sino la
producción de utensilios, inicialmente de piedra. Se discute si la industria de piedra forzó el
aumento del volumen cerebral, o el aumento del volumen del cerebro precedió a la habilidad
manual, aunque todo parece indicar que el desarrollo de las manos, y sobre todo la
diferenciación de las funciones de una y otra en relación con los hemisferios cerebrales, es el
hito que marca el inicio de los procesos de sociogénesis que culminaron con la aparición de
nuestra sociedad, por lo menos desde un punto de vista más esencial. Es importante señalar
que la fase inicial de este proceso, el de la industria lítica, no parece haber durado menos de
un millón de años, lo que vendría a ser el tiempo que media entre el uso de utensilios
naturales y la aparición de la sociedad primitiva.
70
Hay evidencia suficiente como para afirmar que sólo los homínidos que vivieron en África
entre 2.9 y 1.6 millones de años tenían destrezas manuales de cierta precisión. De las
especies conocidas, el Homo habilis (2.9 a 1.6 millones de años) tenía una capacidad craneal
de 650 a 750 cm3, 1.3 m de altura y 30-40 Kg de peso. Aunque sus restos fósiles tienen
características de australopitecino, se le incluye en el genero Homo por su mayor capacidad
craneal.
Otra especie que vivió entre 1.9 y 1.2 millones de años es el Homo ergaster (erectus) que
tenía proporciones más humanas, una capacidad craneal de 900 a 1300 cm 3 y probablemente
1.8 m de talla. Es posible que miembros de esta especie hayan empezado la caza colectiva y
sistemática, hayan usado el fuego y empezado la fabricación igualmente sistemática de
utensilios. Los ejemplares fósiles encontrados en África y Asia, indican una amplia distribución
de esta especie que llegó a extinguirse hace sólo 27 mil años, y que, por tanto, ha coexistido
con la especie Homo sapiens. Las evidencias sugieren que todas estas variantes son
resultado de migraciones desde el África, aunque hay rasgos de estos fósiles que indican la
aparición de hombres con características regionales importantes, como son, además de las
variantes africanas, los hombres de China, Java, Indonesia, Asia occidental y Europa.
Las especies Homo más recientes son: el H. antecesor (que vivió entre 780,000 a 127,000
años), H. neanderthalensis (entre 690,000 a 30,000 años), H. heidelbergensis (entre 500,000 a
130,000 años), cuyos restos se han encontrado en Europa principalmente. Estas especies
tienen estrechas similitudes corporales y genéticas entre sí y con H. ergaster, africano y
asiático.
Los Neanderthales, que tenían un cerebro más grande que el nuestro, podían hacer
herramientas de piedra, fabricaron otros de hueso, cuerno y marfil., usaban ropa, recogían
alimentos, cazaban animales, vivían en cuevas y enterraban a sus muertos. Pero no está claro
si esta especie dio origen a la especie Homo sapiens, o se extinguió y ésta tiene un origen
diferente. Por lo menos existen diferencias importantes en el ADNmt de ambos. Es interesante
que los individuos de esta especie que llegaron a medir hasta 2.3 m de alto y a tener una
capacidad craneal de 1,800 cm3, llegaron a extinguirse por razones que no han sido
precisadas. Lo único que sabemos es que estas situaciones de desarrollo epigenético más allá
de lo necesario no son infrecuentes en el desarrollo fetal del cerebro y todavía sucede entre
nosotros.
Hay evidencias de una línea evolutiva entre el H. ergaster (H. erectus) y H. sapiens. Así,
se han encontrado formas transicionales en África, con edades de 300,000 a 80,000 años.
Fósiles de formas más modernas de H. sapiens, han sido hallados en el sur de África que
vivieron hace cerca de 115,000 años; en Asia Menor hace 60,000 años, y en Francia el cráneo
de Cro-Magnon indica que grupos de seres humanos vivieron hace 40,000 años. Estos
hallazgos han dado lugar al concepto de que la región formada por África, Asia y Europa fue el
área de “sapientización”, donde emergió, se expandió y desarrolló la especie Homo sapiens.
Otra variedad de Homo sapiens fueron los Cro-Magnones. Estos eran cazadores y
recolectores y tenían una mayor variedad de herramientas de piedra. Lo más importante de
sus características es que en las cuevas donde vivían grabaron dibujos que representan a los
animales que cazaban. Es pues muy probable que dentro de estas variedades de la especie
ya se haya podido desarrollar algún tipo de lenguaje para la comunicación interindividual.
Es pues dentro de la familia Hominidae donde emerge el género Homo, y dentro de ésta la
especie Homo sapiens. Pero la transformación de esta especie en humanidad es una historia
que ya no es la historia natural de los animales, sino la historia de la sociogénesis, es decir, de
una serie de procesos epigenéticos por los cuales la actividad de los individuos de las
especies del género Homo tienden a una socialización. No todas estas especies, como se ha
señalado, llegaron a culminar este desarrollo progresivo. Este desarrollo quedó reservado a la
especie Homo sapiens que es la única que crea y produce la nueva clase de información que
quedará codificada fuera de cada individuo. Al parecer, en las demás especies los procesos
epigenéticos que tuvieron su punto de partida en una suerte de actividad ampliada de ciertos
individuos que tendían hacia la formación de pequeñas sociedades, debieron quedar truncos
al no haber logrado que la información psíquica de tipo animal que naturalmente estuvo en el
mayor nivel de su organización individual, fuera codificada en sistemas de memoria
extraindividual. Lo que sucedió en la humanidad en el curso de los últimos 30 mil años ya es la
71
CAPÍTULO 5
En este capítulo volveremos al tema del desarrollo de los sistemas multiindividuales, a fin
de diferenciar claramente la naturaleza de la sociedad. Ya hemos visto que sólo la especie
Homo sapiens fue la única en lograr que sus sistemas multiindividuales se transformen en una
humanidad y luego en un sistema supraindividual, que es la sociedad. Como podrá deducirse
de nuestro razonamiento, la explicación del desarrollo de la sociedad es el paso previo para la
explicación de la naturaleza humana. Nuestro argumento está a favor del concepto de que
sólo una teoría de la sociedad como sistema claramente diferenciado del resto del reino
animal, puede explicar la transformación de cada hombre en una personalidad.
traducida en algún medio del ambiente local para así formar una señal, que no es sino la
estructura inerte que el otro individuo tiene que registrarla a partir de sus receptores
sensoriales, como en el caso anterior. Notaremos en seguida que esta clase de señales
externas son trozos de materia o de energía que son organizados por la actividad externa del
individuo: estas señales son de naturaleza diferente de la información que en la forma de
señales se transmite y distribuye dentro del individuo, que como sabemos son procesos de
naturaleza genética, metabólica, neural o psíquica. (Para evitar confundirlas, además del
contexto, hablaremos de señales sin adjetivación alguna para referirnos a las señales
externas, físicas o químicas, que algunos llaman signos naturales, que los animales usan
como medio de comunicación interindividual. Las señales internas de cualquier sistema vivo
individual, siempre aparecerán con el adjetivo correspondiente: señales químicas, señales
neurales, señales psíquicas). Por otro lado, tendremos presente que el uso del término de
señal en el caso de la comunicación interindividual es apropiado, porque tal estructura inerte
efectivamente codifica la información actual, vigente en el individuo que la emite, por lo que
tiene el status lógico de una señal interna del animal, y por tal razón puede decirse que
contiene información, esto es, la información que organiza la actividad interna del animal.
Es evidente que estas señales que emiten los animales no pueden confundirse con los
indicios que son los rasgos que distinguen a las diversas clases de materia o de energía que
constituyen el ambiente, en tanto pueden ser detectados por un ser vivo, siempre y cuando
éste disponga de los receptores sensoriales con los cuales pueda generar la información al
respecto. Sólo cuando se confunde la naturaleza intrínseca de los indicios (del ambiente) con
las señales (que dispone y genera el animal), se puede deducir, erróneamente por supuesto,
que el ambiente fisicoquímico contiene información. Al respecto, señalaremos también desde
ahora que tampoco se pueden confundir los objetos fisicoquímicos del ambiente natural con
los objetos fisicoquímicos que el hombre ha producido, los cuales ya contienen la clase de
información social propia de la sociedad humana.
Veamos ahora algunas de las características de las señales que emiten los animales para
comunicarse. En primer lugar, los psiquismos animales superiores generan señales efímeras
que sólo codifican la información psíquica en uso actual, de modo que los gestos visibles o
sonoros, así como las sustancias que excretan, únicamente reflejan su estado interno tal como
se encuentra en el momento que el animal las emite. De este modo, entre la emisión de una
señal y la recepción de la misma se establece una relación interindividual directa que se
extingue por sí sola, o apenas el estado de uno u otro individuo se modifica o cambia a uno
nuevo, fuese el esperado u otro diferente.
En segundo lugar, como consecuencia de lo anterior, los sistemas de comunicación
animal tienen efectos específicos en otro individuo (por lo general de su misma especie o de
alguna otra relacionada) sólo en el momento que sigue a su ejecución. En otros términos, cada
gesto que emite un animal superior refleja sólo su estado psíquico particular presente en ese
momento, y sólo determina un efecto igualmente breve sobre otro individuo. A causa de esta
relación biunívoca entre el estado interno del animal y la señal que emite, podemos decir que
estas señales animales se parecen a las señales de tránsito que vemos en las calles. Sin
embargo, la semejanza es sólo superficial y de ninguna manera podríamos decir que aquellas
señales son símbolos o signos animales, pues sólo excepcionalmente y sólo por medio de las
señales mencionadas los animales hacen referencia al ambiente o a otro animal. Así, por
ejemplo, si bien el cuidado de las crías implica “enseñarles” a reconocer sus alimentos, los
ambientes apropiados, los depredadores, y pueden surgir condicionamientos respecto del
ambiente, la comunicación por medio de símbolos acerca de aquello que el animal debe
enseñar es imposible. Los animales no producen algo exterior a ellos que refleje al resto del
mundo, ni siquiera a los fenómenos que más les afectan. Se dice que un mono puede “avisar”
a sus congéneres acerca de la presencia de una serpiente, pero en realidad sólo expresa y
comunica su miedo; de ningún modo se comunica mostrando por ejemplo un símbolo arbitrario
que signifique la presencia de la serpiente. Por el contrario, como veremos, los gestos
emotivos humanos ya no expresan solamente un estado subjetivo, sino que son símbolos que
tienen un significado; tal es el caso de los aplausos o el apretón de manos con los que una
persona expresa aprobación o amistad respecto de otra.
En tercer lugar, las señales que emiten los animales superiores no llegan a combinarse
entre sí para generar señales más complejas. Lo único que pueden hacer es relacionar ciertas
75
clases de información, sin generar una nueva clase de información. La situación es la misma
desde la aparición del sistema nervioso en los organismos hasta la aparición de la corteza
cerebral de los psiquismos: en aquellos, cada ganglio o núcleo de neuronas tiene una función
determinada epigenéticamente, y difícilmente pueden relacionarse e integrarse entre sí
(inclusive, no podríamos afirmar que la Aplysia puede condicionarse por sí misma tal como lo
hace en el laboratorio bajo la influencia de un experimentador). Sólo en el nivel superior de
organización de las redes corticales de los psiquismos, las señales neurales pueden
relacionarse o condicionarse entre sí para integrar información psíquica inconsciente entre sí,
sin que, por otro lado, genere una nueva clase de información.
Por último, como corolario de lo anterior, advertiremos que la “enseñanza” que aludíamos
líneas arriba nada tiene que ver con la enseñanza de una asignatura en el colegio; es, además
de fortuita, sólo una incitación a imitar, y por lo tanto, la operación que realiza un progenitor
para que su cría lo imite y aprenda, es sólo un gesto que expresa su estado interno y la
situación local e inmediata que rodea a ambos.
nivel superior de desarrollo del sistema vivo hasta la estructuración de la materia inerte por
este mismo sistema vivo.
Es pues evidente que sólo los miembros de la especie H. sapiens, después que lograron
adoptar la bipedestación, usar sus manos para moldear la piedra y avanzar en la
corticalización de su cerebro, después de un largo proceso de humanización, empezaron el
más cercano proceso de sociogénesis que crea el sistema de la sociedad actual. Al parecer,
sólo en los últimos 30 mil años de la historia del universo, esta sociedad ha logrado la
codificación duradera de información psíquica en un medio extraindividual.
Por extensión, con toda la cantidad de información psíquica de base social elaborada en
su cerebro, el científico puede atribuir una estructura informacional a todo el universo conocido
y por conocer. Y aunque, como dice Watanabe (1983), “es un error creer que un objeto
material o un proceso físico es portador de un fragmento determinado de información”, es
importante notar que, así como todo lo que se llama información son estructuras internas a los
sistemas vivos individuales, la información social, aún siendo externa a los hombres, es
interna respecto del sistema vivo, es decir, a la sociedad en su conjunto. Por esta razón, los
procesos informacionales que son la esencia de la vida individual, se amplían con la
información social que refleja epigenéticamente los procesos internos de cada uno de los
hombres y cinéticamente no al entorno local que los rodea, sino el ambiente del universo, que
lógicamente incluye la naturaleza transformada por la sociedad, la sociedad misma y los
hombres que la constituyen. Así, por ejemplo, la oración “el pensamiento y el ser son la
misma cosa” y la fórmula E = mc2 ya no contienen sólo la información psíquica acerca del
mundo que tuvieron Parménides y Albert Einstein, sino que ahora son la información social
que refleja la estructura del hombre y del universo.
Entonces, así como las diversas clases de información determinan cinéticamente la
reorganización de los sistemas individuales, así también la información social determina
sociocinéticamente la reestructuración de todos sus componentes, que no son sólo las cosas
que han hecho los hombres, sino ellos mismos desde su concepción. Y así como en cada
individuo la información psíquica inconsciente, transforma cinéticamente el organismo humano
en psiquismo humano al momento de nacer, así también al codificarse en el neocórtex cerebral
de cada hombre –como información psíquica consciente–, la información social reestructura
cinéticamente la actividad psíquica inconsciente, el sistema nervioso y por medio de éste la
actividad funcional, metabólica y celular de todo el individuo.
Insistimos pues en que la sistematización de los procesos informacionales en el ámbito
social y la aparición de los sistemas de memoria inertes que codifican la información social,
son en realidad la base externa de desarrollo de la actividad individual de los hombres. En tal
sentido, después que los hombres han incorporado toda la información social que les es
posible, la información psíquica que la refleja será la base interna de desarrollo del individuo
total.
Por lo que se ha explicado, y tal como se ha señalado en otro lugar (Ortiz, 1994), se
puede sustentar el principio de que la sociedad corresponde a un nivel de organización del
sistema vivo que depende de una nueva clase de información, y que ésta no es otra que la
información social. Ya hemos señalado que a esta clase de información corresponden las
noticias, los mensajes, los conocimientos. Es la información que usamos, elaboramos y
compartimos después que la hemos aprendido socialmente, es decir, después que la hemos
adquirido desde la sociedad.
Por consiguiente, una vez definida la información en términos neguentrópicos, es más
coherente y conveniente llamar comunicación únicamente a los procesos de señalización que
se usan en las relaciones interindividuales. Como decíamos, la información se transmite del
núcleo al citoplasma, de una célula a otra, de un tejido a otro, de un receptor sensorial al
cerebro, del lóbulo occipital al frontal, del hemisferio izquierdo al derecho, etc. La única y
singular situación, que por lo mismo se presta a confusión, es la de la información social que
existe codificada por fuera de los individuos humanos, de modo que para mantener la
coherencia de los conceptos, diremos que sólo en este caso la información se comunica o se
transfiere de una persona a otra a través de un medio no vivo exterior a ellas. Si dijéramos,
como lo decimos por sentido común, que la información se transmite de una persona a otra,
por teléfono, por ejemplo, estaríamos descartando el concepto de comunicación, lo cual es
contradictorio con una situación que es genérica a todas las clases de relación interindividual
que existen dentro del sistema vivo.
Todo esto obliga a elaborar una definición de la información social en términos absolutos.
Es seguramente difícil diferenciar la información social de la información psíquica. ¿Pero qué
dificultad podemos tener ahora en que la clase de información que llamamos social es más
abierta, pública, tal como la encontramos, por ejemplo, en los libros o en internet?. Respecto
de los individuos de la especie H. sapiens que disponían solamente del aire para generar las
estructuras efímeras organizadas por el aparato articulatorio del emisor, es ilógico pensar que
hubieran dispuesto de información codificada fuera de sus cerebros, que el lenguaje fuera en
82
realidad distinto del habla de un individuo, que las palabras de una oración pronunciada
fueran de naturaleza física distinta de la imagen psíquica subjetiva que reflejan. Sin embargo,
la codificación del habla en la escritura ya indica la existencia extraindividual del lenguaje. Y
aunque el solo hecho de su estabilidad física no daba pie para hablar de la existencia de una
clase distinta de información extraindividual, por lo menos se podía decir que las palabras
escritas contienen información. Hasta cierto punto, podemos entender a Mosterín (1994)
cuando al negar la existencia de la información fuera del cerebro, dice que las huellas dejadas
por una civilización que ha desparecido ya no es información, y que sólo lo fue para quienes
las dejaron. Es claro que así se alude al hecho de que tales huellas contienen información
psíquica de las personas que las dejaron, y que no son información sino señales para
nosotros. Resulta que, efectivamente, no es información psíquica porque no sabremos nunca
qué pensaba quien hizo lo que ahora encontramos en ruinas; pero sí podemos afirmar que
éstas ruinas son la información social que refleja, en gran medida, la existencia de ese hombre
o de su civilización.
Sin embargo, ahora ya no podríamos forzar las cosas respecto de la información
contenida en una cinta de video. Por ejemplo, después de apreciar la imagen de una persona
hablándonos tiempo después de que ha muerto, nos es por lo menos posible empezar a
considerar el hecho de que cuando se ven y escuchan imágenes de personas en el cinema o
el televisor, es una clase de información de naturaleza esencialmente distinta de las que
existen dentro de las personas.
En otra situación, si después de proveer de ciertos datos acerca de un hecho a una
computadora, digamos acerca del clima actual, y la programamos para que nos proporcione
datos acerca del clima de pasado mañana, es totalmente imposible negar que la máquina nos
ha proporcionado información ya no respecto de lo que uno imagina o piensa, sino justamente
respecto del clima. En tal caso sólo tenemos que preguntarnos a qué categoría pertenece esta
información. En primer lugar, se parece más a una noticia que a una idea. En realidad, ¿no es
que el computador ha procesado el mismo lenguaje expresado por una persona, y que los
datos/señales han soportado cientos de procesos intermedios, todo ello por fuera del cerebro
de una persona?. Una respuesta negativa sería que de todos modos la máquina sólo refleja la
información psíquica de los expertos en predecir el clima. Sin embargo, hay otros dos aspectos
importantes acerca de estas formas de procesamiento extracerebral de señales: primero, que
es una forma de codificación de información psíquica en un medio físico que ninguna especie
animal ha podido hacer, y segundo, que ya no refleja sólo la mente de una persona, sino a los
procesos naturales y artificiales subyacentes a los fenómenos del ambiente universal, a los
que no podemos acceder directamente por medio de nuestros receptores sensoriales.
Recordemos, al respecto, como el ADN de una célula refleja tanto su medio interno como su
ambiente exterior.
Es evidente que los sistemas de cómputo ya no sólo contienen información, como todavía
podría decirse del libro, sino que realmente registran, almacenan, procesan y elaboran
información. Habrá que destacar, entonces, el hecho de que además de contener información,
estas máquinas sí pueden procesar y generar información. En estas máquinas, las partículas
del disco duro o de la pantalla del monitor, forman estructuras que cambian en sí y por sí
mismas en el tiempo, aunque siempre por la acción exterior –superior– que proviene de la
persona que la maneja. Aún así, nadie niega y más bien se destaca el hecho de que estas
máquinas reflejan procesos reales, aunque parciales (sólo los cognitivos) de la actividad del
hombre, o mejor, de la sociedad humana. Entonces, por su propia estructura inerte, ante el
observador, ellos son modelos de su hacedor. Notaremos que hay semejanzas y diferencias
esenciales entre las herramientas, los utensilios, las máquinas, los servomecanismos y los
aparatos de cómputo. De todo esto, lo que realmente interesa, es que los hombres han sido
capaces de codificar información de modo perdurable por fuera de sus propios cerebros, y que
al haber hecho esto, dicha información ya no refleja la información psíquica de uno o más
individuos, sino al ambiente universal externo a la propia sociedad.
Otro aspecto importante que debemos tener en cuenta es que cuando se hace referencia
a la sociedad como un sistema supraindividual, se alude al hecho de que la sociedad es algo o
mucho más que la suma de los individuos que lo conforman, y es por lo tanto justo y necesario
preguntarse en qué consiste el todo en tanto es algo o mucho más que sus partes. Una
respuesta correcta es que, este algo más, es únicamente la estructura informacional de la
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de personas que en sucesivas épocas de la historia humana han logrado crear y acumular la
información que explica los procesos físicos, químicos, biológicos y sociales del universo, y
han guardado esta información no como información psíquica, sino como información social.
En efecto, si la información es en esencia una forma de reflexión inherente a todo el
sistema vivo, que refleja tanto su estado interno como su ambiente, tiene por lo mismo la
misma estructura en los hombres y en la sociedad. Si esto es así, la información social tiene
una ubicación que no es diferente de las demás clases de información intraindividual, pues si
bien existe por fuera de los individuos, está dentro de la sociedad. Ya no es sólo información
respecto del estado subjetivo de los individuos, sino información respecto de la sociedad, es
decir que su status es social: la frase “tengo un fuerte dolor la cabeza” escuchada por el
médico refleja el estado de un individuo y parece muy distinta de la frase “habrá un fuerte calor
este verano” que refleja el estado del clima. Pero, para el médico, como para cualquier otra
persona, “tengo un fuerte dolor de cabeza” significa mucho más que la simple sensación
subjetiva de dolor, y viene a ser información acerca de un aspecto prácticamente inobservable
del mundo, como son los procesos internos que ocurren dentro de la cabeza de quien le duele.
El status lógico de este conocimiento es del mismo nivel que el conocimiento de los procesos
internos que ocurren dentro de la materia, por ejemplo, aquellos que se expresan en el clima.
Por cierto que esa clase de información, en tanto es una forma de reflexión neguentrópica
de la materia viva, siempre será reflejo de algún aspecto de ésta y de toda clase de materia.
Por lo mismo, así como la información psíquica refleja no sólo al individuo sino a su ambiente
local, así también la información social refleja a la sociedad y al universo (que lógicamente
incluye el estado interior del individuo). Habrá que diferenciar, en consecuencia, la expresión
verbal de una persona en tanto señal que contiene la información psíquica que organiza su
actividad en ese momento, y en tanto signo que contiene o es información social respecto de
su universo.
Si en los animales superiores, la información psíquica refleja únicamente sus condiciones
internas y el ambiente que le rodea, y se refleja en el control de su medio interno y en su
accionar sobre dicho ambiente local, notaremos de inmediato que, por fuera del animal, entre
su ambiente y él mismo no hay ni puede haber información alguna. En cambio, dentro de la
sociedad existe la información social, cuya característica esencial es haber sido primero una
extensión epigenética de la información psíquica inconsciente de los hombres primitivos, pero
que ahora es el modelo de desarrollo que determina cinéticamente la actividad del conjunto de
la sociedad y de la conciencia de cada una de las personas.
La información social se define, entonces, en los mismos términos que la información en
general, o las demás clases de información: es la estructura que refleja epigenéticamente la
actividad psíquica de los hombres y cinéticamente a los procesos internos del universo; y cuya
actividad es la base interna de desarrollo de la sociedad y de los miembros que la componen,
al ser transformados en el soporte activo del sistema de la sociedad.
A diferencia de los animales, los hombres se desarrollan como personas, y al adquirir la
información social sistematizada en el arte, la ciencia, la religión, el derecho, la economía, la
ética, cada persona adquiere y desarrolla su conciencia; una estructura psíquica que refleja al
universo, la sociedad y a los demás hombres. Ésta es la clase de información por la que
sabemos que existen quantos, átomos, moléculas que constituyen nuestro ambiente inmediato,
así como las estrellas de las galaxias más distantes. Es la información acerca de lo que nadie
puede sentir o experimentar a través de sus propios sentidos. Quién puede haber visto el paso
de los aminoácidos a través de la barrera hematoencefálica. Quién puede haber visto los
procesos en sí por los cuales se forma el tubo neural y se diferencian las neuronas. Quién
puede haber visto la energía electromagnética o el origen del universo. Si alguien puede
imaginar y conceptuar cómo puede ocurrir todo esto, es sólo por la información social que en
algún momento llega a constituirse en su conciencia, es decir, cuando las distintas clases de
información social que han sido incorporadas previamente por esa persona se integran en las
imágenes y los conceptos de su imaginación y su pensamiento como reflejo consciente del
mundo.
Toda esta forma de actividad, que por supuesto no tiene cómo ni por qué existir en los
animales, nos muestra que entre las personas y su ambiente, sí existe ciertamente información
(social) respecto del universo. Es información que refleja (describe, explica) al cielo y las
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estrellas que contemplamos por las noches, pero no es información enviada por el universo,
sino creaciones de esta sociedad. Como puede verse en la figura 5.1, a diferencia de los
hombres, los animales tienen una relación directa con su ambiente local, y si queremos decir
que este ambiente les proporciona información, es sólo en el sentido que diversas formas de
energía estructurada puede generar información dentro de cada individuo a partir de los
receptores que dispone.
Fig. 5.1. Fuera de cualquier sistema vivo (incluida la sociedad) no existe información: el
ambiente universal genera información sólo dentro del sistema: cada sistema vivo puede
generar información sobre su ambiente. Únicamente las personas, en tanto miembros de la
sociedad, disponen de información (social) por fuera de ellas, aunque se encuentra dentro del
sistema de la sociedad.
Por su importancia, no podemos dejar sin esclarecer un punto que no ha sido resuelto por
la teoría de la información. No está claro si los objetos hechos por el hombre, y sobre todo los
sistemas informáticos, contienen y/o procesan información. Veamos tres situaciones
diferentes: 1) los periódicos y los libros de las bibliotecas, 2) los discos y cintas magnéticas de
los equipos de audio, cine y video, y 3) los discos duros, discos láser y disquetes de los
sistemas de cómputo. Fijémonos bien que en este contexto la palabra “contienen” significa dos
cosas diferentes. En un primer sentido se refiere al hecho de que la estructura física de un
objeto refleja la información psíquica de la persona que lo hizo. En este sentido, todo artefacto
–toda obra hecha por los hombres, desde una silla, una casa hasta un avión; desde el dibujo
de una línea, un cubo hasta una obra de arte, así como los utensilios y las herramientas,
desde una palanca, una computadora hasta un satélite artificial–, todo lo que hacen los
hombres dentro de la sociedad, decimos que contiene la información que éstos usaron al
crearlo y producirlo. Una lampa contiene información (psíquica) en el sentido de que su forma
y función refleja la idea y la acción de quien la hizo. En este caso, como ocurre a menudo, la
información psíquica a base de la cual se construyeron tales artefactos se puede convertir en
información social, y sobre la base de ésta, los mismos artefactos ya se pueden fabricar en
serie. Esto ocurre cuando la idea del constructor adopta la forma de un mapa, un plano o un
conjunto de instrucciones acerca de cómo se deben construir viviendas, confeccionar vestidos
o preparar alimentos.
El segundo sentido de la palabra contienen surge cuando se da por entendido que la
información está codificada en las grafías o huellas grabadas en algún tipo de materia inerte.
Cuando se dice, por ejemplo, que un libro contiene información, ya no se hace referencia al
hecho de que el libro es obra del artesano que lo imprimió, cortó el papel, empastó las hojas,
etc.; ni siquiera nos referimos a la obra del editor; tampoco queremos decir que sus páginas
contienen letras y palabras escritas: lo que se quiere decir es que estas páginas contienen las
palabras y las oraciones que reflejan las ideas de su autor, esto es, contienen la información
psíquica de una persona. Pero aquí cabe señalar de nuevo, que si bien el libro contiene la
información psíquica de su autor, las palabras y las frases allí escritas ya son información
social para quien las lee, pues no sólo reflejan las imágenes y conceptos de su autor, sino
también los sucesos de un universo exterior que son descritos o explicados en el discurso, o
en un poema.
Sólo en este segundo sentido se puede afirmar que la información social puede ser
transcrita de un código a otro: una frase contenida en el aire al momento de pronunciarla se
87
Siendo así, ¿cómo es que se ha podido decir que los animales perciben, imaginan,
piensan y actúan como las personas?. Afirmaciones como estas, que se presentan como
proposiciones científico naturales, son las que justifican que ciertas personas digan “esto lo
arreglamos como hombres”, cuando con esto están diciendo que van a resolver sus problemas
como los animales, igual que las naciones que arreglan sus problemas por medio de la guerra,
haciendo uso de la fuerza física y la destrucción. En sentido estricto, arreglar las cosas como
hombres debiera significar arreglarlas éticamente. Al parecer, la igualdad entre hombres y
animales, planteada y sostenida de modo científico-natural, sólo ha servido para justificar la
guerra, a sabiendas de que la sociedad humana dispone de principios morales y legales
científico-sociales que no debieran ser sólo ideales, sino procesos reales que determinan la
protección y defensa de la vida de sus miembros, de todo el sistema vivo, así como el
mantenimiento de la integridad de la naturaleza que nos acoge.
Es pues importante dilucidar en que sentido se puede afirmar que la información social es
equivalente y al mismo tiempo diferente de la información psíquica consciente. Por un lado, en
el mayor nivel de abstracción puede decirse que el pensamiento simbólico es información
social: en tal caso imaginamos que la sociedad es yuxtaestructural al individuo, esto es, que la
información social corresponde al mismo nivel de la información psíquica consciente. Pero si
aceptamos que la sociedad es supraestructural respecto de las personas, tendremos que
concluir en que la información psíquica consciente depende de la información social, en tanto
ésta determina a aquella. Así, cuando decíamos que Hawking pretende que imaginemos el
origen del universo, éste era sólo su deseo, muy loable por cierto, de hacernos procesar la
información psíquica consciente que en la forma de conceptos sólo él y otros teóricos han sido
capaces de elaborar. En realidad, todo lo que podemos esperar es que la información social
que en la forma de ecuaciones matemáticas acerca del universo se encuentra en sus libros, en
algún momento tenga sentido para quien las analiza y comprende, es decir, cuando la
mencionada información social llegue a codificarse como información psíquica consciente en
el cerebro de quien estudia su obra. Toda esta situación en modo alguno se genera
naturalmente. Si como hemos afirmado el universo por sí mismo no genera información y los
procesos naturales no nos envían ninguna clase de información, comprenderemos que sólo la
sociedad ha sido capaz de elaborar información acerca del mundo que nos rodea y sobre todo
acerca de los procesos subyacentes a los fenómenos que podemos observar y apreciar. La
situación es similar respecto del conocimiento acerca de los procesos internos de los seres
vivos y de nosotros mismos en tanto objetos de conocimiento para la sociedad.
Distinguimos, en consecuencia, dos tipos de relación entre la información social y la
información psíquica consciente. Bajo ciertas condiciones, la relación es yuxtaestructural o del
mismo nivel, como cuando la información social es traducida en información psíquica
consciente, mientras conversamos, escuchamos o expresamos frases cuyo significado nos es
conocido, como son las frases de cliché o de uso común. En otras condiciones, la relación es
supraestructural, como cuando la información social ocupa un nivel superior y es transcrita en
información psíquica consciente, en cuyo caso la persona tiene que encodificar (descifrar,
entender, comprender, interpretar, explicar) la información social que registra como
información psíquica consciente. Por esta razón, para quien no conoce física, la fórmula de
Einstein que hemos mencionado contiene información que potencialmente puede comprender,
primero como señal visual, luego como relación de signos respecto de algo, y finalmente como
signos específicos acerca de un aspecto también específico del universo, es decir, como
información social en sí.
La relación supraestructural de la información social respecto de una persona también
sucede cuando ésta crea o inventa, o cuando se presenta la posibilidad, mayor mientras más
culta es, de que pueda primero imaginar y luego transcribir sus conceptos en información
social que eventualmente se hace pública. Entonces, una vez que es potencialmente ajena,
esta información ya es social y nuevamente nos muestra su posición supraestructural,
inclusive respecto del individuo que la creó y produjo.
Veamos, finalmente, como el concepto de información social se condice con la propuesta
de Brillouin (1962) que explica la información en términos de neguentropía. El concepto de
información fue introducido en la física moderna cuando se trató de resolver el problema del
demonio de Maxwell. Szilard (citado por Brillouin, 1962) propuso una explicación suponiendo
que el demonio tenía que introducir información acerca de los detalles del movimiento de las
89
partículas del gas, y que con esto se cambiaba información por entropía negativa (o
neguentropía). El demonio tenía que medir la posición y velocidad de las partículas del gas al
mismo tiempo, y la cuestión era de si es realmente posible que este demonio pudiera ver
siquiera cada una de las partículas, más aún si se piensa que se trata de un sistema donde la
radiación es radiación de un cuerpo negro y es imposible ver dentro de él. Lo más interesante
para comprender la naturaleza de la información social, es que el demonio tiene que iluminar
artificialmente el interior del recipiente de gas, lo cual implica añadir entropía negativa al
sistema para obtener información, con la cual a su vez se modifica el estado del gas. Si
interpretamos esta última operación como un experimento para obtener más información, de
inmediato notaremos que dicha operación tiene que aumentar la entropía del sistema. Luego,
toda obtención de información en un experimento significa aumento de entropía.
Brillouin (ob. cit.) diferenció entre información libre, cuando la situación se considera de
naturaleza mental, e información ligada cuando la situación se interpreta como configuraciones
de un sistema físico. Para esclarecer la naturaleza del proceso informacional en estas
condiciones, veamos la siguiente secuencia (propuesta por el mismo autor): 1) Una persona
posee información libre (en su mente). 2) Esta persona proporciona información a su amigo
que ahora es información ligada, pues la información libre se ha convertido en información
ligada a eventos físicos o químicos (como ondas sonoras, pulsos eléctricos o cualquier otro
disturbio físico) estructurados por el emisor. Es evidente que esta aproximación al problema de
la información, claramente diferencia entre información psíquica (información libre) e
información social (información ligada).
Es pues es sólo un decir antropocéntrico, por no decir metafórico, que los seres vivos en
general detectan, adquieren, perciben, almacenan y usan información. En sentido estricto, esta
situación sólo ocurre a los hombres, por cuanto estos sí pueden detectar, adquirir, etc.
Información social. Pero la información que es la esencia de la vida individual, es decir, la
base de desarrollo de todo sistema vivo individual, no puede ser detectada y menos percibida
por un animal. Decir en abstracto que un ser vivo detecta información es sólo una forma de
expresar que los sucesos de la vida de los animales en algo se parecen a lo que hacemos los
hombres. Insistimos en que solamente las personas podemos detectar y percibir no toda clase
de información, sino la información social que está fuera de nosotros mismos, y por lo tanto,
ésta es la única que podemos almacenarla, procesarla, elaborarla y usarla después de haberla
codificado como información psíquica consciente en nuestro neocórtex cerebral.
Es usual distinguir entre el cómo y el por qué de los sucesos materiales. La explicación de
tales procesos tienen que proporcionarnos las ciencias, y especialmente las ciencias
naturales. Sin embargo, se afirma que las ciencias no pueden explicarnos el para qué un
suceso. Sin duda que esta aseveración es válida para las ciencias naturales, pero no para las
ciencias naturales aplicadas al sostenimiento de la vida humana, y menos para las ciencias
sociales. Con esto rescatamos otra de las características esenciales de la información social –
que no tienen las otras formas de información–, que es la de reflejar el futuro respondiendo a
preguntas de esta clase; lo cual, a su vez, implica una valoración de la situación actual y sus
posibles cambios de estado en el devenir.
Nuestra capacidad de reflejar psíquicamente los aspectos espaciales y temporales del
universo, de apreciar cualquier suceso como estructura y como actividad, de imaginar y de
pensar, de percibir y de actuar, en último término de usar imágenes y conceptos para
organizar nuestra propia actividad personal, no es sino el resultado de como la información
social refleja los aspectos espaciales y temporales del universo. Disponer de representaciones
acerca del mundo y de procedimientos para transformarlo, es totalmente distinto de procesar
señales fugaces y moverse dentro de un espacio local que sólo existe en el presente, como
ocurre con los demás seres vivos. La abstracción de los sucesos que se dan en el tiempo es
atributo social exclusivo del hombre, ya que para abstraer los procesos esenciales de la
naturaleza, las personas tienen que disponer de un potente sistema social de signos
funcionales, como son las conjunciones, preposiciones, adverbios, e inflexiones de diversa
índole, además de los signos de contenido; un requisito que los animales no tienen en modo
alguno. Una vez planteadas los conceptos de esta manera, ya no tiene sentido sostener que
los animales tienen representaciones y procedimientos conscientes como tienen las personas.
En resumen, la categoría de información que llamamos social es, en sentido estricto,
aquella que se originó en sentido epigenético –sociogenéticamente– a partir de la actividad no
90
consciente de los hombres posiblemente en el curso de los últimos –100 a –30 mil años de
humanización de la especie Homo sapiens, y que en estos 30 mil años más recientes en que
existe codificada en un lenguaje, es la base de desarrollo de la sociedad. Esta es la
información que los hombres actuales tenemos que incorporar –en sentido sociocinético– en el
curso de nuestra propia actividad individual. Al incorporar esta clase de información, cada
hombre la codifica en las redes neocorticales de su cerebro, donde se convierten en
información psíquica consciente, diferente de la información psíquica inconsciente. Así como
en otro lugar (Ortiz, 1994), más adelante discutiremos en qué medida la información social es
la base de desarrollo de cada individuo humano, en el proceso por el cual éste se convierte en
un individuo social.
CUADRO 5.1
CLASES DE INFORMACIÓN (SOCIAL)
Según Mosterín (1994)
1. Sintáctica
2. Semántica
3. Pragmática
a) Descriptiva
b) Práctica
c) Valorativa
Desde el punto de vista que sostenemos aquí, es evidente que estos son sólo los
aspectos de la información social que se pueden constatar de manera objetiva y en algún caso
medir matemáticamente. Sin embargo, tiene más sentido tener en cuenta que la información
social, como todo sistema espaciotemporal, es percibida e imaginada como estructura, o
pensada y usada como actividad, y por lo mismo aparece en un momento como dato y en otro
como señal; en una situación aparece como contenido, en otro como forma. Por tanto, no se
trata de dos clases de la información, una sintáctica y otra pragmática, sino de dos aspectos
objetivos de la información que en un momento aparece como representación o estructura, por
ejemplo en una oración escrita, y en otro como procedimiento o actividad, por ejemplo al leer
dicha oración.
El aspecto semántico de la información social alude, sin duda, a su relación de referencia
respecto de los procesos reales del mundo exterior (incluido nuestro propio cuerpo). Las
relaciones subjetivas entre las señales psíquicas verbales –que corresponden a las palabras y
frases del lenguaje–, por un lado, y las imágenes y conceptos –que corresponden a la
estructura y la actividad del mundo–, por otro, son procesos psíquicos conscientes a los que
no es necesario atribuir un carácter semántico; son simplemente procesos psíquicos de
integración de la actividad consciente. En otros términos, la semántica, que tiene su lugar
dentro de la teoría de los signos, la semiótica o la lógica –pues no es una rama de la
psicología–, sólo puede tener como objeto la relación entre el mundo real y la información
social que la refleja. En tal sentido, una vez transcritas las imágenes y los conceptos en un
lenguaje (sobre todo gráfico), la información que éste codifica tendrá que confrontarse con la
realidad y será objeto de análisis semántico. También tiene que ocuparse del análisis de las
relaciones entre una forma de codificación de la información social y otra; por ejemplo, cuando
un discurso en un idioma se traduce en otro, cuando se define una palabra por medio de otras,
cuando se designa un objeto con la correspondiente palabra, cuando se trata de un
metalenguaje acerca del lenguaje. Estos procesos son claramente extraindividuales, e implican
formas complejas de procesamiento de información social. En cambio, cuando una persona
procesa sus imágenes y conceptos, puede hacerlo como quiera, inclusive sin tomar en cuenta
la realidad que le rodea. Únicamente la palabra o la oración ya dicha, o el discurso público,
extrapersonal, en tanto se refiere a hechos públicos, extrapersonales, puede ser analizado
semánticamente. Tal vez en el caso de que las relaciones entre habla y conciencia sean
motivo de estudio psicológico, podría apelarse al método semántico de análisis.
Por otro lado, cuando se habla de los tres tipos de información pragmática, que Mosterín
(ob. cit.) supone es la verdadera información –la información descriptiva, la práctica y la
valorativa–, es evidente que se alude al hecho de que tanto la información social como la
información psíquica consciente que la refleja, son de tres clases, tal como las conceptuamos,
aunque desde otra perspectiva. La limitación del planteamiento de Mosterín es que al clasificar
la información del modo que lo hace, sólo hace referencia a los aspectos cognitivos de la
información psíquica y apenas insinúa el aspecto conativo de la misma.
92
común, la palabra información –término que se deriva del verbo informar o dar noticia de una
cosa– se la usa en Psicología, Biología, e inclusive en la Teoría de la Información, en este
único sentido. Pero, informar es también “dar forma sustancial a una cosa” (Real Academia
Española, 1992), que es justamente el concepto que era preciso desarrollar científicamente.
Estructura.
ECONÓMICA
Estructura CULTURAL
Estructura
TRADICIONAL
personas. En segundo lugar, diferenciaremos entre: 2.a) los conocimientos –talvez sea mejor
hablar de las teorías– que constituyen la cultura (codificados, por ejemplo, en los libros) y son
de naturaleza social, y 2.b) los conocimientos (codificados en el cerebro) que son parte de la
conciencia de las personas. Y en tercer lugar, entre: 3.a) las necesidades sociales (que
produce y ofrece la sociedad), como los alimentos, el vestido, la vivienda y 3.b) las
motivaciones que procesan subjetivamente las personas (como la convicción de que hay que
trabajar para alimentarse, vestirse y proteger la vida). Recordaremos que, además de las tres
clases de información psíquica consciente que reflejan la información social, las personas
disponen de dos clases de información psíquica inconsciente (las únicas que están presentes
en los animales superiores y los niños recién nacidos).
que contiene sacarosa, por ejemplo. Lo que ocurre realmente es que ciertas moléculas se
desprenden de la superficie de la fruta y difunden en el aire; lo que hace entonces el animal es
encodificar la estructura química que tienen dichas moléculas en los receptores sensoriales de
su mucosa nasal, y estos receptores generan las señales neurales que luego se transmiten de
neurona en neurona hasta su corteza cerebral, hasta que las señales neurales terminan por
encodificarse en la sensación psíquica del olor. Ésta, como toda sensación, afectiva o
cognitiva, sólo existe en las redes paleocorticales de su cerebro. En este ejemplo, la sensación
de olor refleja los indicios que, en realidad, son las moléculas, como puede serlo alguna otra
forma de energía que refleja el objeto en cuestión. Al confrontarse esta representación con los
datos de la memoria cortical, o lo que es lo mismo, con las representaciones psíquicas de
anticipación, la información psíquica resultante se integra en la actividad psíquica de
orientación por la el animal ejecuta las operaciones de coger, morder, mascar y tragar la fruta.
Siguiendo un razonamiento similar, podemos analizar algo más minuciosamente los
procesos por los cuales un animal se comunica con otro, es decir, cuando envía señales a
otro, pues esta explicación será fundamental para comprender la diferente naturaleza de los
procesos informacionales que organizan la sociedad humana. De modo muy distinto a su
actividad interna, cuando un animal ha de relacionarse con otro o debe comunicarse, tendrá
que transducir hacia el exterior la información que en ese instante orienta su actividad. En tal
caso, el animal se comporta como emisor, porque emite las señales correspondientes, y en
sentido estricto, traduce o descodifica su propia información interna, y así la expresa en algún
medio inerte disponible de su entorno. Esto significa que el medio físico o químico exterior que
rodea al animal tiene que ser estructurado y convertido en una señal que otro individuo, el
receptor, detecta, encodifica y registra a fin de reproducir –dentro de él– la información como
efecto anticipado por el emisor.
Aquí parece surgir una contradicción que en realidad no la es. Al decir que hay la
necesidad de que se comunique información de un animal a otro, parecería que implícitamente
estamos afirmando que la información existe también fuera del sistema del individuo. Pero
debe quedar claro que así como las señales que encodifican los indicios del ambiente se
generan en los receptores sensoriales, así también durante la comunicación entre individuos,
la información en uso en uno de ellos se descodifica en señales externas por medio de sus
efectores. Esta clase de señales son sólo resultado de la estructuración momentánea del
medio físico o químico necesariamente exterior al individuo que otro animal debe estar en
condiciones de detectar. Así, por ejemplo, el animal emisor puede excretar moléculas, puede
estructurar el movimiento molecular del aire, del agua o de algún sólido, puede reflejar una
determinada banda del espectro de energía electromagnética, en tal forma que el animal
receptor pueda generar, respectivamente, las sensaciones de olor, sonido o luz como la
información psíquica que sólo puede estructurarse dentro de su propia actividad cerebral (o
activarse dentro de su propia estructura cerebral).
Ciertamente que en estos casos sí podemos decir con toda razón que la señal que emite
el animal contiene información, y no que la señal es la información, pues sólo es información
desde los receptores sensoriales internos del receptor, antes de ser expresada por su aparato
efector. Por supuesto que la señal también es información para el receptor, pero sólo en
cuanto se genera subjetivamente dentro de él. Lo cierto es que la señal extraindividual es de
naturaleza diferente a la información intraindividual de ambos, emisor y receptor, ya que ha
sido codificada en la materia inerte que se encuentra por fuera de ellos. Aunque al hablar de la
naturaleza de las señales que se envían entre sí los animales superiores, por lo general se
hace referencia a su naturaleza psíquica –y por eso se simplifica diciendo que el gesto o el
grito son las señales–, lo que destacamos aquí es que el proceso en que se refleja dicha
información al momento de ser comunicada es de naturaleza física o química solamente, que
existe como tal en el espacio que media entre la superficie exterior del emisor y la superficie
exterior del receptor.
La información que se codifica en las señales que emiten los animales tiene que ser una
de las clases de información que organiza su actividad intraindividual. Si se trata de un
insecto, la información puede ser metabólica que se traduce en señales químicas, o neural que
se traduce en señales motoras, como movimientos corporales del tipo de los gestos; si se trata
de un animal superior la información psíquica puede traducirse también en señales químicas,
pero es usual que se transcriba en gestos emotivos u operaciones ejecutivas que se traducen
97
en señales físicas visibles o audibles. Si bien para abreviar decimos que el receptor detecta
los gestos del emisor, es una abreviación que dificulta la definición de lo que realmente viene
ser la información social que es la que principalmente nos interesa.
En sentido estricto, la señal es el medio natural exterior al animal estructurado por un
instante por los gestos u operaciones que ejecuta el mismo animal. Así, en un caso, la señal
es la estructura electromagnética en que se traduce el gesto del emisor y esa es la señal que
detecta el receptor. Lo mismo debemos decir acerca del aire que se convierte en señal cuando
el movimiento vibratorio de sus partículas es estructurado por la energía que genera el emisor
al expulsar el aire de sus pulmones. Es natural que los gestos y los gritos jamás podrán ser
detectados en la oscuridad o en el vacío.
Podemos reformular lo dicho hasta aquí diciendo que en las relaciones interindividuales
de los animales, la información sustituye a la energía, a la fuerza mecánica, y que por eso en
sus acciones conjuntas los animales utilizan varios tipos de señales –o trucos como dice
Mosterín– para inducir algún comportamiento en los demás. Este es el caso en que
efectivamente la señal contiene información lógicamente psíquica inconsciente, por tratarse de
un psiquismo animal superior. La razón es obvia, pues el emisor ha traducido la información
que es el modelo de desarrollo de su actividad actual en una estructura inerte, transitoria,
instantánea, exterior a él, tal como sucede cuando el ARNm se traduce en proteínas.
Por otro lado, todos sabemos que sólo los hombres han hecho utensilios, herramientas y
máquinas que sí pueden generar señales, pues ellos las han encodificado previamente en
tales objetos. La posibilidad de que una persona encuentre información en los objetos
construidos por otra no parece ser diferente, lógicamente en apariencia, de aquella en que los
animales procesan información a partir de su ambiente natural, y sobre todo en situaciones
más complejas, especialmente cuando un animal construye medios especiales para vivir y
reproducirse, como hacen las abejas y los castores. El grado de elaboración de las formas de
vida de estos animales es tal, que al observar sus viviendas, la opinión generalizada es que
las construcciones de los hombres son sólo una suerte de extensión o ampliación pensada de
lo que hacen estos animales. Este ejemplo, nos servirá para notar que los animales, así como
pueden ejecutar señales a base de la información que poseen, también pueden hacer objetos
a base de dicha información, como la habrían hecho los hombres primitivos hace miles de
años atrás.
A decir verdad, retórica y objetivamente es fácil acomodar las palabras para generar un
esquema conceptual, una hipótesis o una teoría; pues, en primer lugar, la abstracción que
denominamos cultura animal es creación, invención o interpretación humana, de modo que no
es en modo alguno una ideación de los propios animales acerca de sí mismos. En segundo
lugar, la información interindividual que se procesa entre los animales no dura más allá del
tiempo que fue emitida, no perdura en modo alguno, y si una manada de monos usa ramitas
para extraer hormigas de su hormiguero, notaríamos de inmediato que los monos-niños no
aprenden a hacer ramitas pagando al mono-maestro en una escuela o autodidácticamente en
un libro grabado en un árbol; tampoco estas ramitas se producen en serie, se ofertan en una
tienda para que los monos-papá los puedan comprar, y ningún mono ha acumulado riqueza
vendiendo ramitas para cazar más eficazmente. Hacemos alusión a estas circunstancias, no
con el ánimo de ridiculizar, sino de hacer ver que una explicación de la naturaleza del hombre
no puede desligarse de la estructura económica de la sociedad, más que de la cultura y las
tradiciones.
Como es obvio, no es posible afirmar que existe una cultura animal, a no ser que
llamemos cultura a la suma de información genética de las bacterias, de información
metabólica de las plantas, de información neural de los insectos, de información psíquica de
los mamíferos. Si así fuera, no habría inconveniente de hablar de culturas naturales para los
sistemas animales multiindividuales de diversos niveles de complejidad. También podríamos
llamar cultura al sistema de señales interindividuales que abstraemos como una red de
comunicaciones dentro de un sistema animal multiindividual (inclusive en el caso de una
colonia de bacterias). La cuestión es si una idea como esta podría tener valor explicativo
alguno.
Para definir qué es en sentido estricto la cultura, como estructura de la sociedad, aparte
de sus estructuras tradicional y económica, primero debe resolverse el problema de la
98
naturaleza de las señales que emiten los animales y la de las que crean, producen y usan los
hombres para comunicarse. En realidad, las señales que usa la sociedad como sistema de
comunicación son de tal naturaleza que por algo se llama signos; signos que en el mayor nivel
de complejidad forman los sistemas lingüísticos. Ya hemos visto que esto ha podido ocurrir
únicamente en la sociedad surgida desde la humanidad. Después que las señales verbales
adquieren el status de un lenguaje con sus propios elementos y su propia sintaxis, y después
que se crea la posibilidad de dibujar instrumentos con las herramientas que ya se poseen, se
genera la posibilidad de grabar (en barro, en piedra) señales que reflejan a tales sonidos
verbales, y por consiguiente, la escritura. Sólo en este sentido es lógico deducir que el
lenguaje hablado fue punto de partida del lenguaje escrito; pero, una vez que existe este
lenguaje, la información que se codifica en él ya existe por sí misma, y de este modo viene a
ser la base de desarrollo de todo lenguaje hablado, o de cualquier otro tipo, que así se
convierte en el soporte activo del lenguaje escrito. No haber tomado en cuenta este desarrollo
del lenguaje, y su uso como el medio que mejor codifica la información social, ha determinado
que se desdeñe el enfoque de la gramática clásica, que prioriza al lenguaje escrito y el
carácter normativo del mismo, y que, por el contrario, se resalte la importancia del lenguaje
hablado, y se caiga en el reduccionismo cognitivista de la teoría lingüística moderna (Ortiz,
2002).
Por las razones expuestas, los hombres al nacer ya no encontramos sólo información
psíquica en otros hombres, sino principalmente social en el ambiente modificado y creado por
ellos. Ésta es la clase de información acerca de la cual hemos precisado sus características
diferenciales, la naturaleza de los procesos esenciales que la determinan y sobre todo los
efectos que produce sobre la existencia de cada uno de los hombres. Esperaríamos que una
vez esclarecidos estos problemas ya no haya necesidad de atribuir a los animales
capacidades que se han generado en los hombres exclusivamente por obra de la sociedad, ni
de pensar que los hombres somos animales superiores cuyos procesos internos y actividad
externa apenas se diferencian del resto de los primates.
99
CAPÍTULO 6
Desarrollo del conocimiento biológico y psicológico del sistema nervioso. Evolución del sistema
nervioso de los animales. Caracterización general del sistema nervioso humano.
Una característica del enfoque biopsicológico natural, dentro del naturalismo darviniano,
es que el sistema nervioso tiene la misma estructura y características en todos los animales;
por eso se le considera un objeto abstracto que se lo puede estudiar como si fuera un sistema
nervioso universal. No establece pues diferencias esenciales entre el sistema nervioso animal,
especialmente de los mamíferos, y el sistema nervioso de los hombres, pues estos están
incluidos en la clase de los primates.
Lo dicho no niega la importancia de las observaciones, los descubrimientos y los aportes
teóricos de los científicos naturales que se dedicaron al estudio anatómico, bioquímico,
fisiológico y psicológico del sistema nervioso, primero de los animales y más recientemente del
hombre.
En este capítulo haremos una reseña muy somera de los hitos más importantes en el
estudio del sistema nervioso. Dedicaremos la mayor parte de esta revisión a los estudios del
cerebro, respetando los puntos de vista mencionados.
centrales, de la corteza cerebral y de los núcleos subcorticales, sino que nos legó dos de las
teorías más importantes sobre el sistema nervioso: la teoría de la neurona y la teoría del
conexionismo cerebral, tan importantes para la explicación de la actividad psíquica del
cerebro. Los estudios de Bechterev (1857-1927) y de Pavlov (1849-1936) sobre la actividad
refleja del cerebro han sido fundamentales para el desarrollo de la psicofisiología comparada.
Muchos consideran que la investigación bioquímica del tejido nervioso se inició realmente
con la publicación del libro de Tudichum (1884) sobre “La constitución química del cerebro”,
que resume su investigación sobre la composición química del cerebro. Describió por primera
vez tantas sustancias, sobre todo lipídicas, que los nombres que les diera aún se emplean en
la actualidad. Por otra parte, Leewandowsky (en 1898), Langley (en 1901), Elliot (en 1905),
descubrieron que varias sustancias químicas tienen efectos en la musculatura lisa, iguales a
los de la estimulación eléctrica de sus respectivos nervios; sustancias que ahora las
conocemos como neurotransmisores y receptores.
CUADRO 6.1
TIPOS DE TEJIDO NERVIOSO EN LOS ANIMALES
En los animales con sistema nervioso ganglionar, en los insectos, por ejemplo, las
neuronas se agrupan por pares a ambos lados de su eje corporal y sus axones se distribuyen
a cada lado en cada segmento del cuerpo; en la cabeza, el tórax y el abdomen.
103
Con la encefalización del sistema nervioso, cuando ya está presente el tronco cerebral y
los núcleos superiores del hipotálamo, tálamo, cuerpo estriado, hipocampo, como sucede en
los vertebrados inferiores, la actividad funcional se vuelve cada vez más compleja, pero
todavía no puede hablarse de una actividad psíquica plena, aunque hay algunos elementos de
ella. Estos animales distinguen colores, olores de diverso tipo, aunque no podríamos decir que
tengan sensaciones como las de los vertebrados superiores, o como nosotros. Con todo, la
presencia de un eje encéfalo-espinal implica una forma de organización funcional centralizada
que facilita mayores posibilidades de adaptación del animal. Se supone que en peces y
anfibios, la presencia de un hipocampo, que generalmente se acepta que es una forma
incipiente de corteza cerebral, indicaría que estos animales ya tienen alguna forma primitiva o
más simple de actividad psíquica.
Solamente respecto de los animales con corteza cerebral podemos decir que tienen una
actividad psíquica plenamente desarrollada, aunque sus grados de complejidad serán muy
diferentes conforme ascendemos de los reptiles hasta los primates. Se estima que sólo los
animales que tienen corteza cerebral pueden generar y procesar información psíquica; que por
eso tienen estructura y actividad psíquicas; que son individuos organizados psíquicamente,
individuos psíquicos o psiquismos, en sentido estricto.
La aparición y el consiguiente desarrollo del neocórtex en los seres humanos, marca el
salto cualitativo de la evolución del sistema vivo que ya hemos destacado lo suficiente.
CUADRO 6.2
EL MODELO CLÁSICO DEL SISTEMA NERIVIOSO
Así, puesto en el nivel de los vertebrados, el sistema nervioso del hombre tendría sólo dos
componentes, uno intraindividual que viene a ser el sistema psíquico visceral-afectivo y otro
extraindividual que viene a ser el sistema somático-cognitivo; ambos abarcan desde el nivel
paleocortical hasta el nivel neuronal periférico, y entre ambos hay sólo núcleos subcorticales y
vías de interacción central.
Pero el sistema nervioso humano es, por principio, un sistema nervioso personal, es decir,
que debe tener una organización de base social, esta organización tendrá que ser peculiar y
característica de cada individuo, por cuando es el sistema nervioso de una personalidad
estructurada a base de la información social (codificada previamente en su neocórtex
cerebral). Esto significa que una caracterización más personalizada del sistema nervioso
humano, tendrá que tomar en cuenta la naturaleza de la actividad del cerebro,
específicamente del neocórtex, para luego, a partir de esta caracterización, deducir la
respectiva forma de organización de todo el conjunto del sistema de una persona. Deducimos
que la organización del sistema nervioso del hombre no tiene que partir de la visión anatómica
del sistema de las vías periféricas distribuidas en el cuerpo, sino a base de la visión
psicológica que se tenga acerca de la corteza cerebral.
Sobre la base de esta perspectiva, tenemos que conceptuar el sistema nervioso del
hombre como una red organizada en niveles, tal como se organiza la personalidad en toda su
integridad. Como se puede apreciar en el cuadro 6.3, este tipo de organización toma en cuenta
la importancia de la corteza cerebral, con sus dos niveles paleocortical y neocortical como
características esenciales del sistema nervioso humano y de la personalidad. Los demás
niveles serán similares a los que ya poseen los vertebrados superiores, aunque
reestructurados cinéticamente por dichos niveles superiores.
105
CUADRO 6.3
UN MODELO SOCIAL DEL SISTEMA NERVIOSO HUMANO
El nivel neocortical (Nivel psíquico consciente )
El nivel paleocortical (Nivel psíquico inconsciente)
El nivel ganglionar (Nivel funcional)
Núcleos basales
Tálamo/hipotálamo
Cerebelo
Tronco cerebral/médula espinal
Sistema nervioso visceral
Sistema nervioso somático
El nivel sináptico (Nivel metabólico)
El nivel celular (Nivel genético)
Neuronal
Glial
CAPÍTULO 7
Las revisiones críticas de las diversas propuestas de solución que se han hecho acerca
del problema mente-cerebro, dentro del idealismo y del mecanicismo, se encuentran en
Smithies (1965), Armstrong (1968) y Bunge (1985), y extractos de dichas propuestas dentro de
la filosofía occidental, clásica y moderna, han sido editados por Vesey (1964). El problema
también se presenta a modo de resúmenes en Hampden-Turner (1981) y hay importantes
comentarios al respecto en Finger (1994), Guttenplan (1994), y Pally (2000).
Lógicamente que no es este el lugar para discutir con toda amplitud los planteamientos
que se han hecho hasta ahora, aunque estamos de acuerdo con Sperry (1951/1964) cuando
afirma que la solución del problema mente-cerebro puede tener importantes repercusiones
para el desarrollo humano. Sin embargo, no creemos como él, que la solución dependa
principalmente del conocimiento de las funciones del cerebro. Las razones para dudar de esta
sugerencia son muchas, pero antes de refutarlas tenemos que mencionar por lo menos las
hipótesis explicativas más comúnmente aceptadas para resolver el problema, para luego
comprobar que todas ellas enfocan el problema de modo sesgado y unilateral, prácticamente
sin tomar en cuenta la condición social del hombre.
Del esbozo de la historia de las investigaciones acerca de la comprensión del hombre, así
como de la descripción y explicación de sus procesos internos, incluidos los de su sistema
nervioso, podemos deducir que todos estos estudios, y las teorías derivadas de ellos, se han
hecho a partir de la observación de las personas desde dos frentes: desde su superficie
externa y desde su estado interno. Ambas estrategias son sin duda necesarias, y debían ser
complementarias; sin embargo, sus resultados no han sido los esperados, puesto que han
llegado a conclusiones contradictorias o sesgadas, y en ciertos casos excluyentes. El primer
enfoque tenía que ser más deductivo y tal vez más especulativo que el segundo, pues muchas
veces ha tenido que basarse en concepciones a priori, como, por ejemplo, respecto del alma,
el espíritu, la mente, y por lo mismo ha enfocado la explicación de la naturaleza humana de
modo idealista. El segundo, tenía que ser más inductivo a partir del estudio objetivo de, por
ejemplo, enfermos, cadáveres, animales. Bajo estas condiciones, era más fácil suponer que
los procesos de la vida tenían que ser de naturaleza similar a las cosas hechas por el hombre,
y de allí la necesaria comparación del cerebro con canales de regadío, centrales telefónicas y
servomecanismos.
Cada procedimiento de observación ha dado origen a sendas concepciones teóricas
acerca del hombre; dos formas de resolver el problema que se basan, cada una a su manera,
en la posible existencia de dos mundos: uno virtual o amaterial, otro real o material. Por lo
tanto, quienquiera que haya creído que todo lo que existe no es material, habrá tenido que
reducir su explicación del hombre a un monismo idealista puro, según el cual debe existir sólo
el alma, la mente o lo mental, de manera que en su versión extrema sostendrá que el cerebro,
el cuerpo y hasta todo lo que existe es sólo producto de la mente. De modo opuesto, quien
haya tenido la convicción de que todo lo que existe es material, habrá tenido que proponer una
explicación basada en un monismo mecanicista igualmente puro, suponiendo que lo único real
es el cerebro, y que la mente es la función del cerebro, efecto físico, atributo o propiedad
emergente de tal órgano. Naturalmente que quienes no hayan podido evadir la idea de la
existencia de ambas concepciones de la realidad, habrán tenido que propugnar, dentro de un
dualismo estricto, que ambos, la mente y el cerebro, existen por sí mismos. Para este enfoque,
el problema radica en explicar como el cerebro y la mente se relacionan entre sí. En el cuadro
7.1 se mencionan las hipótesis más importantes que han tratado de resolver este problema
dentro de estos tres enfoques.
Los enfoques idealistas tienen su modelo de desarrollo en las ideas de Platón y
Aristóteles, quienes plantearon que las ideas son el principio del conocer y del ser. Las
versiones extremas dentro de estos planteamientos sostienen que existe solamente lo mental.
En la actualidad muy pocos entre los científicos del cerebro, se atreverían a explicar la
relación mente-cerebro dentro de una línea exclusivamente idealista, por ejemplo, dentro del
fenomenismo o del monismo neutral que predominaron en la filosofía clásica. Sin embargo, es
notable el caso más reciente de Pribram (1980), un psicofisiólogo naturalista, con amplia
experiencia en el estudio experimental del cerebro de diversos animales, quien, siguiendo a
Flourens y a Lashley, que también hicieron sus deducciones a partir de observaciones en
animales, de modo contradictorio supone que el mundo es amaterial, y que la separación que
hacemos entre materia y mente es sólo consecuencia de nuestra manera de percibir las cosas.
109
Supone que lo mental y lo físico son manifestaciones de una realidad cuya naturaleza se
desconoce.
CUADRO 7.1
CONCEPCIONES SOBRE LA RELACIÓN MENTE-CEREBRO
los sucesos de nuestra vida y nuestros sueños como si existieran aparte de nuestro cuerpo. En
términos generales, por sentido común toda persona sabe que piensa y que existe; que tiene
una mente o que quiere con el alma. La ciencia, entonces, debe dar cuenta de esta doble
existencia, de esta doble realidad, objetiva y subjetiva.
Muchos de los planteamientos acerca del hombre han asumido esta posición dualista del
sentido común; aceptan la existencia de la mente y el cerebro. Pero aquí surge el problema de
la naturaleza de la relación entre una y otra realidad. El autonomismo de Wittgenstein plantea
la independencia mutua de ambas; el paralelismo psicofísico de Leibnitz y Jackson plantea
más o menos lo mismo, aunque serían entidades simultáneas o sincrónicas. Tal vez más
logrados sean los postulados del interaccionismo; por ejemplo, Descartes, Penfield, Eccles y
Poper, suponen que la mente y el cerebro se relacionan e influyen mutuamente. Pero también
hay quienes creen que la mente dirige al cerebro, tal como sostiene el animismo de Platón, y
los que creen que el cerebro produce, genera o secreta la mente, como sugirió primero
Cabanis y más recientemente el epifenomenismo de Huxley.
Bunge (ob. cit.) sostiene que los enfoques del monismo idealista son incompatibles con la
ciencia, puesto que niegan la existencia de la mente como una entidad concreta que merezca
ser objeto de un estudio científico; lo mismo sucedería con los enfoques dualistas que postulan
la existencia de dos sustancias independientes, pues están basadas en creencias o conceptos
de sentido común. Sin embargo, no creemos como Bunge, que estas concepciones dualistas
sean incompatibles con los requerimientos de la ciencia; por el contrario, nos parece que son
fenómenos accesibles a la experiencia subjetiva de toda persona, pero cuya explicación está
fuera del ámbito de las ciencias naturales.
El funcionalismo, por ejemplo, que ha ido afirmándose en la última parte del siglo que
acaba de terminar, ha tenido que apelar a diversas hipótesis, aunque sin haber logrado una
explicación consecuente. Inclusive la teoría de la información en su versión clásica y la
cibernética, que fueron incorporadas como métodos particulares de la ciencia, que parecía
iban a cambiar el rumbo de nuestra comprensión del hombre, han sido absorbidas por el
funcionalismo y ahora tienen un escaso valor teórico o metodológico. Así mismo, los enfoques
del neoconductismo y el cognitivismo más recientes, que son en esencia desarrollos que
buscan su fundamento en las funciones del cerebro, tampoco han resuelto el problema, y el
dualismo mantiene su vigencia por encima de los monismos materialistas que, de todos
modos, parecen estar en la perspectiva más apropiada.
Se requiere, en consecuencia, de una explicación del cerebro humano que tome en
cuenta la naturaleza de los procesos esenciales que han determinado la existencia del sistema
vivo, de la sociedad y de los hombres considerados como individuos concretos. Según los
argumentos expuestos hasta aquí, es posible que dichos procesos esenciales sean aquellos
que hemos definido como de naturaleza informacional. Dentro de esta concepción creemos
que es posible una explicación del cerebro, que debe ser entonces de naturaleza
sociobiológica. Pero esto nos obliga a revisar, también a modo de introducción, el concepto de
mente y de conciencia (Una versión más amplia la desarrollaremos en el Cuaderno
correspondiente a la psiconeurología de la conciencia).
Para empezar haremos una breve reseña de las definiciones que se han propuesto
respecto de la mente. Según el sentido común expresado en el diccionario, mente es:
“potencia intelectual del alma”; “designio, pensamiento, propósito, voluntad”; “conjunto de
actividades o procesos psíquicos conscientes e inconscientes” (Diccionario de la Lengua
Española, 1992). Si acudimos a otro idioma, también encontraremos muchas acepciones de
sentido común acerca de la mente. Es #reminiscencia, recuerdo”; “opinión cándida”, “dirección
de los pensamientos o deseos”, “manera de pensar y sentir”, “asiento de la conciencia,
pensamiento, volición”; “el alma”; poderes intelectuales, como opuestos a la voluntad y las
emociones” (Oxford Dictionary of Current English, 1964). Finalmente, un diccionario médico
define la mente como “la facultad o función del cerebro, por la cual un individuo se torna
consciente de sus alrededores y de su distribución en el espacio y el tiempo, y por la cual él
experimenta sentimientos, emociones y deseos, y es capaz de atender, recordar, razonar y
decidir” (Dorland’s Illustrated Medical Dictionary, 1965).
En los textos académicos, se lee que la mente es un conjunto de “procesos que ocurren
dentro de la cabeza, que determinan los más complejos niveles de organización del
comportamiento” (Hebb, 1966). En otro se dice que habría “un gran número de cambios
bioquímicos que resultan de los procesos mentales” (Lindsay & Norman, 1971). Por su parte,
Sperry (1976) considera “la mente como emergencia sinergética de los procesos cerebrales.”
Y Bunge (1985), en su intento por matematizar la Psicobiología para que sea una verdadera
ciencia, nos ofrece la “definición 3.5. Sea b un animal dotado de un sistema neural plástico P.
Entonces: 1) b experimenta un proceso mental (o efectúa una función mental) durante el
intervalo de tiempo τ si y sólo si P tiene un subsistema ν tal que ν se encuentra durante τ
ocupado en un proceso específico (es decir, πs (τ, ν) ≠ φ).
Como decíamos en la sección anterior, tenemos que desarrollar el concepto de conciencia
para poder superar estas definiciones que solamente terminan por repetir que la mente es la
suma de todo lo que podemos experimentar como pensamiento, percepción, deseos,
recuerdos, y todo lo que se considere afín a estas formas de actividad psíquica. Por ahora nos
quedamos con la impresión de que muy poco se ha avanzado al respecto en dos mil
quinientos años de filosofía y quinientos de ciencia natural.
sólo implícitamente, que los mecanismos de la mente se encuentran en el cerebro. Hasta los
modelos de corte psicológico son expresión de una visión puramente física o química de la
dinámica del cerebro o del movimiento corporal. Por eso cuando se conceptúa que toda
función es capacidad de acción o la acción propia de los seres vivos, no es que se haya
tomado el concepto de acción en su sentido familiar de facultad de hacer alguna cosa, de
acometer o defenderse, ni en el sentido figurado de potencia o poder de una persona o
entidad influyente, ni el concepto de función propia de los cargos y oficios de las personas; el
concepto de función, decíamos, ha sido tomado en su sentido físico de energía que produce
un cierto efecto, como cuando se habla de la función de una máquina o instrumento. De allí
derivan los conceptos de energía vital, carga instintiva; de allí deriva la definición de
motivación como impulso o carga energética que dirige la conducta, y la importancia que se a
la relación entre la energía química y eléctrica de las células nerviosas y la energía de la
mente. Sólo así se explica, como ya hemos señalado, la amplitud del concepto de función, y se
habla como si se tratara de una actividad física de la función del ADN, las funciones del
estómago, las funciones mentales, las funciones de las personas.
La extensión de la concepción física del mundo a la explicación del cerebro y la mente, es
pues evidente en todos los modelos del cerebro. Sin embargo, después de comprobar que no
existen modelos verdaderamente psicológicos del cerebro, notaremos que hay un marco
conceptual que relaciona estrechamente entre sí los modelos físicos, fisiológicos y
cibernéticos del cerebro. Este marco no es otro que la idea central de Platón, según la cual el
alma tiene tres partes, cada una ubicada en alguna parte del cuerpo o del cerebro. Aunque las
versiones acerca de cuáles son realmente los componentes del alma platónica no son iguales
(Magoun, 1964; Changeux, 1985; Stevenson, 1987; Finger, 1994), lo que aquí importa es su
concepción tripartita del alma que ahora estamos en condiciones de atribuirla al hombre
organizado desde el plano de su conciencia. Veremos que el punto de vista de los tres
componentes: apetito, voluntad y razón, se mantiene en la mayoría de los modelos del
cerebro, empezando por el de Galeno, muy a pesar de las concepciones bipartitas que se han
impuesto desde Darwin, aquellas por las se supone la existencia de sólo dos cerebros: el
cerebro emocional y el cerebro cognitivo.
El modelo dióptrico del cerebro no es, sin embargo, la única propuesta importante de
Descartes. Planteó también el problema de la existencia del alma. Es claro que él intuyó, igual
que Platón, que hay algo más que el cuerpo o el cerebro que proviene del mundo exterior a los
individuos. Ambos pensaron que ese algo más es lo que el sentido común llama el alma; que
ésta procede de afuera, y que al ser incorporada tiene que ubicarse en alguna parte del
cerebro. Bien hicieron entonces en preguntarse dónde se aloja el alma y en intentar una
respuesta. Es lógico que ni Platón ni Descartes tenía que acertar con la respuesta, como de
hecho no la tuvieron anatomistas como Willis ni la tienen los neurocientíficos modernos. El
error no ha sido entonces de Descartes como alguien ha sugerido (Damasio, 1994), sino de
quienes al no encontrar el alma en el cerebro del cadáver, ni en el de los animales,
presionados por la idea de que el hombre es un animal superior, prefirieron ignorar el
concepto de alma que ya desde ese entonces habría sido de primera importancia para iniciar
una explicación de la naturaleza del hombre.
114
Lógicamente que no tiene sentido rescatar el primitivo concepto de alma y tomarlo como
tal. Interesa la idea de que en el cerebro hay algo más que su función psíquica animal, y que
ese algo más procede desde afuera. El problema del desarrollo de las teorías de la mente y el
cerebro, es haber tomado el sentido literal del concepto de alma del sentido común, y haberlo
descartado (como sucedió con otros conceptos filosóficos) sin dejar la posibilidad de
elaborarlo como parte de una actitud crítica frente al avance de las teorías de la ciencia
natural, incluso de las actuales que ya se basan en observaciones y experimentos empíricos
comprobados.
Creemos pues, que la propuesta platónica del mundo de las ideas, se complementa con la
propuesta de que el alma, en tanto ente que procede del mundo exterior al individuo, y ambas
expresan la intuición de la existencia de algo que no puede ser otra que la información social.
Ya hemos visto que esta es una realidad que los hombres encuentran al nacer y que deben
incorporarla para poder formarse y sobrevivir dentro de la sociedad. Es natural que dicha
información almacenada en el cerebro tenga que desaparecer con la muerte, aunque las
personas tienen la posibilidad de crearla y dejarla como información social para la posteridad,
inmortalizándola en la materia inerte que supieron transformar.
las ciencias naturales principios más que suficientes para la explicación científico-natural de
las funciones del cerebro, lógicamente de los animales. La insuficiencia del modelo es pues
evidente, y por eso no se ha cesado en la búsqueda de un modelo del cerebro que refleje al
mismo tiempo las concepciones originales de Platón y Descartes, y la visión mecanicista de su
funcionamiento dentro de los esquemas de la neuroanatomía natural. Este problema que nos
han legado las ciencias naturales, infortunadamente ha atrapado a las ciencias del hombre en
un callejón que desaparece a mitad de camino en plena oscuridad, a tal punto que ninguno de
los materialismos mecanicistas ha podido encontrar el método a seguir.
Los modelos elaborados dentro de estas contradicciones, parten del principio de que el
sistema nervioso es un sistema organofuncional, como son el aparato digestivo, el respiratorio,
etc. Por tanto, tiene órganos que pueden ser separados como los demás. De allí la versión de
que el encéfalo es un órgano, formado por otros órganos: el cerebro, el tronco cerebral y el
cerebelo. El cerebro, a su vez, estaría conformado por otros órganos ensamblados muy
apretadamente en cada hemisferio cerebral: los lóbulos cerebrales, los núcleos basales, la
amígdala, el tálamo, el hipotálamo, cada uno con su respectiva función. Por supuesto que esta
concepción anatómica del cerebro se puede comprobar objetivamente por medio de la
disección del cadáver; pero otra cosa es explicar cómo se organiza su actividad intrínseca en
una persona viva.
OBJETO
MEM II
Fig. 7.4. Modelo cognitivista del procesamiento de información, que comprende los procesos
sensoriales, perceptuales, de memoria primaria, memoria secundaria, selección de la respuesta,
control de la respuesta y los procesos efectores, y retroalimentación a través del objeto
(Modificado de Welford, 1958)
Es un hecho comprobado que una división anatómica del cerebro como la expuesta, no
puede explicar en modo alguno la actividad psíquica, y menos cómo podría ser determinada
por esta misma actividad. Pero como todo el mundo sabe que el cerebro es el asiento del
pensamiento, la memoria, las emociones, etc., ha sido más que perentoria la necesidad de
hacer todos los esfuerzos posibles a fin de explicar de qué naturaleza son en realidad las
funciones de estos órganos. Un primer intento consistió en diferenciar entre funciones
inferiores y funciones superiores del cerebro. De este modo, la neurología ha estudiado las
funciones inferiores sin preocuparse por explicar la naturaleza del pensamiento, la cognición,
la conciencia, el lenguaje, la emoción, etc. Recíprocamente, la psicología ha planteado la
existencia de constructos acerca del comportamiento, la conducta, la cognición, la percepción,
la memoria, sin preocuparse por explicar qué es o qué hace el cerebro, ni qué son o en qué
consisten las funciones superiores del cerebro.
Estas contradicciones, por otro lado, se han basado en la existencia, bastante ignorada,
de dos clases opuestas de modelos del cerebro humano: algunos modelos siguen la
concepción tripartita de las tres facultades del alma; por otro, en tanto que otros modelos
siguen la concepción bipartita de los dos cerebros, emocional y cognitivo. En el cuadro 7.2. se
puede apreciar que los modelos mejor conocidos de Jackson, Pavlov, MacLean, Freud y Luria
116
expresan ciertamente el marco conceptual tripartito original; aunque no todos ellos se refieren
al cerebro como tal. En realidad, en el esquema sólo se correlacionan los modelos evolutivos,
de la actividad refleja y del individuo humano con el modelo estrictamente biológico de
MacLean y el modelo estrictamente fisiológico de Luria.
Aunque el modelo que se asume dentro del cognitivismo moderno parece tripartito, es sin
duda un modelo bipartito, pues se funda en la concepción anatómica de cerebro de los
mamíferos que, como consta en todos los textos de neuroanatomía, de neurofisiología y de
neurociencias naturales, se lo concibe escindido en dos partes: una paleocortical, límbica,
emocional, y otra neocortical, cognitiva.
Si bien Luria (1978) propuso que el cerebro está formado por tres unidades o bloques,
siguiendo la idea de los sistemas funcionales de Berstein y Anojin, su modelo es muy cercano
a las concepciones del cognitivismo actual, pues incluye conceptos de la teoría de la
información y la cibernética tomadas en su versión original. Por eso es preferible incluir este
modelo dentro de las concepciones fisiológicas del cerebro.
___________________________________________________________________________
__
CUADRO N° 7.2
COMPARACIÓN DE LOS MODELOS DEL CEREBRO
(Modificado de Magoun, 1964)
El sistema afectivo
Unidad para
I. Nivel regular el tono, Ansiedad
Reflejos no Cerebro del
Ello la vigilia y los Disposiciones
Inferior condicionados reptil
estados
(Temperamento)
mentales
(Comportamiento)
El sistema cognitivo
Unidad para
II. Nivel Atención
Reflejos Cerebro del recibir, analizar
Ego Aptitudes
Medio condicionados mamífero y almacenar
información (Intelecto)
(Desempeño)
El sistema conativo
Unidad para
III. Nivel Segundo programar, Expectación
Cerebro del
sistema de Superego regular y Actitudes
Superior primate
señales verificar la
(Carácter)
actividad
(Conducta)
constituido por conexiones de células nerviosas separadas, en tanto que Golgi sostenía lo
contrario, que era una red continua de fibras nerviosas. Felizmente, el debate entre
neuronistas y reticularistas terminó a favor de los primeros, cuando con la ayuda del
microscopio electrónico se demostró la existencia de las sinapsis.
Gall planteó que el cerebro es un conjunto de órganos cuyas funciones son
independientes entre sí. Bouillaud, Dixon y Broca, desde mediados del siglo XIX, a partir de
sus observaciones sobre la pérdida del habla por lesiones localizadas en pequeñas regiones
de la corteza cerebral, y posteriormente Henschen y Kleist ya en el siglo XX, confirmaron la
idea de Gall, por lo menos respecto de las consecuencias de las lesiones cerebrales.
Efectivamente, todo parece indicar que las lesiones focales de la corteza cerebral producen
desórdenes psíquicos restringidos a ciertos aspectos de la actividad psíquica, distintos de los
estados confusionales, demenciales y psicóticos que producen las lesiones difusas del
cerebro. Aunque estas observaciones dan cuenta de hechos objetivos y comprobados, no se
puede deducir de ellas que las áreas corticales lesionadas tienen normalmente la función que
la lesión ha destruido. Sin embargo, la comprobación de que una lesión en la circunvolución
angular del hemisferio derecho en ciertas personas produce una dificultad para dibujar objetos
en perspectiva; es un hecho que nos puede servir para deducir que la circunvolución angular
derecha tiene como función la percepción tridimensional del espacio. Aunque no es fácil estar
seguros de esta deducción, tampoco hay otra forma de saber cómo esta área interviene en la
cognición; en gran medida porque se sabe igualmente que otras áreas corticales intervienen
en la misma operación, y porque estas misma área cortical interviene en otras formas de
actividad psíquica, como son las verbales, por ejemplo. Más aún, cuando el desorden psíquico
causado por una lesión focal es en extremo complejo, la inversión explicativa es todavía más
difícil. Por ejemplo, basados en la constatación de que las lesiones de los lóbulos frontales
producen diversas alteraciones psíquicas, se han atribuido a la corteza prefrontal no menos de
quince funciones, y no hay acuerdo acerca de cual es la fundamental o simplemente la
principal.
118
Además, cuando se analizan con detalle las características de los desórdenes psíquicos,
este aspecto de la complejidad del trastorno resulta que es común a todos ellos; tan es así que
en los últimos años se está a la caza de déficit cognitivos cada vez más puros o elementales,
en algunos casos ya sin preocuparse de la localización de la lesión causal, puesto que, o bien
la lesión es mucho más extensa de lo que se pensaba, o bien la localización varía de una
persona a otra. Estas dificultades, aunque no niegan que existe una cierta especialización de
las áreas corticales, exigen que el problema de la localización de “las funciones psíquicas” sea
planteado de otra manera.
Antes del desarrollo de esta fuerte corriente localizacionista, Flourens parece que tuvo
suficiente argumento como para oponerse a las ideas de Gall. A partir de sus experimentos,
pudo sostener que el cerebro funciona como una totalidad; un punto de vista que fue reforzado
por Lashley ya en este siglo, y se ha mantenido sobre todo en psicología y psiquiatría, por lo
menos hasta la introducción de las explicaciones neuroquímicas de las enfermedades
mentales.
Lógicamente que no han faltado las concepciones intermedias. Desde que Jackson y
Head llamaron la atención sobre la incongruencia de estas formas de explicación extremas, se
han propuesto modelos como el de los sistemas funcionales que fueron extensamente
desarrollados por la psicofisiología soviética, especialmente por Bernstein y Anojin en
neurofisiología, y por Vigotsky y Luria en psicología (Luria, 1978). Según esta concepción,
119
cada región aislable del cerebro forma parte de uno o más sistemas funcionales de cuya
actividad integrada resulta una función más o menos específica. En este sentido, el área de la
circunvolución angular del ejemplo citado, no realiza una función que le es inherente, sino que
en conexión con otras zonas del cerebro forma distintas redes neurales cada una de las cuales
interviene no sólo en la percepción del espacio, sino en la representación del cuerpo, la
orientación hacia un objetivo, la comprensión del habla, entre otras funciones.
Un avance importante dentro de las neurociencias surgió en las últimas cinco décadas a
partir de la introducción de la cibernética (Wiener, 1949). Sin embargo, la idea de un cerebro
análogo a un servomecanismo o a una computadora, ya de por sí nos indica que el modelo no
ha escapado del marco del funcionalismo, por lo que alguien ha sugerido que la terminología
cibernética es sólo otra manera de decir lo mismo. Por ejemplo, la introducción del concepto
de retroalimentación en vez del de homeostasis, todo lo que consigue es ampliar la explicación
de los seres vivos a la de los autómatas.
El modelo cibernético de Luria (1978), por ejemplo, que él mismo considera afín a la
propuesta de Miller, Galanter y Pribram (1960), incluye los conceptos de planes, programas,
control, retroalimentación, pero no sale del esquema funcional-cognitivo del procesamiento de
información. Como se sabe, a pesar de usar la palabra información, estos modelos se basan,
en realidad, en el concepto de información del sentido común, como noticia o señal. Podemos
pues concluir en que los modelos cibernéticos son apenas explicaciones analógicas, que al
comparar el cerebro con la computadora, no salen del ámbito de los modelos funcionales en
boga.
Los modelos cibernéticos, en efecto, explican el funcionamiento de las máquinas y de los
organismos, como los gusanos. Pero al considerar que el hombre es sólo un animal superior, o
que tiene un funcionamiento similar, estos modelos no toman ni pueden tomar en cuenta la
individualidad de la persona, y tratan de explicar el cerebro sólo como un ente abstracto y en
general, como si fuera un reóstato, un computador o un robot cualquiera, por más que se apele
a los ideales de dignidad, autonomía como atributos que diferencian al ser humano.
acerca de qué clase de existencia tiene lo social dentro del cuerpo o el cerebro del sujeto.
Aunque la imposibilidad de saberlo se contradice con la convicción con que se definen el
lenguaje y la cultura, como entes que sólo existen en el cerebro de las personas.
Nuestra crítica a los modelos clásicos acerca del cerebro que mantienen su vigencia hasta
la actualidad, la resumimos en los puntos siguientes:
1. Se basan en la idea del hombre animal, ubicado en el orden de los primates; una idea
que no diferencia los psiquismos sociales de los psiquismos animales
2. No toman en cuenta la integridad de la persona, pues mantienen el problema del
dualismo psicofísico o biopsíquico acerca de la relación mente-cerebro sin solución
3. Ninguno de los modelos da real importancia a la esencia social de los hombres, ya que
la teoría científica natural no ha podido precisar qué es la sociedad ni qué es lo social
como parte constitutiva de la persona
4. Inexplicablemente sostienen que la motivación –ligada a las emociones– es una clase
de función predominantemente subcortical o alocortical que comparte el hombre con
los animales
5. Aseguran que el cerebro humano es anatómica, funcional y psíquicamente similar al
del resto de los mamíferos, aunque tienen diferencias cuantitativas
6. No han tomado en cuenta la contradicción entre las concepciones tripartitas y
bipartitas del cerebro, o en el mejor de los casos no han podido resolver tal
contradicción
7. No han resuelto, o no han tomado en cuenta, los problemas derivados de la teoría
psicológica, especialmente los que se resultan de la falta de definición de sus
conceptos esenciales y de sus relaciones entre sí.
Por estas razones, tenemos que desarrollar la idea de un sistema vivo organizado
informacionalmente, que incluye un sistema multiindividual de naturaleza social que es la
humanidad, dentro de la que se desarrolla la sociedad como sistema supraindividual,
organizado a base de una clase superior de información, y que dentro de este sistema cada
individuo humano se transforma en una personalidad, puesto que su cerebro –y con él su
sistema nervioso y todo el individuo– es necesariamente organizado desde la sociedad.
“El control de abajo hacia arriba se mantiene, pero ello no nos asegura tener toda la
historia. La explicación completa requiere tomar en cuenta propiedades emergentes,
previamente inexistentes, que incluyan lo mental, las que interaccionan causalmente
a su propio nivel superior y también ejercen un control causal de arriba hacia abajo.”
Es pues una cuestión fundamental explicar cómo una propiedad emergente puede
controlar a su propio objeto. El enfoque psico-somático en psiquiatría y medicina ha sido tal
vez uno de los intentos más recientes para aceptar la integración de estos dos niveles de la
realidad humana, para aplicarla por lo menos en la práctica médica. Por desgracia, la misma
práctica se encargó de demostrar que más allá de la idea de que el todo es más que la suma
de sus partes, y reafirmar la idea de que existe una íntima relación entre la psique y el cuerpo,
nada decisivo aportó el enfoque nacido de una necesidad largamente insatisfecha, la de
respetar la unidad e integridad de la persona, y por ende, su dignidad y autonomía.
La humanidad ha sostenido muchas ideas falsas por mucho tiempo, pero en este caso,
independientemente de lo que propongan las religiones, la mayoría de las personas,
incluyendo a los reduccionistas más serios, por sentido común tenemos la experiencia vital de
que nuestra mente existe como tal, como también el espíritu, y la certeza de que el hombre es
inmortal aunque fuese sólo porque deja sus ideas o algún otro legado para sus deudos. Es
que los hombres pueden dejar cartas, sus cosas, algo espiritual o material, en todo caso, algo
hecho por él, algo que así lo inmortaliza. Nadie con sentido común podría argumentar diciendo
que esta vivencia, experiencia o noción cartesiana de que pensamos, o mejor dicho, que
percibimos, imaginamos, pensamos y actuamos, no existe realmente. La cuestión es entonces
tratar de definir la naturaleza de esta realidad, no como hace la psicología tradicional dentro
del marco del sentido común, sino ampliándolo hasta salir de él. No se puede definir la mente
como una suma de operaciones mentales; el pensamiento como si fuera la suma de razonar,
generalizar, analizar, sintetizar, etc.; no se puede preguntar al teórico cómo se razona,
resuelve problemas, generaliza, analiza, sintetiza, etc., si su respuesta va a ser: simplemente
pensando.
Tanto las críticas como las sugerencias que se han hecho casi al mismo tiempo para
resolver el problema de la relación mente-cerebro, han servido más de una vez para replantear
el problema y avizorar algunas alternativas de solución. Es así que en el siglo XIX surgieron
unas ciencias sociales, que planteadas dentro del materialismo dialéctico, buscaban una
explicación de la historia de la sociedad, diferente de la explicación del mundo natural, aun
cuando esta última usara el mismo método dialéctico. De este modo se pudo definir la
sociedad como una realidad distinta de la de los individuos, y aunque se descubrió la
naturaleza de los procesos esenciales de la producción y el comercio, y que el trabajo
determina la transformación del hombre animal en un ser social, sólo se pudo llegar a plantear
la existencia de las relaciones sociales de producción, pero sin precisar de qué naturaleza son
los procesos materiales a través de los cuales dicha realidad social transforma no sólo a la
naturaleza ambiental, sino también al ser humano natural. Este nuevo planteamiento del
problema reafirma la enorme importancia del concepto de sociedad como estructura viva e
histórica de naturaleza material, sobre todo porque proporcionó los conceptos que faltaban en
el esquema de las ciencias que debían explicar al hombre concreto.
Después que hemos definido la naturaleza de la información (Véase: Ortiz, 1994, 1997,
1998, y los capítulos pertinentes de esta Introducción), y después que usando este concepto
hemos explicado el desarrollo del sistema vivo y del hombre, ya no será difícil comprender que
la información genética es la que determina epigenéticamente la estructura del individuo y su
cerebro; que la información social determina cinéticamente la reestructuración del neocórtex
cerebral, y que por medio de la conciencia se estructura socialmente la actividad personal, es
decir, el individuo total.
Desde un primer momento hemos visto que la existencia misma de la información, implica
que el sistema de la personalidad, como cualquier otro sistema vivo, depende de una doble
determinación: epigenética y sociocinética. También hemos destacado que los hombres tienen
un nivel de organización superior en comparación con los animales superiores, y que este
nivel corresponde al neocórtex cerebral, cuya estructura se forma a partir de la información
psíquica inconsciente y se desarrolla a base de la información social. Por lo tanto, el cerebro
humano, en tanto soporte de la actividad psíquica personal, tendrá los dos niveles de
organización de naturaleza psíquica que ya hemos definido previamente en otro lugar (Ortiz,
123
obs. cit.), de los cuales el nivel superior corresponde al de la conciencia, cuya estructura,
repetimos, refleja la estructura de la sociedad.
En el cuadro 7.3, se muestra la estructura de la actividad psíquica personal con su
respectivo soporte cerebral. Elaborar esta propuesta no hubiera sido posible si no hubiéramos
definido previamente la naturaleza de la información en la forma que lo hemos hecho. Las
premisas expuestas nos van a permitir elaborar un modelo social del cerebro, esto es, un
modelo del cerebro personal socialmente determinado.
Con este enfoque es posible comprender y explicar de una manera más integrada y
consecuente su actividad. En efecto, el cerebro social de los hombres puede ser estudiado
como soporte de la actividad psíquica personal con sus dos niveles de organización: psíquico
inconsciente y psíquico consciente. Los cuatro puntos de vista enumerados en el cuadro 7.4,
se deducen de nuestra proposición de que el neocórtex cerebral es la conciencia. Esto
significa que una vez que las primitivas redes neurales neocorticales codifican la información
social, el neocórtex pasa de un estado organizado al azar a un estado organizado por dicha
información social. El cerebro es la mente, decía Lucrecio hace ya cerca de dos mil años. Por
supuesto que lo es, pero no como masa “en blanco”, sino porque el neocórtex ha sido
reorganizado informacionalmente desde la sociedad. Ahora decimos que es una memoria que
codifica información social transcrita en la información psíquica consciente que constituyen los
sentimientos, los conocimientos y las motivaciones.
El estudio del cerebro, entendido como un sistema que almacena y procesa información
psíquica consciente, debe comprender entonces, un examen crítico y una reinterpretación de
la evidencia disponible acerca de la organización de las redes neurales que lo conforman,
tomando en cuenta que el modelo da por sobreentendido que el neocórtex cerebral es la
estructura de la actividad consciente. Esto significa que, desde un punto de vista
sociobiológico, el neocórtex cerebral humano es un sistema relativamente aislado que
almacena y procesa información social, codificándola y “almacenándola”, como se ha dicho, en
la forma de información psíquica consciente.
Al respecto, debemos destacar la importancia de que el neocórtex cerebral humano
codifique la información social en todos sus niveles de organización –en la expresión genética
de las neuronas, en las estructuras químicas de las sinapsis, en trenes de impulsos nerviosos
que se distribuyen en sus redes neurales de alcance unimodal, intermodal y supramodal–,
niveles que, a su vez, repiten cada uno de los niveles de organización del sistema de la
personalidad. Recordemos, entonces, que estos niveles de organización del neocórtex reflejan
la de todo el cerebro y de todo el sistema nervioso. De modo recíproco, estos mismos niveles
de organización neocortical se refleja en la estructura de todo el cerebro y de todo el sistema
nervioso.
Esta situación de privilegio del neocórtex, es consecuencia de que el curso del desarrollo
formativo de la personalidad, almacena las distintas clases de información social, y esto hace
que lo reconozcamos como un sistema de memoria de tipo consciente. Haremos notar
también, que de cada una de las clases de información psíquica consciente depende la
organización de la actividad de anticipación inmediata de la actividad personal en la forma de
ansiedad, atención y expectación; depende la organización más duradera de la actividad
consciente en la forma de disposiciones afectivas, aptitudes cognitivas y actitudes conativas, y
que a través de estas formas de actividad la información psíquica consciente reestructura, en
sentido cinético, los componentes de la personalidad: el temperamento, el intelecto y el
carácter. Estos, a su vez, se expresan en la forma de comportamiento, desempeño y conducta,
respectivamente, en cada instante de la vida de la persona.
124
CUADRO 7.3
EL SOPORTE NEURAL DE LA ACTIVIDAD PSÍQUICA PERSONAL
2. El sistema preconsciente
3. El sistema de la conciencia
sobre todo, los primates. Afortunadamente, hay una diversidad de datos empíricos, de índices
y de datos estadísticos que de hecho facilitan esta diferenciación. Efectivamente, el neocórtex
cerebral humano, a pesar de tener una organización anatómica semejante en general a la de
los primates, tiene características cuantitativas lo suficientemente definidas como para evitar
cualquier confusión. Además, su organización intrínseca no depende de las características o
rasgos distintivos superficiales de los objetos o del espacio exterior al sistema nervioso (que
incluye el resto del cuerpo), sino de la información social disponible al respecto, así como
respecto de los procesos temporales subyacentes de este mundo exterior (que no podemos
observar).
CUADRO 7.4
La caracterización del cerebro humano como sistema semiótico, debe tomar en cuenta la
naturaleza del lenguaje, pero, sobre todo, las diferencias esenciales que en realidad existen
entre dicho lenguaje (en el nivel social) y el habla personal (en el nivel del individuo).
Respecto de este último, el cerebro dispone de redes neurales para el procesamiento verbal
en un nivel preconsciente, en cuyo nivel se pueden diferenciar tres componentes del habla:
prosódico, léxico y sintáctico. Por medio de éstos se organiza la actividad verbal.
Si bien se ha caracterizado a los hemisferios cerebrales como especializados de modo
diferencial respecto del lenguaje (dígase del habla), como si el hemisferio izquierdo (en la
mayoría de las personas) fuera dominante para el lenguaje, es posible que esta
especialización de los hemisferios cerebrales dependa más de la propia estructura de la
información social que del lenguaje en sí (Ortiz, 2002).
126
sociedad humana 4) proponer una estrategia para corregir los males que afecta esta
humanidad. Según ella, tres de las teorías seleccionadas cumplen con estos criterios, la de
Platón que propone una concepción tripartita del hombre; la de Cristo que conceptúa una
naturaleza sobrenatural del hombre, y la de Marx que destaca la importancia de la estructura
económica de la sociedad. Las demás teorías seleccionadas se refieren sólo a la posible
naturaleza del individuo humano: Freud destaca el papel de los instintos y el inconsciente;
Sartre, la existencia y la libertad humanas; Skinner, como el hombre condicionado por su
ambiente; Lorenz, la agresión innata del hombre animal.
3. según los enfoques biológicos, tenemos las diferentes denominaciones para el hombre:
es el homo sapiens para Sócrates, Platón, Descartes; el zoon politicon para Aristóteles, el
homo faber para Demócrito, Epicuro, Bacon, Hume, Comte, Darwin, Lamarck, Freud, Adler; el
hombre económico para Adam Smith; el animal simbólico para Cassirer; el individuo social
para Marx, Engels, Siéve. Estos nombres aluden a lo que sería la característica esencial o más
destacada del ser humano, o humán, como también se le designa a veces.
Los seguidores de Freud (Anna Freud, Adler, Hartmann, Erikson) han eliminado algunos
de los principios originales, como los que dan importancia a la sexualidad y al inconsciente, y
en algún caso añadido otros, y así han introducido nuevas teorías en una perspectiva
neoanalítica. Estas teorías dan mayor importancia al concepto del yo, ego, el sí mismo o self,
cuya naturaleza tratan de definir en distintas direcciones, por ejemplo, como se desarrolla y
opera, como se relaciona con el entorno y los demás, en las relaciones objetales, dentro de
una cultura, por ejemplo; de allí que algunas de estas teorías se las clasifique como
psicosociales, como la de Erickson que se ha popularizado en los últimos tiempos.
4. Las teorías que siguen la perspectiva del aprendizaje (Sechenov, Pavlov, Skinner,
Bandura), dan importancia a la experiencia, al aprendizaje social, de modo que “la
personalidad sería el conjunto acumulado de las tendencias aprendidas por el individuo en el
curso de su experiencia.” Se basan en el supuesto de que los procesos del aprendizaje son
universales a todos los animales, con la diferencia de que el ser humano sería más dueño de
sus actos y que por sí mismo adquiere una serie de cogniciones. También suponen estas
teorías que la personalidad es susceptible de moldeamiento por los acontecimientos de su
propia historia.
5. Las teorías que siguen la perspectiva fenomenológica (Hume, Rogers, Maslow)
sostienen que cada individuo es un ser único. En el sentido que cada uno experimenta un
mismo acontecimiento a su manera; cada uno tiene su propio punto de vista e interpreta la
información que obtiene a su manera, y por eso cada uno tiene “una visión única de su vida.”
Para estas teorías, lo más importante es “la experiencia subjetiva de la realidad”, de allí el
calificativo de fenomenológico con que se describe a estas teorías. La consecuencia de la
experiencia enteramente subjetiva del mundo, sería que cada persona puede determinar por sí
misma el curso de su vida. Otro supuesto de las teorías fenomenológicas es que los seres
humanos son buenos por naturaleza y tienden a la perfección. De allí la importancia que
prestan al tema de la autorrealización, al proceso organísmico de valoración, al
funcionamiento óptimo de la persona, a la autodeterminación y la libre voluntad.. Otras teorías
han dado importancia a la explicación de por qué algunas personas viven más plenamente y
son mejor ajustadas, llegándose a postular que las necesidades individuales forman jerarquías
que cada uno satisface a su manera.
6. Finalmente, hay teorías que siguen la perspectiva de la autorregulación cognitiva
(Mischel, Cantor), cuyos supuestos principales, que se basan en la analogía del cerebro con la
computadora y los robots, son que la conducta humana depende de la forma como cada quien
procesa la información que le rodea; que el curso de la vida consiste en una trama de
decisiones que se toman generalmente de manera no consciente, y que la conducta humana
es autorregulada, pues se orienta al cumplimiento de metas o propósitos. Algunos de los
conceptos centrales son: el de esquemas u organizaciones mentales de información, el de
estrategias cognoscitivas y de inteligencia social.
Por supuesto que se puede elaborar cualquier teoría de la personalidad con sólo destacar
un aspecto de la complejidad de la sociedad y de la persona que, en concreto se las ignora,
pero que como abstracción puede ser elevado al sitial de principio universal. Basta que la
teoría convenga a quienes propugnan el desarrollo de la ideología que defienden.
Lógicamente que esta clase de imposición de las ideas, que es un medio necesario del
mercado, no puede ser desaprovechado por quienes tienen que educar, tienen que curar,
tienen que gobernar o simplemente tienen que organizar toda acción tendiente a mejorar las
condiciones de vida de un pueblo.
Toda la crítica vertida en la sección 7.3.3 contra de las teorías de la mente y el cerebro, se
aplican sin cambio alguno a las teorías de la personalidad, de modo que no tenemos por que
reiterarlas aquí. Baste decir que todas ellas han demostrado su incompetencia para fomentar
el desarrollo progresivo de los pueblos subdesarrollados, pues justamente son teorías que
sólo expresan las motivaciones supuestamente inconscientes de los grupos de poder
económico y de dominación en el mundo: que los hombres sigan siendo vistos como animales
que se mueven por impulsos inconscientes, incapaces de autorrealizarse y de satisfacer sus
propias necesidades, justamente por ser primates que sólo viven para expresar su agresividad
innata, sin la menor posibilidad de incorporar la nueva información que se comercializa desde
el mundo desarrollado, y menos de crear la nueva información que los eleve a niveles más
altos de por lo menos mayor competitividad, o de mayor capacidad de consumo.
No está demás insistir en que las ciencias naturales, por su propia concepción y objetivos,
sólo puede llegar a explicar lo general y abstracto; sólo le interesa las similitudes entre
individuos y entre especies. Naturalmente que encontrará semejanzas entre el animal y el
hombre, pues pertenecen a un mismo sistema vivo, y cualquier disimilitud lo explicará por las
diferencias genéticas y por las diferencias circunstanciales del ambiente local e inmediato a
cualquiera que fuese el ser vivo en estudio.
Muy por el contrario, a las ciencias sociales, correctamente definidas, no sólo le interesa
la explicación de los procesos de determinación epigenética de la sociedad –o del hombre, en
general y en abstracto–; pero también tiene como objetivo la explicación sociocinética de los
individuos transformados dentro de ella en personalidades, y en tal caso surge la exigencia de
explicar qué es lo que determina en esencia las diferencias entre ellos, y por lo tanto de la
sociedad respecto de los animales.
Nuestra respuesta frente a tales requerimientos es que no sólo la sociedad se diferencia
de los animales por haber llegado a tener un grado superior de información que simplemente
no se encuentra en ninguna especie animal, sino que, además, las diferencias entre los
individuos son más numerosas y de naturaleza diferente de las que existen entre los animales.
Tales diferencias no son pues sólo epigenéticas y ambientales, sino básicamente sociales;
puesto que cada individuo humano incorpora tal cantidad de información social, y la configura
de maneras tan diferentes, que no es posible encontrar dos personas que se parezcan en lo
esencial, esto es, por su conciencia. Y si la reestructuración del individuo depende de su
actividad consciente, más razón tendremos en afirmar que las diferencias individuales,
incluyendo las corporales, todas dependen de la cantidad y calidad de información social
activa en el neocórtex cerebral, y de su propia configuración en el cerebro de cada persona.
En lo que sigue, resumiremos los conceptos principales que se fundan en la hipótesis de
que todo hombre es una personalidad (Ortiz, 1994, 1997), pues quienes están al servicio de
otras personas tendrán que usar los conocimientos de una psicobiología social –que incluye a
toda la teoría biopsicológica natural– para explicar la estructura de la actividad interna de los
hombres concretos, y no sólo del hombre en abstracto. Sobre la base de este modelo, es
posible elaborar una explicación algo más coherente acerca de los procesos psíquicos,
neurales, metabólicos y celulares que subyacen a la actividad personal en su conjunto, es
decir, a la actividad de un individuo socialmente estructurado.
Dentro de este enfoque, el sistema de la personalidad es la integridad del individuo
humano estructurado epigenéticamente a partir de la información genética y
sociocinéticamente a base de la información social que se ha logrado transcribir en su
conciencia. Como expresión de la evolución del sistema vivo y de la historia de la sociedad,
cada personalidad puede analizarse en términos de 1) sus niveles de organización, 2) su
130
dejan el vientre materno empiezan el largo proceso de su formación como individuos sociales,
a partir de su actividad psíquica inconsciente y a base de la información social que incorporan.
De este modo se produce la estructuración sociocinética del neocórtex cerebral, del resto del
sistema nervioso, los sistemas orgánicos, los tejidos y las células de todo el individuo. Y por
medio de procesos epigenéticos y sociocinéticos, cada individuo es transformado en soporte
activo de la sociedad, esto es, en una personalidad (Ortiz, 1994, 1997).
___________________________________________________________________________
CUADRO 7.5
Niveles de Organización de la Personalidad
(Tomado de: Ortiz, C.P. 1994, con modificaciones)
Tipo de Tipo de
Nivel Individuo Estructura Actividad
Información Codificación
Psíquica En redes de tipo
V. Personal Persona Personal
consciente neocortical
Psiquismo Psíquica Psíquica En redes de tipo
IV. Humano
humano humana inconsciente paleocortical
En redes de tipo
III. Orgánico Organismo Funcional Funcional
nuclear
En la matriz
II. Tisular Tejidos Metabólica Metabólica
intercelular
I. Celular Células Reproductiva Genética En los genes
0. Físico Moléculas Fisicoquímica No existe No existe
Como se sabe, en todo este proceso formativo, el lenguaje juega un papel de primera
importancia al determinar la formación de un nivel preconsciente de naturaleza verbal en el
neocórtex de transición del cerebro. Este sistema del habla se forma en los primeros tres años
y medio después del nacimiento: consiste en la adquisición del lenguaje y el desarrollo, en
dicho neocórtex de ambos hemisferios, de un triple sistema de codificación verbal: prosódico,
léxico y sintáctico, que facilita la incorporación de la información social y su almacenaje y uso
consiguiente como información psíquica consciente por parte de la personalidad.
Explicaremos brevemente en qué consisten estos estadios del desarrollo formativo de la
personalidad (Para mayores detalles, véase: Ortiz, 1997 y el Cuaderno respectivo).
132
cada hombre en personalidad, tanto por efecto epigenético, a partir de su genoma y de las
distintas clases de información que surgen durante la gestación, como por efecto sociocinético
que se desarrolla durante las etapas formativas de la conciencia y de la personalidad. Es
entonces evidente que por su determinación epigenética, cada personalidad repite los
procesos de filogenia, y por su determinación social repite los procesos de la historia de la
humanidad.
Esta concepción genética y social del hombre explica por que, objetivamente, sin tener en
cuenta sus procesos esenciales, por sentido común vemos al hombre en estratos separados:
organismo + psiquismo + lo social, o como la suma de vida + psique + entorno, o como un ser
bio-psico-social. Estará claro que esto es lo aparente, lo objetivo, lo fenoménico, lo empírico, lo
que asemeja el hombre al mono, y aun a las abejas.
Es pues importante insistir en que así como sucedió con los reptiles que acumularon una
mayor cantidad de información psíquica en su pequeña corteza cerebral en comparación con
la cantidad de información genética que podía contener cada una de sus células, así también
sólo en la sociedad humana ha sido posible la acumulación de una cantidad de información
que es inmensamente mayor a la que puede acumular el cerebro de cada persona (Sagan,
1982).
Un planteamiento de este tipo supone que hemos podido diferenciar y explicar los
procesos esenciales –informacionales– que subyacen a las formas de actividad animal y las
formas cualitativamente más complejas de actividad humana, a sabiendas de que los sistemas
animales y los humanos son parte de un sistema vivo único, dentro del que la sociedad
humana es una clase de organización supraindividual, que fenoménica y objetivamente es
similar a los sistemas multiindividuales de los animales, aunque es esencialmente distinta y
superior al haber creado una categoría igualmente distinta y superior de información.
El sistema de la conciencia queda pues constituido por todas las clases de información
social que una vez codificadas en el neocórtex cerebral como información psíquica consciente
adoptan la configuración peculiar y distintiva que cada personalidad dispone, elabora y usa.
De esta manera, la conciencia, que es la base o modelo de desarrollo de la actividad personal,
es claramente distinta del sistema del inconsciente que el hombre comparte con los animales
superiores. Entre ambos niveles, se sitúa, además, el sistema preconsciente del habla que
sirve para codificar estas dos categorías de información psíquica (cuadro 7.3).
Los tres componentes neocorticales que codifican las tres clases de información de la
conciencia son, como hemos dicho, tres sistemas de memoria (Ortiz, 1998) que almacenan
dichas clases de información afectiva, cognitiva y conativa en un plano subconsciente, es decir
como datos de memoria fuera de uso. Estas tres clases de información, así como las clases de
información psíquica inconsciente reestructuradas por aquellas, en el curso de la historia de la
persona, es decir, durante la actividad personal de la vigilia (y los ensueños) se activan y se
integran en la actividad que la hemos definido como el plano epiconsciente de la actividad
personal (Ortiz, 1994.). En este nivel, las diversas modalidades de información se integran en
los planos de la percepción, la imaginación, el pensamiento y la actuación, dentro de los
cuales la información psíquica adopta la forma de imágenes y de conceptos. Éstos resultan de
la activación e integración de la información psíquica codificada en el neocórtex cerebral a
través de sus redes distribuidas e interconectadas en paralelo.
En el cuadro 7.6 se esquematiza la integridad del sistema de la personalidad. De este
modo queda explicita la forma como se organizan sus tres componentes, a base de las tres
clases de información de la conciencia. Así es como el individuo queda estructurado como
temperamento, como intelecto y como carácter en los estadios sucesivos de su infancia, niñez
y adolescencia, respectivamente (Ortiz, 1994, 1997). Naturalmente que en cada uno de estos
componentes se repiten los niveles psíquico consciente, psíquico inconsciente, orgánico,
tisular y celular del individuo total. Por consiguiente:
a) El temperamento comprende:
1. El sistema afectivo-emotivo de la conciencia,
2. El sistema afectivo-emotivo inconsciente,
3. El sistema nervioso visceral, los sistemas viscerales digestivo, respiratorio,
circulatorio, urinario, reproductor,
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b) El intelecto comprende:
1. El sistema cognitivo-ejecutivo de la conciencia
2. El sistema cognitivo-productivo inconsciente
3. El sistema nervioso somático y los sistemas somáticos cutáneo, de los órganos de
los sentidos, muscular y osteoarticular
4. Los tejidos que constituyen los sistemas orgánicos somáticos, y el sistema
inmunitario
5. Las células de los tejidos somáticos.
c) El carácter comprende:
1. El sistema conativo-volitivo de la conciencia
2. El sistema de anticipación premotor inconsciente
3. El sistema nervioso visceral y el somático integrados
4. Los tejidos viscerales y somáticos integrados
5. Las células del individuo total
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CUADRO 7.6
BIBLIOGRAFÍA