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Lo que se lloró un río y lo que el amor nunca logró

La soledad abunda en mi vida emocional. Persiste la oscura soledad en una vida social.
Quiero arriesgarme, pero a la hora de decidirme no encuentra la persona con quien
arriesgarme. Se ilusiona el alma y la mente comienza la carrera de la psicosis, la esquizofrenia
se me escapa por los ojos, la locura por la boca y la pena por el alma. Siempre se trata de
sobrevivir a la soledad, pero de la boca para afuera todos podemos, pero del alma hacia el
entorno es lo difícil. Querer conseguir una plenitud emocional y carnal es lo que todos
queremos, aunque casi siempre lo que se consigue más fácil es lo carnal. Lo que no pide amor
sino sexo, lo que no pide caricias sino rasguños pasionales, lo que no pide verte en la mañana
del siguiente día entrelazado en la cama sino que a primera hora de la mañana te vayas sin
hacer ruido. Eso es lo que duele, la frialdad del sexo y lo cálido del amor. Hiere lo que se tiene
y se ama lo que no. Al final de eso se trata nuestra vida de coliza, de unos cuantos culeones
con el primero que te los ofrezca y de llorar un río por el amor que nunca se podrá lograr.

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