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ENTREGA INTERMEDIA DE TALLER

Por: Yessica Carreño

Camila Fierro

Leslie Marqués

Vanessa Orellana
Abstract

Hace ya largos años que se ha venido gestando la necesidad de la equidad de género entre
hombres y mujeres. Cuando hablamos de equidad de género nos referimos a brindar tanto a
hombres y mujeres las mismas oportunidades, condiciones, y formas de trato, sin dejar a un
lado las particularidades de cada uno(a) de ellos (as) que permitan y garanticen el acceso a
los derechos que tienen como ciudadanos(as). Pese a que se han logrado importantes avances
en la materia, aún persisten desigualdades que afectan en lo cotidiano la vida de mujeres en
el país, una de ellas es la discriminación arbitraria que sufren las mujeres en el sistema de
salud privada (Isapres) por el simple hecho de ser mujeres.

El enfoque de equidad de género, como estrategia, en el ámbito de la salud pretende


identificar y reconocer las diferencias evitables e injustas (inequidad) que existen entre
hombres y mujeres en la atención de salud (acceso y uso), financiamiento (contribución
financiera) y participación en el trabajo de salud, debido a los roles sociales diferenciados
que históricamente se les han asignado en razón de su sexo, en la que se establece una
asignación desigual de poder.

PALABRAS CLAVES: Equidad de Género, Isapre, desigualdad, estrategia, derechos,


oportunidades.
Introducción

La equidad de género es un principio fundamental que busca garantizar la igualdad de


oportunidades, derechos y acceso a recursos para todas las personas, independiente de su
género. En el contexto de la salud privada, la equidad de género juega un papel crucial en la
promoción de una atención médica justa y de calidad, tanto para hombres como mujeres. En
el transcurso de los años, la atención médica ha estado marcada por diversas desigualdades,
entre ellas la de género, donde las mujeres han enfrentado barreras y discriminación en el
acceso a servicios de salud específicos y en la calidad de la atención recibida. Sin embargo,
la equidad de género busca corregir estas disparidades, ya sea promoviendo un sistema de
salud privado inclusivo y sensible a las necesidades de todas las personas, permitiendo que
hombres y mujeres tengan igualdad de oportunidades para acceder a servicios de salud. Esto
significa que las mujeres deben tener acceso a servicios especializados en salud reproductiva,
como la planificación familiar, control prenatal, parto seguro y atención postparto, sin
enfrentar barreras injustas, por otra parte, es necesario priorizar la detección temprana y
tratamiento de enfermedades que afectan predominantemente a las mujeres, como el cáncer
de mama y cáncer cervicouterino.

La discriminación de género es un problema persistente en muchos aspectos de la sociedad,


y el sistema de salud privada en Chile no es una excepción, estas formas de discriminación
pueden manifestarse de diferentes maneras, desde la falta de acceso a servicios específicos
hasta la brecha salarial entre profesionales de la salud de distintos géneros.

Las instituciones de salud previsional en Chile han sido objeto de numerosos estudios dentro
y fuera de Chile, sin embargo, pocas investigaciones intentan dilucidar la existencia de
discriminación de género en este sistema. El objetivo de este trabajo es explorar la existencia
de discriminación de género en el sistema de salud privado (Isapres). Para esto se investigará
el impacto en el género femenino de las prestaciones de salud por parte de las Isapre.

Género se refiere a los roles, las características y oportunidades definidos por la sociedad que
se consideran apropiados para los hombres, las mujeres, los niños, las niñas y las personas
con identidades no binarias. El género es también producto de las relaciones entre las
personas y puede reflejar la distribución de poder entre ellas, define la Organización Mundial
de la Salud (OMS, 2018).

Además, explica Pollack (2022), las perspectivas de la equidad de género deben considerar
diferentes necesidades, intereses y especificidades de hombres y mujeres, desde un punto de
vista biológico y de acuerdo con cada cultura, así permitir un mejor logro de objetivos e
igualdad en la designación de beneficios. Los roles asignados a hombres y mujeres provocan
que sus posibilidades de acceso a los recursos, sus necesidades e intereses difieran. Esto lleva
a concluir que el enfoque de género debe ser incorporado en todos los programas y políticas,
dado que su impacto va a depender, en parte, de los distintos roles que hombres y mujeres
juegan en la sociedad.

La igualdad de género se relaciona directamente con la igualdad de derechos,


responsabilidades y oportunidades para hombres y mujeres, la igualdad se considera un pilar
fundamental para lograr un mundo sostenible, pacífico, próspero, saludable y que no deje a
nadie desatendido. Es un derecho de todo ser humano, establecido en la Declaración
Universal de Derechos Humanos (OMS, 2018).

Por otra parte, Sánchez et al. (2008) se refieren a igualdad de género, a la justa distribución
de beneficios, poder, recursos y responsabilidades entre hombres y mujeres. En el ámbito de
la salud, el objetivo es que hombres y mujeres tengan igualdad de oportunidades para ejercer
plenamente sus derechos y potencial, promoviendo su bienestar, contribuir al desarrollo
sanitario y beneficiarse de sus resultados. La perspectiva de equidad de género en salud busca
identificar y abordar las desigualdades evitables e injustas (inequidades) que existen entre
mujeres y hombres en términos de acceso, uso de servicios de salud, financiamiento y
participación en salud. Estas desigualdades están asociadas a los roles sociales que
históricamente se le han asignado debido a su sexo, en la que se establece una asignación
desigual de poder.

En una entrevista, la exministra Isabel Plá declaró que “las mujeres en Chile enfrentamos
discriminaciones desde que nacemos hasta que morimos y nosotros estamos trabajando para
derribar cada una de esas discriminaciones”. Añadió que “una de las más emblemáticas es el
trato injusto que las Isapre le dan a las mujeres, especialmente a las en edad fértil y que deben
pagar hoy día planes de salud que pueden llegar a costar más del doble de lo que vale un plan
de salud, con la misma cobertura, para un hombre de la misma edad” (MINSAL, 2019).

Para analizar el sistema de salud en Chile, desde el punto de vista de su equidad, es


indispensable incorporar la perspectiva de género y establecer cuáles son los elementos
constitutivos del sistema que discriminan entre los dos sexos. Los distintos efectos que un
sistema de salud puede tener sobre hombres y mujeres derivan de diferentes necesidades de
atención, riesgos asociados a actividades consideradas como masculinas o femeninas,
divergencias en las percepciones que hombres y mujeres tienen sobre la enfermedad y
desigualdades en el grado de acceso a recursos básicos (Pollack, 2002).

La problemática por analizar, desde la mirada de Sánchez (2021), se da en el hecho de que


las aseguradoras en el uso de su libre facultad de mercado establecen precios diferentes para
hombres y mujeres, estableciéndose así una discriminación por género. La normativa legal
en que se amparan las Isapres establece que tienen la potestad de fijar planes y tablas de
factores según distintas variables, entre ellos, la edad, el sexo y enfermedades preexistentes.
Sólo a partir del año 2020 se estableció una nueva normativa que impidió a las Isapres a
aplicar una tabla de factores por género, pese a ello, la mayor cantidad de mujeres cotizantes
están en el sistema privado de forma previa y no pueden acceder a la nueva normativa.

Los planes de salud de las Isapres, que penalizan a las mujeres en edad fértil, subiendo el
precio para ese tramo y que suponen que sólo el género femenino debe hacerse cargo de los
costos asociados al embarazo y el parto, considerada ésta una tarea pendiente, según la
ministra del Servicio Nacional de la Mujer, más conocido por sus siglas SERNAM (Sánchez,
et al., 2008).

Además, Sánchez, et al. (2008) señala que, en un estudio llevado a cabo por el SERNAM en
1998, evidencia la existencia de un trato desigual hacia las mujeres por parte de las Isapres,
enfrentándose estas a obstáculos para acceder a estos servicios, costos más elevados y
limitaciones en el uso de prestaciones. En el estudio mencionado, se sostiene que la variable
género afecta negativamente a la mujer al aumentar su costo de salud y asignarle
exclusivamente el costo de la reproducción, lo cual debería ser un asunto de interés social y
no solo de la madre.
Teniendo en cuenta que el sistema de salud chileno contempla un subsistema público
(Fonasa) y otro privado (Isapres), explica Sánchez (2021). Donde Fonasa considera el pago
del 7% de la renta imponible, tanto para el trabajador o grupo familiar. Las Isapres, contienen
múltiples planes de salud, que pueden considerar un adicional al 7% de la renta imponible
(promedio 9,8% en diciembre 2021), esto depende del riesgo sanitario de cada persona. La
Superintendencia de salud a través de un análisis estadístico, elaborado por Sánchez (2021),
señala que personas con mayores problemas de salud y menor renta se concentran en Fonasa,
15.233.814 (77,4% de la población), afiliados a Isapre alcanzaban 3.330.254 (16,9% de la
población). El 5,7% restante corresponden a personal de Fuerzas Armadas y personas sin
previsión médica.

Existen dos tipos de Isapres, abiertas y cerradas; según Ignaciadd (2020) las Isapres abiertas
ofrecen sus servicios a cualquier trabajador o persona que quiera afiliarse voluntariamente y
a sus familiares, su afiliación y planes de salud son de oferta pública. En cambio, las Isapres
cerradas prestan servicios a una empresa particular o a un grupo de empresas, de forma que
solo los trabajadores y sus familiares pueden afiliarse a estas instituciones. Estas últimas se
constituyen como parte de los servicios de bienestar de las empresas que las originan,
considerando en su mayoría, planes al 7% y mayores beneficios que las Isapres abiertas. Esto
conlleva a que “la cobertura otorgada por las Isapres cerradas fue, en promedio, superior a la
de las abiertas, tanto para hombres como para mujeres y con una menor brecha de género”
(Sánchez, 2021).

Así mismo Sánchez (2021) indica que 110 mujeres por cada 100 hombres son beneficiarias
en Fonasa y 86 de cada 100 en Isapres; 135 mujeres por cada 100 hombres tuvieron presencia
en Isapre como carga y 64 de cada 100 como cotizantes. La participación de mujeres como
cargas, pasa de 59% en 2012 a 57,4% en 2021 y mujeres cotizantes pasan de 35,2% a 38,9%
en el mismo período, generando disminución en la brecha de género; esto se atribuye a la
entrada en vigencia de la Circular IF N° 343, de 2019, la cual “Imparte instrucciones sobre
una tabla de factores única para el sistema de Isapre. Su objetivo es introducir mayor
solidaridad en el sistema privado de salud previsional eliminando la discriminación de precio
basada en el sexo y restringiendo aquella fundada en la edad. Modifica así el Compendio de
Instrumentos Contractuales. Esta circular entra en vigencia a contar del 1° de abril del 2020”
(Superintendencia de Salud, 2019). Pero pese a estos cambios, la participación de hombres
cotizantes continuó siendo superior; esto indica que se requiere seguir avanzando hacia la
igualdad de acceso en el Sistema.

Con respecto a las rentas, Sánchez (2021) señala que las mujeres cotizantes del Sistema
Isapre en diciembre de 2021 informaron una renta imponible promedio inferior a la de los
hombres. Sin embargo, cotizaban montos superiores, pese a tener casi la misma edad y menor
número de cargas que los hombres. Esta situación comenzó a cambiar a partir de 2020 con
la entrada en vigencia de la nueva tabla de factores, por cuanto la brecha de género en las
cotizaciones disminuyó notablemente en los últimos 2 años.

Hombres y mujeres cotizantes mostraron una distribución similar en cuanto al tipo de trabajo
que desempeñan y plan pactado en Isapre. Aunque las mujeres presentaron mayor
participación relativa como pensionadas (debido a mayor longevidad) y mayor presencia
relativa en planes cuyo financiamiento se comparte con otro cotizante (Sánchez, 2021).

Entre 2012 y 2018, se observó una estabilidad en las coberturas efectivas de los planes de
salud de las Isapres abiertas para los hombres, mientras que para las mujeres se evidenció un
deterioro progresivo, aumentando la disparidad de género. Sin embargo, entre 2018 y 2020,
se registró una mejora, tanto para hombres como para mujeres, especialmente en 2020, un
año excepcional debido a la pandemia por Covid-19, posiblemente relacionado con la
disminución en la demanda de prestaciones de salud, principalmente ambulatorias, las cuales
reciben bonificaciones inferiores a las prestaciones hospitalarias. Por otra parte, en el 2021
las coberturas muestran un descenso que afecta a hombres y mujeres, ubicándose en niveles
más corrientes, aunque superiores a los de períodos anteriores a 2020 (Sánchez, 2021).

Se ha observado un aumento gradual en la brecha de cobertura entre los años 2012 y 2021
(salvo 2019 y 2021), lo que se traduce en un mayor gasto de bolsillo (copago) para las mujeres
en comparación con los hombres. En 2012, el copago de las mujeres representaba el 36,6%
del total facturado, mientras que en 2021 esta cifra se redujo ligeramente al 36,2%. Por otro
lado, el copago de los hombres disminuyó del 32,6% al 30,2% en el mismo período (Sánchez,
2021).

En diciembre 2021, se observó que las mujeres tenían una mayor representación en la oferta
de planes nuevos en comparación con los planes antiguos, esto revela un mayor acceso al
Sistema que han experimentado en los dos últimos años debido a la implementación de la
tabla de factores única que no diferencia precios por sexo en planes comercializados a partir
de abril 2020 (Sánchez, 2021).

El objetivo es instalar el enfoque de equidad en salud como responsabilidad de Estado y en


el quehacer del sector, mediante acciones que se centren y promuevan la importancia de los
determinantes sociales de la salud en todas las políticas (Martorell, 2015)

Las estrategias del Programa Presidencial de Salud para el 2014- 2018, señala Martorell
(2015), apuntan a fortalecer la Salud pública, mejorar la salud de la población y entregar
mayores oportunidades, derrotar inequidades en el acceso y resultados de salud, comisión de
salud para evaluar rol del sector privado. Y dentro de los desafíos se encuentran; instalar el
enfoque de equidad en salud en sistemas de monitoreo, reportes periódicos
institucionalizados, evaluación y rediseño de programas, políticas instaladas y futuras como
sectoriales e intersectoriales. Así lograr unir esfuerzos para fortalecer las competencias
internas, institucionalizar el enfoque de equidad y participación, sumar liderazgos.

Por lo tanto, la equidad de género en la atención de salud no significa que mujeres y hombres
reciban los mismos ingresos en recurso y servicios, significan que las asignaciones sean
puestas de acuerdo a las necesidades de cada género y su contexto socioeconómico. Esto
porque las mujeres tienen un mayor porcentaje a necesitar atención de salud, principalmente
por su rol biológico, también porque socioeconómicamente los ingresos son menores que el
de los hombres, lo que causa una restricción a la salud privada. Esto a su vez conlleva a que
el acceso a la salud privada sea menos solidario con ellas, el financiamiento para la mujer es
bajo y los costos los deben asumir ellas mismas, no considerando que la remuneración es a
su vez desventajosa para este grupo.
Es crucial recomendar que la educación es fundamental para corregir la larga serie de
discriminaciones de género que ocurren en distintos campos de la sociedad. La educación
familiar y escolar en este ámbito influirá determinantemente en la revalorización de los
papeles de género, como así también, en el ámbito estudiantil y el laboral. En el ámbito
familiar, se impone la reconsideración de los valores y papeles masculinos y femeninos, así
como el reparto equitativo de las responsabilidades del hogar, del cuidado de los niños y de
su crianza. Las políticas que promueven la paternidad responsable y las relativas a la
planificación familiar juegan un papel sumamente importante en este ámbito.

Una recomendación que no podríamos dejar de lado es, la de creación de nuevas políticas en
lo que refiere a la salud. Programas de salud con evaluaciones diferenciados, considerando
las especificidades de cada género. Con este conocimiento se podrían elaborar perfiles más
concretos anulando la actual política que deja en desventajas a las mujeres, se podrían
planificar de una manera más equitativa promoviendo los derechos humanos, antes que lo
que necesite uno u otro género.

Metodología

El presente estudio analiza la discriminación que existe hacia el género femenino, en el


sistema de salud privado, ISAPRE, a través de una revisión sistemática y de fuentes
gubernamentales, para lograr comprender que implicancia es la que conlleva a este
fenómeno.

Las variables encontradas son; nivel socioeconómico, desempleabilidad, desigualdades


sociales y enfermedades. Las cuáles serán analizadas a través de la revisión expuesta.

Se rescataron datos de un análisis estadístico de la superintendencia de salud, de personas


afiliadas al seguro público FONASA, al seguro privado ISAPRE y personas afiliadas por las
FF.AA. Los datos arrojaron que los afiliados a Isapre alcanzaban 3.330.254 (16,9% de la
población). De estos antecedentes rescatamos que 135 mujeres de cada 100 hombres se
encontraban presentes en ISAPRE como cargas, y 64 mujeres de cada 100 hombres como
cotizantes. En la última década ha aumentado la presencia de las mujeres como cotizantes en
el sistema privado, de 37,6% en 2020 a 38,9% en 2021. Como se muestra en el gráfico
siguiente. Sánchez, M. (2021).

El avance en empleabilidad femenina ha sido un factor importante para el aumento de la tasa


de cotización de mujeres. Aunque el empleo femenino es aún un desafío pendiente. Los datos
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) evidencian que, si bien en la última década ha
aumentado la participación laboral de la mujer de un 46,6 en 2010, a un 49,2% en 2019, aún
existe una brecha importante con respecto a los hombres, los cuales tienen una participación
laboral de un 69,7%, esto según el Ministerio de la Mujer (MinMujeryEG, 2020).

Por otra parte, el marco metodológico de esta investigación es de tipo descriptivo, en el tema
de estudio se precisan las características de discriminación en el sistema de salud privada,
ISAPRE, además podemos concluir que es una investigación longitudinal, ya que se ha
observado un aumento gradual en la brecha de cobertura entre los años 2012 y 2021 (salvo
2019 y 2021 por pandemia Covid-19), lo que se traduce en un mayor gasto de bolsillo
(copago) para las mujeres en comparación con los hombres.
Presenta un enfoque cuantitativo con diseño de tipo no experimental, el que se llevó a cabo
mediante aplicación y análisis del instrumento de recolección de información, de un análisis
estadístico, elaborado por Sánchez (2021), correspondiente a la Superintendencia de Salud.

Además, se utilizaron análisis del tipo de prestaciones que ofrecen las ISAPRES, sus
coberturas, sus planes, donde se encontró que, durante el año 2021, las mujeres recibieron
mayor acceso a estos, mejorando las ofertas, pero solo en planes nuevos.

Para mitigar esta brecha desventajosa entre ambos géneros, se propusieron estrategias para
fomentar la igualdad de género en el sistema de salud privado, una de ellas es la importancia
en el ámbito socioeconómico, dando cuenta que se deben adecuar los planes, según el ingreso
de la mujer cotizante. Respecto de la brecha salarial, las mujeres tienen un sueldo bruto
promedio un 9% menor que el de los hombres en el nivel administrativo y medio. En tanto,
las mujeres en el nivel ejecutivo perciben un sueldo bruto promedio de un 10% menor que
los hombres del mismo segmento (MinMujeryEG, 2020).

Por esta razón que nos centraremos en analizar datos y estadísticas que nos ayudaran a
entender la discriminación de género presente en el sistema de salud privado, ya que la
equidad de género sigue siendo un principio fundamental para garantizar la igualdad de
oportunidades, derecho y acceso a recursos para mujeres.
Las mujeres representan un 40,7% del total de trabajadores de las 450 organizaciones
analizadas. La menor presencia de mujeres con respecto de los hombres evidencia el primer
desafío respecto a la incorporación de la mujer al mercado laboral (MinMujeryEG, 2020).

Entre los años 2012 – 2021, la participación de mujeres como cargas, pasa de 59% en 2012
a 57,4% en 2021 y mujeres cotizantes pasan de 35,2% a 38,9% en el mismo período,
generando disminución en la brecha de género; esto se atribuye a la entrada en vigencia de
la Circular IF N° 343, de 2019, la cual Imparte instrucciones sobre una tabla de factores única
para el sistema de Isapre, según Sánchez (2021).

Como podemos observar entre cotizantes y cargas, la brecha de género (distancia en puntos
porcentuales (pp.) entre las tasas se presenta negativa, lo cual refleja una participación menor
de mujeres en relación a los hombres entre las personas cotizantes beneficiarias, aunque, en
los 2 últimos años se aprecia una reducción sostenida de esta brecha (-2 pp. en términos
absolutos), pasando de -9,3 pp. en 2019 a -7,3 pp. en 2021, lo que es consistente con la
disminución de la participación relativa de mujeres en la cartera de cargas (-1,6 pp.) y el
incremento que ellas mostraron en la cartera de cotizantes (+3,7 pp.). Sánchez, M. (2021)

En la última década, especialmente en los últimos dos años, la participación de las mujeres
en el Sistema Isapre ha mejorado, acercándose a la representación de los hombres tanto en
los cotizantes como en las cargas. Sin embargo, sigue existiendo una brecha de género
negativa entre los cotizantes, lo que muestra la necesidad de seguir trabajando hacia la
igualdad de acceso en el Sistema. Sánchez, M. (2021)

Por otra parte, la participación relativa de las mujeres en la cartera de cotizantes de las Isapres
se mantiene por debajo de su presencia en la población ocupada del país. En los últimos dos
años, la brecha ha disminuido significativamente, principalmente debido al aumento de la
participación de las mujeres en el Sistema Isapre. Sin embargo, como ya se mencionó, es
importante tener en cuenta que estos dos años han sido excepcionales debido a la pandemia
de Covid-19 y las medidas sanitarias implementadas. Sánchez, M. (2021)
Además, se recogió información de políticas y marco legal en materia de igualdad de género
chilena como internacional, con el fin de analizar las diferencias que existen en este ámbito
con los demás países, esto es importante para analizar cuán variable es el fenómeno y reducir
objetivos estratégicos que se utilizaran. No pocas veces se observa que las políticas públicas
consagran enormes esfuerzos sólo al ámbito de la medición de fenómenos y no a su
transformación. Esta crítica no implica desconocer, como ya se dijo, que, en muchos ámbitos
de acción pública, la mera generación de información completa y comparable es ya un aporte
de mucha potencia para el diseño de estrategias de intervención. (Márquez, 2006).

El año 2021 marcó un hito para acelerar la implementación de los compromisos mundiales a
favor de la igualdad de género, con la organización del Foro Generación Igualdad en México
y Francia. Con el fin de informar los debates, Focus 2030 presenta una recopilación de las
principales fuentes de datos sobre algunas Coaliciones de Acción del Foro: violencia de
género, justicia y derechos, igualdad de género, entre otras. (Focus 2030, 2023)
Al analizar el gráfico anterior, se puede dilucidar que algunos de los principales motivos por
los que existe desigualdad de género en el mundo es porque en general se piensa que; el
trabajo doméstico y las responsabilidades parentales no se comparten de manera equitativa
entre las mujeres y los hombres, porque las mujeres y los hombres tienen diferentes
oportunidades laborales, porque tanto la religión como la cultura no tratan por igual a las
mujeres y a los hombres, las niñas y niños son tratados de forma diferente al crecer, entre
otras. Estas son algunas de las respuestas que más dieron las personas encuestadas.
Aquí podemos deducir que la equidad de género se encuentra inserta en la idiosincrasia de
todos los países, teniendo la cultura que tengan, lamentablemente es un hecho inserto en la
sociedad mundial, que debemos mitigar.

A continuación, la interpretación de los resultados del estudio sobre la discriminación de


género en el sistema de salud privado (ISAPRE)

Brecha de género en el acceso a la salud privada: El análisis de los datos de la


Superintendencia de Salud muestra que, aunque ha habido un aumento gradual en la
participación de las mujeres como cotizantes en el sistema de salud privado, aún existe una
brecha significativa en comparación con los hombres. Aunque se observa una reducción en
la brecha entre los años 2012 y 2021, las mujeres continúan representando una proporción
menor de cotizantes en comparación con los hombres.

Impacto del empleo femenino en la cotización: Se identifica que el aumento en la tasa de


cotización de las mujeres en el sistema privado está relacionado con el avance en la
empleabilidad femenina. Sin embargo, aún persiste una brecha importante en la participación
laboral entre hombres y mujeres, lo que indica que existen desafíos pendientes en el ámbito
laboral.

Cobertura y planes de ISAPRE para las mujeres: Se encontró que las mujeres recibieron
un mayor acceso a prestaciones y mejores ofertas en los planes de ISAPRE, especialmente
en los planes nuevos. Esto indica que se han realizado mejoras en la cobertura para las
mujeres en el sistema de salud privado.

Desigualdades socioeconómicas y brecha salarial: Se destaca la importancia del ámbito


socioeconómico en la discriminación de género en el sistema de salud privado. Los datos
muestran que las mujeres tienen salarios promedio más bajos que los hombres, lo cual refleja
una brecha salarial significativa en los niveles administrativos y ejecutivos.

Necesidad de estrategias para fomentar la igualdad de género: Se plantea la necesidad


de implementar estrategias que promuevan la igualdad de género en el sistema de salud
privado. Esto implica adecuar los planes de ISAPRE según el ingreso de las mujeres
cotizantes y abordar las desigualdades socioeconómicas y laborales que influyen en la
discriminación de género.

Conclusión

En conclusión, la equidad de género en el sistema de salud privado en Chile es un desafío


pendiente. A lo largo de los años, las mujeres han enfrentado barreras y discriminación en el
acceso a servicios de salud específicos y en la calidad de la atención recibida. Esta
discriminación se refleja en los precios diferenciados de los planes de salud, donde las
mujeres en edad fértil son penalizadas con costos más altos y se les asigna exclusivamente el
costo de la reproducción. Aunque se han realizado algunos avances para abordar esta
discriminación, como la eliminación de la tabla de factores por género a partir de 2020, aún
persisten desigualdades. Las mujeres cotizantes en el sistema Isapre informaron una renta
imponible promedio inferior a la de los hombres, pero cotizaban montos superiores. Además,
gastaron más en prestaciones de salud y recibieron más subsidios por incapacidad laboral que
los hombres.

Por lo tanto, es necesario seguir avanzando hacia la igualdad de acceso en el sistema de salud
privado. Se requiere incorporar la perspectiva de género en la formulación de políticas y
programas de salud, garantizando que hombres y mujeres tengan igualdad de oportunidades
para acceder a servicios especializados en salud reproductiva y para el tratamiento de
enfermedades que afectan predominantemente a las mujeres. Asimismo, es fundamental
promover un sistema de salud inclusivo y sensible a las necesidades de todas las personas,
independientemente de su género.

La equidad de género en la salud no solo es un derecho humano fundamental, sino también


es crucial para lograr un mundo sostenible, pacífico, próspero y saludable. Es necesario
seguir trabajando en la eliminación de las barreras y la discriminación de género en el sistema
de salud privado en Chile, con el objetivo de garantizar una atención médica justa y de calidad
para todas las personas.
Además, según la metodología, podemos decir que, a través del análisis de variables como
el nivel socioeconómico, la desempleabilidad, las desigualdades sociales y las enfermedades,
se evidencia que las mujeres enfrentan diversas barreras y discriminaciones en el sistema de
salud privado. Sin embargo, se observa un progreso gradual en los últimos años, con un
aumento en la participación de las mujeres como cotizantes y una disminución en la brecha
de género.

El estudio utiliza un enfoque metodológico descriptivo y longitudinal, basado en análisis


estadísticos y fuentes gubernamentales. Se destaca la importancia de la equidad de género en
el ámbito socioeconómico, donde se propone ajustar los planes de salud según el ingreso de
las mujeres cotizantes. Además, se enfatiza la necesidad de políticas y marcos legales que
promuevan la igualdad de género en el sistema de salud privado. Si bien se han realizado
avances en la participación de las mujeres en el sistema ISAPRE, aún persisten desafíos para
alcanzar la plena igualdad de acceso y cobertura. La brecha de género en términos de
cotizantes y cargas muestra la necesidad de seguir trabajando en políticas y acciones que
fomenten la igualdad de oportunidades en el sistema de salud privado.

Por otra parte, es importante destacar que la discriminación de género en el sistema de salud
privado no es exclusiva de Chile, sino que es un fenómeno presente a nivel mundial. Las
respuestas de encuestas realizadas en diferentes países revelan que la desigualdad de género
está relacionada con la distribución desigual del trabajo doméstico, las oportunidades
laborales, diferencias culturales y religiosas.
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Superintendencia de salud. (11 diciembre de 2019)


https://supersalud.gob.cl/normativa/668/w3-article-18918.html

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