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DAVID WILLIAM FOSTER

Si la verdadera literatura erótica nunca ha sido bien acogida pero no por ello menos ideológicos, una sociedad que apoya
en los anales de la literatura respetable del mundo occiden- con entusiasmo lo tradicional y los valores cristianos de la
tal,' mucho menos se la puede considerar como una in- castidad familiar); en consecu encia , esta socieda d ha produ-
fluencia importante en las letras latinoamericanas. Proba- cido algunas contribuciones significativas a este respecto. Se
blemente sea el cubano Severo Sarduy la única figura de puede recordar el escándalo ca usado por La señora Ordáiie:
importancia en la narrativa latinoamericana que enfoque con (1968) de Marta Lynch , novela qu e se ina ugura con una me-
intensidad y directamente los temas eróticos . Otros escritores ditación por parte de la mujer acerca de la torpeza sexual de
que han sido censurados por su pretendida obscenidad o por- su marido. Yen su La penúltima uersián de /a Colorada Villanueva
nografía no pueden ser,j ustificadamente, identificados con lo (1979), Lynch tiene presente a la pro tagonista lamentando,
erótico. Por ejemplo, La guaracha delMacho Camacho (1976) de como parte de la pérdida de su esposo, la pérdi da de sus rela-
Luis Rafael Sánchez se vale de una obscenidad circunstancial ciones sexuales con él ; parte de la novela ta mbién enfoca sus
o de lo explícitamente sexual como un fragmento de su mosai- degradantes aventuras sexual es con un mac ho vacuo.
co cómico del actual Puerto Rico cocacolizado. Manuel Puig Las protagonistas de aut oras como Reina Roffé, Cecilia
hace uso de la descripción gráfica de lo sexual como parte de Absatz, Silvina Ocampo, Luisa Valenzuela tienen , todas sin
su preocupación por la interrelación que existe entre la repre- excepción, impulsos sexuales qu e los autores argentinos han
sión sexual y la represión política , con la consiguiente violen- normalmente negado a sus per son ajes. Ta n sólo puedo acor-
cia que ambas generan. Solamente en El beso de la mujer araña darme de una importante novela arge ntina en la cual las ne-
(1976) Puig se aproxima a la descripción erótica como una cesidades eróticas de la mujer son a na lizadas en profundi-
forma compleja y problemática de expresión y de liberación, dad, tanto como parte de la represión del Eros como de la
pero a fin de cuentas su narrativa se desvía hacia el tema polí- opres ión de la mujer : Una sombradonde sue ña Camila O'Corman
tico como el de mayor importancia. Me atrevería a decir que (1973) de Enrique Molina, sob re la famosa historia de Ca-
su preocupación por la homosexualidad, aún en la actualidad mila O 'Gorman durante la di ctadura de Rosas a mediados
un asfixiante tabú en su nativa Argentina, hace que sus nove- del siglos XIX . (Debe tom ar se en cuenta también la novela
las parezcan más eróticas de lo que en realidad son. Gabriel del chileno José Donoso , de 1980, l.a misteriosa desaparacián de
García Márquez presenta algunos simpáticos toques abierta- la marquesita de Loria, un respetable aná lisis de la sexualidad
mente eróticos en Cienaños desoledad (1967), pero no están ple- femenina en términos de las con venciones sociales.)
namente desarrollados . La mayoría de los textos compilados Por las razones arriba expuest as, la calidad intrínseca de
po r Enrique J aramillo Levi en El cuento erótico en México son las obras de la mexicana María Luisa Mendoza se comple-
más bien monótonos, siendo más que nada eufemismos de mentan con su importancia paralela como piezas relevantes
tono subido que propiamente eróticos.! No viene a mi mente de una escritora acerca (entre otras cosas) del aspecto de la
ningún equivalente latinoamericano de Georges Bataille, sexualidad femenina .s Por supuesto, sería un a grotesca dis-
Henry MilIer o Charles Bukowski, aunque el argentino En- tors ión decir que las obras de Mendoza se limitan a asuntos
rique Medina se acerca a la visión de los dos últimos novelis- sexuales o de erotismo. Mendoza, al igual que la mayoría de
tas norteamericanos arriba mencionados. los escritores preocupados por brindar una ade cuada repre-
Si los escritores aún tienen que crear una auténtica visión sentación ficticia de ciertos sectores de la sociedad tradicio-
erótica en América Latina, uno podría esperar que las escri- nalmente ignorados o marginados -que en Latinoamérica
toras, mucho más restringidas por los cánones sociocultura- serían, además de la mujer , otros grupos coincidentes como
les, sean más circunspectas en la materia. Sin embargo, hay los homosexuales, el proletariado, las culturas indígenas, las
que insistir en la hipótesis de que las escritoras puedan desa- minorías no cristianas (los judíos en particular)- enfoca
fiar mucho más eficazmente los tabúes y las restricciones por una serie de tópicos metonímicos para dar voz a sus persona-
que no han sido creados por ellas mismas sino que, por el jes, y solamente uno de esos tópicos es específicamente eróti-
contrario, fueron impuestos sobre ellas por una sociedad co.
controlada por el hombre. Esta hipótesis puede haber surgi- Sin embargo, en De Ausencia (1974), Mendoza se ocupa di-
do, por lo menos parcialmente, de algunas autoras que escri- rectamente del tema eróti co. La histori a de Ausencia Bautis-
ben sin reserva sobre temas eróticos . ta no es simplemente la biografía de una mujer para quien el
Argentina es indudablemente una sociedad sexualmente sexo es la parte integral de su personalidad.' Ausencia es la
represiva .(0, para ponerlo en términos menos estridentes versión femenina de Príapo, perpetuamente inflamada ante
las posibilidades sexuales del mundo que la rodea. Ausencia
Este texto fue leido en una reunión del Instituto Internacional de Literatura es más una figura priápica que una ninfómana debido a su
Iberoamericana realizada en Nueva York en marzo pasado. agresiva sexualidad, que destruye la imagen tradicional de

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la mujer sumisa qu e pasivamente espera la satisfacción de su
apetito sexual. En la novela , Ausencia, como la marimacha
que invierte los role s sexu ales , es tan sólo la primera de mu-
chas rupturas, cas i ina dver tidas, con los códigos culturales
establecidos.
Sin duda alguna, el inte rés inmediato en De Ausencia se de-
riva de la sistemáticam ent e ofensi va narración de los actos
de su heroína en su medio sociocultural. Ausencia es criada
por su mundano padre después de la muerte de su madre en
el parto. Se trata de un pobre minero que se vuelve rico con
el de scubrimiento de un a veta metálica valiosa y que propor-
ciona a su hija los med ios para transformar su mundanismo
en un erotismo refinado. Edu cada por monjas, su visión per-
sonal del mundo a barca una variedad de experiencias que
las monjas y sus cop rovinc ia nos ignoran completamente.
Ausencia, criatura del Méx ico del siglo XIX, se convierte en
una ciudadana del mundo dorado de las fantasías ocultas
victorianas o bizantinas :" su primer amante es un conoce-
mundo árabe-neoyorquino a quien ella y su Romeo campe-
sino torturan hast a la mu ert e como parte de una intensa aven-
tura afrodisiaca.
Como heredera de la fortu na de su padre, Ausencia es un
miembro respet a ble de la decent e clase gobernante , pero
también es dire ctora de las re prese ntac iones teatrales de sus
omnívoras fanta sías sexua les. Estas son sólo algunas de las
formas principales en q ue Ause ncia se convierte en signo de
la cerrada socied ad mexica na de a ntaño, (y también de la
concientización eróti ca de la liter atura latinoamericana con-
temporánea ).
A cierta altura de la novela, uno de los admiradores de
Ausencia est á perorando tedi osa mente acerca de los detalles
de buen gusto en un hombr e de sociedad mexicano adecua-
damente vestid o. Ausen cia eva de el a ta q ue de sus aburridas
palabras entreten ién dose en un o de sus pasatiempos favori-
tos : una fant asía sexua l por menorizadamente desarrollada.
Mientras qu e él disert a acer ca de las vest imentas del cuerpo,
Ausencia va elimi nando pr endas de ropa hasta llegar a sus
dos fetiches favori tos : ropa int erior inmaculadamente blan-
ca y el brillante y velludo triángul o púb ico que esta ropa cu-
bre. El hombre, dán dose cuenta de su distracción pregunta :
"-¿En qué piensas, rein a. tan a llí traspasada por calladu-
rías? " (p. 102).6 Ella int ent a contesta rle, pero él es incapaz
de comprender el sentido de su lenguaje metafórico o de in-
tuir la fantasía erót ica q ue sus palabras ocultan :
-Caballero : mi ~ nuevas pr opiedades para mí nada más.
Es como por ejem plo usted , tú Reinaldo, aquí a mi lado ,
sin que yo te con ozca , sin que sepa de ti más allá de tu idio-
ma, y no obst ante me estabas reservado.
(. . .) Tú no sabes . Eres de la calaña que existe de las tres
de la ta~de en adelante, pr eocupado de tus propiedades que
no hab.ltas, co~o yo, y que significas en la ropa elegante,
como SI el smoking fuera respuesta. Pensaba yo en mis ca-
lladurías ¿entiendes ?
-No, preciosa, no entiendo. (pp. 102-103)
Me?,doza, en los detalles de la ubicación y la contextuali-
~aclOn de .s u novela , expo ne abundantemente la hipótesis
mterpretativa de que la cultura victoriana era un caso de des-
humanización sexual exterior que encubre un subconsciente
intensamente erótico. Haciendo uso del castellano circuns-
pecto de la narrativa " literaria", la voz narrativa de
Mendoza articula el albur, el mexicanísimo juego de pala-
bra~ ,vulgar y obs:eno, que at inadamente describe la enaje-
naClOn de Ausen:la de la refinada sociedad de modales típi-
cos de fines del Siglo pasado por la cual ella transita tan dis-
traídamente. •
María Luisa Mendoza.

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Pero el lector, que pu ed e estar interesa do sola mente en un a bús queda sin cuento , sin encuentro , un sin fin de
saber cómo el sexo se describe explícitamente en castellano , años congelados y muchas lágrimas, las agu as .. . (p. 145)
no debe cometer el error de leer De Ausencia como una pla -
centera obrita dionisíaca a través de escenas de florida se- Así, en lugar de present ar la sexualidad femenina como una
xualidad. Es verdad que el sorprendente control de Mendo- fuerza liberad ora, De Ausencia señ ala fundamentalme nte có-
za sobre las pos ib ilidades lingüísticas del caste lla no, su in- mo sus enérg icas fantasías eróti cas se conviert en pa ra Au-
venti va en los mosaicos léxicos y su inteligente juego de múl- senc ia en otra forma de prisión física y emocio na l. Liberada
tiples registros estilísticos, pueden dar la impresión de que de las cadenas impuestas por su socieda d me xica na tra di-
la novela pertenece al género de Playboy / Playgirl que trat an cional y represiva , Ausencia se esclaviza por sí misma a la
el sexo como un a simple división de sonrisas disimuladas y qu imera elusiva de su inalcan zable satisfacción erótica. Al
solitarias . El verdadero aspecto creativo de De Ausencia es su igual que las heroínas de The Roman Spring of Mrs. Stone de
preocupación por las frustraciones nostálgicas de las fant a- Tennessee Williams o Good Morning, M idnighl deJean Rh ys,
sías erót icas, de cómo las fantasías eróticas son signos de la la anag nórisis de Ausencia, el descubrimient o trágico que
confusión, el fraca so y la insati sfacción del individuo. En un ella hará en el espejo como result ad o de su prop ia aut ocon-
sentido mu y derridiano , el sexo para Ausencia es un " centro templación , es que la destru cción resulta ind efectib leme nte
ausente " , tanto un significado perdido como un orden inal- de su febril búsqueda de avent ur as sexuales.
ca nza b le. El hecho de que Ausencia sólo pueda abordar sus La obra de Men doza está ca ra cterizada por una amp lia
fantasías eróticas desafiando repetidamente las normas rígi- gama de estrategias retóricas que podr íam os llamar est rate-
das del orden social y el que su ejecución pueda involucrar gias par a el distan ciamiento del lector. Es un distan cia-o
la destrucción de otros seres humanos (el asesinato de su mien to que opera tanto par a el lector interesado en com-
amante árabe , el rechazo de su amante campesino, que se prend er la trágica historia de Ausencia, como para el lecto r
lleva toda la culp a por la desaparición del amante anterior ) interesad o únicamente en expla yar se en los deta lles concre-
es el mejor ind icador de las limitaciones inherentes a su pro- tos de las aventuras de esta Fan ny Hill mexica na . La am-
gram a de autoexpresión sexual. bientación cronológica y cultura lme nte remota (la Europa
Como discurso literario, el texto de Mendoza está organ i- victoria na y el México tradicion a l decimonónico ta n brillan-
zado en torno al espejo como signo metafórico. Cada uno de temente repr esentad a en la gra n novela mexica na de la re-
los siete capítulos tiene como título una frase referente ya presión, Al filo del agua (1947), d e Agustín Y áñez) , el uso de
sea al espejo (Pr imer Espejo , Tercer Azogue, Cuarto Tré- un lenguaje metafórico complej o y de un lenguaje narrati vo
mol ) o a un tropo de la metáfora básica del espejo (Segundo " barroco " , el ent rela zam ient o de observac iones irónica-
Re verbero, Quinto Foco, Sexto Reflector, Séptimo La go). mente ingenio sas con algunos de los viejos clisés de la litera- .
Generalmente nos referimos a los textos literarios en térm i- tura pornográfica, los complejos patrones de diálogo, y el
nos de una metáfora muerta, como " espej os de la vida " . fluir de la conciencia : éstas son algun as de las estrategias
Así, los lectores que están principalmente interesados en la textu ales usad as por Mend oza con la fina lidad de impedir
literatura como fuente de información referente a la socie- la lectura de su novela como un a far sa erótica y, consecuen-
dad y a la exper iencia ind ividual no se puede decir que se tement e, de incitar a una adecuada contemplación de la
estén apartando del sent ido del arte. A diferencia de aque- ima gen esencialment e trágica de la sexua lidad de Ausencia.
llas ob ras de la literatura contemporánea que cu estionan el De Ausencia no es.por cierto ni una den un cia de la de gra-
poder de la literatura de reflejar. la vida adecuada o exacta- dación mo ral estilo Acción Ca tólica , ni un llamad o al ret or-
mente (e.g., José Donoso en El obsceno pájaro de la noche no a las tradicionales norm as sexua les. Pero está cla ro que,
(1970) O Mario Va rgas Llosa en Conversación en La Catedral .como un a contribución a la respet a ble bibliogra fía de la lite-
(t 969 » , el uso del espejo por Mendoza como metáfora rec- ratura lat inoam erican a que versa sobre asuntos femen inos y
tora de su novela es principalmente un signo de la autocon- sus relacione s con cuestiones socioculturales más amplias,
templación narcicista de Ausencia, tan to literalmente al ob- la novela es un tratado profu ndo y ser io de los problemas de
servar su cuerpo, pro curando alcanzar la sat isfacción sexual la conducta erót ica. Así, y lejos de ser un documento a favor
y detener la deteriorizac ión de la carne , como figurativa- de la represión sexual, De Ausencia es una representación ru-
mente cuando ella se ve a sí misma como el personaje cen- damente fra nca y a menudo ofensi va de la tr aged ia del ero-
tral en el teatro de sus fantasías eróticas. tismo y de su papel como un as pecto de la adec uada a uto-
La imperfección del espejo , sus distorsiones y su cal idad rrealización human a.
dispareja son testimonio de las limitaciones del programa
de Ausencia en busca de la autodefinición mediante el ero-
tismo. Uno de sus interludios se enfat iza con estrofas de un Notas
poema de Gautier : 1. M auri ce C harney, Sexual [ution (London: Meht uen , 198 1), es un a porte
import an te a l aná lisis de la ficción eró tica seria.
2. Enriqu eJara millo Levi, El cuento eróticoen ,\l éxico (Mé xico, D. F. : Ed i-
Cuánta nostalgia entre nos (sic) corazones to ria l Diana , 1975).
Tanto espacio entre nuestros besos 3. Sobre la obra de Mend oza, cons últese el ensa yo globa l de Char les M .
Amarga suerte. Dura Ausencia Tatum, " M aría Luisa Men doza, atrevida novelista mexican a," Letrasfeme-
¡ Oh grandes deseos insatisfechos.. . ! (p. 142) ninas, J, 2 (1977 ),31-39. De particula r int er és es el ensay o sobre Mendoza
firmado por Rosario Caste lla nos, " M a r ía Luisa Men doza, el lenguaje
como inst ru mento, " en su M uj er que sabe latin (Mé xico, D. F.: Sep Dia na,
En el m ismo fragmento, otro admirador árabe interpreta la 1979 ), pp . 165-170.
borra del café de su taza (otra alus ión espejista) : 4. Cha rles M . T atum reseñó la novela en Cñasqui, 5, 1 (1975), 54· 55.
5. Au sen cia evocar á a los personaj es de las novelas inglesas estu dia das
por Steven Marcu s, The other Victorians; a study of sexuality and pomography in
Veo sangre que liquida las p iedras en rojo , veo lenguas de mid-mneteenth century England (Londo n : Co rgi, 1969). .
saliva y un pozo sin dueño al que se le saca agua de mar 6. María Luisa Mend oza , De Ausencia (M éxico, D. F.: Edi torial J oaquln
que mata a las yerbas. Veo una desolación, una a usencia, Mortiz, 1974). •

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