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Los Retrovirus son una familia extensa que infectan principalmente a vertebrados y que
tienen características muy particulares. Tiene un ciclo único de replicación en el que su información
se encuentra codificada en ARN en lugar de ADN. Además, contienen ADN polimerasa dependiente
de ARN que dirige la síntesis de una forma de ADN del genoma viral después de la infección en la
célula hospedadora.
Su nombre “retrovirus” indica que la información en forma de ARN se transcribe a ADN en
la célula hospedadora, que es una secuencia inversa al dogma central de la biología molecular, en
donde la información pasa de manera unidireccional del ADN al ARN de la proteína.
Es por eso que La observación de que el ARN era la fuente de información genética en los
causantes de tumores animales, condujo a varias percepciones biológicas que cambiaron paradigmas,
no solo acerca de la dirección en el paso de la información genética, sino también en la etiología
viral de ciertos canceres y el concepto de oncogenes normales del hospedador eliminados y alterados
por un vector viral.
La familia Retroviridae agrupa a siete subfamilias y solo dos de estas infectan humanos con
consecuencias patológicas: retrovirus, de los cuales el virus linfotrópico de linfocitos T humanos tipo
1 y el VIH, constituyen los más importantes en los humanos.
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Los retrovirus son virus de ARN con un ciclo de replicación único en el que se transcribe el ADN de
cadena doble a partir de ARN viral mediante una transcripción inversa.
Esta familia esta conformada por tres subgrupos: Oncoviridae a la cual pertenece el virus
linfotrópico de las células T humano (HTLV), la Lentiviridae con el VIH-1 y el VIH-2, y la
Spumavirinae, dividiéndose en siete géneros, Alfa, Beta, Gamma, Delta, Épsilon, Spumaretroviridae
y Lentiviridae. Algunos retrovirus causan tumores en los ratones o los pollos (Passage, 2010).
Y Basado en su estrategia de transmisión, los Retroviridae también se pueden clasificar como
retrovirus endógenos cuando entran en las líneas germinales de los huéspedes y se transmiten
verticalmente; o como retrovirus exógenos, cuando se transmiten horizontalmente de un huésped a
otro a través de una infección.
Las tendencias mas recientes en la taxonomía agrupan a los retrovirus endógenos y exógenos en 3
clases principales designadas como I, II y III. ,la clase I comprende a Gamma y Epsilonretrovirus; la
clase II incluye Lentivirus, Delta, Alfa y Betaretrovirus; y Spumaretrovirus de grupos de clase III
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1.1. Características virales
Estos virus son de forma esférica, con diámetro de 100 a 120 nm, doble cubierta, acido
ribonucleico en dos copias, varias copias de transcriptasa inversa y dos ácidos ribonucleicos de
transferencia. Tienen un peso molecular de 3 a 8 x 10 daltons, y su genoma viral tiene 9 kb, dividido
en tres genes principales, “gag”, “pol” y “env” (Cabello, 2007).
En el caso de VIH-1, posee una bicapa lipídica que toma de la célula huésped, donde se
insertan espículas formadas por glicoproteínas virales, gp 120 y gp 41, las cuales están asociadas no
covalentemente en la superficie del virión y que son fundamentales en la actividad biológica, ya que
aportan el sitio de interacción y fusión con las células blanco, además de aumentar el tamaño del
virus hasta en 10 nanómetros, siendo fácilmente identificables por microscopia electrónica.
Su nucleoide central o nucleocápside es una estructura tubular proteica con su proteína viral
más abundante, la CA (p24). dentro del tubo o cono se encuentra todo el material necesario para
armar el provirus: como las proteínas virales PR (p15), RT (p55 y p66), IN (p11), NC (p17), Ll (p6),
además que alberga la información genética en dos cadenas idénticas de ARN y también cuenta con
un par de iniciadores de ARN transferente (ARNtLys).
El genoma de los retrovirus es de ARN de cadena simple que depende de una zona enzima, la
retrotranscriptasa, la cual convierte el ARN genómico en ADN que posteriormente es integrado en el
genoma celular. Este material posee tres genes estructurales (pol, gag, env), en el caso del gen gag,
codifica para proteínas de la cápside, antígeno específico de grupo, el gen Pol, codifica para
enzimas necesarias para la replicación, como por ejemplo la transcriptasa inversa, integrasa y la
proteasa, y el gen Env, codifica para la glicoproteína externa, que es la responsable de la infectividad
de la partícula a través de la unión a receptores específicos de la célula.
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Además los retrovirus también poseen de seis genes reguladores (nef, tat, rev, vpr, vpx vif y
vpu); Vif, Vpr y Vpx son parte de la partícula viral; Tat y Rev regulan directamente la expresión de
la genética viral o Vpu y Nef que interactúan con la maquinaria celular para facilitar la propagación
del virus. Entonces estos genes reguladores son los que incrementan la complejidad de la
organización y expresión del VIH.
También se ha propuesto que los Lentivirus deben incluirse en un subgrupo de los retrovirus
denominado retrovirus complejos.
Además, en el genoma del provirus, tambien observamos que se encuentra flanqueado por
secuencias repetidas largas (LTR) que participa en la integración del genoma virídico en el genoma
de la célula huésped y que contiene los elementos reguladores de la transcripción viral y de la
poliadenilación.
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en la primera fase, es iniciada por la unión de las espículas a proteínas receptoras específicas
de la superficie celular. La presencia de estos receptores para el virus es el determinante inicial del
tropismo para tejidos y huéspedes concretos. El virus una vez dentro, libera su ARN viral , el cual
junto con la transcriptasa inversa sintetizan una versión de ADN bicatenario de la plantilla de ARN,
luego el provirus se traslada al núcleo y se integra en el genoma de la célula hospedadora. Esta
integración proviral es permanente, aunque algunos retrovirus animales se integran en un solo sitio
específico del genoma del hospedador en todas las células infectadas, los retrovirus de humanos se
integran de manera aleatoria. Esta primera fase depende de los productos génicos del virus.
En la segunda etapa incluye la síntesis y procesamiento de los genomas, ARN mensajero y
proteínas virales. Los viriones se ensamblan y se liberan de la célula por gemación de la membrana;
en donde las proteínas de la membrana celular del hospedador se incorporan en la envoltura de los
virus dando fin al proceso de ensamble y salida del virión.
La integración viral ocurre durante la fase S del ciclo celular; ya que por lo general, las
células que no se dividen, son resistentes a la infección retroviral. Solo los lentivirus son capaces de
infectar células que no se dividen. Una vez que la célula hospedadora esta infectada, lo esta por toda
su vida (Longo, D., y Fauci, A., sf.).
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Actualmente el HIV es agrupado dentro del género Lentivirus al cual pertenecen diversos
retrovirus animales, entre los que se encuentran, los virus de la inmunodeficiencia simiana y felina
(SIV y FIV) y el de la anemia infecciosa equina (EIAV). Hasta el momento han sido descriptos dos
tipos del virus de la inmunodeficiencia humana, el HIV-1 y el HIV-2. Ambos se asocian al SIDA,
pero las infecciones por el HIV-1 se encuentran ampliamente difundidas a nivel mundial, mientras
que las infecciones por el HIV-2, se encuentran solamente en las regiones de África Occidental, al
sur del Sahara, presentando sólo casos esporádicos en el resto del mundo. (Oubiña y Carballal,
2014).
2.1.1. Estructura viral
La partícula viral madura, posee simetría icosaédrica con un diámetro aproximado de 100 nm
y una envoltura externa formada por la membrana plasmática de la célula en que ha replicado, que
contiene proteínas del hospedador y espículas constituidas por las glicoproteínas virales gp120 y
gp41 (Figura 2). Por debajo de la envoltura viral se conforma una cápside externa compuesta por la
proteína p17 y hacia el interior una cápside interna denominada core con forma cónica y compuesta
por la proteína p24. Dentro de este core se alojan las dos hebras no complementarias de RNA del
genoma viral,y tambien encontraremos proteínas asociadas a funciones reguladoras y varias
moléculas de la enzima transcriptasa inversa (TR) (Oubiña y Carballal, 2014).
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El genoma del HIV-1 está compuesto por dos cadenas de RNA de polaridad positiva y
contiene alrededor de 9,8 Kilobases (Kb) con marcos de lectura abiertos que codifican para varias
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proteínas virales. En su organización genómica (Figura 3) se reconocen nueve genes, tres de los
cuales son comunes a todos los retrovirus. Estos son el gen gag (codifica proteínas de la cápside
viral), pol (codifica para las enzimas virales como la transcriptasa inversa, proteasa e integrasa) y
env (codifica para las proteínas de la envoltura). Los genes gag y pol se traducen ambos en
poliproteínas precursoras que posteriormente se clivan por la acción de la proteasa viral, (producto
del gen pol) en proteínas estructurales y enzimas maduras (Oubiña y Carballal, 2014).
Las dos proteínas de la envoltura, gp120 y gp41 son clivadas a partir de un precursor mayor,
gp160, por la acción de una enzima celular. Los otros productos genómicos del HIV son Tat, Rev,
Nef, Vpu y Vpr que intervienen en procesos regulatorios en distintos eventos de la replicación viral
y en procesos asociados a la patogénesis. Un ejemplo de ello es el producto respectivo de los genes
vif y vpu que intervienen en la infectividad y maduración de la partícula viral, y por otro lado la
proteína codificada por el gen nef que, se asocia a procesos de regulación negativa de la replicación
viral y de funciones celulares como la expresión de moléculas CD4 y de histocompatibilidad de clase
I (CMH-I)
Además de los genes descriptos, el genoma viral está flanqueado a cada lado por secuencias
repetitivas denominadas LTR, que contienen sitios de interacción con proteínas celulares que pueden
activar la transcripción viral y que también están bajo el control de señales virales. Y De acuerdo a
esta regulación, el HIV puede establecer latencia a nivel celular o responder a varias señales y
sintetizar altos niveles de proteínas virales para completar el ciclo de replicación (Oubiña y
Carballal, 2014).
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2.1.2. Replicación
La replicación del VIH abarca varias etapas: adsorción y penetración, síntesis de DNA
proviral por transcripción inversa, integración, expresión y transporte de RNA viral, ensamblaje,
egreso y maduración (Figura 4
a. Entrada
Observamos que La adsorción del HIV a las células blanco está mediada por la molécula
CD4, y esto se da a través de interacciones de alta afinidad con la glicoproteína gp120. El receptor
CD4 está presente en abundancia sobre la superficie de linfocitos T inmaduros y linfocitos T de
ayuda CD4+, mientras que se encuentra en menores concentraciones sobre monocitos, macrófagos y
células dendríticas presentadoras de antígeno (Oubiña y Carballal, 2014).
La unión virus-célula, lleva al proceso de fusión de membranas, el cual es facilitado por la
glicoproteína de envoltura gp41 y por los receptores para quimioquinas CXCR4 y CCR5 que actúan
como correceptores de la membrana de la celula hospedadora (Figura 5)
Los macrofagos generalmente expresan correceptores del tipo CCR5, mientras que los
linfocitos pueden expresar ambos tipos de correceptores o únicamente del tipo CXCR4, dependiendo
de su estadio ontogénico, activación, reposo o memoria. Por esta razón la diferenciación de cepas del
HIV en base al tropismo (macró fago trópìcas vs linfo trópicas).
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Una vez que la gp120 interactúa con la molécula CD4, se establecen cambios
conformacionales que permiten a la gp41 quedar expuesta a la membrana celular y perforarla. La
entrada del virus a la célula ocurre como consecuencia de la fusión de membranas virales y celulares,
en donde, el complejo nucleoproteico viral ingresa al citoplasma y posteriormente se disgrega
liberando el genoma (Oubiña y Carballal, 2014).
b. Síntesis de DNA proviral
Después de la entrada del RNA viral a la célula ocurre la transcripción inversa, mayormente
en el citoplasma, la que es catalizada por la enzima transcriptasa inversa que tiene tres funciones:
ADN polimerasa dependiente de RNA, ADN polimerasa dependiente de DNA y ribonucleasa
La polimerasa dependiente de ARN genera una hebra negativa de DNA y luego la polimerasa
dependiente de ADN, genera una cadena positiva, que, se hibrida con la anterior, para formar un
DNA de doble cadena. Los productos finales, de la transcripción inversa, son moléculas de DNA de
doble cadena que son más largas en cada extremo que el RNA viral, y esto se debe a la duplicación
del LTR, promovida por un "salto" de la transcriptasa inversa sobre el templado de RNA. Y a estas
moléculas de DNA que se han formado, se las llama "provirus".
c. Integración
La transcripción del genoma viral requiere una serie de mecanismos complejos que
involucran tanto factores virales como celulares. Las señales de activación y proliferación celular
resultan en la unión de factores de transcripción al LTR correspondiente al extremo 5’ del RNA viral
y llevan a la iniciación de la transcripción viral. Como se ha mencionado anteriormente, los genes
tat y rev codifican para proteínas que regulan la expresión de genes estructurales y la replicación,
mientras que nef, vif, vpu y vpr son determinantes de virulencia viral (Oubiña y Carballal, 2014).
El LTR está dividido en 3 sub-regiones funcionales denominadas R (repeat), U5 y U3. El
LTR correspondiente al extremo 5’ es adyacente a la secuencia líder del gen gag (GLS). El dominio
potenciador de la transcripción (enhancer) contiene 3 sitios de unión para los factores de
transcripción Sp1 y dos para NF-kB. El inicio de la transcripción está localizado entre las regiones
U3 y R. El transcripto de RNA de HIV-1 se inicia en la región R y contiene el elemento TAR que
interactúa con la proteína transactivadora Tat y también con ciclinas celulares (ciclina T1).
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Los transcriptos primarios de RNA constituyen, por un lado, los mensajeros para la síntesis
de poliproteínas virales y por otro los genomas de HIV que serán incorporados en los viriones
nuevos. Todas las proteínas virales estructurales se sintetizan como poliproteínas. Y Las proteínas
reguladoras se transcriben de RNAm procesados.
e. Ensamblaje, egreso y maduración
A pesar de que el lapso de la infección por el HIV-1 tiene una gran variación entre personas,
que va desde meses a más de 10 años, el curso clínico de la infección puede dividirse en tres fases:
1) infección aguda primaria; 2) período de latencia clínica o fase crónica de la infección; y 3) fase
sintomática del SIDA. (Oubiña y Carballal, 2014).
f. Infección aguda primaria
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Una vez que el HIV-1 atravesó la piel y/o las mucosas, las primeras células blanco que
encuentra son las células dendríticas de la mucosa epitelial (células de Langerhans) que transportan
el virus a la región ganglionar linfoide más próxima. En el ganglio se produce, como mecanismo
defensivo, un reclutamiento de células T CD4 activadas, que simultáneamente también son blancos
del virus, favoreciendo en forma local la diseminación viral. También en la superficie de las células
dendríticas foliculares (CDF) del ganglio están atrapados los viriones infectantes, constituyendo una
fuente de virus infecciosos listos para infectar a las células susceptibles circundantes. Luego surgen
una serie de eventos virológicos e inmunológicos que reflejan la extensión de la diseminación viral.
El período de la infección primaria abarca de 4 a 8 semanas, y en él se distinguen dos etapas. La
primera corresponde a la diseminación viral, abarcando de 2 a 4 semanas con cargas virales
plasmáticas muy elevadas, que culmina con un gran pico de viremia, indicando una intensa
replicación viral. La segunda etapa corresponde al despeje del virus en sangre y ocurre alrededor de
la etapa de seroconversión, con una rápida reducción de la carga viral arribando a un nivel estable de
la replicación viral, que es variable de un individuo a otro. Durante las primeras semanas de la
infección no se detectan anticuerpos específicos contra el HIV-1 (período ventana). Precediendo a la
detección de la respuesta inmune humoral específica anti-HIV-1, los virus del ganglio regional se
diseminan hacia otros órganos linfoides. Durante la infección aguda primaria se produce una caída
transitoria de 10 a 100 veces del número absoluto inicial de linfocitos T CD4+ en sangre periférica
eliminando a las células infectadas de la circulación. Coincidiendo con el nadir de los linfocitos,
tanto la carga viral plasmática como el número de células infectadas, alcanzan el cenit.. En general,
con la seroconversión hay un drástico descenso del virus en sangre periférica acompañado con un
ascenso de los linfocitos T CD4+. También hay una elevación en el número de linfocitos T CD8+ en
sangre periférica. Todos los eventos inmunológicos demuestran que se desarrolla una respuesta
inmune enérgica, pero sin lograr erradicar al virus (Oubiña y Carballal, 2014).
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de las células infectadas y los viriones atrapados en las células dendríticas foliculares serían los
responsables de la dicotomía.
Desde un punto de vista inmunológico predominan los mecanismos de activación celular.
Tanto los linfocitos B como los T están estimulados. En los ganglios linfáticos se observa una
hiperplasia folicular y expansión de la red que forman las CDF, indicadores de activación del tejido
linfoide. Durante el período de latencia clínica se produce una reducción lenta y progresiva del
número de linfocitos T CD4+, y la carga viral en sangre periférica se mantiene relativamente baja.
Sin embargo, en algunos casos la reducción de las células es mucho más acelerada hasta el
establecimiento del SIDA florido.
Tanto la carga viral plasmática como el número de linfocitos T CD4+ son marcadores
pronósticos de la enfermedad. La carga viral es un predictor muy importante en la progresión de la
infección, y en particular en las etapas tempranas. Las pautas actuales para el inicio y monitoreo del
tratamiento antiretroviral se han definido con base en la carga viral plasmática. El recuento de
linfocitos T CD4+ en circulación es indicador del estado de inmunodeficiencia existente y se
complementa con la carga viral.
A medida que progresa la infección viral la arquitectura ganglionar se va alterando, y llega a
liberar una mayor cantidad de virus al torrente circulatorio. Se ha calculado que el recambio diario
de la carga viral total del organismo es del 30% y del total de las células T CD4+, entre el 6-7%.
Cuando se produce un incremento de la replicación viral con una marcada reducción de los linfocitos
T CD4+ aparecen los síntomas, pasando así a la etapa clínicamente sintomática.
Cuando el número de linfocitos T CD4+ es menor de 200/mm3 y con viremia alta, es donde
se manifiestan las enfermedades infecciosas oportunistas, es decir, se instala el SIDA enfermedad.
Las neoplasias oportunistas pueden surgir aun cuando la inmunodeficiencia no es tan acentuada.
La transmisión madre-hijo (TMH) es el origen de la infección en más del 90% de los casos
de infección en los niños de menos de 15 años, y su prevención es una de las principales prioridades
mundiales de intervención en el campo del HIV/SIDA (Oubiña y Carballal, 2014).
La TMH del HIV puede ocurrir durante el embarazo (intrauterina), durante el parto
(intraparto) o posterior al parto a través de la lactancia materna (postparto) (Oubiña y Carballal,
2014).
Sin considerar la lactancia materna, la transmisión intrauterina representa un 25-40% de las
infecciones y un 60-75% de la transmisión ocurre durante el trabajo de parto y el parto. Entre las
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mujeres que amamantan, estos porcentajes disminuyen al 20-25% la intrauterina y 60-70% la
intraparto por el factor lactancia materna que se calcula en un 10-15% (Oubiña y Carballal, 2014).
Si bien se ha demostrado la presencia de antígenos del HIV en diferentes órganos fetales de
8-15 semanas de vida, la frecuencia de esta infección temprana durante el embarazo es relativamente
baja y se calcula que dos tercios de los niños se contagian el día del parto.
La transmisión intraparto puede ocurrir ya sea durante el trabajo de parto o el parto a través
de intercambio materno-fetal de sangre u otras secreciones maternas. Y estas Evidencias de
contaminacion intraparto se obtuvieron por estudios en mellizos, mostrando que el primer bebé que
nace tiene el doble de riesgo de contraer la infección que el segundo mellizo ya que éste que tiene
menos contacto con los líquidos maternos (Oubiña y Carballal, 2014).
La mayoría de las infecciones transmitidas por la lactancia materna probablemente ocurran
durante las primeras semanas a meses de vida del niño, aunque cuanto más prolongada es la
lactancia, mayor es el riesgo de transmisión del HIV. Los factores de riesgo durante la lactancia
materna incluyen: una elevada carga viral en sangre y leche materna, la mastitis clínica o subclínica,
los abscesos mamarios y la primoinfección materna durante la lactancia. Se ha observado que podría
existir un riesgo mayor en aquellos niños alimentados con esquemas mixtos (biberón y pecho) que
en aquellos alimentados exclusivamente con leche materna. Ya que En el tracto gastrointestinal del
recién nacido, hay una menor acidez, mucus y actividad de Ig A, así como una mucosa más delgada,
todo lo cual favorecería la penetración viral (Oubiña y Carballal, 2014).
Entonces ,hay varios factores determinan el riesgo de TMH del HIV. Entre ellos, Una alta
carga viral, tanto a nivel sistémico (plasmática) como local (en secreciones cérvico-vaginales y en
leche), y un bajo recuento de células T-CD4+ circulantes en la madre son factores de riesgo
independientes para esta transmisión. Otros factores de riesgo independientes asociados con TMH
son el modo de nacimiento (parto natural o por cesárea), el estado clínico de la madre (si está en la
etapa de SIDA o no) y el tiempo de gestación del neonato. Sin embargo, estos factores no se pueden
utilizar como factores predictivos absolutos (Oubiña y Carballal, 2014).
Los factores obstétricos también actúan sobre la transmisión del HIV. El riesgo de
transmisión perinatal aumenta por hora de duración de la ruptura de membranas , por ejemplo, El
parto producido más allá de 4 horas después de la ruptura de membranas fetales puede llevar al doble
el riesgo de transmisión del HIV, probablemente debido al mayor tiempo de exposición del niño a
los fluidos infectados de la madre (Oubiña y Carballal, 2014).
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2.1.5. Manifestaciones clínicas
Los síntomas y signos de la infección aguda por el VIH son inespecíficos e incluyen fatiga,
erupciones, cefalea, náusea y sudación nocturna. El sida se caracteriza por depresión notable del
sistema inmunitario y la aparición de muchas infecciones graves ya sea por oportunistas o neoplasias
poco comunes (en particular el sarcoma de Kaposi).
Las manifestaciones más graves en adultos suelen ser antecedidas de un pródromo (“diarrea
y deterioro”) que incluye fatiga, malestar general, pérdida de peso, falta de aire, diarrea crónica,
zonas blancas en la lengua (leucoplasia pilosa y candidiasis oral) y linfadenopatía. Una causa
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importante de debilidad son las manifestaciones patológicas en el tracto gastrointestinal, desde el
esófago hasta el colon. Ahora, una persona Sin tratamiento, el intervalo entre la infección primaria
por VIH y las primeras manifestaciones de la enfermedad clínica, suele ser largo en los adultos,
promediando de ocho a 10 años, Y La muerte ocurre aproximadamente 2 años más tarde (Jawerz et
al., 2016).
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A. Sida en niños
Las respuestas de recién nacidos infectados son distintas de las que se observan en adultos
infectado. El comienzo del sida en niños (enfermedad adquirida de su madre infectada) suele incluir
síntomas clínicos a los dos años de vida; dos años más tarde el pequeño muere. porque para la fecha
de la infección primaria, el bebe no ha desarrollado su sistema inmunitario.
Las manifestaciones clínicas pueden incluir neumonitis intersticial linfoide, neumonía,
candidosis oral severa, encefalopatía, síndrome de desgaste, linfadenopatía generalizada, sepsis
bacteriana, hepato espleno megalia, diarrea y retraso del crecimiento (Jawerz et al., 2016).
Los niños con infección por VIH-1 adquirida en fase perinatal (sin tratamiento), tienen un
pronóstico insatisfactorio. Teniendo En los primeros años de vida una evolución acelerada de la
enfermedad. Y Las concentraciones de carga viral son altas, señalando con esto que su enfermedad
avanza con rapidez.
La disfunción del sistema nervioso aparece a muy menudo en personas infectadas por este
virus. Se sabe que 40 a 90% de los pacientes muestran síntomas neurológicos, y en muchos casos en
la necropsia se identifican anormalidades neuropatológicas.
Entre los síndromes neurológicos distintivos que aparecen a menudo están encefalitis
subaguda, mielopatía vacuolar, meningitis aséptica y neuropatía periférica. En 25 a 65% de los
enfermos de sida, como manifestación tardía, surge el complejo de demencia por sida, que es el
síndrome neurológico más común y se caracteriza por deficiencias de la memoria, incapacidad de
concentración, así como apatía, retraso psicomotor y cambios en la conducta.
Otras enfermedades del sistema nervioso que surgen junto con la infección por VIH
comprenden toxoplasmosis, criptococosis, linfoma primario del sistema nervioso central y
leucoencefalopatía multifocal progresiva inducida por el virus JC (poliomavirus).
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C. Infecciones por oportunistas
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infecciones antes mencionadas por lo común no aparecen en sujetos infectados por el VIH hasta que
el número de linfocitos T CD4 haya disminuido del nivel normal que es de 1 000 células/μl, a menos
de 200 células.. Las infecciones oportunistas más comunes en enfermos de sida no tratados incluyen
las causadas por:
Protozoarios: Toxoplasma gondii, Isospora belli, Cryptosporidium spp.
Hongos: Candida albicans, Cryptococcus neoformans, Coccidioides immitis,
Histoplasma capsulatum, Pneumocystis jiroveci.
Bacterias: Mycobacterium aviumintracellulare, M. tuberculosis, Listeria
monocytogenes, Nocardia asteroides, Salmonella spp. y Streptococus spp.
Virus: citomegalovirus, virus del herpes simple, virus de varicela-zóster, adenovirus,
virus JC, virus de hepatitis B y C.
Las infecciones por herpesvirus son frecuentes en enfermos de sida y a menudo se detectan
en la saliva múltiples partículas virales de ese tipo.
La retinitis por citomegalovirus es la complicación ocular más común y grave del síndrome
de inmunodeficiencia adquirida (Jawerz et al., 2016).
D. Cáncer
Las personas con sida tienen una enorme predisposición a la aparición de cánceres que es
otra consecuencia de la depresión inmunitaria. Los cánceres corresponden a los causados por un
virus como cofactor e incluyen el linfoma no-Hodgkin, el sarcoma de Kaposi, el cáncer
cervicouterino y los de la zona anogenital. En la mayor parte de los cánceres de células B,
clasificados como linfoma de Burkitt y los del sistema nervioso central , se identifica DNA viral de
Epstein-Barr., y su frecuencia es de 1 000 veces mayor en enfermos de sida que en la población
general (Jawerz et al., 2016).
El sarcoma de Kaposi es un tumor vascular que, en opinión de los expertos, proviene del
endotelio y aparece en la piel, las mucosas, los ganglios linfáticos y algunas vísceras. Antes de que
se observara dicho cáncer en los enfermos de sida se consideraba que era muy raro. El sarcoma
mencionado tiene una frecuencia 20 000 veces mayor en enfermos de sida no tratados que en la
población general. También, Al parecer hay una relación causal de esta neoplasia con el herpes virus
vinculado con este sarcoma. En el caso del cáncer cervicouterino es causado por los virus del
papiloma considerados de alto riesgo.
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2.1.6. Diagnostico
El diagnóstico definitivo de la infección por el VIH sólo puede establecerse por métodos de
laboratorio, ya que en ningún caso las manifestaciones clínicas son lo suficientemente específicas.
Los métodos directos detectan al propio virus o alguno de sus componentes, como proteínas o
ácidos nucleicos, mientras que los indirectos reconocen los anticuerpos específicos producidos por
el sistema inmunitario como respuesta a la infección vírica.
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A. Métodos indirectos
Están basados en la detección del virus o alguno de sus componentes. Incluye el cultivo
vírico, la determinación de antígeno p24 en plasma o suero y la demostración de genoma vírico
mediante técnicas moleculares (Rodríguez y Terrón, 2007).
Cultivo celular: Aunque es la técnica más específica y consiste en un cocultivo de
células mononucleares de sangre periférica del paciente, junto a otras del mismo tipo procedentes de
donantes. El cultivo se considera positivo por la demostración del efecto citopático o la detección de
productos víricos como el antígeno p24 o la transcriptasa inversa
Antigenemia de p24: El antígeno p24 de la cápside del VIH (core), es detectado en
suero o plasma mediante una reacción de EIA (Inmunoensayo enzimático), que actúa como un
marcador de infección aguda por VIH. A lo largo de la infección su detección es variable debido al
incremento de anticuerpos anti-p24 neutralizantes o a la escasa replicación del virus.
Técnicas moleculares: Aunque el diagnóstico de la infección por el VIH debe
establecerse mediante la detección de anticuerpos específicos del virus, puede ser conveniente la
utilización de técnicas moleculares basadas en el reconocimiento de fragmentos del genoma del
virus.
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2.1.7. Tratamiento
Actualmente, no hay cura para el VIH/SIDA. Una vez que tienes la infección, tu cuerpo no
puede deshacerse de ella. Sin embargo, hay muchos medicamentos que pueden controlar el VIH y
evitar complicaciones. Estos medicamentos se denominan terapia antirretroviral (TARV). Todas las
personas diagnosticadas con VIH deben comenzar con la terapia antirretroviral, independientemente
de la etapa de la infección o de las complicaciones (MayoClinic, 2020).
La terapia antirretroviral suele ser una combinación de tres o más medicamentos de varias
clases de fármacos diferentes. Esta estrategia es la más eficaz para reducir la cantidad de VIH en la
sangre.
Cada clase de fármaco bloquea el virus de manera diferente. El tratamiento consiste en
combinaciones de fármacos de diferentes clases para:
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Tener en cuenta la resistencia individual a los fármacos (genotipo viral)
Evitar la creación de nuevas cepas de VIH resistentes a los fármacos
Maximizar la supresión del virus en la sangre
Normalmente se utilizan dos fármacos de una clase, más un tercer fármaco de una segunda
clase.
Las clases de fármacos contra el VIH incluyen:
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2.1.8. Epidemiologia molecular del VIH-1
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donde el subtipo B se ha diseminado ampliamente en usuarios de drogas inyectables y otra donde la
forma recombinante CRF01_AE prevalece en la población heterosexual (Oubiña y Carballal, 2014).
Estos datos demuestran claramente que la distribución de diferentes formas del HIV-1 es un
proceso dinámico y permiten especular sobre la mayor o menor capacidad de transmisión de algunas
variantes (Oubiña y Carballal, 2014).
En Europa, EE.UU. y Australia predomina el subtipo B, aunque se observa un incremento de
infecciones por virus de otros subtipos no B en los últimos años, especialmente en Europa y EE.UU.,
fenómeno atribuible a las crecientes migraciones humanas (Oubiña y Carballal, 2014).
en América del Sur. El subtipo B ha sido reconocido como predominante, aunque desde
comienzos de la década del 90 se han identificado los subtipos F y C, y también recombinantes B/F
en Brasil, Argentina y Uruguay. La Argentina es el país del continente americano que posee mayor
proporción de infecciones producidas por recombinantes intersubtipo (B/F). Trabajos realizados en
la Argentina a partir del año 2000 han permitido estimar una prevalencia cercana al 50% de
infecciones por recombinantes BF en nuestro país. Sin embargo, éstas se relacionan con una alta
frecuencia en poblaciones de individuos heterosexuales y usuarios de drogas inyectables, mientras
que homosexuales masculinos esta proporción parece ser mucho menor, predominando el subtipo B.
El HIV-2, todos son endémicos en África (Oubiña y Carballal, 2014).
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2.2. Virus Linfotrópico T humano tipo I y II (HTLV-I/II)
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2.2.2. Estructura genómica
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2) transmisión sexual; es la más frecuente y la mayor tasa de transmisión es de hombre a
mujer (Ministerio de salud de Chile, 2019).
3) transmisión parenteral; La transmisión parenteral se refiere a la transmisión del virus a
través de la transfusión de sangre infectada de un donante con infección por HTLV-1 a un receptor
sano. Además, se debe considerar la transmisión a través de las donaciones de semen, tejidos u
órganos, así como la exposición accidental a materiales de venopunción contaminados o uso de
jeringas contaminadas (Ministerio de salud de Chile, 2019).
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2.2.4. Patogenia
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La enfermedad se desarrolla mayoritariamente (78%) en la quinta década de la vida. El virus
infecta indistintamente ambos géneros. Sin embargo, la paraparesia espástica tiende a manifestarse
más en mujeres (Ministerio de salud de Chile, 2019).
Por otra parte, se ha observado que un 35% de las paraparesias espásticas tienen antecedentes
transfusionales o de cirugía mayor. En los casos de origen postransfusional el curso de la
enfermedad es muy rápido (en promedio 2-3 años postransfusión) (Ministerio de salud de Chile,
2019).
B. Linfoma/Leucemia de células T del adulto (LLTA)
2.2.6. Diagnostico
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El diagnóstico de las infecciones por HTLV-1/2 se realiza mediante la detección de
anticuerpos específicos en suero o plasma utilizando ensayos de tamizaje: inmunoensayo ligado a
enzimas (ELISA) o aglutinación de partículas de gelatina (AP). Todas las muestras repetidamente
reactivas por las pruebas de tamizaje requieren la confirmación de la presencia de anticuerpos
específicos para HTLV-1/2 por metodologías confirmatorias. El Western blot (Wb) es la técnica de
referencia para la confirmación de la infección y es la que define un resultado positivo o negativo
para anticuerpos contra HTLV-1/2 (Moreno et al., 2013) .
Existen diferentes criterios para clasificar una muestra como positiva; según la
Organización Mundial de la Salud, una muestra es positiva para anticuerpos anti-HTLV-1 si
presenta alguna banda específica correspondiente a las proteínas de los genes env, gp46 o gp62/68, y
alguna de las bandas de las proteínas específicas de los genes gag, p19, p24 o p53. Por otro lado, el
criterio de la Red Europea de Investigación es más estricto al definir una muestra como positiva,
ya que es necesaria la presencia de las bandas correspondientes a p19 y p24 del gen gag, como así
también las bandas correspondientes a las proteínas de la envoltura viral rgp21 y rgp46-I (Moreno et
al., 2013).
Una proporción importante de muestras con resultados reactivos por ELISA para HTLV-1/2
resulta en un patrón de bandas insuficiente por Wb, presentando las muestras reactividad hacia uno o
más de los antígenos incorporados en la prueba, pero con un perfil de bandas insuficiente para ser
consideradas como positivas. Los individuos que presentan estos resultados son categorizados
serológicamente como indeterminados. Estos perfiles indeterminados por Wb para HTLV-1/2 han
sido descritos en todo el mundo y son más frecuentes en áreas tropicales (Moreno et al., 2013).
El agente o los agentes causales y la trascendencia médica del estado de indeterminado para
HTLV-1/2 están en la actualidad poco claros. Se han sugerido varias explicaciones posibles,
incluyendo: (I) reactividad cruzada con otros agentes infecciosos (por ejemplo, Plasmodium sp.), (II)
infección con partículas de HTLV-1 defectivas, (III) infección con retrovirus nuevos que tienen alta
homología con HTLV-1, y (IV) infección con HTLV-1 en individuos que presentan cargas virales
que están por debajo del alcance de los métodos que se utilizan para la detección (Moreno et al.,
2013).
Por otro lado, es importante mencionar que en la población de donantes de sangre es muy
frecuente encontrar resultados falsos reactivos por las técnicas de tamizaje para HTLV-1/ , los cuales
deben ser posteriormente confirmados por Wb y que en su mayoría resultan indeterminados. La
frecuencia de los resultados indeterminados por Wb varía según la prevalencia del virus en la región,
desde 0,02 % en áreas no endémicas a 10–50 % en áreas endémicas. Debido a esto, resulta necesario
evaluar y seleccionar el mejor algoritmo de tamizaje de anticuerpos contra HTLV-1/2 disponible en
los bancos de sangre, con el objeto de reducir los resultados falsos reactivos que deben ser
confirmados. Se han propuesto recientemente algoritmos alternativos de tamizaje para este virus, los
cuales ya se están utilizando en bancos de sangre de otros países; estos algoritmos incorporan
técnicas moleculares en el screening serológico (Moreno et al., 2013).
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2.2.5. Tratamiento
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A. Mielopatía o paraparesia espásticas asociada a HTLV-1 (HAM).
Los pacientes con la forma crónica desfavorable, aguda o linfoma, deben ser derivados a
hematólogo, para recibir tratamiento específico. En casos de presencia de una forma aguda y/o
linfoma, los pacientes deben ser hospitalizados para confirmar el diagnóstico, tratar las urgencias
(hipercalcemia o hiperleucocitosis) y recibir tratamiento apropiado con quimioterapia. Los
antirretrovirales en uso actualmente, no han demostrado hasta ahora una diferencia demostrativa en
mejorar de la sobrevida de estos pacientes. Para el paciente sintomático, independiente de la carga
viral Tax (PCR), se debe garantizar el control con el especialista respectivo (Ministerio de salud de
Chile, 2019).
C. Pacientes asintomáticos
Los pacientes con la forma indolente o crónica pueden ser controlados por neurólogo o
infectólogo, quien debe descartar o confirmar su estado de portador y ser derivados a control médico.
(Ministerio de salud de Chile, 2019).
HTLV-I infecta a nivel mundial de, hallándose regiones de alta endemicidad (Sur de Japón,
África Central, Melanesia), mediana endemicidad (Caribe y África Occidental) y baja endemicidad
(Australia, Nueva Guinea y países de Latinoamérica). El HTLV-II infecta entre 3 a 5 millones de
personas y se halla en forma endémica en nativos de África y del continente americano como los
Navajo y Pueblo en México; los Wayuu, Guahibo y Tunebo en Colombia; los Cayapo y Kraho en
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Brasil; los Pume de Venezuela, y los Tobas, Wichis y Pilagas en Argentina (Oubiña y Carballal,
2014).
El HTLV-I/II se detecta en donantes de sangre, con prevalencias en países no endémicos de
0,01 a 0,09%, siendo en su mayoría HTLV-I seropositivos, aquellos individuos que son inmigrantes
o descendientes de inmigrantes de áreas endémicas, o compañeros sexuales de personas infectadas.
Estas cifras aumentan en áreas de infección endémica. Los donantes HTLV-II positivos presentan,
en su mayoría, antecedentes de uso de drogas inyectables, contacto sexual con un usuario de drogas
(UDI), historia de transfusión sanguínea o un origen étnico relacionado con Amerindios. Ambos
virus se encuentran también presentes en grupos de riesgo para HIV tales como trabajadoras
sexuales y hombres que tienen sexo con su mismo género (Oubiña y Carballal, 2014).
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CAPÍTULO III:
PATOGENICIDAD Y EPIDEMIOLOGÍA
3.1. Patogenicidad
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comunes están la actividad sexual, al exponerse a semen y secreciones vaginales, contacto con
sangre y hemoderivados, de la madre al hijo en el embarazo, parto, lactancia, por trasplantes o por
vía parenteral debido al uso de agujas contaminadas. El virus de la inmunodeficiencia humana 1 es el
que presenta una prevalencia muy alta en todo el mundo. De los subtipos del VIH-1, los de
prevalencia mas elevada son A, B, C y E. Además, ahora conocemos que el predominio de subtipos
varia en las diferentes regiones del planeta, por ejemplo, en América la mayor prevalencia es por el
subtipo B, al igual que en Europa y Australia. En cambio, en África Occidental, Central y Oriental
en el subtipo A, pero en África del Sur, es el subtipo C., en el Sudeste asiático el subtipo E y en el
sur de Asia el C (Cabello, 2007).
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CONCLUSIONES
Los retrovirus son únicos entre los agentes infecciosos, tanto en la forma en que interactúan
con la célula huésped y el organismo, como en las consecuencias de esta interacción, no solo para la
vida del huésped infectado, sino también en algunos casos para los descendientes del
huésped. Ningún otro agente infeccioso de eucariotas superiores integra regularmente su
información genética en el genoma del huésped; ningún otro adquiere regularmente genes del
huésped en su genoma, además estos pueden infectar la línea germinal de su huésped; y representan
un papel importante en aspectos de la biología moderna.
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