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Estado Mochica
Cultura Moche
Estado precolombino
150-700 d. C.
Carte Moche.png
Capital Moche
Cultura cupisnique ←
Cultura salinar ←
→ Reino Sicán
→ Reino Chimú
La cultura moche o mochica es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló entre
los siglos II y VII d. C. en el valle del río Moche (actual provincia de Trujillo, en el departamento de
La Libertad). Esta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del actual Perú. Esta hizo
grandes obras como canales de riego y presas, lo que les permitió ampliar su frontera agrícola.
Para la cultura mochica la materia prima fue el adobe. Construyeron complejos religiosos-
administrativos conformados por palacios y templos o huacas de carácter monumental, las cuales
los recubrían de grandes murales en alto y bajo relieve, pintados con colores extraídos de la
naturaleza, donde plasmaron sus dioses, mitos, leyendas y toda su cosmovisión cultural. Las más
notables de estas construcciones son las llamadas Huacas del Sol y de la Luna, en el valle de
Moche.
Conocieron muchas técnicas para trabajar el oro (laminado, martillado, alambrado, etc.), lo que les
permitió fabricar , atuendos, emblemas, ornamentos y toda su parafernalia ritual.
Son considerados los ceramistas del antiguo Perú, gracias a su trabajo que realizaron en sus
ceramios. En ellas representaron, tanto de manera escultórica como pictórica, a divinidades,
hombres, animales y escenas significativas referidas a temas ceremoniales y mitos que reflejaban
su concepción del mundo. De este arte sobresalen los huacos retratos y los huacos eróticos.
Fueron navegantes: construyeron caballitos de totora, los que hacían más pequeños para la pesca
y más grandes para sus viajes hasta las costas ecuatoriales, desde donde traían conchas de
Spondylus, sagrada para los moches, y en general, para el resto de las culturas costeñas del
Antiguo Perú.
Ubicación geográfica
La Huaca del Sol, en Moche, centro religioso moche.
Esta cultura deriva su nombre del valle homónimo de Moche, actualmente también llamado Valle
de Santa Catalina, sede de las más conocidas e imponentes construcciones moches, las huacas del
Sol y de la Luna.
Los mochicas se expandieron por el sur hasta el valle de Nepeña (Áncash) y por el norte hasta el
valle de Piura (Piura).
Piura (Piura)
La Leche (Lambayeque)
Lambayeque (Lambayeque)
Zaña (Lambayeque)
Santa (Áncash)
Nepeña (Áncash)
Inicialmente fue conocida como cultura protochimú o Chimú temprano, pero recibió el nombre de
«cultura moche» tras los descubrimientos en el valle de Moche. También se la denomina «cultura
mochica» en razón del nombre de la lengua, el muchik, que hablaban sus pobladores.
Mochica norte
En el valle de Lambayeque: Huaca Rajada, Pampa Grande.
En el valle de Jequetepeque: Complejo San José de Moro, Huaca Dos Cabezas, Complejo
Pacatnamú, Casa de la Luna o Sián, el Hornito (entre San Pedro y Pacasmayo), Sincapecerce de
Poémape y la Tumba de la Mina.
Mochica sur
, Huaca Cortada y Huaca Cao Viejo (estas dos últimas forman parte del Complejo Arqueológico El
Brujo).
Más al sur están los sitios de Huancaco y Huaca de la Cruz (valle de Virú), Pampa de los Incas (valle
de Santa) y Pañamarca (valle de Nepeña).
Descubrimiento
El arqueólogo alemán Max Uhle, descubridor científico de la cultura mochica, a la que denominó
como proto-chimú.
La civilización mochica fue identificada por Max Uhle en 1909, quien la clasificó como proto-chimú
(es decir, antecesora del Reino Chimú). Uno de sus principales investigadores fue el alemán Hans
Hinrich Brüning, ingeniero de profesión que llegó a trabajar en las azucareras de Lambayeque y La
Libertad. En 1899, con el patrocinio de Phoebe Apperson Hearst, madre del editor de periódicos
William Randolph Hearst, Brüning excavó 31 yacimientos funerarios en las inmediaciones de la
Huaca del Sol y de la Huaca de la Luna (cercanos a Moche, el pueblo actual que dio su nombre a la
antigua cultura).
Esta cultura también fue estudiada por los arqueólogos peruanos Julio C. Tello y Rafael Larco Hoyle
(1901-1966).2 En particular, destaca la labor de Larco Hoyle, quien identificó de manera científica
los diversos períodos de esta cultura, a base de los estilos y la técnica de su cerámica.
Teniendo como base las periodizaciones de Rafael Larco Hoyle, de Luis Castillo Butters y de
Christopher Donnan, se puede dividir la historia moche de la siguiente manera:4
El período del Comienzo, que abarcaría entre 150 y 300 d. C. Durante esta época los mochicas se
imponen sobre la cultura Virú-Gallinazo, tanto en el plano militar como en el ideológico, es decir,
imponen sus creencias. De fines de esta época data el llamado Señor de Sipán.
El periodo del Ocaso, es un periodo de decadencia que empieza entre el 650 y 700 d. C.,
aparentemente debido a la devastación climatológica ocasionada por un fortísimo fenómeno del
Niño. La alta jerarquía moche debió perder de manera creciente su poder sobre la población, la
cual se hallaría muy revoltosa ante las secuelas dejadas por la furia de los elementos (pérdida de
cosechas, hambrunas, colapso de los santuarios). Esta decadencia afectó principalmente a los
mochicas del Sur, quizás por la pérdida de la huaca de la Luna. Mientras que los mochicas del
Norte resistieron por más tiempo, teniendo como nueva capital a Pampa Grande, hacia donde,
según una hipótesis del arqueólogo Luis Chero Zurita, se habría trasladado la élite de Sipán.5
Existen diversas hipótesis formuladas principalmente por arqueólogos, para explicar el colapso de
las sociedades moches 6
Fallas ideológicas: Existen hasta el momento, tres modelos conocidos que apuntan a que el fin de
las sociedades moches se relaciona con el aspecto ideológico, que se encontraba fundamentado
principalmente en la religión moche y que servía como justificación a las élites moche para explicar
sus posiciones de poder. La primera, apoyada por Izumi Shimada y fundamentada en sus hallazgos
en Pampa Grande, explica que el colapso moche se debió a rebeliones de grupos no-moche
quienes, al no haber sido asimilados a la religión estatal, no habrían encontrado razones para
justificar a los gobernantes moches en el poder. El segundo modelo, formulado por Luis Jaime
Castillo, explica que el colapso se debió a la nueva ideología imperante entre los pobladores
moches y no-moches, que habría sido promovida y traída por las mismas élites que los
gobernaban y que -según el mismo Castillo- habría sido la misma imperante en el territorio
imperial de los Wari, basándose en la aparición para el periodo de Moche V de cerámica y
arquitectura moche claramente influenciadas por la cultura Wari (como es el caso de la aparición
del Dios de los Báculos en iconografía moche o la arquitectura presente en Centros administrativos
de dicho periodo como la de Cerro Chepén). Esta nueva ideología no habría ofrecido la
justificación necesaria que ofrecía la ideología anterior cuál justificaba a las élites moche en sus
puestos de poder.
Factores climáticos: Los modelos que entran en esta clasificación apuntan a la presencia de
factores climáticos anómalos, como los desencadenantes del colapso de las sociedades moche,
yendo desde quienes señalan al fenómeno del Niño como el principal responsable de este colapso
(Walter Alva), hasta quienes proponen a las sequías que asolaron la fase V moche, basándose en
muestras de hielo obtenidas del barrenado de glaciares peruanos.
Conflictos internos: Esta teoría surge de análisis de patrones de asentamiento desarrollados por
Tom Dillehay, quién propone que para algún momento del periodo Moche Tardío, existió un
fuerte periodo de conflicto entre las diversas comunidades mochicas existentes, lo cuál los pudo
dejar indefensos frente al ataque de algún actor externo, como pudiera ser el por entonces estado
Cajamarca, que según Marco Rintel, habría ocupado parte del Jequetepeque mochica en la época
de decadencia moche. No se menciona al Imperio Wari como posible actor externo, pues a pesar
de haber sido popular la idea de un dominio Wari sobre la costa norte peruana, actualmente la
mayoría de arqueólogos, coinciden en que la influencia de Wari hacia la cultura moche fue
meramente ideológica.
Economía
Los moches tuvieron una especial preocupación por el desarrollo agrícola. En este sentido,
cultivaron maíz, camote, yuca, papa, calabaza; frutas, tales como tuna, lúcuma, chirimoya, tumbo,
maní y papaya. Cultivaron además el algodón en sus colores naturales (blanco, marrón, rojizo y
morado), para uso industrial. También cultivaron totora.
La ingeniería hidráulica
Como precisaban llevar agua para cultivar tierras secas, construyeron canales (Wachaques) que se
muestran como notables obras de ingeniería hidráulica, como el de Ascope y el de La Cumbre.
Asimismo construyeron represas como la de San José, cuales aguas almacenadas servían para
irrigar las tierras en tiempo de sequía y escasez.
Quedó registrada una sequía de varios años, que se cree que está relacionada con una erupción
del Anak Krakatau, que generó un invierno de dos años en todo el mundo (Véase Fenómenos
meteorológicos extremos de 535-536). Es más probable, sin embargo, que se debiera al Fenómeno
del Niño, que hacia el 650 d. C. ocasionó una terrible crisis en la producción agrícola, que llevó al
abandono de muchas tierras de cultivo y a la reducción del territorio moche.
Pesca
Los mochicas tuvieron gran experiencia como pescadores y eso lo demuestran las antiguas
embarcaciones que usaban y que hasta ahora se siguen fabricando, denominadas caballitos de
totora. Pescaron tollos, rayas, lenguados, etc. y recolectaron mariscos como erizos y cangrejos.
Navegación y comercio
El mar ejerció sobre los mochicas un atractivo especial. Provistos de sus caballitos de totora, que
ya tenían cerca de tres mil años de antigüedad entonces, se convirtieron en diestros pescadores.
Con embarcaciones más grandes (balsas de totora y cañas, o posiblemente, troncos) organizaron
expediciones que arribaron hasta las islas Chincha para extraer el guano, tan eficiente para el
abono de las chacras. Hay indicios incluso que hicieron expediciones hasta el Ecuador, por el
norte, y hasta Chile, por el sur. Del Ecuador traían las conchas de Spondyllus, sagradas para los
moches, de las cuales hacían pectorales y brazaletes o los trituraban y los espolvoreaban en los
templos y palacios; y de Chile traían lapislázuli.
Poseían también naves guerreras que eran tripuladas por más de tres o cuatro personas y que
transportaban a grupos militares o a los prisioneros vencidos en las guerras. Todas esas
embarcaciones no son distintas a las fabricadas por otras culturas costeñas desde el 1000 a. C.
La cerámica
Una de las culturas peruanas que se caracteriza por tener una de las mejores cerámicas, es la
Cultura Moche. Hombres, divinidades, animales, plantas y escenas cotidianas de la vida moche
fueron representados en vasijas de arcilla y barro. La cerámica resalta por su expresividad,
realismo y perfección, usando metales de oro y plata.
Organización política
Moche era un estado militar conquistador gobernado por reyes conectados con los dioses o
considerados de herencia divina. Arqueólogos que han estudiando la zona tienen la teoría que la
Huaca de la Luna era residencia del soberano-rey mientras que la Huaca del Sol, era el lugar de la
nobleza principal.
Poseía distintos niveles de organización política: en un primer lugar el soberano, en segundo lugar
un grupo de la nobleza principal, quienes estaban encargados de la administración. Y en un tercer
lugar, un grupo de burócratas.
Cada valle controlado por el estado, poseía dos huacas, es decir un lugar sagrado, que al ser
característico de Moche le otorgaba poder político y religioso. Aunque dichos valles debían contar
con su soberano o señor; que se aliaba con sus vecinos para realizar obras de bien común, para
efectuar ceremonias rituales o para emprender conquistas militares.
Los señores se vestían con prendas lujosas, con adornos de oro, plata y cobre, que simbolizaban
sus atributos sagrados, y al morir eran enterrados con igual fastuosidad, como se puede ver en la
tumba del Señor de Sipán.
Organización social
Sociedad moche.
El cie-quiche: era el rey del valle y los dominios moches. Tenía autoridad semidivina pues creían
que descendía de los dioses y diosas. Su autoridad era militar, religiosa y civil.
Los sacerdotes: encabezados por un sumo sacerdote, habitaban en los templos piramidales. En
este grupo también están la sacerdotisa y el sacerdote guerrero. Todos ellos formaban parte de los
rituales.
Jefes militares y nobles: Los llamados “bien vestidos” por su rica indumentaria.
Dignatarios civiles, asistentes religiosos y soldados o guardias adscritos a las específicas funciones
anteriores.
Los ceramistas, encargados de hacer la cerámica escultórica ritual y también de los huacos retratos
de los nobles. Había castas de estos dos grupos.
Arte
Trabajaron sobre moldes para la producción masiva de cerámica; aplicaron técnicas de modelado,
grabado y pintura.
Tipos de cerámica:
Arte mochica.
Cerámica
El más conocido legado cultural mochica es su cerámica, generalmente depositada como ofrenda
para los muertos.
Los mochicas plasmaron en sus cerámicas el entorno de su mundo cultural y religioso, bajo la
forma de imágenes escultóricas, o bien decorando a pincel la superficie de la vasija. Su cerámica
constituye por ello el mejor documento y testimonio de su cultura.
Escultórica: porque representaban en bulto las figuras de los hombres, animales y plantas.
Destacan los huaco retratos.
Realista: puesto que todo era reproducción exacta de la realidad. No inventaban ni imaginaban en
su obra ceramista, que era expresión de las actividades.
Documental: porque era realismo y su representación sirven como elementos para conocer la vida
de los habitantes moches como si se estuviese leyendo un verdadero documento o fuente escrita.
Su realismo es característica resaltante en sus huaco retratos, su famosa plástica asombra por la
expresividad y perfección de verdaderos retratos de arcilla. Los cánones clásicos de perfección y
realismo se reconocen aún en seres mitológicos, animales humanizados, hombres con atributos
zoomorfos o partes combinadas de varios animales. Sin embargo, también realizaron cerámica con
gran contenido simbólico de pensamiento e ideas donde las imágenes se vuelven más abstractas y
conceptuales; ambas tradiciones, tanto la simbólica como la realista, se encuentran sumamente
vinculadas. Incluso hay piezas cerámicas donde conviven estas dos tendencias.
Sus pictografías derrochan vida y movimiento en las complejas escenas de ceremonias, combates,
cacerías rituales y probables relatos míticos. Sin embargo, la vajilla para uso diario, utensilios
domésticos y vasijas para agua fueron funcionales, sencillos y escasamente decorados. También
destacan los huacos de representaciones de carácter sexual, mostrándose de forma explícita
escenas de onanismo, coito en grupo e incluso reproducción animal. Se cree que estas
manifestaciones artísticas podrían tener unas connotaciones culturales y religiosas de simbolismo
de la fertilidad.
La cerámica mochica generalmente se propicia en masa, mediante el uso de moldes. Sobre ellas el
especialista aplicaba técnicas como: modelado, grabado, pintura. El asa estribo era confeccionado
aparte. Por último, la pieza era llevada al horno; es bícroma resaltando el rojo y el crema.
Periodos
Tomando como base el estudio de más de 30.000 ceramios, Larco Hoyle estudió la evolución de
las formas de la cerámica moche y dividió su desarrollo en cinco etapas, que son:
Mochica II: El grosor de las paredes disminuye. La cerámica se alarga y no se observa tendencia en
darle la misma altura que ancho, se inicia con esto la esbeltez de los vasos. El asa y el pico crecen
proporcionalmente, y mientras el asa no pierde la forma redondeada, el pico pierde el reborde
pronunciado, quedando tan solo un pequeño ribete. Existen vasos retratos, antropomorfos de
cuerpo entero, fitomorfos y zoomorfos. Predominan los colores crema y rojo, crema y ocre, rojo y
crema plomizo, marrón y anaranjado, crema y ocre.
Mochica III: Se inicia el refinamiento de esta cultura. Las paredes de los vasos se afinan sin perder
su solidez, el ceramio está cubierto por una fina capa de engobe cuidadosamente pulida. Los
hornos abiertos con abundante oxigenación fueron perfeccionados. La cerámica es un poco más
grande que Mochica II. Los recipientes son de mayor capacidad. Las asas y los picos se afinan
notablemente, siendo las primeras elípticas y los picos pequeños, acampanulados y con reborde
casi imperceptible. Los ceramios son de líneas armónicas y proporcionadas. Las esculturas
antropomorfas son verdaderos retratos de personas. La escultura religiosa adquiere importancia.
Mochica IV: Los motivos escultóricos y pictóricos se multiplican y adquieren mayor complejidad. El
artista mochica trata de perennizar en su cerámica no solamente los asuntos comunes de su vida
diaria, sino también las actividades de sus instituciones organizadas. El rico acervo de su vida
espiritual es sintetizado en las escenas pictóricas que cubren los numerosos vasos de caracteres
religiosos. Los vasos se alargan y también proporcionalmente el asa, que ya no es chata sino,
redonda o ligeramente angular. La mayoría de los picos son largos y rectos, aunque hay algunos
más angostos en la punta con bordes levemente afilados.
Mochica V: La cerámica de este período, por sus formas y decorado, constituye el «arte barroco»
de la cultura mochica. Se reduce en tamaño pero el asa se alarga, siendo el pico más pequeño. El
asa toma una forma triangular acentuada y el pico es de naturaleza troncocónica con bordes
afilados del interior hacia afuera. Las representaciones geométricas abundan. El motivo escultórico
pasa a segundo plano, desplazado por el arte pictórico. Las técnicas de manufactura que
mayormente conocieron fueron el moldeado y el estampado. Por el gran dominio de la cerámica
escultórica y pictográfica se le ha denominado, y con mucha justicia, el Período de los Maestros
Artesanos. Dada la calidad estética y temática de su innumerable producción, se ha convertido en
el mejor espejo de su vida cotidiana y espiritual.
Arquitectura
Como base para sus construcciones emplearon el adobe, puesto que era la materia prima que
tenían a la mano. Construyeron grandes palacios, urbes y templos, los cuales recubrían de murales
en alto y bajo relieve, pintados de colores extraídos de la naturaleza a los cuales les agregaban
colágeno extraído de la cocción de las patas de las aves, que actuaba como una especie de látex;
decoraban con representaciones de sus dioses, mitos, leyendas y toda su cosmovisión.
En las construcciones importantes como las huacas, se solía hacer cada cierto tiempo una
reedificación, en la cual en vez de remodelar una pared, la tapaban construyendo otra adelante;
esto se puede apreciar en todas las huacas.
En su arquitectura monumental destacan las Huacas del Sol y de la Luna, en Moche. La Huaca del
Sol es un inmenso edificio que mide más de 40 m de altura y tiene 5 terrazas superpuestas: los
expertos calculan que se necesitaron más de 140 millones de adobes para su construcción. A 500
m de esta huaca se alza la Huaca de la Luna, de 21 m de altura y de tres terrazas; esta destaca por
sus bellas pinturas murales, una de las cuales representa el rostro fiero de un dios, posiblemente
Ai apaec. Se cree que la Huaca del Sol fue un centro administrativo, mientras que la Huaca de la
Luna era un centro religioso.
Las casas de los pobladores comunes (pueblo) eran erigidas en pequeñas comunidades. Los
materiales que usaban ellos eran los mismos que se empleaban para las huacas a excepción de las
pinturas. Las casas tenían patio propio y techo de dos aguas para las lluvias.
Pinturas murales
Las pinturas murales de la Huaca de la Luna son de 5 colores (blanco, negro, rojo, azul y amarillo),
los cuales fueron obtenidos de minerales. Su mural más famoso es el que representa a un
personaje antropomorfo conocido como el “demonio de las cejas prominentes”, que se ha
identificado con la divinidad moche llamada Ai apaec o el dios degollador.
En la Huaca Cao Viejo hay un gran mural que representa una procesión de prisioneros desnudos y
unidos con una soga, sin duda condenados a muerte que caminan hacia el “degollador”.
Metalurgia y orfebrería
Los mochicas fueron los mejores metalurgistas de su época. Utilizaron el oro, la plata, el cobre y
sus aleaciones. La aleación más característica fue la tumbaga (mezcla de oro y cobre). Doraron el
cobre mucho antes que en Europa y conocieron una variedad de técnicas, como el laminado,
martillado, alambrado, soldadura, etc. Fabricaron herramientas, armas, atuendos, emblemas,
ornamentos y toda su variada y rica parafernalia ritual.
Es de destacar su pericia para construir figurinas de poco más de 2 cm con partes móviles, unidas
con pequeñísimas grapas.
Escritura
Según los estudios del arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle (1901-1966), los mochicas poseían
un sistema de escritura a la cual llamó escritura pallariforme, y que consistiría en grabar líneas,
puntos, zigzags y otras figuras con diferente significado en los pallares pintados en muchos vasos
cerámicos, ya que presentan variedad de diseños que hacen pensar en algún sistema original de
transmisión de datos numéricos y posiblemente no numéricos.
Religión
Por sus dioses castigadores, la representación de dioses decapitadores era muy común, siendo el
principal Ai Apaec, quien también era la principal deidad de los mochicas. Adoraron además al sol
y a la luna. También rindieron culto a dioses antropozoomorfizados, con rasgos de cangrejo, zorro,
búho, pez gato, pato pico de cuchara (extinto), serpiente, águila, puma, jaguar, lagartija, perros,
sapos, venados, arañas, pulpos, monos, cóndores , iguana, murciélago y colibrí.
Estos dioses muestran clara influencia de la cultura chavín, que fue anterior a la cultura mochica.
Se puede apreciar el parecido en los colmillos y los rasgos felinos que se observan en algunas de
sus representaciones.
Los sacrificios humanos eran practicados por los mochicas con fines rituales.
Sus dioses eran muy variados dependiendo el lugar donde este situado
Tumbas encontradas
El Señor de Sipán
Sipán es una pequeña localidad que se ubica a 35 kilómetros al sureste de Chiclayo. Allí se
encuentra la denominada Huaca Rajada. En marzo de 1987 el arqueólogo peruano Walter Alva
logró erradicar a los huaqueros (ladrones de huacas) y procedió a realizar excavaciones.
Es la primera tumba de un gobernador precolombino hallada intacta en el Perú. Data del siglo iii.
Actualmente, los restos de este personaje se encuentran en el Museo Tumbas Reales de Sipán, en
Lambayeque. Se trata de un hombre de 1,67 m, y de entre 35 a 40 años de edad. Se lo halló al lado
de los restos de 8 personas (tres mujeres, dos varones, un niño y dos guardianes) y animales (dos
llamas y un perro). El cuerpo del personaje estaba cubierto de numerosos ornamentos, armas y
emblemas de oro, plata y cobre dorado. Se hallaron también 209 ceramios, muchos de los cuales
contenían ofrendas. Meses después se hallaron dos tumbas más: la de un sacerdote
contemporáneo al Señor de Sipán, y la de un personaje que, por las armas, atuendos, ornamentos
y emblemas, debió tener el mismo cargo del señor de Sipán, y al que se bautizó como el “Viejo
Señor de Sipán” (antepasado del Señor de Sipán en tres generaciones).
Dos tumbas de sacerdotisas fueron halladas en el complejo arqueológico San José de Moro, en el
distrito de Pacanga, provincia de Chepén. Una fue hallada en 1991 y otra en 1992. Comparten una
serie de rasgos comunes: se hallan acompañadas de otros cuerpos, así como de individuos
sacrificados en las entradas; así como contienen una profusión de objetos a manera de ofrendas:
vasijas cerámicas, mates (que estarían sin duda llenas de alimentos) y adornos de metal.
La Dama de Cao
El descubrimiento de la tumba de la Dama o Señora de Cao fue dado a conocer en 2006. Fue
hallada en la huaca Cao Viejo y data aproximadamente del 400 d. C., unos 150 años después del
apogeo del Señor de Sipán. Se trata de los restos momificados de una mujer de 1,45 metros de
altura y entre los 20 y 25 años, cubiertos por collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa,
narigueras de oro y plata, diademas y coronas. En la tumba se encontraron también cetros de
madera forrados de cobre, utilizados en las ceremonias como símbolos de poder y hegemonía, y
diversas placas de metal sueltas que cubrían la mortaja de algodón natural. Se trata sin duda de
los restos de una gobernante moche que rigió en el valle de Chicama.
Galería
Pato guerrero.
Pato guerrero.
Véase también
Idioma mochica
Cultura Lambayeque
Reino Chimú
Referencias
Castillo Butters, Luis Jaime – Donnan, Christopher: «Los Mochicas del Norte y los Mochicas del
Sur».
Castillo, Luis Jaime (2001). «Rafael Larco Hoyle y el Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera».
Los mochicas. Lima: Museo Arq.
«Pampa Grande, la última capital de la cultura Mochica y sus misterios por develar - Arqueología
del Perú». www.arqueologiadelperu.com. 3 de noviembre de 2013. Consultado el 4 de julio de
2015.
Rosas Rintel, Marco (2007). «Nuevas perspectivas acerca del colapso Moche en el Bajo
Jequetepeque». Instituto Francés de Estudios Andinos.
Bibliografía
Adams, Richard: «Los andes centrales de América del Sur: los orígenes y las primeras
civilizaciones», en Las antiguas civilizaciones del nuevo mundo. Barcelona, Crítica, 1997.
Kauffmann Doig, Federico: Historia y arte del Perú antiguo. Tomo 3. Lima, Ediciones PEISA, 2002.
ISBN 9972-40-215-0
Larco Hoyle, Rafael: «La escritura peruana sobre pallares», en Revista Geográfica Americana.
Buenos Aires: 18 (107): 93-103, 1942.
Larco Hoyle, Rafael: «La escritura peruana sobre pallares», en Relaciones de la Sociedad Argentina
de Antropología. Buenos Aires, IV: 57-63, 1944.
Larco Hoyle, Rafael: Archaeologia mvndi. Colección dirigida por Jean Marcadé. Barcelona:
Juventud, 1966.
Melka, Tomi S.: «The Moche Lima beans recording system, revisited», en Folklore: Electronic
Journal of Folklore, 45: 89-136 (en inglés), 2010.
Ulla Holmquist Pachas - Javier Bellina de los Heros: Historia del Perú II. El Perú Antiguo II (200 a. C.
- 500) El período de los desarrollos regionales. Empresa Editora El Comercio S.A., Lima, 2010. ISBN
978-612-4069-87-1
Schmid, Martin: «Die Mochica an der Nordküste Perus», en Religion und Kunst einer vorinkaischen
andinen Hochkultur. Hamburgo, 2008. ISBN 978-3-8366-1370-5.
Varios autores: Documental del Perú. Lexus Editores. Impreso y encuadernado por Grafos S.A.,
Barcelona, España. ISBN 978-9962-04-017-0
Enlaces externos
«Hallazgo de tumba de gobernante del siglo III d. C.» (enlace roto disponible en Internet Archive;
véase el historial, la primera versión y la última). En el periódico El Comercio (Lima) del 5 de julio
de 2008.
Características de los distintos períodos de la cultura mochica, en el sitio web de Gabriel Bernat.
Cultura mochica.
«La ruta moche», artículo en el sitio web Andina, Agencia Peruana de Noticias (visto el 3 de junio
de 2011).
Noticia sobre una exposición en el Museo del Quai Branly de París, Agencia Efe.
Control de autoridades
Esta página se editó por última vez el 21 jun 2023 a las 17:04.
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→ Reino Chimú
La cultura moche o mochica es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló entre
los siglos II y VII d. C. en el valle del río Moche (actual provincia de Trujillo, en el departamento de
La Libertad). Esta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del actual Perú. Esta hizo
grandes obras como canales de riego y presas, lo que les permitió ampliar su frontera agrícola.
Para la cultura mochica la materia prima fue el adobe. Construyeron complejos religiosos-
administrativos conformados por palacios y templos o huacas de carácter monumental, las cuales
los recubrían de grandes murales en alto y bajo relieve, pintados con colores extraídos de la
naturaleza, donde plasmaron sus dioses, mitos, leyendas y toda su cosmovisión cultural. Las más
notables de estas construcciones son las llamadas Huacas del Sol y de la Luna, en el valle de
Moche.
Conocieron muchas técnicas para trabajar el oro (laminado, martillado, alambrado, etc.), lo que les
permitió fabricar , atuendos, emblemas, ornamentos y toda su parafernalia ritual.
Son considerados los ceramistas del antiguo Perú, gracias a su trabajo que realizaron en sus
ceramios. En ellas representaron, tanto de manera escultórica como pictórica, a divinidades,
hombres, animales y escenas significativas referidas a temas ceremoniales y mitos que reflejaban
su concepción del mundo. De este arte sobresalen los huacos retratos y los huacos eróticos.
Fueron navegantes: construyeron caballitos de totora, los que hacían más pequeños para la pesca
y más grandes para sus viajes hasta las costas ecuatoriales, desde donde traían conchas de
Spondylus, sagrada para los moches, y en general, para el resto de las culturas costeñas del
Antiguo Perú.
Ubicación geográfica
Esta cultura deriva su nombre del valle homónimo de Moche, actualmente también llamado Valle
de Santa Catalina, sede de las más conocidas e imponentes construcciones moches, las huacas del
Sol y de la Luna.
Los mochicas se expandieron por el sur hasta el valle de Nepeña (Áncash) y por el norte hasta el
valle de Piura (Piura).
Piura (Piura)
La Leche (Lambayeque)
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Zaña (Lambayeque)
Santa (Áncash)
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Inicialmente fue conocida como cultura protochimú o Chimú temprano, pero recibió el nombre de
«cultura moche» tras los descubrimientos en el valle de Moche. También se la denomina «cultura
mochica» en razón del nombre de la lengua, el muchik, que hablaban sus pobladores.
Mochica norte
En el valle de Jequetepeque: Complejo San José de Moro, Huaca Dos Cabezas, Complejo
Pacatnamú, Casa de la Luna o Sián, el Hornito (entre San Pedro y Pacasmayo), Sincapecerce de
Poémape y la Tumba de la Mina.
Mochica sur
En el valle de Chicama: Sonolipe, Urricape, Mocollope, La Campana, Huaca Cartavio, Huaca
Colomessi
, Huaca Cortada y Huaca Cao Viejo (estas dos últimas forman parte del Complejo Arqueológico El
Brujo).
Más al sur están los sitios de Huancaco y Huaca de la Cruz (valle de Virú), Pampa de los Incas (valle
de Santa) y Pañamarca (valle de Nepeña).
Descubrimiento
El arqueólogo alemán Max Uhle, descubridor científico de la cultura mochica, a la que denominó
como proto-chimú.
La civilización mochica fue identificada por Max Uhle en 1909, quien la clasificó como proto-chimú
(es decir, antecesora del Reino Chimú). Uno de sus principales investigadores fue el alemán Hans
Hinrich Brüning, ingeniero de profesión que llegó a trabajar en las azucareras de Lambayeque y La
Libertad. En 1899, con el patrocinio de Phoebe Apperson Hearst, madre del editor de periódicos
William Randolph Hearst, Brüning excavó 31 yacimientos funerarios en las inmediaciones de la
Huaca del Sol y de la Huaca de la Luna (cercanos a Moche, el pueblo actual que dio su nombre a la
antigua cultura).
Esta cultura también fue estudiada por los arqueólogos peruanos Julio C. Tello y Rafael Larco Hoyle
(1901-1966).2 En particular, destaca la labor de Larco Hoyle, quien identificó de manera científica
los diversos períodos de esta cultura, a base de los estilos y la técnica de su cerámica.
Historia
Teniendo como base las periodizaciones de Rafael Larco Hoyle, de Luis Castillo Butters y de
Christopher Donnan, se puede dividir la historia moche de la siguiente manera:4
El período del Comienzo, que abarcaría entre 150 y 300 d. C. Durante esta época los mochicas se
imponen sobre la cultura Virú-Gallinazo, tanto en el plano militar como en el ideológico, es decir,
imponen sus creencias. De fines de esta época data el llamado Señor de Sipán.
El periodo del Ocaso, es un periodo de decadencia que empieza entre el 650 y 700 d. C.,
aparentemente debido a la devastación climatológica ocasionada por un fortísimo fenómeno del
Niño. La alta jerarquía moche debió perder de manera creciente su poder sobre la población, la
cual se hallaría muy revoltosa ante las secuelas dejadas por la furia de los elementos (pérdida de
cosechas, hambrunas, colapso de los santuarios). Esta decadencia afectó principalmente a los
mochicas del Sur, quizás por la pérdida de la huaca de la Luna. Mientras que los mochicas del
Norte resistieron por más tiempo, teniendo como nueva capital a Pampa Grande, hacia donde,
según una hipótesis del arqueólogo Luis Chero Zurita, se habría trasladado la élite de Sipán.5
Existen diversas hipótesis formuladas principalmente por arqueólogos, para explicar el colapso de
las sociedades moches 6
Fallas ideológicas: Existen hasta el momento, tres modelos conocidos que apuntan a que el fin de
las sociedades moches se relaciona con el aspecto ideológico, que se encontraba fundamentado
principalmente en la religión moche y que servía como justificación a las élites moche para explicar
sus posiciones de poder. La primera, apoyada por Izumi Shimada y fundamentada en sus hallazgos
en Pampa Grande, explica que el colapso moche se debió a rebeliones de grupos no-moche
quienes, al no haber sido asimilados a la religión estatal, no habrían encontrado razones para
justificar a los gobernantes moches en el poder. El segundo modelo, formulado por Luis Jaime
Castillo, explica que el colapso se debió a la nueva ideología imperante entre los pobladores
moches y no-moches, que habría sido promovida y traída por las mismas élites que los
gobernaban y que -según el mismo Castillo- habría sido la misma imperante en el territorio
imperial de los Wari, basándose en la aparición para el periodo de Moche V de cerámica y
arquitectura moche claramente influenciadas por la cultura Wari (como es el caso de la aparición
del Dios de los Báculos en iconografía moche o la arquitectura presente en Centros administrativos
de dicho periodo como la de Cerro Chepén). Esta nueva ideología no habría ofrecido la
justificación necesaria que ofrecía la ideología anterior cuál justificaba a las élites moche en sus
puestos de poder.
Factores climáticos: Los modelos que entran en esta clasificación apuntan a la presencia de
factores climáticos anómalos, como los desencadenantes del colapso de las sociedades moche,
yendo desde quienes señalan al fenómeno del Niño como el principal responsable de este colapso
(Walter Alva), hasta quienes proponen a las sequías que asolaron la fase V moche, basándose en
muestras de hielo obtenidas del barrenado de glaciares peruanos.
Conflictos internos: Esta teoría surge de análisis de patrones de asentamiento desarrollados por
Tom Dillehay, quién propone que para algún momento del periodo Moche Tardío, existió un
fuerte periodo de conflicto entre las diversas comunidades mochicas existentes, lo cuál los pudo
dejar indefensos frente al ataque de algún actor externo, como pudiera ser el por entonces estado
Cajamarca, que según Marco Rintel, habría ocupado parte del Jequetepeque mochica en la época
de decadencia moche. No se menciona al Imperio Wari como posible actor externo, pues a pesar
de haber sido popular la idea de un dominio Wari sobre la costa norte peruana, actualmente la
mayoría de arqueólogos, coinciden en que la influencia de Wari hacia la cultura moche fue
meramente ideológica.
Economía
Agricultura
Los moches tuvieron una especial preocupación por el desarrollo agrícola. En este sentido,
cultivaron maíz, camote, yuca, papa, calabaza; frutas, tales como tuna, lúcuma, chirimoya, tumbo,
maní y papaya. Cultivaron además el algodón en sus colores naturales (blanco, marrón, rojizo y
morado), para uso industrial. También cultivaron totora.
La ingeniería hidráulica
Como precisaban llevar agua para cultivar tierras secas, construyeron canales (Wachaques) que se
muestran como notables obras de ingeniería hidráulica, como el de Ascope y el de La Cumbre.
Asimismo construyeron represas como la de San José, cuales aguas almacenadas servían para
irrigar las tierras en tiempo de sequía y escasez.
Quedó registrada una sequía de varios años, que se cree que está relacionada con una erupción
del Anak Krakatau, que generó un invierno de dos años en todo el mundo (Véase Fenómenos
meteorológicos extremos de 535-536). Es más probable, sin embargo, que se debiera al Fenómeno
del Niño, que hacia el 650 d. C. ocasionó una terrible crisis en la producción agrícola, que llevó al
abandono de muchas tierras de cultivo y a la reducción del territorio moche.
Pesca
Los mochicas tuvieron gran experiencia como pescadores y eso lo demuestran las antiguas
embarcaciones que usaban y que hasta ahora se siguen fabricando, denominadas caballitos de
totora. Pescaron tollos, rayas, lenguados, etc. y recolectaron mariscos como erizos y cangrejos.
Navegación y comercio
El mar ejerció sobre los mochicas un atractivo especial. Provistos de sus caballitos de totora, que
ya tenían cerca de tres mil años de antigüedad entonces, se convirtieron en diestros pescadores.
Con embarcaciones más grandes (balsas de totora y cañas, o posiblemente, troncos) organizaron
expediciones que arribaron hasta las islas Chincha para extraer el guano, tan eficiente para el
abono de las chacras. Hay indicios incluso que hicieron expediciones hasta el Ecuador, por el
norte, y hasta Chile, por el sur. Del Ecuador traían las conchas de Spondyllus, sagradas para los
moches, de las cuales hacían pectorales y brazaletes o los trituraban y los espolvoreaban en los
templos y palacios; y de Chile traían lapislázuli.
Poseían también naves guerreras que eran tripuladas por más de tres o cuatro personas y que
transportaban a grupos militares o a los prisioneros vencidos en las guerras. Todas esas
embarcaciones no son distintas a las fabricadas por otras culturas costeñas desde el 1000 a. C.
La cerámica
Una de las culturas peruanas que se caracteriza por tener una de las mejores cerámicas, es la
Cultura Moche. Hombres, divinidades, animales, plantas y escenas cotidianas de la vida moche
fueron representados en vasijas de arcilla y barro. La cerámica resalta por su expresividad,
realismo y perfección, usando metales de oro y plata.
Organización política
Moche era un estado militar conquistador gobernado por reyes conectados con los dioses o
considerados de herencia divina. Arqueólogos que han estudiando la zona tienen la teoría que la
Huaca de la Luna era residencia del soberano-rey mientras que la Huaca del Sol, era el lugar de la
nobleza principal.
Poseía distintos niveles de organización política: en un primer lugar el soberano, en segundo lugar
un grupo de la nobleza principal, quienes estaban encargados de la administración. Y en un tercer
lugar, un grupo de burócratas.
Cada valle controlado por el estado, poseía dos huacas, es decir un lugar sagrado, que al ser
característico de Moche le otorgaba poder político y religioso. Aunque dichos valles debían contar
con su soberano o señor; que se aliaba con sus vecinos para realizar obras de bien común, para
efectuar ceremonias rituales o para emprender conquistas militares.
Los señores se vestían con prendas lujosas, con adornos de oro, plata y cobre, que simbolizaban
sus atributos sagrados, y al morir eran enterrados con igual fastuosidad, como se puede ver en la
tumba del Señor de Sipán.
Organización social
Sociedad moche.
El cie-quiche: era el rey del valle y los dominios moches. Tenía autoridad semidivina pues creían
que descendía de los dioses y diosas. Su autoridad era militar, religiosa y civil.
Jefes militares y nobles: Los llamados “bien vestidos” por su rica indumentaria.
Dignatarios civiles, asistentes religiosos y soldados o guardias adscritos a las específicas funciones
anteriores.
Los ceramistas, encargados de hacer la cerámica escultórica ritual y también de los huacos retratos
de los nobles. Había castas de estos dos grupos.
Arte
Trabajaron sobre moldes para la producción masiva de cerámica; aplicaron técnicas de modelado,
grabado y pintura.
Tipos de cerámica:
Arte mochica.
Cerámica
El más conocido legado cultural mochica es su cerámica, generalmente depositada como ofrenda
para los muertos.
Los mochicas plasmaron en sus cerámicas el entorno de su mundo cultural y religioso, bajo la
forma de imágenes escultóricas, o bien decorando a pincel la superficie de la vasija. Su cerámica
constituye por ello el mejor documento y testimonio de su cultura.
Escultórica: porque representaban en bulto las figuras de los hombres, animales y plantas.
Destacan los huaco retratos.
Realista: puesto que todo era reproducción exacta de la realidad. No inventaban ni imaginaban en
su obra ceramista, que era expresión de las actividades.
Documental: porque era realismo y su representación sirven como elementos para conocer la vida
de los habitantes moches como si se estuviese leyendo un verdadero documento o fuente escrita.
Su realismo es característica resaltante en sus huaco retratos, su famosa plástica asombra por la
expresividad y perfección de verdaderos retratos de arcilla. Los cánones clásicos de perfección y
realismo se reconocen aún en seres mitológicos, animales humanizados, hombres con atributos
zoomorfos o partes combinadas de varios animales. Sin embargo, también realizaron cerámica con
gran contenido simbólico de pensamiento e ideas donde las imágenes se vuelven más abstractas y
conceptuales; ambas tradiciones, tanto la simbólica como la realista, se encuentran sumamente
vinculadas. Incluso hay piezas cerámicas donde conviven estas dos tendencias.
Sus pictografías derrochan vida y movimiento en las complejas escenas de ceremonias, combates,
cacerías rituales y probables relatos míticos. Sin embargo, la vajilla para uso diario, utensilios
domésticos y vasijas para agua fueron funcionales, sencillos y escasamente decorados. También
destacan los huacos de representaciones de carácter sexual, mostrándose de forma explícita
escenas de onanismo, coito en grupo e incluso reproducción animal. Se cree que estas
manifestaciones artísticas podrían tener unas connotaciones culturales y religiosas de simbolismo
de la fertilidad.
La cerámica mochica generalmente se propicia en masa, mediante el uso de moldes. Sobre ellas el
especialista aplicaba técnicas como: modelado, grabado, pintura. El asa estribo era confeccionado
aparte. Por último, la pieza era llevada al horno; es bícroma resaltando el rojo y el crema.
Periodos
Tomando como base el estudio de más de 30.000 ceramios, Larco Hoyle estudió la evolución de
las formas de la cerámica moche y dividió su desarrollo en cinco etapas, que son:
Mochica II: El grosor de las paredes disminuye. La cerámica se alarga y no se observa tendencia en
darle la misma altura que ancho, se inicia con esto la esbeltez de los vasos. El asa y el pico crecen
proporcionalmente, y mientras el asa no pierde la forma redondeada, el pico pierde el reborde
pronunciado, quedando tan solo un pequeño ribete. Existen vasos retratos, antropomorfos de
cuerpo entero, fitomorfos y zoomorfos. Predominan los colores crema y rojo, crema y ocre, rojo y
crema plomizo, marrón y anaranjado, crema y ocre.
Mochica III: Se inicia el refinamiento de esta cultura. Las paredes de los vasos se afinan sin perder
su solidez, el ceramio está cubierto por una fina capa de engobe cuidadosamente pulida. Los
hornos abiertos con abundante oxigenación fueron perfeccionados. La cerámica es un poco más
grande que Mochica II. Los recipientes son de mayor capacidad. Las asas y los picos se afinan
notablemente, siendo las primeras elípticas y los picos pequeños, acampanulados y con reborde
casi imperceptible. Los ceramios son de líneas armónicas y proporcionadas. Las esculturas
antropomorfas son verdaderos retratos de personas. La escultura religiosa adquiere importancia.
Mochica IV: Los motivos escultóricos y pictóricos se multiplican y adquieren mayor complejidad. El
artista mochica trata de perennizar en su cerámica no solamente los asuntos comunes de su vida
diaria, sino también las actividades de sus instituciones organizadas. El rico acervo de su vida
espiritual es sintetizado en las escenas pictóricas que cubren los numerosos vasos de caracteres
religiosos. Los vasos se alargan y también proporcionalmente el asa, que ya no es chata sino,
redonda o ligeramente angular. La mayoría de los picos son largos y rectos, aunque hay algunos
más angostos en la punta con bordes levemente afilados.
Mochica V: La cerámica de este período, por sus formas y decorado, constituye el «arte barroco»
de la cultura mochica. Se reduce en tamaño pero el asa se alarga, siendo el pico más pequeño. El
asa toma una forma triangular acentuada y el pico es de naturaleza troncocónica con bordes
afilados del interior hacia afuera. Las representaciones geométricas abundan. El motivo escultórico
pasa a segundo plano, desplazado por el arte pictórico. Las técnicas de manufactura que
mayormente conocieron fueron el moldeado y el estampado. Por el gran dominio de la cerámica
escultórica y pictográfica se le ha denominado, y con mucha justicia, el Período de los Maestros
Artesanos. Dada la calidad estética y temática de su innumerable producción, se ha convertido en
el mejor espejo de su vida cotidiana y espiritual.
Arquitectura
Como base para sus construcciones emplearon el adobe, puesto que era la materia prima que
tenían a la mano. Construyeron grandes palacios, urbes y templos, los cuales recubrían de murales
en alto y bajo relieve, pintados de colores extraídos de la naturaleza a los cuales les agregaban
colágeno extraído de la cocción de las patas de las aves, que actuaba como una especie de látex;
decoraban con representaciones de sus dioses, mitos, leyendas y toda su cosmovisión.
En las construcciones importantes como las huacas, se solía hacer cada cierto tiempo una
reedificación, en la cual en vez de remodelar una pared, la tapaban construyendo otra adelante;
esto se puede apreciar en todas las huacas.
En su arquitectura monumental destacan las Huacas del Sol y de la Luna, en Moche. La Huaca del
Sol es un inmenso edificio que mide más de 40 m de altura y tiene 5 terrazas superpuestas: los
expertos calculan que se necesitaron más de 140 millones de adobes para su construcción. A 500
m de esta huaca se alza la Huaca de la Luna, de 21 m de altura y de tres terrazas; esta destaca por
sus bellas pinturas murales, una de las cuales representa el rostro fiero de un dios, posiblemente
Ai apaec. Se cree que la Huaca del Sol fue un centro administrativo, mientras que la Huaca de la
Luna era un centro religioso.
Las casas de los pobladores comunes (pueblo) eran erigidas en pequeñas comunidades. Los
materiales que usaban ellos eran los mismos que se empleaban para las huacas a excepción de las
pinturas. Las casas tenían patio propio y techo de dos aguas para las lluvias.
Pinturas murales
En muchos edificios moches se han encontrado pinturas murales, de inspiración religiosa, ya que
representan a seres divinos o escenas relacionadas con ellos. Son de destacar dos lugares donde
se han encontrado bellos murales: la Huaca de la Luna y la Huaca Cao Viejo (o El Brujo).
Las pinturas murales de la Huaca de la Luna son de 5 colores (blanco, negro, rojo, azul y amarillo),
los cuales fueron obtenidos de minerales. Su mural más famoso es el que representa a un
personaje antropomorfo conocido como el “demonio de las cejas prominentes”, que se ha
identificado con la divinidad moche llamada Ai apaec o el dios degollador.
En la Huaca Cao Viejo hay un gran mural que representa una procesión de prisioneros desnudos y
unidos con una soga, sin duda condenados a muerte que caminan hacia el “degollador”.
Metalurgia y orfebrería
Los mochicas fueron los mejores metalurgistas de su época. Utilizaron el oro, la plata, el cobre y
sus aleaciones. La aleación más característica fue la tumbaga (mezcla de oro y cobre). Doraron el
cobre mucho antes que en Europa y conocieron una variedad de técnicas, como el laminado,
martillado, alambrado, soldadura, etc. Fabricaron herramientas, armas, atuendos, emblemas,
ornamentos y toda su variada y rica parafernalia ritual.
Es de destacar su pericia para construir figurinas de poco más de 2 cm con partes móviles, unidas
con pequeñísimas grapas.
Escritura
Según los estudios del arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle (1901-1966), los mochicas poseían
un sistema de escritura a la cual llamó escritura pallariforme, y que consistiría en grabar líneas,
puntos, zigzags y otras figuras con diferente significado en los pallares pintados en muchos vasos
cerámicos, ya que presentan variedad de diseños que hacen pensar en algún sistema original de
transmisión de datos numéricos y posiblemente no numéricos.
Religión
Por sus dioses castigadores, la representación de dioses decapitadores era muy común, siendo el
principal Ai Apaec, quien también era la principal deidad de los mochicas. Adoraron además al sol
y a la luna. También rindieron culto a dioses antropozoomorfizados, con rasgos de cangrejo, zorro,
búho, pez gato, pato pico de cuchara (extinto), serpiente, águila, puma, jaguar, lagartija, perros,
sapos, venados, arañas, pulpos, monos, cóndores , iguana, murciélago y colibrí.
Estos dioses muestran clara influencia de la cultura chavín, que fue anterior a la cultura mochica.
Se puede apreciar el parecido en los colmillos y los rasgos felinos que se observan en algunas de
sus representaciones.
Los sacrificios humanos eran practicados por los mochicas con fines rituales.
Sus dioses eran muy variados dependiendo el lugar donde este situado
Tumbas encontradas
El Señor de Sipán
Sipán es una pequeña localidad que se ubica a 35 kilómetros al sureste de Chiclayo. Allí se
encuentra la denominada Huaca Rajada. En marzo de 1987 el arqueólogo peruano Walter Alva
logró erradicar a los huaqueros (ladrones de huacas) y procedió a realizar excavaciones.
Es la primera tumba de un gobernador precolombino hallada intacta en el Perú. Data del siglo iii.
Actualmente, los restos de este personaje se encuentran en el Museo Tumbas Reales de Sipán, en
Lambayeque. Se trata de un hombre de 1,67 m, y de entre 35 a 40 años de edad. Se lo halló al lado
de los restos de 8 personas (tres mujeres, dos varones, un niño y dos guardianes) y animales (dos
llamas y un perro). El cuerpo del personaje estaba cubierto de numerosos ornamentos, armas y
emblemas de oro, plata y cobre dorado. Se hallaron también 209 ceramios, muchos de los cuales
contenían ofrendas. Meses después se hallaron dos tumbas más: la de un sacerdote
contemporáneo al Señor de Sipán, y la de un personaje que, por las armas, atuendos, ornamentos
y emblemas, debió tener el mismo cargo del señor de Sipán, y al que se bautizó como el “Viejo
Señor de Sipán” (antepasado del Señor de Sipán en tres generaciones).
Las sacerdotisas de San José de Moro
Dos tumbas de sacerdotisas fueron halladas en el complejo arqueológico San José de Moro, en el
distrito de Pacanga, provincia de Chepén. Una fue hallada en 1991 y otra en 1992. Comparten una
serie de rasgos comunes: se hallan acompañadas de otros cuerpos, así como de individuos
sacrificados en las entradas; así como contienen una profusión de objetos a manera de ofrendas:
vasijas cerámicas, mates (que estarían sin duda llenas de alimentos) y adornos de metal.
La Dama de Cao
El descubrimiento de la tumba de la Dama o Señora de Cao fue dado a conocer en 2006. Fue
hallada en la huaca Cao Viejo y data aproximadamente del 400 d. C., unos 150 años después del
apogeo del Señor de Sipán. Se trata de los restos momificados de una mujer de 1,45 metros de
altura y entre los 20 y 25 años, cubiertos por collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa,
narigueras de oro y plata, diademas y coronas. En la tumba se encontraron también cetros de
madera forrados de cobre, utilizados en las ceremonias como símbolos de poder y hegemonía, y
diversas placas de metal sueltas que cubrían la mortaja de algodón natural. Se trata sin duda de
los restos de una gobernante moche que rigió en el valle de Chicama.
Galería
Pato guerrero.
Pato guerrero.
Véase también
Idioma mochica
Cultura Lambayeque
Reino Chimú
Referencias
Castillo Butters, Luis Jaime – Donnan, Christopher: «Los Mochicas del Norte y los Mochicas del
Sur».
Castillo, Luis Jaime (2001). «Rafael Larco Hoyle y el Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera».
Los mochicas. Lima: Museo Arq.
«Pampa Grande, la última capital de la cultura Mochica y sus misterios por develar - Arqueología
del Perú». www.arqueologiadelperu.com. 3 de noviembre de 2013. Consultado el 4 de julio de
2015.
Rosas Rintel, Marco (2007). «Nuevas perspectivas acerca del colapso Moche en el Bajo
Jequetepeque». Instituto Francés de Estudios Andinos.
Bibliografía
Adams, Richard: «Los andes centrales de América del Sur: los orígenes y las primeras
civilizaciones», en Las antiguas civilizaciones del nuevo mundo. Barcelona, Crítica, 1997.
Kauffmann Doig, Federico: Historia y arte del Perú antiguo. Tomo 3. Lima, Ediciones PEISA, 2002.
ISBN 9972-40-215-0
Larco Hoyle, Rafael: «La escritura peruana sobre pallares», en Revista Geográfica Americana.
Buenos Aires: 18 (107): 93-103, 1942.
Larco Hoyle, Rafael: «La escritura peruana sobre pallares», en Relaciones de la Sociedad Argentina
de Antropología. Buenos Aires, IV: 57-63, 1944.
Larco Hoyle, Rafael: Archaeologia mvndi. Colección dirigida por Jean Marcadé. Barcelona:
Juventud, 1966.
Melka, Tomi S.: «The Moche Lima beans recording system, revisited», en Folklore: Electronic
Journal of Folklore, 45: 89-136 (en inglés), 2010.
Ulla Holmquist Pachas - Javier Bellina de los Heros: Historia del Perú II. El Perú Antiguo II (200 a. C.
- 500) El período de los desarrollos regionales. Empresa Editora El Comercio S.A., Lima, 2010. ISBN
978-612-4069-87-1
Schmid, Martin: «Die Mochica an der Nordküste Perus», en Religion und Kunst einer vorinkaischen
andinen Hochkultur. Hamburgo, 2008. ISBN 978-3-8366-1370-5.
Varios autores: Documental del Perú. Lexus Editores. Impreso y encuadernado por Grafos S.A.,
Barcelona, España. ISBN 978-9962-04-017-0
Enlaces externos
«Hallazgo de tumba de gobernante del siglo III d. C.» (enlace roto disponible en Internet Archive;
véase el historial, la primera versión y la última). En el periódico El Comercio (Lima) del 5 de julio
de 2008.
Características de los distintos períodos de la cultura mochica, en el sitio web de Gabriel Bernat.
Cultura mochica.
«La ruta moche», artículo en el sitio web Andina, Agencia Peruana de Noticias (visto el 3 de junio
de 2011).
Noticia sobre una exposición en el Museo del Quai Branly de París, Agencia Efe.
Control de autoridades
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→ Reino Sicán
→ Reino Chimú
La cultura moche o mochica es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló entre
los siglos II y VII d. C. en el valle del río Moche (actual provincia de Trujillo, en el departamento de
La Libertad). Esta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del actual Perú. Esta hizo
grandes obras como canales de riego y presas, lo que les permitió ampliar su frontera agrícola.
Para la cultura mochica la materia prima fue el adobe. Construyeron complejos religiosos-
administrativos conformados por palacios y templos o huacas de carácter monumental, las cuales
los recubrían de grandes murales en alto y bajo relieve, pintados con colores extraídos de la
naturaleza, donde plasmaron sus dioses, mitos, leyendas y toda su cosmovisión cultural. Las más
notables de estas construcciones son las llamadas Huacas del Sol y de la Luna, en el valle de
Moche.
Conocieron muchas técnicas para trabajar el oro (laminado, martillado, alambrado, etc.), lo que les
permitió fabricar , atuendos, emblemas, ornamentos y toda su parafernalia ritual.
Son considerados los ceramistas del antiguo Perú, gracias a su trabajo que realizaron en sus
ceramios. En ellas representaron, tanto de manera escultórica como pictórica, a divinidades,
hombres, animales y escenas significativas referidas a temas ceremoniales y mitos que reflejaban
su concepción del mundo. De este arte sobresalen los huacos retratos y los huacos eróticos.
Fueron navegantes: construyeron caballitos de totora, los que hacían más pequeños para la pesca
y más grandes para sus viajes hasta las costas ecuatoriales, desde donde traían conchas de
Spondylus, sagrada para los moches, y en general, para el resto de las culturas costeñas del
Antiguo Perú.
Ubicación geográfica
Esta cultura deriva su nombre del valle homónimo de Moche, actualmente también llamado Valle
de Santa Catalina, sede de las más conocidas e imponentes construcciones moches, las huacas del
Sol y de la Luna.
Los mochicas se expandieron por el sur hasta el valle de Nepeña (Áncash) y por el norte hasta el
valle de Piura (Piura).
Piura (Piura)
La Leche (Lambayeque)
Lambayeque (Lambayeque)
Zaña (Lambayeque)
Santa (Áncash)
Nepeña (Áncash)
Inicialmente fue conocida como cultura protochimú o Chimú temprano, pero recibió el nombre de
«cultura moche» tras los descubrimientos en el valle de Moche. También se la denomina «cultura
mochica» en razón del nombre de la lengua, el muchik, que hablaban sus pobladores.
Mochica norte
En el valle de Jequetepeque: Complejo San José de Moro, Huaca Dos Cabezas, Complejo
Pacatnamú, Casa de la Luna o Sián, el Hornito (entre San Pedro y Pacasmayo), Sincapecerce de
Poémape y la Tumba de la Mina.
Mochica sur
, Huaca Cortada y Huaca Cao Viejo (estas dos últimas forman parte del Complejo Arqueológico El
Brujo).
Más al sur están los sitios de Huancaco y Huaca de la Cruz (valle de Virú), Pampa de los Incas (valle
de Santa) y Pañamarca (valle de Nepeña).
Descubrimiento
El arqueólogo alemán Max Uhle, descubridor científico de la cultura mochica, a la que denominó
como proto-chimú.
La civilización mochica fue identificada por Max Uhle en 1909, quien la clasificó como proto-chimú
(es decir, antecesora del Reino Chimú). Uno de sus principales investigadores fue el alemán Hans
Hinrich Brüning, ingeniero de profesión que llegó a trabajar en las azucareras de Lambayeque y La
Libertad. En 1899, con el patrocinio de Phoebe Apperson Hearst, madre del editor de periódicos
William Randolph Hearst, Brüning excavó 31 yacimientos funerarios en las inmediaciones de la
Huaca del Sol y de la Huaca de la Luna (cercanos a Moche, el pueblo actual que dio su nombre a la
antigua cultura).
Esta cultura también fue estudiada por los arqueólogos peruanos Julio C. Tello y Rafael Larco Hoyle
(1901-1966).2 En particular, destaca la labor de Larco Hoyle, quien identificó de manera científica
los diversos períodos de esta cultura, a base de los estilos y la técnica de su cerámica.
Historia
Teniendo como base las periodizaciones de Rafael Larco Hoyle, de Luis Castillo Butters y de
Christopher Donnan, se puede dividir la historia moche de la siguiente manera:4
El período del Comienzo, que abarcaría entre 150 y 300 d. C. Durante esta época los mochicas se
imponen sobre la cultura Virú-Gallinazo, tanto en el plano militar como en el ideológico, es decir,
imponen sus creencias. De fines de esta época data el llamado Señor de Sipán.
El periodo del Ocaso, es un periodo de decadencia que empieza entre el 650 y 700 d. C.,
aparentemente debido a la devastación climatológica ocasionada por un fortísimo fenómeno del
Niño. La alta jerarquía moche debió perder de manera creciente su poder sobre la población, la
cual se hallaría muy revoltosa ante las secuelas dejadas por la furia de los elementos (pérdida de
cosechas, hambrunas, colapso de los santuarios). Esta decadencia afectó principalmente a los
mochicas del Sur, quizás por la pérdida de la huaca de la Luna. Mientras que los mochicas del
Norte resistieron por más tiempo, teniendo como nueva capital a Pampa Grande, hacia donde,
según una hipótesis del arqueólogo Luis Chero Zurita, se habría trasladado la élite de Sipán.5
Existen diversas hipótesis formuladas principalmente por arqueólogos, para explicar el colapso de
las sociedades moches 6
Fallas ideológicas: Existen hasta el momento, tres modelos conocidos que apuntan a que el fin de
las sociedades moches se relaciona con el aspecto ideológico, que se encontraba fundamentado
principalmente en la religión moche y que servía como justificación a las élites moche para explicar
sus posiciones de poder. La primera, apoyada por Izumi Shimada y fundamentada en sus hallazgos
en Pampa Grande, explica que el colapso moche se debió a rebeliones de grupos no-moche
quienes, al no haber sido asimilados a la religión estatal, no habrían encontrado razones para
justificar a los gobernantes moches en el poder. El segundo modelo, formulado por Luis Jaime
Castillo, explica que el colapso se debió a la nueva ideología imperante entre los pobladores
moches y no-moches, que habría sido promovida y traída por las mismas élites que los
gobernaban y que -según el mismo Castillo- habría sido la misma imperante en el territorio
imperial de los Wari, basándose en la aparición para el periodo de Moche V de cerámica y
arquitectura moche claramente influenciadas por la cultura Wari (como es el caso de la aparición
del Dios de los Báculos en iconografía moche o la arquitectura presente en Centros administrativos
de dicho periodo como la de Cerro Chepén). Esta nueva ideología no habría ofrecido la
justificación necesaria que ofrecía la ideología anterior cuál justificaba a las élites moche en sus
puestos de poder.
Factores climáticos: Los modelos que entran en esta clasificación apuntan a la presencia de
factores climáticos anómalos, como los desencadenantes del colapso de las sociedades moche,
yendo desde quienes señalan al fenómeno del Niño como el principal responsable de este colapso
(Walter Alva), hasta quienes proponen a las sequías que asolaron la fase V moche, basándose en
muestras de hielo obtenidas del barrenado de glaciares peruanos.
Conflictos internos: Esta teoría surge de análisis de patrones de asentamiento desarrollados por
Tom Dillehay, quién propone que para algún momento del periodo Moche Tardío, existió un
fuerte periodo de conflicto entre las diversas comunidades mochicas existentes, lo cuál los pudo
dejar indefensos frente al ataque de algún actor externo, como pudiera ser el por entonces estado
Cajamarca, que según Marco Rintel, habría ocupado parte del Jequetepeque mochica en la época
de decadencia moche. No se menciona al Imperio Wari como posible actor externo, pues a pesar
de haber sido popular la idea de un dominio Wari sobre la costa norte peruana, actualmente la
mayoría de arqueólogos, coinciden en que la influencia de Wari hacia la cultura moche fue
meramente ideológica.
Economía
Agricultura
Los moches tuvieron una especial preocupación por el desarrollo agrícola. En este sentido,
cultivaron maíz, camote, yuca, papa, calabaza; frutas, tales como tuna, lúcuma, chirimoya, tumbo,
maní y papaya. Cultivaron además el algodón en sus colores naturales (blanco, marrón, rojizo y
morado), para uso industrial. También cultivaron totora.
La ingeniería hidráulica
Como precisaban llevar agua para cultivar tierras secas, construyeron canales (Wachaques) que se
muestran como notables obras de ingeniería hidráulica, como el de Ascope y el de La Cumbre.
Asimismo construyeron represas como la de San José, cuales aguas almacenadas servían para
irrigar las tierras en tiempo de sequía y escasez.
Quedó registrada una sequía de varios años, que se cree que está relacionada con una erupción
del Anak Krakatau, que generó un invierno de dos años en todo el mundo (Véase Fenómenos
meteorológicos extremos de 535-536). Es más probable, sin embargo, que se debiera al Fenómeno
del Niño, que hacia el 650 d. C. ocasionó una terrible crisis en la producción agrícola, que llevó al
abandono de muchas tierras de cultivo y a la reducción del territorio moche.
Pesca
Los mochicas tuvieron gran experiencia como pescadores y eso lo demuestran las antiguas
embarcaciones que usaban y que hasta ahora se siguen fabricando, denominadas caballitos de
totora. Pescaron tollos, rayas, lenguados, etc. y recolectaron mariscos como erizos y cangrejos.
Navegación y comercio
El mar ejerció sobre los mochicas un atractivo especial. Provistos de sus caballitos de totora, que
ya tenían cerca de tres mil años de antigüedad entonces, se convirtieron en diestros pescadores.
Con embarcaciones más grandes (balsas de totora y cañas, o posiblemente, troncos) organizaron
expediciones que arribaron hasta las islas Chincha para extraer el guano, tan eficiente para el
abono de las chacras. Hay indicios incluso que hicieron expediciones hasta el Ecuador, por el
norte, y hasta Chile, por el sur. Del Ecuador traían las conchas de Spondyllus, sagradas para los
moches, de las cuales hacían pectorales y brazaletes o los trituraban y los espolvoreaban en los
templos y palacios; y de Chile traían lapislázuli.
Poseían también naves guerreras que eran tripuladas por más de tres o cuatro personas y que
transportaban a grupos militares o a los prisioneros vencidos en las guerras. Todas esas
embarcaciones no son distintas a las fabricadas por otras culturas costeñas desde el 1000 a. C.
La cerámica
Una de las culturas peruanas que se caracteriza por tener una de las mejores cerámicas, es la
Cultura Moche. Hombres, divinidades, animales, plantas y escenas cotidianas de la vida moche
fueron representados en vasijas de arcilla y barro. La cerámica resalta por su expresividad,
realismo y perfección, usando metales de oro y plata.
Organización política
Tocado de oro, atributo de la realeza mochica.
Moche era un estado militar conquistador gobernado por reyes conectados con los dioses o
considerados de herencia divina. Arqueólogos que han estudiando la zona tienen la teoría que la
Huaca de la Luna era residencia del soberano-rey mientras que la Huaca del Sol, era el lugar de la
nobleza principal.
Poseía distintos niveles de organización política: en un primer lugar el soberano, en segundo lugar
un grupo de la nobleza principal, quienes estaban encargados de la administración. Y en un tercer
lugar, un grupo de burócratas.
Cada valle controlado por el estado, poseía dos huacas, es decir un lugar sagrado, que al ser
característico de Moche le otorgaba poder político y religioso. Aunque dichos valles debían contar
con su soberano o señor; que se aliaba con sus vecinos para realizar obras de bien común, para
efectuar ceremonias rituales o para emprender conquistas militares.
Los señores se vestían con prendas lujosas, con adornos de oro, plata y cobre, que simbolizaban
sus atributos sagrados, y al morir eran enterrados con igual fastuosidad, como se puede ver en la
tumba del Señor de Sipán.
Organización social
Sociedad moche.
El cie-quiche: era el rey del valle y los dominios moches. Tenía autoridad semidivina pues creían
que descendía de los dioses y diosas. Su autoridad era militar, religiosa y civil.
Los sacerdotes: encabezados por un sumo sacerdote, habitaban en los templos piramidales. En
este grupo también están la sacerdotisa y el sacerdote guerrero. Todos ellos formaban parte de los
rituales.
Jefes militares y nobles: Los llamados “bien vestidos” por su rica indumentaria.
Dignatarios civiles, asistentes religiosos y soldados o guardias adscritos a las específicas funciones
anteriores.
Arte
Trabajaron sobre moldes para la producción masiva de cerámica; aplicaron técnicas de modelado,
grabado y pintura.
Tipos de cerámica:
Arte mochica.
Cerámica
El más conocido legado cultural mochica es su cerámica, generalmente depositada como ofrenda
para los muertos.
Los mochicas plasmaron en sus cerámicas el entorno de su mundo cultural y religioso, bajo la
forma de imágenes escultóricas, o bien decorando a pincel la superficie de la vasija. Su cerámica
constituye por ello el mejor documento y testimonio de su cultura.
Escultórica: porque representaban en bulto las figuras de los hombres, animales y plantas.
Destacan los huaco retratos.
Realista: puesto que todo era reproducción exacta de la realidad. No inventaban ni imaginaban en
su obra ceramista, que era expresión de las actividades.
Documental: porque era realismo y su representación sirven como elementos para conocer la vida
de los habitantes moches como si se estuviese leyendo un verdadero documento o fuente escrita.
Su realismo es característica resaltante en sus huaco retratos, su famosa plástica asombra por la
expresividad y perfección de verdaderos retratos de arcilla. Los cánones clásicos de perfección y
realismo se reconocen aún en seres mitológicos, animales humanizados, hombres con atributos
zoomorfos o partes combinadas de varios animales. Sin embargo, también realizaron cerámica con
gran contenido simbólico de pensamiento e ideas donde las imágenes se vuelven más abstractas y
conceptuales; ambas tradiciones, tanto la simbólica como la realista, se encuentran sumamente
vinculadas. Incluso hay piezas cerámicas donde conviven estas dos tendencias.
Sus pictografías derrochan vida y movimiento en las complejas escenas de ceremonias, combates,
cacerías rituales y probables relatos míticos. Sin embargo, la vajilla para uso diario, utensilios
domésticos y vasijas para agua fueron funcionales, sencillos y escasamente decorados. También
destacan los huacos de representaciones de carácter sexual, mostrándose de forma explícita
escenas de onanismo, coito en grupo e incluso reproducción animal. Se cree que estas
manifestaciones artísticas podrían tener unas connotaciones culturales y religiosas de simbolismo
de la fertilidad.
La cerámica mochica generalmente se propicia en masa, mediante el uso de moldes. Sobre ellas el
especialista aplicaba técnicas como: modelado, grabado, pintura. El asa estribo era confeccionado
aparte. Por último, la pieza era llevada al horno; es bícroma resaltando el rojo y el crema.
Periodos
Tomando como base el estudio de más de 30.000 ceramios, Larco Hoyle estudió la evolución de
las formas de la cerámica moche y dividió su desarrollo en cinco etapas, que son:
Mochica II: El grosor de las paredes disminuye. La cerámica se alarga y no se observa tendencia en
darle la misma altura que ancho, se inicia con esto la esbeltez de los vasos. El asa y el pico crecen
proporcionalmente, y mientras el asa no pierde la forma redondeada, el pico pierde el reborde
pronunciado, quedando tan solo un pequeño ribete. Existen vasos retratos, antropomorfos de
cuerpo entero, fitomorfos y zoomorfos. Predominan los colores crema y rojo, crema y ocre, rojo y
crema plomizo, marrón y anaranjado, crema y ocre.
Mochica III: Se inicia el refinamiento de esta cultura. Las paredes de los vasos se afinan sin perder
su solidez, el ceramio está cubierto por una fina capa de engobe cuidadosamente pulida. Los
hornos abiertos con abundante oxigenación fueron perfeccionados. La cerámica es un poco más
grande que Mochica II. Los recipientes son de mayor capacidad. Las asas y los picos se afinan
notablemente, siendo las primeras elípticas y los picos pequeños, acampanulados y con reborde
casi imperceptible. Los ceramios son de líneas armónicas y proporcionadas. Las esculturas
antropomorfas son verdaderos retratos de personas. La escultura religiosa adquiere importancia.
Mochica IV: Los motivos escultóricos y pictóricos se multiplican y adquieren mayor complejidad. El
artista mochica trata de perennizar en su cerámica no solamente los asuntos comunes de su vida
diaria, sino también las actividades de sus instituciones organizadas. El rico acervo de su vida
espiritual es sintetizado en las escenas pictóricas que cubren los numerosos vasos de caracteres
religiosos. Los vasos se alargan y también proporcionalmente el asa, que ya no es chata sino,
redonda o ligeramente angular. La mayoría de los picos son largos y rectos, aunque hay algunos
más angostos en la punta con bordes levemente afilados.
Mochica V: La cerámica de este período, por sus formas y decorado, constituye el «arte barroco»
de la cultura mochica. Se reduce en tamaño pero el asa se alarga, siendo el pico más pequeño. El
asa toma una forma triangular acentuada y el pico es de naturaleza troncocónica con bordes
afilados del interior hacia afuera. Las representaciones geométricas abundan. El motivo escultórico
pasa a segundo plano, desplazado por el arte pictórico. Las técnicas de manufactura que
mayormente conocieron fueron el moldeado y el estampado. Por el gran dominio de la cerámica
escultórica y pictográfica se le ha denominado, y con mucha justicia, el Período de los Maestros
Artesanos. Dada la calidad estética y temática de su innumerable producción, se ha convertido en
el mejor espejo de su vida cotidiana y espiritual.
Arquitectura
Como base para sus construcciones emplearon el adobe, puesto que era la materia prima que
tenían a la mano. Construyeron grandes palacios, urbes y templos, los cuales recubrían de murales
en alto y bajo relieve, pintados de colores extraídos de la naturaleza a los cuales les agregaban
colágeno extraído de la cocción de las patas de las aves, que actuaba como una especie de látex;
decoraban con representaciones de sus dioses, mitos, leyendas y toda su cosmovisión.
En las construcciones importantes como las huacas, se solía hacer cada cierto tiempo una
reedificación, en la cual en vez de remodelar una pared, la tapaban construyendo otra adelante;
esto se puede apreciar en todas las huacas.
En su arquitectura monumental destacan las Huacas del Sol y de la Luna, en Moche. La Huaca del
Sol es un inmenso edificio que mide más de 40 m de altura y tiene 5 terrazas superpuestas: los
expertos calculan que se necesitaron más de 140 millones de adobes para su construcción. A 500
m de esta huaca se alza la Huaca de la Luna, de 21 m de altura y de tres terrazas; esta destaca por
sus bellas pinturas murales, una de las cuales representa el rostro fiero de un dios, posiblemente
Ai apaec. Se cree que la Huaca del Sol fue un centro administrativo, mientras que la Huaca de la
Luna era un centro religioso.
Las casas de los pobladores comunes (pueblo) eran erigidas en pequeñas comunidades. Los
materiales que usaban ellos eran los mismos que se empleaban para las huacas a excepción de las
pinturas. Las casas tenían patio propio y techo de dos aguas para las lluvias.
Pinturas murales
En muchos edificios moches se han encontrado pinturas murales, de inspiración religiosa, ya que
representan a seres divinos o escenas relacionadas con ellos. Son de destacar dos lugares donde
se han encontrado bellos murales: la Huaca de la Luna y la Huaca Cao Viejo (o El Brujo).
Las pinturas murales de la Huaca de la Luna son de 5 colores (blanco, negro, rojo, azul y amarillo),
los cuales fueron obtenidos de minerales. Su mural más famoso es el que representa a un
personaje antropomorfo conocido como el “demonio de las cejas prominentes”, que se ha
identificado con la divinidad moche llamada Ai apaec o el dios degollador.
En la Huaca Cao Viejo hay un gran mural que representa una procesión de prisioneros desnudos y
unidos con una soga, sin duda condenados a muerte que caminan hacia el “degollador”.
También existen murales en la Huaca de Pañamarca, con representaciones mitológicas (caracol-
felino) y escenas cotidianas (luchadores).
Metalurgia y orfebrería
Los mochicas fueron los mejores metalurgistas de su época. Utilizaron el oro, la plata, el cobre y
sus aleaciones. La aleación más característica fue la tumbaga (mezcla de oro y cobre). Doraron el
cobre mucho antes que en Europa y conocieron una variedad de técnicas, como el laminado,
martillado, alambrado, soldadura, etc. Fabricaron herramientas, armas, atuendos, emblemas,
ornamentos y toda su variada y rica parafernalia ritual.
Es de destacar su pericia para construir figurinas de poco más de 2 cm con partes móviles, unidas
con pequeñísimas grapas.
Escritura
Según los estudios del arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle (1901-1966), los mochicas poseían
un sistema de escritura a la cual llamó escritura pallariforme, y que consistiría en grabar líneas,
puntos, zigzags y otras figuras con diferente significado en los pallares pintados en muchos vasos
cerámicos, ya que presentan variedad de diseños que hacen pensar en algún sistema original de
transmisión de datos numéricos y posiblemente no numéricos.
Religión
Por sus dioses castigadores, la representación de dioses decapitadores era muy común, siendo el
principal Ai Apaec, quien también era la principal deidad de los mochicas. Adoraron además al sol
y a la luna. También rindieron culto a dioses antropozoomorfizados, con rasgos de cangrejo, zorro,
búho, pez gato, pato pico de cuchara (extinto), serpiente, águila, puma, jaguar, lagartija, perros,
sapos, venados, arañas, pulpos, monos, cóndores , iguana, murciélago y colibrí.
Estos dioses muestran clara influencia de la cultura chavín, que fue anterior a la cultura mochica.
Se puede apreciar el parecido en los colmillos y los rasgos felinos que se observan en algunas de
sus representaciones.
Los sacrificios humanos eran practicados por los mochicas con fines rituales.
Sus dioses eran muy variados dependiendo el lugar donde este situado
Tumbas encontradas
El Señor de Sipán
Sipán es una pequeña localidad que se ubica a 35 kilómetros al sureste de Chiclayo. Allí se
encuentra la denominada Huaca Rajada. En marzo de 1987 el arqueólogo peruano Walter Alva
logró erradicar a los huaqueros (ladrones de huacas) y procedió a realizar excavaciones.
Es la primera tumba de un gobernador precolombino hallada intacta en el Perú. Data del siglo iii.
Actualmente, los restos de este personaje se encuentran en el Museo Tumbas Reales de Sipán, en
Lambayeque. Se trata de un hombre de 1,67 m, y de entre 35 a 40 años de edad. Se lo halló al lado
de los restos de 8 personas (tres mujeres, dos varones, un niño y dos guardianes) y animales (dos
llamas y un perro). El cuerpo del personaje estaba cubierto de numerosos ornamentos, armas y
emblemas de oro, plata y cobre dorado. Se hallaron también 209 ceramios, muchos de los cuales
contenían ofrendas. Meses después se hallaron dos tumbas más: la de un sacerdote
contemporáneo al Señor de Sipán, y la de un personaje que, por las armas, atuendos, ornamentos
y emblemas, debió tener el mismo cargo del señor de Sipán, y al que se bautizó como el “Viejo
Señor de Sipán” (antepasado del Señor de Sipán en tres generaciones).
Dos tumbas de sacerdotisas fueron halladas en el complejo arqueológico San José de Moro, en el
distrito de Pacanga, provincia de Chepén. Una fue hallada en 1991 y otra en 1992. Comparten una
serie de rasgos comunes: se hallan acompañadas de otros cuerpos, así como de individuos
sacrificados en las entradas; así como contienen una profusión de objetos a manera de ofrendas:
vasijas cerámicas, mates (que estarían sin duda llenas de alimentos) y adornos de metal.
La Dama de Cao
El descubrimiento de la tumba de la Dama o Señora de Cao fue dado a conocer en 2006. Fue
hallada en la huaca Cao Viejo y data aproximadamente del 400 d. C., unos 150 años después del
apogeo del Señor de Sipán. Se trata de los restos momificados de una mujer de 1,45 metros de
altura y entre los 20 y 25 años, cubiertos por collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa,
narigueras de oro y plata, diademas y coronas. En la tumba se encontraron también cetros de
madera forrados de cobre, utilizados en las ceremonias como símbolos de poder y hegemonía, y
diversas placas de metal sueltas que cubrían la mortaja de algodón natural. Se trata sin duda de
los restos de una gobernante moche que rigió en el valle de Chicama.
Galería
Pato guerrero.
Pato guerrero.
Noble con tocado y pintura facial.
Véase también
Idioma mochica
Cultura Lambayeque
Reino Chimú
Referencias
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Sur».
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Enlaces externos
«Hallazgo de tumba de gobernante del siglo III d. C.» (enlace roto disponible en Internet Archive;
véase el historial, la primera versión y la última). En el periódico El Comercio (Lima) del 5 de julio
de 2008.
Características de los distintos períodos de la cultura mochica, en el sitio web de Gabriel Bernat.
Cultura mochica.
«La ruta moche», artículo en el sitio web Andina, Agencia Peruana de Noticias (visto el 3 de junio
de 2011).
Noticia sobre una exposición en el Museo del Quai Branly de París, Agencia Efe.
Control de autoridades
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