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LA RECUPERACION EN FUTBOL

Desafio Paradojico al Sistema Nervioso

FRAN ALBERT

Julio 2020

Salamanca
En el deporte de alto nivel se escucha constantemente el término “buenas
sensaciones”. Este concepto no solo hace referencia a aspectos individuales
sino también a comportamientos colectivos. De este modo cuando elaboramos
las sesiones de entrenamiento no debemos perder de vista el sentimiento de esa
emoción con tinte positivo.
Cabe destacar que no es extraño escuchar este término en profesionales con
una concepción holística del entrenamiento en la formación del jugador y/o
deportista. Por lo tanto, si queremos que nuestro equipo siga creciendo
deberíamos tener en cuenta una serie de premisas para afrontar la competición
con las mejores sensaciones posibles.
Las premisas que se detallan a continuación conforman una pirámide de
indicadores clave de rendimiento con relación a su jerarquía estructural y que
determinan un nuevo paradigma dentro del mundo del entrenamiento bajo una
perspectiva neurocientífica.
Dentro de este sistema, los sentimientos podrían ser los principales reguladores
de la homeostasis de nuestro organismo cuando demandamos el máximo
rendimiento de las diferentes capacidades que tiene cada deportista (Damasio,
2018)
Asimismo, este equilibrio en nuestro sistema nervioso puede estar influenciado
por la frecuencia en el recuerdo del pasado así como en la creación de
situaciones futuras que pudieran generar estrés y despertaran reacciones
adversas que impidieran la máxima expresión de las diferentes capacidades.
Por otro lado, las variables que actúan como agentes externos dentro de una
posible alteración emocional podrían ser las siguientes:
a) La dinámica de resultados. Una dinámica de resultados positiva puede
favorecer una creación de memorias futuras positivas generando las
mejores condiciones posibles para la manifestación de las capacidades
de cada jugador. Mientras que una dinámica negativa podría generar una
cascada de reacciones emocionales no favorables para la manifestación
de las capacidades en todo su esplendor. Dentro de esta última situación,
se podría incrementar la situación de desequilibrio en la homeostasis por
el aumento en la frecuencia del recuerdo del pasado en relación con
situaciones negativas. Por lo tanto, durante el entrenamiento, se deben
generar tareas que favorezcan el circuito neural de sociabilidad para
volver a lograr la homeostasis del sistema del jugador e inhibir así la
posible respuesta simpático-adrenérgica que seguiría provocando un
desequilibrio mayor y empeorando el rendimiento.
b) Las lesiones. Los principales sentimientos que pueden generar las
lesiones pueden ser el enfado porque a veces ocurren en el peor
momento y/o el miedo a volver a lesionarse o a no quedar bien después
de la lesión. Por lo tanto, otro de los aspectos para volver a equilibrar el
sistema en la búsqueda de la respuesta social del jugador sería la
creación de elementos de entrenamiento que generen con mucha
frecuencia los sentimientos de alegría y amor.
c) Los contratos. Los diferentes momentos dentro de una temporada
condicionan el equilibrio de nuestro sistema y lo predisponen para un buen
rendimiento o no. De este modo, los períodos donde se pueden formalizar
diferentes condiciones contractuales (mercados, traspasos, clausulas,
finalizaciones, etc.) deben ser tenidos en cuenta.
d) Las relaciones sociales. Dentro de este aspecto se distinguen las
relaciones familiares y/o de amistad, y las profesionales. Cualquier tipo de
desequilibrio en estas relaciones romperán la homeostasis facilitadora del
rendimiento.
e) Participación en competición. Éste es otro de los factores que influyen
directamente en la actuación deportiva de cada jugador. A menudo se
pueden apreciar comportamientos no favorables para el máximo
rendimiento de una plantilla tanto a nivel colectivo como individual debido
a una poca participación en competición.
f) Creencias. Las creencias negativas que tenga el jugador en función de
los recuerdos del pasado podrán generar desequilibrios que no le
permitan mostrar su máximo rendimiento en competición. Este aspecto
puede definir en gran medida la cultura deportiva de cada jugador y dotar
de un gran potencial o no al equipo que logre dirigirlas de forma positiva.

Como mecanismos de regulación de los diferentes desequilibrios generados


por los aspectos anteriores podríamos destacar todas aquellas medidas que
mejoren y aumenten la sociabilidad del jugador promoviendo respuestas
neuronales nuevas, sociales y comunicativas. Dentro de estas medidas,
podríamos proponer todas las que puedan inhibir la respuesta simpático-
adrenérgica mediante la estimulación del nervio vago. A continuación se
detallan algunos ejemplos que están basados fundamentalmente en
ejercicios de estímulo simple y repetitivo. Por ejemplo, ejercicios de
respiración diafragmática y torácica, ejercicios sensoriales, ejercicios de
vocalización y gesto facial, actividades relacionadas con la comida, el baile y
el sexo (Brown & Gerbarg, 2005; Makinen et al. 2008; Streeter et al. 2010;
Howland 2014; Yuan & Silberstein 2015; Cross-Muller, 2015; Clausen, 2018).
Asimismo, todas estas actividades y ejercicios deberían favorecer la mejora
de la calidad de sueño después del estrés generado en el organismo por los
agentes externos anteriormente descritos.
Por todo ello, los elementos mencionados anteriormente plantean una nueva
propuesta de recuperación. Podríamos entender la recuperación desde un
punto de vista endógeno o bien exógeno.
Desde un punto de vista endógeno estaríamos refiriéndonos a los ejercicios
anteriormente expuestos y donde podamos estimular sistema respiratorio,
digestivo y circulatorio donde tiene influencia el nervio vago. Asimismo,
debemos distinguir entre la realización de estos ejercicios de forma individual
y colectiva donde podamos incentivar uno de los sentimientos que puedan
predisponer al organismo a alcanzar su máxima vitalidad durante cada
partido y cada entrenamiento (vitalidad biológica). Por ejemplo, dentro de
estas medidas endógenas colectivas destacaría la importancia del rondo
inicial dentro de cada entrenamiento así como cualquier otra actividad que
genere el sentimiento de alegría espontánea para comenzar el
entrenamiento. Asimismo, las diferentes actividades socio-afectivas (alegría,
cooperación, colaboración, etc.) realizadas en los hoteles de concentración
previo al estrés generado por la misma puede favorecer a mantener la
homeostasis del sistema y poder disponer al organismo para mostrar un buen
rendimiento. Por otro lado, a nivel individual destacaría el ejercicio aeróbico
ligero así como los diferentes ejercicios de respiración torácica y
diafragmática que describiremos en los próximos párrafos.
Los sentimientos pueden suponer la expresión mental de la homeostasis de
la que hemos hablado con anterioridad (Damasio, 2018). De esta forma,
cuando diseñamos un entrenamiento pensando en el próximo partido
deberíamos pensar qué queremos hacer sentir al jugador.
Y en un último paso, con todo lo anteriormente expuesto, deberíamos sentar
las bases para que el jugador tome consciencia de que el verdadero
responsable de su preparación es él mismo (“soy mi propio jefe”). Este sería
el mayor logro que podría determinar el potencial de un equipo, que cada uno
de sus componentes asumiera ese nivel de consciencia hacia un bien común.
(Véase Figura 1)
Gran parte del éxito de un equipo puede residir en el desarrollo emocional de
cuatro manifestaciones básicas de los sentimientos como pueden ser la
alegría, el miedo, el enfado y la compasión. Estos cuatro elementos se
pueden ir configurando dentro de un equipo en función del tiempo que los
miembros llevan juntos puesto que pueden desarrollar estrategias que
favorezcan o inhiban determinados qué sentimientos en cada situación y
proporcionando así la respuesta más adecuada para solventar dicha
situación (Damasio, 2018).
Durante una temporada se van a suceder varios episodios o períodos de
adversidad que pueden suponer la manifestación de sentimientos negativos
para el rendimiento y que el patrón ideal de crecimiento de un equipo con
buenas sensaciones debe reducir. Si se logra reducir la frecuencia de estos
períodos por la disminución en la distancia entre los diferentes clústeres
emocionales se podría disponer de un equipo cada vez más sólido dentro de
la estructura emocional que favorezca la manifestación de las otras
estructuras (física, cognitiva, técnica, táctica, etc.)
Esta aproximación por sentir lo mismo con una respuesta positiva se puede
traducir en un gran esfuerzo en reconciliar cada uno de los diferentes
objetivos de cada jugador y que se puede concretar en el día a día de los
ejercicios de entrenamiento, cuando todas las tareas funcionan y, en el éxito
deportivo a lo largo de una temporada que no deja de traducirse en un logro
humano excepcional.

ALTO

RENDIMIENTO

CONSCIENCIA
S O Y M I P R O P I O “J E F E”

CAPACIDADES

HOMEOSTASIS

SENTIMIENTOS
SNC

ALTERACION EMOCIONAL

AGENTES EXTERNOS REGULACION


Dinámicas · Lesiones · Contratos · Entrenamiento VegetativoTM
Relaciones· Participación · Creencias

Figura 1. Representación gráfica de la pirámide de optimización del


rendimiento deportivo.

Por lo tanto, la gestión en la provocación de forma espontánea o buscada de


los sentimientos de la alegría, miedo, enfado y compasión puede ayudar a un
equipo a tener buenas o malas sensaciones durante la competición y poder
crear así una creencia de dinámica positiva o negativa en función de esta
gestión.

TEMPORADA

Períodos de adversidad Tendencia positiva hacia


disminución frecuencia

HOMEOSTASIS Esfuerzo reconciliación diferentes objetivos

(variación inter-individual)

Figura 2. Representación gráfica de la temporada y períodos de adversidad.


Los ejercicios que nos ayudarán a gestionar esta base de la pirámide se
fundamentan en la activación de la respuesta parasimpática de nuestro
organismo asumiendo la idea de que nuestro propio cuerpo puede generar
de forma endógena las diferentes respuestas que le permitan afrontar
cualquier actividad con la mayor garantía de éxito o de supervivencia.
De esta forma ponemos en práctica una nueva concepción del paradigma del
entrenamiento que es el propio ejercicio en sí el que puede ayudar al
deportista a configurar su mente liberándola de cualquier sentimiento
limitante y estableciendo una relación bidireccional y no unidireccional. En
términos coloquiales, supondría que la mente puede ayudar a tu cuerpo a
llegar al límite pero también podría funcionar en ambas direcciones. Esta es
una de las bases fundamentales del entrenamiento vegetativoTM (Clausen,
2018)
Estos ejercicios se centran fundamentalmente en una toma de consciencia
de la respiración y una serie de movimientos que describimos a continuación.
El siguiente ejercicio sería el ejercicio base para el desarrollo de todos los
demás movimientos.
Fase 1. El cuerpo se coloca en decúbito supino con las palmas de la mano
hacia abajo y a los lados del cuerpo con ligera flexión de cadera y rodillas
apoyando completamente las plantas de los pies en el suelo (posición neutra
básica)
Se realizará con la mínima ropa posible para no tener presión en ninguna
parte del cuerpo.
Se realizarán respiraciones torácicas y diafragmáticas con toma de aire por
la boca y los ojos cerrados mientras se realizan movimientos de las piernas
abriendo y cerrando así como pélvicos en todos los planos posibles durante
períodos alternados de actividad y pausa.

Variación posición base

Figura 3. Representación gráfica de la posición base del entrenamiento


vegetativoTM (Clausen, 2018)
Con este tipo de ejercicio pretendemos mejorar la recuperación y
predisposición del jugador para el próximo entrenamiento o partido tolerando
y gestionando el estrés generado por el entorno competitivo al que está
sometido habitualmente. Esto facilitará la eficacia de la aplicación de otras
estrategias de recuperación exógenas (hielo, masaje, sauna, etc.) con el
objetivo de mejorar las condiciones que faciliten el sueño y que el jugador
alcance su máxima vitalidad en el partido.
Según la teoría polivagal (Porges, 1995, 2001, 2007) mediante este ejercicio
podríamos interactuar con estructuras inervadas de forma parasimpática a
través del nervio vago (corazón, tracto respiratorio, víscera abdominal).
Según esta teoría, si asumimos qué el mecanismo que rige relación
simpática-parasimpática es jerárquico, podríamos proponer una serie de
objetivos para la construcción de un equipo que tenga “buenas sensaciones”.
Objetivo 1. Crear una atmósfera segura dentro del equipo. Dominio del
espacio, tiempo, relaciones, ejercicios, formas de proceder de todos los
miembros a nivel conductual y emocional.
Objetivo 2. Crear respuestas positivas a amenazas. Comunicación eficaz
entre los miembros del equipo. Lenguaje claro, conciso, buen tono de voz.
Cultura de equipo (código). Para el desarrollo de este objetivo es muy
importante seleccionar los momentos y las personas más adecuadas para
transmitir el mensaje.
Objetivo 3. Introducir ejercicios dentro de las estrategias de recuperación que
interactúen en la conexión nerviosa con los músculos faciales, corazón y
pulmones (p.e. escuchar música, gritar, cantar, estiramientos, etc.)
Objetivo 4. Favorecer la fluidez de respuesta de nuestro organismo ante el
estrés mejorando el proceso de fluidez entre emociones para promover la
búsqueda rápida de homeostasis.
Este objetivo se basa en la teoría polivagal de Porges (2007) donde las
respuestas de nuestro organismo dentro de la secuencia evolutiva se
configuran de forma jerárquica desde una primera respuesta primitiva o
primaria (nervio vago no-mielinizado relacionada con la conservación de la
fuente metabólica) hasta el sistema simpático-adrenérgico (nervio vago
mielinizado responsable de los estados de alarma y comportamientos anti-
sociales). Esta jerarquía enfatiza en la creación de nuevos circuitos e
inhibición de los viejos.
Con nuestra habitual forma de proceder en la formación del jugador
deberíamos buscar la utilización de los nuevos circuitos para promover
estados de sociabilidad adecuados para la optimización del rendimiento
como individuos dentro de un equipo. Sin embargo, cuando esto no se
realiza, se puede desencadenar respuestas del circuito simpático-
adrenérgico movilizando comportamientos no sociales en contra del bien
colectivo. El siguiente eslabón de esta cadena de reacciones sería el cierre
del sistema o silencio. Esta jerarquía puede proporcionar un código de
respuestas a un desafío como es la competición tanto a nivel individual como
colectivo. A nivel individual podría ser conseguir un puesto dentro del once y
a nivel colectivo conseguir ganar cada uno de los partidos en los que se
enfrenta a otro equipo.
Muchas de las acciones que ocurren en un partido no corresponden a un
proceso cognitivo sino a una reacción fisiológica que implica el sistema
nervioso y a las respuestas descritas anteriormente. Por este motivo, y por
parte de los integrantes del propio equipo, es muy importante la creación del
entorno de seguridad para poder optimizar el rendimiento individual, p.e.
cómo nos dirigimos a los compañeros, expresiones faciales, las actividades
previas realizadas, las estrategias de recuperación utilizadas, etc.
Entendiendo a un equipo como una unidad deberíamos plantearnos qué
podríamos hacer o no para generar respuestas favorables hacia el
crecimiento como equipo que adquiere buenas sensaciones en todo lo que
hace. De esta forma, se podría hacer necesario “jugadores chicle” que
acerquen los comportamientos de todos los integrantes del equipo en
situaciones de estrés, uniéndolos más aún a favor del bien colectivo, y que
son capaces de dominar con fluidez los cambios en el estado emocional.
La unidad del equipo puede residir en fomentar situaciones que
desencadenen alguno de los sentimientos anteriores para aumentar la
cohesión entre los miembros. El sentimiento despertado en el equipo puede
ser un factor clave para el rendimiento posterior. Por lo tanto, se podría hablar
sobre la inclusión del aspecto emocional en cada uno de los ejercicios
realizados antes, durante y después tanto de la sesión de entrenamiento
como del partido de competición como un factor clave diferenciador en el
rendimiento durante una temporada de fútbol.
Por ejemplo, deberíamos tener en cuenta desde las actividades previas a
cada entrenamiento y/o partido así como las comidas, descansos y ejercicios
realizados durante cada sesión de entrenamiento (activaciones cooperativas
por parejas, tríos, grupos, equipo, etc.)
Veamos a continuación tres de una serie de actividades que podrían
realizarse en las diversas concentraciones que el equipo realiza durante la
temporada.
ACTIVIDAD 1
Juego Comunicación y Acción.

RETO: HACER LO QUE DIGO Y DECIR LO CONTRARIO.

Lugar: en sala o al aire libre

El grupo se coloca formando un círculo cogidos de la mano.

Si digo ADELANTE-A DENTRO, tienen que decir ATRÁS-A FUERA y se mueve


ADELANTE-A DENTRO.

Si digo IZQUIERDA, tienen que decir DERECHA y moverse a IZQUIERDA.

VARIANTE: DECIR LO MISMO QUE DIGO PERO HACER LO CONTRARIO

ACTIVIDAD 2
Juego Comunicación

RETO: Intentar decir el nombre del compañero que sale desde detrás de la sabana antes
que el compañero que se pone en frente.

Se formarán grupos de 9 jugadores.

ACTIVIDAD 3
El monstruo de tres cabezas

RETO: cada cabeza puede sumar una sola palabra a la frase, que debe tener coherencia
y responder a la pregunta hecha por el entrevistador.

OBJETIVO: ejercitar la cooperación y coordinación, así como también la escucha activa.

Lugar: en sala o al aire libre

Formar grupos de tres personas abrazadas, quienes serán “el monstruo de tres
cabezas”. Cada monstruo se ESPECIALIZA en una TEMÁTICA (un trabajo,
ESPECIALISTAS, p.e. bomberos, arte, fotógrafos, futbolistas, …) sobre la cual debe
responder preguntas.

Cabe destacar que una adecuada recuperación, no entendida solamente en


términos metabólicos, y asumiendo que puede estar influenciada por factores
centrales (Minnet & Duffield, 2014; Rattray et al. 2015; Carroll et al. 2017),
podría ayudar a mantener conexiones positivas entre todos los miembros de
un equipo (jugadores, técnicos, médicos, auxiliares, directivos, etc.), para
estimular el aprendizaje de estas herramientas y poder aplicarlas en
momentos de gran estrés fomentando un entorno de seguridad donde
mostrar el mejor rendimiento.
A través del ejercicio propuesto con sus variaciones y diferentes
manifestaciones pretendemos cambiar ese estado de ansiedad generado por
estrés poniendo el foco en la reacción del sistema simpático-adrenérgico y
reclutando el circuito neural que produzca los comportamientos sociales
afectivos para favorecer la máxima vitalidad como individuos y como equipo.
A través de los ejercicios propuestos pretendemos conseguir los siguientes
objetivos:
1. Utilizar la musculatura facial.
2. Estimular el contacto visual post-ejercicio por ausencia del mismo durante
el trabajo.
3. Modular la voz con sonidos coordinados con diferentes movimientos y
vinculados a pensamientos.
4. Escuchar el propio cuerpo durante los movimientos y respiraciones.
5. Promover la atención bien focalizada durante y post-ejercicio hacia los
demás compañeros.
Esta serie de acciones podrían modular nuestro comportamiento social
dentro de un equipo mejorando la disposición a la competición y cambiando
nuestro estado emocional mediante el aumento de la influencia vagal sobre
diferentes estructuras (corazón, p.e. variabilidad de la frecuencia cardiaca;
pulmones y diafragma, p.e. eficiencia ventilatoria) y mitigando la respuesta
del sistema simpático adrenérgico.
De esta forma podríamos estudiar si nuestro equipo pudiera presentar un
mayor contacto con la realidad mostrando efectivos estados de alerta y
atención sobre las acciones a realizar.
Al mismo tiempo cobra especial importancia el tiempo que el deportista es
capaz de activar este estado a través del circuito neural “social” para
favorecer su estado de salud y poder mejorar así su disponibilidad al
entrenamiento y competición, contribuyendo a la estabilidad de su sistema
inmune y minimizando los riesgos de sufrir lesión.
En esta línea, la capacidad que desarrolle cada deportista para favorecer esa
habilidad de fluir de un estado emocional a otro lo más rápido posible
mostrando una respuesta óptima según qué contexto podrá ser uno de los
indicadores más importantes a valorar en el crecimiento de un equipo y que
denominaremos frecuencia de flujo emocional.
Por último, según la teoría del Síndrome General de Adaptación de Selye
(1936), ya que el estímulo-estrés es necesario para la mejora del proceso de
adaptación del ser humano con su entorno y condición vital de su
supervivencia, si lo relacionamos con sus capacidades, sería importante
optimizar las propias condiciones que tiene el organismo del deportista para
gestionar ese estrés y poder supercompensar de forma adecuada las
diferentes capacidades mostrando así una gran vitalidad biológica para
afrontar el siguiente estrés de forma adecuada. Y es aquí donde puede cobrar
especial relevancia la realización de los ejercicios propuestos con
anterioridad dentro del programa de un deportista de forma complementaria
y transversal a todos los contenidos a desarrollar.
Con todo lo anteriormente expuesto, y sabiendo que es condición humana
que un hombre necesite a otro, podríamos aventurarnos a decir que la mejor
recuperación posible, poniendo en relieve todos los aspectos mencionados,
podría ser ganar.

Bibliografía
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