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La brillante historia del libro,

desde los rollos egipcios hasta


los libros electrónicos
Por Sofía Vargas. 30 de abril de 2020

Los libros ocupan un lugar muy especial en la historia. Presentes desde la antigüedad, su
contenido nos ofrece una mirada al pasado, ya sea a través de crónicas de eventos
actuales, documentos de figuras históricas o simplemente contando historias. Sin embargo,
lo que encontramos entre sus páginas no es lo único que puede ofrecernos una lección de
historia. De hecho, examinar a los libros como objetos en sí mismos puede ser igualmente
esclarecedor.

Aquí exploraremos la historia del libro. A medida que hojeamos sus comienzos en la
Antigüedad, sus capítulos más modernos, y todo lo que hay en medio, es probable que
obtengamos una nueva apreciación de este objeto milenario.

R O L LO S D E P AP I RO

El primer precursor del libro se remonta al Antiguo Egipto.


Durante la Quinta Dinastía (2563 – 2423 a.C.), los egipcios
comenzaron a emplear el tallo del papiro, una hierba acuática,
como una forma temprana de papel. Las gruesas hojas tejidas con
este material orgánico ofrecían una superficie de escritura ideal
para tintas y pigmentos especiales. Usando una pasta de harina,
también podían unirse para formar un pergamino, o una colección
de páginas enrolladas.

Aunque los pergaminos sin duda mejoraron los antiguos métodos de documentación, su
orientación vertical y la necesidad de ser desplegados dificultaban su manejo. Por eso,
siglos más tarde, los romanos rectificarían estos problemas con un nuevo prototipo.
C Ó D I C E S RO M AN O S

En el siglo I, los romanos hicieron historia—y solo tuvieron


que girar el pergamino. Al darle a sus folios una orientación
horizontal y posteriormente doblarlos, inventaron el códice.
Eventualmente, los romanos usaron este modelo de base para
reemplazar los característicos pliegues de los códices con
cortes, encuadernando las hojas dentro de una portada y una
contraportada.
Hoy, estas adaptaciones son consideradas los primeros libros de la historia.

M AN U S C R I TO S M ED I EV AL E S

En la Edad Media, el códice alcanzó nuevas


alturas con la proliferación del manuscrito
ilustrado. Se trata de un libro cuyas páginas de
pergamino están adornadas con pequeñas
ilustraciones, bordes intrincados y otros
elementos decorativos. A menudo hallados en
textos religiosos, estos deslumbrantes
detalles tenían el propósito de “marcar pasajes
importantes, o realzar o comentar el significado del texto”.
Estas obras ornamentadas se hacían totalmente a mano, diferenciándolas de los cada
vez más populares libros impresos de la época.

L I B RO S XI LO G R ÁF I CO S

Cuando hablamos de xilografía,


seguramente te vienen a la mente imágenes
de las famosas estampas japonesas. Sin
embargo, antes de que los artistas
japoneses crearan sus “pinturas del mundo
flotante”, los monjes del siglo IX en China ya
utilizaban esta técnica para producir libros
impresos. La práctica llegó a Europa durante
la Edad Media, materializándose como libros xilográficos o libros de bloque.
“[Era] esencialmente un libro ilustrado”, explica la Biblioteca del Congreso. Los libros de
bloque presentaban “una sola página xilográfica en la que se tallaban el diseño y el texto, se
entintaban y luego se presionaban contra el papel, dejando una impresión de imagen y
palabras”. Fieles a esta comparación de “libros ilustrados”, los libros de bloque típicamente
comprenden menos de 50 hojas y presentan imágenes coloreadas a mano.

L I B RO S PRO D U CI DO S E N M AS A

En el siglo XV, el orfebre alemán Johannes


Gutenberg perfeccionó los métodos anteriores para hacer
libros con su innovadora imprenta. Esta innovadora
máquina agilizó el proceso de impresión mediante el uso
de tipos móviles—piezas metálicas ajustables que podían
entintarse individualmente y utilizarse una y otra vez.
El impacto de la imprenta de Gutenberg fue particularmente evidente durante
el Renacimiento, ya que su capacidad de producir libros en masa permitió que los ideales
italianos ilustrados se extendieran por todo el continente.

L I B RO S EN C U AD E R N AD O S

Además de dar origen a métodos cada vez más


eficientes de producción en masa, la imprenta facilitó
otro hito de la industria del libro:
la encuadernación moderna.

Hasta el invento de Gutenberg, los folios de los libros se unían meticulosamente


utilizando madera, metal e hilo. Tras la aparición de la imprenta—y la consiguiente
comercialización de los libros—la industria editorial adaptó su enfoque, usando materiales
menos costosos como la tela y el pegamento, que se convirtieron en los medios de
encuadernación preferidos en el siglo XX.
L I B R O S E L E C TR Ó N I C O S

En los últimos años, el libro electrónico se ha


convertido en un gran contendiente para la lectura
moderna. Mientras que esta iteración digital de los libros
tradicionales puede parecer completamente
contemporánea, el concepto en sí tiene casi un siglo de
antigüedad.
En 1930, el escritor estadounidense Bob Brown predijo la eventual aparición del libro
electrónico después de ver su primera película con sonido. Describió “una simple máquina
de lectura” portátil y adaptable—características que sin duda tienen las tabletas y los
lectores electrónicos que aparecerían menos de 70 años después. La premonición de
Brown, sin embargo, no fue del todo exacta: señaló que, con un aparato así, podría “leer
novelas de cien mil palabras en 10 minutos”. Aunque esto no sea posible con la tecnología
actual, ¡quién sabe qué deparará el futuro de los libros!

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