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FOLIES BERGÈRE: LA LOÏE FULLER

CHÉRET, J. 1893. Postimpresionismo. Litografía. 1,2 x 0,87 m. Museo


de Bellas Artes. Niza (Francia).

Iconografía

El cartel presenta una sola figura femenina, la bailarina Loïe Fuller,


realizando un movimiento giratorio típico de sus actuaciones en el que se
capta el espíritu de sensualidad de la bailarina y la emoción del cabaret
donde actúa: el Folies Bergère, Los nombres de la bailarina y del cabaret
aparecen en las partes inferior y superior del cartel, respectivamente, a
modo de friso.
Análisis formal

El cartel anuncia el espectáculo que presenta el cabaret Folies Bergére y


que tiene como protagonista a la célebre bailarina Loïe Fuller. Esta se
convierte así en la auténtica protagonista del anuncio captada en uno de los
movimientos típicos que realizaba en sus actuaciones. La imagen presenta
una figura desnuda, con un potente escorzo giratorio en el que la bailarina
mira hacia el espectador, cubierta por una tela de colores transparentes que
refleja la que utilizaba la protagonista en su repertorio.

El objetivo fundamental del cartel es animar a la gente a acudir al


espectáculo y el artista lo consigue transmitiendo todo el glamour de la
protagonista que irradia sensualidad. El uso de la imagen femenina como
publicidad de un espectáculo fue ampliamente desarrollado por Chéret.

Los elementos que aparecen en el cartel cumplen los requisitos de


economía narrativa, información y función estética para conseguir el
objetivo del anuncio. La sencillez formal es claramente visible. Tan solo
nos muestra la bailarina en un claro contraste con el fondo vacío y negro.
La tipografía utilizada está en perfecta comunión con lo anterior: es
totalmente legible y visible, y contribuye decididamente a conseguir lo que
el cartel pretende, persuadir al espectador.

La protagonista

Loïe Fuller (Illinois, EEUU, 1862 – París, FR, 1928) fue bailarina,
coreógrafa, inventora, científica, comisaria de arte, cineasta, empresaria y
activista por los derechos de la mujer.
Conocida como La Méliès de la danza, Loïe Fuller fue una pionera y una
visionaria que marcó tendencia y se adelantó a su época, desarrollando su
propio estilo de movimiento natural que combinaba coreografía con trajes
de extensas telas de seda. Hoy en día sigue despertando pasiones y siendo
inspiración.

Comenzó su carrera como actriz en EE.UU. Durante una función, vestida


con una larga camisa de seda, improvisó una serie de movimientos para
interpretar a una joven hipnotizada. El público sorprendido gritó: “una
orquídea”, “una mariposa”. Y así comenzó una carrera meteórica.

Tras un éxito inmediato en su país, viajó a Europa donde fue contratada en


el Folies Bergère, convirtiéndose en una de las artistas de mayor éxito y
mejor pagada el mundo del espectáculo. Utilizaba haces de luz, espejos y
cientos de metros de seda para conseguir un espectáculo lleno de formas
luminosas en movimiento que se repetían hasta el infinito.

Los movimientos arremolinados de sus vaporosos trajes eran posibles


gracias a dos varillas que funcionaban como extensión de sus brazos, y que
movían en círculos gigantes las telas, que se abrían y se cerraban en torno a
su cuerpo creando formas orgánicas y fluidas que encarnaban a la
perfección el espíritu modernista de la época.

Con sus experimentos y los artilugios que ella misma inventaba, consiguió
infinidad de ilusiones ópticas. Sus juegos de vestuario y de luz lograron
equiparar el movimiento humano a la armonía de la naturaleza.

Sin embargo, para ella, el movimiento del cuerpo no era lo más importante,
sino el modelado del espacio, la configuración de la escena, mediante el
juego de movimientos, efectos y luces. Nunca quiso que sus espectáculos
fuesen grabados en vídeos, pues creía que el cine no hacía justicia a la
magia y la majestuosidad de su puesta en escena. La mayoría de las
grabaciones que han llegado hasta nosotros son de imitadoras.

Inspiró a infinidad de artistas, a Rodin, a Toulouse-Lautrec, a Válery, al


poeta francés Stephan Mallarmé, quien dijo de ella que era la
representación teatral de la poesía y que encarnaba a la perfección su ideal
artístico. Lo cierto es que Loïe Fuller ha influido, y sigue influyendo
después de más de un siglo, a todo tipo de creadores en diferentes ámbitos
artísticos: moda, danza, fotografía y escultura, entre otros.
Autor y significado de su obra

Jules Chéret nació en Francia en 1836 y fue un pintor y litógrafo que es


considerado el padre del cartelismo moderno.

Comenzó a trabajar en Londres, ilustrando catálogos y cubiertas de libros.


El punto de inflexión de su carrera llega cuando entra en contacto con
Eugène Rimmel, un fabricante de perfumes, que avanzó a Chéret el capital
necesario para montar su propio taller en París.

A mediados del siglo XIX, Chéret revolucionó el sector de los carteles


publicitarios aportando coloridos vivos e ilustrándolos con figuras
femeninas en su mayoría, siendo el primero en utilizar a la mujer como
reclamo publicitario. El uso que realiza de la imagen de la mujer es siempre
de una forma atractiva e insinuante, para generar deseo hacia el
espectáculo. La mayoría de los carteles que realizó fueron de espectáculos
como cabarets, aunque debido a su éxito, amplió su abanico a carteles de
licores, jabones o cosméticos, entre otros.

El avance tecnológico jugó a favor de Chéret ya que la litografía supuso un


gran avance para la producción cartelística. De un lado, permitió la
impresión en varios colores con mayor facilidad y menor coste y de otro, la
evolución de los moldes, primero en piedra caliza y luego en zinc, permite
que el trazo del artista se plasme sin pérdidas.

A medida que avanzaba su carrera, iba dejando más espacios vacíos,


utilizando toques humorísticos y colores más vivos. También la tipografía
utilizada evolucionó de caligráfica a más formal y legible. En la mayoría de
los carteles que realizó, hay preferencia por los titulares curvados, pero
también encontramos rectos, a modo de frisos, como la obra que nos ocupa.

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