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Introducción a la Instrucción sobre

“Los estudios de Derecho Canónico


a la luz de la reforma del proceso matrimonial”

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


BOGOTÁ 6-7 DE NOVIEMBRE DE 2018
La Constitución Apostólica Instrucción de la Congregación para
Veritatis gaudium de Papa & la Educación Católica del 3 de mayo
Francisco sobre las de 2018, que tiene como título:
Universidades y las “Los estudios de Derecho Canónico
Facultades eclesiásticas a la luz de la reforma del proceso
matrimonial”.
Congreso realizado en
octubre de 2016, en la
Pontificia Universidad
de la Santa Cruz con
los Presidentes y
Decanos de todas las
Facultades de Derecho
Canónico.
Según el art. 112 de la Constitución Apostólica Pastor bonus es
competencia de la mencionada Congregación realizar “la solicitud de
la Sede Apostólica (...) por la promoción y la ordenación de la
educación católica”.
A las Facultades eclesiásticas se les confía la
tarea de “dar una formación superior a los
alumnos en las propias disciplinas según la
doctrina católica, prepararlos convenientemente
para el ejercicio de los diversos cargos y
promover la formación continua o permanente
de los ministros de la Iglesia”

(Veritatis gaudium, art. 3 §2).


En el ámbito del Derecho Canónico, se promueven
distintas ofertas formativas que se denominan “cursos de
información” o “cursos informales” que en muchos casos tienen
un buen nivel.

Sin embargo, la Congregación tiene la tarea de indicar


criterios más precisos para animar a las instituciones
eclesiásticas “para que ofrezcan currículos de estudios para la
formación académica de los canonistas y consejeros bien
capacitados”

(Instrucción, Normas A. I.)


La Instrucción se origina en la reforma procesal

Merece nuestra atención para profundizar las razones por las


cuales esta reforma del derecho procesal desencadenó la
necesidad de una revisión de los estudios de derecho canónico.

Instrucción de la
Congregación para la Educación Católica
del 3 de mayo de 2018:
La simplificación implica mayor preparación

La reforma del derecho


procesal quiso simplificar
el proceso de nulidad
matrimonial.

Hay dos indicadores principales


Reforma del proceso matrimonial

1) ABOLICIÓN DE

LA OBLIGACIÓN

DE LA DOBLE

DECISIÓN DE

CONFORMIDAD • la Iglesia se encuentra hoy a admitir en nuevos


matrimonios a personas que han obtenido un sólo
PA R A O B T E N E R L A pronunciamiento de nulidad por un Tribunal, a veces
constituido por un juez único, y contra el cual no se ha
EJECUCIÓN DE LA DECISIÓN propuesto ninguna apelación ni por parte de los
P R O N U L L I TAT E . cónyuges ni por el defensor del vínculo.
La segunda decisión de conformidad obligatoria era una seguridad suplementaria para el
juez, para las partes y para la Iglesia, porque ampliaba el número de personas que
examinaban un caso matrimonial.

• Una seguridad considerada necesaria para enfrentar la


fragilidad del contradictorio procesal en el momento
que los cónyuges estuvieran de acuerdo en solicitar la
nulidad de su matrimonio y el defensor del vínculo
estuviera condicionado por la presión psicológica de la
autoridad eclesiástica, preocupada por resolver el
problema de los numerosos matrimonios fracasados.
2) INAUGURACIÓN DE
UN PROCESSUS
BREVIOR

• para los casos de nulidad en los cuales


los cónyuges se expresan de acuerdo en
realizar este proceso simplificado y la
nulidad resulta manifiesta, según En estos casos, la normativa procesal se reduce
criterios muy flexibles enumerados en el sustancialmente en términos de tiempo y de
art. 14 de la ratio procedendi. procedimientos: el Vicario judicial juzga aplicable
el processus brevior, se prevé una sesión
instructora pública, una discusión abreviada y, en
fin, la decisión del Obispo diocesano.
La simplificación implica intrínseca y necesariamente una
mayor especialización de quienes trabajan en el proceso.

La estandarización del proceso a través de actos procesales


progresivos y precisos guía a los menos expertos en el
proceso y les permite alcanzar la meta de la decisión sin
errores.

En el caso que no sean posible estas ayudas procesales, el


operador debe tener un conocimiento interiorizado del
proceso que le permita proceder autónomamente.
En este contexto, al defensor del vínculo - para dar un ejemplo - le incumbe
una responsabilidad tan amplia y grave, que la Signatura Apostólica ha
mutado su práctica y sólo excepcionalmente concede, si es necesario,
dispensas del grado académico requerido por la ley.
Los laicos

Si bien los documentos normativos de la reforma procesal no plantean la presencia


de los laicos entre los criterios fundamentales que la inspiraron, la articulación de la
legislación permite, de hecho, una mayor presencia de laicos en los procesos
canónicos matrimoniales; las formaciones del tribunal ahora pueden tener dos
jueces laicos en un tribunal de tres jueces (cfr. Com. c. 1673, § 3).
De esta manera, la reforma se declara explícitamente a favor de la formación del
tribunal que juzga caso por caso, en lugar de confiar un caso a un juez único: esta
última modalidad había sido prevista justamente para compensar la falta de clérigos en
el orgánico del Tribunal.
• La promoción de la presencia de jueces laicos pone en
relieve, una necesidad de formación, ya que el juez por ley
y por obligación moral debe tener un grado académico.
Aumentan los protagonistas del proceso

La simplificación del proceso dio lugar en la reforma a la obligación y


la oportunidad de operadores judiciales, que en la normativa del
Código promulgado en 1983 eran de rara aplicación
Se refiere al instructor y al asesor, quienes en el processus brevior se han
hecho indispensables.
Tampoco esta necesidad puede ser satisfecha por los ministros del Tribunal.

La multiplicación de estos operadores exige,


obviamente su formación.
La prescripción clara que la pastoral matrimonial de
cada diócesis incluya en su interno una específica y
concreta atención a las causas de nulidad, supone, de
hecho y de derecho, un mayor número de operadores
que deben estar preparados para este servicio de
asesoramiento suplementario, con respecto a la
normativa vigente.

El asesoramiento previo al proceso de nulidad se


institucionaliza y, aunque no se puede reconocer
como obligatorio en el proceso, puede considerarse un
derecho de todos; por lo tanto, una obligación por
parte de las diócesis para que dispongan del mismo.
Los consejeros deben
estar preparados para
no obstaculizar el
proceso de nulidad:
• un consejero no preparado mantendrá alejados del proceso
a quienes podrían que acceder;
• se preparará incorrectamente para el proceso, obligando a
los ministros del Tribunal a hacer un doble trabajo, para
enderezar una causa mal configurada;
• permitirá que lleguen al Tribunal causas infundadas, con un
agravio para el mismo Tribunal.
Los consejeros no pueden,
ordinariamente, ser los mismos
ministros del Tribunal, para no
desvirtuar la independencia e
imparcialidad del juicio.
• Los consejeros deben estar preparados de acuerdo al nivel en donde se
encuentran;

• los artículos 3-5 de la Ratio procedendi describen asesoramiento y


consejeros como si fueran círculos concéntricos: desde el párroco, a quien
la formación permanente diocesana puede ofrecer las razones para una
atención pastoral, al operador de consultorio familiar, de quién es lícito
esperar una opinión más fundada y profundizada, hasta el abogado, a
quien incumbe el deber de una información y asistencia
deontológicamente irreprochable.
La Instrucción como intervención
necesaria

El reciente Magisterio de Papa Francisco fue


el punto de partida que motivó a la
Congregación para la Educación Católica a
publicar las pautas para la formación de los
operadores de los Tribunales eclesiásticos y
para las distintas personas que participan en
la pastoral matrimonial y familiar.
De hecho, en la Exhortación Apostólica postsinodal
Amoris laetitia, n. 244 Papa Francisco afirma:

«Por otra parte, un gran número de Padres


“subrayó la necesidad de hacer más accesibles y
ágiles, posiblemente totalmente gratuitos, los
procedimientos para el reconocimiento de los
casos de nulidad”.
… La lentitud de los procesos irrita y cansa a la gente. Mis dos recientes documentos
sobre esta materia han llevado a una simplificación de los procedimientos para una
eventual declaración de nulidad matrimonial. A través de ellos también he querido
«hacer evidente que el mismo Obispo en su Iglesia, de la que es constituido pastor y
cabeza, es por eso mismo juez entre los fieles que se le han confiado».
Por ello, «la aplicación de estos documentos es una
gran responsabilidad para los Ordinarios diocesanos,
llamados a juzgar ellos mismos algunas causas y a
garantizar, en todos los modos, un acceso más fácil de
los fieles a la justicia.
Esto implica la preparación de un número suficiente de personal, integrado por clérigos y laicos,
que se dedique de modo prioritario a este servicio eclesial. Por lo tanto, será, necesario poner a
disposición de las personas separadas o de las parejas en crisis un servicio de información, consejo
y mediación, vinculado a la pastoral familiar, que también podrá acoger a las personas en vista de
la investigación preliminar del proceso matrimonial (cf. Mitis Iudex, art. 2-3)”.
De estas palabras del Romano Pontífice se
deducen las siguientes consecuencias para las
instituciones académicas eclesiásticas:
a. La necesidad de formar un número adecuado de personal calificado con grado
académico de Licenciatura en Derecho Canónico.

b. Responder con medios adecuados en donde falta personal con la debida formación,
para evitar que las personas no puedan acceder a los Tribunales eclesiásticos.

c. La necesidad de formar también a las personas que participan en el proceso


matrimonial, para quienes no está previsto por el legislador un grado académico.

d. Ofrecer a las personas que participan en el asesoramiento matrimonial y familiar una


formación básica adecuada.
Las nuevas figuras que se necesita formar para una
correcta aplicación de los recientes documentos
pontificios

Abordar el tema de las nuevas figuras de las cuales las iglesias


particulares necesitan para implementar las indicaciones que
surgieron en el último Sínodo sobre la familia, y para responder en
los diferentes niveles de asesoramiento.
En el Motu proprio Mitis Iudex, se sugiere
al menos tres niveles de asesoría para
ofrecer a las parejas con dificultades.

En el primer nivel se encuentran los operadores dotados


de algunas competencias, aunque no exclusivamente
jurídico-canónicas, entre ellos se encuentran el párroco u
otros clérigos, consagrados o laicos aprobados por el
Ordinario local.
Estas personas deberían estar preparadas para una primera
escucha que ayude a evaluar la presencia o no de dudas
significativas sobre la validez del matrimonio. Para ellas,
es necesario proporcionar una buena formación que ayude
a abordar de modo equilibrado los problemas familiares,
evitando una actitud permisiva y superficial, o una actitud
catastrófica de quien desaconseja las causas de nulidad o
una actitud restrictiva.
Es necesario comenzar desde este primer nivel
de asesoramiento para poder comprender si
existen las condiciones y enviar sucesivamente
a un nivel de asesoría más especializado.
Un segundo nivel es el de la
diócesis o más diócesis juntas

que sepan tener una estructura


estable a través de la cual ofrecer
un servicio a los conjugues con
dificultades.
En este nivel es necesario poder contar con
personas/consejeros preparados en derecho
matrimonial, además de dotados de una sensibilidad
pastoral particular. Aquí también se puede recurrir a
los consejeros canónicos que ya trabajan en
consultorios familiares.

En este nivel se debe profundizar para comprender si a


partir de las situaciones presentadas existen motivos y
pruebas suficientes para introducir una causa de
nulidad.
El tercer nivel de asesoría está representado por el
abogado, que también tendría competencia y título para
patrocinar la causa. Aquí, irrecusablemente, se debe
distinguir la figura del “procurador” (que representa la parte
en juicio) y el “abogado” (que asesora, ayuda y defiende la
par-te durante el proceso).

Obviamente, la figura del abogado representa el eslabón


final de la asesoría, donde se decide la introducción de la
causa y se prepara la documentación necesaria
La contribución de las Facultades Teológicas y
Universidades católicas

Con la Instrucción se ofrecen pautas y normas muy precisas para responder a


las nuevas exigencias representadas por Amoris laetita y por el Motu proprio Mitis
Iudex.

En particular, además de las disposiciones para promover cursos en las


Facultades de Derecho Canónico y en las Facultades de Teología, se intentó solicitar
la colaboración entre las Facultades de Teología y las Universidades Católicas en el
compromiso de elevar la cultura jurídico-canónica y, sobre todo, en contribuir a
formar las figuras de operadores que puedan asesorar sobre problemáticas familiares
en los diferentes niveles.
En los distintos continentes existe una presencia significativa de
Facultades Teológicas y de Universidades Católicas, muchas de las
cuales están consideradas centros académicos de alta calidad científica.

Con respecto a la identidad y misión de las Universidades


Católicas, Juan Pablo II, en la Constitución Apostólica Ex corde
Ecclesiae, proporcionó algunas indicaciones importantes; permítanme
mencionar algunos párrafos que se relacionan con nuestro tema.
a) La Universidad Católica debe poseer un “esfuerzo institucional a servicio del pueblo de Dios y de
la familia humana en su itinerario hacia aquel objetivo trascendente que da sentido a la vida” (n. 13).
b) “La misión fundamental de la Universidad Católica es la constante búsqueda de la verdad
mediante la investigación, la conservación y la comunicación del saber para el bien de la sociedad”
(n.30); y en esto ella “podrá ayudar a la Iglesia a dar respuesta a los problemas y exigencias de cada
época” (n.31).
c) “Sus actividades de investigación incluirán, por lo tanto, el estudio de los graves problemas
contemporáneos, tales como, la dignidad de la vida humana, la promoción de la justicia para todos,
la calidad de vida personal y familiar...” (n.32).
Estas indicaciones se entrecruzan, además, con una disposición
fundamental de la misma Constitución Apostólica que se refiere a la
necesidad de poner en diálogo los diferentes saberes en las
Universidades Católicas, incluido el saber teológico que puede ofrecer
una contribución a todas las demás disciplinas en su búsqueda de
sentido.
Y así, concluye la Ex corde Ecclesia, “considerada la
importancia específica de la teología entre las disciplinas académicas,
toda Universidad Católica deberá tener una Facultad o, al menos, una
cátedra de teología” (n.19).
Hoy en el mundo, esta en muchos casos las Universidades Católicas tienen una
indicación se aplica de Facultad de teología, en otros una cátedra, en otros casos
diferentes maneras: aún, donde no es posible la Facultad por motivos de leyes
civiles o disposiciones concordatarias, se ofrecen algunos
cursos de teología y doctrina social de la Iglesia. Además
hay varios países (especialmente la región alemana)
donde las facultades teológicas están incluidas en las
universidades estatales.
En base a las indicaciones de la Ex corde Ecclesiae
y de la presencia diversificada de las Universidades
Católicas en el mundo, se recomienda garantizar la
presencia de una cátedra de Derecho Canónico en
las Universidades Católicas.
Mil gracias!
+ A. Vincenzo Zani

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