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«Cadena Seis, televisión con consciencia. Comprometidos con el medio ambiente».

…y esto es muy interesante, sobre todo cuando nos ponemos a pensar en la situación por la que
atravesaba el planeta hace unos años…

—Hola, amigos, muy buenos días. Seis de la mañana, treinta y un minutos. Ya estamos listos para
llevarles la información más relevante. Jimena, buenos días.

—Buenos días, Alejandro. Bienvenidos una vez más a noticieros Ecovisión. Vamos a comentarles
una información que nos llega a través del director de prensa de la Organización Mundial del
Medio Ambiente; quienes en colaboración de la Unión Africana, el Centro de Altos Estudios de
Namibia y el conglomerado Inside Corps, han estado realizando investigaciones con respecto al
proyecto fotosintético, o mejor conocido como “árbol de la vida”. Y es que los resultados de esta
investigación, como usted bien sabe, habrán de cambiar la historia de la humanidad como la
conocemos.

—Por supuesto, Jimena. Y es lo que trataba de decirte hace un momento. Cuando pensamos en la
situación, no digamos ya del hombre, sino del planeta en general, las diferencias entre el mundo
de ahora y el mundo de hace, ¿qué te gusta? ¿Veinte años? Son completamente abismales.
¿Cuándo nos íbamos a imaginar que se podía vivir tanto? Y ahora, con el “árbol de la vida”
concluido, las probabilidades de vivir eternamente, son más que palpables. Pero todo esto lo
tendremos más adelante, pues además del comunicado, tenemos una entrevista con la doctora
Rosario Castelán, Directora del Instituto de Ecología de la UNAM, quien nos explicará
detalladamente el informe, así como las implicaciones que tendrá este descubrimiento en
nuestras vidas.

—Claro que sí, Alejandro. Por otro lado, esta mañana, el área metropolitana amaneció con
mucha humedad, por lo que aconsejamos tener prudencia, si va a salir, procuré llevar paraguas.
Las posibilidades de lluvia son de un 60%.

—Bueno, vamos a iniciar nuestro recorrido informativo, vamos a ver como amaneció hoy la
capital. Y vamos a comenzar el día con nuestra compañera Selene Guzmán y su sección “Sabores
que despiertan”.

—… ¡Buenos días! Yo soy Selene Guzmán y esto es ¡Sabores que despiertan!

La escandalosa voz de Selene, acompañ ada de guitarras y tambores, terminó de despertar a


Enrique. Había estado escuchando la transmisió n desde que el televisor se encendió , pero no
había querido abrir los ojos. Todas las mañ anas, el televisor se prendía a la misma hora,
puntual al noticiero, pero el verdadero despertador de Enrique era la secció n de Selene. El
tamborileo y el requinto de Santana, le indicaban que debía abandonar su letargo.

Entresueñ os, Enrique recibía las voces de Jimena y Alejandro, la nueva fó rmula de Cadena Seis
para su noticiero matutino. Una pareja que sin duda, lograba darle frescura al noticiero má s
importante del país. Le gustaba sentirse acompañ ado de la voz de Jimena, una voz dulce,
amable con el oído matinal. Era como estar en la infancia, esa infancia de seis de la mañ ana
acompañ ada de huevos revueltos y leche tibia. Esa infancia que, como todo niñ o, despreció y
que ahora recupera a través del televisor, ya sin huevos revueltos, ya sin leche tibia.

¿Cuá ndo fue la ú ltima vez que desayuné huevos revueltos? —solía preguntarse. Con las
glá ndulas salivales henchidas de baba, Enrique rememoraba el sabor del huevo, la suavidad
esponjosa de la yema y la consistencia gelatinosa de las claras. El huevo, ese ingrediente ya
extinto que antañ o dio origen a infinidad de platillos. Desde los huevos potosinos, pasando
por la tortilla españ ola, hasta llegar a los exquisitos merengues, el postre favorito de Enrique.
Postre que hoy sobrevive só lo en su memoria.

Desde que el mundo le declaró la guerra al maltrato animal, la alimentació n perdió su estela
culinaria. El sabor se vio relegado por el sentido moral. “El hombre, alguna vez antiguo, alguna
vez salvaje, cazó para desarrollarse. Hoy, viéndose desarrollado, tiene la obligació n de
proteger lo que alguna vez le diese la vida. ¡No má s sangre! ¡No má s dolor! Por una conciencia
má s humana, declaremos la guerra a la barbarie. No má s consumo de animales”, dictaba el
có digo civil de los derechos animales.

En pro del nuevo orden, desaparecieron las carnitas y el chicharró n, los filetes y las anchoas.
No má s caldos de pollo, molitos de olla o cualquier platillo cuyo ingrediente sea de origen
animal. Bienvenidas sean las espinacas, el tofu y la soja. Bienvenida sea la leche de soja y los
copos de avena. Declarada la guerra a la barbarie, la batuta del sabor le pertenecía a los
vegetales.

Enrique ocupaba el tiempo que duraba la secció n de Selene para pensar, nada le parecía má s
repugnante que esos programas de cocina, repletos de buenos deseos y malas recetas. ¿Creían
esos idiotas que a eso se le podía llamar cocina? No hacían má s que repetir formulas. “Ahora
una taza de algas, dos pizcas de sal, un poco de jengibre, 200 gramos de harina de trigo”. Y las
pinches algas, en todos lados. La buena gastronomía murió hace muchos añ os, sentenciaba. No
le molestaba seguir comiendo algas y leche de almendras, con el tiempo, uno se acostumbra a
comer siempre lo mismo, lo que verdaderamente le molestaba era que siguieran imitando la
gastronomía carnívora. Si tanto extrañ aban comer hamburguesas, ¿por qué no regresaban al
sirloin? ¿Por qué imitar algo que desprecias? Si tan só lo fueran má s creativos. ¿Hamburguesas
de alga?

Cuando la secció n terminó , Enrique se dirigió a la cocina. Después de sus cavilaciones, se


sentía un poco asqueado, pero no lo suficiente como para perder el apetito. Abrió el
refrigerador, de donde extrajo una botella de leche de avena, la cual acompañ aría con un poco
de almendras troceadas y fruta picada. De la alacena tomó un tazó n color arena, que colocó
sobre una barra que dividía la cocina del comedor. Vació la leche, esparció las almendras y
pico la fruta. Un desayuno frugal comparado con los huevos benedictinos de cuando tenía seis
añ os.

De regreso a la habitació n, con el tazó n en mano, le subió tres niveles má s al televisor. Estaba
en comerciales. En la pantalla se anunciaba una nueva marca de algas, traídas desde Senegal,
la publicidad, comparada con la de los chinos, era sencilla, pero prometía mayores beneficios.
En la recta final del comercial, aparecía una leyenda en la parte inferior en la que se leía —
Come con conciencia—. Enrique deglutía sus cereales con indiferencia, comía porque el cuerpo
se lo exigía, no porque él lo deseara. De los pecados capitales, la gula había desaparecido.

Terminada la tanda de anuncios publicitarios, Jimena y Alejandro regresaron a la pantalla.


Eran casi las siete y Enrique aú n tenía tiempo de seguir perdiendo el tiempo, antes de tener
que irse a trabajar. Se recostó entre las colchas y reclinó los cojines hasta obtener la
inclinació n suficiente para poder mirar la televisió n có modamente. En pantalla se podían
observar a los conductores y aun tercero que Enrique no reconocía, una mujer de mediana
edad, muy delgada y muy arruada. Só lo pudo reconocerla hasta que delante de ella se
dibujaron unas letras con su nombre y ocupació n: Dra. Rosario Castelá n, Directora del
Instituto de Ecología del a UNAM. Enrique le subió dos rayitas má s al televisor.

—Muy buenos días, doctora. De antemano le agradecemos que se haya tomado la molestía de
venir hasta aquí, a platicar con nuestro público, que seguramente estará muy entusiasmado en
escucharla.

—La doctora Rosario Castelán es egresa de la Universidad Nacional Autónoma de México.


Estudió la licenciatura en biología y más tarde se especializó en temas ambientales. Tiene un
doctorado en Ecología, Conservación y Restauración de Ecosistemas y además ha sido miembro
de la Organización Mundial del Medio Ambiente y actualmente ha trabajo de manera conjunta
con el gobierno en distintos proyectos de infraestructura sustentable.

—Hoy está con nosotros para hablarnos un poco del comunicado de la OMMA, informe que ha
paralizado a todos los jefes de estado y que algunos señalan como “la noticia más importante de
la historia”.

—¿Cómo lo ve, usted? ¿Estamos ante la noticia más importante de la historia? ¿Es este el
aclamado fin? Explíquenos, por favor. Y muchas gracias por estar aquí.

—Buenos días, Jimena. Buenos días, Alejandro. Es un honor para mí estar aquí con ustedes, con
su público. ¿Por dónde empezamos? Bien. Entiendo el desconcierto que todo esto ha generado en
las personas, no es como que todos los días seamos testigos de la noticia más importante de la
historia. Sobre todo, considerando que podría ser cierto.

—¿Está usted diciendo que sí lo es?

—Bueno, lo que pasa es que después de esto, no creo que pueda haber algo más importante y en
caso de haberlo, será entendido de otra manera. ¿A qué voy con todo esto? Entiendo la
incertidumbre que hay alrededor del “árbol de la vida”, pero a la vez me extraña. Me extraña
porque el gobierno, no digamos ya el local, el gobierno mundial ha sido muy claro, muy
transparente. Desde que se inició el proyecto, la información ha estado abierta a todo el mundo,
se han hecho campañas, conferencias, pláticas e incluso se ha impartido una asignatura en las
escuelas. Vamos, que el gobierno ha sido muy puntual. Ahora, regresando al comunicado, el
oficio ha sido muy claro, pero para quienes aún no logren comprenderlo del todo, sólo deben
entender una cosa: el proyecto ha concluido.
— ¿Qué quiere decir con esto, doctora? ¿Estamos listos para la transmigración?

—En términos generales, sí. Y esto es algo que ya se veía venir, después de la Cumbre de Dakar,
los informes que dieron el Centro de Altos Estudios y la Inside Corps, eran contundentes. La única
razón por la que no habían dado luz verde a la transmigración se debía a un error mínimo, pero
lo suficientemente relevante para detener la operación. Un error que tenía que ver con el
software. Pero parece ser que los científicos de la Inside lograron solucionarlo. Era sólo cuestión
de tiempo.

—Sólo para situar al televidente, doctora. La Cumbre de Dakar se realizó, como bien sabemos, en
Agosto, luego de que los diferentes jefes de estado se reunieran con científicos y empresarios
para determinar el camino del Árbol de la vida. Ahora, ¿sería tan amable de explicar una vez que
es esto del proyecto Fotosintético o comúnmente conocido como Árbol de la vida?

—Claro que sí. Mira Alejandro, Jimena… público que nos escucha. El Árbol de la vida es un
proyecto que nació hace una década, aproximadamente, esto a raíz de un descubrimiento que se
dio en la Universidad de Sudáfrica. En Sudáfrica se había estado investigando la capacidad
sensitiva de las plantas, querían fabricar un tipo de alga resistente a todos los climas, pero los
resultados no eran muy alentadores. El científico a cargo de la investigación era el doctor Garret
Armattoe, especialista en algas y hortalizas. Armattoe era un hombre sumamente talentoso,
anteriormente había desarrollado un hibrido que no requería mucho tiempo para desarrollarse,
sin embargo, la apuesta era muy grande. Fueron años de investigación en los que nunca se
encontró nada. Nada con respecto a las algas, pero si con las lechugas y he aquí el inicio de todo
esto. El doctor Armattoe, más jugando que investigando, desarrolló un dispositivo que se
conectaba a una lechuga vulgar. Y, oh sorpresa, ¿qué encontró Armattoe? Noniceptores. Pero no
sólo noniceptores, Armattoe encontró dolor, encontró sufrimiento. Esto naturalmente puso de
cabeza al sistema mundial, que de inmediato tomó cartas en el asunto. ¿Cómo sostener un modo
de viva de la no-barbarie, si incluso las lechugas podían sentir dolor? Fue un colapso tremendo.
Esto y la crisis de los hidrocarburos, empujó a los gobiernos a buscar nuevas formas de vida,
nuevos horizontes. Y fue así como nació el proyecto Fotosintético, que básicamente es la
transmigración del cuerpo a la planta. Claro que no es la planta que todos nos imaginaríamos,
no es que vayamos a convertirnos en un pino o en un abeto. Se le llama árbol de la vida porque se
trata de un dispositivo contenedor de vida, contenedor que funcionará mediante celdas solares y
que vivirá tanto como vida tenga el sol. Ahora, el proceso usted ya lo conoce. A través del
adaptador que les fue colocado en sus centros de salud, les será conectado un cable, cable que
realizará la operación transmutadora, transportándolo así hasta el árbol de la vida.

—¿Seremos algo así como una especie de savia universal?

—Me gusta la metáfora, pero es más que eso. El árbol de la vida, además de vivir muchos años,
tiene una ventaja absoluta: erradica el dolor. No hay sufrimiento en el árbol, así como tampoco
es capaz de generarlo. Así que no se preocupe. Lo difícil será acostumbrarse a la eternidad.

—A todo se acostumbra uno, doctora. Todo sea por el bien de la humanidad. ¿Verdad, Jimena?

—Claro que sí Alejandro, a todo se acostumbra uno, menos a seguir lastimando.


—Así es Jimena. Pero bueno, doctora, se nos está terminando el tiempo y tenemos que ir a unos
breves comerciales. No sabe cuánto agradecemos el que haya estado usted aquí con nosotros. Sus
respuestas, creo, han despejado todas las dudas posibles. Y bueno, no queda más que esperar a
que llegue el día. Ya nos estaremos viendo por allá.

—No, muchas gracias a ustedes por el espacio, pero antes de irme, me gustaría aclarar una cosa.
La transmigración no va a prolongarse. Lo más probable es que en un par de horas ya estén
dando la noticia. Yo calculo que para mañana ya estemos empezando con el viaje.

—¿Tan pronto?

—Así es, no podemos seguir esperando. Si nos hemos tardado tanto en dar el paso es porque el
software no estaba listo, pero ahora que ya lo está, es un asunto de vital importancia. No
podemos seguir haciendo daño. Por eso te decía al principio que no era nada exagerado señalar
esta noticia como la noticia más importante de la historia. Lo único que los ha detenido para dar
luz verde es quizá la falta de información. Hay que llegar a todos los rincones para que nadie se
quede fuera del proyecto.

—Nadie, exceptuando a los caníbales. Tengo entendido de que ellos no serán admitidos en el
programa Fotosintético.

—No, no lo están ni deberían estarlo. Quienes estén juzgando condena alguna, no serán
admitidos en el proyecto. Es triste decirlo, pero ellos se lo buscaron.

—Concuerdo con usted, pero ya tenemos el tiempo encima. Muchas gracias por haber venido y
hasta entonces.

—Muchas gracias a ustedes, hasta luego.

—Vamos a un corte informativo y regresamos.

«Regresando: Desmantelan centro de operaciones del grupo delictivo conocido como Los
Kurowai, más de diez cerdos fueron rescatados. Y en las noticias locales, una mujer es
encarcelada por acoso animal, tenemos las imágenes. Todo esto al regresar, ya volvemos ».

Enrique estaba confundido, no podía creer que el fin del mundo estuviera tan cerca. No era
desconocido para él el dichoso proyecto e incluso ya contaba con su propia ranura craneal. De
manera que así se siente la muerte, se dijo. Uno cree estar listo para el día que esta decida
venir, pero cuando ya la tienes enfrente, no sabes có mo vas a reaccionar. Enrique creía estar
preparado, pero la cercanía del apagó n comenzaba a preocuparle. No podía terminar así, de
buenas a primeras. Ademá s, ¿estaba seguro de querer vivir por siempre? Si apenas podía
sostener su existencia de lunes a viernes, ¿podría hacerlo durante millones de añ os?

Para colmo se le había hecho tarde y pese a que el fin del mundo estaba a la vuelta de la
esquina, le preocupó no poder llegar a tiempo su trabajo. Enrique trabajaba como profesor de
historia en una preparatoria que estaba a pocos minutos de su casa

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