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LA BUENA CRIANZA

Kiara Quispe

PERSONAJES
LUCHA
BÁRBARA
LA ACCIÓN OCURRE EN LA COCINA DE UNA CASA ACOMODADA, HAY UNA
PUERTA AL FONDO QUE DIRIGE A LA LAVANDERÍA Y OTRA AL LADO QUE
CONDUCE A OTROS ESPACIOS DE LA CASA. BÁRBARA ES UNA MUJER
PROLIJA, PULCRAMENTE PEINADA, ESTÁ SOLA, AL TELÉFONO, SOSTENIDA
FIRME SOBRE SÍ MISMA. FRENTE A ELLA, EN EL PÚBLICO, HAY UNA
VENTANA QUE NO DEJA DE MIRAR.
BÁRBARA: ¿Eso qué importa? Hoy es hoy, querida, y pronostico que
será un gran día. (ESCUCHA) Así es, el arcoíris siempre viene
después de la tormenta. Eso me repito yo. Dios es misericordioso.
(ESCUCHA) ¿A qué te refieres con… ¿Quién habla a mis espaldas?
(ESCUCHA) ¿Lucy? ¿Y cómo se enteró esa cotilla? No, no me digas,
debí esperarlo, esa mujer se resiste a aceptar que anda detrás de
mí, pero ahí está, contando mis pasos como una sombra. (ESCUCHA)
Me tiene sin cuidado, nadie va a creerle ¿Verdad? (ESCUCHA) ¿Ah?
Como íntimas… ¿Qué podrían hacer Estella y Andrea con ella? ¿De
qué hablaban? ¿De su falta de modales? Esas dos gordas traidoras,
ayer sus hijos juntaban caramelos en bolsas ¡de plástico! Yo los
vi: horribles, desdentados, con la lengua de colores, los dedos
babosos y sus ropas hechas un desastre por andar revolcándose como
perros. Ni el mío es así de ordinario. (ESCUCHA) ¡Será ella la
vulgar! (ESCUCHA) ¡Escandalosos sus cuentos! De mi familia no se
puede decir nada más que halagos a nuestro estilo de vida, mi
cabeza está tranquila. Mi hija y yo hemos tomado decisiones sobre
Lucha, se va para siempre. A diferencia de esas incompetentes, yo
tengo cómo deshilarme del alboroto. Ellas han cavado su propia
tumba con su mal comportamiento, no pienso invitarlas nunca y será
mejor que tú tampoco cuentes con ninguna para nada o temo lo que
se pueda a llegar a decir de ti también.
LUCHA ENTRA A ESCENA.
BÁRBARA: Te dejo, Eliza, tengo que encargarme de la nueva
empleada.
LUCHA: La niña está llorando.
BÁRBARA: Está despedida.
LUCHA: La niña está llorando.
BÁRBARA: Ya escuchó, sube esas escaleras y llamo a la policía.
SILENCIO.
LUCHA: La niña está/
BÁRBARA: Está con su mamá.
LUCHA: Por eso.
BÁRBARA: ¿Quién te crees tú?
LUCHA: A veces solo se calma conmigo.
BÁRBARA: Usted no es su madre, Lucha. Ahora váyase.
LUCHA: No me demoro nada, señora, puedo ir a ver.

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BÁRBARA: Nadie se lo ha pedido.
LUCHA: Además, quisiera preguntar…
BÁRBARA: ¿Qué?
LUCHA: ¿La señora Piedad está de acuerdo?
BÁRBARA: Por supuesto.
LUCHA: Quisiera decir adiós.
BÁRBARA: No es necesario.
LUCHA: Explicarle a la niña.
BÁRBARA: Ella no va a entender.
LUCHA: ¿Cómo que no?
BÁRBARA: ¿Me cuestiona?
LUCHA: Hay pudín acá… (VA A ABRIR LA PUERTA DEL REFRIGERADOR, PERO
BÁRBARA SE PONE EN MEDIO) En la refri, eso le gusta a la bebe.
BÁRBARA: ¿Para qué?
LUCHA: Parece que se ha privado.
BÁRBARA: ¿Y esa es su solución? Costumbres insanas. Piedad puede
cuidar a su hija sola y si hace falta, aquí estoy yo.
LUCHA: ¿No la escucha?
PAUSA. BÁRBARA ATIENDE, PERO TODO ES COMPLETO SILENCIO.
BÁRBARA: Qué irrespetuosa.
LUCHA: Puedo quedarme a terminar el día gratis, no me importa.
BÁRBARA: ¿Gratis? Usted no trabaja más aquí por una razón. (VA
POR SU PEQUEÑO BOLSO, SACA Y CUENTA UNOS BILLETES) Su pago hasta
hoy.
NO OÍMOS, PERO LUCHA SÍ. HAY TURBULENCIAS SOBRE SU CABEZA, EN
DONDE SE ENCUENTRA LA HABITACIÓN DE LA NIÑA. CASI NO LE PRESTA
ATENCIÓN A BÁRBARA QUE LE HA EXTENDIDO EL DINERO.
BÁRBARA: La quiero fuera de la casa por grosera.
LUCHA: Se habrá estreñido, le pico papaya sino. (INTENTA
NUEVAMENTE ABRIR EL REFRIGERADOR)
BÁRBARA: No.
LUCHA: Cuando se pone así, yo le hago masajes en la barriguita
también. Pobrecita, aguantando su cuerpecito el malestar, me da
una pena, además, que se asusta fácil, aunque le distrae la música…
BÁRBARA: Ya sabrá Piedad.

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LUCHA: Mm, a veces la niñita se avergüenza, yo he visto cómo no
le dice nada a su mamá cuando se muere de ganas de ir al baño,
conmigo es otra cosa, a mí me tiene confianza.
BÁRBARA: Olvídese, Lucha y márchese ya.
LUCHA: También le soplo la pancita, la espalda. Le pongo
Chiquitita, la calma cuando le canto.
BÁRBARA: ¿Es cantante?
LUCHA: ¿”No”?
BÁRBARA: OK. (A LA VENTANA) ¡Chico!
LUCHA: ¿Pueden bajarla? Seguro ha visto al perro y quiere correr
con él.
BÁRBARA: Él no juega con niños.
LUCHA: Podría.
BÁRBARA: ¿Qué más? Afuera.
SOLO LUCHA ES CAPAZ DE ESCUCHAR EL GRITO ENSORDECEDOR DE LA NIÑA.
LUCHA: ¡Niña!
BÁRBARA: Me asustas.
LUCHA: (ESCUCHA UN MANOTAZO) ¡No!
BÁRBARA: ¡Déjese de esa actuación inútil!
LUCHA: Pídale que no le pegue/
BÁRBARA: ¡Qué tal…/
LUCHA: Por favor, la niña es chiquita/
BÁRBARA: Usted muy hábil/
LUCHA: Ella entiende cuando se le habla/
BÁRBARA: (A LA VENTANA) ¡Hey!
LUCHA: Señora Bárbara, no la subestime usté también, hay que
preguntarle qué le pasa.
BÁRBARA: ¡Oye! No te ensucies, ven acá.
LUCHA: Señora, la niña llora, por favor.
BÁRBARA: ¡Chico, escúchame! Cretino.
SILENCIO.
BÁRBARA: Mire, no sé de qué habla, pero le recuerdo que usted no
pone las reglas.
LUCHA: Subo volando, a ver si la señora Piedad algo necesita.

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BÁRBARA: ¡Que no! Avisada está. (TOMA EL TELÉFONO) Deje a Piedad,
una madre sabe criar a sus propios hijos.
LUCHA: La señora Piedad pierde la paciencia fácilmente.
BÁRBARA: Como yo. ¡No la aguanto más! Vamos afuera.
LUCHA: Me he dejado mis cosas adentro.
BÁRBARA: Apresúrese.
LUCHA DESAPARECE POR LA PUERTA DE LA LAVANDERÍA, REGRESA CON UN
PEQUEÑO BOLSO Y UNA ROPA DE BAÑO INFANTIL.
LUCHA: La niña tiene clase de inglés a las 3 y natación a las
5:30. Acá dice, pero la señora siempre se olvida. (DEJA LA PRENDA
SOBRE EL REPOSTERO) Está lavada su ropa de baño. Hay que tenérsela
lista en el bolso grande.
BÁRBARA: Tome el dinero y retírese.
LUCHA: Sus acuashú están en el baúl a los pies de su cama. Déjenla
escoger, por favor, así ella se siente importante.
BÁRBARA: El dinero y retírese.
LUCHA: Me despide de la señora Piedad, ella siempre ha sido buena
conmigo y con mi Almita.
SILENCIO.
LUCHA: Ella me dejó abrirle la puerta a mi hija. Yo le había
contado que se le haría una fiesta a la niña, pero no creí que se
iba a venir hasta acá. Se había cambiado, estaba bonita y
emocionada, sus ojitos brillosos como dos soles. Yo le dije que
se fuera, se lo prometo, pero la señora la dejó pasar y yo me la
traje a la cocina, no sé cuándo se me escapó.
BÁRBARA: Como un jabón. Quizás a mi hija, que nunca ha sido muy
inteligente, pudo manipularla, pero se acabó.
LUCHA: Para su cumpleaños le cantamos las 4 su kekito. La señora
le regaló una muñequita igualita a la niña, mi Alma agradeció y
dijo: Así practico para cuidarla cuando mi mamita ya no tenga
fuerza.
BÁRBARA: “Ohh”
LUCHA: Señora.
BÁRBARA: No me he ofrecido a sus desahogos.
LUCHA: Es que eso a usté le falta: Alma.
BÁRBARA: Malagradecida, después de la escena de ayer, nadie te va
a querer en su casa y te vas sin recomendación.
LUCHA: ¿Escena?
BÁRBARA: Humillante.

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LUCHA: Usté será/
BÁRBARA: Bárbara.
LUCHA: Con la suerte que tiene de la fluidez de palabra. ¡Yo
debería…! Ayer asustaron a mi Almita, a mi hijita, de pura maldad,
eligiéndose grandes. La llamaron Payasita.
BÁRBARA: Era el santo de mi nieta, no un circo.
LUCHA: Ella siempre dice feliz que es tartamuda porque le parece
algo único que muchos niños no tienen. Ella no lo ve como algo
malo, pero ayer se pusieron a gritar y a burlarla, me la aturdieron
todos ustedes ¿qué pensaban que iba a pasar? Fuimos nosotras las
humilladas, la calmé acá mismo no sé con qué fuerza, mientras usté
le rogaba a todas sus invitadas que no se llevaran a sus niños.
BÁRBARA: Los niños, los niños fueron los afectados, los
traumatizados y eso es su responsabilidad. ¿Usted es consciente
de la repercusión que tendrá en su desarrollo? ¡La niñez debe
protegerse!
LUCHA: ¡Ella es una niña también, por el amor de Dios! Y estaba
aterrada/
BÁRBARA: Sabrá protegerla. Si me permite un consejo: no la
exponga. No sé usted, pero mi madre me imbuyó la vergüenza, siempre
me dijo: Reconoce. Y fui una niña sin talento que nunca bailó o
cantó porque no deberíamos servir al entretenimiento indigno. Mire
a mi Piedad, una niña sin letra ni libro, sietemesina, casi rendida
desde el primer amamanto y a eso gracias que no nos va a encontrar
deprimentes. Su clase tan moderna, tan necia… “Normalizar” lo
extravagante. Pobre cría.
LUCHA: Yo siempre le he respetado, señora, a su gente, un valor
que me supo “imbuir” mi madre en vida para con los demás, mi Dios
que conoce la generosidad. Su fe parece, en cambio, de una sola
floración, su cortesía, un privilegio que a mí no me atañe porque
a su reducido concepto de sociedad valgo lo mismo que una escoba,
¿verdad? Una olla y todos los objetos de esta casa como si tuvieran
patas y habilidad para servirle como le gusta. Pero tiene suerte
de mirarme a la cara y no le diré que somos lo mismo porque le
estuviera atribuyendo a gratis mi humanidad. Qué lástima, señora,
que se parezca más a una isla que monologa, que a una persona
real. ¿Así usté construye vínculos? Pues, pregúntese, ¿cómo
pretende ser de confianza o ser si quiera agradable?
BÁRBARA: Insolente.
LUCHA: Seca, vacía, sin turismo ¿No se siente sola? Invalidando
con la misma frecuencia que uno respira, toda voz que no sale de
su boca, minimizándolas a vibraciones. Usté solo sabe cancelar,
intimidar y siempre será última su palabra. Su hija misma no es
capaz de decirle nada porque de todos modos no la reconoce. De su
nieta de azar se sabrá su cumpleaños, pero ¿cuántos años tiene?

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¿Cómo sabe qué es la familia si no es capaz de percibir sus pedidos
de auxilio?
BÁRBARA: (A SU HIJA) ¡Piedad!
LUCHA: ¡Piedad a su hija!
BÁRBARA: ¿Piedad por qué?
LUCHA: Hasta me arrepiento de juzgarla, ya veo que no es culpa
suya desconocer la vulnerabilidad. Pobre muchacha que nació en
una familia de pura distancia, condenando ahora a su niña por su
propia inexperiencia. Un agujero en lugar de amor, una madre que
le da guerra en lugar de paz, faltas que nunca se dejan de vaciar
¿Está usté segura que no está herida?
SOLO LUCHA VUELVE A ESCUCHAR UN GRITO.
LUCHA: ¡Oh!
BÁRBARA: Ahora qué le pasa.
LUCHA: ¡Su nieta me llama!
BÁRBARA: ¡Mentirosa!
LUCHA: ¡Escúchela! Dice “Lucha, Lucha” Lucha soy yo.
BÁRBARA: ¡Sandeces! ¿De dónde saca eso?
LUCHA: ¿De verdad no escucha nada, señora Bárbara? ¿Y no está
cansada?
BÁRBARA: ¡Me quieres volver loca!
LUCHA: ¡Niña, acá estoy!
BÁRBARA: ¡Ahhhh!
BÁRBARA SE LANZA SOBRE LUCHA TORPEMENTE, SE ESQUIVAN POR UN RATO
EN UN JUEGO DE MANOS. EL LLANTO INCANSABLE DE UNA NIÑA APARECE Y
SE ESCUCHA CADA VEZ MÁS FUERTE EN EL FORCEJEO HASTA QUE SE QUEDAN,
CADA UNA, EN LOS CODOS DE LA OTRA HACIENDO FUERZA. BÁRBARA LUCE
DESCOLOCADA POR ESTA NUEVA INFORMACIÓN.
BÁRBARA: ¡Vete!
SIN SOLTARLA.
LUCHA: Me voy.
BÁRBARA: Vete. Si fuera tan sensata como el reclamo. Que Dios la
perdone por no saber cuidar a su hija y querer redimirse en
compasión a una que no es de su sangre.
LUCHA: Vieja bruja.
BÁRBARA: Inteligente.
LUCHA: Hay cosas que no entenderá jamás.
BÁRBARA: Su desfachatez para condenar.

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LUCHA: El dolor humano.
PAUSA.
BÁRBARA LA ABRAZA UN TIEMPO LARGO SIN INQUIETUDES. LUCHA, LUEGO
DE UN RATO, DESCONCERTADA SE APARTA, TOMA SU PEQUEÑA CARTERA Y
SALE DE ESCENA APRESURADAMENTE. SE CIERRA UNA PUERTA CON FUERZA.
BÁRBARA REACCIONA. LOS GRITOS NO PARAN, BÁRBARA SE CONECTA CON
ELLOS: LE DUELE. Y ESA SENSACIÓN LE CAUSA UNA FELICIDAD
INQUIETANTE PERO ARRULLADORA.

APAGÓN.

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