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ISPEE

Instancia: Comunicación y Lenguaje


Comisión: 4
Profesora: Lic. Leila De Giulio

Semiótica, Comunicación y lenguaje: El signo según Peirce.*

Peirce fue un filósofo y físico norteamericano contemporáneo de Saussure que,


trabajando independientemente de éste, desarrolló una teoría de signos a la que
denominó Semiótica. Su obra se diferencia de la de Saussure porque no se ocupa sólo del
funcionamiento de la lengua sino de aspectos más generales: el modo en que el hombre
conoce la realidad.
Ambos se han constituido en los padres de dos teorías generales de los signos: una
en la cual el signo es presentado como una unidad que consta de dos componentes básicos,
otra en que se resuelve en tres. Saussure nos legó la idea de una entidad de dos caras -
significante y significado- en la que el significado designa un concepto o un contenido
mental y el significante la imagen acústica.
Peirce presenta en cambio una fórmula triádica que explica la relación lógica de
nuestro conocimiento como un proceso de significación. La función representativa del
signo no se basa en su conexión material con el objeto ni en la imagen del mismo sino en
que sea considerado como un signo por un pensamiento. Esta fórmula ternaria permite
acomodar el significado tanto a la representación mental como a los aspectos conductuales
y ambientales ya que ofrece dos valencias del significado: el significado como objeto
referente o hecho ambiental y el significado como interpretante, es decir, como otro signo
que proporciona el sentido de la atribución del primer signo a un objeto.
El signo se produce en un ámbito semiótico que es la condición lógica de su
existencia: no hay signo en tanto no se establece el ámbito semiótico que lo genera.
Peirce dirá que un signo, o representamen es algo que está para alguien, por algo en
alguna relación.
Así define los tres componentes:
Mediante el primero, el signo captará lo que de conocimiento le interesa del objeto
(fundamento); mediante el segundo, se instituirá a sí mismo como forma perceptual y
soporte sustitutivo de tal intervención (representamen); y, mediante el tercero,
proporcionará la posibilidad de modificación que, en un determinado sistema, afecta al
conocimiento o desconocimiento acerca de dicho objeto (interpretante). Existe siempre una
relación significativa, una semiosis (como acción del signo) en la que se articulan estos tres
elementos:

El representamen: Representar es la operación más propia del signo; es estar en lugar del
objeto “como el embajador toma el lugar de su país y lo representa en un país extranjero”.
Pensar es el principal modo de representar e interpretar un signo es desentrañar su
significado. El representamen no es sólo la imagen de la cosa, la reproducción sensorial del
objeto, sino que toma el lugar de la cosa en nuestro pensamiento.
El objeto (fundamento): Es aquello por lo que está el signo; aquello que representa. Es el
objeto de la realidad, al que se refieren el significado y el significante.
El interpretante: Es el signo equivalente o más desarrollado que el signo original, causado
por éste en la mente de quien lo interpreta. Las personas o intérpretes son portadores de
interpretaciones. El signo crea algo en la mente del intérprete y ese algo ha sido creado
también de una manera indirecta por el objeto del signo.

ALGO Por……………algo………………Objeto………………..FUNDAMENTO
En………alguna relación………Significante………….REPRESENTAMEN
Para…………alguien……………Significado…….…….INTERPRETANTE

Así el signo tiene la propiedad de apuntar a algo, es decir que puede considerarse
signo a todo aquello que está en lugar de algo. El segundo elemento, el objeto, es aquello
por lo que está el signo. Pero la relación entre el signo y su objeto únicamente es posible si
existe un interpretante que la establezca. El signo se da en el lugar del objeto pero no como
una sustitución total sino sólo por lo que hace a cierto contexto de referencia. El signo se
dirige a alguien, crea en la mente de esta persona un signo equivalente o más desarrollado,
y este nuevo signo es el interpretante del primer signo. Se trata de lo que el representamen
produce en la mente de la persona: por ejemplo, al escuchar la palabra "pájaro" todos
comprendemos de qué se está hablando, pero la variedad de pájaros que puedan
representarse en cada persona habrá de ser diferente en cada caso. El interpretante-
significado, ha de relacionarse con los conocimientos y saberes comunes de una cultura
determinada.
Peirce plantea que cada componente es a su vez un signo y de acuerdo a la
combinación de los elementos clasifica 9 tipos de signos. Nosotros nos focalizaremos en
aquellos en los que está en juego la relación con el objeto definiendo así tres tipos de signo:
Índice, Ícono, y Símbolo.

Índice:
Signo que se refiere al objeto que denota por estar afectado realmente por ese
objeto. Se trata de un signo que toma del objeto y transfiere al interpretante la concreta
existencia material de tal objeto. Ej: La huella que denota el paso de un animal, la veleta
que denota el sentido del viento, el rayo que denota la tormenta.

Ícono:
Signo que se refiere al objeto que denota tan sólo en virtud de las características que
le son propias, y que éste posee por igual con independencia de la existencia o no existencia
actual de tal objeto, es decir cuando se produce un reemplazo representativo por su relación
de semejanza con el objeto que refiere. Ej: Los dibujos de varón y mujer en la puerta de los
baños. El dibujo del sol y la nube para denotar un día nublado.

Símbolo:
Es un signo que se refiere al objeto que denota en virtud de una ley, que induce a
interpretar el símbolo como referido al objeto. Es por tanto el signo que permite afirmar la
correlación entre la ley existente en el objeto y la ley existente en algún interpretante, es el
punto de convergencia de la legalidad de dos sistemas: el que lo identifica en cuanto objeto
y el que lo valora como concepto. Abarca la totalidad de los signos convencionales por el
hecho de haber sido objeto de una puesta de acuerdo, expresa o tácita, fundada en algún
tipo de relación arbitraria compartida por una comunidad.

En los tres órdenes de signos, Índice, Icono, Símbolo, puede señalarse una
progresión regular. El índice está conectado físicamente con su objeto; hacen un par
orgánico, pero la mente que lo interpreta no tiene nada que ver con esa conexión, excepto
señalarla una vez establecida. El ícono no tiene conexión dinámica con el objeto que
representa, simplemente sucede que sus cualidades se parecen a las de ese objeto, y
provocan sensaciones análogas en la mente para la que es una semejanza. Pero realmente
permanece sin conexión con ellas. El símbolo se conecta con su objeto en virtud de la idea
de la mente que usa símbolos, sin la que no existiría ninguna conexión.

Semiótica y comunicación.

Al postular que los procesos semióticos únicamente implican la cooperación entre


estos tres elementos -un signo, su objeto y su interpretante- Peirce abrió la posibilidad de
mirar el mundo, las interacciones y la comunicación que en él ocurren, desde una
perspectiva que enlaza fenómenos biológicos y culturales. Los fenómenos sígnicos se
extienden más allá de lo que intuitivamente se considera producción de significado.
Cualquier hecho puede ser un hecho sígnico si es signo para un interpretante. El ruido de
pasos sobre el suelo crujiente de un bosque será signo si existe algún interpretante para el
cual el ruido esté en lugar de alguna otra cosa: de un animal que se acerca, de un cazador al
acecho; un fenómeno natural, como el humo será signo de fuego si existe algún
interpretante para el cual el humo remita al fuego. Las narraciones son fenómenos sígnicos
así como los gestos.
Basado en esta clasificación Bruner plantea tres modos básicos mediante los cuales
el hombre representa sus modelos mentales y la realidad, como habilidades de
representación: Podemos representar sucesos por acciones, por imágenes o por símbolos,
como las palabras. El primer tipo sería la Representación actuante (enactiva): consiste en
representar cosas mediante la acción inmediata de la persona. Este tipo de representación
ocurre marcadamente en los primeros años de la persona, Bruner la ha relacionado con la
fase sensorio-motriz de Piaget en la cual se fusionan la acción con la experiencia externa.
La Representación icónica: consiste en representar cosas mediante una imagen o
esquema espacial independiente de la acción. Sin embargo tal representación sigue teniendo
algún parecido con la cosa representada. La elección de la imagen no es arbitraria.
Representar icónicamente un objeto significa transcribir mediante artificios gráficos (o de
otra clase) las propiedades culturales que se le atribuyen.
Y la Representación simbólica: Consiste en representar un hecho mediante un
símbolo arbitrario que en su forma no guarda relación con la cosa representada. La
representación simbólica, mediante el lenguaje, puede usarse para describir estados,
imágenes y cosas, lo mismo que sus relaciones mutuas. También se puede usar para
prescribir acciones. Los tres modos de representación son reflejo de desarrollo cognitivo,
pero actúan en paralelo.
Dentro de la representación enactiva encontramos los gestos, estos últimos ocupan
un lugar singular en el desarrollo de la comunicación ya que poseen un rasgo que los torna
peculiares: son una de las primeras acciones con una intención significativa; es decir,
permiten suponer que quien los realiza tiene la intención de producir un significado en el
otro hacia quien dirige su signo. Los tempranos gestos comunicativos del niño, como
señalar un objeto o el pedir ser alzado en brazos son signos en los que se manifiesta la
intención de comunicar, la intención de que su signo sea significativo para otro.
Existen distintos tipos de gestos que podemos relacionar con los tres tipos de signos
expuestos ya que constituyen distintos niveles de representación:
Los gestos deícticos son aquellos que se presentan a manera de acciones o
conductas como apuntar, mostrar, ofrecer, dar y realizar peticiones para dirigir la atención
del adulto hacia un objeto por el cual siente interés o necesidad de obtenerlo. Serían
Índices.
Los gestos pantomímicos, que serían icónicos, son aquellos que acompañan el
lenguaje verbal. Pueden ser formales si están prescritos culturalmente o improvisados si
surgen en circunstancias especiales y acompañan otras formas de expresión.
Y semánticos que son aquellos gestos simbólicos como los usados en la lengua de
señas.
Esta y otras redes conceptuales teóricas nos aportan elementos para la comprensión
de las modalidades comunicativas de nuestros alumnos. En el espacio áulico conectarnos
con la modalidad que tiene el otro nos permite diferenciarnos y simultáneamente
aprehender sus cualidades para adecuarnos y acompañarlo en un interjuego de
subjetividades.
Poder entrar en ese espacio virtual compartido de emocionalidad, cognición y
confianza es lo que habilitará la comunicación.

* Texto tomado de la Cátedra de Psicomotricidad y Fonoaudiología de la Carrera de


Licenciatura en Fonoaudiología. Facultad de Medicina. UBA.

Bibliografía
Bampa, S., Zgryzek, S. “Lenguaje: Colaboración y Conflicto” Ed. Gemma. Bs.As.
Argentina. 1998

Español, S. “Cómo hacer cosas sin palabras” Ed. A. Machado Libros. Madrid. España.
2004

Magariños de Morentin, J.A. El Signo. Las fuentes teóricas de la semiología. Saussure,


Peirce, Morris. Ed. Hachete. Bs. As.1983

Psicomotricidad y Fonoaudiología. Segundas Jornadas en Homenaje a Berta Derman: El


conocimiento Científico: Un desafío para la fonoaudiología. “De las Señales Compartidas
al la Comunicación Decodificada”. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Medicina.
2014.

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