Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Importante Recordad:
Antes de comenzar con el tema del gran cisma en la iglesia, debemos recordar en la lectura
#3 de la clase, leímos que el imperio se dividió ya que este era uno solo. En el año 285, el
imperio habría crecido demasiado para ser regido por el gobierno central de Roma y fue
dividido por el emperador Diocleciano en dos partes: el imperio de Oriente y el imperio de
occidente
Asi es como estas regiones se gobernaban por separado, y a la postre eran vistas de manera
individual y no conjunta. Lo mismo pasaría en su desarrollo teológico ya que por separado
tenían inclinaciones y conclusiones teológicas distintas.
Asuntos políticos
Asuntos litúrgicos
Asuntos teológicos
Las diferencias teológicas también separaban las dos regiones. Oriente tendía hacia el
método alegórico de interpretación bíblica, y Occidente enfatizaba el método gramático-
histórico.
La ruptura final vino en el año 1054, cuando
el patriarca de Constantinopla Miguel
Cerulario (1043–1058) aspiró a la autoridad
papal. El condenó que la iglesia occidental
usara pan sin levadura en la eucaristía. El
Papa León IX (1049–1054), reformador
devoto, que veía el fortalecimiento del oficio
de papa como parte de la reforma, envió a
sus embajadores a mediar con Miguel.
Incapaz de obtener un arreglo con éste, los
delegados de León lo excomulgaron a él y a
sus seguidores en la iglesia de Santa Sofía el
16 de julio de 1054. A su vez, Miguel
anatemizó al Papa León y a quienes lo seguían. La unidad de la iglesia fue rota
permanentemente. El Oriente de lengua griega y el Occidente de lengua latina no pudieron
ponerse de acuerdo, porque en más de una forma no pudieron entenderse el uno al otro.
Conclución:
Una de las lecciones aprendidas del cisma concierne al poder, la política y el control, y cómo
ninguno de estos son buenos para la Iglesia. Uno de los nuncios papales que se reunía con
Cerulario informó al patriarca que «Pedro y sus tienen una jurisdicción sin trabas sobre toda
la Iglesia », añadiendo que «Nadie debe interferir con su posición, porque el Sumo Vidente
no es juzgado por nadie». El dicho de que «el poder corrompe y el poder absoluto corrompe
absolutamente», ciertamente aplica aquí.