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El Tratado del Pilar fue un pacto firmado en Pilar (República Argentina) el 23 de febrero de 1820,

entre Manuel de Sarratea (electo como gobernador provisorio de la Provincia de Buenos Aires) y
dos de los gobernadores de la Liga Federal: Estanislao López (Provincia de Santa Fe) y Francisco
Ramírez (Provincia de Entre Ríos). El pacto se firmó después de la derrota de las tropas unitarias -
casi en su totalidad porteñas -en la primera Batalla de Cepeda (del 1 de febrero de 1820).

Buenos Aires había caído en un desorden, en consecuencia el 16 de febrero de 1820 se convocó


un Cabildo Abierto en el cual se creó una Junta de Representantes, la cual designó a Manuel de
Sarratea como gobernador interino de la provincia de Buenos Aires. Éste se propuso llegar a un
acuerdo con López y Ramírez, firmando el tratado en la localidad bonaerense de Pilar.

Las principales disposiciones del tratado fueron que:

 Proclamaba la unidad nacional y el sistema federal (preconizado por José Gervasio


Artigas).

 Convocaba, en el plazo de 60 días, a una reunión de representantes de las tres provincias


en el convento de San Lorenzo, para convenir la reunión de un congreso que permitiese
reorganizar el gobierno central.

 Establecía el fin de la guerra y el retiro de las tropas de Santa Fe y Entre Ríos a sus
respectivas provincias.

 Buenos Aires se comprometía a ayudar a las provincias de Santa Fe y Entre Ríos en caso de
ser atacadas por los luso-brasileños.

 Los ríos Uruguay y Paraná se declaraban navegables para las provincias amigas.

 Concedía una amplia amnistía a los desterrados o perseguidos políticos.

 Determinaba el enjuiciamiento de los responsables de la administración anterior “por la


repetición de crímenes con que se comprometía la libertad de la Nación”

 Disponía la comunicación del tratado a José Artigas, “para que siendo de su agrado,


entable desde luego las relaciones que puedan convenir a los intereses de la Provincia de
su mando, cuya incorporación a las demás federadas, se miraría como un dichoso
acontecimiento”.

Un compromiso secreto entre los dos gobernadores federales y Sarratea preveía la entrega, a los
dos primeros, de auxilios y armas. Los dos gobernadores fueron invitados por el gobierno de
Buenos Aires, ciudad donde estuvieron en calidad de huéspedes.

López y Ramírez, fortalecidos por su victoria frente a Buenos Aires, desconocieron la autoridad de
Artigas, que les había impuesto como condición previa a todo compromiso la obligación de Buenos
Aires de declarar la guerra a Portugal para liberar a la Banda Oriental, que se encontraba invadida
por las tropas lusitanas desde 1816. La razón de la postura de López y Ramírez era que Artigas

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había sido definitivamente derrotado en la Batalla de Tacuarembó por los lusobrasileños.
Consideraban más correcto estratégicamente reorganizar sus provincias y abandonar de momento
la guerra contra los lusobrasileños que les imponía la estrecha alianza con Artigas.

Los gobernadores de Santa Fe y de Entre Ríos (y luego de Corrientes) consideraban fuera de sus
prioridades continuar con la guerra contra la Invasión Luso-brasileña. Suponían que esto
arrastraría a sus provincias a una guerra defensiva en su propio territorio y debían concentrar sus
fuerzas para imponerse a Buenos Aires que, en ese momento, les parecía más amenazante a sus
intereses. Toda la Provincia Oriental, la parte Este de Corrientes y casi toda la Provincia de
Misiones se encontraban bajo el poder de los invasores lusobrasileños, que podrían atacar a sus
provincias impunemente tal cual estaba ocurriendo con la de Entre Ríos que vio ocupada su capital
de entonces (Concepción del Uruguay) por tropas lusobrasileñas (Sorpresa del Arroyo de la China).
Para frenar la invasión lusobrasileña lo único que parecía viable a López y Ramírez era aceptar una
alianza con los unitarios, aunque éstos fueran enemigos declarados de Artigas. Creyeron
conseguirlo con Sarratea, que también era uno de los federales victoriosos, ahora al mando de
Buenos Aires. Artigas fue olvidado. Si tal alianza salvó a la Mesopotamia argentina de una anexión
al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, también sirvió para confirmar la anexión al mismo de
la Banda Oriental.

Artigas consideró la firma del Tratado del Pilar como una traición a la causa de los Pueblos Libres,
que acarreaba como primera y más urgente consecuencia la aceptación de la caída de la Banda
Oriental bajo el yugo portugués. La consecuencia lógica de estos hechos sería la guerra entre
Artigas y Ramírez, que llevaría al caudillo oriental al exilio, con su definitiva desaparición como
figura pública.

El chileno José Miguel Carrera se desentendió de la guerra del litoral y movilizó su ejército


hacia Chile. Desplegó una compleja campaña de muchos éxitos, grandes desplazamientos y no
pocos sufrimientos. Estuvo cerca de lograr su propósito, pero finalmente fue detenido
en Mendoza, en la batalla final de Punta de Médano, tras la cual fue ejecutado.

El Tratado de Pilar es uno de los pactos preexistentes a los que hace mención el preámbulo de
la Constitución Argentina.

El Tratado del Cuadrilátero fue un pacto firmado el 25 de enero de 1822 entre representantes de
las provincias argentinas de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes. El tratado buscaba ser
un pacto ofensivo-defensivo entre las provincias firmantes ante un ataque luso-brasileño desde la
Banda Oriental, lo cual era visto como muy probable. También quería establecer la paz luego de la
derrota del caudillo entrerriano Francisco Ramírez, que en 1821 había invadido Santa Fe y
Córdoba, sin éxito.

Fue firmado por:

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Francisco Fernández de la Cruz, por Buenos Aires;

Juan Francisco Seguí, por Santa Fe;

Casiano Calderón, por Entre Ríos;

Juan Nepomuceno Goitía, por Corrientes.

El pacto establecía:

La paz y unión de las cuatro provincias y una alianza ante una posible agresión extranjera, de
españoles o portugueses (y brasileños).

La libre navegación de los ríos para las provincias firmantes.

El retiro de los diputados del diminuto congreso de Córdoba.

Cualquiera de las provincias contratantes podía convocar un congreso cuando creyese llegada la
oportunidad conveniente.

La alianza de Buenos Aires con las provincias del Litoral, asegurada mediante subsidios a los
gobiernos, le dio oportunidad a Buenos Aires de neutralizar al gobernador cordobés Juan Bautista
Bustos, quien esperaba una organización del País con un congreso que estableciera ya desde 1825
una Constitución Nacional.

TRATADO PUBLICO ENTRE LOS GOBIERNOS DE LAS PROVINCIAS DE CORDOBA Y BUENOS AIRES [1]

[21 de septiembre de 1827]

Estipulaciones acordadas entre el Gobierno de la Provincia de Córdoba y el gobierno de la


provincia de Buenos Aires.

El deseo de asegurar la libertad y los derechos de los pueblos y establecer solidamente la paz
interior de la Republica, facilitando todos los medios que conduzcan a arraigar en ellos la mutua
cordialidad y confianza, determinó al gobierno de la Provincia de Córdoba ha despachar a su
enviado, el Dr. D. Francisco Ignacio Bustos, ha tratar con el Gobierno de la Provincia de Buenos
Aires todo lo concerniente a este objeto, y después de haber presentado sus credenciales, y
reconocido debidamente su carácter; el gobierno de Buenos Aires, facultado especialmente para
este caso por la Honorable Junta de Representantes de su Provincia, autorizó por su parte a su
Ministro Secretario de Gobierno, D. Manuel Moreno, para tratar todos los puntos que el interes

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común de las citadas dos provincias y del estado en general demandasen, y habiendo ambos
conferenciado y discutido la materia, convinieron en los artículos siguientes.

Articulo 1º. Reconociéndose ambas Provincias por iguales y con unos mismos derechos, forman
desde luego el más solemne compromiso de sostenerse mutuamente, y defender sus actuales
instituciones, reconociendo por puntos cardinales formar Nación y cooperar a la guerra contra el
Emperador del Brasil.

Articulo 2°. La Provincia de Buenos Aires procederá con la posible brevedad al nombramiento de
dos Diputados para la Convención que se ha de formar para arreglar los negocios generales del
país, que según su voto deberá ser en Santa Fe o San Lorenzo; disponiendo se pongan en camino
tan luego que el gobierno de Córdoba (como que está en contacto con las provincias mas lejanas)
avise el día en que se haya de verificar la apertura de sus sesiones, e igualmente el lugar de la
reunión por la mayoría de los votos de las mismas provincias, a que desde luego Buenos Aires se
somete.

Art. 3°. Los dos gobiernos contratantes se comprometen a ejercitar todos los medios que estén a
sus alcances para que dicha reunión se verifique el 1º de noviembre entrante.

Art. 4°. En caso que los Diputados de las demás provincias, ya sea en parte, o en el todo, no hayan
arribado al lugar de la reunión el día que queda señalado, los dos gobiernos se comprometen no
obstante a enviar los suyos, para demostrar de este modo sus deseos eficaces de efectuarla, y
para servir de ejemplo a los otros.

Art. 5°. Las instrucciones con que una y otra provincia deben remitir sus Diputados a la Convención
serán dirigidas a los objetos siguientes: nombrar un Ejecutivo Nacional provisorio para objetos de
paz y guerra y relaciones exteriores; autorizarlo para los gastos que demanden estos negocios de
los fondos que sobre el crédito común se pueda proporcionar, o suplementos que pueda recabar;
dar bases al Congreso Constituyente que después se debe reunir en el tiempo que por la
Convención se designe; deslindar con precisión las atribuciones y deberes del Congreso
Constituyente; fijar desde luego la forma de gobierno que deberá ser, según el voto ya expresado
de las provincias, la forma federal, y proveer a la seguridad del país en las circunstancias actuales.

Art. 6°. El gobierno de Córdoba cooperará a autorizar, por parte de su provincia, con las
atribuciones de Ejecutivo Nacional, a los objetos de paz y guerra y relaciones exteriores, al
gobierno de Buenos Aires, ínterin se reúne la Convención.

Art. 7º. La provincia de Córdoba mandará un Regimiento de 600 plazas para ser empleado en las
atenciones de la guerra. El nombramiento de los Jefes y oficiales de esta fuerza, será privativo de
la provincia remitente.

Art. 8°. En caso de vacante o baja, por cualquier motivo que fuese, el General bajo que sirva
aquella fuerza proveerá interinamente su reemplazo; pero le dará cuenta a la provincia, por
conducto de la de Buenos Aires, para que nombre los que deban suceder en los destinos de tales
Jefes y oficiales.

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Art. 9°. Los recursos para mover la dicha fuerza, y darle para su salida en Córdoba una paga que
sufrague su equipamiento, los facilitará el gobierno de Buenos Aires de los fondos destinados para
las atenciones de la guerra.

Art. 10. Siempre que sea preciso otro auxilio ulterior de gente, la provincia de Córdoba ofrece
desde luego prestarlo, en los mismos términos, y bajo las mismas condiciones que arriba quedan
expresadas.

Art. 11. A la conclusión de la guerra, la fuerza de Córdoba será restituida a su provincia en el


estado en que se encuentre; obligándose entretanto sus autoridades a cuidar de la aprensión, y
vuelta de los desertores que puedan evadirse del lugar en que estén sirviendo, y hayan retiradose
a sus hogares.

Art. 12. La provincia de Buenos Aires hará todo esfuerzo para remitir de su distrito los
reclutamientos posibles para engrosar el ejército de operaciones, y sostener del modo mas firme
la campaña, como lo ha hecho hasta el presente.

Art. 13. Las estipulaciones presentes serán ratificadas por los dos gobiernos contratantes, en el
término de tres días de la fecha por parte del gobierno de Buenos Aires, y en el de diez días
después de la llegada del enviado de Córdoba a su Provincia; y se canjearán mutuamente.

El Pacto Federal fue un tratado suscrito en la ciudad argentina de Santa Fe el 4 de enero de 1831
por las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, integrantes de las Provincias Unidas del
Río de la Plata, en el que se constituyó una alianza ofensiva y defensiva entre esas provincias
federales para hacer frente a la Liga Unitaria formada poco antes. Por razones de renuncia de su
representante, la provincia de Corrientes, que participó en las discusiones preliminares, adhirió al
pacto posteriormente, incorporando su diputado a la Comisión Representativa el 19 de agosto de
1831. El Pacto Federal es considerado como el punto de arranque del período de transición,
finalizado con el regreso de Juan Manuel de Rosas al gobierno de Buenos Aires en 1835, entre los
períodos históricos de la organización de la República Argentina denominados Provincias Unidas
del Río de la Plata y Confederación Argentina.

Proyectos de tratado[editar]

José María Roxas y Patrón.

Se decidió confiar a Roxas y Patrón y a Ferré la redacción de un proyecto de tratado. El diputado


correntino planteó tres puntos:

Que debía permanecer la representación de las provincias ligadas, hasta tanto se organizase la
nación, con atribuciones determinadas

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Que esa misma representación debía hacer lo imposible para conseguir la organización general del
país

Que la misma representación arreglase el comercio extranjero y la navegación de los ríos

Roxas y Patrón se opuso a estas ideas, alegando no poseer las facultades para tratar esas
cuestiones, por lo que el 24 de julio el diputado por Buenos Aires presentó su proyecto de tratado.
En un memorándum explicativo señalaba que era cierto que los habitantes de las demás
provincias debían pagar, en la aduana de Buenos Aires el precio de lo que consumían y además los
derechos de exportación de productos. Pero alegaba que Buenos Aires afrontaba la deuda
nacional, velaba por la seguridad en las costas y vigilancia del Río de la Plata, mantenía agentes y
cónsules en países extranjeros, atendía las relaciones exteriores y respondía a los perjuicios
causados por los corsarios de la república. Ferré le contestó con otro memorándum donde
criticaba la libre importación de productos y la exclusividad del puerto de Buenos Aires, bases del
comercio de esa época. Proponía la habilitación de otros puertos, entre ellos el de Santa Fe, la
prohibición de la importación de algunos productos y que los ingresos de la aduana beneficiasen a
todas las provincias.

En su proyecto Ferré proponía que la comisión de diputados de todas las provincias tuviera a su
cargo las tareas de hacer la paz y declarar la guerra, organizar los ejércitos, decidir la utilización de
los fondos para sostener a estos e invitar a todas las provincias a un congreso general que las
organizara y declarara una constitución. Hasta que llegase ese momento, la comisión atendería el
comercio exterior, regularía la navegación de los ríos Paraná y Uruguay y promovería el desarrollo
industrial. Roxas y Patrón permaneció inflexible y Ferré optó por retirarse de las negociaciones.

El Acuerdo de San Nicolás fue un pacto firmado el 31 de mayo de 1852 y ratificado por trece
provincias argentinas, de las que estaba exceptuada la Provincia de Buenos Aires. Redactado en 19
artículos, su objetivo fue sentar las bases de la organización nacional de la Argentina y sirvió como
precedente a la sanción de la Constitución de 1853, figurando genéricamente como uno de los
«pactos preexistentes» mencionados en el preámbulo de la Constitución.

El Acuerdo nombró a Justo José de Urquiza como director provisorio de la Confederación


Argentina, estableció la vigencia del Pacto Federal de 1831 y dispuso la reunión de un Congreso
General Constituyente en la ciudad de Santa Fe.

El 6 de abril de 1852, se procedió a la firma del «Protocolo de Palermo», tras una reunión
celebrada entre los gobernadores de Buenos Aires, Corrientes, el representante de Santa Fe y el
representante de Entre Ríos. El Protocolo nombró a Justo José de Urquiza para dirigir las
Relaciones Exteriores de la República, hasta tanto que, reunido el Congreso Nacional, se

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estableciera definitivamente a quién correspondería ocupar el cargo. Dos días después, el 8 de
abril, Urquiza invitó a los gobernadores de las provincias, a una reunión que se desarrollaría el 20
de mayo, en San Nicolás de los Arroyos.

Deliberaciones y firma del Pacto[editar]

El 29 de mayo fue la fecha en que se comenzaron las deliberaciones para determinar cuáles serían
las bases de la organización nacional. El Acuerdo de San Nicolás fue firmado el 31 de mayo de
1852. Los representantes de las distintas provincias que adhirieron al Pacto fueron:

Justo José de Urquiza (Provincia de Entre Ríos) y también por la Provincia de Catamarca;

Vicente López y Planes, (provincia de Buenos Aires);

Benjamín Virasoro (Provincia de Corrientes);

Domingo Crespo (Provincia de Santa Fe);

Pedro Pascual Segura (Provincia de Mendoza);

Nazario Benavídez (Provincia de San Juan);

Pablo Lucero (Provincia de San Luis);

Manuel Taboada (Provincia de Santiago del Estero);

Celedonio Gutiérrez (Provincia de Tucumán);

Manuel Vicente Bustos (Provincia de La Rioja).

Posteriormente, las provincias de Salta, Jujuy y Córdoba firmaron su adhesión. La provincia de


Buenos Aires no ratificó el acuerdo.

Disposiciones del Acuerdo[editar]

Diversos autores creen que el texto definitivo del Acuerdo fue propuesto por Juan Gregorio Pujol,
secretario de Urquiza en esta oportunidad. Constaba de 19 artículos dispositivos y uno adicional:

En el primer artículo se declaró al Tratado, celebrado el 4 de enero de 1831, como Ley


fundamental de la República y determinó que debería ser observado y puesto en ejecución por el
Encargado de las Relaciones Exteriores de la Nación.

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En los artículos 4 y 5 se menciona el llamado a un Congreso General Constituyente, que se llevaría
a cabo en el mes de agosto venidero, realizándose la elección de los Diputados que tomarían parte
del Congreso. Se seguirían las reglas establecidas por la Ley de elecciones para la elección de los
diputados de las Legislaturas Provinciales. Se declara a todas las provincias iguales en derechos y el
número de representantes sería de dos diputados por cada provincia.

En los artículos 6 y 7 se menciona que el Congreso sancionaría la Constitución Nacional,


consensuada por mayoría de sufragios, colocando los intereses de la Nación por encima de los de
las provincias.

El artículo 8, declara que los diputados no podrán ser juzgados por sus opiniones, ni acusados por
ningún motivo, ni autoridad alguna hasta que no esté sancionada la Constitución, aunque las
provincias podrían retirarlos y reemplazarlos de considerarlo oportuno.

Según lo dictado en el artículo 11, el Congreso se llevaría a cabo en la ciudad de Santa Fe.

En el artículo 15 se otorgan facultades ejecutivas a Urquiza y lo nombra como Director Provisorio


de la Confederación Argentina.

El artículo adicional invita a las provincias que no firmaron el Acuerdo a adherirse al mismo a
través del Director Provisorio de la Confederación Argentina.

El rechazo de Buenos Aires[editar]

El rechazo de Buenos Aires al Acuerdo radicó fundamentalmente en lo declarado en los artículos 5,


11, 15, 18 y 19. Se negaba a que las provincias tuvieran el mismo número de diputados y a que se
realizara el Congreso en Santa Fe, pues no podría controlarlo ni imponer sus ideas. Además se
opuso a que un caudillo del interior —como lo era Urquiza— fuera nombrado Director Provisorio
de la Confederación Argentina. Tampoco aceptaba que las provincias aportaran un porcentaje de
lo recaudado por su comercio exterior al mantenimiento del gobierno, porque, de ese modo,
Buenos Aires sería la provincia que más aportaría.

Las discusiones durante las jornadas de junio llevaron al rechazo del Acuerdo por la legislatura
porteña. Un golpe de estado dado por Urquiza la obligó momentáneamente a aceptarlo, pero la
revolución del 11 de septiembre de 1852 llevó al poder a los opositores del mismo, que lo
desconocieron oficialmente.

Consecuencias del Acuerdo de San Nicolás[editar]

Las consecuencias más relevantes del Acuerdo fueron básicamente dos: la primera fue la sanción
de la Constitución de 1853, que entró en vigencia dentro de la Confederación Argentina. Fue
sancionada el 1 de mayo de ese año y al año siguiente fue electo Urquiza como primer presidente,

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por un lapso de 6 años. La segunda fue la separación del Estado de Buenos Aires del resto de la
Confederación. Esta situación perduraría hasta 1860, tras la derrota militar de Bartolomé Mitre a
manos de Urquiza, en la Batalla de Cepeda.

El Pacto de San José de Flores, a veces denominado también Pacto Unión San José de Flores, Pacto
de Unión Nacional, Convenio de Unión o Pacto de Familia, fue un "convenio de paz y unión"
firmado entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires el 11 de noviembre de 1859,
luego de la victoria de la Confederación en la Batalla de Cepeda. Mediante el Pacto la provincia de
Buenos Aires se declaró parte de la Confederación Argentina y se comprometió a aceptar la
Constitución de 1853, luego de que una convención constituyente especial analizara las reformas
propuestas por la provincia. Aún sin mencionar expresamente la eventual federalización de la
Ciudad de Buenos Aires que disponía la Constitución de 1853, el Pacto reconoció la integridad
territorial de la provincia, aceptando que cualquier división de la misma debía ser consentida por
la legislatura provincial.

El Pacto de San José de Flores fue complementado pocos meses después por el Convenio
Complementario del 6 de junio de 1860 y ejecutado el 25 de septiembre de dicho año, al realizarse
la reforma constitucional de 1860, ratificada por Buenos Aires el 21 de octubre del mismo año. En
1861 una nueva guerra entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires, finalizó con
la victoria de los porteños en la Batalla de Pavón del 17 de septiembre, causando el derrocamiento
de las autoridades nacionales y la toma de facto del poder de la Confederación, por el hasta ese
momento gobernador del Estado de Buenos Aires Bartolomé Mitre, reunificándose así ambos
estados definitivamente.

Antecedentes[editar]

Desde fines de 1852, la Argentina estuvo dividida en dos estados separados, sin más relación que
la diplomacia y el comercio: la Confederación Argentina, formada por las trece provincias del
interior, y el Estado de Buenos Aires, formado por la actual provincia de Buenos Aires. La división
se había originado por la negativa de Buenos Aires a refrendar el Acuerdo de San Nicolás y a
participar en la sanción de la Constitución Argentina de 1853.

La división puso en serios aprietos a la Confederación, más que a Buenos Aires, ya que la principal
fuente de impuestos, la Aduana de Buenos Aires, permaneció controlada por el gobierno porteño.
Por otro lado, si bien nominalmente los países europeos y americanos reconocían solamente a la
Confederación, sus diplomáticos preferían residir en Buenos Aires, ciudad mucho más grande y
cómoda que la entonces pequeña capital de la Confederación, Paraná.

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El gobierno porteño contaba con algunos aliados en el interior, sobre todo el gobernador de la
provincia de Santiago del Estero, Manuel Taboada, y poderosos partidos liberales en Salta,
Corrientes, Tucumán y San Juan. Cuando los liberales de San Juan lograron apoderarse del
gobierno provincial por medio del asesinato del caudillo federal Nazario Benavídez, estalló la
guerra entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires. No duró mucho, y
básicamente se limitó a la batalla de Cepeda, del 23 de octubre de 1859.

Negociaciones[editar]

Mientras la prensa porteña y el gobernador Valentín Alsina proferían insultos contra los federales,
convocando al pueblo a la defensa a toda costa de la capital, el general vencido, Bartolomé Mitre,
retrocedió con su infantería hasta la ciudad.

El presidente Justo José de Urquiza tenía orden del Congreso Nacional de incorporar a Buenos
Aires por la fuerza, pero — después de la batalla — prefirió las negociaciones. En su avance hacia
la capital, emitió una proclama, que anunciaba:

"Ofrecí la paz antes de combatir y de triunfar. La victoria, y dos mil prisioneros tratados como
hermanos, es la prueba que ofrezco de la sinceridad de mis buenos sentimientos y de mis leales
promesas. No vengo a someteros bajo el dominio arbitrario de un hombre, como vuestros
opresores lo aseguran; vengo a arrebatar a vuestros mandones el poder con que os conducen por
una senda extraviada, para devolvéroslo... Desde el campo de batalla os saludo con el abrazo del
hermano. Integridad nacional, libertad, fusión, son mis propósitos."

El general Justo José de Urquiza.

El gobernador Felipe Llavallol.

Urquiza no quería que se repitiera lo ocurrido en 1853, durante el sitio de Buenos Aires iniciado
por Hilario Lagos, en que la moral de la tropa sitiadora decayó completamente. Propuso iniciar de
inmediato la paz y la unión; de lo contrario, atacaría la ciudad.

El general Francisco Solano López, hijo del presidente paraguayo, había intentado mediar entre los
contendientes poco antes de la batalla de Cepeda. Aún estaba en Buenos Aires cuando se supo la
noticia de la derrota, y entonces volvió a proponer al gobernador Alsina las bases exigidas por

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Urquiza. Entre ellas se destacan la primera, que decía, escuetamente, "Integridad nacional"; la
segunda, que prometía la revisión de la Constitución Nacional por el Estado de Buenos Aires, pero
no antes de 1863; y la quinta, que promete no castigar a los responsables de la revolución porteña
de 1852.

Poco después, el ejército de la Confederación acampó en el pueblo de San José de Flores, muy
cerca de la capital. Allí se dirigieron los mediadores porteños: Juan Bautista Peña, Carlos Tejedor y
Antonio Cruz Obligado. Por la Confederación, Urquiza nombró a Tomás Guido, Juan Esteban
Pedernera y Daniel Aráoz.

Los delegados porteños pidieron el retiro del ejército nacional de la provincia, pero los federales se
negaron a continuar las negociaciones mientras no se retirara esa exigencia, lo que se hizo. Por
unos días, las negociaciones fueron discutidas amigablemente, hasta que el 7 de noviembre,
Urquiza exigió el cambio de todo el gobierno porteño, incluido Alsina. Las negociaciones se
interrumpieron.

Al saber que Alsina se había negado, Urquiza ordenó comenzar el avance sobre Buenos Aires. A
pedido de López, Urquiza pospuso el ataque, pero sólo por 24 horas. El día 8, un grupo de
legisladores de Buenos Aires solicitó la renuncia al gobernador, argumentando que su
permanencia en el cargo "era en ese momento inútil para la paz como para la guerra".

Alsina imaginó un proyecto absurdo: retirar el gobierno de la ciudad y mudarlo al sur de la


provincia, donde se formaría un nuevo ejército. Consultó a Mitre, que rechazó completamente el
proyecto. Falto de apoyo, Alsina y el ministro Dalmacio Vélez Sarsfield renunciaron. Para sustituir a
Alsina en la gobernación, fue designado el presidente del senado provincial, Felipe Llavallol.

López aprovechó la renuncia para pedir — y conseguir — de Urquiza una suspensión de


hostilidades de más largo plazo. Las negociaciones pudieron continuar.

El Pacto[editar]

El día 9, López comenzó una serie de entrevistas casi sin descanso con los mediadores de ambos
bandos. El 11 de noviembre, finalmente, se firmó el Pacto y se canjearon los prisioneros de guerra.

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El texto final del Pacto era muy similar a la propuesta de Urquiza anterior a Cepeda, con algunas
variantes. Las cláusulas más importantes fueron:

Buenos Aires se declaraba parte integrante de la Confederación Argentina.

El gobierno porteño convocaría una convención provincial, que revisaría la Constitución Nacional y
podría proponer reformas a la misma.

En caso de que se propusieran reformas, éstas serían discutidas por una Convención Nacional
Constituyente, a reunirse en Santa Fe, con la participación de todas las provincias.

El territorio de Buenos Aires no podría ser dividido sin el consentimiento de su Legislatura. Eso era
particularmente importante debido a que la Constitución establecía que la capital de la Nación era
la ciudad de Buenos Aires, y que debía ser federalizada.

Buenos Aires se abstendría en delante de mantener relaciones diplomáticas con otras naciones.

La provincia de Buenos Aires conservaba todas sus propiedades y edificios públicos, con excepción
de la Aduana, que pasaba a ser propiedad de la Nación.

Se establecía un perpetuo olvido de todas las causas que había provocado la desunión; este incluía
una amplia amnistía para los participantes en las disensiones pasadas.

El ejército nacional se retiraba de la provincia de Buenos Aires.

Fue firmado por Juan Bautista Peña y Carlos Tejedor, como representantes del Estado de Buenos
Aires, Tomás Guido, Daniel Aráoz y Juan Esteban Pedernera por la Confederación, y el general
paraguayo Francisco Solano López, como mediador.

La reforma de la Constitución Nacional[editar]

Artículo principal: Reforma constitucional argentina de 1860

La provincia reunió una Convención Constituyente según sus propias leyes electorales, que
propuso una serie de reformas a la Constitución. Algunas de ellas eran meramente de forma,
como la eliminación de frases como "ejecuciones a lanza y cuchillo", o el reemplazo del término
Confederación Argentina por Nación Argentina.

Otras eran más importantes, como la eliminación del requisito de aprobación por el Congreso para
la entrada en vigencia de las constituciones provinciales, o la liberación del Banco de la Provincia

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de Buenos Aires de todo impuesto nacional. También se modificaba la forma de las intervenciones
federales.

También se modificó el artículo que declaraba que «las autoridades que ejercen el Gobierno
federal residen en la ciudad de Buenos Aires, que se declara capital de la Confederación por una
ley especial», reemplazándolo por «la ciudad que se declare Capital de la República por una ley
especial del Congreso, previa cesión hecha por una o más legislaturas provinciales, del territorio
que haya de federalizarse».

La que tuvo más importancia fue la que, a cambio de recibir la Nación la Aduana de Buenos Aires,
el país garantizaba a la provincia el presupuesto provincial del año 1858; es decir, del último
presupuesto "normal" — no de guerra — que sancionó estando en posesión de la Aduana.

Una serie de detalles menores fueron discutidos y sancionados por un pacto particular el 6 de
junio de 1860, firmado por el presidente Santiago Derqui, el ministro Benjamín Victorica y el
delegado porteño Vélez Sarsfield. Por este pacto, se estableció la forma de elección de los
diputados a la Convención Constituyente. En particular, preocupaba al general Mitre — entonces
gobernador de la provincia de Buenos Aires — que los diputados de las provincias fueran oriundos
o residieran en las provincias que representaban. Pero lo más importante fue que la provincia
seguiría en poder de la Aduana hasta que se formalizara su completa incorporación a la Nación,
incluyendo la incorporación de los diputados y senadores porteños al Congreso Nacional.

El 14 de septiembre de 1860, una vez finalizada la presidencia del general Urquiza, una
Convención Reformadora se reunió en Santa Fe para considerar las reformas propuestas. Sin casi
comenzar a discutir, el 23 de septiembre, el diputado Benjamín Victorica — yerno de Urquiza —
interrumpió los discursos, proponiendo aprobarlas "a libro cerrado", exclamado:

"La integridad de la Nación Argentina no se discute entre Argentinos: ¡se hace!"

Las reformas fueron aprobadas sin discusión y las sesiones se clausuraron dos días después.

Fracaso y supervivencia del Pacto[editar]

Pero con la sanción de las reformas de 1860 no se terminaron los problemas: Mitre y los porteños
azuzaron las diferencias entre Derqui y su antecesor, que seguía siendo el comandante del ejército

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y había vuelto al gobierno de la provincia de Entre Ríos. Los liberales, aliados de Buenos Aires,
lograron una serie de avances en las provincias del interior, obligando a Derqui a apoyarse cada
vez más en Mitre y sus aliados.

Dos crisis precipitaron el fracaso de la anunciada "unión nacional":1 por un lado, los liberales de
San Juan asesinaron a su gobernador, José Antonio Virasoro; en respuesta, el general Juan Saá,
nombrado interventor federal por Derqui, invadió la provincia y derrotó al nuevo gobernador
Antonino Aberastain, que fue ejecutado. Por otro lado, el gobierno porteño, a pesar de lo pactado,
eligió los diputados de la provincia según la ley provincial, y no según la nacional. Cuando el
Congreso rechazó los diplomas de los diputados porteños, Mitre anunció que desconocía el Pacto
de San José. Y desconoció la autoridad del presidente Derqui y su Congreso, además de negarse a
entregarle la Aduana.

Eso precipitó una segunda fase de la guerra civil, que comenzó con la victoria porteña en la batalla
de Pavón. A continuación, el ejército porteño invadió las provincias federales del interior. Derqui
renunció, y la Confederación quedó de hecho disuelta.

Los gobiernos provinciales encargaron a Mitre normalizar las autoridades nacionales, y éste reunió
un nuevo Congreso Nacional, en el que los federales fueron proscriptos en casi todas las
provincias. Y poco después fue electo presidente de la Nación, cargo que asumió en octubre de
1862.

Pese a las presiones de los porteñistas más fanáticos, Mitre decidió reconocer el texto
constitucional aprobado en 1860, y también todas las cláusulas del Pacto de San José de Flores. La
República Argentina permaneció unida, aunque dominada de hecho por el gobierno porteño. En
esas condiciones, tampoco tuvo inconveniente en nacionalizar la Aduana.

Los federales fueron completamente derrotados a lo largo de una larga guerra civil. Y, tras varios
alzamientos esporádicos, terminaron por ser definitivamente aplastados a mediados de la década
de 1870. No obstante, las guerras civiles argentinas se reanudaron en varias oportunidades hasta
1880, dirimiéndose a través de ellas la preeminencia política de un partido liberal nacional, y la
Federalización de la ciudad de Buenos Aires como capital de la Nación.

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