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Consiste, fundamentalmente, en un retorno a los ideales artísticos, literarios y filosóficos del mundo
grecolatino compatibilizados con el ideario cristiano.
Florece en Italia durante los siglos XIV y XV y se extiende al resto de Europa donde triunfa en el siglo
XVI.
1.1 Origen
El Renacimiento es el fruto de una transformación social e ideológica que se sustenta en la imitación
de los clásicos y en la aplicación de los principios del humanismo.
• TRANSFORMACION SOCIAL
A finales de la Edad Media, la burguesía adquiere una importancia capital. Se dedica a actividades
artesanales o comerciales que permiten a los ciudadanos liberarse del feudalismo. Esta prosperidad
económica genera una visión optimista ante la vida.
Nacen algunos estados modernos, asciende la burguesía y los ciudadanos empiezan a participa en las
tareas de gobierno. En Italia destacan cinco estados ricos y poderosos (Florencia, Venecia, Milán, los
Estados Pontificios y Nápoles) que actúan como mecenas de los artistas.
En cuando al ámbito científico, se descubren y conquistan nuevos mundos y, con ellos, se amplía el
universo y el conocimiento humano. Además, surgen nuevos inventos (el papel, la brújula, la
imprenta…) y los progresos técnicos son constantes (molinos de viento…)
• TRANSFORMACIÓN IDEOLÓGICA
Se realiza una crítica al pensamiento medieval y se revitalizan las ideas filosóficas anteriores:
“La claridad y la llaneza siempre andan con elegancia. Cuando haga al caso sepa el cortesano hablar con
gravedad y fuerza, y tenga entonces habilidad para mover las pasiones y sentimientos que hay en nuestros
corazones, y sea para encenderlos y trastornarlos, según fuere la necesidad del negocio, y algunas veces los
enternezca y casi los emborrache de dulzura con aquella pureza de buenas entrañas que haga parecer que la
misma natura habla”.
o Nicolás de Maquiavelo dará en su obra El príncipe consejos sobre cómo debía actuar un buen
gobernante.
Se abandona la idea del mundo como un “valle de lágrimas”, ahora aparecen como un lugar donde
deleitarse.
De esta admiración por los clásicos nace la preocupación por las lenguas vulgares nacionales
consideradas como el medio más natural de expresión.
Durante este siglo, la lengua castellana alcanza una extraordinaria difusión. En 1492, Antonio de
Nebrija elabora la primera gramática en lengua vulgar. Gracias al humanismo y a la hegemonía del
Imperio español, nuestra lengua se enriquece con préstamos del italiano, americanismos y
palabras de otras lenguas europeas.
Dante Alighieri, Fracesco Petrarca o Giovanni Boccacio contribuyeron a la expansión de estos aires
renovadores humanistas.
2. EL RENACIMIENTO EN ESPAÑA
En España, el Renacimiento aparece con características propias y hace coexistir lo tradicional religioso
con la nueva visión del mundo.
Carlos I era nieto de los Reyes Católicos y nació y se educó en los Países Bajos. Vino a España
acompañado de cortesanos y religiosos flamencos a los que colocó en cargos relevantes. Esto propició
la difusión de las ideas erasmistas que inspirarán una de las obras más importantes de nuestra
literatura, el Lazarillo.
Fruto de la política matrimonial de los RRCC, Carlos I recibió una herencia inmensa que alentó su idea
imperial. Se trataba de reunir a toda la cristiandad bajo la bandera del emperador y de luchar contra
los enemigos del catolicismo: los turcos en Europa oriental y el Mediterráneo, y la herejía protestante
en el resto de Europa. Una concepción que resulto un fracaso.
Las luchas con Francia se saldaron con la indudable preeminencia de Carlos I sobre los intentos galos
de arrebatarle la hegemonía. Como consecuencia, el país padeció una de las peores crisis del siglo y
una migración masiva del campo a la ciudad que favoreció situaciones de pobreza extrema y
desnutrición de las clases populares de los núcleos urbanos.
Las revueltas más importantes se produjeron al comienzo del reinado de Carlos I: las comunidades de
Castilla y las germanías. Ambos movimientos tuvieron como colofón la derrota de los sectores
burgueses y el refuerzo del poder de la monarquía.
Su reinado se caracteriza por su esplendor, plenitud política y prosperidad económica y apertura a las
corrientes europeas.
Carlos I se retira en 1556 al monasterio de Yuste (Cáceres) donde fallece dos años más tarde.
Para evitar el contagio de las ideas protestantes, va a ejercer una fuerte censura con la Inquisición.
El optimismo vital y político de la primera mitad de siglo continúa durante algunos años hasta la batalla
de Lepanto (1571), que supuso la vitoria de la armada española sobre los turcos. Pero las crisis
económicas, el aumento de la pobreza, el alto coste de las guerras y la derrota de la Armada Invencible
española frente a los ingleses en 1588 señalan el inicio de una decadencia que genera un pesimismo
social.
La literatura de esta segunda etapa (segundo Renacimiento) se caracteriza por un cierre a cualquier
influencia extranjera y una exaltación de lo nacional y lo religioso.
Carlos I y Felipe II continuaron con la unidad religiosa que habían iniciado los Reyes Católicos a través
de dos instrumentos: el estatuto de limpieza de sangre y la Inquisición.
• El primero iba dirigido contra presuntos falsos conversos, tanto judíos como musulmanes,
aunque especialmente contra los primeros. Así, el hecho de ser cristiano viejo se convirtió, a
partir de 1556, en un elemento necesario para entrar en cualquier corporación eclesiástica o
civil.
• La Inquisición velaba por la pureza del catolicismo y perseguía cualquier manifestación de
herejía; para ello contaba con miles de funcionarios y tribunales en las principales ciudades y
las penas que imponía iban desde una simple multa hasta la muerte en la hoguera.
Este ambiente de intolerancia y de orgullo hacia los orígenes del individuo propició una aspiración casi
enfermiza por pertenecer a la nobleza y por ser identificado como “cristiano viejo”.
4. LA NOVELA PICARESCA
La novela moderna se inicia en 1554 con La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades,
una obra realista que nace en un momento de éxito de los libros de caballerías y de la novela pastoril.
En ella, los personajes manifiestan una evolución psicológica y el relato se convierte en fuente de
reflexión sobre el mundo y el ser humano. Además, con esta obra se inaugura en España, y en toda
Europa, la novela realista que rechaza la evasión y acoge entre sus páginas los problemas de la época
con ambientaciones y lugares reconocibles adoptando a su vez un lenguaje espontáneo.
- Ambiente social: cambios demográficos y presencia de numerosos individuos que sin trabajo
llenan las ciudades y viven del pillaje y la mendicidad.
- Creciente discriminación por cuestiones de “limpieza de sangre” que sufren los “cristianos
nuevos” (judíos conversos y descendientes) que rompe la convivencia.
- Apertura ideológica iniciada por Carlos I y las ideas erasmistas que critican el idealismo de las
novelas del momento.
- Reacción ante los libros de caballerías y sus caballeros andantes: surge el antihéroe (un
caballero al revés).
La novela picaresca se configura sobre una estructura que presenta los siguientes elementos:
El Lazarillo no es la única novela que presenta estas características. De haber sido así, nunca se hubiera
considerado un género. Su fecundidad fue descubierta cincuenta años más tarde por el sevillano
Mateo Alemán, que publicó Vida del pícaro Guzmán de Alfarache. Es la primera vez que se emplea la
palabra pícaro para designar al personaje cuyo modelo había sido el Lazarillo de Tormes. El triunfo de
ambas novelas da lugar a la creación como tal de la novela picaresca, característicamente española y
de enorme influencia en Europa.
Otros temas son el hambre, la hipocresía, la falsa honra, la pobreza, la insolidaridad humana o la
mendicidad.
Los tres primeros tratados tienen una organización gradual y su tema fundamental es el hambre y la
astucia de Lázaro para sobrevivir.
A partir del tratado IV, Lázaro va creciendo y mejora su situación hasta llegar a lo que él considera “la
cumbre de su buena fortuna”
En el tratado VII Lázaro es ya un hombre maduro, está casado y es pregonero. Es entonces cuando
conocemos el caso: las habladurías sobre el amancebamiento de su mujer con el arcipreste de San
Salvador.
Toda la obra muestra el cumplimiento de una profecía: el ciego, en el tratado I, dice a Lázaro: “Yo te
digo […] que si un hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino, que serás tú”. Y,
efectivamente, alcanza su “ventura” cuando conoce al arcipreste de San Salvador, cuyos vinos
pregonaba por Toledo para venderlos en el último tratado.
PRÓLOGO Introducción a los temas que se van a tratar en la obra
NIÑEZ. PROCESO DE TRATADO I En estos tratados Sirve a los siguientes amos (en
APRENDIZAJE DE vemos cómo Lázaro orden).
LÁZARO (PARTES MÁS niño aprende (a * Ciego (1)
TRATADO III
Los tres primeros tratados están unidos por el tema del hambre:
TRATADO I: El protagonista sirve a un ciego tacaño y mezquino, a quien tiene que engañar para poder
comer; al entrar a servirle es un niño inocente, pero a su lado aprende toda suerte de malicias, y
cuando lo abandona sabe ya más tretas. Recordar los siguientes episodios con el ciego: episodio del
toro de piedra; episodio de la jarra de vino; episodio de las uvas; episodio de la longaniza, episodio
final de la venganza de Lazarillo.
TRATADO II: En este tratado, Lázaro sirve al cura de Maqueda (Toledo), un clérigo avariento que lo
mata de hambre y a quien tiene que robar los panes que le daban los fieles cristianos, sobre todo
Lázaro los roba con gran ingenio (episodio del arca y la llave, la falsa culebra, los garrotazos finales).
Este clérigo es, pues, peor amo que el ciego; y Lázaro critica así en su relato la avaricia de algunos
clérigos y su inhumanidad.
TRATADO III: Cuando ya parecía que no cabía más ruindad, Lázaro sirve a un escudero (un hidalgo sin
fortuna) en cuya casa no hay absolutamente nada; pero este hidalgo lo trata bien, frente a la crueldad
que mostraron con él los dos primeros amos. Lázaro, en este tercer tratado, siente piedad por el
escudero y mendiga para alimentarlo (de esta manera queda ridiculizado en la obra el orgullo de
quienes aparentaban ser de casta superior y eran, en realidad, unos pobretes). Pero, además, este
tratado, el más importante de todos, permite contemplar el sentimiento de humana solidaridad que
mueve a Lázaro, en contraste con la presunción de aquel hidalgo fantasmón.
TRATADO IV: El tiempo pasa, Lázaro va creciendo, y ya no sufre hambre con el cuarto amo. Este
tratado es brevísimo: un apunte anticlerical que toca el tema de la homosexualidad.
TRATADO V: En este tratado, Lázaro no actúa como protagonista, sino que se limita a contemplar,
asombrado, cómo un eclesiástico, vendedor de bulas (privilegios que el Papa concedía a quienes las
compraban; eran como certificados que, por ejemplo, permitían comer carne a los cristianos en
períodos no permitidos; estaban, supuestamente, firmadas por el Papa) engaña a unos incultos y
crédulos aldeanos. Harto de ambos amos, Lázaro los abandona cuando se cansa de ellos. De esta
manera continúa la crítica anticlerical.
TRATADO VI: También muy corto, habla de su servicio a un maestro de pintar panderosTambién sirve
Lázaro en este tratado a un capellán, que lo empleaba como aguador. Con este último ahorra sus
primeros dineros, que emplea para comprarse unas ropillas que mejoren su aspecto. Lázaro, pues,
empieza a situarse en el mundo de los que aspiran a ser algo.
TRATADO VII: Por fin, tras servir como auxiliar de un alguacil (oficio que deja pronto por considerarlo
peligroso), obtiene el cargo de PREGONERO REAL. Ahora lo protege un ARCIPRESTE, el cual lo casa
con una criada suya que era su amante; esto da mucho que hablar en Toledo (el CASO que se comenta
en el prólogo y al final del libro).
La obra es en sí «episódica», en tanto que va hilando las anécdotas que suceden al narrador de uno a
otro amo. Son ciertos motivos recurrentes a lo largo del texto los que contribuyen a dar continuidad y
coherencia a la obra. Es el caso del vino y el hambre.
• El hambre es aquello que moviliza a Lázaro a utilizar su ingenio para sobrevivir. Cada vez que
cambia de amo y asciende un peldaño en el escalafón social, así también aumenta el hambre y,
con ésta, la maña para hacerse con algo que comer. La búsqueda de sustento provoca los
episodios más cómicos de la novela y enriquece la fisonomía del protagonista y su relación con
los demás. A través de ellos vemos cómo Lázaro va evolucionando y distanciándose cada vez
más de la niñez. Paralelamente, es la carestía la que dota de singularidad a los señores a los
que sirve Lázaro, de modo que, al contrario, cuando mengua o desaparece el hambre, el
narrador apenas ofrece detalles del amo ni de las circunstancias de su servicio.
4.3.3 PERSONAJES
No hay ninguna descripción formal de los personajes: cada uno cobra vida actuando, con lo que su
retrato se completa por lo que hacen, por lo que dicen o por lo que otros dicen de ellos.
Todos los personajes son “arquetipos”, es decir, individuos que representan a una clase o grupo social
y, como tales, modelos acabados. Solo Lázaro evoluciona a lo largo de la obra.
Alto y bajo clero: clérigo, fraile de la Merced, el buldero, el arcipreste de San Salvador
Los hombres que pertenecen a la Iglesia, como el clérigo, el fraile de la Merced, el buldero y el
arcipreste de San Salvador, son tacaños, hipócritas, lascivos y mentirosos. Esta representación se
encuentra en estrecha relación con las corrientes erasmistas que circulaban por esos años. Erasmo
denunciaba la corrupción y avaricia de las clases eclesiásticas, al igual que los demasiados signos
externos con los que los cristianos sustentaban la fe, como el culto al santoral y la importancia
excesiva de las bulas papales. El espectáculo del buldero charlatán en los pueblos de la Sagra (Toledo)
y la tacañería del clérigo contabilizando los panes ejemplifican la denuncia que realiza el autor del
Lazarillo, seguramente influido por estas nuevas corrientes devotas. En la novela los religiosos utilizan
el soborno y la manipulación para aprovecharse de los feligreses, o bien la mentira y la hipocresía para
calmar sus instintos más básicos, como prueba el comportamiento lascivo del fraile de la Merced y del
arcipreste de San Salvador.
Baja nobleza y oficiales: el hidalgo
El hidalgo pertenece al escalón más bajo de la nobleza y ejemplifica los problemas ocasionados por la
obsesión por la honra y la ostentación de la limpieza de sangre. El escudero es, a este respecto,
personaje paradigmático, que se resiste a buscar trabajo pese a la miseria en la que vive, porque los
hombres de su condición no pueden ni deben servir a nadie. Su máxima ocupación es, precisamente,
demostrar de puertas afuera que su situación económica es holgada y que vive de renta. De puertas
adentro, esa «casa encantada», como la llama Lázaro, simboliza la falsedad en las pretensiones de su
clase social y las penurias que pasa en realidad sólo por mantener su condición impoluta. Su pasado en
Castilla la Vieja no es sino una burla directa a la importancia que había adquirido la honra. Así, cuando
el vecino deja de saludar al escudero correctamente, su gesto en realidad está indicando que dejaba
de reconocer su hidalguía, es decir, que perdía su identidad, estatus social y, supuestamente, poder.
Ahí radica el valor que alcanza la opinión de los demás y de ahí que el escudero se dedique a pasearse
por Toledo con aires de caballero o que quiera tener un criado aunque ni siquiera pueda alimentarlo.
El ciego era un tipo común en la sociedad del siglo xvi. Solía sobrevivir repartiendo pliegos sueltos y
cantando coplas de ciudad en ciudad, como hace el primer amo de Lázaro, que despacha remedios y
profecías a las mujeres de los pueblos que va visitando sin fijar su residencia en localidad alguna. El
ciego pertenece a la clase social más baja por la que pasa el protagonista y es quien realmente
«alumbra» al mozo y le muestra la ruindad del mundo que le rodea. A lo largo de la obra, Lázaro echará
mano de los consejos del ciego y de sus enseñanzas, que aplicará cuando vaya a mendigar o cuando
urda los diferentes engaños con los que conseguirá sustento. El ciego es el personaje más influyente
en nuestro pícaro, pues despierta la audacia del protagonista y corrompe su moral: después de estar
con él, Lázaro deja de sentir remordimientos por sus trazas e incluso le sobrevienen deseos de
venganza, como sucede con la trampa que acaba con el viejo en el arroyo.
4.3.4 ESTILO
El lenguaje es sencillo y claro; los diálogos, a pesar de su embellecimiento literario, se animan con
frases coloquiales.
No cabe ya en esta obra lo artificioso de los libros de caballerías. La descripción más fiel del mundo y
de la realidad de sus personajes necesita un lenguaje más ajustado a la “verdad”. Con esta novela se
inicia el realismo, que cristalizará más tarde en algunas novelas de Cervantes y en la picaresca.
El narrador no renuncia en absoluto al artificio de los recursos literarios, pero prefiere elaborar su
relato mediante una palabra más cercana. De ahí que su lenguaje sea vivo y popular, lleno de colorido,
de expresiones coloquiales y vulgares, tal y como corresponde a alguien de la humilde condición del
protagonista. Son numerosos los refranes y dichos populares que aparecen a lo largo de la obra: “más
da el tacaño que el que nada tiene”, “La necesidad es una gran maestra”, “Cuando la desdicha ha de
venir, de nada sirven las precauciones”, etc.
Todo ellos sirve, además, para proporcionar a la obra mayor verosimilitud narrativa. En el prólogo, a
modo de disculpa, el propio autor alude ya al estilo “bajo” de su creación: “Y todo va de esta manera:
que confesando yo no ser más santo que mis vecinos, de esta nomada (obra sin importancia) que en
este grosero estilo escribo…”
Abunda también la ironía con dobles sentidos para plasmar esa mirada crítica.
Varias son las referencias históricas que aparecen en la obra las que nos permiten ubicar la historia en
un tiempo más o menos concreto: la batalla de Gelves (en la que murió el padre de Lázaro), las Cortes
de Toledo (con las que cierra la obra) y las referencias a la penuria del rey de Francia (que recuerda
Lázaro durante su servicio al clérigo). Estas tres alusiones históricas nos permiten situar la acción en
pleno apogeo del imperio de Carlos V o a comienzos de su ocaso, es decir, en las primeras décadas del
siglo XVI pues fue entonces donde hubo dos batallas en Gelves (1510 y 1520) y dos Cortes de Toledo
(1525 y 1538).
• Algunos se decantan por precisar que la obra comienza poco antes de 1510 y que finaliza en
1525.
• Otros, sin embargo, se inclinan por la segunda opción (1515-1538). Esta segunda opción parece
la más acertada puesto que entre el principio del recuerdo y el momento presente de la
narración habrían transcurrido más de quince años. Así, Lázaro se encontraría en la “cumbre
de toda prosperidad” a la edad de 27 años.
4.3.6 AUTORÍA
Se conocen cuatro ediciones: Burgos, Alcalá, Amberes (publicadas en 1554) y Medina del Campo.
1559 Se la incluyó en el Índice de libros prohibidos. No volvió a publicarse completa hasta 1834.
En cuanto a la autoría, todas las ediciones aparecen sin autor. La anonimia era algo corriente en el
siglo XVI. En muchos casos se debía a descuidos de los escritores; en otros, a la decisión del autor que
trata de ocultarse por temor a la Inquisición. A los problemas para demostrar que se era “cristiano
viejo”, había que añadir los peligros de plasmar en los libros ideas reformadoras. Cualquier crítica a las
costumbres de la Iglesia se percibía como signo de herejía, que era subsanada con la muerte en la
hoguera. Si tenemos en cuenta que cinco de los nueve amos de Lázaro ocupan cargos eclesiásticos y
que de ninguno se hace un retrato muy positivo, este libro estaba claramente avocado al anonimato.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
ALONSO, Santos et al. 1º Bachillerato Lengua Castellana y Literatura, Barcelona: Editorial Casals, 1998.
ALONSO, Santos et al. 1º Bachillerato Lengua Castellana y Literatura, Barcelona: Editorial Casals, 2014.
R.O, Jones: Historia de la literatura española. Siglo de Oro: prosa y poesía. Barcelona: Ariel, 1979.