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Teoría de juegos aplicada a una hipoteca.

Los fundamentos de la teoría de juegos fueron expuestos por el matemático John Von
Neumann y el economista Oskar Morgenstern en el libro Theory of Games and
Economic Behaviour de 1944. No nos vamos a perder en complicadas disquisiciones
teóricas sobre el tema, si bien es interesante conocer esta forma de estudiar las
actuaciones económicas y sociales en base a analizar los posibles escenarios de decisión
según lo que ambos jugadores opinan de la psique del otro, con un ejemplo práctico
aplicado a la negociación de una hipoteca.

La teoría de juegos trata de analizar la toma de decisiones de varios jugadores que


buscan ganar, cumpliendo unas determinadas normas, y sabiendo que las decisiones de
los demás jugadores también influyen en los resultados.

El campo de aplicación de esta herramienta es inmenso, desde el conocido dilema del


prisionero, que se ha utilizado para explicar las actitudes disuasorias de la confrontación
nuclear durante la guerra fría, a la reputación del loco de Ted Turner (PDF), que se basa
en que si un jugador consigue convencer a los demás de que su vehemencia le hará
mover a una casilla (una decisión) que es mala para los dos, los jugadores nunca se
moverán a esta casilla.

La “racionalidad de la irracionalidad“ se basa en que uno puede fortalecer mucho su


posición en una situación interdependiente al persuadir a al otro jugador de su
desequilibrio mental. Imaginemos que un ladrón se sube a nuestro vehículo haciéndose
pasar por autoestopista; nos pone una navaja en el cuello y nos dice que bajemos del
coche; aceleramos tranquilamente y ponemos el coche al máximo de gas. Si el ladrón se
convence de que no estamos en nuestros cabales, empezará a temer por su vida. Hemos
convencido al otro jugador que si nos intenta robar (casilla él gana yo pierdo), nos
mataremos los dos (moveremos a casilla yo pierdo él pierde). En base a lo que piense de
nosotros el ladrón, preferirá no robar y “salvar” la vida (él no gana ni pierde, yo gano).

La teoría de juegos puede complicarse hasta límites increíbles, cómo es fácil de ver en
el aparentemente sencillo juego del ajedrez. Con un tablero de casillas limitadas se
consiguen combinaciones de movimientos de hasta 5.899 jugadas. Imaginad aplicada a
la vida real, con muchos jugadores e infinidad de posibles cuadros de movimiento. Pero
simplificando mucho nos permite analizar situaciones cotidianas de una forma nueva y
muy útil. Apliquemos esta teoría a un acto de la vida trascendental para muchos: la
contratación de un préstamo hipotecario.

Jugadores: el director de la sucursal y el que pide la hipoteca (en el supuesto de que es


un buen cliente y el banco tiene la mejor hipoteca de la zona).

Casillas del tablero:

 Conceder la hipoteca cara (gana el banco).


 Conceder la hipoteca barata (gana el cliente).
 No se contrata la hipoteca (ambos pierden, el director no hace negocio y el
cliente no compra la casa con la mejor hipoteca).

El caso más simplificado posible ya nos sirve para entrever la complejidad subyacente
al modelo cuando ambos jugadores tienen que decidir su movimiento en base a lo que
creen que hará el otro. Imaginemos que ambos jugadores tienen la información perfecta
y son racionales. En este caso, el director le ofrecerá la mejor hipoteca que tiene y el
cliente la contratará. Gana el cliente, pero el director prefiere no perder, es decir, que el
cliente contrate con su banco. Sería el caso de que el director sabe que el cliente conoce
todas las ofertas de los demás bancos y sabe negociar con ellos.

Ahora imaginemos que el director cree que no sabemos mucho de hipotecas; se


arriesgará a mover a la casilla “ofrecer hipoteca cara”. Y gana la banca. Ahora bien,
¿qué oferta le hará a un cliente poco formado que tiene fama de enfadarse si descubre
que le engañan y actuar de forma irracional? Un dilema, sin duda. La reputación del
loco podría decantar la balanza hacia nuestro beneficio, ya que el director no osaría
arriesgarse a ofrecernos la hipoteca cara por miedo a que si lo descubrimos lo tiremos
todo por la borda y no contratemos ni la cara ni la barata con su banco (posición ambos
pierden).

La teoría de juegos es útil como instrumento de predicción de los movimientos de


varios jugadores-agentes económicos en un tablero-mercado. Dependiendo del grado de
complejidad del juego y de la información que los jugadores tengan del propio juego y
de la mente de los demás, las decisiones que se tomen y el resultado final variarán.

Teoría de juegos aplicada al fútbol

Este artículo sigue con el post anterior, metiendome un poco en teoría de juegos. Hay
una serie de artículos sobre el fútbol y la teoría de  juegos, por  ejemplo este, de la época
del mundial del 2006, sobre la estrategia de los penales.

Supongamos que hay un jugador que  patea mejor  para la derecha que para la izquierda.
Hay cuatro casos posibles, supongamos que son los siguientes:

 El jugador patea a la derecha, y el golero se tira a la derecha.  Probabilidad  de


gol, 50%
 El jugador patea a la derecha, y el golero se tira a la izquierda.  Probabilidad  de
gol, 90%
 El jugador patea a la izquierda, y el golero se tira a la derecha.  Probabilidad  de
gol, 85%
 El jugador patea a la izquierda, y el golero se tira a la izquierda.  Probabilidad
de gol, 40%

Si el jugador patea siempre  a la derecha, el golero se tira a ese lado, y la chance  de gol
es del 50%. Por otro lado, si el jugador patea algunas veces para cada lado, el golero ya
no sabe a donde tirarse, y se tiene que rifar. Si lo hacen 50% de las veces y al  azar para
cada lado, la probabilidad de gol es de un 69%. El jugador puede mejorar un poco sus
chances, tirandose un poco más de veces para la derecha, donde tiene mejor chances.
Según la teoría de juegos, la táctica ideal es donde la probabilidad de gol queda igual a
ambos lados.

Los artículos que mencioné dicen que los jugadores intuitivamente usan la estrategia
perfecta. Yo lo dudo.

Todo esto puede sonar muy abstracto, pero recuerden la definición por penales de
Alemania-Argentina en el 2006, donde el golero alemán recibió un papelito diciendo
para que lado tirarse con cada jugador.

Introducción
Del dilema del prisionero al dilema del entrenador

    Tanto en los despachos como en los banquillos, igual que en la vida moderna, se están
tomando decisiones regularmente. Como dicen Dixit y Nalebuff (1), en estos casos "estamos
rodeados de personas activas que toman decisiones las cuales interactúan con las nuestras".
Por ejemplo, cuando se negocia un fichaje, hay varias partes en litigio que tratan de que la
jugada les salga lo mejor posible. Es en la toma de decisiones cuando la teoría de juegos nos
puede ayudar. Pero... ¿Qué es? ¿Cómo funciona? Para explicarlo, pensemos en una partida de
ajedrez: "si yo hago esto, entonces él hará lo otro pero, si muevo esta otra pieza entonces él..."
Una vez examinadas todas las posibles situaciones, decidimos y hacemos una jugada.
Básicamente, se trata de hacer algo parecido.

    Dentro de la teoría de juegos, el dilema del prisionero es uno de esos ejemplos que no faltan
nunca en libro de la disciplina. Resumiendo la historia este caso es así: la policía coge a dos
ladrones pero le faltan pruebas contundentes. Como los tiene incomunicados les dice que, si
confiesan, serán benevolentes con ellos. Las penas según la situación se resumen en el cuadro
(suponiendo que los números son los años de cárcel que le caería a cada uno, y en negrita los
años que le caerían al preso 1):

    Si los dos se callan sería lo ideal en conjunto, ya que le caería un año a cada uno por un
delito sin importancia (por no hablar de evitar el estigma de "soplón", que ya se sale de lo que
pretendemos). Pero no pueden comunicarse y si uno hace de chivato y el otro no, entonces
sólo le caen 6 meses. ¿Cómo acabará la jugada? Veamos qué piensa el Preso 1: "si el Preso 2
confiesa, me conviene confesar (3 años frente a 6); y si el número 2 no confiesa, también es lo
adecuado (6 meses frente a un año). Es decir, haga lo que haga el otro, me conviene
confesar." A esto se le llama una estrategia dominante ya que, hagan lo que hagan los demás,
yo siempre salgo mejor o igual parado con la misma forma de actuar en todos los casos. Con el
Preso 2 pasa algo parecido por lo que, si actúan racionalmente, ambos terminarán cumpliendo
una pena de tres años.

    Pues bien, en este ejemplo subyace el mismo tipo de razonamiento que hace un entrenador
de fútbol de alto nivel en la actualidad. Se trata de la eterna lucha entre Bilardistas y
Menotistas, resultadistas contra amantes del espectáculo... Primero expliquemos el cuadro
siguiente. La primera letra de la primera columna significa el tipo de juego que hago (B-
Bilardista o M-Menotista) y, la segunda, con qué tipo de rival me enfrento. Por ejemplo, en la
tercera combinación uno sería un Bilardista que juega ante un Menotista. El cuadro expresa el
tanto por ciento de posibilidades de que tengo de ganar, empatar o perder en un
enfrentamiento de este tipo (alguien partidario de otras teorías estará en desacuerdo, pero la
realidad parece estar más conforme con estos números que con otros).

    Así y, teniendo en cuenta que se computa una victoria de tres puntos y un empate de uno,
saldría una media de puntos por enfrentamiento jugado (unos beneficios esperados, una tabla
de ganancias(2)) entre las dos concepciones correspondientes como ésta:

    Vamos a suponer que soy un equipo modesto y juego en una Liga donde todos juegan con
la misma concepción los 38 partidos, y yo debo elegir si ser la "oveja negra" o no y salirme de
la norma, pensando exclusivamente en conseguir los 43 puntos que se dice que dan la
salvación. Entonces quedaría el siguiente cuadro de ganancias (puntos conseguidos por
temporada):

    Es conclusión, si juego en una liga bilardista, me interesa jugar bilardista (45 puntos, 2 por
encima de la salvación frente a 41, dos por debajo del mínimo). Y si juego en una liga
menotista, con mi táctica conservadora voy a conseguir hacer una temporada sin pasar ningún
agobio. Por lo tanto, me interesa más un tipo de juego bilardista. Pero mis rivales (o al menos
los que sean parecidos a mí) también razonarán de igual manera, por lo que acabaremos en
una liga de equipos correosos y disciplinados. Como subrayábamos antes, las cifras pueden
cambiarse pero, siendo sinceros, la situación actual se antoja más como una situación de este
estilo. ¿Es esto lo ideal "socialmente" para un público que a ver espectáculo? Si tomamos una
medida del buen fútbol los puntos conseguidos por los equipos en conjunto vemos que no, que
el mejor resultado global lo dan los enfrentamientos entre menotistas. De hecho, se espera
lograr una clasificación desahogada y el público sale más satisfecho.
    En el baloncesto tuvieron una situación similar cuando apareció el llamado "basket-control",
que comenzó su época dorada cuando, con Boyidar Mallkovich al frente el Limoges, un clásico
europeo que había ganado dos Korac y una Recopa en los '80, pero que no se había
consagrado entre la flor y nata ganando la Copa de Europa o la Liga Europea, se impuso en
1993 al Benetton de Treviso por 59-55, el tanteo más bajo en conjunto que jamás se había
dado en un partido de la final de esta competición. Este tipo de juego lo caracterizaban, sobre
todo, los ataques posicionales al límite del tiempo permitido, lo que ralentizaba el juego,
perdiendo en espectacularidad. Al final, la disminución del tiempo de posesión, que pasó de 30
a 24 segundos, palió en buena parte esta situación. Aunque, como se vio con Grecia en el
último Mundobasket de Japón, el basket-control ha dejado herencia, ya no tiene la hegemonía
de la que gozó a mediados de los '90 y, en la Euroliga ULEB, actual máxima competición
europea de referencia, los tanteadores de las finales han sido más generosos en puntos en el
nuevo siglo.

Jugada estratégica en el fichaje de un jugador: el caso Reyes. El caso Reyes frente


al caso Carlos Jiménez

    El fichaje del futbolista andaluz del Arsenal, José Antonio Reyes, por el Real Madrid, dio para
muchas declaraciones detrás de las que, en muchas ocasiones, se oculta una intención bastante
más concreta. En este caso, hubo una circunstancia que añadió el punto particular al asunto. Y
era que el equipo londinense tenía que jugar la fase previa de la Liga de Campeones. Si lo
hacía, el Madrid ya no podría utilizarlo en esta competición que, en principio, siempre es la
prioridad para los merengues. Esto, unido al hecho de comprar y no comprar, nos daba cuatro
situaciones que cada equipo ordenaría según sus preferencias.

    En principio, parecía claro que el Madrid tenía interés en comprar, pero no a toda costa y
que el Arsenal también quería venderlo, más de lo que aparentaba. Así, para el Arsenal lo mejor
era que pudiera utilizarlo en la previa de la "Champions" y, posteriormente, venderlo (lo
numeraremos como 1). Como quería venderlo, lo segundo era que no jugara y, al menos,
venderlo. El orden de las dos últimas puede prestarse a duda, pero justificaremos nuestra
elección. A primera vista, parece que el argumento "ya que no lo he vendido, ha jugado", se
impondría al "además de que no lo he vendido, no ha jugado" pero aquí hay un dato
importante: Reyes quería irse. Si el Arsenal lo utilizaba, podría interpretarlo como un boicot a su
deseo, y se quedaría a disgusto en el club, con lo cual los problemas estaban cantados.
Mientras que si no lo utilizaba, la responsabilidad de que no se hubiera llevado a efecto el
traspaso se traspasaba, en su mayor parte, al Madrid. Por lo tanto, casi era preferible que no
jugara aunque luego no se vendiera.

    El Madrid lo tenía más claro. Lo peor era que jugara la Champions y acabara comprándolo,
como veremos después, porque era un gasto grande y se convertía en un fichaje "incompleto".
En el lado contrario, lo mejor era que no jugara y poder comprarlo con total disponibilidad para
jugar. Pero la segunda mejor opción era que jugara y no lo comprara porque, así, tenía la
excusa de que el hecho de no poder utilizarlo en la Liga de Campeones era demasiado
inconveniente. Además, se podía vender claramente como un gesto hostil del Arsenal, que se
negaba a negociar. También, porque si no jugaba y finalmente el Madrid no lo compraba, la
directiva quedaba en mala situación ante la afición, tras haber dado tanto "la murga" con su
fichaje. En definitiva, quedaba un cuadro como éste:
    Aquí es donde la situación varía con respecto al caso que vimos del entrenador. Lo mejor
que puede hacer cada uno varía según lo que haga el otro o, dicho en otros términos, ninguno
tiene una estrategia dominante. Y aquí es cuando el Madrid hizo una jugada estratégica: tenía
claro que, si jugaba, no lo compraba (era su peor preferencia), y así lo declaró en público. Visto
lo que pasaba, la amenaza era creíble (incluso lógica en cierto modo), con lo cual se
"eliminaba" el primer cuadrante. Así, si el Arsenal utilizaba a Reyes se encontraría con la peor
opción de las cuatro: que, estando interesando en vender, se iba a quedar con él y además
"mosqueado", porque habían sido los gunners quienes habían cerrado las puertas a cualquier
arreglo. Con este condicionante, debía apostar porque no jugara, y fue lo que pasó. Reyes
estuvo en el banquillo (quizá una manera de disimular para no aparentar debilidad negociadora
o no mostrar demasiado descaradamente las cartas), pero no jugó. En esta situación, el
acuerdo de traspaso era lo mejor y, aunque tardó lo suyo, al final se ha consumado. El Madrid
se ha salido con su mejor opción y el Arsenal ha quedado bastante bien parado, logrando
además a un supuesto sustituto goleador como es el brasileño Julio Baptista.

Comparación con el caso Carlos Jiménez

    Un equipo como el Madrid, que siempre anda fichando, da para mucho, incluso en su
sección de baloncesto. Un año antes, aproximadamente, de los hechos mencionados, se
produjo una situación similar con el intento de fichaje del jugador de otro club madrileño, el
Estudiantes, del ala Carlos Jiménez. Pero aquí había una diferencia sustancial. Los colegiales no
querían venderlo. O el Madrid se gastaba millones y pagaba la cláusula, o no había trato.
Jugadores como Alberto Herreros o Felipe Reyes ya habían seguido este camino, y los del
Ramiro de Maetzu habían llegado al colmo de su paciencia. Además, la afición no toleraría nada
bien que la situación se repitiera. Aquí el problema era que el inicio de la Liga se acercaba.
Carlos Jiménez presionaba pero no consiguió nada. ¿Por qué? En este caso, el Estudiantes tenía
una estrategia dominante, no vender, y la apuró hasta el máximo. El cuadro de ganancias-
preferencias estaba así en esta ocasión:

    Si el Madrid hubiera ejercido el mismo tipo de jugada, al Estudiantes le seguía quedando su
mejor opción, y además se la servían en bandeja. Al final, el Madrid no se rascó el bolsillo y
siguió en Estudiantes.

La aplicación de estrategias mixtas en la defensa de las situaciones estándar del


futbolsala

    En la vida, no todo es blanco o negro. A veces, se toman decisiones en "gris" que, haciendo
una analogía con la teoría de juegos, es cuando aparecen las estrategias mixtas. Un ejemplo es
el que da título a estas líneas. Un equipo está preocupado por defender a otro que tiene un
gran rematador, llamado Lenísio, un "futsalista" que es especialista en jugadas ensayadas. De
sus estudios del rival, tiene una tabla como la siguiente en este tipo de jugadas, según el tipo
de defensa que se ejerce y quién remata, si Lenísio u otro jugador, analizando las
probabilidades de que acabe en remate la acción según los casos.
    Además, sabe que la mitad de las veces que Lenísio logra rematar, la jugada acaba en gol
pero, si lo hace un compañero, la eficacia se reduce a la mitad y sólo marcan una de cada
cuatro veces que rematan.

    Para establecer la estrategia adecuada, el entrenador del equipo defensor valora el gol como
un premio de 10 para los atacantes siendo la puntuación para ellos de 0; y a la inversa en caso
de que no sea gol. Según esto, calculando las ganancias esperadas el cuadro de puntuación
obtenida quedaría así:

(* Se calcularía 3,5 = 0,7*0,5*10 y 6,5 = 0,7*0,5*10+0,3*10; etc.


Al final, como se puede ver, ambos equipos se reparten los 10 en cada caso)

    Ningún equipo tiene una estrategia que domine, con lo cual en principio no se podría utilizar
exclusivamente un tipo de "estrategia". ¿Cómo encontraríamos un equilibrio, una solución para
darle este entrenador? Supongamos que damos una probabilidad "p" de que el equipo atacante
haga la jugada para Lenísio y (1-p) de que no sea así. Entonces las ganancias esperadas del
defensor en cada caso serán:

Defendiendo en zona: 6,5 p + 9 (1-p)


Defendiendo individual: 8,75 p + 8,5 (1-p)
Mientras en el caso del atacante:
    Jugando para Lenísio: 3,5 q + 1,25 (1-q)
    Jugando para otro: q + 1,5 (1-q)

    Igualando en ambos casos y resolviendo, tendríamos que el equilibrio p = 2/11 = 0,18 y q =


1/11 = 0,09. Es decir, estadísticamente, la defensa debería practicar defensa individual un 91%
de las veces. Esto debería hacerse de forma aleatoria ¿cómo? Lo ideal sería tener un dado de
once caras, lanzarlo en cada ocasión y, si saliera 1, hacía zona y, en cualquier otro caso,
defensa individual. Pero, a efectos prácticos y, tomándonos alguna licencia, lo que el
entrenador puede interpretar es que debería defender en individual pero cambiando alguna vez
suelta a zona, para "despistar" o "sorprender" al contrario.

    En cuanto al ataque y, a pesar de que Lenísio es el más efectivo, no deberá cargarse el peso
de la estrategia sobre él (y aleatoriamente utilizarlo sólo un 18% de las veces). Esto se puede
comprender mejor si se piensa que los equipos rivales van a prestar una especial atención
sobre él, lo que facilitará los saques sobre sus compañeros. Pero ¡ojo!, estadísticamente no
podemos extraer la conclusión de que hay que guardarlo para jugadas clave, porque esto
supondría estar utilizando un mecanismo de actuación diferente.

    Si combináramos ambos puntos, sería algo así como en el baloncesto, cuando se juega
contra la selección alemana: hay estar atentos (defender individual, en nuestro caso) pero no
obsesionarse con Dirk Nowitzki porque es un anotador, y te va a meter un mínimo de puntos
hagas lo que hagas de forma que, si centras toda tu atención en él, los puntos de los
compañeros pueden compensar sobradamente ese exceso de atención sobre el jugador de los
Dallas Mavericks (simplificando, dejarles pasar de unas ganancias de 1,25 a 1,5, según nuestra
tabla).

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