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PROYECTO FINAL

“LA SARITA; LA SANTA DEL PUEBLO”

PROFESOR:

MIGUEL BELLIDO

ALUMNA:

CRISTINA GORGETT GONZALES REYNOSO

CURSO:

FOTOGRAFÍA E IMAGEN EN VIDEO

Lima, Julio de 2019

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“LA SARITA; LA SANTA DEL PUEBLO”

Sara Colonia Zambrano o más conocida como Sarita Colonia nació el 1 de marzo de
1914 en Huaraz (Ancash), ciudad en la que pasó los primeros años de su vida. Hija de
Amadeo Colonia Flores y de Rosalía Zambrano. Su vida familiar se desarrolló en medio
de una aguda estrechez económica, acentuada por la mala salud de su madre, y dentro
de un ambiente cargado de religiosidad. La familia tuvo que migrar a Lima; Sarita
Colonia y su hermana Esther fueron internadas en el colegio Santa Teresa, regentado
por las monjas de Santa Luisa de Marillac. Después de permanecer tres años en Lima
regresaron a Huaraz por la gravedad de doña Rosalía, quien falleció al poco tiempo.
Retornaron a Lima, viviendo en Barrios Altos y en la avenida Argentina del Callao,
siempre en medio de dificultades económicas. Sarita Colonia suplió a su madre en las
tareas domésticas y no retornó al colegio, frustrándose sus deseos de ser monja. Trabajó
como vendedora de pescado en el mercado central, como doméstica, lavandera,
vendedora de frutas y en otros oficios; nunca perdía la ocasión para inculcar a sus
hermanos y conocidos la gratitud a Dios y lo bueno que era el compartir con los demás;
Sarita Solía rezar con frecuencia y era habitual verla sin comer por haber entregado su
plato a personas hambrientas y más necesitadas que ella misma. También tenía fama de
“hierbera”, habilidad que usaba para sanar enfermos con preparados que elaboraba a
base de plantas curativa. Falleció en el hospital de Bellavista el 20 de diciembre de 1940
a los 26 años de edad, víctima de paludismo pernicioso, según la versión oficial, y de
muerte natural, según sus familiares. Fue sepultada en la fosa común del cementerio
Baquíjano del Callao. Tras la defunción, sus restos fueron conducidos sin ninguna
procesión fúnebre a una fosa común, que fue marcada por su padre con una cruz meses
más tarde, acompañada por la frase de rigor: «Aquí descansan los restos mortales de
Sarita Colonia». Aquello fue útil para que la ubicación de la tumba no se perdiera por
completo y mucho tiempo después se estableciese allí un santuario, donde la veneran los
peruanos más desfavorecidos.

Cuando Sarita muere, comienza a crecer el mito de la santidad de Sarita Colonia.


Justamente, uno de los primeros trazos del mito comienza con el momento de su muerte,
según cuenta la leyenda, Sarita Colonia murió a arrojarse al mar del Callao de unos

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delincuentes que pretendían violarla, según investigaciones el Antropólogo César
Ramos.

Por un lado, existió un primer relato que lo explicó, un especialista de Sarita Colonia,
Gustavo Buntinx, quien señala que si bien nunca hubo un pasaje similar en la biografía
de la popular santa, sí existió un caso idéntico en 1922. Que tuvo trascendencia que el
caso cobró en esos años contemporáneos a Sarita, es probable que haya habido una
extrapolación entre una y otra historia en el inconsciente popular.

Por otro lado, lejos de los testimonios actuales, cabe preguntarse si realmente existió en
la vida de Sarita Colonia algún indicio que diera fe de su santidad, es decir, ¿hizo Sarita
Colonia algún milagro en vida?

El primer milagro de Sarita Colonia se produjo cuando ella todavía era una niña y, en
medio de la plaza de armas de Huaraz, su pueblo, el comisario mostraba envanecido el
cadáver del bandolero Luis Pardo, a quien había matado a traición a pesar de ser
compadres. Por otra parte, a pesar de ser martes, el día había sido proclamado domingo
y estaba el hombre disparando balazos al cielo, dando vivas al Supremo Gobierno y
repartiendo cañazo entre sus huestes, cuando se le acercó una niñita y le dijo:

–Usted ya no está detrás de usted. No hay nadie detrás de sus ojos. Resulta que ya no lo
veo, señor comisario.

Pero muchos dicen que el hombre fingió que no hacía caso, pero que al levantar una
copa para decir "salud", muy a lo disimulado se palpó el corazón con la mano izquierda,
y claro que ya no le latía, pero él se dijo para sus adentros que así debe ser el corazón de
los valientes. Aquello ocurrió un día 7 de julio, el séptimo mes del año. Siete días más
tarde a las 7 de la noche cayó muerto en esa misma plaza el hombre cuya muerte había
profetizado Sarita Colonia.

 Entonces, aquí nos formulamos la siguiente pregunta de saber porque muchos peruanos
y extranjeros la consideran la Santa del Pueblo.

Si bien se sabe que la jerarquía de la Iglesia no la acepta, pero algunos sacerdotes


defienden sus milagros. El fervor religioso de una generación de peruanos marginados y

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hacinados en los arrabales de Lima ha hecho estallar el culto a una santa de los pobres
que ya traspasó las fronteras de varios países y las que separan a las clases sociales.

El culto a Sara Colonia no fue inmediato, pero se hizo masivo con los años. En un
primer momento sólo se manifestaba gracias a aquellas personas que conocieron su
bondad y que dejaban en su zona de enterramiento flores, velas e inscripciones en la
madera. Pobres que pedían favores al Cielo a través de Sarita, porque ella había
compartido sus dolores y siempre estaba dispuesta a privarse de lo poco que tenía para
darlo a otros.

En los setenta, unos treinta años después de fallecida, empezó a atribuirse a la joven una
serie de portentos milagrosos que, al margen de la Iglesia, la transformaron en patrona
de los marginados. La creencia en la santidad de Sarita Colonia sobrepasó las fronteras
del Perú, haciéndose palpable en otros lugares de Sudamérica, Centroamérica y EE UU,
donde los emigrantes ilegales peruanos llevaron consigo a la «santita» en estampas
protectoras.

Los sectores más proclives al culto de Sarita son los pertenecientes a personas
desempleadas, mendigos, presos, rateros, prostitutas y pobres. Estos hombres y mujeres,
algunos de ellos delincuentes y travestís que viven en riesgo permanente, rezan a Sarita
para que los acompañe en sus corazones y les permita regresar a casa sanos y salvos
cada día. Su tumba es un continuo testimonio de la religiosidad espontánea de un pueblo
que, ajeno a los dictados de la iglesia, reclama su derecho a canonizar a quien crea
conveniente. A Sara se encomiendan a diario los que viven al margen de la ley y los que
están sin familia, sin trabajo o sin libertad. Tanto es así que la cárcel del Callao ha sido
rebautizada como «Sarita Colonia» y muchos presos se tatúan enormes iconos de la
santa, o extensas oraciones dirigidas a ella. Sara los acompaña en su azarosa y solitaria
existencia como marginales. Su efigie prolifera en las cárceles, así como en los burdeles
más deplorables de Lima, siendo imagen primordial en los suburbios, donde carteristas,
asaltantes y timadores llevan su estampa en los bolsillos.

Incluso el propio Vladimiro Montesinos, ex-jefe de inteligencia de Alberto Fujimori, y


uno de los funcionarios más corruptos de aquel régimen que gobernó en Perú desde

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1999 a 2000, en el momento de ser detenido guardaba en el bolsillo una estampa de
Sarita, que mostró a los periodistas.

A lo largo del tiempo, el afecto por esta «santa» se ha extendido a personas de clase
media, siendo adoptada por gente de la más variada condición social. A partir de los
años setenta, los conductores de camiones, micro-buses y moto-taxis la convirtieron en
su patrona. En sus vehículos, y en el lugar donde supuestamente debían estar las
imágenes consagradas del culto católico oficial, se ve la estampa de Sarita en altares
portátiles. Los devotos pobres que visitan su tumba en el aniversario de su muerte, han
visto cómo a las mujeres recias de la sierra se suman hoy jóvenes atractivas con
sugerentes vestidos. Los delincuentes comparten devoción con adinerados
homosexuales y burgueses ilustrados. Escritores, pintores, escultores y multitud de
artistas le rinden homenaje. El reparto de comida entre los necesitados se ha
transformado en un ritual que ya es una seña de identidad del culto a esta santa del
pueblo.

Tambien Eduardo González Viaña relata en su libro de “Sarita viene volando”; que en
los años 70, o sea más o menos 30 después de fallecida, comenzaron sus milagros, o sea
su vida prodigiosa. En cuanto a su vida terrenal, ella es casi obvia:

Tal vez lo milagroso de ella misma es haber sobrevivido, ya adulta y sola, en los
barracones del Callao, tugurios pauperizados donde para cualquiera es un prodigio la
existencia, y más lo sería para una joven cuyo único ingreso económico provenía del
servicio doméstico ocasional. Una presumible muerte tífica, la atención deplorable en
un hospital de pobres, las circunstancias de su muerte, también son usuales en la historia
demográfica de los pobres del Perú.

Incluso la sepultura de Sarita corresponde a lo ordinario. Apenas se produjo su deceso,


se dispuso que sus restos fueran conducidos, sin procesión fúnebre, hacia alguna
inagotable fosa común. Una cruz, plantada meses más tarde por su padre, evitó que el
nombre fuera borrado de la arena y lo preservó para que el futuro lo convirtiera en
dolorida esperanza y en memoria colectiva, como suelen ser las creencias de los
hombres inocentes, y también la palabra de Dios.

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En opinión de la socióloga Ana María Quiroz, Sarita Colonia es un símbolo de la
cultura chola, o del “nuevo Perú” producto de las migraciones, según Portocarrero, y su
imagen puede estar presente en los restaurantes peruanos en Nueva Jersey (Estados
Unidos) o en el brazo tatuado de un recluso. Es común ver estampas con el rostro de
Sarita Colonia, una jovencita sin maquillaje y lacio pelo negro, en los mototaxis o buses
de la ciudad, en los pequeños negocios del mercado o en los ambientes del penal
bautizado con su nombre en el puerto del Callao.

El rostro inocente de Sarita se convirtió en ícono de la cultura popular, que ha inspirado


canciones y bautizado a grupos de rock que fusionan sus temas con la cumbia y el
folclore. Su imagen ha sido reproducida en formatos del arte contemporáneo.

Conclusiones

No se sabe con certeza algún milagro suyo en vida, lo innegable es que tiene cientos de
placas de agradecimiento en su mausoleo ubicado en el cementerio Baquíjano del
Callao. Con el paso de los años el culto se ha extendido a miles. En marzo de este año
se cumplió 105 años de su nacimiento. Es evidente que hoy Sarita Colonia ya no ´solo
es la santa de los delicuentes y las clases marginales del país, hoy Sarita es la Santa de
todos, una santa provinciana, que fue pobre y que luchó la vida lo mejor que pudo para
sacar adelante a su familia, ella es una Santa que refleja en ella misma gran parte de lo
que es hoy en día el Perú.

Ademas, Sarita simboliza e identifica a cientos de provincianos que llegan a la capital


con el fin de alcanzar una vida mejor. Muchos de ellos se ven afectados por el medio en
el que viven, la falta de oportunidades y hasta la marginación por su etnia o indigencia.

Es por ello que todos los 1 de marzo todos los creyentes de La Sarita visitan el
Mausoleo, también el 20 de diciembre que conmemora el fallecimiento de Sarita, en
estas fechas fieles reparten ofrendas, comida, obsequios,entre otros. Con el fin de
recordar a la Santa del pueblo como aquella mujer que compartía y servia siempre al
prójimo.

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BIBLIOGRAFIA:

http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibVirtualData/PORTAL%20SISBIB/revista%20ccss/REV
%20INV%20SOC%2019-26/N%C2%BA%2019/a03.pdf

https://historiaperuana.pe/biografia/sarita-colonia/

http://www.galeon.com/waykiperu/paginas/indexsarita.html

https://www.espaciomisterio.com/vida-alternativa/creencias/los-milagros-de-sarita-
colonia_32497

https://historiaperuana.pe/biografia/sarita-colonia/

https://expedienteoculto.blogspot.com/2009/01/sarita-colonia-la-santa-del-pueblo.html

https://www.youtube.com/watch?v=D6Qt6OPRaVo

https://perusumaq.com/2018/01/24/sarita-colonia-la-santa-de-los-marginados/

BUNTINX, Gustavo 2005 E.P.S. Huayco. Documentos. Centro Cultural de España,


IFEA, Museo de Arte de Lima. Lima.

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