Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
HISTORIA DEL
MONASTERIO
DEL CARMEN
DE LIMA.
HISTORIA DEL MONASTERIO DEL CARMEN
Provenientes de España, en 1619, los esposos Domingo Gómez de Silva y Catalina María
Doria establecieron en el Cercado de Lima un recogimiento, colegio o internado para
niñas bajo la moderna advocación carmelitana.
El recogimiento pasó a ser monasterio en 1643 tras elevar la demanda al Rey y remitir a
las arcas reales los cien mil pesos acordados para emitir el decreto de autorización y así
conseguir la licencia de fundación.
Para reunir dicha cantidad, Catalina María vendió sus propiedades en 96,000 pesos, el
obispo de Arequipa don Agustín de Ugarte y Saravia, dono 58,000, el licenciado
Bobadilla canónigo del Cabildo Metropolitano, entregó 10, 000, el doctor Correa 60,000,
y con la limosna de otras personas reunieron 174,000 pesos, con los cuales se
construyeron la iglesia y el monasterio que, con algunas modificaciones, hasta hoy
existen.
Fue así una vez concedida la licencia, llegaron a fundar este monasterio de Lima tres
monjas carmelitas descalzas del monasterio de Cartagena de Indias, en la actual
Colombia, en ese entonces ciudad conformante del virreinato del Perú. La fundación se
realizó, con la pompa acostumbrada, el 17 de diciembre de 1643, así se fundó El sexto
monasterio en América, pero el primero en el Perú; para las mujeres representó una
opción distinta de los monasterios grandes o primeras casas de religión limeñas del siglo
XVI e inicios del XVII. Solo entre 1653 y 1686, sus monjas salieron a fundar en Quito,
Chuquisaca, Guatemala, Huamanga y Lima.
Establecer nuevos espacios monásticos no fue sencillo. Significaba contar con la
autorización del Rey, el número adecuado de religiosas, la determinación de un buen
lugar, la anuencia de los vecinos y las autoridades civiles y eclesiásticas, los gastos de
traslado y la garantía de la existencia material.
Como carmelitas descalzas descubrieron los beneficios resultantes de una vida combinada
de soledad y comunidad. Los pisos bajos contenían los espacios comunitarios mientras
que la construcción de las celdas en el segundo piso recuerda la costumbre limeña
colonial: “en los pisos altos viven los señores”, lo cual podría estar manifestando el estrato
social al cual las monjas se sentían pertenecientes Eran monjas austeras y recoletas,
aunque se percibían y las percibían procedentes de la elite de la ciudad
La celda: La celda no era, sencillamente, un lugar privado donde estar a solas. En la vida
monástica carmelitana era el espacio de mayor silencio y soledad.
Biblioteca: Junto al coro bajo se encontraba la biblioteca. Era un recinto pequeño con
una puerta de acceso labrada y un piso de ladrillo original donde se almacenaban los libros
de la comunidad. A través de un pasadizo esta sala pequeña se comunicaba con el
santuario.