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JORGE INFANTE TINOCO

POSTULANTE 1ra CUADRILLA

HISTORIA DEL
MONASTERIO
DEL CARMEN
DE LIMA.
HISTORIA DEL MONASTERIO DEL CARMEN

Provenientes de España, en 1619, los esposos Domingo Gómez de Silva y Catalina María
Doria establecieron en el Cercado de Lima un recogimiento, colegio o internado para
niñas bajo la moderna advocación carmelitana.

Con la construcción de una iglesia y el sello milanés renacentista que imprimió en la


decoración, los esposos difundieron el estilo espiritual teresiano. Y así, en el siglo XVII
a la mezcla de rezagos medievales, mundanidad renacentista, reforma barroca, influencia
andina, más el aporte de las propias características de la sociedad colonial, la introducción
de las tendencias místicas abrió camino a una religiosidad al interior de la cual Santa
Teresa fue el modelo a seguir y la Virgen del Carmen una de las devociones más
populares.

El recogimiento pasó a ser monasterio en 1643 tras elevar la demanda al Rey y remitir a
las arcas reales los cien mil pesos acordados para emitir el decreto de autorización y así
conseguir la licencia de fundación.

Para reunir dicha cantidad, Catalina María vendió sus propiedades en 96,000 pesos, el
obispo de Arequipa don Agustín de Ugarte y Saravia, dono 58,000, el licenciado
Bobadilla canónigo del Cabildo Metropolitano, entregó 10, 000, el doctor Correa 60,000,
y con la limosna de otras personas reunieron 174,000 pesos, con los cuales se
construyeron la iglesia y el monasterio que, con algunas modificaciones, hasta hoy
existen.

Fue así una vez concedida la licencia, llegaron a fundar este monasterio de Lima tres
monjas carmelitas descalzas del monasterio de Cartagena de Indias, en la actual
Colombia, en ese entonces ciudad conformante del virreinato del Perú. La fundación se
realizó, con la pompa acostumbrada, el 17 de diciembre de 1643, así se fundó El sexto
monasterio en América, pero el primero en el Perú; para las mujeres representó una
opción distinta de los monasterios grandes o primeras casas de religión limeñas del siglo
XVI e inicios del XVII. Solo entre 1653 y 1686, sus monjas salieron a fundar en Quito,
Chuquisaca, Guatemala, Huamanga y Lima.
Establecer nuevos espacios monásticos no fue sencillo. Significaba contar con la
autorización del Rey, el número adecuado de religiosas, la determinación de un buen
lugar, la anuencia de los vecinos y las autoridades civiles y eclesiásticas, los gastos de
traslado y la garantía de la existencia material.

El Carmen Antiguo de Lima fue un espacio arquitectónico constituido, en la segunda


mitad del siglo XVII, por un claustro mayor de dos niveles y pensado para un numerus
clausus de veintiuna monjas. A fin de estudiar pertinentemente los ambientes interiores
de la clausura deberían ponderarse testimonios como los expuestos. Con excepción de la
iglesia, la ermita de la huerta y la huerta en sí, el Carmen Alto fue una fundación con un
trazado prácticamente “ex novo”. La tipología no obedece a una modalidad carmelitana,
sino a la general de cenobios de monjas hispanoamericanas, debido al auspicio de
personas particulares y a la falta de fundaciones masculinas oficiales que duraría hasta el
siglo XX.

Como carmelitas descalzas descubrieron los beneficios resultantes de una vida combinada
de soledad y comunidad. Los pisos bajos contenían los espacios comunitarios mientras
que la construcción de las celdas en el segundo piso recuerda la costumbre limeña
colonial: “en los pisos altos viven los señores”, lo cual podría estar manifestando el estrato
social al cual las monjas se sentían pertenecientes Eran monjas austeras y recoletas,
aunque se percibían y las percibían procedentes de la elite de la ciudad

La sobriedad de los ambientes interiores graficaba la ausencia de tantas cosas superfluas


que caracterizan la vida actual.

La celda: La celda no era, sencillamente, un lugar privado donde estar a solas. En la vida
monástica carmelitana era el espacio de mayor silencio y soledad.

Los espacios comunes.

claustro mayor: A diferencia de la modalidad dispersa de Santa Catalina en Arequipa o


los monasterios grandes de Lima, el claustro como tal estaba formado alrededor de un
patio sin techo, rodeado por cuatro galerías claustrales de dos niveles y en cuyo centro
destacaba una pileta de piedra labrada Los pisos bajos contenían la mayor parte de las
habitaciones destinadas a las actividades en común: recibimiento de novicias (portería),
visitas (locutorio), preparación para la oración (antecoro), oración (coro bajo), lecturas
(biblioteca), comidas (cocina y refectorio), organización de la liturgia (sacristía), las
enfermas (enfermería) y un santuario (recordatorio de Catalina María Doria). Este
claustro mayor de dos pisos fue reconstruido tras el terremoto del 20 de octubre de 1687.
El desastre derrumbó las celdas del piso superior, don Pedro de la Peña, catedrático de
prima de sagrados cánones, ayudó económicamente en 1708 con la restauración.

Portería y locutorio: El conjunto de la entrada al monasterio incluye el atrio cuadrado, el


cual antecedía a la Iglesia, pero desde donde también se podía ingresar al locutorio del
monasterio a través de la portería.

Las carmelitas establecieron el uso de la escuadra iglesia-monasterio, mediante el cual


desvincularon la portería respecto del coro bajo y antecoro. Estas últimas dependencias
se ubicaron a un costado del altar mayor, hacia el espacio interno del monasterio, en tanto
que la portería quedó colocada al costado de la portada de la iglesia. La puerta de entrada,
precedida por unas escaleras que iniciaban en la plazuela, se encontró frontera del altar
mayor. En la portería siempre se encontraba el torno, a través del cual las monjas vendían
los escapularios. El torno, hacia mediados del siglo XX, resultaba ser el mismo de la
época de la fundación: de madera, viejo y desvencijado. Además de contener el torno, la
función principal de la portería fue la de ser antesala del vestíbulo, locutorio o parlatorio.
Barrera real y simbólica entre el claustro y el siglo, punto de contacto entre la clausura y
el mundo de fuera, está provisto hasta hoy de rejas de fierro que impiden el contacto físico
directo de las monjas y las visitas

Sacristía: La sacristía fue la antesala de la iglesia.

Antecoro y coro bajo:

Biblioteca: Junto al coro bajo se encontraba la biblioteca. Era un recinto pequeño con
una puerta de acceso labrada y un piso de ladrillo original donde se almacenaban los libros
de la comunidad. A través de un pasadizo esta sala pequeña se comunicaba con el
santuario.

Actualmente, en Perú hay 11 monasterios de carmelitas descalzas, y el de Lima, 369 años


después de su erección, sigue siendo ocupado por mujeres que consagran su vida en
oración, a Dios y a la Iglesia. Tienen por fecha más importante el 16 de julio, efeméride
del día de 1256, en que la Virgen se le apareció en Cambridge, Inglaterra, a San Simón
Stock (1165-1265), entonces Prior General de la Orden y le entregó, según la tradición,
el escapulario, diciendo: «Toma, hijo querido, este escapulario; será como la divisa
de mi confraternidad, y para ti y todos los carmelitas, un signo especial de gracia;
quienquiera que muera portándolo, no sufrirá el fuego eterno. Es la muestra de la
salvación, una salvaguardia en peligros, un compromiso de paz y de concordia».

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