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ISBN 978-84-96775-56-5
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depósito legal M-40467-2009
impresión LAVEL
Universidad de Navarra
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INTRODUCCIÓN
El régimen visual barroco
Y con tener todo esto, le falta mucho al hombre que carece de la Por lo que respecta a lo visible, todo es una trampa [ .. ],ni una sola
ciencia que en el ver ay, porque ella le enseña haziéndole que de las divisiones, ni una sola de las dobles caras que presenta la fun-
muchas vezes le parezca lo que realmente no es. De donde nace que, ción de la visión, deja de manifestársenos como un laberinto ~ 9 •
assí como en los demás cosas que naturalmente se pueden hazer las
Una folie du voir 30 y una particular <<escopofilia>> se pose-
tiene por sobrenaturales, assí, el que ignora ésta, las grandes mara-
siona, en efecto, del espíritu barroco 31 , y es aquello precisa-
villas que en sí tiene le amedrentan, como si fuesen imposibles a la
. h umana,6 . mente que aquí nos va a interesar; no, por cierto, los trabajos
potencia
de la experimentación y de la razón que atienden a afianzar
El interés por los adelantos que concurren en el campo cien- un conocimiento naturalista del objeto. A través de superfi-
tífico de la visión en el Barroco no se pueden dudar, pero sucede cies quiméricas y directamente fantasiosas unas imágenes
que, y ello va a constituir la materia exclusiva de nuestro interés imposibles se proyectan conturbando el espíritu de los barro-
de ahora, este mismo tiempo es, de modo coincidente, junto a la cos. Es, a todos los efectos, aquello que temía Juan Luís Vives
época de los instrumentos de experimentación fenomenológica que se produjera en cuanto que la razón pudiera verse arras-
precisa, el momento en que a esos mismos artificios se les atribu- trada por la fantasía y <<como acontece a la embriaguez o en el
yen otras funciones, las cuales tienen como virtualidad esta vez la acceso de locura, lo miraría [al objeto de conocimiento, clarO
de disolver la posición, forma o existencia misma del objeto a que y distintivo] como a través de una lente pintaday abigarrada>> 3 ~. Tal
se confrontan, promoviendo la inseguridad gnoseológica sobre sucede en ese texto clásico, El Bernardo de Bernardo de Balbue-
ello, y contribuyendo así a instalar la duda escéptica sobre la ver- na, donde del pasado del héroe emergen unos espectros ge-
dadera entidad de lo real y lo visible, por medio también de la nealógicos convocados por el medio mágico de una superficie
misma evocación de lo imaginario, invisible, inexistente. Desde
este punto de vista, se trata ahora de una suerte de desrealización
del <<campo óptico» y de una creciente problematización de sus 28 El concepto de «dialéctica de la mirada»- es de W. Benjamin; lo ha explorado
imágenes e imagos. En los términos explícitos que utilizará Miguel S. Buck-Morss, Dialéctica dela mirada. Madrid, Visor, 1996.
de Mañara en su Discurso de la verdad sucede que: 29 J. Lacan, Seminario 11. Cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Barcelona, Pai-
dós, 1997, 89.
[El mundo] es un engaño con apariencia de verdad-;: 7, 30 Véase sobre ello la obra de ese mismo titulo de C. Buci-Glucksman, Lnfoliedu
vair de l'esthétiq_ue baroque. París, Galilée, rg86
31 Una pulsión que recorre finalmente también la superficie textual, y a la que L.
26 Tradmjdas en vulgar castellano ... Madrid, Vda. de Alonso Górnez, 1585, 5. Martín-Astudillo ha denominado «la elipse verboescópica>>, en l.a mirada elíptica:
27 Discurso de la verdad, dedicado a la alta imperial m~jestad de Dios. Sevilla, Viuda de Caro e eltraifondo barroco de la poesra española contemporánea. Madrid, Visor Libros, 2008.
Hijo, r853, 20. 32 En Obras Completas. L. Riber (e d.). Madrid, Aguilar, 1947, Il, II92 a.
r6 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
lNTRODUCc)ÓN. El RÉGIMEN VISUAL BARROCO
espejeante33 • Cóncavas o convexas -como esos <<espejos de Nürem- cwn, tienden a aniquilar la seguridad en la existencia de un
berg>> y como es el caso también del llamado <<cristal de Claude <<mundo real>>. Ií·ompe l'oeil, <<trampalltojos>>, entonces, bajo cuyo
Lorrain>>, utilizados en la pintura de la época-, las superficies de nombre fueron conocidas estas formas de representación en el
reflejo deformantes, que fuerzan la complejidad de las percepcio- barroco hispano, que incurre discursivamente en una suerte de
nes del espacio y los problemas de perspectiva, van a ser un leit-motiv <<de-modernización>> de la mirada y de la fisiología de la visión.
secreto de la época. Presentes en todos los campos de co!1Btrucción Ello genera, incluso, un mundo otro dotado de un relieve y una
simbólica, en ellas alcanzarán una cumplida representación. cartografía para-real que delira una escena en rigor inexistente,
Ampliando todos estos efectos, el tiempo histórico en el que pero que es ofrecida a la vista para su consumo alucinado •
38
penetramos, el del Barroco, es, sin duda, el momento históriCo Dispositivos de una <<tecnología espectral>> y de una39
en que se extiende el uso de una óptica que tiene sus artefactos verdadera <<industria de lo imaginario>> como la de la <<cámara
más peculiares en las máquinas fantasmagóricas 34 y las linternas obscura>>, de la que tan extenso uso se hará en la época+o, dado
mágicas 35 , que por su parte crean, a partir de la segunda mitad del
siglo XVII, un dominio específico: el de la m'sión virtual. Entonces se
desarrolla, efectivamente, una suerte de <<magia catóptrica y
(<<Befare the Gaze>>, en R. S. Nelson -ed.-, Visuali!Y befare and bryond the Renais-
dióptrica», o, en general, una óptica taumatúrgica 36 y la generación
sance: Seeingas Others Saw. Cambridge, Universily Press, 2000, 209).
de una illusio, especialmente explotada por una tecnología espec- 38 Ello genera geografías imposibles que son revisitadas por los discursos textuales
tral para desvelar los ocultos misterios de la realidad y sugerir así y plásticos, como entre todas resulta ser sumamente significativa aquella que
una constitución platónica de la misma, y en la que los principios recompone en términos eminentemente visuales el mismo Paratso, del que se
ofrecen panorámicas «virtuales>>. Véase A. Martínez Arancón, Geografías de la
de esa misma realidad se disuelven a favor de perspectivas que
eternidad. Madrid, Tecnos, 1987.
pueden a la postre resultar ser fantasmales o engañosas37 • Nuevas 39 Sobre este concepto, aplicado en el espacio de la Edad Moderna, véase T. Cas-
concepciones de la visión, ya no sometida a efectos de veredic- tle, «Phantasmagoria: Spectral Technology and the Metaphorics ofModern
Reverie>>, Critica/Inquiry, 15/1 (rg88), ~6-6r.
40 M. Rodríguez Mesa, <<La Cámara Obscura como medio auxiliar en la pintura: un
ejemplo de la relación arte-técnica>>, en http://""'vw-.utem.cl/trilogia!Volu-
33 El Bernardo o Victoria de Roncesvalles. Madrid, Diego Flamenco, 16~4. El espejo
men_I2_n/p.I~-~htm. El uso, en cierto modo un tanto <<secreto>>, de este artilu-
mágico, como ha visto L.M. Fernández, el editor, comparece también en el El
gio para las representaciones sugiere en él un verdadero instrumento para la arti-
diablo Cojuelo, de Luis Vélez de Guevara, esta vez para hacer visibles escenarios
culación barroca del espacio a reproducir o capturar, y como tal es probable su
simultáneos de la ciudad imperial de Madrid.
empleo en grandes iconos del período, como pueda serlo a estos efectos la tela con
34 Literalmente aqui ello inaugura la historia de la proyección fantasmagórica.
las meninas y la familia real velazqueñas. En tajante expresión deJ. Moffit: <<Nues-
Asunto que ha estudiado H. Hecht, <<The History ofProjecting Phantoms,
tra conclusión definitiva es que para poder conseguir el riguroso nivel de repro-
Ghosts and Apparitions>>, New Magic Lantem}ournal, 3/1 (1984), ~-6.
ducción visual que acabamos de documentar, el pintor [Velázquez] tuvo que utilizar
35 Un estudio sobre estos artilugios de visión en K. Vermeir, <<The Magic ofthe
algún artificio mecánico>>( <<La anatomía de Las Meninas>>, en Velázquez, práctica e idea;
Magic Lantcrn (J660-I700). OnAna1ogical Demonstration and the Visuali-
estudios dispersos. Málaga, Colegio de Arquitectos/Universidad de Málaga, rggr, 235).
salion of the Invisible>>, British.Journal ofthe Jlistory ofScience, 38 (2005), 27-38.
M. Lorente ha resumido las teorías sobre los temas ópticos y de perspectiva y espe-
36 Véase el estudio de P. Hulten, TheArcimboldo Ejfect. Tran~formations ofthefO.ce from the
cularía geométrica de los que es cifra la famosa pintura. Ello en <<El espacio de la>
Si-rteenth to the Twentieth Century. Milán, Bompiani, 1987.
Meninas según Ramiro Moya, Bartolomé Mestre y Ángel del Campo>>, en T. Martín
37 En una brillante aserción de M. Camille, lo que sucede es que <<The most
Carda etalt., lécnologías, estrategias para la creación artística. Altea, Universidad de Elche,
important of all senso:ry experiences for Christian's is the catcgo:ry of illusion>>
2007, ~39-255· Véase una última hipótesis sobre estos aspectos desarrollada en el
INTRODUCCIÓN. EL RÉGIMEN VISUAL BARROCO 1<)
libro de J .A. Izquierdo, Las Meninas en el objetivo. Madrid, Lengua de Trapo, 2006.
Famosas descripciones de la cámara obscura se encuentran en Descartes -La Dióp-
trica (r637)- y Locke -Ensr¿yosobre el entendimiento humano (r6go)-. Mencionaremos
aquí el uso de la cámara obscura en un pintor que ha devenido icono de la pintura
barroca, Jan Vermeer, y cuya relación con este mecanisn1o ha sido estudiada por
Ch. Seymur, <<Dark Chamber and Light-Filled Room: Vermeer and the Camera
Obscura>>, ArlBu//etin, 46/3 (rg64), 323-331, y A Daniel, «Vermeer's Use of
Camera Obscura. A Comparative Study>>, AJtBu/lelin, 53/4 (1971), 193-505.
41 Cuyos principios de funcionamiento y utilización se refieren en el libro décimo
de la segunda edición (I6?r) de Athanasius Kircher, Ars magna lucis et umbrae. Y
cuya inscripción en el campo simbólico se realiza con fuerza en el poema de Sor
Juana Inés de la Cruz, Primero sueño: <<La sombra fugitiva, 1 que en el mismo
esplendor se desvanece, 1 cuerpo finge formado 1 de todas dimensiones ador-
nado» .Véase L. Mannoni, Le grandartde la lumi€re el de l'ombre. París, Nathan, 1995.
J. Crary ha definido así la utilización de 1a linterna mágica por Athanasius Kir-
cher: «Kircher concebía técnicas que inundaban el interior de la cámara con
un resplandor visionario, err~pleando para ello varias fuentes de luz artificial,
espejos, imágenes proyectadas y, a veces, gemas traslúcidas en lugar de lentes,
con el fin de simular una iluminación divina>> (Las técnicas del obsen;ador. Visióny
modernídadenelsigloxix. Murcia, CENDEAC, 2008, 57).
12 Véase el estudio de estos arteÜtctos ópticos en A. Maillet, Le mlroú· noir. Enquélesur
le cote obscur de reflel. París, Kargo, 2005. Sobre los misteriosos <<espejos>> de
MIGUEL LoRENTE, <<Reproducción del espacio especular y cámara oscura de
Murillo, es necesario consultar el trabajo de O. Meslay, <<Murillo and smoc-
lasMeninassegúnlateoríadeJ, Moffitt>>, ~oo8.
king mirrors>>, Bur/ington Maga~ine, CXLI1I/n75 (2001), 73-79.
INTRODUCCIÓN. EL RÉGIMEN VISUAL BARROCO ,;:r
,;:o IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
saber que ostenta a través de ellos sus propios postulados. No se parte, también, de este paisaje propio. de una óptica simbólica, y acaso
prestan, en todo caso, tan sólo a una interpretación en cuanto ins- sea lo más característico de este universo barroco que tiene
trumentos u objetos de usos materiales, sino que se ofrecen como acento hispano 44 , y ello por la significación que se le concede
puntos de relación de agenciamientos más amplios. Son, en reali- en un grupo nutrido de obras maestras de la época. Obede-
dad, metáforas para los nuevos modos de cognición y aprehensión ciendo a esquemas que modelan en su radical singularidad el
del mundo por los sujetos Y, un paso más allá, significan que la pensamiento hispano 45 , en el interior de su dispositivo concep-
metafísica ha irrumpido en y ha atraído hacia sí el campo de los tual se podían rechazar los instrumentos científicos, a favor de
fenómenos ópticos, tal vez <<raptándolo>> para sus intereses des:.... una mirada totalmente <<espiritual>>, una <<visión subjetiva>>
realizadores. Esto, que será conocido como magiafascinatrix o magia que es poetizada, entre otros operadores simbólicos, por Sor
óptica, tiene como correlato filosófico el pensamiento escéptico, el Juana Inés de la Cruz,
cual afirmará, dado el poder de estas manifestaciones taumatúrgi- La vista perspicaz, libre de antojos,
cas, la relatividad en que se mueve la pretensión de conocimiento,
De sus intelectuales bellos ojos
sometido como está al poder de la tecnologia fantasmática.
(sin que distancia tema
Por su parte la (re) construcción imaginal, la ficcionalización ni de obstáculo opaco se recele,
que presentan los sentidos interiores, capaces ellos por sí mismos de que interpuesto algún objeto cele)
de levantar mundos subjetivos y dotados de una gran capacidad libre tendió por todo lo criado,¡- •
6
47 51
nición humana , y entre los que destaca el papel de la visión, , precedido por el descubrimiento albertiano de la ven-
e artesiano .
susceptible de ser engañada por medio de la illusio. Ello hace de tana simbólica, en este libro nos volvemos hacia otra cultura de la
Macbeth la obra que pone en pie la tragedia de la visión, su capa- mirada que se ofrece como alternativa, y que constituye lo que
cidad de suscitar phantasmata obsesivos4 s. podríamos llamar una suerte de cultura visual subterránea, la cual
En lo que se refiere a aquel mundo hispano y esfera cultural apunta hacia una superior complejización y puesta en cuestión
singularísima, que nos aplicamos a describir en lo que sigue, escéptica de los valores de construcción técnica o racional del
podría estar caracterizado por el desplazamiento que en su mundo, empezando por la propia visualidad52 • En esta otra alter-
interior se efectúa de la subjetividad y por el modo peculiar en nadva o dimensión operan las fuerzas que resultan ser disgregado-
que construye su <<lógica de la mirada>> 49 • Tales condiciones ras de la experiencia literalista y objetiva del mundo, reunidas en
propias, que actúan como presupuestos y aprioris hermenéuti- torno al escepticismo cristiano; el pirronismo que alcanza la
cos, imperan con respecto a la propia pregunta acerca de cuál médula del debate epoca! sobre la garantía de estabilidad del objeto
sea la realidad del mundo exterior o correlato objetivo y refe- frente al sujeto en libros como el de Diego de Estella, Primera parle
rencial. Se trata de una toma de perspectiva o lectura de mundo del libro de la vanidad del mundo 53 . Se trata, si-podemos decirlo así, de
en cierto modo desviada, <<aberrante>>, incluso, pero a la que la abordar una específica <<locura de la visión hispana barroca>> 54 ,
posmodernidad vuelve para encontrar allí la respuesta contra- que relativiza completamente lo que podemos denominar la idea
puesta a la liberada de otro lado por las construcciones literalis- de paradigma único y praxis hegemónica de la visualidad mo-
tas, miméticas, realistas y científicas que conforman el para- derna, y al menos logra que aquel otro tipo de régimen escópico
digma que al cabo ha resultado ser triunfante 5°. no llegue a ser, como se ha supuesto, el dominante 55 • Frente a
Lejos de tomar por hegemónico y dominante el proceso aquél se abre una perspectiva más compleja, si cabe, que la que
de racionalización de la vista que instituye el modelo ocular resulta basada científica y experimentalmente, y ella es justamente
la que podemos denominar <<perspectiva emblemática>> 56 • Los
modelos de explicación científica de la mimda se situarán a un lado, Es en este preciso punto donde deben ser situadas las pro-
mientras en el otro encontramos lo que es la articulación simbó- pias técnicas de construcción imaginal, que reciben desde la
lica de la visión que circunscribe un campo cultural más complejo 57 • retórica un fuerte desarrollo en forma de juegos de metáforas a
Esto último es lo que configura nuestro horizonte de análisis, que la mirada da campo, en particular en lo que es el terreno
abriendo entonces la posibilidad misma de fracturar el uniforme de lo político, en donde, como veremos (infra, cap. II), el poder
sistema visual perspectivo, normativo, <<renacentista>>, como se le se constituye como <<ojo vigilante>>, haciendo devenir al ojo
ha denominado, que parece regir hasta la revolución de las repre- fisiológico en el emblema mismo de la fuerza constituyente del
sentaciones y de la construcción visual con Manet y el impresio- mundo que alcanza la mirada.
nismo58. En consecuencia, una posible historia de una concep-
ción de lo visual finalmente abortada y perdida aquí se insinúa en
alguno de sus fragmentos y figuraciones que creo significativos.
Lo que de <<alternativo>> pueda al cabo resultar en este enfo-
que <<barroco>> de la cuestión de la imagen o, en general, de la
visualidad, estriba en que no es el referente o mundo real a
reproducir lo que en verdad se pone en juego para este régimen
de conocimiento, sino que la atención toda se focaliza por pri-
mera vez en el sujeto, en el observador y productor de imágenes,
y como tal último responsable de la imago que construye. Se trata
desde el primer momento de la historia de la cultura de la óptica
del ojo productor, del <<ojo vivo>> 59 . Un órgano, en definitiva,
en nada pasivo, sino que, al contrario, en pura teoría óptica
escolástica de carácter extromisionista, se presenta como el res-
ponsable de la emisión de los rayos visuales, logrando proyectar
casi de modo físico sus especies a través del aire, configurando
y modelando así sus objetos, de los cuales enteramente se posee, y
de cuya realidad va también a responder, cuestionándosela.
57 Como ha escrito C. Havelange -De l'ocil et du monde. Une hisloire du regm·d auscuil de la
modernité. París, Fayard, 1998, 18-: «La vision n' est pas exactement la méme
chose que le reg·ard, paree que les modéles d' explication scienti1lque des méca-
nismes de la vision ne révelent pas tout, dans un contexte culturel donné, des
mysteres o u de la présence du regard>>.
58 Sería este un régimen visual interpretado históricamente como monolítico,
que va desde el siglo XV hasta las décadas que corren entre el 1820 y 1830, y del
que ha hablado]. Crary, Lns técnicas del observador. Visióny modernidad en el siglo XIX ... JuAN ÜARCÍA HmALGo, <<Estudio de ojos>>. Principios para estudiar
59 La expresión es deJ. Starobinski, El f?ÍO vivo. Valladolid, Cuatro, 2002, el nobilísimoy real arte de la pintura. Siglo XVII.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO INTRODUCCIÓN. El RÉGIMEN VISUAL BARROGO
Todo ello ha recibido entre los filólogos e historiadores de determinado valerme de la tras:a de aquel ingenioso pintor que,
la literatura y también los historiadores y los analistas del espa- empeñado en retratar una perfecciÓn a todas luces grande, y viendo
cio del arte (estos últimos especialmente comprometidos), poca que los mayores esfuerzos del pincel no alcanzavan a poderla copiar
atención en estos particulares aspectos; atención que habría toda junta con los cuatro perfiles, discurrió modo cómo expresarla
63
debido de empezar con lo que se presentan como las fuentes enteramente
teóricas en que la época sobreabundó. La obra de Kircher, Ars
Debemos concluir que el ojo, órgano barroco por excelen-
Magna Luds et Umbrae 60 , se presenta a estos efectos como muy rele-
cia, junto a lo que son los problemas relativos a la construcción
vante por lo que enciclopédicamente concita acerca del sentido
(o <<fabricación>>) cultural de las imágenes, pocas veces ha sido
moral que cabe atribuir a la presencia de artefactos visuales, y es
el protagonista de la hermenéutica, tal y como se practica en las
así mismo importante la propia implicación simbólica de la 61
61 distintas disciplinas . Y ello a pesar de que el <<giro visual>> y,
mirada retiniana en la construcción reificada de la realidad •
en general, la epistemología sobre la imagen como vestigio cul-
Mereciendo una última consideración el papel que en ello
tural de primer orden, no hacen sino crecer en nuestra posmo-
cumple la luz, que el pensamiento simbólico de la época enten-
dernidad65. La fenomenología óptica' barroca permanece en
derá como absoluta y primaria (Lux), o como obscurecida por la
6 nuestros campos de estudio en buena medida por explorar, tal
materialidad (Lumen) ' .
vez relegada por un evidente logocentrismo hermenéutico que
La visión que da existencia a la imagen más conceptuosa se
durante todo el siglo XX desautorizó el discurso figural y lo
pretende que se construye en la época bajo la forma de un arti- 66
redujo a una posición ancilar respecto de la palabra .
ficio óptico que opera mediante el reflejo y la multiplicidad de
El perspectivismo, en cambio, fenómeno por naturaleza
perspectivas. Algo que reconoce explícitamente Baltasar Gra-
óptico, entendido generalmente como parte de una teoría de la
cián cuando, necesitado de trazar la imagen del deán de la cate-
dral de Sigüenza, Lorenzo Francés, recuerda el artificio visual
inventado por el Giorgione, que disponía los objetos en una
63 Baltasar Gracián, El Criticón. M. Romera Navarro (ed.). Philadelphia, Univer-
galería de espejos que daban cuenta de todo su volumen bajo sity ofPennsylvania, 1910, III, l.
todas las perspectivas posibles: 64 Señalemos aquí alguna de las pocas ocasiones en que sí lo ha sido, esta vez de la
mano de M. T. Cacho, <<Ver como vivir. El ojo en la obra de Gracián>>, enAAW,
Graciány su época, Zaragoza, Institución Fernando El Católico, rg86, II7-I35 y J.
60 Athanasius Kircher, ArsMagna. Lucisetumbrae. D. Villanueva (ed.). Santiago de Hall, <<The Weel ofTime: Gracian's Changing View of History>>, Bu/letinofHispanic
Compostela, Universidad, 2000. Una monografía sobre el tratado, en S. Studies, LU/4 Ü975), 371-378. Y, para lo que es el caso destacado de la visión inte-
Corradino, <<L'Ars magna lucis et umbrae di Athanasius Kircher>>, Archivum rior, de nuevo V. Stoichita, El ojo místico. Pinturay visión religiosa en el Siglo de Oro español ..
Historicum Societatis Iesu, 62 (1993), 249-279. 65 Respecto al <<giro visual>> y sus implicaciones, véase mi artículo: <<El impacto
61 Cuya compleja signifjcación había comenzado a desarrollarse en el Renaci- de los visual studies y la reordenación del campo de disciplinas del texto en nues-
miento. Véase M. Bensinon, <<The Significance ofEye lmagery in the Renais- tro tiempo>>, Hispaniclusses on /ine, I (2007) .En http://spanport.cla.umn.edu/
sance frorn Bosch to Montaigne>>, 'fa/e Frenc/1 Studies, 47 (1972), 266-29_0. publications/Hispaniciusses/hispanic-iusses-on line. Para la cuestión del trata-
62 Lm:!Lumen, la distinción la establece Athanasius Kircher en su epílogo al Ars miento de la imagen corno documento, véase P. Burke, Vistoy no visto. El uso de la ima-
Magna ... , pero, naturalmente, esta dialéctica, importante desde el punto de grncomodocumentohistórico. Barcelona, Crítica, 2001.
vista metafísico, resulta ser irrelevante y no juega papel alguno en obras corno 66 El asunto ha sido ahora estudiado en el libro de M. Jay, Ojos abatidos. La denigra-
la de René Descartes, El mundo o el tratado de [a Luz.. (Madrid, Alianza, rggr). ción de la visión en el pensamiento francés del siglo XX. Madrid, Akal, 2007.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO INTRODUCCIÓN. EL RÉGIMEN VISUAL BARROCO 29
construcción discursiva, sí ha recibido alguna atención 57 , y así . ¡·vado>> a través de las <<máquinas de visión>> y de tecno-
<<o b3e 1 ~ . . .
mismo la ha tenido también un aspecto peculiar _a todo el , de tratamiento electroniCO de la Imagen, hasta lograr para
extenso campo o dominio de la construcción imaginista, pues, logia · mo una suerte de quimérica <<tercera d'1mens1on>: " > de
en efecto, la visión interior, a menudo en la forma de <<com-
e 1 miS . . ,,
t uraleza h o l ogramatlca .
posición de lugar>> o <<composición viendo el lugar>>, ha sido ~ Empero estas dedicaciones se nos revel an f ragmenta~Ias,
.
debatida suficientemente, sobre todo en los últimos años 68 , En insuficientes, y apenas podemos decir que atesoramos ~na .Idea
particular la conexión que ella misma tiene con las figurae e clara de lo que podríamos llamar el sistema de la perceptiva VIsual
<<imágenes agente>> del arte de la memoria ha resultado ser una vía ntro de ello ' de lo que es el proceso de formación
b arroc a , Y• de
fecunda para reconstruir el espacio genealógico de lo que hoy se de conceptos como reflejo, imagen, imago, figura, visión, mira-
presenta como <<mundo virtual>> 69 y régimen generalizado
d a ... , finalmente ' también el color, todos tal y como en su plu-
donde se impone la imagen espectral y no ya analógica; un ralidad de constituciones se manifiestan, tanto en textos teóri-
espacio if!!aginario que de ser puramente mental-una suerte cos como en obras de ficción epocales 7Q. El vasto campo de la
de teatro del cerebro o <<de los cerebros>>, dicho con la metá- construcción de la mirada, que es tanto tomo decir el de la cons-
70
fora utilizada por Garzoni - ha sido en los últimos años trucción de la realidad; en definitiva: la fenomenología barroca
(y, en particular, la relación entre visualización y cognició.~ :~),
7
la profecía ímaginal79 , el jeroglífico visual, el doble viso, las com- Este libro -Imago- tiende, pues,, a circunscribir parte del
binatorias verbo-visivas, los retruécanos ópticos, pinturas gira- dominio que se sitúa por completo fuera del campo científico
torias y paradojas visuales ... , la anamorfosis, finalmente, la cual en donde se elabora una verdadera teoría fenomenológica de
80
constituye el procedimiento más complejo , y que revela una la imagen a partir de Descartes. Esto·último ha sido tradicio-
falta de congruencia entre la geometría del mundo y la geome- nalmente el objeto de numerosas investigaciones, puesto que
tría interior del <<ojo de la mente>>. Todo ello refuerza la idea conforma el paradigma dominante de la racionalidad visual
de una <<figura» del mundo que, en el sentido paulino, era occidental y ofrece una genealogía Hrme pcyra todo lo porvenir.
aquello que pasa, engañoso y breve, frente a todo lo que perma- Al contrario de lo que se encuentra en ese campo, este otro que
nece como eterno. La naturaleza, piensan estos barrocos de. los exploramos se abre a la des-realización de la mirada, y entonces
que haremos abundante uso, se cubre con un <<velo de Pope_9.>>, sucede que la inseguridad, la proyección mental en su venir a
con lo que apunta hacia un sentido escondido de sí misma que hacerse preside el desarrollo de esta otra deriva por la que aquí
8
justamente reclama el trabajo del deseo para alcanzarlo r. La episte- nos preguntaremos con exclusividad, y en ella son las ex.tensiones
mología que practican los grandes escépticos y pirronistas hispa- metafóricas al cabo las que dominan y las que construyen una
nos hace presa en aquella predicada fabilidad de los sentidos cierta teoría, más que de la heideggeriana <<imagen del mundo>>,
humanos para concluir que la verdad, la realidad, el mundo otra idea, esta vez, como hemos dicho, con origen en san Pablo,
mismo no se pueden conocer sino a través de una lectura corre- la del «mundo como imagen>>; vale decir: como invención, co-
gida, moral y simbólica, como la que adelanta Francisco de mo sueño, y al fin como cosa mental e, ajena por lo tanto casi por
Quevedo cuando en su tratado La cunay la sepultura, escribe: completo a una dimensión referencial y material del mismo.
Aquí, en este espacio temporal que hemos acotado, acaso sea
Son la cuna y la sepultura el principio de la vida y el fin de ella y,
posible encontrar una <<otra» genealogía de nuestra propia situa-
con ser al juicio del divertimiento las dos mayores distancias, la vista
8 ción y tiempo, caracterizado por la implementación en él de la tec-
desengañada no sólo las ve confines sino juntas '-'.
noficción y de los mundos de construcción virtual. La adscripción
<<neobarroca>> que han recibido ciertos fenómenos de la ultramo-
demidad tiránicamente espectacularizada (lo que quiere decir: ela-
79 Sobre esta formación particular, véase R. Gueto, Quimerasy sueños. Los profdm:_y la borada en muchos de sus campos según códigos visuales), tendría
monarquta católica de Felipe IV. Valladolid, Universidad, I994· su confirmación al encontrar en aquel Barroco los principios para
80 Sobre ello, han trabajado estableciendo el catálogo bibliográfico de la cues-
una liberación (que ha resultado ser progresiva, histórica) con res-
tión, A. Pérez Gómez; L. Pelletier, Anamorphosis. An annotated Bibliograpf]y. Mon-
treal, McG-ill University Libraries, I995·
pecto a la referencia al mundo real. En definitiva, aquel momento
8t Ha hecho del mitema del «velo de Papea>> cuestión de la óptica, J. Starobinski que estudia1nos se presenta como el origen arqueológico de lo que
en <<El velo de Po pea>>, (El ojo vivo ... , g-22), quien escribe al respecto: <<Lo ahora ha podido denominarse <<sociedad del simulacro>> 83 •
escondido fascina. ¿Por qué se le ocurrió .a Po pea ocultar las bellezas de su
Situados en este punto, la exploración que propongo a lapa-
rostro, sino para hacerlas más caras a sus amantes? Hay, en la disimulación y
ciencia del lector se abre con una generalización acerca del régimen
en la ausencia, una fuerza extraña que obliga al espíritu a volverse hacia lo
inaccesible y a sacrificar cuanto posee para conquistarlo>> (p. g).
82 Francisco de Quevedo, La cunay la sepultura. C. García Valdés (ed.). Madrid, 83 El concepto ha sido articulado principalmente por M. Perinola en su La socielii.
Cátedra, 2008, 65. deisimulacri. Bolonia, Cappelli, 1983.
34 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO INTRODUCCIÓN. EL RÉGIMEN VISUAL BARROCO 35
barroco de la imagen y de la condición de esta <<óptica simbó- Instrumento que halla mancha en el sol, y averigua mentiras en la
lica>>, a la que hemos decidido denominar <<óptica (propia- luna, y descubre lo que el cielo esconde, es instrumento revoltoso,
85
mente) barroca>>. Los engaños al ojo multiplican sus estrategias y es chisme de vidrio, y no puede ser bienquisto del cielo ,
comunican a la época ese peculiar estado de escepticismo cristiano Así se hizo posible -como parte de un pensamiento desinte-
que la caracteriza, y que podemos alcanzar a sintetizar como sen- resado en lo real y fascinado por lo imaginario- el que una pecu-
timiento de pérdida de lo real, alejamiento (imprudente) del liar perversión de las utilizaciones normativas del instrumental
referente y de los mundos de vida cosificados, todo poseído por científico se pudieran poner en marcha, exagerando para ello sus
una percepción final de la incognoscibilidad (y consiguient·~ usos metafóricos y borrando su pura y propia funcionalidad para
«vanidad>>) postrera del mundo 84 • Ello mismo es lo que al cabo conocer los fenómenos experimentables. Ello como consecuen-
resuena en el texto quevedesco de la Hora de todos, en esta ocasiól). cia de un rechazo del racionalismo óptico del que, se diría, los
referido a un telescopio, el cual no es considerado un instru- ingenios hispanos se hacen conscientes de su déficit, pues, como
mento válido para el conocimiento de la <<creación divina», y sí, ha sido obserVado: <<El orden egocéntrico de la vista protege al
en cambio, un fetiche inútil de la civilización empirista: observador de la exposición a lo que ésta no puede ver, contem-
86
plar o representar>> . Por este camino, es la moral la que se
adueña de la óptica y termina por <<moralizarla>> (siquiera sea en
el terreno de los juegos de lenguaje). En Los anteojos de mejor vista de
Rodrigo Fernández de Ribera, quien maneja el telescopio es el
Desengaño que, literalmente, utiliza el instrumento en el sentido
en que parece más eficaz; es decir: para <<taladrar>> los objetos de
su visión (personajes de la ciudad de Sevilla) y descubrir lo que
no se puede descubrir en la superficie del cuerpo: aquello que
cuidadosamente oculta su constitución psicológica87 •
Para expresar este sentimiento que nosotros perseguimos en
lo que pueda coadyuvar a constituir una duda severa sobre el
correlato objetivo enfrentado a la subjetividad o conciencia
de objetivación máxima y de implementación de la mirada rea- extremadamente rigorista y subjetiv:o en la moralización de los
lista que nos parece un desideratum del poder, en cuanto éste es, sentidos (hasta llegar a su efectiva desrealización), ahora el pro-
sobre todo, capacidad de inspección y registro ocular del mundo y blema que abordaré cristaliza enteramente en otro icono. Este de
paralela construcción de una imago verista y eficaz de él. Esta vez carácter textual: el tratado sobre seres invisibles publicado por el
y para este capítulo (el tercero) eligiré una rara formación con- capuchino Fray Juan de Fuentelapeña en el año r676, que consti-
ceptuosa que es utilizada expresivamente en distintos espacies tuye el núcleo de la reflexión llevada a cabo en el capítulo cuarto.
discursivos del Barroco y, singularmente, en el dominio de la El quinto capítulo retoma algunas de las ideas que se han ido
emblemática. Se trata del <<cetro con ojos», una representación desplegando y se presenta en cierto modo como una síntesis valo-
anómala y ciertamente violenta en que se declara toda la infraes- rativa de lo que pudo ser una construcción icónica de mundo
tructura de vigilancia de que el poder se inviste, que será aquí caracterizad amente <<barroca>>, cual la que se despliega en la em-
analizada en cuanto construcción genealógica para la emergencia blemática. La importancia que este género verbo-visual tiene
de ese otro emblema epocal, éste mas tardío, y perteneciente esta para descubrir la complexión del imaginario epocal es mayor. En
vez al orden de lo arquitectónico, como es el caso del panóptico los emblemas barrocos se pone en marcha una <<máquina alegó-
benthaminiano, ciertamente figura que concentra la idea máxi- rica>> que lee de manera semiótica la historia desde una clave
90
ma del sistema social del control por medio de la visión • superior, con el objeto de dotarla de un sentido teleológico y
El desarreglo, la dislocación de planos objetivos e imaginarios finalista, y permitir así su apropiación por las élites de dominio
que generan imágenes desmultiplicadas y también las elaboracio- y por los productores simbólicos que legitimaron su papel en la
nes de imágenes sin referente alguno dan paso inmediato en <<República cristiana». En el interior de su bien abastecido corpus
nuestro estudio a la gran pregunta por la invisibilidad, por el de significados e imágenes, el mundo recibe una interpretación
dominio de lo no-perceptible sensorialmente a través de la vista, y que lo redime tanto del caos y del sin-sentido, como, también,
que constituye para la cultura hispana del período un territorio, de su manipulación material y literalista. Al fondo de esta emble-
una <<américa>> por descubrir, en competencia con otros hallaz- mática, tan traída y llevada en los últimos tiempos, lo que opera
gos que en estos campos están realizando las incipientes ciencias es una razón metafísica que melancólicamente desea comprender
experimentales. Si en el primer capítulo el hilo conductor de la y explicar la realidad contingente, precisamente con el objetivo
reflexión lo ofrecía el tipo de imago anamórfica que el ingenioso de trascender la, y, dicho en términos benjaminianos, de redi-
Hidalgo de la Mancha se forjaba como representación «ideal>> del 1
mirla de su condición efímera y mortaP • Para todo lo cual esa
mundo que atravesaba y en el que deseaba operar, y si en el misma naturaleza y también cultura humana debe comparecer en
segundo capítulo el cuadro anónimo depositado en el Museo de su imagen más conceptuosa y difícil para ser <<leída>> en una clave
Cuzco, mostrando la praxis ascética de una no-visión negadora que la trascienda y la conceda profundidad.
de la evidencia de la realidad visible -en todo caso tenida como
engañosa y falaz-, nos comunicaba la impresión de un mundo
Con estos cinco capítulos tal vez el libro podría ya darse por 1. ÓPTICA SIMBÓLICA
cerrado, toda vez que resulta ser una tentativa muy parcial sobre
la cultura visual barroca y su singular <<régimen escópico>>, y de
ningún modo pretende abarcar el universo todo de la proble-
Sigan tu sombra en busca de tu día
mática imagina! que se suscita en el Barroco. Pero situados en
los que, con verdes vidrios por anteojos,
una época en que ciertamente ha podido suceder que la image:.'t todo lo ven pintado a su deseo
publicitaria, y, en particular, el icono del caballero de la Triste So~ JuANA INfs DEL\. c~uz
Con J. A. Maravall aseguraremos que la mirada está apresada por el tiempo y por la
política, que en cierto modo <<la construye>> (<<Objetivos sociopolíticos del
empleo de medios audiovisuales»-, en La cultura del Barroco. Madrid, Ariel, 1975,
195-5~4); texto que ahora hay que completar con el de G. Abril, <<De la psicago-
gia antigua a la psicotecnia moderna>>, en Cortmy pegar. La fragmentación visual en los or(ge-
nesdeltexto ir:formativo. Madrid, Cátedra, ~003, 163-187. L1. mirada, en efecto, es el
producto de un pacto, de una <<negociación>> en el seno de la cultura; asunto
metaforizado en los emblemas anamórflcos barrocos construidos por Arcllnboldo.
De este dispositivo estructurador no se sale sino a través del pasaje de la locura pre-
cisamente <<quijotesca>>; es decir: de la irreductibilidad de una subjetividad a
someterse a parámetros convencionales. Sobre el tema véase R. Barthes, <<Arcim-
boldo o el retórico y el mago>>, en Lo obvioy lo obturo. Barcelona, Paidós, 1986.
-- 1. ÓPTICA SIMBÓLICA 43
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
2 Véase sobre esta obra y el juego con la verdad que todo ello pone en pie, S.
Zinic, «El retablo de las maravillas: parábola de la mentira>>, Anales Cervantinos, 20
6 Aquí la anamorfosis plástica se une al procedimiento del ana&>Tamatismo que se pro-
(1982), 153-172.
duce en el terreno de la textualidad para StL~tantivar los procesos de doble lectura a
3 A la que ha dedicado un libro J. Baltrusaitis, Aberrations. Cambridge, MIT
que se entrega la cultura barroca. Véase F. R. de la Flor, <<Anagrama/anamorfosis>>,
Press, 1989.
en Emblemas. Lecturas de/a imagen simbólica. Madrid, Alianza Forma, 1995, 353-361.
4 Todo ello puede sintetizarse bajo una expresión de época -<<el engaño a los
7 Ver Jacob Masen, Speculum Imaginumvcritatisoccultac. Mayense, Kinckrius, 1650.
ojos>>-, que acaso fue unAmérico Castro el prilnero de los analistas en poner
8 Véase J. Baltrusaitis, AnamorphicArt. New York, H.N. Ahrams, 1976, y F. Lee-
en relación con la obra de Miguel de Cervantes, en El pensamiento de Cervantes.
man, Hidden Images. Carnes ofPerception. Anamorphic Art. l//usionfrom the Renaissance tu the
Barcelona, Crítica, 1987, 77-89.
Prcsent. New York, H. N. Abrams, 1977.
5 Para este efecto, obsesivamente utilizado para dar veracidad a lo numinoso
9 Un caso muy especial de anamorfosis ilustra estos extremos perseguidos por la
evocado, véase F. Pérez Sánchez, <<Trampantojo a lo divino». Lecturas de Historia
cultura barroca. Se trata de las manchas en los ojos de la Virgen de Guadalupe,
de/Arte. Ephialte, 3 (1992), 139-165.
44 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓLICA 45
Éstas son, entonces, las derivas que cruzan la constitución del panos de la decepción y el escepticism~, que suelen denominar a
12
espacio de la mirada, y que claramente, me parece, concurren los ojos atra fonestras del alma; <<oscuras aberturas>>, en efecto •
por ejemplo en un episodio de referencia (pero no sólo en él) Portillos y vías abiertas por donde la homilética de la época asegu-
del Quijote, el popularmente conocido como <<de los molinos>> rará que entran en tromba las impresiones engañosas.
(Quijote, I, 8), donde reciben desde luego un tratamiento signifi- Frente a esta corruptibilidad del aparato perceptual, la época
cativo todos estos procesos que alteran la percepción clara, y que, construirá la idea de una <<vista interior>>, una, más segura,
incidentalmente, han sido puestos de relieve por filólogos muy <<óptica espiritual>> (presidida por un aculo mentis), un inscape
perceptivos ellos mismosTo. Como se sabe, a los molinos y estruc- hacia un paisaje y hasta <<teatro>> interior 13 no sometida aquella
turas arquitectónicas, humanas o geológicas de la Mancha, el a contraste con ninguna clase de realidad, sino libre y poderosa
Caballero les opone un <<leerlas>> bajo claves morfológicas que' en su capacidad para disponer e interpretar los signos del
proceden esta vez de su mundo mental, de sus ensueños (influen- mundo. Como escribe F. Luis de Granada:
ciados éstos por un genio malignan), produciendo el choque de
Nuestra ánima intelectiva corre también por todos los lugares del
ambos un hibrido visual que mezcla y confunde los contornos
mundo, cuando quiere. Pues por aquí se entiende no haber sido
de la realidad con los de la imaginación, dando a luz un compuesto
hecha a imagen de Dios aquella parte corporal que hay en nosotros,
monstruoso. Un tipo de proceso como éste pertenece y se apoya,
sino aquella que con la agudeza de su vista ve los ausentes, y pasa de la
pues, en esa clase de creaciones visuales que sustantivan la noción
otra banda del mar, y corre con la vista por todas las cosas, escudriña
de lo que es propiamente una óptica aberrante, en la que sabemos que
las escondidas, y en un momento rodean sus sentidos todos los fines
desde el manierismo la cultura occidental profundizó, acaso inte-
del mundo, y sube hasta Dios, y se ayunta con Cristor4 .
resadamente, para revelar el estatuto ambiguo y difractado de un
mundo o realidad (con lectura y significación ultramundana), por
un lado, y, por otro, también las falencias y la volubilidad y rever- 2. ENGAÑO COLORIDO
sibilidad general a que se encuentra sometido el propio sistema de
percepción visual. Éste había sido puesto a prueba por el método Aquella de la inseguridad hermenéutica'' y de la fabilidad de los
cartesiano, pero fue pronto desbancado de toda pretensión de sentidos, en particular del de la vista, es la línea central de argu-
veracidad y particularmente desautorizado por los discursos his- mentación que van a seguir los talantes escépticos en que el siglo
que revelan ser anamorfosis ópticas que reflejan el momento de la <<inven- I~ Desconfianza en lo visivo puesta en su día de relieve por José Antonio Mara-
ción>> de la propia imagen. Un estudio de esta producción sofisticada de un vall, de nuevo en su <<Objetivos sociopolíticos del empleo de medios audiovi-
tipo de imagen que juega con los conceptos de real y representado puede suales>>, «Apéndice», en La cultura del Barroco. Madrid, Ariel, 1975, 499-525.
encontrarse en G. Roque, <<Reflexiones en el ojo de la Virgen», Anales de/Ins- 13 Que debemos leer como <<introspección>>, como un <<mirar adentro>> y que,
tituto de Invesl(e;aciones Eslélicas, 68 (1996), 91-113. en inglés se opondría a un outlook, que equivale a un <<mirar-afuera>>. Sobre
IO Como C. Nicolás, Estrategiasy lecturas: las anamorfosis de Quevedo. Salamanca, Uni- esta cuestión, véase M.R. Miles, Imagen as Insight: Visuul Understanding in Western Chris-
versidad de Extremadura, 1986; y D. Castillo, A(wry) views: anamorphosi.~, Cervantes tiani.!JI and Secular Culture. Bastan, University Press, 1985.
and the earJy pícaresgue. West Lafayette, Purdue Univcrsity Press, ~001. 14 Introducción al stmbolo dela Fe. J. M. Balce1ls (ed.). Madrid, Cátedra, 1984, I, 35·
II Cuestión esta abordada por S. Nadler, <<Descarte's Demon and the Madness 15 Cuya presencia en El Quijote ha sido analizada por M. Durán, La ambigüedad en el
ofDon Quixote», Jaurnal ofthe Hi.~tory ofldeas, 58 (1997), 41-55. Quijote. México, Universidad Veracruzana, 1960.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓLICA 47
hispano abunda; pero lo hacen, desde luego, en lo que es un teórico-pragmática a establecer el concepto de vacío y de nada,;
amplío arco de posiciones intelectuales que irán desde los que des- cuestión hacia la que apunta toda una líteratura mística que cul-
confían de las ciencias de la observación y experimentan un rechazo minó en efecto en el heresiarca Miguel de Molinos, partidario
hacia los instrumentos técnicos que las perfeccionan (permitiendo de una anulación y aquietamiento de los_ estímulos fenomenoló-
17
con ello un ver más distintivo y claro, abriendo el campo de visión gicos que rigen, determinándola, la conducta de los seres •
entonces a lo que sería la estructura íntima de la realidad objetiva), El cristal, la transparencia, la visibilidad total y segura, que
hasta aquellos otros pirronistas cristianos que, abrumados por la constituyen referencias todas para el primer universo de la
potencia infinita de lo que se manifiesta o universo, se entregan a constitución humanista, no aparecen ya como en sí mismas
los brazos del fideísmo, persuadidos de que caminan entre sueños deseables o sólo posibles en el momento en que Cervantes
8
y sombras. Estos últllnos sustituyen la razón discrllninante y foca- 1' escriber , dado que, para la antropología barroca, la conciencia
lizadora por una actitud ahora meramente contemplativa (un del caído ser humano no puede ser, en efecto, el <<espejo mi-
estado flotante donde la imaginación propone sus propios obje- mético de la naturaleza>>, ni su mente ni su ojo aquel instru-
tos), según unos casos, o, incluso, llegan a negarse por completo a mento que filtra fielmente la realidad, sino, más bien, ello se
ver (diríamos: a ver lo que ven), según otros, pues, más adelante, por ha convertido en una superficie de reflectación engañosa (catóp-
vía de ejemplo, entre estos últimos será posible que aduzcamos co- trica), la cual, en adelante, queda metaforizada de manera ideal
mo ejemplo la existencia entre los jesuitas de una práctica extra- por el espejo deformado, cóncavo o convexo, que, de puntual
ña: la de utilizar lentes rayadas y ahumadas con el objeto precisa- apoyo al conocimiento de la realidad humana, pasa a ser en
mente de no alcanzar a ver ese mismo mundo, manifestando así época barroca el prototipo de lo que son los objetos engañosol9 .
su desprecio por la realidad sublunar, presa -diríamos con estos
16
ascetas visuales- en las redes de un <<colorido engaño>> .
Aquí, en esto último, opera, de modo que nos parece rele- 17 La reflexión teórica sobre la nada (en perspectiva espiritual) o el vacío (como fenó-
meno físico) ha sido antologi:r.ada para el espacio barroco italiano por C. Ossola,
vante, la apología máxima de la duda, pues, se trata de una suerte
La antiche memorie del/ nulla. Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 2007. El libro
de contraóptica -y contra-háptica, incluso-; un antiocularcen-
contiene un artículo de José Ángel Valente, sobre el asunto. Véase también a este
trismo que alcanzará su máxima cuota nihilista en un Miguel de propósito y para el espacio hispano, mi <<Negro, nada, infinito. Vanitas y cuadros
Molinos, que, como es sabido, desautoriza a los sentidos y pro- metafísicos en la pintura del Siglo de Oro>>, en La península metajlsica. Arte, literaturay
mueve unas prácticas restrictivas, escépticas, fundamentadas pre- pensamiento en la &paña de la ContrarnifOrma, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, 77-123.
Y, también,J.P. Étienvre, <<Más a ca de la nada: huecos y vados en la escritura
cisamente en la anulación en la mente de todos los impulsos
barroca>>, en l. Lerner; R. Nival; A. Alonso (eds.), Actas de! XIV Congreso de la Asocia-
transmitidos desde el exterior, negándose así toda fenomenolo-
ción Internacional de Hispanistas. New York, Juan de la Cuesta, 2004, II, 19-33.
gía como vía de conocimiento humano, y postulando en cambio J8 Cuya metafora es la fragilidad del <<licenciado Vidriera>>, estudiada última-
una suerte de asensorialidad y ataraxia frente a las solicitaciones mente por E. Macola y A. Brandalise en su <<El licenciado Vidriera. En torno
del mundo. Algo que puede ser leído como una pretensión a la fragilidad de los puntos de vista>>, en Psicoanálísisy arte de ingenio. Malaga,
Miguel Gómez Ediciones, 2004,, 41-51.
19 Ver C. Poggi. <<Vetri, specchi, cristal1i: la veritá e i suoi riflessi in Santa Te-
resa, Cervantes, Gracián», en G Poggi. (ed.) L'ombre, el doppio, i/r·ifle.tm. Verona,
16 Véase F. R. de la Flor, <<Oculus non vidit nec auris audivit>>, en V. Martín (ed.). Universitá, 1997, 101-125. Una historia cultural del espejo ha sido abordada
Clarines de pluma. Homenajea Antonio Regalado. Madrid, Síntesis, 2004, 121-135. por S. Melchior-Bonnet, Hi~toria del espejo. Barcelona, Editorial Blume, 1999·
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓLICA 49
Este instrumento aparece significado en la obra determinante , tico>> en parte se derrumba por la proliferación de obstácu-
del filósofo escéptico por antonomasia, Francisco Sánchez, op y de artr·r·1cros
los · que se Incorporan
· so· b re e 1 proceso. E no t ro
como la fuente misma donde se opera la deformación y ofusca- caso de parecida entidad (lo que se conoció en la época como
ción del mundo natural, y puede decirse que desde estas con- dióptrica), se refuerza la interpretación .de un percibir errado' y
tundentes emergencias teóricas el propio objeto que es el espejo engañoso, y ello a base de establecer la fuente de la falibilidad
se adueña con su presencia de los espacios de representación en el propio ojo humano, ahora posiblemente deformado,
barrocos, constituyéndolos como un laberinto donde la mirada afectado por sus cataratas, por la mala calidad de su mácula, por
y la conciencia que la dirige se disuelven finalmente al encon- las imperfecciones de todo orden que sobre él se acumulan, y
trarse en un espacio cosmológico sin referencias, donde, como que la oftalmología de la época sintetiza en tres alternativas
dictaminan sus conocedores, el centro está en todas partes y fa patológicas: dimínutio, privatio, depravatio. Entonces, desde esta
circunferencia no se puede localizar en ninguna~ 0 • Lejos de ser perspectiva, todavía de manera más evidente resulta que los ojos
el mediador ideal de una identificación del yo disperso, reunido son por naturaleza las fuentes de todo error, siendo en este caso
por fin en una imagen que puede ser reconocida como propia y el propio sistema perceptivo el que pone un velo o un filtro a la
estable, tal y como interpretó el <<estadio del espejo>> Jacques mirada deformando la realidad e imposibilitando la <<lectura>>
Lacan>:r, para el filósofo barroco las superficies reflectantes: de la misma en lo que es su verdad constitutiva. La interpreta-
ción que San Pablo hace (I Corintios 13.1~) de la mirada lanzada
Son medios [el cristal, el aire] a través de los cuales se perdben las
al mundo fortalece esta perspectiva, pues, en efecto, la verdad
cosas. Pero hay otros que las muestran reflejándolas en su superfi-
de este mismo mundo comparece ante la vista como <<en
cie. En estos últimos no hay constancia alguna. ¿Cuántas figuras
enigma y como en espejo>>. La mirada barroca, sobre la que
monstruosas, ridículas, repetidas, invertidas, trucadas! ¿Qué no
0 bien rebota, o bien se deforma la realidad de lo real o mundo
inventarán los espejos! ¿Qué vas a decir de todo esto? ¿Es que ves
natural, lo que representa es la capacidad de alterar, difractar,
esa figura? No existe ¿Cómo vas a verla? Sin embargo, la ves:
borrar eso mismo <<natural>>, poniendo así un velo, una nota
¿Cómo es posible esto? Lo ignoras, y no sin razón>:«.
enigmática y artificiosa en las anteriores pretensiones ingenuis-
El viejo paradigma aristotélico, basado en la idea de que el tas de una pura mímesis y una correspondencia directa y simpa-
humor cristalino y vítreo recibe especies y las transmite igual a sí tética entre el ojo y su objeto 23 •
mismas y sin alteración alguna a través del nervio óptico hasta el
sentido común, hace aquí crisis y la creencia en un <<naturalismo
23 Ello conecta con la comprensión moderna de la representación del mundo
según la cual <<For modern criticism, language and imaginery have become
enigmas, problems to be explained, prision-houses wich lock the understan-
20 La posibilidad de que Diego de Velázquez hubiera construido LasMenínas ayudán- ding away from the world. The cornmonplace of modern studies of images, in
dose de un sistema de espejos, es lo que justamente hace de este cuadro la obra fact, is that thcy must be understood as a kind oflanguage; instead ofprovi-
maestra de la indeterminación espacial del período. Véase sobre este aspecto, G. ding a transparent window on the World, images are now regarded as the sort
Kubler, <<The Mirror in Las Meninas>>, TheArt Bulletín, 67 (rg85), 301-327. of sign that presentes a deceptive appearance of naturalness and transparence
21 J. Lacan,
<<Le stade du miroir. Théorie d'un moment structurant et genétique concealing an opaque, distorting, arbitrary mechanism of representation, a
de la constitution de la réalité>> [1937], en Escritos. México, Siglo XXI, I, 1972. process ofideological mystiflcation>> (en W.J.T. Mitchell, Iconolog¡. Image, Text,
22 Francisco Sánchez, Que nada se sabe. Madrid, Austral, rggr, 126. ldeology. Chicago, UniversityofChicago Press, rg86, 8).
50 IMAGO. lA CULTURA VISUAL Y FIGURATlVA DEL BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓLICA 5I
. ~tes ~bien, el ojo, en los relatos epocales que construyen su vos. Ojos, finalmente, destruidos po: el desequilibrio que en
1mag1nena, resulta ser monstruoso, mecánico, especular, en- ellos producen los humores excesivos, de tal modo que, como
fermo, hidrópico, ciego (o, incluso, ha perdido su estereoto- escribe Huarte de San Juan, el sanguíneo verá todo rojo; el colé-
mía, convirtiéndose en <<o-io
J polifémico>>~+) • S e t ra t a d e IllSis-
· · rico, amarillo; el flemático, blanco, y,- por fin, el melancólico,
tir en esos mismos ojos dañados descritos por Galeno y que se negro~ 5 • Todos ellos actúan como filtros peculiares, el más em-
muestran como agentes determinantes de los eÍ'rores cogniti- blemático de los ·cuales lo constituye el ojo que Descartes pro-
pone tomar de una persona recién muerta, o de un buey, y usar
este ojo enucleado como lente en la abertura de una cámara obs-
cura de modo que la imagen del mundo penetre en aquella a tra-
vés de sus humores y capas~ 6 • En todo caso, una comprensión de
la mediación que impide a la conciencia comunicarse directa-
mente con el mundo a través de la visión se impone. En fórmula
que pertenece a Regís Debray, y que sería~ a buen seguro suscrita
por los escépticos barrocos, lo que sucede es que <<lo que nos
27
hace ver el mundo es también lo que nos impide verlo>> •
En cualquier caso, el humano ver en modo alguno se rela-
ciona en este momento con el principio de transparencia y pura
inmediatez del objeto a la mente, lo cual había constituido el
modelo de cognición estándar en el Renacimiento; y, desde
luego, la visión no es ya concebida como el medio neutro traspa-
sable por el rayo del espíritu capaz de establecer una relación
directa con lo real. Antes bien, lo que aquí comienza a insinuarse
es la construcción de una verdadera historia del <<ojo produc-
tor>>; instrumento lábil que desestabiliza lo real, introduciendo
en su relación con el exterior (considerada pri mitivarnente corno
<<directa>>) la temible duda; tal vez el desconcierto, también, en
25 Huarte de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias. G. Scrés (ed.). Madrid,
J VA~ _PÉREZ DE MoNTALBÁN, <<Ojo>>. Para todos, ejemplos morales, Catedra, rg8g, I73·
humanosy dwmos en que se tratan diversas ciencias, materias, facultades. Huesca, I633· 26 El episodio ha sido descrito por S. Kofman en el capítulo <<El ojo de buey:
Descartes y el conlragolpe ideológico>>, en Cámara obscura de la ideología. Madrid,
Taller de Ediciones Josefina Betancour, 1975, 37-65. Véase, ademlis, el texto de
24 M¡
En cuya
¡ configuración. . .a través del poema de Góngora • K · H un t - e·¡lcopeansong, R. Barthes, <<La metáfora del ojo>>, en Ens?JOS cdticos. Barcelona, Seix Barral,
e anc wJy andAesthetwsm m Góngora'sFábula de Polifemoy Ca/atea. Chapel Hill, Depart- 1977, 283-293, un análisis y comentarlo del libro de G. Bataille, Histoire de l'Oeil.
ment of Romance, 1990- ha visto un verdadero símbolo de la melancolía epocal. 27 Vidoy muerte de la imogen. Historia de la mirada en Occidente. Barcelona, Paidós, 1994, 300.
1MAGO. LA CULTURA VISUAL y FIGURATIVA DEL BARROCO
1. ÓPTICA SIMBÓLICA 53
todo caso • la :nseguridad ontológica, estableciendo} dando por
los ojos [ ... ]Todas las cosas del mundo t;to son más que una figura
hecho en razon de su propia exposición al error, al contrarío, el 30
pintada, que no pasa de los ojos •
estatuto fantasmal de los entes, y abriendo un ancho cam
0
donde penetrará la creencia en la existencia misma de una , asr, llpa- Todo ello se refleja también y de modo que es magistral en
ma d a, ambigüedad generalizada de la mírada 28 Mu¿h . un ingenioso actante como Don Quijote, que podría muy bien
. . · os pasajes
de la dramaturgra barroca hispana escenifican esta m' preguntarse: ¿Qué veo cuando veo lo que veo? N esotros le res-
segura cons-
titución de la mirada errabunda por entre los objetos del mundo pondemos con Ernest Gombricht, el gran teórico de la confi-
sin poder fijar el verdadero estatuto de los mismos d ll ' guración psicológica de la imagen: <<Es la fuerza de la expecta-
. ,pero ee as
conVIene ahora rescatar un pasaje de El príncipe constante donde se tiva, más que la del conocimiento conceptual, lo que modela lo
desarrolla una teoría de la incerteza acerca d ll
e aque o que se ve: que vemos en 1a VI'd a>> 3' .
Porque como en las raíces
sutiles pinceles logran
3. PERSPECTIVA ARTIFIGIALIS
unos visos, unos lejos,
que en perspectiva dudosa
Desde luego, es dentro de aquel complejo pensamiento que se
parecen montes tal vez,
complace en la dificultad del ver, en sus incógnitas e insegurida-
y tal ciudades famosas,
des, y que al mismo tiempo trabaja más en el campo de las fanta-
porque la distancia siempre
sías y delirios del ingenio que en las realidades materiales que
monstruos imposibles forma;
así en países azules
propone el mundo (lo que es la constitución material de la rea-
lidad), donde, sin duda, debemos situar el particular desarreglo
hicieron lu~es y sombras
óptico del que, por ejemplo, hará cuestión central la novela del
confundiendo mar y cielo,
ingenioso hidalgo, como asimismo muchos otros de los fragmen-
Con las nubes y las ondas,
tos más expresivos de la cultura discursiva siglodorista. Pero, cier-
mil engaños a la vista 29 •
tamente, es en este particular sentido del desarreglo visual-cogni-
. Más allá, ínclus~, de la propia inseguridad que habita en la tivo donde el autor del Quijote se nos revela verdaderamente como
muada, es la propra constitución fantasmática del mundo 1 un moderno. Porque el eje de lo moderno consiste en ese abrirse a
que será destacada en los discursos moralizadores: a la percepción de que la realidad no es aquello que preexiste, sino
precisamente aquello que es construido. No aquello que es perci-
Aunque tomado este nombre mundo por el d ·
segun o enem1go bido, sino aquello que la percepción crea32 •
nuestro, no es otra cosa que todo aparato exterior, de que se ceban
.28 S_ob~·e ella, véase mi prólogoa la edición de Fray Juan de Fuentelapeña, El ente
30 Juan Francisco Villava, <<Empresa ll>>, en Empresas espiritualesy morales. Baeza,
dduCldado. Zamora, Diputación, 2007, Y ahora infra capítulo IV. Fernando Díaz de Montoya, 1613, 3r.
29 Calderón, El príncipe constante. F. Cantalapiedra y A Rodr' L, y- 31 E. Gombricht, Arte e ilus!ón. Barcelona, Gustavo Gili, 1979, 198.
Madrid, Cátedra, 199 6, gr. · Iguez opez- azquez. 32 Sobre estos problemas M.A. Arbid y M.B. Hesse, 71w Construction ofReality. Cam-
bridge, University Press, 1986.
54 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓLICA 55
En todo caso, es el papel dinámico del ingenio 33 y de la capaci- se produce en lo que es un peculiar tip_o de visión, visión de lo
dad fantástica (y fantasmática) humana, y no ya la activ:i,dad racio- futuro, de lo que aún no existe; visión profética y anticipativa, de
nalizadora y literalista, aquello que reivindican, junto con Cervan- la que se hace garante un libro maestro: el de Antonio Vieira, His-
tes, la gran mayoría de productores simbólicos de un barroco toria del Juturo 38 , y de la que también forman parte los delirios y los
hispano, caracterizado, precisamente, por sobreimponer a los sueños que lo anticipan en sus figuraciones 39 •
datos que le suministran los sentidos unas lecturas que podemos La evidencia naturalista y simple es negada o difuminada por
llamar alegóricas, culturales, mito poéticas, incluso hiperbólicas34, una significación alógena, que pretende dar cuenta sublimada
o, como es el caso al que en definitiva aludimos, abiertamente de la misma, por el procedimiento de incluir el fragmento de
35
paranoicas • Pues, en efecto, la disposición del humor melancólico mundo observado en una totalidad que es más general y que
con su acreditada turbulencia disuelve en los intelectuales y hom _ está dotada de una teleología propia, de un modo propio de
bres de letras el <<espíritu de una objetividad>>, puesto que es lo hacer que signifique confrontado a esta totalidad de índole meta
40
propio de aquella pasión el arrastrar el ánimo hasta dejarlo sus- histórica. Se trata de una suerte de <<bien mirar>> , para lo que
pendido en sus fantasmas interiores e imágenes obsesivas, creadas el moralista Mán de Ribera decretará unos Anteojos de mejor vista, y
a partir de cosas que no tienen existencia in re ipsa36 • Aquellas lec- Tesauro, el teórico del ingenio, un cannochiale 4', un telescopio
turas se muestran operativas, no sobre la verdad del mundo , sino, (aristotélico); en realidad un aparataje -un dispositivo-, quemo-
por el contrario, se abren al abismo de lo que el lenguaje_ la dela el hecho natural de un ver y lo convierte en acto de natura-
. . " d y leza cultural42 • En términos de un teórico y fenomenólogo de la
Interposicion e un aparato psíquico formado en la cultura-
puede hacer de él, o hasta dónde puede conducir a lo que se con- Contrarreforma, Lorenzo Ortiz:
sidera la verdad objetiva en lo que es un proceso de disolución
duda generalizada sobre su estatuto. El tema central del tiemp:
38 Una edición moderna del mismo en Antonio Vieira, Historia do .fUturo. M.L
que nos ocupa, en efecto, es, como lo ha definido recientemente
Carvalho (ed.). Lisboa, Impresa Nacional Cada da Moneda, rg86. Las cues-
un analista, el del <<imperio de las mediaciones ficcionales sobre tiones sobre la prognosis en la modernidad han sido recientemente elucidadas
37
lo real>> • Y aquí, en este punto, es preciso situar incluso el por R. Koselleck, Aceleración, prognosisy secularización. Valencia, Prc-Tc:N:tos, 2003.
incremento histórico que, desde la cesura de finales del siglo XVI, 39 Entre los que destacaremos, naturalmente, dado el conjunto de análisis pode-
rosos que ha suscitado, los de Lucrecia de León, estudiados por R. Kagan y,
últimamente, por M.V. Jordán Arroyo, Soñar· la historia. México, Siglo XXI,
33 Sobre el ingenio y su vinculación a la visión, véase E. Gilman, The curious perspec- 2007. Véase también a estos propósitos B. Gómez Trucha, El sueño en E~paña.
tive. Literary and Pictorial Wit in the Seventeenth Century. New Haven/Londres, Yale Uni- Madrid, Cátedra, 1999·
versity Press, 1978. 40 <<Bien mirar>> de lo que, a propósito de Baltasar Gracián, dio cuenta D.
34· Véase para esta cuestión el estudio de E. Veres D'Ocon, <<Los retratos hiper- Cañas, <<El arte de bien mirar: Gracián>>, Cuadernos Hispanoamericanos, 127
bólicos de Quevedo>>, en Estiloy vida enlre dossiglos. Valencia, s.i., 1976. (rg8,), 57-79·
35 Véase la conexión de la paranoia y la alucinación visual en el Qu~iote en A. M. 41 Véase la tardía traducción española del texto italiano en Fray Miguel Sequey-
Leyra, De Cervantes a Da/[. Escritura, imageny paranoia. Madrid, Fundamentos, 2006. ros, Anteojo de largu vista, o idea de la agudeza e ingeniosa locución. Madrid, Antonio
36 Sobre ello he trabajado en mi libro La era melancólica. F(~urasdel imaginario barroca... Marín, 1714.
37 J. Garcia Gibert, <<El ficcionalismo barroco en Baltasar Gracián», en M. 42 M. Blanco -<<El mecanismo de la ocultación. Análisis de un ejemplo de agu-
Grande; R. P.inilla (cds.), Gracián. Barrocoy modernidad. Madrid, Universidad deza>>, Criticón, 43 (1988), 13-36- ha estudiado precisamente el frontispicio figu-
Pontificia Comillas, 2004, 73. rativo de la obra de Tesauro como una máquina conceptual de carácter artificioso.
!MAGO. lA CUlTURA VISUAl Y FIGURATIVA DEl BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓliCA 57
El único remedio que le diera para vivir fue que mirase siempre el
mundo, no como ni por donde le suelen mirar todos, sino por
donde el buen entendedor [. .. ] Esto es, al contrario de los demás,
por la otra parte de lo que parece»,¡. 5 •
p
resentan a la consideración de los
que e a .
·
fugaces :, que se
OJOS,
b'
a ontología fantasmal e inestable para los propiOs o ~etos
. . .
segun .el. sen.tldo de 1~
d el ra el Salmo 38 de David, « Verum tomen m 1magme pertranSit
el mundo comparece para ser interpretado por la cultura, y es hamo•> (<<Pasa la vida del hombre en 1mage~» ). Es desde este
también esta la línea que adoptan las imágenes agentes, las imáge- · ste ori<rinario -casi diríamos que ontologico-, que planea
desaJU b- .
nes mentales de la memoria que se convierten en je1·o1~líficos a cultura construida en sí misma desde un sistema de
so bre Un .
sicológicos que condensan la pluralidad del mund 0 46 , así -como rensión metafísica, desde la que los discursos nos proveen
wm P . d b .
toda la apropiación que de la realidad hace la literatura moralís- de una multiplicidad de situaciones en donde la mira a o ~etiva,
tica, alegórico-simbólica, que fuerza a la evidencia natural a com- analítica, aquella que podría conocer empíricamente el mundo,
parecer ante el tribunal de la metafísica (es decir, de la fantasía)4-7 se ve en realidad desestructurada y comprometida, enfrentada a
y, en consecuencia, la obliga a adaptarse a sus presupuestos. sus propios límites, y ello es, quizá, lo más·s~gnificativo _de la cul-
tura barroca hispana. Vale decir: lo sustantivo en aquella es esta
superación de la literalidad por lo alegórico simbólico que
4. MAGIA ÓPTICA arruina una base o estatuto natural y lo conduce a figurar en otra
escena. En esta operación se complace largamente una literatura
El metarelato providencialista, la idea de una creación divina doctrinaria de la que ahora mismo sólo quisiera destacar el tra-
providente, da lugar, en sí misma considerada, a un desenfo- bajo sobre la fenomenología realizado por ~os te~peramentos
que sobre los objetos del mundo que comparecen en los dis- jesuíticos, animados, claro está, más por el IngeniO que por la
cursos al servicio de un fin y de una finalidad, la cual, desde el ·consideración científica, objetiva y experimental del problema:
48
punto de vista científico o materialista, es perfectamente irrele- Lorenzo Ortiz en su Ver, oír, olertocarygustar y Diego Calleja en el
9
vante, por no decir falsa, impostada, inútil. «Heladas nade- Talentos logrados en el buen uso de los cinco sentidos1· •
rías», como denominó Borges a la lectura alegórica de la reali- El cielo que vemos <<ni es cielo ni es azul>>, efectivamente,
dad que practica un Baltasar Gracián. nos recuerda un Argensola50 , abonando una incognoscibilidad
Y, en efecto, es éste quizá el mayor de los desajustes que una fenomenológica del mundo. En correspondencia con esta as:-~
lectura del mundo puede alcanzar con respecto a aquello que ción escéptica, un amplio campo textual se abre a la expl~racion
podemos llamar la realidad de ese mismo mundo. Desajuste de la fenomenología insegura, a las dificultades, a los fenomenos
según el cual las inteligencias de aquel tiempo consideran al alma
48 Lorenzo Ortiz, Ver, oír, oler, gustm:_y tocar. Empresas g_ue enseñany persuaden su buen uso en
lo políticoy en lo moral. Lyon, Anisson, Possuel, Rigaud, r687 · ,
46 Véase a estos propósitos, de nuevo mi trabajo F. R. de la Flor, 1eatro de fa memo- 49 Diego Calleja, Talentos logrados en el buen uso de los cinco sentidos. Madrid, Juan Gare1a
ria. Siete ens¡ryos sobre mnemotecnia española de los siglos XVIIy XVIII...
lnfan~ón, 1700.
47 Para explorar el asunto de la interrelación entre mimesis y fantasía, véase K. 50 Véase O. Green, <<Ni es cielo, ni es azul. Anote on the barroquism ofBarto-
Hume, Fanta~andMimesis. Londres, Methuen, I984. lomé Leonardo de Argensola>>, Revista de Filología Española, 34 (1950), 137- 15°·
6o !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓLICA 6r
preceptivos aberrantes, construyendo sobre ello una conceptua- . fundamento claro que pueda distinguir la percepción
t!COun . d l .
lización ominosa del hombre en cuanto <<máquina insegura>>-, 'd la verdadera54 • En consecuencia, la mira a es e en1grna.
1
fasae · "t>>l
cuyo sentido más falible, después de todo, resulta ser el de la Multiplicando el tipo de ol{servaciones que <<tnqu.Ie an. e
vista. Hombre derrotado, bien por la disposición y apariencia:
campo de la percepción ' singularmente la visual, los p1rrontstas
engañosa del mundo -del que se predicará en la época que
básicamente incognoscible-, bien por los desarreglos y predo-
minancias excesivas de humores y daños que alteran el propio
sistema de percepción o <<potencias>> (que, según Huarte de San
Juan, han de estar sanas y. limpias [. . .] sopena <<que si no harán
juicios varios y todos falsos»SI). O bien, también, en último y no
menos importante extremo, por los propios fantasmas e imagos
interiores que habitando el cerebro y haciéndole recaer -debido
a un sobrecargado ingenio, a una bien provista y alimentada
fantasía, poblada de determinadas <<imágenes agentes>>- en el
delirio visual (como es el caso notable del episodio quijotesco de
los molinos/gigantes), terminan asegurando a ese mismo hom-
bre que realiza toda su travesía vital con unos instrumentos inse-
guros y falaces. El <<engaño a los ojos>> se constituye como la evi-
dencia más palmaria de un estar en el mundo, y se hace de ello
cuestión central en los contextos más diversos 5"'. Este sentido de
la vista es el que conduce y desemboca finalmente en un reino
fantasmático, en un teatro, en una realidad virtual que se homo-
loga en todo a las del sueño inducido; de nuevo, como acuñara
Sor Juana Inés de la Cruz: <<engaño colorido>> 53 • No hay, en
definitiva, para muchos de estos discípulos de Pirrón, el escép-
cristianos hispanos se colocan en la misma pos1c1on de duda episodio de los molinos-, la mirada c!'ea un objeto que ha perdi-
escéptica de la que en su día partió René Descartes (ciertamente do sus contornos familiares, naturalizados por la cultura. Enton-
para, enseguida, desecharla y superarla), y en ello juega también la ces la mito poética fantasmática da a luz lo siniestro57 , lo no familiar,
evocación del temible agente demonológico que ha podido orga- aquello que, conculcando lo natural, se presenta como desviado y
nizar el mundo, en la hipótesis cartesiana, a modo de un teatro de anómalo con respecto al paradigma de reconocimiento. Lo
ilusiones y engaños, y más propiamente como el inventor de los monstruoso es aquello que, definitivamente, amenaza al sujeto
<<mundos virtuales>> en que bien podría el hombre habitar: -diríamos que desde el interior de sí mismo: he ahí su peculiari-
dad-, poniendo en evidencia la incapacidad de controlar y de do-
Supondré, pues, no que Dios, que es la bondad suma y la fuente
minar lo real. El monstruo es una formación óptica mediada entre
suprema de la verdad, me engaña, sino que cierto genio o espíritu
maligno, no menos astuto y burlador que poderoso, ha puesto su
el psiquismo atávico y el fondo de cuentos y leyendas o estructuras
mitopoéticas, aliado en esta ocasión a la naturaleza pluriforme,
industria toda en engañarme; pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los
que ofrece incluso en las formas de la nubes o de los perfiles de las
colores, las figuras, los sonidos y todas las demás cosas exteriores no son
montañas una base en que apoyar una Suerte de <<teratología>>
sino ilusiones y engaños de que hace uso, como cebos, para captar mi
geológica que el ojo finge, o que, según rezan los testimonios, el
credulidad; me consideraré a mí mismo como sin manos, sin ojos .. ,55 •
ojo <<pinta>>. Como escribe Polo de Medina en su Lelio:
Aquí, bajo estas premisas, amanece también la noción de 58
Desde acá infama la vista de monstruos a muchas estrellas •
inconsciente óptico; es decir, el capital de presencia de un bagaje
de imágenes fantaseadas que se proyectan en la pantalla del Lo monstruoso, en efecto, conlleva siempre un principio
mundo, con hondas resonancias somáticas, no para interpre- visual de tipo anamórfico, pues en cierto modo depende de la
tarlo precisamente, sino para autointerpretarse a sí mismas en posición del observador, que desde una cierta perspectiva
un circuito psicológico cerrado, como es de nuevo el caso del desenfoca finalmente la configuración naturalizada del objeto,
r , . •
mmoso personaJe cervantino . lo saca de su segm.ento o <<nicho>> cultural y lo convierte riguro-
Esta línea final desemboca en el gusto barroco por lo defor- samente en <<lo otro>> 59 • Este procedimiento del <<doble viso>>,
mado y al cabo monstruoso; algo que debemos comenzar a situar
más en la esfera de lo inconsciente, cuanto en lo que es la propia
organización natural del mundo. En el monstruo <<compuesto>> 57 Se trata de una categoría cultural elucidada por Sigmund Freud, Lo siniestro.
Palma de Mallorca, Calam.us Scriptorius, 1979.
-notablemente, es lo que emerge por ejemplo en el cervantino
58 Salvador Polo de Medina, ALelio. Gobierno moral. L. Gómez Canseco (ed.). Mur-
cia, Real Academia Alfonso X El Sabio, 2004.
59 Véanse estos procesos estudiados en J. Checa, <<Figuraciones de lo mons-
55 René Descartes, Meditacionesmetafi'sicas. Madrid, Espasa Calpe, 1979,120, truoso: Quevedo y Gracián>>. La Perinola. Revista de lnvest(gación Quevediana, ~
56 Sobre ello, véase R. IG·aus, El inconsciente óptico. Madrid, Tecnos, I993· Natural- (rgg8), I95-2U, y, también, para lo que son las características más generales
mente, en este punto es de remarcar la cuestión del método de la <<composición de lo monstruoso altomoderno, M. Lunger;J. Landes, Monstrousbodieslpolitical
de lugar>> ignaciana, m:ixima teoría acerca de la potencialidad de la imago y el Monstruosities. lthaca y Londres, Cornell University Press, ~001. Y, natural-
fantasma. Véase F. R. de la Flor, Teatm de la memoría. Siete ens:ryos sobre mnemotecnia espa- mente, ahora también, y referido a la cultura hispana del período, E. Del Río
ñoladelossiglosXVIIyXVIII... , y, acaso, también, F. Maldonado de Guevara, Lofic- Parra, Una era de monstruos. Representaciones de la deforme en el Siglo de Oro español.
tivoy lo antifictivo en el pensamiento de San Ignacio de Lf!Yola. Salamanca, Universidad, 1940, Madrid, IberoamericanaNervuert, ~003.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓLICA
que configura el universo de la construcción anamórfica, sirve a La mirada, la visión, el ver y lo que, de otro lado, se ve y se
una infinidad de metáforas de la relatividad absoluta dentro de la mira (y hasta gracianescamente dicho: ;e remira) es tema central
que se mueve la mirada humana, configurándose finalmente en de la organización discursiva barroca, en efecto. Y, sintetizando
un espacio poseído por el sentimiento de vanitas generalizada 60 , el todos estos procesos, también podríamos decir que, al fin, es la
cual afecta sobre todo a la propia capacidad de cognición. De irnagen el emblema conceptual más profundo que nos lega esa
nuevo, es un Francisco Sánchez, el filósofo escéptico, quien ha época, donde la esfera de lo visual penetró profundamente en
descrito la percepción como máquina de configurar monstruo- los encadenamientos del lenguaje y del pensamiento, produ-
sidades, absurdos ópticos de una naturaleza intranquilizante: ciendo incluso entonces, como bien se sabe, la emergencia his-
tórica de géneros verbo-visivos, como destacadamente es el caso
¡Cuánto suelen hacer cambiar la visión la naturaleza de las membra-
de la emblemática, por otro lado profundamente ligada a la
nas y la del nervio óptico, así como la cantidad de los espíritus y
concepción imaginista de la época63 , o los cultivos señalados de
humores, todo esto y además su transparencia! A menudo, debido a
una causa externa, nos parece ver moscas, hilachos, telarañas, y cosas
·¡
seml]an ·¿
es, s1en · que no loshay 6 ' .
o as1
62 Véase, para el caso de Sor Juana Inés de la Cruz, F. Luciani, <<Anamorphosis in a 63 Para este asunto remito a mi Emblemas. Lecturas de la imagen simbólica. Madrid,
sonnet by Sor Juana Inés de la Cruz>>, Di>cursoliterario (Mé:cico), 5 (Igg8), 423-432. Alianza Forma, 1995.
1. ÓPTICA SIMBÓLICA
66 !MAGO. lA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEl BARROCO
la imagen mental en tecnologías sicológicas a las que dE,n•on1 ü1 a~ (i/;,,h.,1tr 11cto, lo cultural o construido. Retratos como el que tem-
mos en general <<artes de la memoria>> y <<composición lvier•.-1,,1 ranamente realiza El Parmigianino -<<Autorretrato del espejo
ellugar>> 64 . Procedimiento o <<tecnología imagina!>> esta ~óncavo>->-, contribuyen a <<espectralizar>-> la función sujeto,
donde, por cierto, una metaforología del color, una irr1pre¡;m" ,,,e!ftti,riz,ando su propia densidad óptica. Recordemos un pasaje
ción simbólica, sobreimpuesta y sobreañadida a la realidad, del poema que dedicó a esta anamorfosis J ohn Ashbery'
su efectuación. Ello inaugura la perspectiva de una
Esta otredad, este
<<otra>>, esta vez abierta a lo interior, donde el campo visual
<<no ser nosotros>> es cuanto hay que mirar
constituye en un auténtico <<teatro de las imágenes>>, que es . GB
en e 1 espeJO •
ceptible sólo a lo que la época denomina: <<ojos del
Acorde con este proceso general, que destruye o corrompe Todo sirve como evidencia de que la época se interesó por la
mecanismo mimético que soporta la estructura toda del imagen, pero digamos enseguida que más se interesó por la imago.
antiguo, aparece ahora la sobreimposic~ón del fantasma y
simulacro por encima mismo de la imagen. La pictura devi<,n•e ficc
tura, y en todas partes del sistema de saber los productores
bólicos más potentes se emplean en profundizar la fractura
66
reino analógico , recubriendo a lo real con la máquina de
implementaciones simbólicasr; 7• No se escribe, ni se pinta or>Serc
vando realidad alguna. El discurso simbólico es cosa, co·mpete11 -.·
cia, exclusivamente mental, territorio del fantasma, y
tasmagoría. Lo natural o mundo deviene objeto de ap•rc•piació11 , ,
69 Ello da lugar a un saber sobre las técnicas y artes miméticas de la realidad que
cuaja en tratados teóricos donde se aborda el problema de la representación, en
particular en el ámbito de la pintura. Sobre estos tratados que proliferan en el
RonERT FLUDD, <<La causa universal>>. lntegrum Morborum Mysterium;
Barroco, véase F. Calvo Serraller, Teoría de la pintura en el Siglo de Oro. Madrid, Cáte-
siueMedicinae Catholicae, Frankfurt, I63r.
dra, rg81, y, también, K. Hellwig, La literatura adí.>tica española del siglo XVll. Madrid,
La Balsa de la Medusa, rggg.
70 Véase un tratado sobre el rostro de Dios, en Juan Eusebio Nieremberg, De la hermo- 72. Sobre el concepto barroco de «vado>>, véase el monográfico Le vide. Experience
~ura de Diorysu amabilidad por las irifinitaspeifecciones del Ser divino. Madrid, Juan Sánchez, t61_,J. spiriluellc, en Hermes (París), '2, (rg8r); también] .P. Fanton D'Andon, L'horrew·du
71 Como teoriza el estudio de A. L'aufrc, L'autre mélancolie. Acedia u les chambresde /'es- vide. París, CNRS, 1978, y, de nuevo, mi «Negro, nada, infinito. Vanitasy cua-
prit. París, Hermann, 200I. dros metafísicos en la pintura del Siglo de Oro>> ..
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 1. ÓPTICA SIMBÓLICA
73
en negro, o, mejor, en sombras o sombra, si se desea así • La El color se convirtió entonces en lo más evanescente y sub-
coloración del mundo que penetra seductora por los ojos del jetivo que ofrecía la percepción, siendo además aquello que no
alma, no parece que metafóricamente pudiera en todo caso ilu- podía ser refrendado por otros sentidos, ya que sólo es accesi-
minar las <<anchas y profundísimas cavernas del espíritu>> de las ble al de la vista. La referencia al negro está a su vez sobredeter-
que habla el agustinismo militante de la épocaN, y de lo que Leib- minada, incluso llevada a un plano metafísico o generatriz, por
niz dirá, refiriéndose esta vez a aquello que es propiamente mónada, cuanto es la luz la que abrió, en el relato genésico central, y se
que en ella la luz se filtra como por una hendidura en medio de separó de la negrura espesa, dando lugar al inicio de la historia
las tinieblas. Ello da cuenta del sistema de oposiciones centrales en de la redención, y comenzando así una suerte de narrativa meta-
el seno del cual juega su estatuto el color negro. Separado y no física de la luz (y de su opuesto' las tinieblas). El sistema de los
confrontado nunca con el resto de los colores, que reciben una colores heredado de Aristóteles y vigente en el período barroco
cierta depreciación en la tratadística moralista75 , el negro se opone hasta la publicación de la Óptica newtoniana en 1704, autoriza
de manera absoluta dialéctica tan sólo a la luz y a la claridad, que esta polaridad, pues sitúa en un eje el blanco en un extremo y el
son sus antagonistas con un alto rendimiento sinlbólico. El negro, negro en otro y entre ellos el amarillo, el rojo, verde y azul.
propiamente, no fue para los barrocos un color, como sí lo fue Propiamente el orden cultural del que hablamos desplaza al
todavía para los medievales, sino una propensión del ánimo que negro como color hacia algo mucho más sutil: la oscuridad, y
define el gran campo semántico de la tonalidad afectiva, la cual ello para oponerlo siempre a la exaltación de la fuente de luz
rige y determina la posición en el mundo del hombre advertido. que es la claridad, al mismo tiempo que se puede operar con su
76
Toda mención al color es cultural, ideológica en el Barroco ; juego en el compuesto conocido como <<claroscuro>> (que
se desvanece de la realidad para reinar con una significación deviene inseparabilidad de la luz y de la sombra), cuya explota-
propia en el alma, según lo advierte a Critilo, en la novela alegó- ción en los sistemas de representación, particularmente en los
rica de Baltasar Gracián, un zahorí que encuentra al paso: plásticos, no hace falta poner aquí de relieve78 •
Una última consideración afecta a la cuestión de la materia y
No hay verdaderos colores en los objetos; que el verde no es verde, ni
a la de la luz, empleada como metáfora de la verdad 79 , mientras
el colorado, colorado. Y así verás cada día que, de una misma cosa,
que la oscuridad lo es de su ofuscación, y representa la recons-
uno dice blanco y otro negro. Según concibe cada uno o según per-
77 trucción misma de su posibilidad y efectuación en el mundo.
cibe, así le da el color que quiere conforme al afecto, y no al efecto •
Los colores se disponen en una gradación que va indicando en
73 Para lo que son los matices dramáticos en que incide toda consideración
acerca del regünen oscuro o de la <<sombra>>, vease Ch. Buci-Glucksmann, 78 Y cuyo funcionamiento en el espacio plástico ha sido descrito por Gil1es
fragiquedel'ombre. París, Éditions Galilee, 1990. Deleuze en los siguientes terminas: <<El cuadro cambia de estatuto, las cosas
74 La expresión agustiniana aparece en el libro X de Las Confosiones. surgen del plano de fondo, los colores brotan del fondo común que mani-
75 Como se puede percibir en obras como la deljesuitaAntonio de Castro, Fisiono- fiesta su naturaleza oscura, las figuras se definen por su recubrimiento más
mía de la viltudy del vicío, al natural, sin colores ni artificios. Valladolid, Joseph Rueda, 1676. que por su contorno>> (El pliegue. Leibnizy el barroco. Barcelona, Paidós, 1981).
76 Para un recorrido por la historia cultural del color, vease J. Gag e, Colourand Culhn-e, 79 Sobre el tema, vease H. Blumenberg, <<Light as a Metaphor for Thruht>>, en
Praetice andMeaning.fi"OmAntiqui!JtoAbstraction. Londres, Thames and Hudson, 1995· D. M. Levin (ed.), Moderní!J' and the Hegemor:ry oj'Vi,>ion. Berkeley, University of
77 El Criticón. Crisis III. California Press, 1993, 30-62.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
ellos un aporte cada vez más sustancial de materia (rojo, verde, 2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN
azuL .. ). Es en ese sentido que el negro {JUscum), habitualmente
muy empastado y aplicado con mucha densidad (por ejemplo
en las superficies de los óleos del Siglo de Oro), o resaltada
Que si estoy ciego a los ojos,
ta~bién su calidad fosca en las estructuras lingüísticas, discur'- Lince esloy a los misterios
sivas80, expresará a la materia caída, a la carne en su extrema PEDRO CAr.DJmÓN, El orden de Melchisedech
condición. Mientras, la luz, asociada al blanco y a los trabajos
¿Qué no verán los que vean al que todo lo ve?
de decoloración, queda completamente circunscrita a la esfera CREGORm, De verilale
intangible de la divinidad.
Frente al peso y la autoridad que cobra en el espacio simbó-
lico el negro, el resto de los colores resaltan en cuanto insegu-
ros, desvaídos, imposibles de capturar o definir, como se lee en
una letrilla gongorina:
2 sido establecido por P.A. Fabre, Ignuce de Lqyola. Le líeu de l'image. París, Vrin, 1992.
El Corpus Chr·isti se celebra en el Perú com . ·t . ;:, _,
o~o~~ws~rel ~d· d' Para el estudio de una conexión más contemporánea a través del cinematógTafo
gena, lo que deja una multiplicidad de t t' . , a paganl a In l-
es 1monws v1sual p ¡ y del mundo del espectáculo promovido por los jesuitas, véase A. Pércz Gómez y
exaltación virreina! del tema de la <<defe . d 1 E .. , es. ero a concreta
nsa e a ucaristla>>, cobra una dimen- JM. Unsain Azpiroz, lmago Societa/is JestL lrún, Filmoteca vasca, 1991.
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN 77
Ojos míos que escusáis
esencialmente teofánica de su modo de entender la creencia, otro
Por Dios el ver, no miréis
tipo de comunidades religiosas bien distiU:tas de <<la Compañía>>,
Que en el Cielo os abriréis
aquellas más <<dulces>> y <<contemplativas>>, en todo caso más
Por lo que ahora os cerráis 6.
influidas por el idealismo platónico ro y, por consiguiente, en-
Más allá de mostrar en un gesto elocuente e 1 agus t 1n1ano· · troncadas con una teología positiva que predica la naturalidad y la
<<reditus in se ipsum>> (o retorno al sí inismo) , 1n · al mente
· t enc1on inocencia como medio de entrar en la dimensión en la cual, para
aquellos jesuitas representados en el lienzo colon1·al re alIzan
. ese tiempo, resulta que lo numinoso se revela de modo especial a
.~ tam _
b1en en el espacio público su acostumbrado elogio de la dificul- los sencillos. Por el contrario, el camino <<negativo>> y la posi-
tad. Elaboran así lo que es un concepto ingenioso y <<espiri- ción epistemológica así marcada por estos otros hombres, que
7 pertenecen a una organización -la Compañía de] esús- singular-
tual>> , quizá con la no declarada pretensión de lograr el asombro
y, en todo caso, para oponerse también y esto 81·n dud · mente empeñada y empleada en lograr una formación en lo
. . • , a, ya mas
ocultamente, al expresionismo naturalista místico que había de- mundano, es terminante al objeto de favorecer en el otro lado de
sarrollado por esas fechas todas las metáforas posibles alrededor su proceder una exclusiva divina contemplatio, que había teorizado un
de la transparencia y que se había también aferrado a una serie d Francisco de Borja, sumiéndose en la obscuridad de su capilla-
prácticas que desembocaban en los secretos d e 1a v1s1on
· -- so b rena-e féretro del palacio ducal de Gandía, o el propio Ignacio de
t~ral, eso mientras dejaban a los jesuitas interesarse en las cues- Loyola, habitante ciego de la cueva de Manresa, No hemos venido
tiOnes~ ~isterios más espe~iosos de la perspectiva y de la óptica8. al mundo a ver, sino a no ver. Sólo por el pasaje entre sombras
<<VIsion>> clara, o, meJOr: <<iluminada>>, sencilla y transpa- (terrenas) se llega a la luz (ultraterrena). Obscuros perobscurius. Hacia
rente aquella 9 lo oscuro por lo más oscuro. Sea tal su lema. De alguna manera,
. otra -para contraponerla a lo que va a ser a h ora
nuestro obJeto-, en la que fundan su estatuto, y la estructura esta praxis ascética de los jesuitas parece ilustrar, a redropelo y
contratiempo, el raro aserto contenido en la Carta a los ciegos de
Denis Diderot, donde se afirma que la persona más capacitada
6
Lore-~zo Ortiz, Ver, oír, oler, gustary tocar. Empresas que enseñany persuaden su buen uso en para entender el hecho de la visión sería aquel filósofo:
lo pohflcoyen lo moral..., ~g7.
. VéMe también por.¡,."' ,·mp]·1cac1ones· mora ¡ es que
se le. conceden al. hecho de la ceguera H l <i El d 1 Qué hubiera meditado profundamente acerca del sujeto en la oscuri-
. ' · ,ezcano, ~ tema e a ceguera en
la literatura rehg1osa de Lo pe de Vega>>, en Revista de Literatura (Madrid) dad, o, para adoptar el lenguaje de los poetas, uno que se hubiera
LXVI/r32 (2004). 389-407. • sacado los ojos con el fin de familiarizarse mejor con la visiónn.
7 En la l:ínea que consagraría un Alonso de Ledesma con 1 11· · · 6
d .. a pu 1cac¡on en I o o
~sus Conc~ptosespmtuo/e~ylmorales (Ed. moderna: Madrid, CSIC, rg6g). He aquí, entonces, comparecer a la óptica en lo que ahora se
8 ~ea.se un eJ.e~plo extremo del interés jesuita por la perspectiva en E. Corsi, La presenta como un uso anómalo en el registro de lo que es la
fob~¡c.a de las dus11~nes. Los jesuitas_)! la difusión de la perspecliva lineal en China (16 98-l?66). representación artística hispana. Óptica ahora propiamente
MeXlco, Colegw de México, ~004.
9 Sobre
<<barroca>>, por la prioridad que se da en ella, más allá de su nivel
. . estas metáforas de la transparencia , es preciso V",_r d e L . S eh ara d er, << El
VId~·1o como ~etáfo.ra. Observaciones acerca de un lugar místico>>, en Estudios
A'VJiy XVIII R
de hteralura espanolay. francesa. Si"los
b • omena)e· a Horst Baa der. Barcelona
Hogar del Libro, 1 984, 37-52 Y C. Poggi, <<Verrí, specchi cristalli: la veritá ~ lO V. Stoichita, El ojo místico. Pinturay visión religiosa en el Siglo de Oro español.,..
i suoi riflessi in Santa Teresa, Cervantes, Gracüin».. '
TI Denis Diderot, Carta a los ciegos. Madrid, Ediciones La Piqueta, 1978., 82.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN 79
experimental y fenomenológico, a las implicaciones conceptua- mundo distractivo, al tiempo que, también, dificulta el que la
les y metapoéticas, que tratan ahora de realizar una suerte de sis...'. solicitación de ese mundo, lo que son sus' imágenes engañosas,
tematización de lo relativo del conocimiento, apuntando hacia penetren en el recinto de la interioridad (a través de la concupis-
una filosofía de la falsa o «virtual>> realidad. De ello son testi- centia oculorum), la cual debe estar ocupada enteramente por una
monio estos vidrios oscurecidos que, lejos de potenciar un~ tarea que se revela como relativa a la disciplina penitencial y que
facultad humana, en realidad la anulan y se puede decir que la
nihilifican, volviendo a quienes los portan una suerte de <<ciegos>>
ante el espectáculo del mundo, mientras se muestran abiertos y
operativos ante otras clases de <<realidades>>.
Ello, en último extremo, supone también una suerte de
corrección cristiana a la teoría aristotélico-platónica -expresa ya
en las correspondientes Metafísica y Ti meo-, que había situado la
vista como el sentido cumbre del hombre, y desde esta perspec-
tiva es una demostración del poder que el jesuitismo de esa
época concede al pecado que degrada y envilece los sentidos,
particular y precisamente el de la visión. Ésta, por cierto, en
una constante tensión con el oído de lo que se hizo cargo Gio-
vanni Battista Benedetti en un temprano libro: Comparatio visus, et
auditus (1585). Los vidrios enlutados sobre los ojos remiten en
este último sentido a un sacramento altamente querido por los
jesuitas: la extrema unción, que en la hora final redime a los senti-
dos de los pecados cometidos a través de ellos.
En todo caso, aquella emergencia del cristal ahumado, que
expresa el potencial peligro de la concupiscentia oculorumr 2 se sitúa
lejos ya de aquel otro uso metafórico del cristal diáfano, propio
del sistem_a simbólico del primer Humanismo. Efectivamente,
algo nuevo se produce aquí en esta representación de la que tra-
tamos: el que la tecnología específica para la corrección y suple-
mento de la visión se ve desviada ahora de lo que son sus fines
propios, en virtud de un principio de determinación moral, y
convertida en un obstáculo (la materia clarificadora deviene
opaca) que, se supone, por un lado impide la mirada sobre un
San Pablo (I Cor. ~): <<nec oculus vidit, nec auris audivit>>: «Ni la virtud: <<Como hoy están los ojos, el mejor partldo ¡ue se le
1
el ojo vio, ni el oído penetró>> [en los misterios de la Divini- puede hazer a la virtud es que en su causa sean ciegos>> . Eso es,
dad]. Sutil cambio en el orden de lo simbólico, que pide ahora precisamente, lo que ilustra el raro lienzo de Cusca.
ser conceptualizado al objeto de venir a completar un campo de
fuerza donde se define el problema todo de la mirada o lectura
barroca sobre el mundo.
En un uso retórico y «paradoxal» las lentes, que han nacido
para la inspección de lo real desde una mayor proximidad y
acercamiento, son aquí negadas, en lo que es un maniDesto
corolario a la observación de Aristóteles en su De anima (III,3,
428 b), acerca de que la distancia de observación de lo sensible
aumenta el riesgo de error. Algo más allá de esta cuestión de la
distancia, y en cuanto que dichas lentes comparecen ostentosa-
mente en la escena de representación como ahumadas y sin puli-
mento, o con el mismo destrozado, lo que revelan, en una pers-
pectiva simbólica, ejemplarista, es la innecesariedad última (y
acaso la perversidad intrínseca) de una mirada anatómica sobre el
mundo. Mirada que sería calificada, desde el orden moral que
aquí se sustenta, como una mirada sobre un objeto fantasmal y
engañoso. <<No hemos venido a ver>>, decía el místico sanJuan,
<<sino a no ver>>, en efecto r 3 • O, como desarrolla el capítulo
Se trata de evidenciar, pues, para estos jesuitas que tejen su un arte para olvidar. Aquí, de nuevo, se ru~rica una efectiva des-
camino simbólico en el universo barroco colonial, en este caso y potenciación penitencial sobre toda muestra de <<placer d~ los
para este espacio, el desprecio y el desinterés que les producen las sentidos>>, con un rasgo sobredeterminado de <<ocularfobta>>,
imágenes del mundo. Ello es algo en lo que ciertamente no com- que culminará por cierto en la figura excesiva del nihilismo
parecen en solitario, pues a nivel teórico también reflexionan en fenomenológico que representa el último heresiarca hispano,
ello por entonces los máximos <<arquitectos>> y propulsores Miguel de Molinos. Como se sabe, éste es el teórico del <<quie-
barrocos de la intelección <<católica>> del mundo, proponiendo tismo>> al que podemos suponer fundamentador de una teolo-
en las líneas más generales precisamente una sublimación del pare- gía de la nihilificación del sujeto, además de pasar por ser el
cer hacia el ser; negándose a la apariencia que se ofrece a los ojos partidario decidido de una liquidación de la aventura antropo-
7
para alcanzar la ipseidad, la cual se presenta sólo ante el espíritu, lo lógica humana, conducida directamente hacia la Nadar •
que significa que desdeñan cualquier fenomenología para lograr Desde esta perspectiva rigurosa, que actúa como trasfondo
acceder a una auténtica ontología. Ese es el momento en que, desde doctrinal de la extraña praxis que el cuadro de Cusca representa,
las filas de los escépticos, van a proliferar las observaciones acerca es deseable que las imágenes del mundo permanezcan desconoci-
de un relativismo absoluto en la presentación de los objetos ante el das y recluidas en la sombra, que no que se·presenten con toda su
sistema de percepción. La decepción y el engaño en que éste in- potencia a un espíritu frágil, el cual podría ser destruido y deso-
curre sistemáticamente es aducido como prueba superior de una rientado por lo que debe permanecer oculto y se presenta como
inestabilidad ontológica y de una final distancia abismal entre el ser contaminado por la luz enferma de la <<Caída>> y de la interven-
y el parecer. Juan de Zabaleta, a propósito de ello, repara en los ción demoníaca. El cristal, la transparencia no siempre son de-
procesos de refracción a que el agua somete a lo que se sumerge en seables, pues, para la antropología barroca, y de hecho juegan
ella, provocando ilusiones ópticas deformantes del objetoT5 • oponiéndose estructuralmente a las otras superficies que median
Lo limitado y sujeto a error del campo humano de la visión la visión y la conducen a un juego engañoso: la lente y el espejo.
natural, en realidad, puede llegar a constituir, en la órb_ita de la La conciencia no es, en efecto, el <<espejo de la Naturale-
Contrarreforma, un paradójico <<bien>>, como lo entiende un za>>rs, sino, más bien, aquella representa la capacidad de alte-
Alejandro Luzón de Millares en su enciclopédico tratado dedicado rar y difractar lo natural, poniendo así un <<velo>>, una nota
al <<olvido>>, y a la negación eficaz de lo mundano, teorizando una
ciencia imposible, difícil, que poden1os calificar como decomtructiva
dentro de las tradiciones occidentales: el conocido Ars oblivionalis16 :
17 Es la visión que de este heresiarca pecu1iar ha construido José Ángel Va lente, en
su prólogo a la Guíu espiritual. Para una comprensión más amplia sobre esa misma
<<teología de la Nada>> en el espacio histórico del periodo barroco, véase la edi-
T5 Vease un exemplum <<deceptivo>> a propósito del cambio de forma que experi~ ción y prólogo a un conjunto de tratados italianc:s de la época realizada por C.
menta una moneda vista a través de la superficie del agua, en Juan de Zabaleta, Ossola, que incluye además un articulo de José Angel Valen te sobre el asunto,
Obras históricas, palr1icas,_fllosójicasy morales. Madrid, Francisco del Hierro, 17~8, 53. Le anliche memorie del/ nulla. Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, Q007 ·
r6 A. Luzón de Millares, JdeCl polítim vcri christianisive Ars Oblivionis. Bruxellis, Francisci 18 Para citar el famoso título de R. Rortry, El espejo de la naturale;zCl. Madrid, Cátedra,
Foppens, 1665; F.R. ele la Flor, <<Prólogo>> a Ve1ázque:r. de Aceveclo, Féníxde 1983. Para una teoría sobre la mirada renacentista que adopta esta metáfora
Minerva] arte de la memoria. Valencia, Eratos, ~o o~, y, antes F. R. de la Flor, <<Un epistémica, véase J. B. Díaz- Urmeneta y P.A. Jiménez, La tercerCl dimensión del
arte del olvidar>>, Cuadernos Hispanoamericanos. 5~7 (1994), 15~56. espejo. Ens(_9)0 sobre la mirada renacentista ..
lt4AGO. lA CULTURA VISUAL y FIGURATIVA DEL BARROCO
2. Pof:TICA ABERRANTE DE LA IMAGEN
<<Atra fenestras ... >>, oscuras aberturas del alma ... Efectiva-
mente, los jesuitas partidarios eminentes de la visualidad, lo
son, al cabo, de modo activo, sobre todo de la «interior>>,
desarrollando los mecanismos exclusivos que ponen a punto el
teatro mental realizado bajo la <<mirada espiritual>> 30 , en último
término sometido a una metódica articulación expuesta de la
manera más precisa en los EJercicios espirituales ignacianos. Así los
ojos son <<oscuras puertas>> (o ventanas), que deben en realidad
ser <<cegadas>> (puntualmente aquí, en el cuadro de la época
colonial que nos sirve de leit-motiv, por cristales ahumados), con
el objeto de que la <<vista interior>> eleve lo que es su propio
<<teatro>> de imágenes, a través del procedimiento maestro y
<<técnica>> absoluta de la mirada espiritualmente entrenada,
que es la <<composición de lugar» 31 • El procedimiento jesuítico
pone en juego la importancia de la visión artificial-o mental-,
y exhibe el más alto grado de negación de la <<natural>>, ello en
un campo complejo, no exento de ambigüedades, de fenóme-
nos asociados a la esfera moral de la visión, que la época conoce
como vista o implicación absolutamente comprometida de la
imaginación y la fantasía en la construcción del objeto 32 •
30 Sobre este <<teatro mental>> puede consultarse mi libro, Teatro de la memoria ... , y,
también, P.A. Fabre, Ignace de Lüyola. Le lieu de l'image. París, Vrin, 1992.
31 Sobre ello véase, de nuevo, mis estudios sobre mnemotecnia, recogidos en Tea-
Ira de la memoria. Siete ensgya~ sobre mnemotecnia española de los siglos XVIIy X VIl!..
20. joHANNES DAviD, <<Casa del hombre>>. Veredicus Christíanus. 32 La perspectiva óptica barroca se abre en el trabajo de una serie de teóricos
Amberes, r6or. como Vignola -Le Due regale del/a pmspettiva pratica, Roma, Camera Apostólica,
90 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN 91
Se trata de una apuesta por la pérdida de relevancia de ese tanto el de Tesauro -Cannochiale aristotélico- como de Tycho
mismo objeto-mundo, a favor ahora de lo que es la posición dél Brahe), pero del otro, justamente, podría sitúarse el cristal ahu-
sujeto en plenitud de su energía psíquica capaz de remodelar, a mado (que supone ser en sí mismo una negación de los juegos
través de la ejercitación, el universo de apariencias que frente roanieristas con espejuelos en el procedimiento de ludismo
a él comparece. Entre otros procedimientos, la anamorfosis óptico conocido como cristal de Lorena, o artificio usado por las
-que sugiere la existencia de otra manera de <<leer>> el objeto- élites aristocráticas europeas para ofrecer visiones de una na tu-
ensaya la moderna aparición de una ciencia relativista. Este con- raleza facetada y calidoscópica) 35 • De este modo, podemos decir
cepto, enseguida adaptado por los pintores manieristas y preo- acerca de estos instrumentos ópticos que, ciertamente, según la
cupados por la percepción, como Arcimboldo, supone que se ha posición y la profundidad de lectura del mundo que realiza el
operado un desplazamiento muy perceptible desde la pregunta sujeto que a ellos se acerca, por ellos mismos verá pasar la luz y
por la constitución pura del objeto, ahora hacia el campo de la alternativamente también las sombras; la verdad, pero también
percepción y de la construcción de la perspectiva como metáfora su envés riguroso: el engaño, como explicita Picinelli en el capí-
esencial del conocimiento humano sobre el mundo; mundo, en tulo dedicado al tubus opticus de su Mundus ~mbolicus.
efecto, mediado por la posición dentro de él del observador 33 • El Barroco hispano, poseído de un furor que se revela en
Ese mismo mundo aparece ahora cruzado por todo tipo de este segundo momento del Humanismo occidental como teñido
fenómenos distorsionados, para los que las lentes, en sus dife- precisamente de valores antihumanistas 36 , explora, pues, prio-
rentes pulimentos, calidades, densidades y formas ofrece un ritariamente lo que es la línea de quiebra de la visión; los extre-
repertorio grande de posiblidades abiertas hacia una visión mos mismos donde ésta se <<engaña>>, pierde su agudeza carac-
<<otra>>. La autopsia, favorecida en la época3+, determina estruc- terística y se introduce en el espacio de sombra, recayendo en
turalmente la emergencia de otros modos del mirar. En todo una suerte de posición fatal como potencia que es en sí misma la
ello se impone el de una mirada artificiosa, cuyo paradigma, de alegoría de la vida humana, a la que su condición precipita en
un lado, es el telescopio (ello en el siglo mismo del telescopio, la caída y en la perdición. Son ahora, en el ámbito de la pintura
hispánica, los <<borrones>> 37 y las técnicas asociadas a la produc-
ción del <<tenebrismo>> 38 , las que se constituyen en verdadero
r6rr-, y, un paso más allá, Nicé.ron -Persj>ective curiose ou magíe artíficiele desejfets mer-
veilleux. París, Pi erre Billaíne, r638-, hasta culminar en los grandes tratados
jesuíticos de Athanasius Kircher, Ars mogna. De umbri etluci . .. , y de Gaspar Schott,
<<Pars l. Óptica. Magia uniuersales, naturae et artis. Bambergae, Martin Schünwcttcri, 35 Espejo o cristal de Lorena, que hace alusión a los artificios ópticos usados por
1677, sin olvidar al padre Andrea Pozzo, el más grande de los tratadistas de Claude Lorrain para la concepción de sus pinturas. Sobre ello véase A. Mollet,
perspectiva aplicada a los espacios sagrados de carácter ilusionista en su Perspec- Le míroir noir. Enquele sur le cote obscur de r~flet ... , 64.
tiva pictorum el architectorum. Roma, JoannisJacobi Komarck, J693-I700. 36 Para ese antihumanismo epocal del que Baltasar Graciiín participa, véase espe-
33 Lo que es la articulación metafórica de la perspectiva ha sido abordada por C. cialmente H. Gouhier, L 'AntihumanismeauXVIIesifcle. París, Vrin, rg87.
Guillén, <<On the Concept and Metaphor of Perspective», en S. G. Nichols y 37 Sobre esta peculiaridad del campo pjctórico, véase M. Socrate, «Borrón e pit-
R.B. Vowles, Comparatistsat Work. Waltham, M.A. Blaisdell, rg68, 28-go. tura di macchia nella cultura letteraria del Siglo de Oro>>, en Studi dí Letteratura
34 J. Bustamante, <<Autopsia o la experiencia de lo que se ve por los ojos>>, en Spagnola. Roma, Bulzoni, rgg6, 25-70.
AAVV., El compáoy el príncipe. Cienciay Corte en la España Moderna. Valencia, Generali- 38 R.M. de Hornedo, <<Tenebrismo, gongorismo y barroquismo>>, RazPny Fe, 164
tat, 2000, I2I-I27· (rg6r), 477-480.
9" !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN 93
39 La llamada <<física sagrada>> entra en conflagración contra la física científica y, Debido a ello, los mismos no son capaces de persuadir a los
lejos de confirmarla, la desmiente categóricamente. CL H. Capel, Lajlsrca intelectuales hispanos acerca de la verdad que comunican:
sagrada. Cr·eencias religiosas)' teorías científicas en los orrgenes de /u geomo~fología española. Bar-
celona, Ediciones del Scrbal, 1985. Instrumento [el telescopio] que halla mancha en el sol, y averigua
40 Como, en efecto así ha sido vista por J.C. Margolin, <<Aspects de surréalisme mentiras en la luna, y descubre lo que el cielo esconde, es instrumento
a u XVI si Cele: fonction allégorique et vision anamorphique>>, Bibliothéqued'Hu- 43
revoltoso, es chisme de vidrio, y no puede ser bienquisto del Cielo .
manismeetRenaissance, 39 (1977), 503-530.
41 Sebastián de Covarrubias, Emblemas morales. Madrid, Luis Sánchcz, r6n. Centu-
ria II, r88.
4~ Novum or;ganum. Barcelona, Fontanella, 1974, 33.
43 Francisco de Quevedo, LahoradetodorylaForlunaconseso. Madrid, Cátedra, 1987, 68.
94 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
mnem
Mi'H;, 'Vi~~antllr.. Hujtl~ Mflgi<((atoptric.ead-
11, Para una teoría general de la luz y su presencia en el espacio de representación, '""Jikm"" mii//C/1/o ohm Jfnh1medem Syr11e~jii, Pro·
véase H. Sedlmayer, La luce nelle sue manifi!staci6n artistiche. Palermo, Aesthetica/Pre- ffm¡/otum. cl11m :3J'z•mtiiin.flruElos,
rombujlir in }!!Jrm
print, 1985. Y, también V. Nieto, La luz, sistemay stmbalo ... na""Vibm, J¡ojla}.<:Vif!imos foils 11dt1rr~ ar-¡
mammtír expugna[!~ leginws, Idtm tle
45 Véase en este sentido el trabajo de C. Bouzy, <<Les Ombres de la Verité ou 1'illu-· Spemlis planis ..Anrlxmiin.trrat Vttel!io · , j.ttn rem ipfom aggmlia.~
úon d'optique dans l'emblématique espagnole Ü58o-r682)>>, en P. Choné, Le & 'Plim'ur lib, 3 3• e, 9· de ar~v.ewis ,ár~: l
pointde vue del'emb/eme. Dijon, Editions Universitaires de Dijon, 2002, 43-57. H Y P O T H E S E S.
46 La acuñación pauhna conocerá una deriva interesante en la llamada <<catop-
l. JM;tgo clljuslibet objctl:i p~r fpccnhuu cunqne fpccnli incídcntis , & fpe-
tromancia>> o adivinación con la ayuda de un espejo, aludida en múltiples apparetls , eo modo VIdetur, .;¡uo culi oppo!lti fi1perficiem , neccffe-
poltulat concurius linea: refloxionum eftinfinitas pyrmnides figurari, co..
contextos de la cultura barroca española, como por ejemplo en El Bernardo de cum cathcto incidentia:. nos & bafes hinc inde mntuas ha.
Valbuena (vid, supra Introducción). Sobre la expresión paulina, Baltrusaitis ha II. OmnisrcHexiodebilitat luces, &co- bentes,
lore:,. angulufquc incidcntia:, re- IV. In om?i reJlexil;me in cnjufcnnqoe
escrito: <<L'aenigma de l'Ap&tre des gentils n' est pas une confusion mais une flcx!()u>s angula a:qualis eft, natura fpeCllh fi1perlic1C faél:a, linea rcél:a
oper~ntc per breviffimas lineas. per requnlia dividens angl1lum con-
figuration chiffrée qui signifie une chose par une autre, écrite par les reflets IU, Omru~ forma fecundurnlíncamper- tentum fub lmeis incidentire, & re-
exacts de la lumiere. C' est une prodige catoptrique faisant voir !'invisible et les pe~dlcU!arem ~t fitpcr fuperficicm fl.exionis.' neceilimO pcrpendicula·
CUJnfque f¡¡ecuh, Rellexio verO fit rJs ex1fbt.
images inmatérielles qui s'y révelent, se transfiguren t. s' évanouissent á la fccundum lineam eanJcm fecnn- V. In fpeculis quibu!Cunq¡ ccntrnm l'ili1s,
dnm quam radins inc!dcnti.::, intcr & ponétulll form::eyifre, & punél;mu
moindre inflexión des surfaces métalliques>> (Le miroir. Essai sur une légende scientifi- ¡Juntta verOforma;fuperfideict~uf.. refiexionis • &tcru1iuii perpcndicu-
que. París, Le Seuil, 1978). Jads,
47 Sobre anamorfosis, en general, puede consultarse el estudio clásico de J. Bal-
trusaitis, Anamorfosi o Thaumaturgus opticus. Milán, Adelph, 1955, y el más actual de ATHANASius KIRCHER, <<Catóptrica>>.
F. Leeman, Hidden images. Games ofPerception, AnamorphicArt, Il/usion ... Ars magna lucis et umbrae. Alnster~am, 1671.
g6 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN 97
la Edad Moderna, y están implícitos en el pensamiento de quie- paralelo <<desdoblamiento>> acaecido en e~ interior de aquel
nes desde las artes plásticas, en cuanto teóricos o prácticos en otro sujeto único de la antropología clásica, apareciendo en
ello, contribuyen decisivamente a la disolución del espacio óptico escena las mecánicas psicológicas de la ocultación y el secreto
y perspectivístico medieval. Este último se trata de un •:!spado constitutivos del estadio del espejo (e introduciendo así toda la
dominado por la agregación simple de elementos no relaciona""' esfera de la atención en una escena esquizofrénica, donde ser y
dos por una lógica superior o gran espacio <<integrado>>, que es parecer no pueden ser unificados) 53 . La innovación de una
precisamente el descubrimiento renacentista. Espacio donde se perspectiva secreta en el campo de lo visual va también apare-
genera, en un único escenario, la confluencia de todo punto de jada con una nueva idea de Estado, él mismo <<anamórfico>>; es
vista posible, lo que determina la' aparición del artificio, la mara- decir, constituido por una realidad doble, como lo expresa la
villa de la perspectiva y la promoción de la curiosidad barroca'~ 8 • célebre anamorfosis que Thomas Hobbes sitúa en el frontispi-
Son, en efecto, los Durero y Leonardo'i-9 ; pero a su zaga, ense- cio de su Leviathan, donde la misma materialidad física del
guida, los <<poetas>> de la visión, como Holbein el ] oven y Estado está en realidad constituida por la multiplicidad de los
Arcimboldo 50 , y, también, artistas del uso de la perspectiva como cuerpos de sus súbditos.
Erhard SchOn, quienes trabajan en estos <<juegos de artificio>>s', El poder barroco, en efecto, presenta una constitución ana-
que son los que abren verdaderamente la <<era barroca>> de la mórfica. Su ser no es, en modo alguno, su parecer ser. De ahí,
relatividad visual, con todo tipo de consecuencias para lo que se
considera una hermenéutica de la realidad.
La operación de «doble mímesis>> 52 , una declarada y otra
encubierta y <<secreta>>, corresponde puntualmente con un
también, la vinculación misteriosa que une la representación con blecim.iento de una verdad que se <<oc1,1lta>> en la Escritura, y
4 ello mediante el artificio o aparejo corrector de la interpretación
la perspectiva y con el poder en el plano del teatro cortesano 5 •
Los espejos cóncavos y cilíndricos, los espejos reflectantes, que de ella hacen los Padres de la Iglesia, sin lo cual, por otra
objeto destacado de la catóptrica, pueden deslizarse hacia esta nueva parte, es inútil un acercamiento <<natural>> y directo al texto
realidad de doble perspectiva cuando, por ejemplo, sirven al fuente. La expresión visual de ello es el emblema del propio
objeto de reconstruir una imagen previamente descompuesta, o Filippo Picinelli -<<Arcano secernimur>>- en el cual se refle-
también de un texto, que necesita entonces ser reconstruido a xiona sobre la imagen de un sabio que utiliza un espejo cilín-
5 drico anamórfico, del que se ayuda para <<recomponer>> el mis-
través de una variación en su <<natural>> eje de lectura5 • En la
metaforización de que es objeto el espejo, se encuentra implícito terioso mensaje que encuentra cifrado en las Escrituras 57 •
un uso anamórfico del mismo: aquél derivado de la idea moral En la tradición barroca española, los espejos cóncavO-con-
de que, al asomarse a él, la superficie de reflejo deconstruye la vexos y los juegos anamórficos con la visión se invisten pronto
apariencia y ofrece la imagen de la realidad, esta vez <<interior>>, de esa naturaleza moralizante que revisamos, lo-que los acerca y
del sujeto. Esto reproyecta el topos del speculum de la cultura cris- atrae al cerrado universo de la desautorización de lo real, y a la
tiana medieval, y lo reconduce hacia más complejas elaboraciones inducción de la idea cristiana de un relativismo -escepticismo
en las que el espejo es ahora el instrumento de conocimiento de pirronista- generalizado, que domina a la postre la escena his-
la verdad, por encima de todo uso en función de vanidad o nar- pana del conocer, deslegitimando finalmente toda superior
cisismo. Así lo emplea, por ejemplo, eljesuitaJacob Masen en su confianza en la existencia de un mundo pleno y material,
Speculum Imaginum Veritatis 56 , desarrollando la idea de estirpe plató- mientras induce, a través de este medio quimérico, un pensa-
nica de que la divinidad sólo se deja capturar a través del reflejo miento activo de la finitud y de la evanescencia general de todo.
especular que provoca en el ámbito de lo sublunar y <<caído>>. Format et ílustrat (como reza el emblema de Diego Saavedra
Pero la lectura anamórfica no es sólo una cuestión de imáge- Fajardo). Efectivamente, porque la anamorfosis da cuenta de la
nes, sino <)_ue, en el propio caso del texto sagrado, y de la lectura calidad <<construida>>, <<formada>> de lo real, mientras que <<ilus-
de sus enigmas implícitos, se impone también la metáfora de tra>> y <<enseña>> también sobre la inexistencia de una verdad
signo anamórfico, pues, en efecto, como expresa Filippo Picine- última sobre la misma. Con ello la ciencia de la perspectiva se
lli en su Mundus simbolicus, el trabajo de la exégesis supone el resta- transmuta definitivamente, y de ser una cuestión técnica, pasa a
8
constituirse en un dispositivo simbólico maestro 5 , poniendo en
evidencia lo que es el <<lugar mental>> (ellocus) desde el que se
54 Sobre ello. véase M.A. Amadei-Pulice, <<Realidad y apariencia: valor político
de la perspectiva escénica en el teatro cortesano>>, Anejos Revista Scgismundo
(CSIC), 6 (rg83), r5rg-153L Y, también, H. Leclerc, <<La sáne d'illusion et 57 Sobre esta idea de una mirada <<artificiosa>> para reconstruir la lectura cris-
l'hégémonie du théátre a l'italienne>>, en G. Dumur (ed.), Histoire des spectacles. tiana del mundo a través de imágenes anamórficas y jeroglíficos, veáse A. E.
París, Gallimard, rg65, 581-624. Spica, <<Dispositifs optiques et art de la conversión dans un choix de recueils
55 Contamos con un estudio sobre la hermenéutica del espejo, el de]. Baltrusai- d' emblématique religieuse au XVII e sif~_cle>>, en P. Choné, Le point de vue de l'em-
tis, El esp¡jo. Madrid, Miraguano Ediciones, rg88, y con una reciente historia de bleme. Dijon, Université, 2002, 97-n3.
su uso, la de S. Melchior-Bonnet, Historia del esp¡jo. Barcelona, Herder, rgg6. 58 Cito aquí expresamente el libro de E. Panofsky, La perspectiva como JOrma simbólica.
56 J Masen, Speculum Imaginum Veritatis occultae. Cologne, JA. Kinckrius, 1650. Barcelona, Tusquets, 1985.
roo IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN IOI
construye una cierta imagen del mundo, que, precisamente, en antropologización de la física terrestre 6 ~, y en la construcción de
razón de su aberración y singularidad, dice algo esencial acerca de una escena o teatro en todo momento regido por la perspectiva artifi-
ese mundo 59 • Y aquí, de nuevo, la mención al episodio de los cialis. Se trata de un principio que deviene siempre lugar poético
molinos [vid. supra, cap I] no parecerá irrelevante, por cuanto para el ingenio de un Calderón, maestro de los <<dos visos>>¡; 3 ;
Cervantes introduce la cuestión anamórfica como central para el
proceso de construcción de esa mirada <<propia>> sobre el mundo
que tiene el caballero: deconstruyendo los molinos verdaderos,
hace emerger en su lugar una imago que recibe su forma en el pasaje
por la cultura libresca. En efecto, se reconocerá que el episodio de
la novela cervantina inflexiona de modo inquisitivo en el papel
engañoso de los sentidos, e, inversamente, en la importancia, que
en la visión del mundo tiene ahora el dominio mental. Vemos sólo
lo que queremos ver, lo que estamos preparados para ver.
La visión, en todo caso, no es un filtro puro; antes bien es ins-
trumento de la ideología, y está regida por el cerebro, determi-
nada, incluso, por una estructura inconsciente60 . Ver es dirigir la
mirada simbólica, la mirada cargada de prejuicios a las cosas; en
modo alguno esperar a que éstas lleguen. El objeto, después de
todo, no se capta, se crea. La realidad, pues, es constructo mental,
paisaje simbólicamente determinado. Paisaje construido, <<inven-
tado>> o percibido y proyectado inconscientemente en la materia-
lidad indistinta del mundo. Paisaje en el que acaso la propia natu-
GARCÍA HIDALGo, <<Espacio religioso anamórfico>>.
raleza ha depositado una huella intencional de su designio divino, Principios para estudiar el nobilísimoy real arte de la pintura. S. XVII.
según los teóricos contrarreformistas, en tanto que ella misma es
natura artifex61 • Ello nos introduce en los paisajes anamórficos, en la 62 Ello contradice la visión a lo <<divino>> de lo que es la tierra que generalmente se
difunde en la Contrarreforma. Opuesto a ello y para el hecho de lo que resulta ser
una radical antropomorfización del cosmos, véase A. Bentkov.rska, <<Anthropo-
59 Sobre lo que es la peculiaridad de la mirada anamórfica que practica Quevedo en morphic Landscapes in I6 th and 17th. Century WesternArt: a Question of Attri-
sus retratos morales, véase el pionero trabajo de C. Nicolás, Eltrategiasy lntums: las bution and Inte:rpretation>>, Biulejyn Ffistorii &.tuki, 6I/I (Tgg7), 6g-gr. Una fuente
anammfosisde Quevedo. Cáceres, Universidad de Extremadura, rg86, y, también, M. puede aquí ser mencionada con oportunidad. Me refiero al capítulo del Mundus sub-
Levisi, <<Las figuras compuestas de Arcimboldo y Quevedo>>, Gomparative Literalure, terraneul, --cap. XIX: <<De interiori Geocosmi constitutione, officinis et analogía ad
20 (rg68), 217-35. En general: J. Da Costa Kaufmann, 11leArcimboldoE¡fll!ct.. humani corporis membra>>-, donde.Aihanasius Kircher establece la~ correspon-
60 Cf. R. E. Krauss, El inconsciente óptico .. dencias simbólicas entre el interior de la tierra y el interior del cuerpo hillllano.
6r Un ejemplo de estos paisajes anamórficos se encuentra enAthanasius Kircher, 63 No se trata de una hipérbole más en torno al dramaturgo. El Diccionario de Auto-
Ars magna lucis et umbrae ... , y están también reflejados en el tratado de Juan García ridades, para definir la <<pintura a dos visos>> utiliza precisamente una defini-
Hidalgo, Principios para estudiare/ Nobi/[>imoy Real Arte de la Pinlum. l. García Galindo ción de Calderón: <<[es la gue se forma] artificialmente, de suerte que, mirada
(ed.). Valencia, Universidad Politécnica!Tératos, 2006. de un modo representa una figura, y mirada de otro, otra distinta>>.
U11iversídad de Navarr"
2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN I03
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
102
el género cumbre en la formación de una visión del mundo de mgemoy agude1,.a. La pintul'a emblemática en Nueva España. México, Museo Nacional
de Arte, 1994·
67 Para la explicitación de unas primeras hipótesis sobre tal vinculación de ambos
procedimientos, se puede consultar mi trabajo, <<Anagrama/ anamorfosis>>,
64 Pedro Calderón, El príncipe constante. Madrid, Cátedra, 1996. Sobre estos juegos pers-
en Emblemas. Lecturas de la imagen simbólica. Madrid, Alianza, 1995, 353-361.
ectivisticos calderonianos, véase E. Cancelliere, <<La aberrazione della vista come
68 Véanse mis reflexiones a propósito de las vanitas, en F. R. Flor, <<Negro,
~écnica poética nel teatro di Calderón>>, en S. Carandjni (ed.), Meraviglie e orrori
nada, infinito. Vanitas y cuadros metafísicos en la pintura del Siglo de Oro>> ..
dell'aldila: íntrecci mitologici efavole crístiane nel teatro barocco. Roma, Bulzoni, 1995, 177-201.
69 Vanítieso{tlw .fb¡e. Vlsion in Ear]y Modern European Culture. New York, Oxford University
65 Sebastián de Covarrubias, «Emblema 88. Centurü H>>, Emblemas morales.
Press, 2007.
Madrid, Luís Sánchez, 1610.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 2. POÉTICA ABERRANTE DE LA IMAGEN I05
sobre anagramatismo de Erycio Puteanus 70 . Así el artificio co- perspectiva difícil y del <<secreto proce~imiento>>N, lo que con-
labora en destruir la constitución de la apariencia <<natural>>, duce a un efecto de alcance verdaderamente taumatúrgico: tales
y ello para reenviar a otra realidad o verdad, dando cuenta de ojos contienen las sombras anamórficas en que está envuelta la
la apariencia y secreto y misterio de lo que pueda situarse propia <<invención>> de la imagen, el momento genealógico en
<<detrás>> de aquella: imago duplici aspectu distincta. Desdoblamiento que se desencadena su culto 75 . La anamorfosis roza aquí la
generalizado de la imagen percibida; la mirada <<recta>>,
situándonos de nuevo en la estela de Juan Caramuel, se ve sus-
tituida por una <<oblicua>> 7', en búsqueda de una verdad celada
por el arte (si es que, acaso, el arte no es en sí mismo sino el
arte de celar la verdad: Ars est caelare Artem).
Así, los retratos anamórficos de la pareja imperial-Carlas V
y la emperatriz Isabel-, depositados en el museo de Santa Cruz
de Toledo 7"', y con los que tal vez se inicia la tradición jeroglífica
visual hispana en pintura, inducen de modo muy eficaz la idea
de que el cuerpo de poder es, en realidad, un <<doble cuer-
po>>73, que se constituye en un solo trazo como dignidad supra-
histórica y como efímera carne mortal, cuyo perfil segundo o
perspectiva emboscada se insinúa solamente al ojo entrenado,
Desde ese momento inaugural de presencia anamórfica en el
mundo hispano, no dejará de jugarse moralizadoramente con
la perspectiva, culminando tal vez en un artificio de esta natu-
raleza, el cual ha tenido una sobredeterminada (y también sobre-
natural) presencia en aquel mismo espacio político. Me refiero a
que los ojos, en la imagen del lienzo original que se conserva en
la catedral de México y que representa a la Virgen de Guadalupe
como patrona de América, se componen en este lenguaje de la
metafísica, por cuanto proclama que lo material y físico del 3.. LOS OJOS DEL PODER
mundo <<oculta>> una perspectiva sobre lo que es divino y
supraceleste. Lo que resulta captado en el momento numinoso
es el devenir atemporal del mundo y la apertura de éste al mila-
Por lo qual es conveniente que el príncipe dome a los
gro. Pues lo que ahí se representa es la escena fundacional,
súbditos como se doma a un potro, a quien la misma
según la cual la Virgen se hace presente en la historia del mano que le halaga y peina el copete, amenaza con la vara.
mundo. De esta manera, el <<simulacro>> se convierte en ga- Dmoo SAAVllDRA FAJARDo, «Empresa 38>>,
rante de un momento real e histórico en que lo sobrenatural Idea de un príncipe político-christiano
representada en cien empresas.
hace su irrupción en el seno de lo natural y lo fija para siempre,
al modo de una captación analógica estrechamente vinculada a
lo que la fotografía siglos después pueda suponer para la cons-
tatación de lo verdaderamente ocurrido. La imagen misma es a
la vez soporte para la emergencia de imagos.
Tal es, pues, algo de la trascendencia verdadera que revela
aquello de lo que nos hemos comprometido a hablar en este l. ICONOGRAFÍA DE LA SOBERANÍA Y EL DOMINIO
Un estudio e:q¡lora hoy esta colusión entre virtud y poder , el d•... Ch . C on,.Inls- ·
sio Y C. Mozzarelli (eds.), Reppublica e vir/u. Pensiero jiolítico e Monarca Católicafi'aXVI e
XVIlsecolo, Roma, Bul:wni, J9g5.
Co~ .todo, señalemos alguna de las e-:<:cepciones en la bibliogTafía, como la de].
P. Eüenvre, <<La métaphore du jeu ella vie politique de l'image au modele>>, en
roS JMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. LOS OJOS DEL PODER rog
el seno de un contexto de lecturas históricas dedicadas a repre- época absoluta, la era teocrática, en la que también, pese a sus
sentaciones de la monarquía hispana de la Edad Moderna rela- reticencias, se inscribe la monarquía hisPana. Una Monarquía
cionadas casi exclusivamente con la virtud, considerada ésta, in de alguna de cuyas <<visiones>> negativas nos comprornetemos a
extenso, como un sistema de valores de base humanística3 • Parece hablar, en términos que implicarán la historia de la mirada y de
ahora llegado el momento, entonces, en que los análisis puedan la producción de imágenes, buscando un cierto sentido de
volcarse en lo que son cuestiones imputables esta otra vez a la mayor alcance para aquello que debemos desentrañar, acu-
figuración de u~a esfera de valores en sí mismos poco o nada diendo para ello a lo que fue la formación del espacio óptico y
<<virtuosos>>, y que, obviando cuestiones morales, se sitúan sin a la generación de imágenes expresivas de la potencia vigilante
ambages en la construcción del espacio fuerte de la dominación. Es que acumula en máximo grado el espacio político altomo-
este un espacio donde lo político casi podría decirse que pierde su derno5. Espacio, por cierto, en el que la producción de la mi-
determinación humanística y aristotélico-platónica para eviden- rada hereda su carga de negatividad y amenaza intrínseca para el
ciar el rostro despótico de un Leviathan o de un Moloch, cuyo signo sujeto del propio espacio religioso que históricamente le pre-
parece más apropiado para lo que es el nuevo régimen barroco de cede. Ello según observación dejacques Lacan:
las monarquías absolutistas europeas, construidas sobre dos pola-
El ojo quizá sea profiláctico, pero no puede ser benéfico, sino
ridades en tensión: el cristianismo y la <<razón de Estado>>+. Ya
maléfico. En la Biblia, e incluso en el Nuevo Testamento, no hay un ojo
observaba el historiador Jerónimo de Zeballos en r623 que el tér- 6
bueno, pero los malos abundan por doquier .
mino <<imperio>> <<tiene un no sé qué de aspereza>>.
Dominación, construcción de una obediencia sujeta, he ahí Resulta en la práctica una evidencia el que para una multitud
una cuestión que escapa al procesamiento moral clásico, que de analistas actuales las representaciones tradicionales de la
había denostado tal ejercicio del poder, y que, sin embargo, monarquía española sólo se relacionan con el espacio de los valo-
resulta al cabo que es precisamente sobre este vector de fuerza res humanistas, teniendo muy poco o nada que ver con concep-
coercitiva sobre el que se va a fundamentar la práctica maquia- tos nuevos como control, vigilancia, golpe de Estado, <<razón de
vélica de la soberanía, hacia la que definitivamente se aboca la Estado>>, interés, clientelismo, soberanía, tiranicidio, bellum intes-
tinum y sujeción y crítica de la servidurnbre 7• Se ha producido así
lo que podernos considerar un soslayo y minusvaloración de las
metáforas <<negativas>> referidas al poder, primándose entonces
W. Euchner; F. Rigotti; P. Schiera, fl poteredelle immagini. La metáfompolitica inprospec-
solamente las series analógicas que vinculan monarquía y estado
tiva ;torica. Bologna; Berlin, Il M u lino 1 Dunker and Humblot, I998, I35-I42, y,
también, recientemente, V. Mínguez, <<El poder y la farsa. Imágenes ,grotescas de
la realeza>>, en Quintana. Revista del Departamento de Historia del A1te, 6 (2000), 39-53.
3 Véase un ej=plo caracterizado de este tipo de estudios en F. Checa Cremades, 5 El tema se ha convertido en asunto relevante en los últimos tiempos. Como
«Alegorías elocuentes: la imagen del poder en la España del Barroco>>, en J. Álva- prueba el reciente libro deJ. L. Palos; D. Carrió- lnvcrnizzi (eds.), La historia
rez Lo pera et a/t., F¡guras e imágenes del Barroco. Madrid, Argentaría/Visor, r999, 49-67. imagino&¡. Construcciones visuales del pasado en la Edad Moderna. Madrid, CEEI-I, 2008.
4 Para el caso español, véase X. Gil Polo, «La razón de Estado en la España de la 6 J. Lacan, Seminario 11, en Los cuatro conceptos fundamentales del P>icoanálisis ... , Buenos
Contrarreforma. Usos y razones de la política:<>, en S. Rus Rufino etalt, La razón Aires, Paidós, 2002, 57.
de Estado en la España Moderna. Valencia, Sociedad Económica de Amigos del País, 7 Cuya teorización realiza tempranamente Etienne de la Boetie, Discurso sobre la servi-
2000, II-48. dumbre voluntaria o Contra uno.] .M. Hernández-Rubio (ed.). Madrid, Tecnos, 1986.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO J. LOS OJOS DEL PODER
IIO III
8
con religión, piedad, gloria, dominio sobrenatural. .. , y dese- cio mlo
' d. e mis
· prtslOnes
· · y disfavores; habi~ndo sido todo ello ende-
chando entonces todo discurso legitimatorio del poder que, rezado nerto al advertimiento de m·1 p nnnpe
- · ro
abandonando su rostro persuasivo y afable, contenga la construc-
9 El cetro del que hablaré para la época -un verdadero
ción de la dominación y aliente una amenaza latente • Amenaza,
explícita o no, que los textos del Barroco registrarán en no pocas . 1G
<<~lsbquemDa de agregación simbólica>>' en la terminología de
ert ura n d - JI ' se re¡aCiona
· obviamente con todo ello d
ocasiones. Como la célebre Epístola al Conde Duque de Olivares de Fran- ahí la multitud de vectores de te . ~ . 'Y e
1 . nsion vutuosa que cabe' desde
cisco de Quevedo: <<N o he de callar por más que con el dedo ... >>
uego, venu a establecer, en cuanto tal ob' t .
La propia emblemática acoge en su registro un principio s d ~ . ~e o remite a una
uerte
·
e acme de la historia o punto de estab'l'd d .
I I a , que asr-
dialéctico que puede, incluso, dar cauce a una posición abier-
mrs~o presupone un equilibrio en las fuerzas del mundo y
tamente rebelde. Ello sucede de manera ejemplar en las empre-
po_r C: ~anto, con aquello que también forma parte de Ío~
sas -In Spe; Usque adhuc- que Antonio Pérez, el secretario de
pnnCipros de conservación y desarrollo de la e lt
r2 E l h
u ura urna-
Felipe II, difunde públicamente como alusiva a las injusticias
na . n el sentido en que lo deja claro la cita-benjaminiana el
que contra él se han realizado: cetro es e elemento de continuidad que sobrenada en 1 '
de una h. t . e seno
... Que porque se vea que trato verdad, diré luego cómo al primer rs o na y una naturaleza que se precrpita
. . d e continuo
.
año de mi prisión, viendo que se iban encantando mis cosas y pri- en 1a na d a:
siones, quise, para advertimiento de mi Príncipe y para descargo
~1 s~berano mantiene la historia. Es el poder del catechontos, el que
mío con el mundo, publicar estas divisas, no sólo con sellar mis car-
1mp1de que el tiempo se h un ¿·Iese en ¡ a nada Y en la catástrofe. El
tas para todos y los billetes también que escribía al rey desde mis pri-
soberano
. _ . es el representante de la h.1st or1a.
. ,S osttene
. el acontecer
siones, sino con imprirrürlas en diversos materiales porque fuesen
h1stonco en su mano como un cetro 13 .
más notorias [. .] Todo con el fin de que el estruendo de ello, y
aquellos laberintos cerrados y rotos, y aquellas letras de lengua atada Pero. el cetro también, a partir de I58o ' y en 1as cnticas
.. que
y desatada, metiesen en consideración el ánimo de mi Príncipe [.. J se comienzan a establ ecer en t onces so b re la e On d UCCIOn
" d e 1OS
No se puede decir el escándalo y polvareda que se levantó con aque- a~untos graves de Estado' no pasa por ser en sí misnlo a aran-
llos bordados y con aquellas empresas, haciéndolo todo menospre- d en. absoluto de una estabilidad VIr
tia . t uosa, por cuanto y lag obra
e Nicolás
. Maquiavelo había señalado qu e ese mismo
~ .
. .
cetro -eje
que Simbohcamente parece apuntar a la separación de la piedad
8 Sobre la metaforología política, véase] .P. Etienvre, <<Pour une histoire de la
métaphore politique>>, enJ .P. Etienvre (ed.), Liiti!.rature et politiqueen Espagne aux
si€cles d'or. París, Klincksieck, 1998, II -~7, y J. M. González García, Metáforas de{
10 Antonio Pérez, Relacionesvcartas I • M a d n 'd , T u:rner, 1986, 92-93.
J •
II G. Durand, Estructw·asantmpolá<Yicasdelima 111·nar<·· M d ·'d ~
poder. Madrid, Alianza, 1998. 1~ El ~ ~· "· a n , .taurus 1982
9 Entonces lo que realiza el sistema simbólico es la aseguración de esta domina- cetro, naturalmente, comparte espacio simbólico con el,otro ~b"eto d
ción ideológica. Según expresa W.J. Mitchell, la ideología es <<a system of sym- poder, la corona. Véase sobre la müma C Bou <<E , .l e
th- 1 · l · z;y, mbleme et propagande
bolic representations thats :reflects an historical situation of domination by a eo og¡co-po itique en Espagne au Siecle d'Or: le symbolisme d l
particular class, and which serves to conceal the historical carácter and class ronne>>, en Liltérature, 145 (~üü7), 91-102. e a cou-
bias of that system under guises of naturalness and universality>> (en W.J.T. 13 W · Benjamin ' La d"10 ¡-ec f lea en suspenso. Fragmentos sobre la historia Ch'le A ·
199 6 , 78. • ' ' l"ClS,
Mitchell, lconology.lmage, Texl, Ideology, Chicago, University Press, 1986, 4).
3. LOS OJOS DEL PODER II3
14 Diego de Saavedra Fajardo, <<Empresa XVJIT >>, Empresas polrticas. S. López Poza
(ed.). Madrid, Cátedra, 2;000, 330. El fragmento ha sido recordado y anali-
zado por A. Rivera, <<Espíritu y poder en el Barroco español>>, en P. Aullón
de Haro, Barroco. Madrid, Verbum Editorial, 2;004, 567-596.
ATIIANASIUS K. IRCHER, <<Caduceo con ojos>>. Ars magna /ucis et umbme. 15 Diego Saavedra Fajardo, República literaria. Jorge García López (ed.). Barcelona,
Amsterdam, r67r. Crítica, 2;006, ~51. La anatomía cerebral del príncipe y hombre de poder es, por
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IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. LOS OJOS DEL PODER II5
En este sentido, todas las visiones que de sí misma nos pro- una servidumbre voluntaria, comenzaban a formar parte de un
vee la monarquía absoluta hispana oscilarán de uno a otro de peligroso derecho del individuo y del suje'to político moderno,
esos dos rostros de J ano de que habitualmente está provista la que veía esto refrendado en la misma naturaleza, según obser-
instancia mayestática, la cual bascula entre el sacrificio, por un vaba La Boetie, cuyo tratado comienza a difundirse a partir de
lado, y la tiranía y voluntad ciega de preeminencia por otro. 1574 gracias a Michel de Montaigne'
El príncipe mismo -El príncipe melancólico (Tirso de Melina);
Las bestias (¡Dios me ayude!), si los hombres no son demasiado sor-
Segismundo (Calderón); El Príncipe constante (Calderón)-, se 18
dos, les gritan. ¡Viva la libertad! •
mueve en este arco que marca su grado de actuación, o bien
16
acentuando los matices sacrificiales y victimarios de la misma, Tal vez la pregunta referida al modo de ejecución y puesta
o bien desembarcando en la abierta tiranía, sobre la que los en práctica de las funciones del poder, suscite alguna inquietud
politólogos jesuitas como Juan Mariana, construirán a finales sobre lo que es un viejo asunto de la politología barroca: el
del siglo XVI una de las teorías más debatidas del Barroco: ocultamiento, la no-visibilidad en la que están envueltos los
aquella que plantea la legitimidad del tiranicidio. mecanismos verdaderos y resortes de acción de un poder que,
En efecto, las puertas teóricas de la rebelión y de la insur- como el hispano de la época imperial, se ejerció entre las som-
gencia comenzaban a ser por entonces entreabiertas, prestán- bras de la corte, de espaldas a cualquier género de plebiscito
dose en ese momento el mundo a una lectura simbólica que popular, asambleario o, ni que decir tiene, parlamentario, ins-
operaba en muchos puntos en contra de las construcciones titución que no se conocerá como tal en la Península hasta el
políticas de la sujeción y la servidumbre sin contrapartidas, las siglo XIX. Del consejo, de los Consejos de Estado órganos de la
cuales habían conformado los tiempos medievales 17 . La libertad dirección de la política barroca hispana, sin mencionarlos
con respecto a la esclavitud y el sacudimiento de las formas de explícitamente, decía el emblemista Solórzano que, en efecto,
este centro de poder se oculta en la sombra, y desde allí opera
secretamente en sus efectos:
derecho propio, un subtema de la cultura barroca, y su mejor ~jemplificación his- Así, ocultos han de ser los consejos y designios de los Príncipes.
pana es la obra de Quevedo sobre la anatomía del cardenal Richelieu: Francisco 19
Nadie ha de alcanzar a dónde van encaminados •
de Quevedo, <<Visita y anatomía de la cabeza del cardenal Armando de Riche-
lieu>>, en Obro.s Completas. F. Buendía (ed.). II. Madrid, Aguilar, 1961, 903-909. Ello determina, pues, una monarquía absolutamente opa-
V éanse también otras «anatomías>> literarias estudiadas por G. Pale, La anatomía de
ca en lo que se refiere a la constitución de sus mecanismos
E/ Diablo Cojuelo. Deslindesdelgéneroanatomístico. Chapel Hill, University ofNorth Caro-
lina, 1977. Sobre la relación general entre anatomía y literatura: L. Van Delft, relojeros (de ahí otra metáfora: el rey es la manilla de un
<<Littérature et anatomie>>, en Littérah1re e/ anthropologie. París, PUF, 1993, 183-279. movimiento oculto), que toma decisiones fulminantes (y,
r6 Para este aspecto decisivo en la consideración de lo implicado en las represen- añadimos nosotros, potencialmente temibles), y que, por ello
taciones del poder, véase] .M. Apostólides, Le prince sacrffié. Theatre et politique au mismo, hizo de la visión, de la mirada del poder (y de la idea
tempsdeLouisXlV. París, Minuit, 1985.
17 Lo que da lugar al rebelde de la época y a la emergencia de las heterodoxias y
los libertinajes respecto al orden. Sobre ello, S. Betelli, Rebeldes, libertinosy orto-
doxos en el Barroco. Barcelona, Península, 1984. Véase también a estos propósi- r8 Etienne de la Boetie, Discurso sobre la servidumbre o Contra uno ... , 18.
tos, R. Villari etalt. El hombre barroco. Madrid, Alianza, 1992. 19 Juan de Solórzano, Emblemática política. Madrid, Tuero, 1987, 98.
n6 U-lAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. LOS OJOS DEL PODER
20 Como se teoriza en nnlibro de muy avanzado el siglo XVII, el tratado de Gaspar polemista Andrés Dávila y Heredia, La tienda de los antojos políticos'4 ,
de Escalona, Gazophilatium regiumperubicum. Madrid, Antonio González Reyes, r675.
De ahí, también, por ejemplo, ese impresionante despliegue
Para la construcción de ese <<príncipe vigilante>> que hace Quevedo en sus obras,
véase M. Ariza Canales, <<El príncipe vigilante de Francisco Quevedo>>, en Retra-
cartográfico y ubicuidad absoluta que cumplen los mapas (o
tos de/príncipe Crirtiano. DeErasmo a Qyevedo. Córdoba, Universidad de Córdoba, 1995. <<mirada>> abstracta e interesada sobre el territorio), los cuales,
21 Sobre este concepto político y su desarrollo en la cultura de la Contrarreforma, ciertamente, acompañan e incrementan el poder de los Estados
véase A J. Cascardi, <<That Subject of Control in Connter-Reformation Spain >>, absolutosQ 5• De ese miBmo interés por el control y sus mecanismos
en Ideologies on History in the Spanish Golden Age. Pennsylvania, University Press, 1997,
105-131, y, también, A. Cruz y M.E. Perry, Culture and Control in Counter-Reformation
Spain. Minncapolis, University ofMinnesota Press, 1992. Para la figura concreta 24· Valencia, Jerónimo de Vilagrasa, r673.
del espía que adquiere toda su significación en la época de Felipe II, véase C J. 25 Véase D. Buisseret, Monarchs, Ministres, and Maps. The Emergence ~{Cartograpl:ry as a Too/
Carnicer;J. Marcos, Sebastián deArbiz;u. Espía de fl!lipe Il. Madrid, Nerea, 1993. ofGovemment in Ear!J• Modern Europe. Chicago, University of Chicago Press, 1992,
22 El Criticón. Crisis I. Para el análisis del mecanismo que se produce en la operación de <<traslado>>
23 Véase a propósito de esta relación entre mirada, luz y verdad, el trabajo de H. entre territorio y mapa, en el contexto de la Edad Moderna, consúlteseJ.
Blumcnberg, <<Light as a Metaphor for Truht>>, en D.M. Levin (ed.), Moderni!J Olson, El mundo sobre el papel. El impacto de la escritumy la lectura en la estructura del conoci-
and theHegemory ofVision. Berkeley, Univcrsity of California Press, 1993, 30-62. miento. Barcelona, Gedisa, 1997·
n8 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. LOS OJOS DEL PODER II9
visuales se origina el fuerte desarrollo que conoce la teoría de la 2. EL CETRO CON OJOS
perspectiva y su ejecución práctica en el mundo construido de los
teatros y del urbanisn1o barroco ~ , donde se pone de manifiesto
6
Así las cosas, no habrá pasado desapercibido el guiño o cita sub-
que la perspectiva es ya, o lleva consigo implícita, una ideología'~7. yacente a esta expresión histórica que he utilizado como lema o
Se trata, pues, para este caso también de la pregunta trascen- título para este capítulo, después de todo central para compren-
dental sobre los regímenes de lo escópico, en esta fase de la der ciertos alcances en el campo de la imago en el Barroco. Efecti-
modernidad, y cómo desde la implementación retoricista y per- vamente, la expresión barroca <<el cetro con ojos>>, o, incluso,
suasiva que caracteriza el momento barroco, ello cuaja en figura- atendiendo a la representación de los poderes eclesiásticos, la
ciones impresivas y, propiamente, en lo que pueden ser tenidos propia de la <<vara vigilante>> 30 , que, junto con otras complejas
como verdaderos emblemas epocales, conceptos <<visivos>> en que figuraciones iconológicas (las cuales apuntan a construir una
28
se precipita la idea de poder • En ellos se deposita, de un modo imagen del «biopoder>> 3r), podemos encontrar dispersas en la
jeroglífico, conceptuoso, la trascendencia que alcanza todo lo literatura teórica que apuntala la política hispana del XVII y XVIII
relativo a la visión, a la mirada 2 ~ 1 , con lo cual nos vamos acercando (y que le dan indistintamente un tono severo y opresivo o abier-
a esta idea metafórica acerca de la posibilidad de que el cetro, sumo tamente trágico a la misma), son la expresión fiel de las dos ope-
emblema político, pudiera llegar a ser representado en los inicios raciones claves que Michel Foucault descubría en el ejercicio del
mismos del momento barroco como propiamente <<dotado de ojos>>. poder moderno. Vigilary castigar3\ como en efecto se llama el
famoso tratado del historiador de las mentalidades francés, son,
precisamente, las acciones más propias de ese c;jo vigilante, (y, más
26 Sobre el imaginario perspectivistico y su relación con el poder y con la focali- en propiedad, <<ojo político>> y soberano 33 ), y de ese cetro
dad, véase D. Castillo y W. Egginton, <<Perspectiva! Imaginary and Simboliza- dotado de ojos, que es también arma o representación elaborada
tion of Power>>, lndiana]ournal ofHisj!anicLiteratures, 8 Ü996), 75-95.
que ha terminado por convertir la fuerza pura en potencia, en
27 Como reconocía E. Panofsky -La perspectiva como .fOrma simbólica. Barcelona, Tus-
quets, 1978-, la perspectiva es una forma simbólica, un modo privilegiado de
poder, y, al fin, en aquello mismo en que el poder se sublima al
con~truir el discurso sobre el mundo y de hacer que quien entre en su reglas transformarse en pura posibilidad abierta; es decir: en mirada,
adopte la posición prescrita por sus leyes.
28 Un análisis clásico de tal relación puede encontrarse en N. Brysson, <<Imagen, dis-
curso, poder>>, en Visiórry pintura. La lógica de la mirada. Madrid, Alianza, 1991, 141-16g. 30 La expresión procede directamente de un teórico de la Contrarreforma im-
29 Sobre ello, y en términos generales, véase M. Jay, <<Scopic Regimes of Modcr- portante, Andrés Ferrer de Valdecebro, La vara vigilante. Obligacióny oficio de un Prín-
nity>>, en Scott, L; Fricdman (eds.), Modemi!J and ldent(ry. Oxford/ Cambridge, cij!e Eclesiástico. Madrid, Diego Díaz de la Carrera, r659.
Blackwell, 1992, 8g- I02, y para intuir la complejidad del juego de la visión 31 Término foucaultiano, presente en su microfísica: M. Foucault, Microfisíca del poder.
barroca en una autora -Sor Juana Inés de la Cruz- muy significativa del Madrid, la Piqueta, 1979. Véase también J. M. González García, Metáforasdelpader..
momento, el trabajo de Avilés, «Sor Juana en el punto de fuga: la mirada en 32 M. Foucault, <<El panoptismo>>, en Vigilm:_ycastigar. México, Siglo XXI, 1982,
Este que ves, engaño colorido»-, Bulletin f?fl-Iispanic Studies, LXXVII (~woo), 1,J3-13L En 199-231. Ello aproxima naturalmente el poder a la esfera del enjuiciamiento y
todo caso, la de la <<mirada>> es una gran metáfora que define el conjunto la sentencia. Véase una fuente muy expresiva en el libro de Francisco Ürtiz
relevante de lo que son las inscripciones de un momento hütórico singular. Lucio, h·atado único del Principey]uez Christiano. Madrid, Luis Sánchez, r6o1.
Sobre esa mirada, entendida como dispositivo paradigmático, bien que refe- 33 La metáfora la desarrolla un autor novohispano, José Abarca, en Ojo político, idea
rida a un momento anterior, véaseJ. Basca Díaz de Urma, La tercera dimensión del cabaly ajustada copia de príncipes, que dio a luz la Santa Iglesia Metmpolitana de México.
espr:fo. Ens~o sobre la mirada renacent(>ta. Sevilla, Universidad, 2004. México, Imprenta Nueva de la Biblioteca Mexicana, 1756.
I~O !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
3. LOS OJOS DEL PODER
I~I
en visión 34 , u ojos. Se deben considerar éstos, junto con la La prudencia, figura ambigua, desdoblada, especular, se des-
espada, los atributos verdaderos de una hispana pietas regia, que taca como la virtud compleja del príncipe, y se presenta bajo la
los utiliza como pilares de los trabajos de sustento y conserva- figuración enigmática de una serpiente anudada al cetro (como
ción de la República Cristiana.
sucede en la <-<empresa 2 8>> -Qua e sin, qua e.fuerint; quae mox ventura
La imagen elegida en este caso anuda una información rele- trahantur-- de Diego Saavedra Fajardo. Los ojos de esta serpiente
vante generada desde la propia instancia de poder y compromete metafórica en realidad están dotados de una nueva dimensión de
fuertemente el campo de la óptica que exploramos. En ella, en alcance: el ojo no ve ya sólo lo actual, lo que está bajo su domi-
efecto, queda condensa la idea misma de una administración del nio, sino que, superándose a sí mismo, se sitúa en la coordenada
secreto, de lo latente y no explícito, que se gestiona en el interior
del dispositivo de dominación, ello combillado junto con la capa-
cidad de amenaza omnividente dispuesta a concentrarse y efec-
tuarse de modo fulminante e inesperado 35 • A todo lo cual, final-
mente, corona y presta un cierre categorial la disposición retórica
de generación de símbolos y di_scursos legitimatorios que asocia
6
s1empre
. un aparato 1con1co
• • • ' . E stas son, en e f eco,
t 1as capan.da-
des, el acervo e instrumental de que dispone el príncipe o quien
ocupe un espacio de soberanía máxima37 , lo cual constituye la
esfera desnuda y materializada de la <<gubernamentalidad>> 38 •
34 Visión que se aboca al castigo, función máxima del poder, que es un objeto
central de la discursividad emblemática, como ha señalado Ch. Bouzy,
<<Crime et chátilnent dans les livres d' cmblemes fran¡,;ais et spagnols aux XVI et
XVII siecles>>, Revue de Littérature Companie, I Ú997), 5-25.
35 Precisamente porque, como ha observado R. Koselleck -Aceleración, prognosisy
seculari;;.ación. Valencia, Pretextos, 2003-, parte de la tecnología del poder con-
siste en la prognosis; es decir: la capacidad de ver de lejos, de adelantar el
futuro que viene debido a la <<visión>> que tanto revisa el pasado, como es
capaz también de proyectarse hacia delante.
36 Cuestión esta que para el caso del reinado de Felipe Il ha sido abordada en el
estudio de F. Bouza, lmageny propaganda. Capítulos de hisloria cultum/ de/reinado de Felipe II.
Madrid, Akal, rgg8. Un estudio maestro del corpus iconográfico que acompaña
la construcción de la figura del poder puede encontrarse en J. Carda, Les représen-
tationsgravéesdu cardinalMca,;arin au XVIJe sii!cle. París, Klincksieck, 2000.
37 En ello reside, entonces, el <<poder de las imágenes>>, revisado recientemente en
el libro de estudios de W. Euchncr; F. Rigotti y P. Schiera, (eds). fl potere del/e
immogini ... , y antes por D. Freedberg, El poder de las imágenes. Madrid, Cátedra, I992·
DmGo SAAvED.RA FAJARDO.-<<Quae sint, quae fuerint; quae
38 Definida en su día por M. Foucault, <<La gubernamentalidad>>, en Espacios del
mox ventura tranhantur>>, Idea de un príncipe
poder. Madrid, La Piqueta, Ig8r, 9-27. político cristiano representado en cien empresas. Milán, r642.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. LOS OJOS DEL PODER I'43
del tiempo (abandonando el espacio); explora y hace anatomía teocrática y en él operar un disciplinamiento del espacio social,
42
del pasado, utilizando los espejos, mientras también avizora el desarrollando una verdadera <<cultura de la 'obediencia>> . •
futuro, leyendo en él lo porvenir. Metáfora, pues, expansiva de Estas representaciones que resultan ominosas, por natura-
una mirada que se proyecta en todas las dimensiones. leza tienen una construcción conceptuosa de.más compleja fac-
Y, sin embargo, la conceptualización de la mirada, de aque- tura que aquellas otras que corresponden a lo que llamaríamos
llo en lo que consiste el ver y registrar de la visión, rara vez queda un <<régimen solar>> -«apolíneo>>- de lo imaginario, aun
asociada a las figuras de la transparencia y a su versión moral que cuando los dos regímenes de la imagen tienen como finali-
es la franqueza y la exposición directa de los contenidos de la dad, ciertamente, la legitimación a todo trance de la esfera del
verdad 39 • Al contrario, la metaforología barroca de la visión del poder. Éste, como se sabe, opera a través de un ficcionalismo
poder entra en un régimen <<oscuro>>, tal vez sólo subliminal, analógico 43 , establece redes de conexión entre entes naturales y
insinuado. Quiero decir que se despega de las metáforas tradi- moralidad, y asocia intencionadamente y de modo claro y evi-
cionales para crear un espacio politológico propio con el objeto dente las conductas del príncipe con todo el repertorio de las
de expresar valores más complejos. Podríamos asegurar que la reglas de la moralidad clásica emanadas de la tradición, por un
emblemática construye un sistema simbólico abstracto de valores lado grecolatina, por otro, eclesiástica y testamentaria incluso.
en torno a la esfera del poder y de la soberanía, por debajo del La acción de poder y de Estado hispano alto moderno se legi-
cual discurre una <<física>> de ese mismo poder representado por tima a través de un procesamiento y tránsito discursivo por los
un rey entregado a la historia crudamente <<material>> de su paralelismos que se encuentran en el saber estabilizado de la
reino. El segundo nivel apenas encuentra representación en el naturaleza o de la cultura. O, también, de la supernaturaleza y
primero, y cuando se produce genera un desgarro, una imagen de la sobrehistoria: la metafísica religiosa 44 •
dialéctica, a menudo escondida, sutil, enigmática, jeroglífica, Aquél mismo sistema de representación del poder es capaz -y
40 esto no sé si ha sido percibido con claridad- de desdoblarse en
anamólfica , e, incluso, también dotada de unos ciertos alcances
mnemotécnicos y sicagógicoér. Esa imagen se hace cargo de toda dos regímenes distintos, en una suerte de <<doble viso>> o doble
la violencia y coerción que supone el pacto social, que tiene faz del poder: de un lado, la instancia de poder se inviste devalo-
como fin situarse en el contexto de una monarquía absoluta y res pastorales y sacrificiales, mientras que, de otro, se constituye
en ente superior para el control y el sometimiento, planeando
Pusiéronle [al rey] el cetro en la mano, y fue tal el peso, que pre- La politología barroca hizo de la potencia un concepto central
guntó si era remo, temiendo más tempestades que en el golfo de de su constelación; digamos que pensó a~erca de la misma con
León; era cuando más precioso más pesado, y tenía por remate, no más sutileza de la que empleó en su opuesto de efectuación, la
las hojas de una flor, sino los ojos en frutos; un ojo muy vigilante, fuerza, la violencia cruda del acero, aun cuando habitualmente
47 los analistas han solido pensar lo contrario, e, incluso, han
que valía por muchos .
3 prescindido abiertamente de este concepto de <<potencia>>, el
El rey es león+ ; el rey es sol; el rey es pastor; pero el rey es,
cual ahora, en función de ciertas imágenes que presento para el
ante todo, un ojo vigilante; en su trono se instaura la glorifica-
análisis, me parece nuclear en lo que es su relación con la for-
ción y la supremacía tiránica de la Ley, que se prueba en su
mación de una mirada y de un control de la esfera sujeta a obe-
observancia universal. Así pues, el poder político en ejercicio en
diencia y subordinación. Y es que el poder, si se desea hablar de
ese momento es, Sobre todo, vigilancia, mirada, como revela el
ello, al menos el poder barroco, no es exactamente fuerza, sino
emblema de Orozco y Covarrubias de un pavo real sobre la
aquello que impide u oculta y hace innecesaria la emergencia de
tumba segoviana de Diego de Covarrubias, el poderoso obispo y
la fuerza y la violencia; es decir, de nuevo: potencia, la cual se des-
presidente del Consejo de Felipe Il, dotado entonces simbólica-
pliega en la forma de ejercicio de disuasión. Y en ello la imagen
mente de los cien ojos que exhibe en su plumaje esta ave regia, y
visual del cetro tiene mucho que ver, en cuanto sustantiva una
que denotan abiertamente la figura de la soberanía en cuanto
suerte de coagulación de la fuerza en un instrumento que es,
vinculada a la vigilancia. La metaforología política barroca que
por lo demás, y aun cuando se muestra formalmente como muy
incide en la representación de la monarquía entra en realidad en
próximo morfológicamente a la bengala y al bastón de los hom-
dos espacios políticos diferentes, en cuanto que se proyecta para
bres de guerra 4'9 , como pura potencia. Es decir, aquello que
ser leída en el espacio exterior d.e su dominio o influencia -diga-
posibilita el pasaje al acto determinante, a la acción (soberana).
mos por los enemigos de su visión providencialista-, y en cuanto,
El poder instituye, funda sobre sí mismo y se atribuye como
también, se construye para consumo de los propios súbditos.
ley y estado propio la potencia, siendo ella misma nada más que la
Creo que esta división es muy pertinente, dado que lo expresado
posibilidad y la capacidad de realizar, actuar o actualizar la fuerza,
para cada una de las dos audiencias es díferente en un punto que
y ello por el mero hecho de detentar la5°. Esta consideración es
es esencial. Cara al exterior, es la fuerza lo que se desea transmitir
importante a la hora de encuadrar la propia acción violenta del
con eficacia; pero desde la perspectiva de la comunicación con el
monarca de cara al interior de su propio reino. La potencia real
interior, con vistas a los reinos, entonces es la potencia el objeto
lo que se reserva es justamente la capacidad de ejercer el <<golpe
mismo central de las representaciones. En un lugar d€. ese sis-
de Estado>>, que, en efecto, en el Barroco, será siempre, no la
tema discursivo y de representaciones se evoca la violencia real;
en el otro se acaba por sugerir la vigilancia y el control, formas
49 El cetro está situado en el centro de una constelación de signos de poder, de
antes supremas de la capacidad y alcances de la esfera soberana.
macrosímbolos de agregación imaginaria, cuales son, para la Edad Moderna,
el acero (la espada), la pluma, la vara, el bastón y la bengala. Véase, de nuevo,
47 El Criticón. Cit. por la ed. de A. Prieto. Madrid, Iter Ediciones, 1970, II, 396. G. Durand, Estructuras antropológicas del imaginario ...
48 Para la fortuna seguida por esta metáfora, véase V. Minguez, <<Leo fortis, rex 50 Véase esta matización importante en L. Marin, <<Pour une théorie baroque de
fOrtis. El león y la monarquía hispánica>>, en V. Mínguez y M. Chust, (eds), El l'action politique>>, en G. Naudé, Considémtions politiques sur les coups d'État. París,
imperio sublevado. MadJ."id, CSIC, 2004, 57-95· Éditions de París, 1988, r-65.
JMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. LOS OJOS DEL PODER I~9
acción de unos grupos exógenos al poder, como hoy lo podemos de un «poder pastoral>> 52 , caracter.izado entonces por la salva-
entender, sino, antes bien, la intervención violenta del propio guarda amorosa, por la pastoral vigilancia sobre los enemigos del
5 <<ganado>>, alcanzando así un entronque con la figura legen-
príncipe en interés de sus estados o de la propia corona r.
El rey, como veremos, vigila, y desde su torre de vigilancia daria de un Argos Panoptes 53 • Pero, en otra lectura más sutil y
(el panóptico real), cumple con dos funciones vitales de muy emboscada en el inconsciente de la imagen, lo que ocurre es
distinta naturaleza. Por la primera, el príncipe difunde la idea que ésta explicita el hecho cierto de que el rey y su poder verda-
deramente amenaza a su reino con el golpe de Estado en sus for-
mas más variadas, desde las caídas de grupos nobiliarios, hasta
la teoría de santo Tomás de Aquino (en su, atribuido en la secreto, de lo latente y no explícito, junto con la capacidad de
época de que tratamos, De regimene principum), el signo principal amenaza en disposición de concen:trarse y efectuarse, unido
con que Dios los señala55 • finalmente todo a la propia posibilidad manifiesta de genera-
Es esta, tal vez, la que cabe observar como la dimensión non ción de símbolos y discursos legitimatorios. Éstas son, en
grata que queda comprometida en la entidad de la mirada del efecto, las capacidades manifiestas de que dispone el príncipe,
poder -o mirada que Michel Foucault llamó <<absolutista>> 56- , o quien ocupe un espacio de poder significativo. Ciertamente,
en cuanto amenaza y supremacía de la esfera de dominio. Es lo que empezamos a tocar aquí es el dominio delicado -pero
pues hora de completar las interpretaciones complacientes y muy teorizado en el Barroco- de los arcanos del príncipe 59 • Es
sublimadoras que han acabado prácticamente por enterrar este decir, toda un área reservada de cuya descripción nos provee
aspecto opresivo, amenazante e, incluso, terrible que todo poder un importante texto de época:
tiene, y que coagula en sus formulaciones metafóricas como
Todas aquellas acciones de poder capaz de impulsar los más enojo-
<<ojo sin parpado>>, como mirada sin descanso y señera sobre el
sos y dificultosos asuntos políticos, [son las] únicas que por encima
vasto campo de lo determinado a sujeción y obediencia57 , y, que, 60
de todos los demás pueden ser denominados arcana imperiorum •
en definitiva, hubo de tener en aquel sintagma verbovisual (el
8 61
del <<cetro con ojos>>) su expresión más rica5 • La teopolítica barroca hispana heredó la cuestión especiosa
Dicho emblema o jeroglífico de la potencia anuda una de la <<potencia>> del tratado sobre la metafísica aristotélica, y el
información relevante generada desde la propia instancia de propio tema de la omnipotencia divina fue central también en la
poder; en ella se condensa la idea misma de administración del organización del espacio teológico católico 62 , y en la compren-
sión de que lo que la instancia divina es, en realidad, es pura
potencia, omnipotencia, potestas absoluta 53 • Es aquí también donde
55 Tomo la obseJ"Vación de S. Clark, Vanities oflhe 0e. Vision in Ear!J Modern European el cetro se presenta como la insignia o atributo más significativo
Culture .. , 32, n. 26.
de la realeza detentadora de poderes universales, y no ya la
56 En <<The Eye of Power>>, en C. Gordon (ed.), Powerl Knowledge: Selected Interviews
and Other Writings 1972-1977- New York, Phantom Press, 1980. corona (que es la herencia material de la estirpe dinástica), pues
57 Esta mirada del monarca tiene su opuesto estructural y absoluto; es la mirada el primer instrumento es aquél que el rey recibe directamente de
(visión) profética, la cual justamente se exacerba con el paso al Seiscientos.
Esta última capacidad de prognosis tratará de competir con la del soberano,
abstraída en el presente. Mirada, pues, que se promulga a través de tecnologías
variadas -nigromancia, piromancia, hidromancia, aeromancia, úcomancia, 59 Véase Vicente Montano, ArcunosdelPríncipe. Madrid, Centro de Estudios Cons-
cleromanda, geomancia, quiromancia ... - en cuanto dueña del futuro, de los titucionales, 1991.
futuros contingentes (Diego Saavedra Fajardo), postulándose, incluso, como 60 Gabriel Naudé, Considerationspolitiques sur les coupsd'État..., 75).
Historia de/futuro (Vieira). Véase sobre los contextos politicos de la literatura 6r El concepto ha sido elaborado por K. Schmitt, <<Teología política», en Estudios
profética, R. Kagan, Los sueños de I.ucrecia. Políticay profecía en la España del siglo XVI. políticos. Madrid, Cultura Española, 1941.
Madrid, Nerea, 199I. Y, también M.V. Jordán Arroyo, Soñar la historia. Riesgo, 62 Y del eclesiológico también, como revela el tratado de Belarmino -De potestate
creatividady religión en las profecías de I.ucrecia de León ... Summi Pontificis. Lyon, s.i., 1610-, que es un tratado teórico de fondo aristoté-
58 Que entra dentro además del extenso campo que proyecta metafóricamente el lico sobre la legitimidad, heredada de la divinidad, de la potestad pontificia.
cuerpo. Véase sobre este asunto, A. Redondo, I.e c01ps comme métaphore dans l'Es- 63 Véase Canziani et alt., Potentia Dei. L 'Omnipotem:.a divina nel pensiero dei secoli XVI e XVII.
pagne des XVI etXVII siitcles. París, Publications de la Sorbonne, 1992. Milano, Franco Angeli, 2000.
132 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO J. LOS OJOS DEL PODER
133
Dios, de lo cual nos informa cumplidamente la empresa 18 de y reformadores una idea simbólica de la realeza en cuanto
Saavedra: A Deo (reconozca a Dios su cetro) 64 • oculta y temible, a modo de fiera ,ciega en el interior de un
La potencia tiene sus peculiaridades gnoseológicas, cierta- laberinto palaciego, como la que pinta un Juan de Mariana:
mente, y algunas de ellas se visualizaron de modos complejos en
¿Cuánta puede ser la ceguedad y la ignorancia de los negocios de los
los registros icónicos del período. Por ejemplo, la potencia está
príncipes que, encerrados en su palacio como en una caverna, no
relacionada con la capacidad de generar invisibilidad que la
pueden hacerse cargo de nada por sus propios ojos? .. ¿Cómo,
instancia de poder tiene. Esta invisibilidad de aquella misma
pues, ha de haber quien pretenda colocar en la cumbre del Estado a
instancia que, sin embargo, todo lo ve, cuando se trata del prín-
un hombre sin oídos y sin ojos? ¿Debemos creer nosotros idóneos
cipe resulta ser una directa tran'slación de un atributo divino a
para gobernarnos a los que como ciegos o alucinados deben apelar
una tecnología política, con la que sabemos operó su especial continuamente a la prudencia y al ingenio ajeno? f:iG.
concepción de las relaciones monarca-pueblo, monarca-aristo-
cracia, la Casa de Austria, que elabora de modo maestro (ayu- Com~ antes ha sido observado, la relación de los príncipes
dada por los politólogos de la orden jesuítica) las líneas de una de Austna con los aparatos burocráticos que les rodean, su
representación de la ausencia de presencia real, y su sustitución r~lación con sus pares, los nobles y aristócratas, y su tejido de
por figuraciones que pertenecen al orden del simulacro. VIncules personales con los reinos se fue en realidad rarificando
con el tiempo. La figura aquí cumplida es la del príncipe escondido,
que, en efecto, sabemos fue ampliamente teorizada, por ejem-
3. PANÓPTICO REGIO plo por Marcos Salmerón 67 y por Marinho de AzevedoG 8 ,
donde la invisibilidad cobra la calidad de secreto, de 6 silencio 9~
Los reyes hispanos, en realidad, no ostentaron nunca una pre- de arcano, según evidencia Diego Saavedra Fajardo:
sencia real, física, ni estimularon un modo visible de la misma,
Así ~cultos han de ser los consejos y designios de los príncipes.
sino que puede decirse que <<fabricaron>> en realidad un tipo Nadie ha de alcanzar adónde van encaminados7°.
de presencia en todo vicaria, subrogada, a través de un variado
tipo de representaciones mayestáticas, incluidas aquí las fiestas y
ceremonias delegadas y, también, la visibilidad concedida desde 65 Véase un estudio riguroso del mundo de los validos en Antonio Feros -Lerma.
finales del siglo XVI a los validos por encima de los propios Madrid, Marcial Pons, 2002-, quien inlerprcta el fracaso de Felipe TII como
falta de presencia; una ausencia de visibilidad de la persona regia, que se
soberanos. De modo que, referente a esto último, incluso, en
expresa y ~e hace representar en todo momento por aquel-éste sí omnipre-
ciertos momentos históricos, como el de la privanza de Lerma sente- vabdo que fue el duque de Lcrma.
en tiempos de Felipe III, se puede decir que el privado no es la 66 Juan de Mariana, De Rege etRegú· lnstltutionem. Madrid, Centro de Estudios Políti-
<<sombra>> del rey, sino que el rey en realidad es sombra del pri- cos Y ~onstitucionales, rg81, 31, y para su puntual comentario, H. Braun, Juan
de Manana and EarJy Modern Spanish Política/ Thought, Aldershot, Ashgate, 2007.
vado, invirtiendo el sentido de los análisis clásicos sobre la fun-
67 Marcos Salmerón, El príncipe escondido. Madrid, Pedro de Horno, 1648.
ción de la privanza65 • Ello, naturalmente, genera en los críticos 68 Louís Marinho de Azebedo, El prrncipe encubierlo, manifestado en quatm discursos políti-
cos. Lisboa, Domingos Lopes Rosa, 1642.
6g V~ase P. Pedraza, <<El silencio del príncipe>>. G~_rya, r87-188 (Ig85), 37-47
64 Sobre el tema, J. Neville Figgis, El derecho divino de los R9es. México, FCE, 1982, y, 70 D1ego Saavedra Fajardo, Idea de un príncipe cristiano representada en cien empresas
también, P. Kléber Monod, El poder de /osr9'es. Monarquíay religión en Europa.1589-1J15··· <<Empresa 44>>.
I34 IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
3. LOS OJOS DEL PODER
I35
Pues, en efecto, el prestigio de la esfera de decisión depen- la propia potencia divina, según teoriz<;t un libro extraordinario
de en cierta manera de lo que es su pura inmaterialidad e ilo- de r648 (Marcos Salmerón; El príncipe escondido); libro en el que la
calización, emboscada en las sombras, como la reflejará Juan misma vida de Cristo hasta los treinta y tres años es entendida
de Solórzano Pereira en un emblema dónde se pinta en el como expresión máxima de una potencia, en efecto, que se
interior de un bosque el templo donde reside la decisión de muestra más poderosa en cuanto se oculta. Pero incluso por
soberanía ( <<Consilia ocultanda>>: para ocultar las determina- encima del propio Cristo, en realidad el modelo sublime de la
ciones). Y, más lejos aún, en los planos mitopoéticos, es lo
cierto que una divinidad oscura ampara y protege lo que es el
medio esencial a través del que la política se cumple. Es este el
dios Censo, la divinidad que preside los proyectos secretos, y
que reside en un altar subterráneo, oculto a los ojos de todos 71 •
La potencia, lo repito, es, en primer lugar, invisibilidad de la
instancia de poder. Subsidiariamente otra constelación de
valores tácitos se une a la propia invisibilidad, cuales son el
silencio, el secreto, la disimulación intencional. .. , siendo
éstos patrimonios todos de quien ostenta la potencia 7 ~; vale
decir: el poder.
En este punto será necesario mencionar al gran teórico de
la energeia psicológica, el más preciso y profundo conocedor de
los mecanismos de soberanía y sujeción interpersonal, aquel
Baltasar Gracián, cuyos tratados en realidad son prontuarios
para trenzar esta dialéctica visible/invisible; ex:presolinexpreso;
transparente/opaco, de acuerdo con-la cual y, como expresa el
propio teórico jesuita, el fin de todo juego social de preemi-
nencia es venir a conocer a todos y que ninguno te conozca.
Aquellos usos patrimoniales de la invisibilidad que hacen más
impresiva a la realeza, como el silencio, la disimulación, aunque
parezca paradojal, son pensados en el Barroco como atributos de
conducta mayestática que desea encarnar la potencia es Dios de las élites que lo desarrollaron ha¡;.:iéndolo propio y vivencia!
Padre mismo, al que la teología mística y afectiva hispana pron- como un sofisticado instrumento paternalista, que sirve al con-
to describirá, en conexión en este punto con el jansenismo, y trol social y a la salvaguarda de sus intereses y los de todo su
siguiendo el tratado del Gusano, como verdaderamente un Deus mundo, como revela expresamente· el texto del politólogo y
absconditus73 • Dios se define sobre todo como providentia, antes que consejero del Duque de Osuna, en el momento en que aquél
como acción en la historia; lo que quiere decir que en la propia era gobernador de Milán, Andrés Menda, Príncipe perfectoy minis-
elaboración de la imagen de Dios lo definitivo en ella es ese su tros avisados 77 •
<<mirar>> la historia humana, el preverla, custodiarla, vigilarla, Era inevitable: reflexionar sobre la visión, sobre la mirada,
pero sin intervenir en la misma ni mostrarse en su ámbito, dando sobre la vigilancia y el poder es evocar su opuesto estructural,
aquí con ello la prueba de lo que se piensa es la potencia, en esto es: la invisibilidad, el cortejo de sus efectos sobreañadidos:
cuanto que ésta queda referida a un solo atributo: la vigilancia tal el secreto (de Estado), el silencio. Y era necesario este pe-
previsora que establece una mirada trenzada más allá del inme- queño rodeo por el campo de lo opaco y de lo negativo para
diato presente y consciente de los fines mayores. Haciendo metá- alcanzar ahora a entender ciertas representaciones que a tribu-
fora regia de todo ello, Andrés Ferrer de Valdecebro escribe: yen a la instancia en propiedad invisible (la realeza y monarquía
hispana envuelta en las sombras del alcázar madrileño -cuando
Está nuestro principado en la cabeza, y el imperio en los ojos 74 •
no emboscada en la construcción hermética, sellada y cerrada
Vigilancia de la mirada la cual pesa y organiza lo visible, del Escorial-) la capacidad de constituir una mirada vigilante y
efectivamente, desde el punto focal de las composiciones plás- precisa, constituyéndose en un cetro con ojos; en un poder de
ticas barrocas, donde la historia humana se dispone como una acentuada naturaleza escópica que pueda gravitar sobre el con-
suerte de ejecución teatral bajo la mirad de un Supremo Artí- torno y la geografía física y humana de sus dominios, todo ello
fice, dueño absoluto de una perspectiva única y cenital 75 • En el realizado en una especie de sciographia cosmica 78 , o ambición total
plano de 1o propiamente humano, no otra actitud deberá de penetración y dominio. Este último extremo, este tipo de
encarnar el cortesano y político que trata de formar un Balta- mirada que contiene una notación inquietante es la que per-
sar Gracián, para el cual siempre es necesario que se imite <<el mite que un jesuita como Fernando Chirino de Salazar pueda
proceder divino, para hacer estar a la mira y al desvelo>> 71;. Es desarrollar un juego de comparaciones entre el Rey y el Basi-
lo que cuaja en la expresión <<avisado>>, concepto patrimonial lisco, que mitopoéticamente comparece en los relatos como
capaz de matar con la mirada79 •
73 L. Goldmann, El hambrey lo absoluto. El dios oculto. Barcelona, Península, 1985.
74 Andrés Ferrer de Valdecebro, Gobierno general, mora !_y político hallado en las jierasy ani-
males silvestres, sacados de sus naturalespmpíedadesy virtudes. Madrid, Francisco Medel del 77 Anto:rrio Menda, Príncipe perfectoy mínisfrosauisados. Lyón, s.-i., 1662. Véase sobre esta
Castillo, s.a., 8g. cualidad de los políticos barrocos relacionada con la mirada y la vigilancia del
75 Es este el paradigma enteramente perspectivístico de la figura divina que entorno social, T. Atienza Hernández, <<El señor avisado: programas paternalis-
alienta en el teatro calderoniano, singularmente en obras como El gran teatro del tas y control social en la Castilla del siglo XVII>>, Manuscrits, 9 (Iggr), 179-196.
mundo, que se desarrollan aludiendo a una visión prismatica de aquella instan- 78 El término procede del libro de emblemas homónimo de D. Meisner, Sciograp-
cia situada en un punto focal de naturaleza cosmológica. hiacósmica. Nuremberg, Paulo Fürsten, 1638.
76 Baltasar Gracian, Oráculo m(mualy arte de prudencia. Zaragoza, Guara, 1983, g8 79 Fernando Chirino de Salazar, ExpositioinProverbiaSalomonis. París, s.i., r6rg-162r.
!MAGO. lA CULTURA VISUAl Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. lOS OJOS DEl PODER
I39
N o es algo en todo caso que los patrones de conducta de la el ojo. Órgano cuya naturaleza es t~n compleja, que ni siquiera
monarquía hispana hayan convertido en exclusiva en suyo, sino su funcionamiento es materia de competencia exclusiva de los
que la necesidad de dirigir una mirada atenta y concreta al médicos y anatomistas, sino, más bien, de los filósofos y cosmó-
espacio de dominio es, en realidad, uno de los grandes vectores logos, como Kircher, Descartes o Newton, que abordarán tanto
de la acción de poder y de violencia, tal y como se entiende en su física como su simbólica repetidas veces en sus obras. Puede,
el Barroco y se hace extensiva por tanto a todos los estados y incluso, ofrecerse una prueba concluyente de ello en un terreno
sujetos. En la figuración de otro tipo de soberanía, la del poder alejado ahora de lo político y próximo a lo poético. En efecto, la
eclesiástico en esta era clásica, es también determinante el papel mirada de los cíclopes que atraviesa la discursividad poética y
que juega la mirada, como así ha si~o establecido -bien que narratológica barroca hispana, tal como éstos aparecen también
episódicamente- por los análisis que han abordado el caso con- convocados en el espacio plástico, se constituye en un buen e m-
creto de ese gran objeto cultural que es el retrato de Inocencio X blema epoca! para lo que es el peso y autoridad temible que la
realizado por Velázquez, en el que la perspicacia y capacidad de mirada alcanza cuando está vinculada al poder, a la fuerza, a
80
escrutación de la mirada del poder se pone en escena • la potencia. Ella resume, efectivamente, lo que es mirada tre-
La focalidad y precisión con que se desenvuelve esta mirada menda del poderoso ejerciendo su soberanía ilimitada en un
mayestática tiene también un emblema todavía más explícito en el espacio físico cerrado y oclusivo, en cuanto el cíclope ve sólo
cuadro que el Greco traza del Cardenal Niño Guevara. En él las aquello sobre lo que domina poderosamente: territorios y hom-
lentes simbolizan este elogio y exaltación de la escrutación, que fue bres. El único ojo, en ausencia de una normal estereotomía,
paradigma de la curiosidad barroca, y que de modo sobresaliente
le pertenece siempre como atributo a la figura de preeminen-
ciaSr. Al tiempo que se produce también la necesidad de <<figu-
rar>> el poder, en cuanto todo él coagulado y galvanizado en esa
mirada mayestática ~. En efecto, la potencia se piensa a sí misma
8
proclama de modo emblemático el principio de la fijación y de la poder en la Era Moderna. Aquí ~omienza y puede entonces
potencia, mimetizando aquí, de nuevo, el mismo ojo de Dios, bien empezar a ser situada con precisión la genealogía de un <<ojo
que ahora en su versión temible y destructora84 : del poder>> que tendría, tiempo adelante, su concreción física
más afamada en la construcción de una arquitectura carcelaria y
Un monte era de miembros eminente
disciplinaria en la Ilustración 88 • Pero de cuya ominosa presen-
Éste que -de Neptuno hijo fiero-
cia dan testimonio en la época de que tratamos textos como los
De un ojo ilustra e1 orbe de su frente,
' 85 de Mateo Alemán, donde queda metaforizado en la forma arqui-
Emulo casi del mayor lucero .
tectónica de una atalaya militar la concentración de una ame-
El órgano de la visión centralizado, en efecto, anuncia ya el naza para el sujeto (a riesgo de convertirse en objeto):
principio benthamniano del Panóptico, la construcción social
Un enemigo ... es una atalaya que con cien ojos vela, corno el dra-
que culminará, pero ya en el siglo XVIII, la naciente sociedad
gón, sobre la torre de su malicia, para juzgar desde muy lejos nues-
de la vigilancia 86 • El protocíclope barroco, naturalmente, es 89
tras obras •
ese Polifemo gongorino, del que se ha destacado la profunda
fuerza simbólica, mitopoética, que lo anima87 • Vigilar para cas~ Decididamente, como ha escrito MartinJay, <<la objetiva-
tigar, ciertamente. Ese ojo sin párpado que registra con furor e ción es el telas de la mirada>> 90 . Quien es capaz de lanzar la
ira inconcebible el espacio de su señorío, es el jeroglífico lúgu~ mirada sobre el otro siempre es sujeto, y quien se constituye
bre, si se quiere melancólico y desvelado, de las miradas del en blanco pasivo de aquella queda convertido en (su) objeto.
N os interesa señalar como la propia crisis del Humanismo; la
presencia del tiranicidio; la constancia de la revuelta y la rebe-
84 Ojo divino de larga tradición leónica y textual, cuyo úlbmo monumento his- lión; la necesidad del golpe de Estado, y, también, la fragilidad
tórico de emergencia mitopoética se puede encontrar en el poema unamu- constitutiva del nuevo acontecer histórico, lleno de turbulen-
niano, <<Aldebarán, ojo mágico de Dios>->. Ojo, en todo caso, que reúne en sí
cias y desgarros, a lo que podemos añadir, incluso, una sen-
un «poder óptico>-> y que abre la monocularidad a una dimensión teológica.
85 Fábula de Polifemoy Ca/atea. <<Estrofa VII>>. sación desasosegante de ampliación ilimitada de los horizon-
86 Jeremmy Bentham, El panóptico. Madrid, La Piqueta, I979· La metáfora de la tes cosmológicos, todo ello es presumible que lanzara a los
<<torre de vigia>>, de la <<atalaya>> es frecuente en el siglo. Véase sobre las cátedras poderes a partir de la crisis de 1600 a una suerte de autocon-
eclesiásticas de predicación como <<atalayas>->, el trabajo deJ. Negredo del Cerro, ciencia de la necesidad de un mayor control sobre lo cono-
<<Las atalayas del mundo. Los púlpitos y la explicación eclesiástica de la decaden-
cido. El espacio político se avino entonces a la necesidad de
cia de la monarquía>->, enJ .l. Gutiérrez Nieto (coord.), In declinación de la Monarquía
hispánica en el siglo XVII. Madrid, Universidad Complutense, rgg7, 87-I02, y
recuérdese, a estos efectos, el subtítulo de la obra de Mateo Alemán, Gw:;nán de
AljUrache, <<Atalaya de la vida humana>->; así como la apertura del capítulo <<ver>> de 88 Para la revisión de lo referente a este <<1' oeil du pouvoir>->, véase M. Foucault,
Luis Ortiz, -Ver, oir, oler, gustmytocar. Empresas g_ue enseñany persuaden su buen uso en lo polí- Ditsetécrils. París, Gallimard, 200I, rgo-207.
ticoy en lo moral. .. , II-: <<Vigilante y fidelissima atalaya del hombre es la vista .. >->. 8g In uida de Gw:.mán de AlajUrache. J. Micó (ed.). Madrid, Cátedra, rg87, 308.
87 En ello destaca la turbadora fuerza melancólica que exhala esta mirada fija, 90 ... <<La falta de reciprocidad entre la mirada y el ojo, entre el sujeto y el
obsesiva, del control y de la autoridad de la fuerza. Lo ha puesto de relieve, H. objeto de la mirada de hecho se vincula como una lucha fundamental por el
Orobigt, L'humeur noire. Melancolie, ecriture et pensée en Espagne auxXVleme etXVlleme sii'.- poder>>. Martín J ay, Ojos abatidos. la denigración de la visión en el pensamiento frands del
cles. Woodmont, lnternational Scholars Publications, rgg5. siglo XX... , 2;Ig.
1MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. LOS OJOS DEL PODER 143
una implementación en él de la capacidad de vigilancia (y sub~ realidad ocupan anamórficamente el puesto de los anillos, rea-
siguiente castigo 91), y de este modo estas necesidades, temibles lizando una interesante transposició'n objeto-órgano de la que
en sí mismas para toda la esfera de la sujeción, pudieron por más tarde también nos ocuparemos 94-. En los códigos iconoló-
entonces coagular en algunos símbolos precisos. Ello da en fijar gicos barrocos, los ojos se desplazan de modo metonímico hacia
figuras que -como ésta del <<cetro con ojos>-> 9 \ la cual final- otras zonas del cuerpo, particularmente, las manos, para vincular
mente engloba la esfera decisiva de la visibilidad, y da a signifi- así la necesidad- de corroboración <<prudente>> que un sentido
car la apertura epistémica de un dominio escópico- alcanzan a presta al otro, impidiendo de todo punto que se equivoque. Es
tener una naturaleza bien distinta a la de aquellas otras que la sugerencia de Saaved¡:a Fajardo para el príncipe:
normalizadamente vinieron a circular durante todo el período
Mas nos lleva los ojos y la admiración un caballo pintado que un
barroco, y que han sido de modo preferente, sino exclusivo, el
verdadero, siendo aquél una mentira de éste [ ,.] Todo esto descu-
objeto de los análisis de nuestros historiadores.
bre el peligro de que yerre la opinión del príncipe entre semejantes
La presencia sumamente intranquilizadora de estos ojos,
artificios y relaciones, si no las examinare con particular atención,
dotados de un aura que ha de resultar opresiva y amenazadora
manteniendo entre tanto indiferente el crédito, hasta que no sola-
hacia todo cuanto se tiende bajo su perspectiva, puede empezar
mente vea las cosas, sino las toque, y principalmente las oyere!15 •
a señalarse, por supuesto, antes del período que nos hemos
dado, y puede ser inscrita en una órbita general de la estética Habrían sUrgido así esas manos oceladas, para presentarse como
manierista, prebarroca, que trabajó la representación de cuer- alegorías de la prudencia mixta, la cual no se deja engañar por la
pos de poder de una naturaleza ambigua, atormentada casi, ficción embelesadora del mundo, como, en efecto, así lo expresa
donde la mirada se constituye en realidad en un mecanismo de un poema de carácter ascético de Sor Juana Inés de la Cruz:
defensa y de control intramundano, en los momentos en que se
Tengo en entreambas manos ambos ojos
están modelando las grandes configuraciones cortesanas y los 96
Y solamente lo que toco veo ,
espacios de- poder político, caracterizados por su maquiavelismo
y violencia simbólica 93 • El famoso retrato de caballero del Pero, en realidad, el ojo, el principio de la mirada vigilante,
Museo Fitzwilliam, que representa a un cortesano con anillos es el que gobierna el espacio barroco entregado a la fantasía de
ocelados en las manos tiene la peculiaridad, de que los ojos en
SoTo.
gen del pavo real asociada de antiguo a la realeza por el despliegue Vn injlrummto amorofo, DE
<<Argos>> .
de su cola ocelada- enseguida se ven enteramente circunscritas a .fi?.!•e adumnc con r.ranJabot, Emblemas
un ámbito politológico, donde recuperan todo su valor simbó- Es· moralizadas
Madrid, 1599.
lico en cuanto aluden de modo muy concreto a un mecanismo,
vector o tecnología instrumental del poder, que siempre había
utilizado en varios registros estas transmigraciones simbólico-
alegóricas99. Entre ellas se sitúan en la época representaciones
interesantes, como la que ocupa el frontispicio del tratado de
97 Una emergencia notable de este compuesto monstruoso de figura es la del
Argos que aparece en la <<crisis~>> de la segunda parte del Criticón. En el epi- Gaspar Escalona, que le atribuye a su libro normativo sobre la
sodio, Argos le da uno de sus muchos ojos a un personaje diciéndole: <<Toma
éste de mi mano y le düás que lo emplee en tocar con ocular mano todas las
cosas antes de creerlas>> (Baltasar Gracián, El Criticón. E. Correa Calderón 99 El concepto de transmigración de simbolos como présLamos entre el mundo
(ed.). Madrid, Espasa Calpe, 1971, II, 63). clásico y el Renacimiento europeo ha sido desarrollado en la obra de Rudolf
98 <<Zelotypus>>, en Emblemas mora/iJ:.adm. Madrid, Juan lñiguez de Lequerica, I599- Wittkower, Allegory and the Migration of>?Jmbols. Londres, Tharnes and Hudson, 1977.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO J. LOS OJOS DEL PODER 147
administración en el Perú del siglo XVII, el Ga_zophilatium, la cali- tista, un <<corazón>>, o centro piado_so del Estado, el cual acaso
dad de <<ojos» de la administración central, y en cuyo frontis- templa rigores y suaviza los mecanismos de vigilancia.
picio de nuevo se sitúa la figura de un Argos: Pero ciertamente, ante estas representaciones diversas del
<<cetro con ojos>> estamos ante otro distinto ámbito de figuracio-
Ueve este libro, árbol patrimonial de V. Majestad, por ojas los ojos
nes, éstas debidas a un régimen de significación política que las
que requiere la administración por mayor y menor, encargada· a
100 determina a precipitarse en una cierta anomalía forzada, apartán-
virreyes y oficiales reales •
dolas de toda naturalidad, y rompiendo además con el figurati-
Los <<ojos>> del rey escapan por este camino a su determina- vismo, con lo que, expresamente, frente a ellas nos instalamos en
ción y destinación orgánica, meramente biológica, convirtiéndose
en instrumentos, prótesis artificiales que implican una recons-
trucción ahora sofisticada y <<cultural» del centro de poder.
Máquina o cuerpo artificial el del poder, constituido por exten- DEL SENADO
'll' DE SV l'RIN'CU•E.
sienes y alcances que se sitúan por completo fuera de la órbita de
lo natural, y que son expresados en discursos mito-poéticos, cua- l'or rnylo¡n.Je~f•4u~··)f~·la~·
jando en la figuración impresiva de un rey dotado de un cuerpo
ol<l.'....Mll•
prácticamente sobre-natural. Antes de terminar este apunte de
recorrido por la metáfora y por sus implicaciones semánticas, las
cuales ciñen el campo y orbe de la mirada, conviene reparar en
una alusión al senado, el conjunto de los hombres del rey que
actúan en sus consejos, que sirve como frontispicio a una edición
de 16~6 de Juan de Madariaga, Elsenadoysupríncipew'. En esa por-
tada emblemática, ciertamente, se ofrecen los elementos de nues-
tro análisis, bien que de manera separada, en cuanto que como
articulación de poderes y funciones dispersas allí se encuentran
representados por el corazón, el cetro y, de nuevo, los ojos. En
efecto, el senado ~e ha introducido aquí, en esta obra de Juan de
Madariaga, como un estado intermedio, promoviendo así una
democratización subrepticia del absolutismo monárquico de
Felipe N. Tal vez debamos leer ahí que la fuerza punitiva, asociada
al control y al registro, y metaforizada por un Ojo vigilante y por
un cetro, está en todo caso matizada por una institución garan-
?~rlb:U~•O(•:.&•~~Itiftt.f'M'I•~ ~~'l«
":-::":
roo Gaspar Escalona Agüero, Gazophi/atium regium perubicum. Madrid, Antonio Con-
zález Reyes, 1675. JuAN DE MADARlAGA, <<Frontispicio>>,
IOI Juan de Madariaga, Del senadoy su príncipe. Valencia, Felipe Mey, r6r7. Del Senadoy de su Príncipe. Valencia, r6r7.
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 3. LOS OJOS DEL PODER 149
La imagen del cetro ocelado u ocular, que encontramos en Ojos, pues para los críticos, cie~tamente, cada vez más tur-
grabados como el que sobre Felipe li y su reinado se encuentra al bios, cada vez más peligrosos, si atendemos además a la marcha
frente de la edición de Arias Montano de la Biblia Políglota, lejos política del siglo, cuya reelaboración contínua del principio de
de asumir una posición secundaria en la constelación de sÍinbolos la visión vigilante va a desembocar finalmente en eso que Paul
que adornan y explicitan la trayectoria política del monarca, acaba Virilio ha denominado modernamente <<el reino de la delación
por instalarse en un primer plano, adquiriendo con el más inven- óptica» m. Sobre todo, destaca en aquellos metafóricos <<ojos>>
tivo y metafórico de los politólogos barrocos hispanos, Diego de
Saavedra Fajardo, toda su autononúa, y componiendo así un jero-
glífico -<<Empresa, 55>>-, un arcano del poder, que se presenta
lleno de prevención y de vigilancia en los tiempos -1640- en que
estallan los grandes tumultos y las sediciones más importantes y
decisivas de entre las numerosas que caracterizaron al siglo ros.
El <<cetro con ojos>> metaforiza aquí el principio de próte-
sis y desdoblamiento del cuerpo de poder de la monarquía
absoluta hispana, apoyada en los Consejos, verdaderos <<ojos>>
para la decisión de poder, y que se extiende y ramifica por todas
las instituciones políticas. Tal que esa Justicia que utiliza como
prótesis los anteojos, y que es también objeto de una disquisi-
109
ción de Diego Saavedra Fajardo • Al fondo, lo que consolida
la imagen de este <<cetro con ojos>> es la función que cumple el
valimiento en la concepción global de la monarquía absoluta. DIEGO SAAVEDRA
FAJARDO, <<Cetro
En este punto, la imagen que venimos comentando lo que de-
ocelado>>, en
sarrolla es el principio aristoté1ico de que los monarcas: Idea de un príncipe
político cristiano
Se procuran muchos ojos, oídos, manos y pies, haciendo que partici- representada en cien
pen con ellos del poder los amigos de su gobierno y ellos mismos no. empresas. Milán,
I642.
I08 Véase]. Elliot, Revolucionesy rebeliones de la Eumpa moderna. Madrid, Alianza Edito-
rial, 1972.
109 En su República literaria. J. García López (ed.). Barcelona, Crítica, 2006, I76: III <<El reino de la delación óptica», en Astrágalo (Madrid), 13 (rgg8), 53-57, en
<<Satisfecho el Gran Capitán con esta respuesta, se salió de la sala y luego entró donde: <<Una óptica activa (ondulatoria) viene a remover de arriba abajo el
un contraditorio entre Mureto y Alciato, los cuales largamente porfiaron si en uso tradicional de la óptica pasiva (geométrica) de la era de la lente de Galileo,
tiempo~ de Príamo se usaron anteojos. Resolvieron los jueces que sí, porque como si la pérdida de la línea del horizonte de nuestra perspectiva geográfica
J cnofonte mostró una medalla mucho más antigua que la fundación de Troya necesitase la puesta en práctica de un horizonte artificial, de una pantalla o de
en cuyo reverso se veía a la justicia distributiva con anteojos>>. un monitor capaz de establecer de manera permanente la preponderancia de
IIO Aristóteles, La política. Madrid, Hernando, Igrg, 145. las perspectivas mediáticas>>.
lMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
la implacabilidad que pueden llegar a demostrar con sus ene- 4. EL MUNDO INVISIBLE
migos. Hay dos textos en la tradición literaria española donde
poder y mirada se concentran con una fuerza turbadora, des-
truyendo el objeto político sobre el que se ciernen: uno es el ojo,
la mirada de Richelieu analizada simbólicamente por Quevedo En esto hay mucho que decir. Dios sabe si hay Dulcinea o no en el
en un texto maestron 2 ; el otro es también el ojo, la capacidad nl.undo, o si es fantástica o no es fantástica; y estas no son de las
prospectiva y vigilante a la que nada se escapa, de un don Ber- cosas cuya avel'iguación se ha de llevar hasta el cabo.
CERVANTES, El Qu!jote
nardino de Velasco, el comisionado por Felipe III para la
expulsión de los moriscos, que es así definida por el personaje Los secretos del mundo yacen sobre la superficie a la vista de
del morisco Ricote en El Qu!jote de Cervantes: todos. 1fm sólo se necesita una mínima acomodación del ojo para
ver la abundancia de sus tesoros y milagros.
Como el ve que todo el cuerpo de nuestra nación está contaminado jüNGER, El corazón aventurero
y podrido, usa con él antes del cauterio que abrasa que del ungüento
que molifica; y así con prudencia, con sagacidad, con diligencia y
con miedos que pone, ha llevado sobre sus fuertes hombros a de-
bida ejecución el peso de esta gran máquina, sin que nuestras
industrias, estratagemas, solicitudes y fraudes hayan podido deslum-
brar sus ojos de Argos, que continuo tiene alertall 3 •
l. ANATOMÍA DE TODO LO VISIBLE Y LO INVISIBLE
Mundos se nos han abierto y se nos abren sin cesar, mundos que
pertenecen también a la naturaleza, pero que no son visibles para
todos, que acaso no lo son en verdad más que para los niños, los
locos y los primüivos.
5 Hasta dar al día de hoy en eso que Marcel Gauchet ha sentenciado lapidaria-
mente como momento <<del agotamiento del reino de lo invisible» (en El
desencantamiento del mundo. Una historia política de la religión. Madrid, Trotta, 2;005, g).
6 C. Wilson ha estudiado, en conerión con el tema de la visibilización de lo infimo,
la irrupción del microscopio y su repercusión simbólica, The Invisible World: EarJy
ModernPhilosopJ:yandthelnuention ofthe Mícroscope. Princenton, University Press, 1995.
7 Fray Juan de Fuentclapeña, El Ente dilucidado: discurso único novísimo que muestra que o/
en nalurale;:a animales irracíonales inuisiblesy qua/es sean. Madrid, Imprenta Real, 1674.
8 A~í lo califjca E. Del Río, Una era de monstruos: representaciones de lo deforme en el S(g;lo de FRAY JuAN DE FuENTELAPEÑA,
Oro español. Pamplona, Madrid/Frankfurt, 2;003, 40. <<Frontispicio>>, El ente dilucidado. Madrid, I676.
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. El MUNDO INVISIBLE 159
prolonga el espacio ontológico barroco de signo contrarrefor- inminencia de lo sublime. Por su pa;rte, las inteligencias cientí-
mista, y ello más allá de lo que podría haber sido el final de ficas allende los Pirineos buscan la ley, la regularidad y el orden
régimen para su propio paradigma cognitivo 9 • de aquello mismo natural, haciendo verdad con esto el cono-
Fortaleciendo esa <<segunda escolástica>> o <<aristotelismo cido aserto pascaliano: <<Vérité en de~a des Pyrénées, erreur au-
10
barroco>> o, más propiamente, <<filosofía ibérica>> - a la que, dela». Despreciando el valor de las demostraciones performati-
quizá demasiado apresuradamente se da por liquidada antes de vas que el mundo cartesiano había puesto en boga, y haciendo
mediados del siglo XVII-, el Ente dilucidado es, al cabo, una pieza irrelevante el datum y la evidentia para el logro de su argumento,
central en la cosmovisión de la gran ofensiva católica, y un ejem- ciertos ingenios hispanos se dirigieron a dar carta de naturaleza
plo mayor del modo en cómo operó, a todo lo largo del XVII a la metafísica en el espacio en que, tradicionalmente, se habían
hispano, una ciencia cristiana, que además tenía la voluntad de movido con exclusividad: el del discurso, el del texto.
aproximarse al universo mítico, poético, creativo y artístico u A la vista de esto, para algunos analistas actuales se trataría
contenido todo en la capacidad del ingenio para descubrir las ahora de proceder a una cierta reconstrucción del espacio to-
misteriosas correspondencias secretas, y que se hacía explícito en mista en el Barroco, y eso después de siglos de menosprecio por
el programa desorbitante de muchos de los tratados de época, los que en realidad ha atravesado, y de dar cuenta, también,
como la obra de Ardevines Isla, Fábrica universaly admirable de la com- acerca del modo en que las bases epistemológicas de este
posición del mundo m9or, a donde se trata desde Dios, hasta nada,y del menorT~. tomismo vertebran por dentro las grandes obras imaginativas
Se trataba de una auténtica philosophia perennis, o <<ciencia>> hispanas del período, siendo una de ellas, por descontado, este
aquella que se dio por objeto el reconocimiento en la natura- Ente dilucidado de Antonio de Fuentelapeña13 • <<Cuanto más extra-
leza de la huella potente de Dios, ésta más expresa, si cabe, en la vagante es un objeto, más instructivo resulta>>, escribía Hipólito
excepción y en la anomalía que en la ley y el orden de lo tenido Tayne, y, en efecto, ajenos en este momento a los prejuicios que
como <<natural>>. Persuadidos por esta construcción metafí- sólo valoran como decisivos los pasos que se puedan dar en la
sica, los ingenios meridionales se dirigen con preferencia a dar dirección de una conquista material del mundo y el avance del
cuenta del <<n!)lsterium tremendum>> que alienta en lo asistemático y pensamiento racionalista (en nombre de los cuales, recordamos,
prodigioso, recayendo en una posición de expectativa ante la el tratado fue desautorizado y ridiculizadoY4 , es preciso destacar
g Estamos, pues, en total desacuerdo con observaciones como las que puede 13 Renacimiento, pues, del interés por la neoescolástica del Barroco (propia-
hacer el editor moderno de un fragmento del Ente dilucidado, al calificar este mente lo que podríamos denominar <<filosofía hispana>>), que ha conocido
libro como producto «del irraciona1ismo más grotesco>> (J. Estruch, Literatura un Ultimo impulso con un libro dedicado a la coetánea de Fray Antonio de
Jantásticay de terror española del sigla XVII. Barcelona, Fontamara,rg82, Ill). Fuentelapeña, Sor Juana Inés de la Cruz, el de A. Soriano Vallés, El «Primero
ro Últllnas denominaciones para el escolasticismo hispano que han sido defendidas por sueño>> de Sor Juana Inés de la Cruié- Bases tomistas. México, UNAM. 2005. En general,
J. Gracia, Filosojtahispánica. Concepto, origenyfoco historiográfico. Pamplona, Eunsa, rgg8. para este tomismo del siglo XVII, véanse los Anejos de la Revue Thomiste (Tolo use),
u Véase sobre ello J. Maritain, Art¡yEscolástica. Buenos Aires, Club de Lectores, rg8r. coordinados por J. Schmutz y la dirección web de <<scholasticon>>.
12 Salvador Ardevines Isla, Fábrica universa[y admirable de la composición del mundo m~or, a 14 Contra esta mitificación de la razón en Occidente, véase M. de Diéguez, El mito
donde se trata desde Dios, hasta nada,y del menor. Madrid, Diego Flamenco, 1621. Este racional de Occidente. Esbozos de una espectografia. Valencia, Pretextos. 2002. Y ahora,
tratado aborda la cuestión de la invisibilidad de los duendes, y se convierte en también A. Compagnon, LesAntimodemes. Defoseph de Maistre aRoland Bmthes. París,
una fuente explícitamente mencionada en El ente dilucidado. Gallimard, 2005, y Z. Sternhell, Lesanti-lumieres. París, Fayard, 2006.
r6o !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO JNVJSJBLE r6r
a propósito de una más general <<óptica barroca>> por la que ~os ble en la percepción pública de la ~poca, que acusa en efecto
preguntamos, el carácter monumental, casi ciclópeo de e~te Ente d1l~~ su presencia, poniendo en evidencia la anómala y novedosa
cidado que tiene reservado un espacio propio en la epistemologm existencia del mismo a través particularmente de los discursos
hispana del Barroco. Si bien en sus términos discursivos está con- ficcionales y de un bien abastecido folclore y repertorio de
tenida una hermenéutica no racionalista, sí que es, desde luego, noticias y sucesos más o menos fiables ~1 • Un <<continente>>, 1
racionalizadora y está, por lo demás, dotada de todos los instru- podríamos dedr, el de lo espectral-y el de las causas secretas
15
mentos del pensamiento lógico deductivo , conteniendo en sus (invisibles) de las cosas-, al que parece preciso por entonces
16
lím.ites un cierto rasgo de <<modernidad>> • Tratado que se pre- teorizar con el objetivo de ajustar y hallar acomodo en el sistema
senta, pues, como una auténtica y vasta legislación sobre el mundo teológico a los problemas de moral y de ortodoxía que comienza
fantasmal, que compete y cerca una noción de invisibilidad y que a plantear la existencia misma de lo invisible20 , con el objeto de
aborda el hecho de la posibilidad de existencia del espectro -aquí sustraerlo al espacio de la magia y de la demonología 2 '.
en su versión amable de duend/7-, lo cual constituía una antigua Y es aquí, en efecto, en los importantes parágrafos 592-600
recurrencia del pensamiento mitopoético y, por lo demás, nunca del Ente dilucidado donde se pone en pie uú mecanismo de genera-
había dejado de ser una presencia siempre inquietante y desajus- ción, por lo demás nuevo en la ontología de cuño aristotélico: el
18
tada en todas las grandes constelaciones culturales humanas • de la llamada educción. Los resortes de creación y de emanación de
La obra singular que nos conduce hacia una teoría barroca otros vivientes que son los comunes en el mundo natural se pre-
hispana del fantasma, sale al paso, como veremos más ad~la~t~, cipitan ahora en una diferente operación misteriosa, la educción,
de lo que fue un crecimiento exponencial de ese mundo lDVlSl- descrita por Fuentelapeña en términos tomistas como produc-
ción de una cosa <<con dependencia de sujeto en el ser, hacerse
y conservarse>>. Es decir, abriendo la posibilidad misma de la
"Ello en los términos en que el antropólogo C. Geertz -La interpretación de lasculhr-
ras. Barcelona, Gedisa, 2000- ha deHn.ido ciertas religiones en cuanto no racio-
nalistas, pero sí <<racionalizadoras>>. Todo ello configura lo que en su día E. 19 Un caso famoso de duendes ocurrirá 50 años después de escrito el Tratado, eso
Trías pudo describir en su libro homólogo como <<metodología del pensamiento ya en el Madrid de la segunda década ele 1700. Ha estudiado tal aconteci-
mágico>>: Metodo/ag(a del pensamiento mágico. Barcelona, la Gaya Ciencia, 1970. miento, entre lo real y lo literario, P. Álvarez ele Miranda, <<Los duendes en
16 La tal <<modernidad>> consistiría en lo expresado por Fran<;-ois Lyotard casa de la condesa de Arcos: un episodio de la Vi"d{j de Torres y su difusión oral
recientemente: <<La modernidad, date de la época que date, no se produce previa», en M. Pérez López y E. Martínez, Revisión de Torresy Villarroel. Salamanca,
nunca sin un choque en las creencias y sin el descubrimiento del poco de rea- Ediciones de la Universidad de Salamanca, 1998, 79-102.
lidad en la realidad, asociada a la invención de otras realidades>> (la condición '20 Y en efecto, la existencia del prontuario de Fuentelapeña es enseguida acogida
posmoderna. Madrid, Cátedra, 1984, 77). como una fuente de autoridad sobre problemas derivados de la emergencia ele
Es decir: <<Espíritu travieso que se aparece fugazmente>>, y que, según J · lo extraño y maravilloso en la textura misma de la vida civil. Así, Martín de
Corominas, procede de la contracción de <<duen de casa», y aparece por vez Torrecilla -Consultas, apologías, alegatos, cuestionesy varios tratados morales, y confutación de
primera en documentos castellanos de IZ2I. las mds principales proposiciones del impío heresiarca Molinos. Madrid, Mateo de Llanos,
r8 Lo espectral ya había sido objeto de una exploración teorética a comienzos del 1693-, lo utiliza ya en este sentido como una máquina verdadera de discrimi-
siglo xvn -1605- en la obra Science des Spectres, de Pierre Le Loyer. Véase sobre nar el tipo de «aparición>>, si preternalural o directamente demoníaca.
este texto, S. Toussaint, <<Le Science des Spectres de Pi erre Le Loyer (1605), Lec- 2T Magia de cuya situación general dio en su día cuenta J. Caro Baraja, <<La
Leur de Marsile Ficino et dejean Pie: Notes de Philosophia Oculta aux XVle- magia en Castilla durante los siglos XVI y XVIP>, en Algunos mitos españoles.
XVIle Siecles>>, Aril!S, 1/2 (o;;;:ooT), 153-167. Madrid, Ediciones del Centro, r85-295·
4. EL MUNDO INVISIBLE
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
I62
generación de una sustancia desde otra diferente. El duende apa- organizar un pensamiento de lo natu,ral invisible. Vale deci 1
se crea es una topología del fantasma· un saber de 1 r, aloque
rece así como el resultado de la corrupción de los vapores gruesos · · ' o espectr · un
conocrmrento específico de aquell0 que no se puede conocer •
efectuada en <<semejantes desvanes, sótanos o lobregueces>>. Al
cabo, en la reflexión sobre el duende, lo que despliega con abso- pdorque no se puede ver: lo invisible. ·Ello constituye el d ..
e un saber que b · d omrnw
luta autoridad Fuentelapeña es un imaginario del cuerpo, ·una . d d ren po emos denominar <<fantología>> aten-
d ren
. o. a. esa efinición d e Jacques D errida acerca de un sistema
' o
verdadera <<teoría del cuerpo barroco>> que, eludiendo el pre-
guntarse por la verdad natural de este mismo cuerpo, se interna drsposrtrvo que, habría de pensar la lócr-ica
t>- de la << .
presencra>> con
por las posibilidades fantásticas, aberrantes y paranormales que que co~parecr~ e~ _los discursos aquello que no existe24.
puede adoptar, y ello lo hace en consonancia con su época y con Allr, en ese rmllSrble, reside de antiguo un pandemonium de fi
Y esferas, a lo que debemos d enomrnar . .
con propredad t guras
.,
lo que es la situación particularmente hispana con respecto a la
22 dones al espíritu de los len . , 'y a enren-
epistemología que se ocupa de la realidad o mundo , ofreciendo . d d guajes de epoca, el mundopreternatura[2.5,
una ingeniosa salida para todo el espacio de eso mismo invisible.
unrverso on e toda clase d e f.enomenos~ para -naturales se dan•
El tratado de Fuentelapeña muestra que, a la altura del dece-
nio de 1670, la máquina del pensamiento metafísico hispano era
24 Véase esta teoría de la «espectralidad>> construid .
todavía, y después de todo el proceso de su desprestigio crítico, .&j;ectrosdeMarx Madrid T tt a en elhbro deJacques Derrida,
. ' ' ro a, 1 995, y, también, C. Agamben Est . La l b
un poderoso instrumento lógico-significativo, que apoyado fuer- Y e1.fantasma en la cultura occidental Vi l
.
. p
· a encm, re-Textos, 19g5.
, ancms. pa a ra
temente en estructuras mito poéticas y en capacidades prodigiosas 25 Dtgamos del tratado de Fuentela eñ· l ·
las ciencias ocultas que . P a e que se adelanta doscientos años a la boga de
del ingenio especulativo, volcado en los moldes de la casuística , precisamente buscarán ya en el . ·l 0 X f d
racionalizar la presencia d l . . 'bl F ' stg IX, un amentar y
neoescolástica, apuntaba como objeto último a <<entender>> el de un Camille F1 .
e 0 tnVlSl e. uentelapeña es 1 d
'pues, e antece ente exacto
mundo y poder prever en él novedades e irrupciones de fenó- da paso a la eme:g:::::: que, ebn r865b, publica su Desforces naturelles inconnues, Yque
un sa er so re los fluidos 1 · l
menos impensados o para los que secularmente no había expli- mismo, la ectoplasmia f. , ' a cnptozoo ogía, el ani-
. · ·' enomenos todos esbozados por el chin
cación, pues, incluso, como es el caso, se trata de fenómenos dos siglos antes. Para la ub. ., d l capu o zamorano
Icacwn e texto de Flanunari 1 ¡ d
véase P. Fuentes «Carnill F'l , on en a arga uración,
incapturables por los sentidos, -inexistentes a la percepción, espe- ' e ammanon et les fOrc t ll .
Vencen et C Bl d l ( ) es na ure es tnconnues>> en B
23 , . on e, ed. ,Dessauantsfaceii.l'occulte.l87D-194·D.París Édit' 'd l.
cialmente de aquella que se realiza con la vista . Pero no sólo se
D ecouverte, 2000 ' IOS-1""- 3 · F"1nalmente, la fotografía ., tons e a
trata de abordar fenómenos de la esfera sublunar (lo que es el correlato instrumental ara l ., en sus cormenzos ofrece un
mundo del acontecimiento físico), sino también de que tal
pensamiento podía venir a legislar todavía sobre un ser de lo
Ch,
~aux
. -- P a captacwn de fenómenos de invisibilidad vé
et alt, Le tromemc oeil. La photographie et l'occulte. París, Gallimard
torta, naturalmente, se remonta hasta el descubrimien .
'2,00~ r:~.
, . ' ..
C
.
!s-
mágica y ha sido analizada J H h
por · e e t -<<The Hist
to Jesulttco de la hnterna
¡· p · .
metafísico, a lo que ahora añadiremos lo propio en el trabajo Ghosts andA "t' ' · ory
0
roJectmg Phantoms
, . ppan wns>>, NewMogicLante~.Joumal, 3/r (r984) 2-6 P . ,
de Fuentelapeña, dado que éste mantenía la pretensión misma de mag:¡.ca conoce en realid d d ' · ero tal linterna
a os usos, uno casi metafísico en manos de lo . . _
otro, empero, desacredita el m und o f antasmal pues como d · d l s JCSrutas,
ros tratadistas de tal · ' Ice uno e os prime-
, liL'ltrumento· · <<Lalant .
erne mag¡que est une machine d' .
22 Véase C. Mazzio; D. Hillman (eds.), The Bo¡Jy in Parts. Fantasies ofCorporali!J in ñarJy que ] on nomme Ma · d opttque
g:tque, sans oute a cause de ses efE t. di ·
ModernEurope. Londres, Routledge, I997· tres, monstres affreux q , ll f . . e s pro g:teux et des spec-
ue e attvotr,etquelespersones . '
'2.3 Véase, de nuevo, sobre estos aspectos mi libro Barroco. Representación e ideología en d secret, attribüent ala mao-ie >> (P' .,. ,_ 11 qut n en savent pas le
Ierre vauemont laPh · 0 1 p
~SJque ccu te. arís, A Moet-
o- ...
mundo hispánico Ú580-J68o) ... , en su capitulo <<Mundo simbólico. El reino de la gens, I693 cit por C Ch, 1 r- . '
' · erauxetaf,Ldrmsífmeoei1... 2004,6 3 ).
metáfora y el ocaso de la teología escolástica hispana>>.
4. EL MUNDO INVISIBLE
IMAGO. LA CULTURA VISUAL y FIGURATIVA DEL BARROCO
mo3r, que se opondría tercamente todavía por largos años al co- Cantrarr~farma. ··y F. R. de la Flor, Barroca. Representación e ideología en el mundo hhpánica ...
Para un estudio de la evolución puramente instrumental del uso de las sombras,
nacimiento exacto y literarista de ese mismo mundo como final véase Víctor l. Stoichita, Breve historia de la sombra. Madrid, Siruela, 1997.
paradigma triunfante. 33 Como la que define para estas cuestiones C, Lisón Tolosana, La España mental. I.
Demaniasy exorcismos en los Siglos de Ora. Madrid, Akal, 1990.
34 Véase .este desarrollo, de nuevo en mi libro La península metaftsica. A1te, literaturay
31 Sobre este concepto]. Garcia Gibert, <<El :ficcionalismo barroco en Baltasar pensamiento en la España de la Contrarreforma ...
Gracián>>, en M. Grande y R. Finilla (eds.), Gracián: Barrocoy modernidad. Madrid, 35 En La cris¡S de las ciencias europeasy fa fenomenología trascendental: una introducción a lafilosojta
Universidad Pontificia de Comillas, zoo4, 69-103. fenomenológica. Barcelona, Crítica, 1990, 81.
r68 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
2. ENTRE LA METAFÍSICA Y LA FÍSICA, LA PARAFÍSICA la potente obra poética de Sor Juana Inés de la Cruz. Un
intento al cabo frustrado de alzarSe a las cumbres del conoci-
En el seno del pensamiento escolástico hispano, el desgaste miento visualizando lo que no puede ser visualizado, y ponién-
sufrido por los saberes teoréticos y especulativos acerca de las dose, por decirlo así, <<fuera del mundo>> al objeto de mejor
principales polaridades rígidas (natural/sobrenatural), los cua- penetrar el misterio de éste. Algo que ya en la década de 1630
les habían articulado tradicionalmente toda la estructura del Francisco Quevedo había reducido al papel de <<juegos de len-
pensamiento -o filosofía- barroca hispana, aconseja a Fuente- guaje>>, cuando en su La cunay la sepultura escribe:
lapeña el acometer una tarea por entero nueva, a la cual, sin
¿Y toda la confusa cuestión de los indivisibles y entes de razón y uní-
ambages, califica como una sUerte de alumbramiento ( <<diluci-
versales, siendo cosas imaginarias y fuera del uso de las cosas, no
dación>>: puesta a la luz; visibilidad, podríamos también decir,
tocantes a las costumbres ni república interior ni exterior, universal
atendiendo al título del tratado) de lo que son las bases de un
ni particular, y que, cuando las sepas, no sabes nada que a ti ni a otro
mundo desconocido y difícil, sino imposible de experimentar
importe a las mejoras de la vida, si bien sirven a la escolástica ? 39 •
(y por lo tanto, añadimos nosotros, imposible de ser concep-
tualizado por la ciencia y sus instrumentos: materia, exclusiva, Esfera entonces de lo oculto, acerca de cuya experimentación
pues, de un pensamiento como el tomista entrenado en apo- escaseaban los datos fiables, y que era, por otra parte, el objeto
rías, silogismos y juegos del lenguaje, los cuales se organizan también de muchos de los tratados de demonología, como se
bajo la perspectiva de una retórica perjOrmativa que tiene como pone en evidencia en Francisco Torreblanca, cuyo libro precisa-
objetivo mover las pasiones). mente lleva en el subtítulo la acuñación <<magia de la interven-
El destino final que se promueve en este pensamiento es el ción Oculta o Escondida>> 40 • En efecto, se trata del desarrollo
descubrir un vacío epistémico; y, constituyéndose en una suerte que en el seno del paradigma escolástico de conocimiento del
de anfibia philosophia novantiqua, venir a cerrar desde la ortodoxia mundo reciben lo que se denominan las <<propiedades secretas>>
aristotélico-tomista un peligroso hiato que por entonces empe- y las <<virtudes ocultas>>, de cuya causa nada puede saberse, y a las
zaba a ensancharse y a dejarse notar entre los dos reinos bien cuales sólo se las conoce por sus efectos. De este modo, ciertas
teorizados de la naturaleza, por un lado, y de la so brenaturali- maravillas se ponían al abrigo de la investigación de la ciencia
dad por otro. Entre lo secular y lo sagrado; entre la física y la materialista, como dictaminaba tempranamente Pedro Mexía:
metafísica, entre lo invisible y lo visible se instala, ciertamente,
Pero ay otras propiedades y virtudes en las cosas que se llaman ocultas
el reino propio de lo duende y de lo fantasmal. Reino este de la
y mamvillosas, porque no se sabe de dónde les vengan ni entienden la
parafísica (estaríamos tentados de decir que también de la pata-
causa ni razón 4I.
física), o, propiamente dicho, mundopreternatural. Todo ello como
manifestación y evidencia del gran continente de lo descono-
cido, lo oculto, sobre el cual la imperiosa necesidad de sacarlo
39 La cunay la sepultura. C. Carda Valdés (ed.). Madrid, Cátedra, ~008, II7-n8.
a la luz se convierte en una empresa propia del pensamientO
40 Francisco Torreblanca y Villalpando, Demonologta o de la magia natural, demoníaca, ilí-
barroco, que trabaja denodadamente en una teología del dis-
citay lícita de la intervención Oculta o Escondiday de la invocación de los demonios. Maguncia,
cernimiento de espíritus y la estratificación y jerarquía de Theowald Schonwetcer, 16~3.
órbitas cosmológicas y escalas de seres, como bien es visible en 41 PedroMexía, Silvadevaria/ección. Madrid, Cátedra, rg8g-rggo. L 804.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE
Ésta es, justamente, la posición contraria a lo que se asume físico de una sobrenaturaleza e, in~uso, de un mundo preterna-
como objetivo del conocimiento científico cartesiano, verbali- tural, que queda en su aserción reducido a un único real exis-
zado por Bernard Le Bouvier de Fontenelle, y que asegura que: tente, desapareciendo en esta perspectiva lo oculto y lo sublime
divino, que no es más que aquello ·que todavía no ha podido ser
Estudiar la naturaleza, no es más que descubrir por qué mecanismos
descubierto por las prótesis artificiales de la visión distintiva:
disimulados a los espectadores son producidos los fenómenos que
42
forman los escenarios mutables y variados del mundo • Si la vi.sta, que es el más instructivo de nuestros sentidos, fuera en
un hombre cualquiera mil o cien veces más aguda de lo que es el
Pronto, la apertura hacia la invisibilidad, en el universo cen-
mejor microscopio, serían visibles en ese hombre, a simple vist<1
troeuropeo, se va a llevar a cabo a través de instrumentos precisos
cosas que son varios millones de veces más pequeñas que los más
de óptica, como entre todos resulta ser el microscopio, potente
pequeños objetos visibles ahora+4·.
artificio que va a permitir, como escribe Huysens, describir el
verdadero <<nuevo mundo>> y <<segundo teatro de la natura- El momento en que Fray Juan de Fuentelapeña irrumpe
leza>>, hasta entonces escondido, avanzando decisivamente en lo con su teoría novedosa requiere de U:na somera explicación en
que es la percepción de los antiguos reinos de la invisibilidad: lo que al estado del pensamiento ontológico se refiere. Pues,
verdaderamente, 1675 no es una fecha cualesquiera. Por un
En efecto, objetos materiales que hasta ahora se habían clasificado
lado, podemos afirmar de ese momento que en él la teologúl
entre los átomos, porque escapan con mucho a la visión humana, se
dogmática o positiva está viviendo su plena decadencia, conver-
presentaban tan claramente a los ojos del observador que hasta
tida en un sistema sin exterioridad alguna, ni repercusión en el
cuando personas totalmente inexpertas miraban cosas que nunca
espacio social, reducida como está en el puro ámbito de su
habían visto se quejaban al principio de que no veían nada, pero
43 autoconsumo interno en las comunidades religiosas, especial-
luego gritaban que percibían objetos maravillosos con sus ojos •
mente jesuitas y dominicos, y en mucha menor medida, carme-
La invisibilidad, en todo caso, no establece ningún corte deci- litas y franciscanos.
sivo en la naturaleza prinlera, que es definitivamente para el pen- Las elucubraciones de la metafísica hispana en ese momen-
samiento científico del Barroco res extensa, sino que en realidad to no pueden clamorosamente cubrir ni prestar significación a
aquella depende sólo de 1a escasa capacidad del ojo para ver a par- los intrincados avatares del Imperio sostenido por un pensa-
tir de cierto umbral. Es el propio Loclce el que consagra este prin- miento providencialista (cuasi mágico), que vive por su parte
cipio, deshaciendo con una observación el viejo problema meta- envuelto en una complejidad irreductible, y se sumerge en la
aporía de proclamarse una república cristiana en una era do mi-
nada enteramente por los planteamientos maquiavélicos y hobbe-
42 Cit. porJ. P. Cavaille, Descartes. La Jable du monde ... , r6. sianos acerca de lo que es un Estado y sus funciones. Lo que se
13 Cito por S. Alpers, El urte de describir. El arte holandés en d siglo XVTT .. 33- Athanasius ha dado en denominar <<teopolítica>>, es decir, los principios
Kircher hace una observación sobre el microscopio que nos interesa retener a,
efectos de nuestro argumento: <<Es muy cierto -escribe- que muchos cuerpos
que hasta ahora se habían creído privados de toda clase de vida y alma, se des-
cubren que viven, no obstante, microscópicamentc>> (Ars magna /ucis et 44 John Locke, Ens¡¿yo sobre el enlendimiento humano. Madrid, Editora Nacional,
umbrae .. Cit. por la reciente edición de Sanüago de Compostela, 45). 1980, 144.
I74 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. El MUNDO INVISIBLE I75
metafísicos de Providencia interviniendo en el desenvolví- natural, y que tenderán a separar el conocimiento de causas y
miento natural y cultural del mundo, no pueden amparar ni efectos propiamente naturales y caU:sales de las especulaciones
legitimar por mucho más tiempo ya unos desarrollos políticos del ingenio y de la mitopoética tradicional, la cual ofrece a estas
confiados en la modernidad a sus propios mecanismos intra- alturas una cosmovisión prácticamente agotada.
mundanos y teorizados suficientemente allende de las fronte- Ello particularmente afecta al plano sobrenatural, cuyo mo-
ras. El universo de lo concreto y factual en cierto modo se mento de retroceso y punto de no vuelta atrás podría muy bien
<<escapa>> de la red epistemológica que sobre él ha tendido la situarse a la altura de ese 1675, uno de los umbrales y ápice epocal
ciencia teológica neoescolástica, volcada más hacia ella do de en que Juan de Fuentelapeña, consciente de esta decadencia de la
una hipótesis o lectura del mundo generalista, la cual incluye el <<visión de mundo» en que la escatología contrarreformista in-
pretender un saber cierto sobre la construcción divina y -esto curre 47 , decide ampliar su propio campo de acción, teorizando
sobre todo- su destino e intención finalista real. otras existencias y componiendo una operación de apuntalamiento
Presa de este saber singular, y en cierto modo también arti- ideológico, a base, lo veremos, de construir la teoría de un <<tercer
culada por él, que le concede su lugar en la historia soteriológica mundo>> o reino paralelo a los dos que estaban ya en cuestión.
que sigue lo universal, la monarquía hispana, a la altura de fina- En lo que atañe y circunscribe a la otra polaridad presente
les del siglo XVII, no puede ser ya <<cristiana», sino en su mera en el gran debate ontológico, aquella que representa la p~sis, el
adscripción ritualística, en el ampuloso uso del ceremonial y en mundo natural y físico en su proyección como cultura humana,
el lenguaje de su acción simbólica (y añadamos también en la la realidad es que el conocimiento del mismo estaba avanzando
cobertura discursiva de carácter legitimador que le brindan sus también por encima del anquilosado sistema aristotélico, inca-
intelectuales <<orgánicos>>). Cosas todas ellas que se reúnen y paz de competir con el método racional de la ciencia moderna,
hasta potencian en la conducción de la monarquía terminal en y trasmitía, por tanto, a quienes vivían en el interior de sus
tiempos de Carlos Il 45 • Es éste, en todo caso, un mecanismo valoraciones y creencias, la idea de una crisis de la verosimili-
atrofiado, que ya no ofrece guías de conducta para la estabilidad tud, y una decadencia de las axiologías y de las hermenéuticas
de una cultura que se precipitará de modo indeciso y titubeante, hasta ese punto y hora ciertamente triunfantes y poderosas.
a partir de estas mismas fechas, en un momento preilustrado, El mundo aparecía todavía, y ello pese a los ataques de la
46
iluminista, novator , y que debe contestar con urgencia a las ciencia experimental, <<encantado>> en la forma de una <<física
48
demandas de lo real. Momento cultural en donde se alumbra el sagrada>> a los ojos de los hombres de saber hispano, y en lo
libro de Fuentelapeña, que se caracteriza por emplazamientos
específicos relativos a una explicación sobre los fenómenos del
47 Para el aná.lisis de las especulaciones a que en algunos campos había llegado esta esca-
tología, véase A. MartínezArancón, Geogr~fla de la eternidad. Madrid, Tecnos. 1987. El
45 Véase el ambiente «mágico>> del que se rodea este monarca analizado en 1vL afianzamiento de lo sobrenatmal en el XVIU hispano es también una peculiaridad de
Rey Bueno, El hechizado. Medicina, alquimiay supentición en la Corte de Carlos Il. Zaragoza,. este universo cultural, explorado ahora por C. Canterla, <<El cielo y el infierno en
Corona Boreales, 1998. el imaginario español del siglo XVUI», en Cuadernos Dieciochútas, 5 (~004), 75-95·
16 Que, en efecto, se abrirá en la década de los ochenta. Cf. J. Pérez Magallón, 48 Que ha sido analizada por H. Capel en un libro homónimo, La foica sagrada. Cre-
Canstngendo la modernidad: la cultura española en el tiempo de los novatores (16 75 -1725), encias religiosasy te odas cicntJ!cas en los or¡genes de la geomoifalogía española. Barcelona, Del
Madrid, CSIC, 200~. Serbal, 1985.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE I77
que a ellos respecta no había comenzado todavía el proceso de
su materialización efectiva y de su brutal <<desencanto>>'¡. 9 , aun-
que el sentimiento de amenaza es patente, y se deja sentir en los
MISC ELLANEA-1
documentos epocales. El Ente dilucidado es, pues, un sortilegio
DE TRES TRATADOS'
Dll LAS APARICIONES DE LOS
más, una argucia de la especulación y un juego de lenguaje que ESPlRITVS EL VNO, DONDE SE TRATA
como Dios habla il. los hombres) y íi b.salmas del Purgarorío
reabre ahora una vía hipotética para la circulación de un sis- bucluctl: De Antithrífl:o d fcgnndo, y de Sermones
tema de pensamiento, ciertamente agotado y exhausto, pero prediCados en lugares JCfialados
· el tercero.
aún con energías plenamente volcadas en lo mitopoético y que, ES J!f, Af/TOR. EL MAES1RO HONOFKE MANESCAL
Dcfhr mTiu.lot,in,; c~uJrnti~1"rfm tld!~ dt l'ritn.~ mJ,, i!J(i¿ 11D
por lo demás, todavía se muestra capaz de teorizar y hacer doc- v,,·~ ..Ji<i•d d< 'IJ,r<d&ll¡¡,
t-b11~n~n todo$ cof.1$ de prouecho,cn parlicul~r ]()Í l'rcdkad()rcs.
trina casuística sobre un referente inobservable e inexperimen-
Dlft!G!DA .AL Jl.LYS'l'RJS. T REYERENDIS. SEÑOJJ.
table (situado, de hecho, más allá de toda posible observación). D~» !MI! de Mollr.td.t Obi)Jodc !J,trcdoru)delm¡fljo de ji¡ .M1rgf,/ltJl,
los círculos cartesianos de París. Ni la física, ni la astronomía, ni ción filosófica, que es justamente la tarea que emprende el capu-
la-botánica o mineralogía, ni la misma medicina habría comen- chino fray Juan de la Fuentelapeña y su tratado desorbitado.
zado su evolución hacia un paradigma moderno todavía por En más breves palabras, se trata de la aplicación (una aplica-
entonces, a la altura. de los años en los que en España escribe tia) casuística, el método escolástico, para penetrar en la reali-
Fuentelapeña, bajo los nuevos principios inexcusables y las nue- dad del mundo (y no del ultramundo). Casuística, la de Juan
vas metodologías que para ello proponía una ciencia racional de Fuentelapeña, que, en efecto, puede ser definida como el
teorizada 50 años atrás por Francis Bacon y, en ese momento, arte de aplicar las leyes generales de una disciplina a un hecho
ya en pleno desarrollo práctico merced a las aplicaciones de real o supuesto. De ahí sale toda la arquitectura narratológica
científicos como Newton, Cuyo sistema alumbraba la nueva que despliega el autor del Ente, con el objeto de que a través de
5 su análisis o disección quede en evidencia la propia <<necesi-
época estableciendo un nuevo modo de conocimiento '<.
dad>> de la existencia de un mundo preternatural54 •
Podemos certificar que bajo estas condiciones extremas la
3, LIBRO DE LOS SERES IMAGINARIOS obra de Fuentelapeña abre, pues, un tercer frente insospe-
chado, mediante lo cual la pretensión última es la de adelan-
Dentro de ese <<orbe hispano>> que cuenta sólo con una física tarse en la exploración de los bordes de lo real y experimenta-
arcaica, insolvente de todo punto para conocer la estructura mate- ble, dado que, en efecto, un cierto modo de recurrencia de
rial del mundo natural, y con una teología deseosa de objetivar lo fenómenos inexplicables en el espacio social podemos constatar
ultraterreno (y dogmática además para con cualesquiera desvia- que incrementa su presencia en esas fechas, y aun antes, consti-
ción), las posibilidades de progresar en la estructura del conoci- tuyéndose todo este período en la era genealógica del gran y
53 posterior momento de especulación preternatural, el cual va a
miento quedaban enteramente confiadas al ingenio y la argucia, y
no podían quedar depositadas sino en el propio lenguaje, en su tener lugar ya más tardíamente, en el seno mismo de la socie-
capacidad de fabular o inventar, deduciéndolos, los principios de dad sacudida por el Romanticismo y sus ansías de ampliar las
un nuevo mundo conexo al natural (mundo natural que, entre- resonancias espiritualistas de un mundo al que se quiere en
tanto, se había convertido en el único reino digno de ser explo- verdad sustraer de su orientación exclusivamente materialista55 .
rado por las disciplinas científicas). Lo que, finalmente, significa
reservarse todo un amplio espacio de conocimiento y de especula-
54 Sobre la casuíslica del XVII, véase M. Fernández Cano, <<La casuística: un
ensayo histórico-metodológico en busca de los fundamentos del estudio de
caso>>, Arbor CLXXI, 675 (2002), 189-511.
5~ Véase el estado general que presentan en el imperio hispánico estos saberes en 55 Algo que, propiamente, constituye por otra parte una línea perdida en el des-
J. M. López Piñero, Cienciay técnica en la sociedad española de los siglos XVIy XVII. Bar- pliegue de la Ilustración, y que tiene en figuras como Crebillon, Swedenborg
celona, Labor, 1979. o Hamann los cultores de este mundo, proyectivo, quimérico y, en suma, pre-
53 Ingenio, facultad inventiva y fantáslica y capacidad de crear conceptos o relado--:: temalural, habitado por hadas, duendes y silfos. Véase ahora el prólogo de C.
nes analógicas entre realidades ajenas, cuyas bases para el mundo hispánico de la Ramírez a Prosper] olyot de Crebillon, Le ~lph, en Oeuvrcs Completes. l. París,
Edad de Oro han sido sentadas por E. Hidalgo-Serna, El pensamiento ingeniow de Bal- Classiques Garnier, I999· Sobre el hada y su fortuna en las letras románticas
lasar Gracián. Barcelona, Antrophos, 1993, y M. Blanco, Les Rhétoriques de la Pointe. hispanas, véase F. R. de la Flor, <<La pipa de Gustavo Adolfo Bécquer y la poé-
Baltasar Gracián et le Conceptisme en Eumpe. París, Librarie Honoré Champion, I992· tica de 1a desmaterialización femenina>>, El Gnomo, 2 (r993), 27-40.
r8o IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. El MUNDO INVISIBLE r8r
Todo ello equivale a decir que el libro de Fuentelapeña se sitúa esperaba ya a la vuelta de los siglos a es~ objeto evanescente al que
en los orígenes mismos -y constituye acaso el fundamento más hemos convenido en denominar duende, cuya presencia desde
firme en este sentido-- de lo que la cultura del siglo XVIII va a insti- mediados del siglo XVII, en verdad, no hará sino crecer 58 , con
tuir como uno de sus productos más característicos: la literatura unas peculiaridades que convendrá precisar en lo que sigue.
6
fantástica5 , que es en buena medida una literatura de lo invisible, Los alcances del gesto fundador y hermenéutico de Fuente-
y que debemos considerar a todos los efectos abierta, mucho más la peña no terrriinan ahí, pues su obra juega también en el
tardíamente, en 176~, con la obra de Horacio Walpole, The Castle af terreno de la delicada cuestión de la ortodoxia. Frente a las ten-
Otranto 57 , Antes de la emergencia del tratado teórico de Fuentela- siones que pretenden la clausura del espíritu dentro de sí mismo
peña, el archivo occidental del saber preternatural se encuentra rela- por que aboga el quietismo 59 , muy activo en aquellos años, el
tivamente poco abastecido de tratados que tuvieran un objeto de capuchino amplía los límites de lo real con el deseo también de
tal naturaleza, y apenas contaba con el registro folclórico popular quitarle fuerza a los argumentos puramente teofánicos e interio-
y sus fantasías (eso que se ha llamado <<inframitología>> o <<mito- rizadores que comenzaban ya a estar por entonces proscritos por
logía menor>>) para comenzar a estructurar, componer y organi- el pensamiento científico-moderno, y que en el caso concreto
zar la existencia (siempre hipotética) del mismo. Sin embargo los de lo demonológico habían generando ya una suerte de espec-
avances de la óptica experimental habían comenzado ya desde tacular <<retórica de lo satánico>> 60 • Se trata, en cierto modo,
mucho antes atrás a insinuar la posible existencia de seres que,
escapados de la escala natural de lo conocido, aunque invisibles
eran reales y existentes, y, por lo tanto, de algún modo, criaturas
58 En efecto, la aparición espectral, lo que podemos definir como la visibilidad de
también divinas, objeto de creación y no emanaciones fantasmales
lo sobrenatural se incrementa paulatinamente a lo largo del siglo, y es teori-
inducidas por el demonio, tal y como habían sido teorizadas estas zada tempranamente en él. Por ejemplo, a través de la obra de Pierre Le
últimas por Santo Tomás (Summa Thealagica, parte!, Q III, Art. 3). Loyer, Discours el histories des spectres, visíons el apparitions des espirits, anges, demons, et ames,
Es en este punto donde conviene anotar la obra de Fuentela- se monstransvísib/esau.x hommes. París, N. Buon, 1605. Más cercano todavía al texto
de Fuentelapeña se encuentra el tratado de I-Ienningus Crosius, Magicu de spec-
peña como un hito, como un monumento de cultura que se yergue
trís et apparitionibus spiritum. Lyon, Franciscus Hackium, 1656.
solitario a la altura de esos avanzados años, en lo que se ha venido 59 Molinos y su filosofía son los enemigos identificados del pensamiento capu-
considerando desde una perspectiva moderna el <<páramo>> del chino y en general franciscanista, y contra esta disidencia, enseguida conno-
pensamiento hispano. Hito de cultura en todo caso que tiene dos tada de herélica, se alzó en su d:ía el provincial y amigo de Fuentelapeña, Mar-
rostros, uno de los cuales mira, naturalmente, hacia el pasado, tín de Torrecilla, Consultas, apologras, Cllegatos, questionesy varios tratados morales, y
conJUtación de las másy más f!rincipales proposiciones del ímpío heresiarca Molinos, Madrid,
mientras con el otro avizora un cierto porvenir, que sin duda le
Mateo de Llanos. 1694. Para la importancia de ese quietismo en las década
finales del siglo XVII, véase L. Kolakowski, Cr-istianos sin Iglesia. La conciencia religiosa
y el vínculo confesional en el siglo XVII. Madrid, Taurus, 1982.
56 Para analizar de qué manera del magma demonológico-preternatural se ori- 6o Sobre la misma, véase A. Maggi, Satan's Rheloric: A Stw!J ofRenaissance Demonology.
gina al cabo el género de la literatura fantástica, pero aplicado al caso francés: Chicago, University Press, 200I. La presencia del diablo dentro de las repre-
M. Closson, L'imaginaire démoniaque en France. 1550-1650. Genese de la /ittératurefantas- senlaciones de masas, convertidas en proverbiales topoi de la construcción tea-
tique. Ginebra, Droz, QOOO. tral ha sido analizada por L. González Fcrnández, Yhe Pl!Jlsica/ and Rhetorica/ Spec-
57 Cf. E. Clcry, Yhe Rise ofSupernaturo/ Fiction 1762-1800. Cambridge, Cambridge tacle of the Devil in the Spanish Golden Age Comedia. Londres, Queen Mary and
University Press, rgg8. Westfield Collage, rgg8.
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE
como veremos, de restarle peso a una sobresaturada dimensión es una aserción de matiz iluminista, el capuchino llega a decir:
sobrenatural, e, incluso, de aminorar el irnpacto que las <<apari- <<En buena filosofía no se debe recu~rir a milagro sin necesi-
6
ciones>> estaban alcanzando en el ánimo popular \ ello con el dad>> 6 '~. Los mira no tienen por qué pertenecer al género de los
objeto de pasar sus fenómenos numinosos al lado de la naturaleza miracula. Fuentelapeña, pues, abre su exploración conduciéndola
o, en este caso, más propiamente de lo preternatural. En efecto, el hacia un territorio poco transitado y, en cierto modo, se diría
tratado prueba a lo largo de los parágrafos 552 al 561 que los que da intencionadamente la espalda, no sólo a lo demonoló-
65
duendes no son demonios, sino que, muy al contrario, son gico, específicamente , sino, incluso, a un sobresaturado espacio
<<vivientes y sensitivos>>. Puede decirse que al descargar de muchos angeleológico, que produce en esos años obras contundentes
66
de sus efectos el universo solipsista del sicologismo y del menta- como las de Thomás Sánchez, Las siete alas del serafin Ü679) ; Jesús y
lismo sobrenaturalista, el mundo, lo real-real, cobraba una mayor Rocaberti, Tratado de los ángeles (r683) 67 ; Salduendo, Los siete ángeles del
potencia de existencia. Ello sitúa el tratado de Fuentelapeña como Apocalipsis (r6g5) 68 ; Serrano, Feliz memoria de los Siete príncipes de los Ánge-
un texto autoconsciente de la transición necesaria que la Edad les (r6gg) 69 , o que, un poco antes, había generado cosmogonías
Moderna está operando en la jerarquía de sus objetos, pues, como celestes como la de Blasco Lanuza (1652) 70 . Se diría que hay en
Fernand Hallyn ha observado, <<Podemos considerar los siglos Fuentelapeña, quien construye el reverso mismo de estas teorías
XVII y XVIII como el período de transición desde el predominio angeleológicas, una intención de escapar al ámbito formalizado
del eje vertical, que une varios niveles de realidad, hasta el predo- de la visión de los seres ultraterrenos desarrollada por los clérigos
minio del eje horizontal, que reduce todo a un solo nivel>>(i'<. (que piensan siempre en categorías sobrenaturales), y ello para
El Ente dilucidado se sitúa así como la obra maestra de una con- disolverse en la línea folklórica e, incluso, entrar en el campo
cepción, después de todo, paradójicamente verista del mundo;
opuesta, por tanto, a las consideraciones nihilificadoras que en
otros sectores del catolicismo hispano se estaban imponiendo. 63 Y aquí hay que apuntar la diferencia entre <<trasgo>> y <<duende>> que explora
Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana, dado que para éste el
Para Fuentelapeña, en efecto, la vida no es sueño, sino que es el
trasgo, en oposición al duende, es <<el espíritu malo que toma alguna figura o
despliegue imponente de unas formas que atestiguan la fuerza humana o la de algún bruto, como es el cabrón>>.
creativa y poética de una divinidad inventora; capaz, incluso, 64 Fray Juan de Fuentelapeña, E/ ente dilucidado ... r676, & 1496.
como es el caso, de crear seres incorpóreos, invisibles, pero 65 De manera que la obra de Fuentelapeña no entraría, a1 menos voluntariamente,
totalmente <<reales>>. en el espacio conceptual acuñado por F. Delpech para su o~jeto: la infrademono-
logía, «En torno al Diablo Cojuelo: demonología y folklore>>, en M. Tausiet; James
El duende, no cabe duda, pese a su contextura única, es cria-
Amelang (eds.). El diablo en la Edad Moderna. Madrid, Marcial Pons, 2004, 99-131.
tura terricular; creación en el mundo sublunar, y no emisario ni 66 Las seis alas del sera.fn en seis sermones. Madrid, Antonio Francisco de Zafra, r67g.
conector de espacios de radical diferencia ontológica63 • En lo que 67 Tratadodelossantosángeles. Valencia, Francisco Mestre, r683.
68 Los siete ángeles del Apocalipsis en síetesermones. Lima, s.i., 1695.
6g Feliz memoria de los siete príncipes de las Ángeles asistentes al Throno de Dios. México, Juan
6J Apariciones cuya problemática representación ha sido estudiada por H. Joseph Guillena, 1699.
Damisch, <<Figuration et représentation: le probleme de l'apparition>>, Anna- 70 Beneficios del glorioso Ángel de nuestra guarday efectos del govierno de Dios invisible. Zaragoza,
b, ~6 (1971), 664-680. Diego Corner, 1652. Sobre toda esta angeleología y su presencia exacerbada en
62 F. Hallyn, The Poetic Struclure ofthe World: Gopernicus and Kepler. New York, Zone el mundo colonial, vease R. Mújica Pinilla, Ángeles apócrifos en /a América virreina/.
Books, 1993, 20. Lima, F.C.E., xgg6.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE
y comienzos del XVIII tendrán las comedias de magia78 , algunos pio de la demonología, donde el pri~cipio negativo invisible se
de cuyos personajes centrales son, precisamente, los <<animales manifiesta a los sentidos mediante una suerte de apropiación
invisibles>> que teoriza Fuentelapeña. corpórea explicitada por Martín del Río: <<¿Cómo puede el
En términos freudianos, Fuentelapeña no da el paso a lo demonio hacerse invisible, si es incorpóreo? Es sabido que no
82
umlicht, <<lo siniestro>>, a la brusca desfamiliarización de las puede hacerlo corporalmente, sin asumir algún cuerpo>> .
cosas o entes del mundo, que se torna por esta operación En efecto, lo duende, tal y como lo concibe Fuentelapeña, no
extraño y enemígó, sino que, más bien, vuelve lo extraño natu- comparte espacio con lo súcubo o lo íncubo, eminente servidor
ral y explicable, arrebatándole su aspecto mistagógico para del diablo; tampoco lo hace con el <<energúmeno>>, o cuerpo
recluirlo en el ámbito de los <<descuidos de la naturaleza>>. Per- que encarna el mal y lo transporta haciéndose objeto de una
sigue, en suma, alcanzar una posición antisupersticiosa, depu- posesión irracional y furiosa 83 . Lo invisible comienza a quedar
rando al cristianismo de una visión de1nasiado centrada en la liberado así de lo absolutamente maléfico, y se presenta como un
presencia o huella del Mal en la tierra79 • De este modo, los reino rescatado, o, por mejor decir, un mundo salvado de la pose-
duendes familiares y caseros (llamados <<trasgos>> 80 ) serán, en sión demoníaca que fue el gran tema epbcal y la obsesión mayor
realidad, los <<trasteadores>> que buscan, en último término, la de los barrocos: la de que un principio negativo invisible (el
salud y el bienestar de los hombres defendiendo las casas -cual demonio) pudiera encarnar en lo visible; pasar a este otro
divinidades lares- de las infecciones y los ataques y asaltos. mundo de certezas demonológicas a través de la posesión 84 • Ello,
Aquí se encuentra la genealogía entonces de lo que es una sin duda, anuncia ya un cierto ocaso de Satán, un crepúsculo pos-
justificación <<amable>> para lo espectral y fantasmático, y por barroco de su presencia estructural en la cultura, en la que había
85
lo tanto invisible, que es arrancado a su destino angustioso y alcanzado un gran peso tan sólo unos decenios antes •
demonológico, y que tampoco pertenece ya a un puro <<phan-
tástico cuerpo del ayre>> Sr, sino que encarna en una sustancia
8~ Martín del Río, Ln magia demon(aca. J. Moya (ed). Madrid, Hiperión, 1991, 568.
muy real, aunque no visible, que es aquella de la que de nuevo
83 Sobre estos íncubos y'súcubos, véase F. Koning, Íncubosy súcubos. El diabloy el sexo.
se constituye el reino preternatural. Para ello, incluso ya no se
Barcelona, Plaza y Janés. 1977.
contempla la posibilidad de que ese reino destacado sea el pro- 84, T.K. Oesterreich, Posesión: demonical and otheramongprimitive races inAnliquiJy, the Middle
Ages and Modern Iímes. Nueva York, University Books, 1966; Louis Mair, <<Witch-
craft, spirit posesión and heresy», Folklore, 91, 1980 ~~8-~38, y, últimamente,
78 Sobre las que debe verse J. Álvarez Barrientos, <<Apariencia y realidad en 1a F. Fiare, La posesión. Madrid, Edad, rg88. En el espacio hispano abordó la
comedia de magia dieciochesca>>, en F. J. Blasco et alt., Ln comedia de magiay de san- cuestión Gaspar Navarro, en su Tribunal de la superstición ladina ... Véase ahora la ed.
tos. Madrid, Edicionesjúcar, 199~. de este tratado de María Jesús Zamora Calvo. Zaragoza, Universidad (en
79 Sobre la superstición, véase F. Champagne, Hamo catholicus, horno supertitimus: el discurso prensa); el tema en su conjunto ha sido revisado por J. Aparicio Maydeu,
antisupersticioso en la España de los siglos xval XVIIL Buenos Aires, Universidad, ~oo~. <<Notas sobre magia y herejía en el José de las mujeres. Calderón tienta al demo-
80 Término cuya primera utilización en castellano es de Nebrija, y que el Diccio- nio>>, Nueva Revista de Filología Hispánica, XLIII~, 1994, 587-596.
nario de Autoridades define como <<demonio casero, que de ordinario inquieta las 85 La posesión o encarnación en otros cuerpos de principios anímicos extraños
casas particularmente de noche», pues, en efecto, <<trasgo>> parece provenir sigue en la cultura hispana del <<siglo pitagórico>> una deriva que hace entrar
de <<trasgreer» («hacer travesuras»). este gran tema demonológico en la órbita particular del género satírico y cos-
81 Como dice Pedro Ciruelo, Reprovación de las supersticionesy hechicerías. Salamanca, tumbrista. Como sucede abiertamente en el texto de Antonio Enriquez, El siglo
Pedro de Castro, 1538, II4. pitagóricoy vida de don Gregario Guadaña. T. de Santos (ed.). Madrid, Cátedra, 1991.
4. EL MUNDO INVISIBLE r8g
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
r88
donde, según el dictum de Poe (<<nuestro futuro está en el aire>>),
DISQVISITIONVM todo lo feérico termina por instar'arse. Tornándose teórica-
mente en un ser ancilar y aniñado, cuyo estatuto está próximo
MAGICARVM ontológicamente al del <<daimón familiar>> del neoplato-
, 1ngresa as1' en una constelaClon
" ' favora bl e, constitu-
.
LIBRI SEX, nismo 8S·
yendo en ella lo que Giambattista Vico denominaba un <<uní-
!N TRES TOMO S PART 1 TI.
.Auffore8'v:t.I1RTINO '])SLRIO, versal fantastíco>>. Este ente refuerza una cierta vena humorística
SocietatiJ le srPresbytero· y grotesca por la que ciertas visiones del propio diablo también
·A,·nm Primus. comienzan a deslizarse, apuntando de este modo a una actitud
de burla y risa para con todo este espacio (sobre ypreternatu-
ral) que formará parte de la actitud propia de la Ilustración89 ,
preanunciada ya de algún modo en la observación de Diego
Torres Villarroel:
l"
LOV AN!l,
Zaragoza en 1637 como obra de Blasco Lanuza, Benejlciosdelglorioso Ángel de nuestra
OFFICINA GERARDI RIVH.
guarday efectos delgovierno de Dios invisible. Zaragoza, Diego Corner, 1637.
A N N O M. D. X C l ¡¡,
CVM PB.ll'lLBGIO:_'_ _ _ _ _ __ 89 Sobre risa e Ilustración véanse las consideraciones de F. Sánchez Blanco,
Europay el pensamiento español del siglo XVIII. Madrid, Alianza.I992- El «humo-
40. MARTÍN DEL Río, <<Frontispicio:>>. rismo infernal>> conoce textos significativos, a parte de los propiamente
Disquisitionum Magicarum. Lovaina, I599· quevedescos, y tiene una larga y significativa genealogía explorada en su
momento por J. Caro Baroja, <<Infierno y humorismo>>, Revistu de Dialectología
y TradicionesPopulures, 22 (rg66), 26-40 y M. Chevalier, <<¿Diablo o pobre
86
El duende, travieso habitante del aire , confirma aquí una diablo? Sobre una representación tradicional del demonio en el Siglo de
87
proyección que se extenderá en el tiempo hacia delante , en Oro>>, en Cuento tradicional, cultura, literatura. SiglosXVI-XIX. Salamanca, Univer-
sidad, 1999, 8r-86, En definitiva, el <<duende>> y el fantasma se deslizan
hacia un territorio burlesco, corno evidencia el manuscrito de la plena Ilus-
86 Sobre esta sustancia pneumática, que sirve como escenario natural, en 1a cul- tración titulado <<El duende de las Trinitarias Descalzas con las bodas de
tura clásica, a la aparición tanto de lo especialmente demonológico como de lo Carnacho>>, sacado a la luz recientemente por A. Egiclo, <<Aldonza en el
feérico, véase C. Verbeke, L'évolution de la doctrine du pneuma du stoicisme aSaint Augus- convento y Cervantes resucitado (de los desafíos teresianos a "El duende de
tin. Louvain, Université, 1945· las Trinitarias, 1784,) ", en AAVV, El Quijote en colecciones aragonesas. Zaragoza,
87 y cuyas ramificaciones y derivas en el pasado, obviamente aquí no exploramos, Universidad, 2005, 126-138.
pero que el lector podrá encontrar en el prólogo del texto de fray Juan de
rgo IMAGO. LA CULTURA VISUAL y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE rgr
Las brujas, las hechiceras, los duendes, los espiritados, y sus relacio- De otro lado, y en otra perspectiva, el capuchino Fuentela-
nes, historias y chistes, me arrullan, me entretienen y me sacan al peña trabaja por resituar al pensamiento de su Orden, ello
90
semblante una burlona risa • sucede en un momento en que los grandes constructores y
defensores del pensamiento teológiCo -los dominicos, jesuitas
Todo ello adquiriere un perfil y una autonomía propia que el
y carmelitas- están a punto de ingresar en una crisis intelectual,
tiempo irá confirmando frente a otros más inquietantes usufruc-
que difícilmente podrán salvar sin desmantelar el edificio todo
tuarios del don de la invisibilidad: el espectro y el fantasma 9\
en que basan su ciencia verbalista. Podemos decir, pues, del
aunque no siempre en el libro de Fuentelapeña se distinguen
tratado de este capuchino que abre una vía emulativa con res-
estas figuras de lo desconocido. Pero en todo momento se trata,
pecto al tratamiento que lo mágico e invisible había recibido en
notémoslo bien, de asegurar la existencia de los mismos, supe-
particular en los ambientes jesuíticos, entrenados, según se
rando así la desconfianza intelectual generada en la tradición
sabe, en aprovechar los descubrimientos de la ciencia experi-
culta hacia estas formas ambiguas de existencia (por el procedi-
mental y práctica para incluirlos en legitimaciones discursivas
miento de cambiarles la asignación de reino). Ésta es la manera,
que pudieran reforzar el orden teológico aristotélico-tomista, y
en el sentir de Fuentelapeña, de combatir un escepticismo que
que habían desembocado en una suerte de <<metafísica apli-
recorre la literatura española de la época y que le hace decir a
cada>>, o via media entre la religión y la ciencia93 •
<<Manuel>>, un personaje de la Dama duende de Lo pe de Vega:
92 Las propias pretensiones formalistas del tratado del Ente dilu-
<<No creas que hay en el mundo ni duendes nifamiliares>> •
cidado están en la línea misma que lleva a los capuchinos de la
segunda mitad del siglo XVII a entrar en competencia directa en
go Diego de Torres Villarroel, Vida, ascendencia, nacimiento, criarv,:~ aventuras. Madrid,
Castalia, 1972, 105-ro6.
gr No podemos dudar que aquí se pone en pie tambien una operación de una nómica>> de lo duende, la ratificará, a la distancia de los años, Torres y Villa-
cierta desvirtuación de la esfera de la mágica, que empieza su carrera de des- rroel, cuando en su Anatomía, y refiriéndose al episodio de los duendes de la
prestigio científico y popular que culminará en la obra de Feijoo. Véase]. man.sión de la Condesa de Arcos, oculta la localización de la casa escribiendo:
Caro Baraja, «El P. Feijoo y la crisis de la magia y de la astrología en el siglo <<No nombro la casa por que no pierda el dueño sus alquileres>> (Diego Torres
XVIII>>, en Vidas ffi(¡gicas e Inquisición. Madrid, Alianza, 1989. Y, también, F. Bar- Villarroel, Anatomía de todo lo visibley lo invisible ... , 203-204). No cabe duda, el
bano (ed.), L'Autunno del díavolo. Milán, Bompiani, rggo. duende, criatura inmaterial, interviene de manera activa en la patrimonializa-
92 La existencia del duende y la proliferación de los mismos invade lo real social y ción urbana altomoderna, como así confirma otro testimonio textual, el librito
llega a intervenir en los procesos de venta y alquiler de casas, como se constata de Francisco de la Cruz, Síguese un gracioso cuento que sucedió en la villa de Madrid a un caba-
en una observación costumbrista en los preliminares del Ente: <<Los juriscon- llero que sefue a la ciudad de Valladolid con la Corle. Es de mucha curiosidad; trata de cómo en una
sultos están fijos en esto, de donde se ha experimentado que las casas que pade- caso princiJ!(ll de dicha villa andaba un duende que maltrataba a todos los criados, porque se iban a
cen estos inconvenientes [habitados por trasgos] se desalquilan jurídicamente Va/ladolid,y de cómo se apareció al wballero en hábito defi'aíle. Murcia, s.i., r6or.
siempre a favor de los inquilinos (Juan de Fuentelapeña, El ente dilucidado ... , 93 R. Feldhay, <<Knowledge and Salvation inJesuit Culture>>, Science in Gonte.:d, I
<<Aprobación>>). Y, como, también, mas tarde, queda reafirmado en el tra- (1987), 195-213. En particular, sobre el jesuita Athanasius Kirchery la integración
tado: <<Porque estando en concepto de que los dichos [duendes] son animales, ciencia y religión que realiza, véase M. Gorman, «Between the Demonic and the
y no diablos o cosas de la otra vida no se desacreditarán tanto las casas que los Miraculous: Athanasius Kircher and the Baroque Culture of Machines>>, en
tienen, pues sin comparación causará mayor descredito a la casa el concebir que hltp,//WIV\v.standford.edulgroup/shVEyes/machines. De modo más general puede
anda en ella un demonio, o una cosa de la otra vida, que el concebir anda en consultarse J. O'Malley (ed.), The Jesuits: cultures, Sciences and the Arts. 1540-1773·
ella un anim.alejo, que aunque invisible no hace daño». Esta dimensión <<eco- Toronto, University. 1999, y, también, E. Trebulse, Gienciay religión en el siglo XVII ..
rg~ !MAGO. LA CULTURA VISUAL y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE
I93
el espacio universitario con las órdenes siempre más nutridas redunda en un rearme ideológico del franciscanismo, en par-
de sus más directos rivales, en una suerte de resurgimiento de ticular aquél, hasta entonces soterrado, de la Orden Tercera9 6 •
la dialéctica de enfrentamiento entre tendencias escolásticas Al tiempo, JUan de Fuentelapeña, en este caso también obe-
que cobraron virulencia en otros días 94 • Corresponde pues diente al espíritu de una Orden tan Caracterizada como aquella
97
con la obra de toda una promoción de capuchinos que, cons- en la que milita , manifiesta una aproximación al espíritu de
cientes de la crisis que ataca el fundamento de la religiosidad y apertura al mundo de lo invisible que tiene una conexión con la
la ortodoxia tradicional, están intentando dar una batall-a apo- teoría de las escalas del ser y los sefirots lulianos, entrando, aun-
logética por la propia Orden, como entre todos destaca de que sea tangencialmente en la esfera de un cierto pensamiento
''98E
h ermet1co r
nuevo ese Martín de Torrecilla en suApologema, espejoy excelencias . n erecto, capuchinos coetáneos de Fuentelapeña,
de la seráfica religión de menores Capuchinos, purificados en el crisol de la ver- como Luis de Flandes, Marcos de Tronchón y Rafael de Torre-
dad de las escorias de la contradicción 95 • En su diseño visionario, el blanca entraron en estas selvas del lulismo, siendo explícita-
capuchino Fuentelapeña cree haber vislumbrado un mundo, mente condenados Úgual que lo fue Fuentelá.peña) por Feijoo99.
un continente -lo preternatural- inexplorado, al que se apres- Mucho más lábil que otros pensadores para descubrir lo
tará a definir y formular en categorías scotistas, y ello, sin duda, maravilloso natural, lo extemporáneo, lo que, sin duda, aso m_
bra y sorprende reclamando la atención -<<Discurso único y
91 Ello en todos los planos y disciplinas del saber donde desarrollan su activi-
dad, como ejemplifica la famosa gramática del también capuchino Agustín g6 La anécdota de que los propios capuchinos hubieran reaccionado tratando de
Zamora. destruir los ejemplares del Ente dilucidado, bien podría resultar falsa 0 exage-
95 Madrid, Viuda de Antonio Román, I70L Véase también con este mismo tono r~da. La única referencia de la misma se encuentra en el catálogo bibliográ-
apologético su Reglu de la Orden Tercera elucidada. Madrid, Maleo de la Bastida, fico de Palau (entrada 95.362), pero se ofrece sin mencionar fuente 0 evi-
1672. Esta actividad de los escritores para mantener el prestigio intelectual de dencia de su realidad.
los capuchinos cuaja en una nota de 1706 donde se constata que <<es no poco 97 Se equivocaba, entonces, el bibliófilo Salvá, cuando sitUa a Juan de Fuentela-
ponderable que a más de sesenta años que de esta sola Provincia de Castilla [de peña a contracorriente o en oposición a las estrategias discursivas de su propia
la que fue provincial Fuentelapeña] jamás han faltado dos o tres que estén Orden: <<Parece imposible --escribe Salvá- el que un padre capuchino sea el
escribiendo e imprimiendo>> (Epítome historial de la conqui;ta espiritual del imperio A(rys- autor de esta obra llena de los absurdos más monstruosos, de las vulgaridades
sinio en Etioj1ía la Alta jwr los misioneros capuchinos. Madrid, r7o6. Cito por T. Estéba- má~ ~ecias, y hasta de las indecencias más soeces>> (P. Salvá y Mallén, Catálogo de
nez de Gusendos, <<Antonio de .F'uentelapeña, un curioso escritor capuchino la btblwteca de Salvá. Barcelona, Suñol, 1963, 85).
del siglo xvn>>, Collectdnea .Franci.>cana, 55/3-4, -1985-, 255-287). En todo g8 Nutriéndose evidentemente de fuentes neoplatónicas en las que previamente
caso, la obra de Fuentclapeña, lo mismo que el resto de otros tratados de dis- se había ya desarrollado la teoría de la existencia de estos <<daímones>> (Véase
tintas materias, constituyen un testimonio más del intento capuchino -y, en D · Wall.er, Spiritual rmd Demonic Magic.from Ficino to Cumpanella. Londres, U niversity,
general, franciscano- para la fundación de una escuela filosófica nutrida por 1958), pero sin que en ello se lleguen a cumplir para el caso del duende las
la teología del <<Doctor Seráfico>>, San Buenaventura; algo que precisamente propias cualidades de estos seres teóricos, cuya principal característica, que
por aquellos mismos años del Seiscientos se resumía en la publicación de tra- Fue~t~lapeña no utiliza, es la de que rompen las categorías ontológicas y cos-
tados como el del Cursus Philosophici ad mentem Sancti Bonaventurae SeraphiciDoctoris mologLcas, desplazándose de un modo vertical y llegando entonces a conectar
(Lyon, r677), de Barbieri da Castelvetro. Sobre este importante capuchino lo alto con lo bajo.
coetáneo de Fuentelapeña, véase A. Maggioli; P. Maranesi, Bartolomeo Barbieri da 99 Para la critica de Feijoo a Fuentelapeña, véase jerónimo Fcijoo, «Duendes y
Castelvelro. Un cappucino alla scuola di San Bonaventura. Roma, Istituto Storico dei espíritus familiares>>, en Teatro cr·flica Universal. TU. Madrid, Francisco del Hie-
Cappuccini, 1998. rro, Disc. 1°, 1729.
194 IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. El MUNDO INVISIBLE 1 95
novísimo>>, podemos leer en el frontispicio de la obra-100 , la posición doctrinal de una Ord~n, con todo muy singular y
Fuentelapeña se nos revela así, lejos de componer la figura de que, desde luego, adquiere y conquista una significativa presen-
un agente inconsciente y marginado del campo del saber, como cia en estos finales del siglo XVII.
un hombre en el centro mismo de los procesos intelectuales llevado por el afán de fortificar la supuesta capacidad divina
que se viven en el interior de una cosmovisión en crisis termi- para generar mundos incomprensibles y someter al hombre a
nal, y comparece también dotado de una sistemática del cono- un proceso de admiración por su trabajo, el cual, de otro lado,
cimiento -el tomismo escolástico-, bien que éste en su tiempo comenzaba a pensarse como uniformemente mecanizado por
daba muestras de una total paralización, según observación de las leyes de la teoría física moderna, Fuentelapeña orienta su
Baltasar Gracián ya a mitad de siglo XVII: tratado en esta dirección explícita, la de:
Mira, los más de éstos [escolásticos] ya no hacen otro que trasladar y Dar a los ingenios motivos nuevos de admirar el inescrutable
volver a repetir lo que ya estaba dicho. Tienen bravo cacoetes de poder divino en el nuevo género de criaturas que, sacadas a la luz
estampar y es muy poco lo que añaden de nuevo; poco o nada de lo oscuro de su invisibilidad, hacen brWar y campear más la
inventanro
1
Soberana mano 104 •
Rompiendo al parecer esta dinámica, o intentando salir de <<Soberana mano>> ... que, en efecto, al decir del predicador
su cierre categorial y hermenéutico, podemos suponer en estos Antonio Vieira, actúa bajo <<altos e incomprensíveis razOes>>,
capuchinos finiseculares una especial dedicación hacia áreas manifestando en todo momento, frente a los representantes de
brumosas o poco configuradas del saber de su tiempo ~. Si
10
la razón cartesiana, <<qu&o profundo e o abismo dos seus juí-
Fuentelapeña se ocupa de lo espectral, unos años más adelante . 'f'rcand o tamb ién la centralidad del prodigio en el
zos>>w5 , y JUSti
103
otro capuchino construye un tratado sobre sueños y delirios , plan divino, según un aserto que leemos en el prólogo: <<En fin
afianzando así sobre las bases de nuevos territorios especulativos nada sale a la luz monstruoso, que no sea una luz de aquella altí-
106
sima Providencia>> Se trata pues de una ampliación del marco
mismo de lo real existente. La reapertura de un archivo, en
roo Algún otro capuchino incursionó también en el dominio de lo espectral y fan- buena medida ya clausurado desde los tiempos en que Paracelso
tasmático, pero desprovisto del aparataje de la ciencia tomista, que si tenía lo había ensanchado de modo espectacular 107 , fascina al capu-
Fuentelapeña, y muy avanzados ya los tiempos de una nueva ilustración incurrió
chino, consciente de los efectos sobre la atención pública que
en el descrédito y en la burla, ello en el seno de la sociedad carlotercista hispana.
Como el padre Francisco de los Arcos, en sus Conversaciones instructivas entre el Padre
puede y debe tener cualquier suplemento que pueda ser añadido
frcg Berta/do, capuchino, y don Terencio, en las cuales se tratan varia~ m¡y diversos asuntos, los qua-
les pueden servir de recreay de instrucción a quantos lryeren. (Pamplona, s. i., 1786).
101 Baltasar Gracián, El Criticón. Santos Alonso (ed.). Madrid, Cátedra.1993, 72I.
102 Lo que podríamos denomínar el <<pensamiento capuchino>> del siglo XVII se sitúa 104 Fray Juan de Fuentelapeña, <<Prólogo>>, El ente dilucidado ...
así en un área fronteriza y periférica, donde encuentra un campo de actuación que 105 Sermao de Son Antonio aos peixes. Cit. por C. Jorge, <<A razáo da naturaleza e a
ha sido evaluado a otros propósitos por E. Tiryakian (ed.), On theMm;gin ofthe Visible. naturaleza da raziio>>, Diana CEvora), 1-2 (2001), ro8.
Sociolagy ~fthe Esotericandthe Occult. Nueva York, John Wiley and Soons, 1974. ro6 Fray Juan de Fuentelapeña, <<Prólogo>>, El ente dilucidado ...
103 El tratado de fray Carlos de Tarancón -Apuntaciones o Compendio ascético-mística-, 107 Paracel~o, Libra de las ninfos. Barcelona, Edad, 1991. La editio princeps es de 1566 y
bajo seudónimo, se conserva en la Biblioteca Pública de Zamora, su subtJtulo: Et de caeteris spiritibus.
rg6 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE 197
XVII. Barcelona, Labor, 1979, 395· nical Philosophy», History ofScience, 21 (1983), 297-333.
198 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE 199
Eso aísla en una órbita enteramente hispánica el tratado de doxógrafo hispano de gran éxito a n:tediados del siglo xvu, Fray
una particular paradoxografía de Fuentelapeña; <<questión hispá- Pedro Alva y Astorga, que en r65r puhlica su magna Prod(gium natu-
nica>> más bien, vinculada entonces a la insobornable identidad raen6. Texto donde, desde luego, al igual que en la obra de Fuente-
de un paradigma hispano de pensamiento intervenido total- lapeña, habita la misma intención de referir el <<portento>> a una
mente por la metafísica y la dialéctica de la Escuela, el cual, a órbita de la Gracia divina actuando en el mundo natural.
fines del XVII, conoce ya su incuestionable derrota, arrastrando
con ella a todo un Imperio que se había construido bajo sus
parámetrosn3 • Es aquí donde debemos inscribir la auténtica
genealogía del pensamierito del capuchino, que querrá emular
con su tratado sobre el ente una obra monumental que había
pautado el desarrollo todo de la cuestión mágica y la interven-
ción demónica, desde que su autor, Martín del Río, la había
dado a conocer en la apertura misma del período barrOco, en
I599: la Disquisitionum Magicarumn 4 •
El modelo axiomático tomista utilizado por Martín del Río es
adoptado por Fuentelapeña 70 años después, en otro ciclo del
pensamiento occidental-pero dentro de la misma esfera inmóvil
o sistemática de conocimiento fosilizado de la escuela neoaristoté-
lica y neotomista-. En este caso, el capuchino se da para sí el
mismo objetivo que había tenido el jesuita Del Rio, cuando
expresaba que con aquel tratado suyo quería probar existencias
inverificables, y ello <<en contra de aquellos filósofos por demás
carnales, que nada creen sino lo que ven>>n 5• Si la pregunta de Del
Río era ¿cómo puede el demonio hacerse visible, si es incorpó-
reo?, la empresa esencial en Fuentelapeña será cómo dar un esta-
tuto natural a lo invisible, sacándolo así del oscuro dominio de-
PEDRO fuvA Y
monológico donde la tradición lo había recluido. Pero más allá de AsTORGA,
Del Río, la filiación del Ente es más clara todavía con la de un para- <<Serfín
humanado>>.
Naturae prodigium
gratiae portentum.
II3 Han vuelto recientemente a la cuestión F. Pérez Herranz y J. M. Santacreu
Madrid, r651.
Solar, <<La cuestión de España a las puertas del siglo xxr>>, enAna/es de Historia
Contemporánea, I6 (QOOO), I73-I97·
114 Martín Del Río, Disquisitionum Magicarum. Lovaina, Gerardi Rivii, I599· Hay tra-
ducción parcial en edición deJ. Moya, La magia demoniaca. n6 Pedro Alva y Astorga, Naturae prodigium. Graliae portentum. Madrid, Julüin de Pare-
II5 Martín Del Río, La magia demoniaca ... ,Iggr, 4·4L des, 1651.
200 !MAGO. LA CllLTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE ,;:oi
bién evidente que tiene que dotar a su intuición de una maqui- Sorbonne, 1996, ~87-303.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE
El tratado de Juan de Fuentelapeña desarrolla pues esta teo- de Dios invisible>> (Blasco Lanuza), así como facultades inimagi-
ría de una naturaleza profundamente anómala y relativista e nables de un Deus absconditus, que cifrá sus designios precisamente
insólita que no se respeta a sí misma, que se deforma y enmas- en las criaturas más extraordinarias que salen de sus manos.
cara haciendo imposible descubrir el designio verdadero que la Entonces, vemos que lo que aquí hace emergencia es, en
conforma. Cuestión esta que, debemos pensar, imantó el tra- realidad, la figura mayor del secreto, sicológicamente asociado a
bajo especulativo de muchos naturalistas no experimentales his- la esfera de la ·invisibilidad y a los juegos que se establecen en
panos, como Rivilla Bonet que produce, en 1695, sus Desvíos de torno a su posible desvelación, lo que ya había generado en el
la naturalezan 9 • Naturaleza entonces que, velándose tan descon- renacimiento tratados como el Oculta naturae miracula de Levinus
certadamente, templa aúri. más el ánimo escéptico de los pirro- Mennius. Ya dentro de este mismo campo, el tratado de Fuen-
nistas cristianos, de aquellos que apuestan por una incognosci- telapeña conecta con uno de los géneros que de modo subte-
120
bilidad final del Todo • La verdad, razonable y material, a cuya rráneo alimentan la estructura de conocimiento hispana: los
búsqueda y encuentro Nicolás Malebranche dedica, precisa- libros de secretos de la naturalezar«r. Libros que habían conocido su
mente en 1674, su obra Recherche de la verité, simplemente no mejor momento en la segunda mitad·del siglo XVI, pero que,
existe para el capuchino, y tampoco lo hace para quienes con- en efecto, se siguen publicando hasta al menos la segunda mitad
forman su espacio de recepción, o se considera en todo caso del XVII, y que encuentran en el Ente dilucidado su postrer eco, su
que su luz es mucho menor que las propias sombras que rodean documento epigonal; ello justo antes de que se produzca la
la Creación, agrandando su misterio de día en día. sentencia conclusiva que Feijoo lanzara contra los mismos:
Aquí, entonces, antes que una teoría, una poética de lo natural <<Entre todos los libros de títulos mentirosos, sobresalen aque-
se pone en pie dotada de una inventio ilimitada. Se entiende así llos que se llaman libros de secretos de la naturaleza>> 1«2 •
que la physis (y la mano que la gobierna de manera providencial) Secretos, causas ocultas de la naturaleza que producen, fi-
se comporta conceptuosamente, mientras realiza tropos y esfuer- nalmente, el prodigio, el monstruo; éste -supuesto que la excep-
zos de su ingenio que cuajan finalmente en <<primores>>; primo- ción es el horizonte de Fuentelapeña- aparece pues como la
res de la naturaleza. Como entre todos se sitúan también (y éstos configuración en que lo espectral de la naturaleza se va a solidi-
son centrales) los de las fuerzas ocultas que determinan los movi- ficar. Con su ser anómalo supone la evidencia palmaria de que
mientos, y que confluyen en este punto con las conceptualizacio- se ha producido una decisiva ruptura de las leyes naturales,
nes de todo tipo, desde las científico-experimentales hasta las situándose en el espacio <<exterior>> de lo preternaturaP'< 3 . Pero
experimentales-metafísicas de Athanasius Kircher sobre el mag- más que de una ruptura (que en cierto modo pondría en un
netismo, y que son acogidas y desarrolladas en el Ente. Invisibili-
dad, magnetismo, se convierten también en símbolos y emana- 12I Libros estudiados en el contexto europeo de la época por W. Eamon, Science aml
ciones misteriosas de una potencia divina, <<efectos del gobierno secrets o.fNature: Books of Sccrets in Medieval and EorJy Modern Euro pe. Princenton, U ni-
versity, 1994. En este mismo género se sitúa una de las fuentes del capuchino,
la obra de Jerónimo Cortés, Libro de P/:9•sionomía natura/y varios secretos de la naturaleza.
1 rg José Rivilla y Bonet, Desvíos de la naturaleza. O tratado de el or(gen de los momtruos. Lima, Alcalá de Henares, Juan Gracia, 1597.
Imprenta Real, r6g5. I22 Jerónimo de Feijoo, <<Duendes y espíritus familiares>> ...
120 Véase sobre este tema del escepticismo hispano, F. R. de la Flor, <<Prólogo>>, 123 Espacio de lo monstruoso explorado recientemente por E. Del Río Parra, Una
Barroco. Representación e ideología en el mundo hispánico... era de monstruos. Representaciones de lo d~forme en el Siglo de Oro español. . .
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 4. EL MUNDO INVISIBLE
aprieto la providencia matemática y regular de Dios), de lo que riológico, este mundo secreto y oscuro e invisible (porque Dios
se trata, en realidad, es de una ampliación fantástica del mun- así lo trazó, determinándolo); sólo la: noticia perdida y fabulosa
do, del universo mismo, que termina por acoger, así pues, no puede en realidad dar cuenta de una existencia <<prodigiosa>>,
sólo lo conocido, sino todas las posibilidades en que eso cono- la cual se niega a manifestarse cuando. se la convoca o cuando se
cido puede trans1nutarse; entre ellas, notablemente se sitúa la intenta analizarla. Así, la posibilidad única de acceso a su ver-
capacidad de ciertos cuerpos de no ser percibidos. La corpora- dad estriba no precisamente en la fuerza de los ojos o del tacto
lidad, o bien invisible o bien anómala, imanta y polariza la y de sus prótesis para experimentar lo que está fuera de tal
atención del capuchino y, en realidad, todo su tratado orbita alcance, sino en la capacidad del cerebro por deducirla de la
sobre el gran emblema barroco del cuerpo, sede y espacio de la propia potencia de lo divino, que con esta creación (podríamos
maravilla y la excepción124 • decir, mas allá de la creación) manifiesta todo el esplendor de su
Al cabo, esta maniobra poético-teológica preserva a la divi- fecunda inventiva.
nidad de la suposición humana de poder ser comprendida en Verdaderamente, en este proceder heurístico y hermenéu-
su designio, mientras opera, también, en la línea que había ya tico, es la propia capacidad del acto físico del <<ver>> la que
realizado una sofisticada tratadística -contrarreformista. Es queda derogada, contrastando tales procedimientos con aquel
decir: provocando una cierta desautorización de la fenomeno- aserto sobre el que Francis Bacon fundó su ciencia:
logía y de la confianza en los sentidos humanos (y subsidiaria- 6
No admito nada salvo que esté basado en la fe de los ojosr'-' ,
mente de toda experimentación científicaY;: 5 • Lejos de pensar
en la necesidad de las prótesis instrumentales con cuyo auxilio En orden a ello, la poética divina sólo puede ser comprendida
valioso pronto la ciencia descubriría el mundo microscópico y desde los artificios dialécticos y lógicos ensayados por la única
los espacios siderales, Fuentelapeña prefiere suponer que lo filosofía autorizada para abordar lo divino: la escolástica, que se
experimentado no alcanzará nunca el despliegue potencial de la muestra como un sistema y como una verdadera philosophia peren-
creación (que puede en último extremo manifestarse creando nis (filosofía perenne). Siguiendo este aserto, el Ente se descom-
lo que no tiene masa), y que los sentidos permanecerán enmu- pone en una estrategia dialéctica sin exterioridad, sin referente;
decides ante la potencia incuestionable de todo aquello que se es decir, sujeta sólo a su propio movimiento de proposición o
sitúa, y para siempre, más allá de ellos mismos. quaestio, que va a ser desmenuzada en sus componentes hasta
Sólo la conjetura, cerniéndose sobre la suposición de la venir a dar con los enunciados lógicos finales, resultado de las
<<causa oculta>>, alumbra en un fogonazo, iluminativo y sote- pruebas y contrapruebas con que logra su autolegitimación.
127
Este vasto movimiento de una casuística ortodoxa , hereda-
do de las summulas y quaestiones quodlibetales, se organiza pues en una
124 C. Mazzio; D. Hillman (eds.), TheBocjyinparts .. rejilla estructural por donde se filtran las proposiciones a decli-
125 Se trata de penetrar en los dominios indücernibles y misteriosos de una nar, que se componen de: cuestión; sección; duda; dificultad;
«física oculta>>, que se pondrá de moda explorar precisamente a fines del siglo
XVII, y que alcanza su monumento en la obra ele Pierre Vallemont, Lo Pl]ysique
Occulte ... Ello se sitúa en la genealogía de lo que ha podido ser definido como
una suerte de <<encuentro con la sombra>> (E. Jung, Encuentro con la sombra. Bar- 126 Francis Bacon, Logran restauración. Madrjd, Alianza, 1985, 30.
celona, K_airós, 1993). 127 Véase A. Fernández Cano, <<La casuística: un ensayo histórjco-metodológico ... ».
~06 IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO t.. EL MUNDO INVISIBLE
128
subsecdón; objeción; ins- había producido ya en 1645 su Ars magna lucis et umbrae y Gaspar
tancia; subcuestión; res- Schott había publicado su enciclopédica Magia universalil 29 y pro-
puesta. A su vez, cada uno de ducido después, en 1662, su PQysica curiosa 130 ; textos que, final-
estos puntos dialécticos se mente, por las fechas en que Fuentelapeña escribe, se convier-
abre a su propio campo pro- ten en las lecturas privilegiadas de los hombres de saber
cesual, como en el caso de la . I3I
h 1spanos .
secc1on primera descom- Cabe también decir por último que el tratado de Fuentela-
puesta en la siguiente serie peña instala su especulación preferentemente en el dominio
par de <<pasos dialécticos>>: puramente pneumático'32 ; haciendo de la transparencia del medio
Objeto/Pruebo. Es, por tan- aéreo, en realidad, un loca fleta o escenario para la emergencia de
to, muy notable en este tra- lo paranatural r33 , que muy pronto recibirá una acuñación nueva
tado la ausencia absoluta de desarrollándose en él los fenómenos de la videncia y de evoca-
toda referencia a un instru- ción de lo transnatural típicos del siglo XVIII 134 , desarrollándose
mental, en particular a las en la forma de una aeromancia. Entonces, el medio ambiente que la
<<máquinas de visión>>, que obra atraviesa es el más barroco de los elementos: El aire, que el
por aquel entonces se lanza- Barroco canonizará como medio mágico por excelencia y espa-
han a explorar los límites de cio para la maravilla135 , siguiendo en ello fielmente el descubri-
lo visible. Y es así mismo miento aristotélico de este aither, y que aquí, en Fuentelapeña,
paradigmático de la concep- acaba por ser también un dominio genésico; pues, en efecto,
ción de tal proyecto herme-
néutico el modo en que en
128 Athanasius Kircher, Ars magna lucis et umbrae. Roma, Ludovici Grigniani. 1646.
él se evita todo referente pre-
129 Gaspru· Schott, Magia universalesNaturae etArtis. Wurzburg, Josbt Hertz, 1657-165g.
ciso, anulándose toda estra- 130 Gaspar Schott, PJ:rysica curiosa. Siue mimbiliaNaturae etArtis. Würtzburg, Josbt Hcrt:;o;,
tegia de acercamiento expe- r662.
rimental al objeto. I3l Véase esta relación con los mundo hispánicos, en este caso los transatlánticos,
En efecto, Fuentelapeña en I. Osario Romero, La luz imaginada. Epistolario de Atanasia Kircher, México,
UNAM, l993·
penetra en este su dominio y
132 Entendida esta pncumatologia también, no sólo como ámbito físico, sino domi-
campo de saber, desdeñando nio teñido de una presencia <<espiritual>>: <<Le pneuma fait done fOnction d'un
completamente la ciencia de écran sur lequel on peut projeter des images>> ( G. Verbeke, L'Evolulion de le doctrina
la óptica, de cuyos resultados du Jmeuma du stoicisme aSaintAugustin. Louvain, Université, 19,.1_,5, 87).
se estaban apropiando por 133 Para su papel en el imaginario, G. Bachelard, L'Air elles wnges. Essui sur l'ímagination
du mouvement. París, .José Corti, 1943.
entonces, para la efectiva
134 Véase N. Edelman, Histoire de la V12Jance etdu paranormel. París, Seuil, 2005.
moralización de un cierto 135 Sobre este elemento véase la reciente compilación de estudios de J. P. Elienvre
ATHANASIUS Kmcmm, <<Autorretrato
mundo espectral, los propios con instrumentos ópticos>> (detalle). (ed.), Les quatre éléments dans les littératures d'Espagne (XVI-XVII si€cles). París, Presses
jesuitas. Athanasius K..ircher Ilinemrium extaticum. Roma, r656. Universitaires París-Sorbonne, 2004.
~os IMAGO, LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
para el teórico lo duende se engendra <<de la corrupción de los 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO
vapores gruesos>>. Ello ha hecho especialmente famoso a Fuen-
telapeña, en función de que sus especulaciones abarcan y cir-
cunscriben en todo momento el dominio sobre lo duende del
vuelo y la capacidad que aquél presenta de surcar el medio más
transparente e inmateriaP 36 , llegando aquí a intuir el teórico Yo casi llamaría a este período la <~época emblemática>->
escolástico una serie de complejidades de la física de la penetra- WALTER BENJAMIN, El origen del drama barroco alemán
atiende a una formación pura y desinteresada del hombre alto- de un super yo moral, regido por la.cultura y las bellas formas,
moderno, de aquel perdido sujeto imperial hispano, porque es escandido en reglas precisas de comportamiento en el núcleo
en este punto donde el analista se hace inconsciente de la moral cortesano, y orientado por exemplay «aplicaciones>>, en lo que
dúplice que después de todo pensamos sustenta al género. es una fuerte implicación emocional y persuasiva vinculada al
El alegoris1no preciosista proyecta estas figuraciones emble- discurso propedéutico que se ampara bajo la fórmula <<de regi-
máticas de carácter ejemplar en el centro de lo que ya constituye mene principium>>. Todo ello inscribe al género definitiva-
una civilización de élites, pero no nos encontramos en el domi- mente en lo que es una suerte de <<cultura confesional>>, que
nio de un universo <<espiritual>> y un poco gratuito o ajeno a las ofrece aquí su aspecto seductor y brillante (al tiempo que tra-
materialidades, exclusivamente. Lo decorativo, lo ingenioso, lo baja la apariencia de un código cerrado, saturando de resonancias
caprichoso y errátil, y, en fin, también lo metafórico, <<alma>> un espacio concreto que se autoalimenta a sí mismo), pues uti-
de lo emblemático, es, finalmente, ideológico, llegando por esta vía liza toda la capacidad persuasiva de la retórica del ingenio.
a expresar valores e intereses de clase. Puede que el Humanismo La discursividad de este género está orientada a inmediatos
de la Edad Moderna y sus mismas máquinas legitimatorias en su 6
y muy reales intereses ideológicos , qúe no siempre se hacen
conjunto sean o parezcan un -:::<jardín>>, pero, como ha subra- evidentes para los analistas, pero que, al cabo, integran el cora-
yado Tristan Todorov3 , si lo es, es, desde luego, impe¡fecto, y su zón mismo de una lectura monárquico-absolutista y confesio-
vertebración moral, que los analistas dan siempre por segura y nal del mundo, que fue la que mantuvo el proyecto de estado
firme, en realidad hace crisis desde su nacimiento mismo, según hegemónico a lo largo de la Edad Moderna vivida en la totali-
apuntaron sus críticos y disidentes de entonces. dad imperial hispana, por lo menos hasta el cambio de imagi-
En este contexto, la literatura emblemática hispana sumi- nario social promovido por una titubeante Ilustración. En
nistra, en efecto, una <<simbólica del poder>>, legitimando con realidad, en éste y en otros aspectos, la española fue una <<in-
sus <<figuras morales>> el uso de ese podeé, de cualquier poder, suficiente Ilustración>> 7 , la cual, si bien pudo acabar -años se-
incluido, naturalmente, el que se genera en el conocimiento y tenta y ochenta del Seiscientos- con el género de los emble-
en el uso agudo del intelecto. Ello ayuda decisivamente a confi- mas, borrándolo prácticamente a fin de siglo de la faz de lo
gurar en su tiempo la <<filosofía del cortesano>> 5 . Se trata, pues, público y de la circulación discursiva, es evidente que no pudo
de una literatura de franca intencionalidad sicagógica, es decir, desenmascarar por completo el sustrato sobre el que ciertamente
enfocada hacia la dirección y construcción de una conciencia,
la cultura mitopoética del Antiguo Régime.n se había cons- como que no los había divinos). De .modo que aquella emble-
truido. Simplemente entonces procedió a abandonarlo defini- rnática acude al auxilio y refuerzo de una teopolítica que debe-
tivamente, con lo cual la característica más notable del género ría encontrar una explicación al hecho de que la Providencia
es la de su misma finitud, vinculada a una ideología de raíz geo- nüsma estaba abandonando ostensiblemente a la política y causa
política encapsulada en un período muy determinado de la his- de cuño hispano cristiano que ella misma promovía.
toria y activo en una geografía también muy concreta, cual es la Aquí hace qUiebra una cierta línea analítica de carácter triun-
de aquella misma totalidad imperial hispana. falista que ha concedido a la emblemática española el beneficio
Se trata, claro está, de un pensamiento, éste que habita el de pensarla como constitutiva de una visión del mundo cohe-
corpus emblemático hispano, dogmático en puntos de teologia, rente y monolítica. Una máquina semiológica que, al igual que
e intransigente, estamental y jerárquico en lo que se refiere a lo la bélica, pudiera haber actuado de una manera imperial. Y, sin
político. En esta última interesante cuestión (no siempre abor- embargo, podemos con razón empezar a considerar justamente
dada en los análisis de la emblemática), podemos empezar a lo contrario. La pretensión de crear una interpretación estabi-
considerar la producción icónico-lingüística como el discurso lizada, la de <<leer el mundo>> como uñ sistema de referencias
legitimador para lo que se conoce como una singular política tranquilizadoras, puede darse pronto como fracasada. La <<lec-
8
<<propia>> de la monarquía cristiana hispánica, atenta sobre tura moral>> del mundo que promueve la emblemática española
todo a resolver en la esfera de la conciencia las aporías y escrú- se revela profundamente insegura (cuando no sometida a con-
pulos a que sin duda fue conduciendo la aparición en escena de tradicciones internas insuperables). El ingenio pronto se agota
una inevitable necesidad de gestión <<al modo maquiavélico>> de en su discurrir por entre invenciones caprichosas que pudieran
la cuestión pública. Estado aquél particularmente necesitado terminar concediendo al sujeto alguna seguridad en su obrar,
de una potente formación discursiva que como la de la emble- ello en medio de un espacio atravesado por la política, y cuya
mática atendiera también a lo novedoso, satisfaciendo, con la naturaleza material obstinadamente se deja al margen, sin pre-
novedad y el artificio, la curiosidad. guntarse por su verdad intrínseca. Ese mismo ingenio no puede
La emblemática, como, en general, la producción textual ba- ofrecerse a sí mismo un teatro seguro con una arquitectura sis-
rroca, se instala en el seno de la cesura que se produce entre esa temática, pues, en numerosos puntos, aquél revela a los críticos
dirección maquiavélica que siguen los hechos en que se embarca sus propias fallas y limitaciones.
la dirección de la política de Estado, y la preeminente interpre- Por un lado, ciertamente, el pensamiento emblemático no
tación <<providencialista>> a que se obligan los discursos (gracia- puede construir un sistema de conocimiento autónomo, un
namente, se debería actuar con medios humanos, haciendo mundo cerrado y lógico (arquitectura do por una lógica simbólica).
Al contrario, en su interior lo construido por el ingenio revela
su cualidad versatil, su naturaleza caprichosa, contradictoria y,
8 Para el concepto de «política propia>>, véase el análisis de P. Fernández a menudo, incoherente y anfibológica para lo que so~ sus pro-
Albaladejo, «El pensamiento político: perfil de una 'política propia'>>, en
pios postulados y, sobre todo, resulta inhábil para una acción
J. Alcalá-Zamora; E. Bclenguer, Calderóny la España del Barroco, I. Madrid, Cen-
tro de Estudios Políticos y Constitucionales/Sociedad Estatal España Nuevo integrada y coherente en el mundo. De este modo, sólo puede
Milenio, 2001, 675-692. Y ahora también su Mataia de España. Culturu e identidad crear figuraciones aisladas, fulguraciones, vislumbres, que no se
en /u Españu Moderna. Madrid, Marcial Pons, 2007. pueden organizar en cadena lógica, y a los que, en absoluto, se
2I4 lMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO 2I5
puede taxonomizar o imponer una mínima jerarquía, una pro- rea. Ello provoca la final y definitiva fractura de la comunidad
cedencia genealógica o, en definitiva, un mero orden concep- postulada entre el lenguaje poético Yel descriptivo y científico ro,
tual. Cosa que, por otro lado, es notable y se deja ver en las y deja huérfanas de legitimación a las lecturas mitopoéticas que
colecciones o corpus emblemáticos, los cuales, desde luego, no no contengan o cuya base no se encuentre fundamentada en un
podrían ser sometidos a la ley de la contradicción interna, ni correlato objetivo:
sus contenidos se dejan ser indexados en un pensamiento total
La mente puede arriesgarse a figurar una historia metafísica a partir
y coherente con sus propios postulados.
de las criaturas y a partir de las escrituras. pero necesita aprender la
Y, sin embargo, una limitación ciertamente más grave afecta
función figurante, gracias a la cual elaborará la función alegórica y
pronto al género, y es percibida por sus más agudos críticos. Me
será dejándose invadir por lo sensible ... como podrá construir el
refiero ahora a su determinación elitista, a la naturaleza misma
sentido figurado de lo escrito u.
de su comunicación y difusión severamente restringida, pese a
todos los esfuerzos democratizado res y a lo que es su utilización Allí, en una suerte de exterioridad solitaria a la que termina
interesada en el seno de los grandes ceremoniales de masas, por ser condenado el lenguaje de los símbolos, éste permanece
aspecto este del que tempranamente dio cuenta José Antonio obstinadamente reivindicando el ingenio fantástico del hom-
9
Maravall • Ello corroe, aunque lo haga de modo inadvertido bre, en tanto casi que primitivo animal _rymbolicum o, en todo
para los autores, el prestigio del género, en una época en que la caso, como hamo rethoricus (por encima del cual no parece haber
claridad analítica empieza a abrirse paso desde el campo seguro pasado el viento fuerte de la historia), pertrechado del potencial
de las disciplinas que se ocupan de la naturaleza. Merced a estos de sus recursos antiguos y de sus saberes pasados. Ello ante un
dos severos im-Pedimentos, el género de la emblemática no puede mundo que, en realidad, se muestra mucho más complejo que
extender su autoridad, ni afirmarse por demasiado tiempo en todo lo que puede ser soñado por el hombreEl.
tanto que una hermenéutica poderosa y convincente. De un modo aislado, pues, el género defiende esa centra-
Antes bien, la lectura que practica la emblemática sobre el lidad del ingenio humano, operando sobre el objeto en una
mundo persuade de las inseguridades que entretanto se han ido
instalando en su interior, empujando lentamente a tal género
hacia la periferia del espacio cognitivo de la época, y relegando IO Es este, desde luego, el tema del siglo, y como tal ha údo abordado muy
recientemente por un discípulo de E. Grassi, E. Raimondi, <<Hacia el rea-
pronto la energia novedosa y el principio de curiosidad que había
lismo. La nueva ciencia y la visión de los objetos>>, en El museo del discreto. Ens<yos
inspirado su primera emergencia en la cultura del Renacllniento.
sobre la curiosidady la experiencia en literatura ... 75-121
El pensamiento emblemático desplazado del epicentro de la II F. Lyotard, Figura, discurso. Barcelona, Gustavo Gilí, 1979. 169.
episteme rectora en el siglo, ensaya su independencia con res- I2 Y de lo que puede dar idea la fidelidad mantenida por la emblemática al
pecto a los objetos de conocimiento, recayendo en una estética arquetipo explicativo del círculo (y sus figuraciones: el sol, los planetas .. ),
precisamente en unos momentos que la experimentación cientí.fi.ca descubre la
de la ostentación, y abasteciendo una inquisitio que se revela espu-
organización preferentemente poliédrica de las figuras que subyacen la estruc-
tura superficial del mundo. Véase una completa síntesis de lo que es el pensa-
miento cósmico desplegado en una obra de emblemática en el volumen dedi-
9 En: <<Objetivos sociopoliticos del empleo de medios audiovisuales en el cado a los <<cuerpos celestes>> de la reciente edición del Mundo simbólico de
Barroco español>> .. Filippo Picinelli. B. Skinfill (ed.). México, Colegio de Michoacán, 1976.
216 IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO
especie de percepción interna, la cual se desliga de las condicio- historia una catástrofe continuada y en la naturaleza una faccies
nes materiales del acontecimiento y adopta unos tonos míticos h¡_ppocrática, un <<rostro cadavérico>> y a~ruinado por la <<caída»r4 •
y fabulosos, recurriendo al arsenal de los fabularios clásicos y a Llegándose a tema tizar, entonces, cuanto más se profundiza la
la mitopoética por él formada. Esto sucede, por lo demás, en crisis histórica, no sólo el carácter edificante del mundo, sino,
un momento en que el énfasis del conocimiento y la estructura y con progresiva preferencia, revelando su disfunción patética,
del nuevo saber (novum organum) se desliza hacia la creación de su entropía y violencia congénita, y haciendo emerger en el
protocolos de observación fiable de acontecimientos u objetos. sujeto que lo contempla la gama de las <<pasiones tristes>> que
Sin estas prevenciones de carácter científico, sencillamente, definen ese tiempoi 5 • Entre estas últimas, notablemente, la fría
como quiere Galileo a propósito de la estructura de los cielos, prudencia, continuamente referida en el espacio emblemático;
el objeto no se puede conocer. así como lo que es su resultado en el plano de la acción: el dis-
Se trata, pues, en perspectiva emblemática de un real desen- tanciamiento cauteloso respecto al mismo mundoT6 • Lo que ala
tenderse de las cualidades materiales del objeto para explorar la postre en los espacios de cierre y conclusión de las colecciones
huella mnémica que éste ha dejado en el imaginario de una de emblemas (Borja, Saavedra, Vaennius ... ) se convierte final-
cultura a estos efectos cerrada y ortodoxa, bajo la vigilancia mente en un canto a la ruina generalizada tanto del medio
general del presupuesto de una concepción del mundo rígida- natural como del cultural, cuyo enigma e irracionalidad queda
mente aristotélica. Como ha escrito E. Raimondi, la descon-·· confiada al designio divino.
fianza que expresa la emblemática en que la capacidad analítica Posición discursiva que es, en general, la que adoptará la
e instrumental pueda conocer su objeto: homilética barroca, que opera abiertamente entre exempla nega-
tivos17. Esa misma negatividad del mundo reducido a emble-
Enlaza, bien mirado, con la mentalidad dogmática, según la cual el
mas podría parecer que construye un relato soteriológico de
saber se actúa en un proceso de identificación angélica con las esen-
cias, en una suerte de mágica rumia solitaria, y que, en su preten-
sión de jerarquizar el universo a su imagen y semejanza, mientras se
figura cumplir el modelO divino, acaba por circunscribir el enten- 14_. En efecto, una aspiraóón alegórica contempla desde la emblemática el mundo
como necesitado de una redención que lo salve de su caducidad. El tema ha
der y el obrar de la naturaleza dentro de los angostos confines de su
sido abordado en algunas ocasiones por los estudiosos, la última en L. Vives-
particular entenderI 3 ,
Ferrándiz, <<Consideraciones sobre la vanitas en la emblemritica española>>, en
M.M. Lozano Bartolozzi et alt. (ed.), Libros con arte. Arte con libros. Cáceres, Uni-
Este cierto sentimiento de pérdida del señorío material,
versidad, 2008, 715-727.
mientras la mente se <<espirita>> en elucubraciones que movili- I5 Hago, claro está, una alusión explícita a mi libro -Pasiones frías. Secretoy disimula-
zan el archivo completo de sus figuraciones y quimeras, es lo ción en la cultura del Barroco ... -, donde ha sido determinante el análisis de estas
que, sin duda, a medida que avanza el siglo XVII, da un tono <<pasiones>> en el campo de la emblemática.
progresivamente melancólico e, incluso, tenebrista, a los corpus 16 Véase en este punto el análisis de M. L. Salstad, <<Nature as Emblem Book in
Sixteenlh-Century Spanish Religious Poetry>>, Philological Quarler!J, 59 (1g8o),
emblemáticos hispanos, forzados a la postre a reconocer en la
413-35·
17 Que los trabajos de G. Ledda, sin efectiva continuación por el momento, pusie-
ron intuitiva y genialmente en conexión con la emblemática. Véase Contributto al/o
13 El museo del discreto. Ensqyos sobre la curiosidady la e:..periencia en literatura ... , 91. StudioDella le/lemlura emblematica in Spagna Ú549-1613). Pisa, Universitá di Pisa, 1970.
218 !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO 219
este caso también sustancialmente a la construcción de un debaxo de hábito honrado, porque assi se engañará a qualquiera, y
<<yo>> imperial, en realidad, de un miles, aunque sea uuenuactc> es lo de Horado, y lo de la sátyra 14 ,deJuvenaf.:n.
por el complemento de Chrüti, miles Christi, soldados, sí,
de Cristo. Habrá que esperar a la presencia conclusiva y señera de lo
emblemático en el Goya de los Caprichós para ver el intento pos-
De la lenta modificación de los primitivos presupuestos de
trero de recargar a este género de una energía deconstructiva de
concordia y de <<pax christiana>>, que había defendido el pri-
los propios valores de que se había hecho garante, y a los que
mer momento humanista, dan testimonio elocuente los pro-
había servido en el pasado de ideal vehículo propagandístico.
pios comentaristas hispanos de Alciato, los cuales instrumen-
Pocas veces este instrumento emblemático da muestras de
talizan los presupuestos generales de carácter filosófico de
esta liberalidad y pensamiento crítico -en lo que es la totalidad
aquél, para emplearlos ~n aplicaciones concretas en defensa
imperial hispana en su <<Siglo de Oro>>-, tal y como lo hace en
de la línea de acción de una política española, cuya primera
Francisco de Goya, pero anotemos eso sí, casi en el preámbulo
misión es la aseguración de la ortodoxia en sus reinos. Asíj
de esta <<lectura>> de la emblemática y de las imágenes que ella
Diego López puede derivar el tema generalista de una fleta reli-
difunde que aquí intentamos, que, cuando lo hace, entonces la
gio, de una <<falsa religión>> o de una simulación de religión,
tradición española alcanza una altura a la que nos tememos que
ahora hacia el terreno inquisitorial de la denuncia de las prác-
con el discurso plenamente ortodoxo nunca ha logrado alzarse.
ticas criptojudías, del nicodemismo luterano o del problema
alumbradista: El lenguaje emblemático de Pomá de Ayala, el de Sor Juana
Inés de la Cruz (nótese: estos emblemistas son los productores de
Esto ha sucedido en nuestros tiempos -escribe Diego López- en símbolos de mediación e interlocución entre la Colonia y el lejano
algunas provincias y reynos que algunos han engañado a muchos mundo cultural de la metrópolis peninsular), también el de Goya,
dándoles a bever doctrina errónea como de vaso dorado fingiendo y, parcialmente, incluso, el que hace un rebelde maquiavélico
santidad, y como embriagados han menospreciado la fuente de la como Antonio Pérez en sus célebres Relaciones'2.+, son ejemplos abso-
sana y cathólica doctrina, y se han quedado postrados, y casi seme- lutamente paradigmáticos y semánticamente decisivos para poder
jantes a esta gente, que aquí pinta Alciato arrodillada delante de la afirmar aquí esta paradoja con la que se abre el género de la
bestia, y muger, la qual aunque da a bever por vaso dorado, y tiene emblemática a una explicación desde el hecho de su expresionali-
vestido honrado, y de autoridad es para encubrir mejor su malicia, dad·ideológica. La emblemática hispana de mayor futuro y de más
y el daño que haze, porque no ay peor vicio que aquel que se cubre resonancia en nuestros días, después de todo se habría producido
precisamente cuando se niega y denuncia el fundamento violento
y esencialmente hipócrita en que se ha movido tradicionalmente el
para el caso de Baltasar Gracián, puede verse, A. Reyes, <<Gracián y la guerra>>,
humanismo cristiano vivido a la manera hispánica, es decir, en
en Obras Completas, III México, F.C.E. 1956, 458-463. Para una última visión de
esta colusión entre el huma~mo y el mundo de la violencia inslitucional, véase
F. Sánchez Marín y] .A. Sánchez Parín (eds .) , Humanismoy milicia. Madrid, Eds. 23 Diego Lópcz, Emblema 6. <<Ficta religio>>, en Declaración magistml sobre las emble-
Clásicas, 1992. Y, para situarlo en el marco más general de las guerras de reli- m(/s deAndrésAlciato con todas las Historias, Antigüedades, Moralidad, y Doctrina tocante a las
gión, D. Crouzet, Les guerrieres de Diew la violence au temps des troubles de religion (vers 1550 buenascostumbres. Nájera, Juan de Mongaston, 1615.
uers 1610). Seyssel, Université, Iggo. 24 Antonio Pérez, Relacionesy cartas. I. Madrid, Turner, Tg86.
5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
medio de una extraordinaria complejidad histórica, que ha des- simbólica sobre una sociedad de masa_s que sustituye a la sociabi-
8
garrado por dentro a los sujetos morales de sus acciones, lo que da lidad cortesana nacida con el Renacimiento '< • En aquellos textos,
lugar y abre el camino a su expresión en imágenes dialécticas. de alguna manera fundacionales, la dominante icónica organiza cla-
Ello nos permite alcanzar una visión al cabo fracturada y no ramente la materia, tendiendo a secuenciar el relato en <<cua-
la tradicional, uniforme y totalizante, de un carnpo de la litera- dros>> o <<figuras>> sucesivas, dejando al lector que <<circule>> por
tura emblemática hispana, estructuralmente confrontado en estas estancias y Organize el modo de la lectura de las mismas.
dos paradigmas epistémicos opuestos. Los textos nucleares de estos escritores -pongamos los Monu-
menta, las Adnotationes y la Rhetorica christiana-, aparecen volcados
hacia una orientación exterior de las conductas y de los actos
3. LA DOMINANTE ICÓNICA piadosos, abogando por la uníformación de un método que
sortee las <<libres» técnicas interiores contaminadas de alum-
El primero de estos paradigmas, desde luego, estaría represen- bradismo, y son empleados ahora como medios de una presen-
tado por la operación sintética y promotora de valores, que cia eficaz en el mundo unificado por la fe, a través de lo que
encarna tempranamente de manera ejemplar en una tríada de podríamos denominar una <<internacional de la imagen>>'< 9 •
teóricos, que muy bien pudiera quedar representada a la altura Frente a esta ofensiva eclesiástica y de pura identidad con-
de la década de los trascendentales años 8o del XVI, por Arias trarreformista que se realiza en el espacio verbo-visivo, el aná-
Montano~ 5 , por Jerónimo Nadal~ 6 y por Diego de Valadés'4 • To-
7
lisis puede también paralelamente destacar una delgada línea
dos estos autores están ciertamente convencidos del valor propa- vacilante, emergente aquí y allá en autores que utilizan la
gandístico y expresivo de la imagen, reforzada por la creación de emblemática como el género ideal para la confrontación y la
una corniche textual de Hjación, y todos ellos también son intelec- denuncia -ad aculas, podríamos decir-, de lo que ha sido la des-
tuales determinados por una visión retórica y persuasiva, misio- trucción operada en los antiguos valores del pensamiento cris-
nal e imperialista, del humanismo católico, que empieza por tiano, corroídos, ello según sus escasos críticos de entonces,
entonces a resolverse en eficaces aparatos y acciones de pura por el interés y por la lógica expansionista de la dominación
mundaneidad y adquiere, de acuerdo con la filosofía de la ro- occidental, además de por la presencia de la mentira y la doblez
mana congregación de la propagandafidei, una forma publicística, la en el espacio de una subjetividad sometida, por un lado, a la
cual apunta hacia un ecumenismo y, en definitiva, hacia la acción lógica del interés, y, por otro, volcada en los idealismos meta-
empíricos a que conduce su creencia30 •
Retórica aisliana, y la expansión emblemática, puede verse ahora en mi capítulo, visuels. París, Les Éditions du Cerf, 1991.
<<Retórica y conquista. La nueva fógica de la dominación humanista>> en 30 He señalado los perfiles de esta tensión de nuevo en mi Pasiones frías. Secretoydisi-
mulaciOn en el Barroco hispano.,
Barroco. Representación e ideología en el mundo hispánico... , 301-333,
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO
Se trató, por lo que podemos suponer, más que propia- uniformidades y que se adentraba por lo tanto, después de la cri-
mente de convertir el género verbo-visual en el trasmisor ideal sis sistémica de hacia 1580, en las perplejidades a que conducía
de una concepción nueva y reformada del dominio de la tea- de modo irremisible el ideal antagónico de una <<política», y
política, que lo adecuara a la condición -a la vicissitudine- his-, hasta de una simple vida que pudiera: proclamarse <<cristiana>>.
pana, (ésta fuertemente caracterizada sobre todo por sus tensio- El <<yo>>, en efecto, articula el mundo, y conquistándolo y re-
nes y aporías irresolubles), de operar un mayor espesamiento y modelándolo, recreando en él las líneas de relación que se anudan
fortificación de las instancias subjetivas. Ello mediante la crea- en la variedad de los casos que se le presentan, obtiene finalmente
ción de grandes nuevas figuras en el campo de la interioridad sobre él una competencia operativa en el plano simbólico. Como
espiritual; lo que desemboca finalmente en la construcción y bien explicita a estos efectos Juan de Salazar en su Política española:
vertebración de un nuevo sujeto, de un yo enteramente <<fabri-
cado» 44 • Como tal consciencia autoconstruida, promueve más
la sensación de leerse a sí misma, que propiamente de interpre-
tar el objeto de su inquisitio. Estamos ante el área privilegiada de
la «disciplina>> del sujeto. Preguntémonos entonces con qué
conceptos nuevos o renovados, resemantizados por la máquina
ideológica contrarreformista -a través de su instrumento privi-
legiado, el discurso emblemático-, se pretendió alcanzar esteyo
disciplinado que demandaba la multipolaridad del Imperio.
El ingenio especulativo se convierte en un <<teatro de sí
mismo>>, y en una instancia capaz de contemplar el vasto campo
de sus propias capacidades de relación evocativa, de ingenium, para
lo- cual es patentemente ayudado de la disposición mnemotéc-
nica, asociada desde siempre a la emblemática45 . Podríamos decir
que la emblemática prepara a este ingenio especulativo para ope-
rar en un mundo complejo, que habría dejado atrás las certezas y
44 Sobre este problema, véase Ch. Taylor, Fuentes de/yo: la construcción de la identidad
moderna. Barcelona, Paidós, rgg6. Es en este punto preciso donde la emblemá-
tica, al menos la escrita, se separa abiertamente del discurso de las artes, en
concreto de la pintura, cuya única finalidad, como explicita el teórico barroco
Pacheco, es la de alentar prácticas de piedad.
45 He dejado constancia de ello en mi Teatro de la memoria. Siete ensgyas sobre mnemotecnia espa-
ñola de las siglos xvrry XVIII. .. Para una evidencia que se retrotrae en el tiempo, y que
se produce en el campo cultural italiano, véase el libro de L. Bolzoni, La rete del/e
immagini. Predica;:ione in vulgari Delia origini a Bemardino da Siena. Torino, Giulio Einaudi EsTEBAN BARTOLOMÉ MuRILLO, <<Figura>> (detalle),
Editore, 2002. Y ahora, también, Laestanciadelamemoria. Madrid, Cátedra, 2007. Cuatro figuras. Kimbell Art Museum, Texas.
5, LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO ~33
~3~ !MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
4.6 Juan de Salazar, Política española [I6rg]. Cito por la edición de M. Herrero Gar-
49 Véase sobre ello un último trabajo en A. Urbán, <<Séneca como fuente de
cia. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997, 130.
lemas en la emblemática española de los siglos XVI- xvn>>, Alfinge. Revüta de Filo-
47 Véase de E. Moore, <<Los jesuitas en la historia de la Teología Moral>>, Studia
logía, 13 (2001), 125-142.
Mm·alia, XXVIII/r (rggo), 223-45· 50 Sobre este gran movimiento que cruza la época y que deflne la ética y la estética
1·8 Cf. A Femández Cano, <<La casuística: un ensayo histórico-metodológico en busca
del período barroco, véase F.W. Lupi, Scepsi baroche. Pisa, ETS Editrice, 1989.
de los antecedentes del estudio de caso>>, Arbor, CLXXI/675 (2002), 489-511.
~34 IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO ~35
EMBLEMA. 88
Si la ma.snrabnda,erJ hermo(urtt,
En difcrecionlen gala.yimtilr:z.,a;
Ver pudiefíe,al efpejo la figura,
En que ha de commtirfe [ubelleZ1:
'Tnufria rncnoJ brio.J m;;.s me(t~r.:1,
M a.~ /·mmildcul,y mtnos a!tiue Z:f,
Ojvs modejfos,/engua refrenad~~,
SEnASTIÁN o¡,; P ec/;ofenciUo~ alma reformc;d,t.
CovARRUBIAS, <<Doble lA
faz>>. Emblemas morales.
Madrid, r6ro.
FRANCISCO
51 Sobre 1a disimulación en que culm-ina esta ga1ería de efectos barrocos, véase
XAvmR DoRN,
ahora, con bibliografía sobre el tema, mi artículo <<El corazón celado. Baltasar
<<Mater
Gracián y las figuras de la disimulación barroca»-, Boletín de la FUndación Federico Gar- purísima>>,
cía Larca, 29-30 (2001), 53-69, además de mi P.asiones fiios. Secre/o,y disimulación en el Lauretanae
barroco hispano ... , y, también, el articulo de S. Lóp{'z Poza, <<El disimulo como vir- ad beata e Virginia.
tud política en los tratados emblemáticos españoles de educación de príncipes», Ausburgo,
en S. López Poza (ed.), Estudios sobre /iteraturo emblemática española ... , 221-235· I750.
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO '<37
Mundo que, para la cerrada lectura contrarreformista se pre- y al mundo, aquí identificados en una unidad reconciliable,
senta, en todo caso, en la forma de un bivio, de un camino escin- pone en pie un auténtico <<teatro de la metáfora>>. Pero como
dido; en la forma de un ente cuya naturaleza simbólica se escande quiera que el paradigma simbólico o unitivo no tiene en la
de lo puramente literal y segrega rma faceta misteriosa y simbólica5':!, totalidad hispana la organización reglada y potente del saber
la cual al cabo hay que desentrañar para saber si conduce hacia científico, literalista, que le pueda hacer frente, entonces, la
arriba o desemboca en el infierno 53 • Las colecciones de emble1nas epísteme, el conocimiento todo de aquella época se descom-
se asoman de contínuo a esta lógica de la elección bim.embre, tra- pensa, bascula en un exceso -que terminará resultando mons-
tando de establecer un cerrado campo de interpretación del bien y truoso- del lado de la metáfora, de la verbosidad, de la retó-
de la positividad, eligiendo para ello la lectura <<ejemplar>>' es rica, perdiendo definitivamente por largos siglos su encuentro
decir, la lectura difícil, tropológica y a menudo anagógica, y, en de- con el valor histórico, material y literal de los objetos sobre los
finitiva, la interpretación jeroglifica de una realidad construida como que elevó su mitopoética singularísima. Todo termina enton-
trasfondo del mensaje cristiano. Esto implica la expresa voluntad ces, en el seno de esta tradición por lo demás profundamente
de formar un «yo>> cristiano, necesariamente ingenioso, <<perspi- hispana, siendo o constituyendo emblema; en virtud de lo cual
cuo>>, capaz absolutamente de ver de modo metafórico los objetos incluso el lenguaje rechaza sus bases referenciales, dejándose
y de reconstruir con ellos el metarrelato alegórico cristiano. Pues llevar por la extremosidad a que conduce el paradigma creativo
es, en efecto, el lenguaje hiperculto y la lectura polisémica lo que se conceptista- culterano 54 •
considera el estilo que demanda la tragedia cristiana. ·y, junto a De esta manera, la emblemática se convierte entre los inte-
ello, algo más serio y decisivo: la emblemática pone al desnudo el lectuales hispanos en el máximo y más potente instrumento
núcleo central de todo pensamiento mágico o religioso: el de que hermenéutico con que cuenta el dispositivo de saber en la
el sentido de la realidad se aprehende a través de una lectura meta- órbita imperial, arrastrando a las mentes más preparadas (pon-
bólica, mitopoética, desplazada, y nunca a través de lo que pueda gamos aquí un Juan Caramuel, un Eusebio Nieremberg) a que
constituir un análisis literal, objetivo o referencial de aquella. ocupen con sus ejercicios imaginativos el centro del campo
hermenéutico de la época, cuando en realidad les correspondía
ya un lugar periférico y residual en lo que se estaba confor-
5. EL TEATRO DE LA METÁFORA mando como comunidad de conocimiento occidental.
La emblemática, al menos la de la época <<alta>>, sirve a la
La emblemática española que opera en la creencia de promo- formación y expresa el núcleo operativo de lo que el propio
ver una determinada <<legibilidad>> o acceso semántico al signo Juan Huarte de San Juan denomina el <<ingenio caprichoso>>,
aquél que discurre por caminos que continuamente <<in-
52 Faceta, pues, en último término relacionada con lo sagrado. El juego óptico venta>> sin someterse ya a lo manido y conocido. Como de-
revela la existen el a de una <<escena celestial>> que subyace a la representación fiende Vicente Carducci en sus Diálogos de la pintura:
de tema cristiano, como ha visto A. Pére:;o; Sánchez a propósito de los trampan-
tojos, <<Trampantojo a lo divino>>, LeclurasdeHistoriadelA,ie, 3 (1992), 139-155·
53 Acerca de esta lectura moral difractada del mundo, en el caso de los primeros 54 Una aproximación a esta cuestión del exceso y sutileza a que llega el uso de la
años del XVI, véase el artículo de F. Bauza, <<Vida moral del alfabeto. El canónigo lengua en el Barroco la realizó en su día R. Menénclez Pidal, La lengua castellana
Antonio de Honcala y la letra de Pitágoras>> Fragmentos, I7-T8-I9 (1991), r6-2g. en el siglo XVII. Madrid, Espasa-Calpe, rggr.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO 239
Van los caprichosos por los caminos de 1a dificultad, inventando establecer una <<lectura moral» del mundo natural, y de traslado
nuevos conceptos, y pensando altamente, fuera de los usados y de los acontecimientos históricos al Presente de acción del sujeto,
55
comunes . que extrae de ellos alguna lección. Esto conforma el núcleo de lo
que estaba siendo explorado en una retórica del concepto ba-
Entonces, del otro lado, de las propias filas de la ciencia
rroco, que entre otras cosas produce ese texto fundacional que es
experimental, proveniente de lo que despectivamente los tomis-
la Agudez¡¡y Arte de Ingenio, una obra que explota la analogía y la capa-
tas llamaban <<filósofos exteriores>>, se pudo decir de estos inte-
cidad relacional del lenguaje, y que es soporte explícito del furor
lectos hispanos que eran <<constructores de telarañas>>, y que se
emblemático que ocupa la cultura del momento.
mostraban grandes sólo en lo mínimo: magnus in minimus, como así
Michel Foucault describió hace cuarenta años 57 la mecánica
se llegó a calificar el ingenio del enciclopedista Juan Caramuel
general que rige este hábito del pensamiento que se mueve en un
El siglo de la anamorfosis, de la visión refractada y de la
56 paradigma arcaico, y al que la ciencia moderna condenará a la
óptica catróptica inscribe e impone en los sujetos y eventual-
irrelevancia y a ocupar sólo el terreno de la poesía y los sueños. Se
mente en las masas urbanas de la totalidad imperial hispana una
trata de la analogía, las <<correspondencias misteriosas>>, que,
pasión última: la de leer los signos siguiendo un desplaza-
según Baltasar Gracián, deben agotarse -en realidad: <<expri-
miento elipsoide de sus significantes. No por lo que en defini-
mirse>>- hasta dar cuenta de lo que el mundo secretamente es,
tiva parecen o son en primera instancia, sino más bien por lo
construido como está en la forma de una enseñanza moral, de un
que una recóndita densidad imaginaria -y en ocasiones ocul-
mensaje, de un exemplum que es preciso leer o aun <<descifrar>>. La
tista y hermética o mística-, asegura a la postre de ellos, lo que
verdadera física del mundo se transforma, para este discurso, en
a la larga debe producir el discurso aberrante, henchido de 58
«física sagrada>> • Ésta es la base conceptual a que se aferra este
metáforas y desplazamientos, aquello justamente que reconoce-
modo de conocer, el cual trata de sujetar el mundo de los fenó-
mos como producto del barroco degradado hispano.
menos y el reino turbulento de la historia a base de remitirlo
El desengaño a los ojos y la conquista de una visión y lectura
siempre a un saber previo establecido en unas bases tradicionales,
más profunda sobre el mundo, se convierten así en parte de la
autorizadas, y obsesivamente necesitadas de legitimación, cuyo
lógica que conduce el programa emblemático que se presenta
paradigma interpretativo está contenido para siempre en las obra
como un entrenamiento en el descifrado del signo complejo. Se
de Aristóteles y sus sucesivos comentaristas, y al que se le ha
trata en todo momento de ilustrar una lectura simbólica de la rea-
sobrepuesto una dimensión teleológica y providencialista.
lidad histórica o natural, cuyo fondo operativo a nivel de discurso
es el libre juego de la metáfora, ello en toda la vasta extensión de
sus conexiones. Opera en tanto descubrllniento ingenioso de simi-
57 Las palabrasy las cosas. México, Siglo XXI, rg68. Véase, en la estela abierta por
litudines; establecimiento de una red de semejanzas que permiten aquel libro seminal, la más reciente exploración de P. Rossi, <<La similitudini,
le analogie, le articulación della natura>>, Interse;:_ioní, IV/~ (1984), 243-269.
58 El concepto ha sido utilizado por J. Díaz Armas, <<Geografía a lo divino en
55 Cit. por E. Hidalgo-Serna, El pensamiento ingenioso en Ea/tasar Gracián ... , 181,. fray Andrés de Abreu>->, Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Cunarios, 42
56 Son esenciales a este respecto los estudios de J. Baltrusaitis, en particular su (rgg8), 37-52. Para una ampliación del enfoque, H. Capcl, Lafisicasagrada.
Anammfosí o lhaumalurgusopticus ... Un libro especifico aborda para la emblemlitica Creencias religíosasy teorías cientificas en los or(genes de la geomorfología española. Barcelona,
europea estas cuestiones, el de P. Chane (edJ, Le point de uue de l'embleme .. Ediciones del Serbal, 1985.
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO
Es la fidelidad monolítica de tantos intelectuales hispanos de un <<yo>>, de un sujeto, vamos a denominarle <<barroco>> 63 , a
del momento a este orden analógico, cerrado e involutivo, lo que atiende este <<discurso de discursOs>> emblemático, dotado,
que ciertamente conforma una peculiaridad española59 , y lo que, como en efecto lo está, de una evidente dimensión paidética.
de nuevo, justificaría la centralidad hiperbólica que alcanzó el Sin duda, la argumentación de este. tipo, que pretende ope-
género emblemático, expandido, más allá de los libros, por rar unos efectos políticos y religiosos de alcance masivo, expresa
todos los escenarios de representación masiva en la totalidad y coagula una dirección unívoca, que va desde los aparatos ideo-
60
hispana, los cuales toma al asalto, por decirlo así . El púlpito, lógicos de poder, y desde los centros e instituciones de produc-
la pintura religiosa y de aparato, el teatro, la fiesta, los progra- ción simbólica y artística, hasta el espacio público, ampliamente
mas de decoración edificatoria ... son estos lugares todos donde considerado. Es un flujo comunicativo de claro carácter autori-
reina el procedimiento emblemático, con tanta o parecida tario y dogmático, que tiene como objetivo central la legitima-
fuerza que propiamente en los libros 61 . ción de su presente, ocultando bajo consignas moralizadoras y
Creo que bien conocida ya la presencia emblemática como personalizadas los profundos fallos y las incertidumbres de un
instrumento de unificación y cohesión social de un imperio orden social, que además pretende una va1idez supra-nacional
62
multinacional , y habiendo sido analizadas desde luego las líneas en el extenso mundo de los territorios asociados a la Corona.
generales de lo que es su apuesta ideológica monárquico-confe- Todo ello encuentra en la imagen, en su potenciación simbólica
sional, comienza a ser la nuestra la época en que se hace necesa- -en la <<cultura de la imagen sensible>> (J. A. Maravall)- un ver-
rio explorar de modo analítico y preciso el tipo de construcción dadero cauce para la acción configuradora de sentido.
Un discurso donde, en efecto, el poder habla de sí mismo, y
expresa urbi et orbi sus fundamentos mitopoéticos, ocultando sus
59 Sobre el paradigma peculiar en que se mueve la cultura de la Edad de Oro en contingencias o inestabilidades materiales y guardando un silen-
la totalidad imperial hispana, véanse, de nuevo, mis libros La penínsuh¡ metafisica. cio sobre los espacios problematizados, tal el mundo de la Colo-
Arte, literaturay pensamiento en la EsjJUña de la ContrarrefOrma ... y Barroco. Representación e
nia. Una América, a estos efectos, anicónica y afásica, sobre la
ideología en el Barroco hi.>pano ...
6o Corno argumentara en su díaJ.A. Maravall, <<La literatura de emblemas corno cual no se practica ninguna lectura, y cuya riqueza conceptual,
técnica de acción socio-cultural en el Barroco>>, en Estudios de Historia del Pensa- moral y natural no tiene traducción alguna a la simbólica his-
miento Español. El siglo del Barroco. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1984, pana. Pues el acercamiento a la <<figuración de lo americano>> se
197-222: <<Es la vía calderoniana para hacer visibles, cOn toda la fuerza de lo revela como profundamente problemática para los intelectuales
patente que la visión alcanza, los principios y preceptos de las doctrinas>>.
hispanos en pleno siglo XVII, tanto da si esta figuración perte-
Véase un análisis complementario también enJ.A. Maravall, <<La literatura de
emblemas en el conte:;::to de la sociedad barroca>>, en Teatroy Literatura en la socie- nece al orden de lo simbólico e imaginario, como si conduce al
dad barroca. Madrid, Seminarios y Ediciones, 1972. registro objetivo y de ilustración del discurso científico y natura-
6r Algo que Caprettini -cit. por C. Abril, <<Discurso publicitario. Psicagogía y cul- lista, donde, un paradigma de este últllno trabajo, el famoso Rerum
tura ... >>, 139- define como <<instrumentos automodelizantes que una cultura medicarum Novae Hispanae Thesaurus seu plantarum animalium mineralium
introduce como memoria de sí, contribuyendo a la propia unidad estructural>>.
62 A la que, por ejemplo, comienzan a atender incluso los historiadores, véase J.
Elliot, Lengua e imperio en la España de Felipe lV. Salamanca, Universidad, 1994, y que
emplea abundantemente las imágenes del libro de emblemas políticos de Juan 63 Para ampliar el horizonte un poco limitado de los libros del hpo del de R.
de Solórzano. Villari, El hombre barroco. Madrid, Alianza, 1992.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5.LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO ~43
mexicanorum historia, el Tesoro mexicano en imágenes, obra del doctor tico y visible, operando así el efecto mar~villoso de que el receptor
Francisco Hernández, debe ser amparado por la Academia ita- se cree estar remodelando en solitario su psique y construyendo su
liana del Lincei y publicado bajo su patronazgo en Roma en entidad histórica sin ayuda, cuando, en realidad, es el objeto de
r65r. Ello denuncia el temor y la obediencia en medio de la cual una psicagogia, de unos <<instrumentos automodelizantes>> pre-
operan los ideólogos hispanos, que a los efectos de este particu- determinados en los condicionantes del propio discurso.
lar pertenecen a una misma y sola comunidad hermenéutica Aprendizaje, pues, en el imperio de lo temporal y en los dis-
sobre la que recaen por igual las censuras y las prohibiciones 6'l. cursos de poder y de saber, esto sí, en perspectiva hispana, inves-
Pero esta situación de partida, que es la que generalmente los tido todo ello de un carácter <<pastoral>>. Ejercicio eclesiástico,
analistas han apreciado, se complica extraordinariamente en su cristiano, del poder, en suma. Empresas de los <<buenos pastores>>,
dimensión práctica, pragmática, envuelta como está en los meca- para citar a Núñez de Cepeda, que escribió sobre ello un tratado
nismos de una compleja retórica, que no siempre es fácil de poner ejempl¡u, en cuanto a lo que representa esa introyección de los
al descubierto. Dado que, al fin y al cabo, la tradición humanista lenguajes del amor en el turbio mundo de la libido de poder y de
<<naturaliza>> sus fundamentos violentos y arbitrarios, y ampara las jerarquías. Un extraño emblema del propio Núñez puede sin-
sus elucubraciones en una pretendida conexión por encima de los tetizar esto: remodelar lamiendo; atraer a la doctrina; utilizar las
tiempos y de las vicisitudes históricas con el espacio de saber del industrias blandas del discurso de autoridad, ello para hacer pendant
mundo clásico. Aquí se revela la importancia extrema que para la estricto con las otras maquinas militares y políticas, con las institu-
época tuvo el disciplinamiento. En la emblemática todo discurre dones represoras, encargadas esta vez de los renuentes e indóciles
por los terrenos de una paidética, más o menos explícita, que en el terreno de las construcciones del sentido del mundo, los
66
busca la homologación ideológica y la formación de unas élites cuales se alzan con otra interpretación no autorizada •
entrenadas en las elaboraciones de visiones del mundo. La emblemática persuade la construcción de un <<yo>> que
Para empezar, el discurso emblemático hispano atiende a la asume, sin discursión ni mayor examen, entre fábulas y razo-
institucionalización de un gobierno <<pastoral>> de y sobre los namientos sicologistas, y sin sentir la violencia implícita que
hombres. La pura política y el lenguaje del interés se ven contami- sobre él se ejerce, su posición como pieza esencial del orde-
65
nados por unos supuestos <<amorosos e individualizantes>> , que namiento barroco del mundo. Estamos en los dominios de la
es uno de los filtros persuasivos mediante los cuales la esfera de <<fabricación>>, en términos psicoanalíticos, de un superJ!O, de
emisión logra desaparecer prácticamente en cuanto polo dogmá- una maquinaria discursiva la cual, a través de los meandros
de una retórica, logra aquello que Michel Foucault denominó
la <<interiorización del discurso del poder>>.
61, El aparato conceptual de la emblemática no acoge ni procesa, pues, la infor- Está en juego en todo momento, la creación de un supe-
mación que produce la Colonia, pero si se vuelca sin adaptación apenas sobre rior tribunal de la conciencia, de un fuero interno, (o <<razón de
los mundos allende la metrópolis, imponiendo, como ha sido visto, su imagi-
estado de tí mismo>>: Gracián), en cuya vertebración realmente
nario sobre el «otro>>. Véase sobre estoj .P. Buxó, La producción simbólica en la
América colonial. México, UNAM, 200l.
65 Como ha visto P. FernándezAlbaladejo, lo cual constituye una peculiaridad 66 El emblema de referencia se encuentra en Francisco Núñez de Cepeda,
hispana, en Materia de España. Cultura polttica e identidad en la España Moderna. Madrid, <<Donec formet.ur>>, en Ideu de el Buen Pastor copiada por los sant[>inws doctores represen-
Marcial Pons, 2007. tada en emjJresas sacras. Lyon, Anisson y Posuel, r682.
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a los intelectuales hispanos a que adopten la premisa de que el secretamente las fuentes siempre sedie.ntas de la subjetividad lec-
mundo tiene sentido (<<espiritual>>), y ello frente a quienes, tora. Éste es el verdadero objetivo: la persuasión psicológica y la
como el propio René Descartes, se empleaban en constatar que inducción (que proceden del mundo de la homilética y la predi-
el único sentido que el mundo alcanza a tener se lo presta el cación), de la conciencia del lector, a la que en realidad no se
propio hombre, y se encuentra por lo demás sujeto a las leyes está informando, sino formando profundamente; y a la que se está
de la naturaleza y a la historia no-providencial. también pretendiendo persuadir -con estos que son presupues-
Una suerte de conductismo moral es, así, la consecuencia tos emocionales y visionarios- para que se incline decididamente
más evidente de esta emblemática, el género con más fibra psi- por la senda del ingenio y de la agudeza que realiza continuas
cologista y persuasiva de ·que se dotó la cultura universalista <<aplicaciones>> a sus territorios propios. Todo envuelto en una
española en su Siglo de Oro, y que no en vano ha sido conec- reivindicación absoluta del valor del lenguaje y de la retórica
tado en nuestros días con el puro mensaje publicitario 73 , hasta para establecer el sentido oculto de la realidad.
en cuyas formas objetivas y estructuras básicas de impaginación El lector barroco lee en figura interpuesta los mecanismos
penetra, en efecto, una reconocida influencia emblemática. que crean presencia y visibilidad en el mundo, y, a base, gene-
Ello por no decir ahora nada de la percepción maravalliana ralmente, de afirmaciones apodícticas es conducido por los
acerca de que nos encontramos ante técnicas que pueden ser meandros de una metafórica de la evidencia y de la <<verdad>>
expandidas (y de hecho lo han sido) como forma de adoctrina- hacia la plena constitución de un <<yo>> modelado y general, en
miento en los medios de masas N. el que viene a coincidir con la vasta pluralidad de sus iguales. Lo
Incluso cuando parece atender objetivamente a la construc- que redundará en esa uniformidad ideológica que presentan
ción de las figuras solitarias del poder, tales como el príncipe (en como enfermedad sintómática los talentos hispanos de la
Saavedra Fajardo), el obispo (en Núñez de Cepeda), el sabio o época, y, sobre todo, en esa ausencia de una dimensión crítica,
naturalista simbólico (Ferrer de Valdecebro), el predicador (en analítica de los hechos reales. Lo que, al menos, en el terreno
Villava), todas ellas son finalmente entendidas como centros ejem- de los intelectuales dedicados a la producción escrita ha deter-
plares de un sistema simbólico al que irradian y comunican sus minado el calificativo de «escritores-criados>> para la multitud
valores. De este modo, un mecanismo sutil se desvía de estas de ellos que se sitúan en la órbita cortesana, cosa que destacada-
proyecciones propuestas en trampantojo, y ello para alimentar mente sucede con nuestros emblemistas.
Se trata, en definitiva, de la creación del paradigma de una
mens alegorica cristiana; de un entrenamiento sutil en la adqui-
73 Aparte del art. cit. de G. Abril -<<De la psicagogia antigua a la·psicotecnia
sición de esquemas básicos preformativos de la cognición
moderna>> ... - esa conexión ha podido ser explicitada en un trabajo de P.M. Daly, humana, que luego da sus frutos en la historia, logrando per-
<<El cruce de la imagen emblemática con la publicidad y la propaganda moder- petuar esa dirección hermenéutica hispana que vemos mante-
nas>>, en A Bernat y J .T. Cull, Los días de/Alción. Emblemática, LiteroturayA1te del Si¡jo de nerse contra toda razón hasta los mismos finales del siglo XVIII.
Oro. Palma de Mallorca, J.J. de Olañeta editor/ Ediciones U lB, ~oo~, I5J-I6I.
Y que sigue produciendo textos y espectáculos fieles herederos
74 Ello fue desarrollado en su citado <<Objetivos sociopolíticos del empleo de
medios audiovisuales>> .. Véase ahora una amplificación del argumento en E.
de una aprehendida visión arcaica, mitopoética del mundo,
Subirats, <<Theatrum mundi>>, A~trágalo. Cultura de la arquitecturay la ciudad, n cerrada a la evidencia de su (desconsoladora) verdad material,
(rggg), 9-24. experimental, histórica. Peculiar, extraña, bizarra manera de
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO 249
interpretar la realidad, sí, pero ¿quién podría afirmar que Colonia, ciertamente en el vehículo C?municativo casi exclu-
<<no-poética>>? sivo; el discurso que sostiene y legitima el complejo edificio
Y, sin embargo, necia metáfora, vana analogía, caduca ana- político-religioso allí levantado 76 , solapando y sublimando sus
gogía, estúpida tropología, ciega interpretación figurada, había tensiones estructurales.
escrito ya Giordano Bruno, a la altura de la crisis epistémica
que se produce a finales del siglo XVI 75 , alumbrando dos len-
guajes sobre el mundo: el metafórico y emblemático, y ellite- 6. LOS JESUITAS, ÚLTIMOS <<SEÑORES>> DE LOS EMBLEMAS
ralista, experimental y científico. Tal desautorización de- la
emblemática por parte del protoheresiarca Giordano Bruno y A medida que el período final del régimen emblemático -sim-
de otros científicos y naturalistas de su tiempo, como Francis bólico transcurre, no decae en realidad la tensión a que este
Bacon, no tuvo sin embargo trascendencia, ni fue en realidad lenguaje se eleva; antes bien podríamos decir que inicia una
procesada en la totalidad imperial hispana, la cual, como es nueva fase de fatal inercia, mediante la que lo acuñado en la
sabido, conforme avanza el siglo XVII e, incluso el XVIII extrema época de oro del pensamiento analógico y' <<agudo>> se capila-
o «histeriza>> su fidelidad a las visiones metaempíricas, metafó- riza entonces en el cuerpo social, entre las masas de espectado-
ricas y simbólicas del mundo, interpretando del modo deli- res, abriéndose el tiempo de la manipulación repetitiva de una
rante que denunciarán los novato res e ilustrados los fenómenos tradición, ya incapaz de regenerarse a sí misma 77 • Y así, los fines
naturales y la propia historia real. del XVII y en buena parte, sino en todo, el siglo XVIII, conocen
La formación de una intelectualidad en los recursos propios la repletación de lo emblemático en el espacio público hispano,
a esta praxis peculiar de lectura e interpretación del mundo, mientras los productores y antiguos comitentes institucionales
explica ahora, por ejemplo, porque, mientras lo emblemático se ven incapacitados ya de ampliar el horizonte metaforológico
se hace residual en el mundo occidental, convirtiéndose como y conceptual que, en adelante, sólo pueden explotar en lo que
tal género en un adorno, en una voluta o cornucopia, a veces son sus residuos y flecos sueltos.
curiosa y a veces extravagante o heterodoxa (y en todo caso, en
territorio exclusivo del exorno literario), en el interior de la
monarquía hispánica deviene, paso a paso, un instrumento 76 Como lleva estudiando denodadamente V. M:ínguez. Véase un último amilisis
formalizador de ideología y constructor de un saber (cuales- de estas cuestiones en su Los rryes solares. Iconografía astral de la monarquía hispánica.
quiera que sea la virtualidad que le concedamos), siendo alzado Castcllón, UnivcrsüatJaume I, ~OOI.
77 Así lo demuestra el reciente interés desatado por las superviviencias del simbo-
a la entidad de una hermenéutica, de un modelo de conocimiento,
lismo en el XVIII, expuesto hoy en trabajos generales como lo~ que se recogen en
incluso con rasgos exclusivistas. Aunque, y esto es todavía bas- M. Torrione (ed.), Españafo~t!jante. Malaga, Diputación, 2000, y, antes, F.R. de la
tante más asombroso, la emblemática termina por convertirse Flor, <<Del símbolo abierto a la alegoría estereotipada (sobre la desaparición de la
ya a lo largo del siglo XVIII, y ello en el universo cultural de la literatura emblemática en el siglo XVIII>>, enAAVV, El mundo hispánico en el Siglo de los
Luces. Actos del Coloquio Internacional <<Unidady diversidad en el mundo hispánico del siglo XVIll>>.
Madrid, Editorial Complutense, 1993, II27-II33· Y, por último, también, V.
Infantes, <<La excusa poética de la lámina (o una imagen no vale más que las pala-
75 Cf. M.A. Granada, El umbral de la modernidad. Estudios sobre filosofa, religióny ciencia entre bras). La emblemática tardía de los Recuerdos de la vida mor/al>>, en A. Bernat y.J .T.
PetrarcayDescarles. Barcelona, Herder, ~ooo. Cull, Lvsdíasde/Aición. Literatura, EmblemátiwyArleen el Siglo de Oro ... , 343-353.
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO 5. LECTURA EMBLEMÁTICA DEL MUNDO
Como, en efecto, así sucede cuando una agotadísima esco- miento crítico ilustrado que estaba P?blado de fantasmas e ilu-
lástica terminal abandona los restos del lenguaje lógico y trans- siones espectrales 79 ,
fiere sus cuestionamientos al orden puramente de una lengua Sea siquiera ejemplo de esto último, e índice simbólico del
ficcional, haciendo pasar lo que eran los antiguos lugares teoló- fin de régimen de la emblemática, y de la decadencia en que
gicos por las maquinarias simbólicas de la centuria acabada. entra su autoridad interpretativa, la propia expulsión de la
Picinelli o Caussevino y Ripa prestan así al desfalleciente siglo Compañía de jesús de los territorios de la Corona.
hispano de las metáforas y las heladas naderías, que dijera Bor- Aquellos antiguos pacientes constructores de una <<tela-
ges, una última inyección de oxígeno, de la que en cierto modo raña>> discursiva que habían teologizado la política y politi-
vivirán todavía estas estructuras desfallecientes, penetrando zado la teología, comunicándolas a ambas una tensión mito-
profundamente en el siglo ilustrado 78 , y animando no sola- poética sin parangón en la historia de la hermenéutica y de las
mente su estética, sino también su ética. <<maneras d e h acer m un d o>> 8o y construir
. •
representaCiones
Todo en espera ya de un punto final de esta <<monarquía del mismo Sr, acaban siendo bruscamente desposeídos de su
emblemática>> y reino de lo <<emblemático>>, que llega ago- señorío simbólico y de su autoridad hermenéutica, y es en
tado y exhausto a las puertas mismas de la revolución y del calidad de educadores y de transmisores de una determinada
cambio de paradigma político occidental. Sólo que en nuestro manera de leer el mundo, por lo que son en realidad ahora
caso y para nuestro país de países, no se trata de aquella revo- rechazados, concluyendo en una simbólica expulsión y diás-
lución del 8g, sino, más propia y castizamente, de la revolu- pora sus largos días de connivencia con los aparatos ideológi-
ción de 1767, verdadero terminus post que m que fractura y escinde cos del Estado, que por entonces se apresta a tener a otros ser-
el mundo de la metáfora del mundo de la analítica, y despoja vidores intelectuales.
finalmente de todo crédito intelectual a los metafísicos y ale- Los <<señores de las metáforas>> y dueños también de las
goristas cristianos. claves de la cultura visual y figurativa, los omnipresentes
En efecto, r767 representa la crisis global de la antigua jesuitas de la era barroca, abandonaron por entonces -aun-
concepción del mundo (en su modo hispánico); el aconteci- que sólo lo hicieron transitoriamente-, España y su Imperio,
miento supone la caída en la Corte de la influencia de los y no debe resultar extraño el conocer cómo, en ese momento,
antiguos lenguajes artísticos expresivos del poder, y el fin del algunos de sus conspicuos defensores y nostálgicos de su
prestigio del conceptismo sacro-político, mientras representa autoridad modelizadora de mundos hicieron la observación
también el colapso definitivo de ciertas in'Stituciones que
venían produciendo símbolos y abasteciendo el imaginario
social, del que con justicia se ha podido decir desde el pensa- 79 Véase sobre ello mi <<El ocaso de las metaforas. La emblemática y la teología
española de finales del siglo XVII>>, en L Amselem-Szende, Lesartset les lettres de
la Contre-Réforme en Espagne (Dossier), Cauces. Revue d'études hispaniques, 3
C2om~), 233-240.
78 Y podemos decir que, incluso, llegando agotada a los albores del XIX, como ha 80 Para seguir aquí a L. Goodman, Maneras de hacer mundos...
estudiado M.J. Cuesta, <<Del emblema a la viñeta ilustrada. La agonía de la 81 Sobre el campo conceptual que la expresión delimita ha reflexionado R.
emblemática en el siglo XIX>>, en Actas del[ Simposio Internacional de Emblemática. Chartier, El mundo como representación. Historia cultural: entre prác/icay representación. Bar-
Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1994, 835-851. celona, Gedisa, 1992.
!MAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
Comprometidos a hablar, como resulta que lo estamos en objetivo de que operen entre sí un- contraste enriquecedor y
este libro, en términos figurativos, no caigamos en eso a estas fuercen en su coalescencia una <<imagen dialéctica>>.
alturas; vengamos a decir algo, desde el terreno de la interpre- Mi intención última no es la de afirmar algo sobre los fan-
tación de la imagen, sobre ese icono de la cultura hispana que tasmas o proyecciones que acoge la novela, y se despliegan luego
es la vera imago del <<Caballero de la Triste Figura>>. Tal pequeña en la forma de una posteridad imaginativa y figura!, sino que,
contribución analítica es simplemente un trazo, un solo más bien, a lo que apunta el análisis es a dar algunos instru-
apunte; en la apertura última de un libro que se ha ocupado de mentos, hacer algunas notaciones al objeto de fijar orientacio-
ello, se trata por último de fijar unas nociones, insinuando algo nes y esquemas cognoscitivos de la cultura visual de la Edad
más acerca de los modos posibles de abordar el espacio de la Moderna, en el seno de la cual se constituye la proyección
imagen (o de la imago) barroca. El objetivo es restaurar el aura mental colectiva del Caballero de la Triste Figura. Ello según fuera
dialéctica de una imagen histórica; ver las tensiones estructura- admirablemente previsto en la propia novela, donde leemos en
les sobre las que ésta se crea o construye a cada paso o cambio de la forma de una vaticinio aquellas palabr:as famosas:
clima epocal.
No ha de haber bodegón, venta, ni mesón, o tienda de barbero,
La figura del caballero ha devenido, en sí misma conside-
donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas.
rada, un profundo documento histórico y mitopoético, un ver-
dadero legado de carácter figura!. Pero es verdad también que Comencemos por donde debemos comenzar. Definien-
en los estudios sobre el Quijote hay un importante defecto, que se do algunas evidencias hermenéuticas bajo cuyas claves se
hace extensible al terreno mismo de su reconstrucción imagi- constituye el campo de la cultura visual del período, y que
naria y mental en términos figurativos: su siempre omnipre- son para ésta como sus esquemas productivos, sus patrones
sente voluntad anticuaria; su decidida inscripción en la forma de proyección.
de un modelo o un patrón poco o nada alterable. Algo que Con el Quijote estamos ante lo que es el texto que desarrolla
adquirió en las representaciones de Gustavo Doré un estatuto la construcción de una imago que ha terminado en ser universal.
consolidado. Nosotros hemos cedido también a esta tentación En modo alguno se trata de la producción o generación de una
de cimentar el icono visual que la representación del caballero simple imagen. Una imagen estrictamente considerada es una
es, y en un primer momento nos situamos en la era imperial, reproducción analógica de una realidad. En cambio, una imago
para tal vez comenzar a entender cómo en ese momento se forja es la plasmación de una representación mental. En el caso del
el cuerpo de un guerrero (bien que peculiar), y con qué carac- Quijote la peculiaridad es la de que la imago está inducida no por
terísticos metales lo hace. Trataré de compensar esta perspectiva un fantasma mental, sino por la interpretación y lectura gene-
anticuaría, alejada de nuestro hoy, con una observación actual rada por un texto. Don Quijote no existe, pero su identidad ha
que se refiere a la iconografía, ésta ya sí ultimísima, del Qui- sido minuciosamente construida en el interior de un discurso
jote, el <<hidalgo fuerte»: es aquella que se ha puesto a prueba verbal, y luego desplegada por las interpretaciones. Reconozca-
en las recientes conmemoraciones del Centenario en el 2005. mos al margen, esta vez con Unamuno, que esta segunda vida es
Pero esto llegara sólo al final de un trayecto mucho más con- más rica y poderosa que cualesquiera otras de las reales que
vencional. De modo que dos regímenes, dos tiempos en la vida pudiera haber alcanzado a tener un real hidalgo manchego a la
de una figuración consolidada quedarán aquí evocados, con el altura de comienzos del Seiscientos.
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO EPÍLOGO. El QUIJOTE, /MAGO ÚLTIMA 257
Digamos algo de estas identidades imagológicas: que son de una y especificaciones de un texto (a me,nudo parco en precisiones
naturaleza enteramente manipulada; son constructos, fantasmas, de carácter anatómico y fisiognómico).
fantasmagorías, con un grado de verosimihtud que responde en cada Quiero decir, y esto toma la forma casi de un axioma: cada
momento a la época en que la imagen se activa, y donde la misma se sociedad, cada mundo construye su visión del cuerpo fantasmá-
ofrece en un horizonte de intelección producto de una suerte de tico; crea el régimen espectral bajo el que repleta su imaginario.
pacto o convención social. Este del contexto, es el secreto de los En consecuencia, el cuerpo, el rostro del Quijote -como el del
cambios de imagen quijotesca que, como los de la moda, son de Cristo- se va moviendo, se va metamorfoseando a lo largo del
una extremada sutileza, pero que semánticamente cambian por tiempo, y también del espacio sociocultural o nacional que atra-
completo el sentido de lo que se está viendo. Así, la oposición entre viese, haciéndose sujeto de una línea de constantes y de varia-
adarga/escudo del caballero es definitiva para saber si estamos en el bles, así como también de disrupciones y quiebras del modelo.
campo de la violencia sllnulada, de los juegos de callas epocales, o, Se trata de que el cuerpo, en realidad, es un blasón, una
por el contrario, nos situamos ante el vasto dominio de la batalla suma de significaciones diversas; en él todas las piezas se enca-
real donde la adarga, por cierto, de nada vale ~eso a la altura tem- jan y adquieren una significación precisa que atienden a hacerse
poral en que nos sitúan las primeras ediciones de las dos partes del legibles en el instante de su percepción; Verbigratia: los cabellos
Quijote~, siendo precisamente este tipo de arma ofensiva la que largos y lacios, que según el momento designan en las tradicio-
lleva el caballero. Las representaciones del Quijote oscilarán en este nes culturales occidentales la mansedumbre; mientras que los
punto entre las literalistas (que figurarán la tipología de la adarga) y mismos, encrespados, revelan el furor.
las más imaginativas y libres (que le colocarán un escudo). Hay una semiótica de la composición de la representación,
Todo en una figura es relevante; quiero decir que se encuen- figura, imagen o imago del cuerpo. Los cuerpos se animan por las
tra sujeta a las determinaciones que en ella practique una lec- pasiones, y se construyen atendiendo a un régimen pasional: o
tura semiológica o, como en este contexto nuestro es mejor melancólico o sanguíneo, o colérico o flemático. La fisiognomía
decir, iconológica. Una imagen, una imago no siempre se alza a la revela ya un efectivo conocimiento de lo que está a nivel de sigui-
categoría de icono epocal, signo visible de un tiempo, y es abso- ficación involucrado en la representación de un cuerpo. Diga-
lutamente relevante en ella el hecho de que pueda sobrevivir y mos aquí de los pintores (pero lo mismo cabría afirmar de los
seguir significando (e identificando complejos de valores) en el escritores) que trabajan significaciones universales, precognicio-
paso del tiempo y en el trayecto de una longe durée. En este nes sicológicas, universales antropológicos, estructuras comunes
punto, de hecho, la imago del Quijote sólo a nuestro modo de del imaginario y del inconsciente colectivo. Esto conforma el
ver tiene en la historia cultural de Occidente un parangón: universo de las constantes de la imago al que más atrás aludía. Por
pensemos por un momento en este su verdadero paralelo ejemplo' la delgadez que designa abiertamente el complejo del
espectacular y especular: la imago de Cristo, la imago Christi. ascetismo y es marca de un cierto sufrimiento asténico del indi-
La imagen de Cristo como la del Quijote, resultan ser pro- viduo privado de mundo. Señalemos aquí, al paso, un cuerpo
yecciones mentales no analógicas de ninguna realidad verifica- prototípico de esta mentalidad ascética y sacrificial hispana del
ble, que construyen perfectos iconos referenciales y cultuales en siglo XVII, que, además, al cabo, es el cuerpo de un referente
el seno de las distintas sociedades y comunidades a las que van doctrinario y moral para la peripecia que se cuenta en el Quijote,
destinadas, y que parten ambas de un texto, de las solicitaciones ello en un siglo hispano que se ha podido situar bajo el espíritu
IMAGO. LA CULTURA VISUAL Y FIGURATIVA DEL BARROCO
EPÍLOGO. EL QUIJOTE, fMAGO ÚLTIMA 259
por la herrumbre, por la falta fatal de brillo. Está es la metáfora tradiciones miltares, cuyo depositario eran todavía las órdenes de
de la debilidad, vulnerabilidad que el tiempo introduce en los caballería. Este asunto de la im-potencia técnica militar hispana
objetos de defensa. La coraza teme, pues, la abolladura, y se fra- -desacompasamiento, pérdida del necesario equilibrio entre
giliza en las articulaciones que es preciso introducir en ella para ímpetus y tecné- es algo que precisamente recorre el eje de la historia
revestir el cuerpo natural; allí es donde, precisamente, se hacen nacional, desde ese momento áureo en que la totalidad imperial
evidentes los rompimientos y los desgarros, poniéndose en hispana se ve obligada a desengancharse de la revolución per-
escena una definitiva vulnerabilidad de la defensa. manente de las armas, hasta llegar a las tropas en Marruecos y
Sobre esta imagen lastimosa del Quijote que la lectura Annual calzadas con zapatillas todavía a la altura del siglo XX.
induce, preguntémonos dónde queda situado el ideal principal El imperio español se mantiene por sus espadas y picas y
de la movilidad guerrera, y enseguida descubriremos que la asaltos a lo largo del XVI, XVII, menospreciando hasta cierto
mala articulación, el mal ensamblaje provoca otros graves pro- punto las nuevas tecnologías militares, y haciendo de la energía
blemas que afectan, y lo hacen decisivamente, a la máquina mili- viril y la obstinada determinación pugnativa la seña de identi-
tar: la torpeza, la lentitud, el estrépito, la inestabilidad, la caída, dad del soldado y del guerrero (católico) hispano. La imago del
la irrecuperación de la estabilidad horizontal, ésta última deter- Quijote revelará alguna de estas importantes tensiones que ani-
minante en el combate. man la existencia del cuerpo militarizado, y en este sentido
El cuerpo del guerrero, del soldado tiene un radio de acción forma parte de un extraño museo de imágenes bélicas hispanas
preciso, el cual se vio incrementado secularmente por la revolu- que a continuación debemos ofrecer de manera sucinta. Y ello
ción militar constante. La lanza, característica del Quijote, sitúa para avalar la idea de que las derivas, las anomalías primaron en
la capacidad de herir en una posición media, equidistante entre ese campo por sobre lo que podemos entender eran las condi-
los dos vectores sobre los que se ha demostrado que la violencia ciones técnicas ideales del ejercicio militar y guerrero.
es eficaz: el arma de fuego y el arma corta. La lanza es, pronto, De hecho, la imagen desastrada del Caballero de la Mancha
inviable en la tecnología militar de la alta Edad Moderna, por- lo es por su fuerte componente anómalo y asincrónico con el
que, rebasada, descubre el centro gravitatorio de la vulnerabili- que comparece en los campos de acción y de batalla de LaMan-
dad, el pecho y el vientre del guerrero. De hecho, la lanza, la cha. Preguntémonos por algo esencial también cuando de lo
pica, tuvo una rápida obsolescencia, y si se mantuvo en el espa- orgánico bélico se trata: ¿Estamos ante el cuerpo del guerrero o
cio militar español, como destaca Velázquez en su gran cuadro es el cuerpo del soldado? Sutil diferencia, porque cuando apa-
de Las lanzas, fue, sobre todo, porque no había capacidad tecno- rece el soldado desaparece el guerrero. ¿Qué caracteriza al gue-
económica de sustituirla por los arcabuceros, de modo que los rrero?: el radio de acción corto, y ¿qué al soldado?: la amplia-
tercios mantuvieron proporciones anómalas de picas con rela- ción de ese radio de acción hacia una lejanía cada vez más
ción a la proporción siempre creciente de líneas de fuego de que abstracta: el arma de fuego, la bala, ausente y, en todo caso, ana-
estaban dotados los ejércitos holandeses, franceses, etc. temizada en El Quijote en el episodio del discurso a los pastores.
La despotenciación militar técnica española es un viejo Y en cuanto al propio cuerpo del guerrero, oculto bajo las
asunto bien conocido, del cual es metáfora, según creemos, la prótesis que le defienden: ¿cómo es éste? Pues bien: o endu-
composición en el texto del Quijote de un desastrado hombre de recido o blando: el cuerpo huesudo evidencia lo duro, pero lo
guerra del interior de las Españas, que quiere rehabilitar las viejas duro es también aquello amenazado de rompimiento, de
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molimiento, de quebranto. El cuerpo blando y grasiento nunca Nuestro Quijote cumple en muchos de los episodios de la,
está amenazado por la fractura, sino por la herida. Así, la carne novela este papel de <<dominguillo>> (un muñeco de pelote,
sanchopanzesca es susceptible de ser penetrada como la mante- zarandeado por los muchachos de los pueblos, según el Tesoro
quilla (y por eso el arma preferida de pelea por Sancho será el de la lengua castellana de Covarrubias), en lo que era una figura
saco de plumas); mientras, el duro hueso quijotesco corre por que se aproximaba a la mentalidad popular epocal, la cual es
su parte el peligro inminente de su quiebra. obvio que teme a los soldados en derrota que hacen el camino
Éstos son sólo algunos ejes por donde puede comenzar a de Flandes, y que a veces los desarma y los ridiculiza en una
ser entendida la construcción de esos cuerpos destinados a los actitud ambigua.
trabajos de una violencia (en algunos momentos irrisoria) Otras imágenes de mas calado penetran sutilmente en el
narrativizada en El Quijote; los vectores de su construcción son, asunto mayor de la depresión o decadencia cierta de las armas
según estamos viendo, la inviabilidad, la afuncionalidad, el de- de España, a partir de mil quinientos ochenta y ocho, donde se
sajuste técnico, el fracaso, el menosprecio que produce siem- abre el ciclo de las derrotas y de las cesiones. Entonces es el
pre el uso de una tecnología inadecuada, desfasad~. Y. ello tiempo definitivo en que los héroes, cansados y envejecidos,
debe pasar a la imagen de la figura acrisolada por la h1stona de entran en la escena de la historia, creemos que alegorizando
un Don Quijote. directamente un más general cansancio y decadencia de la
Es el momento de abandonar la iconología y destacar aquí armada militar hispana. Pintará a estos soldados en la derrota,
algo importante que se produce en el plano histórico, y que por ejemplo, Velázquez, y lo hace desde luego de un modo me-
tiene consecuencias trascendentales en el modo de figurar tonímico en la figura de sus Martes; los retratan también los
la imago quijotesca a lo largo del siglo XVII. Hay toda una grabadores como el propio José de Ribera. Los pinta, de igual
corriente de propaganda política en la época que trata de modo, el propio Rembrandt, que vive la problemática de las
rebajar o atenuar, burlar o caricaturizar el modo militar his- armas de España desde el centro mismo de las tribulaciones de
pano. Es una tendencia que, naturalmente, se produce en los éstas en los Países Bajos, poniendo toda la melancolía posible
países enemigos de España, particularmente los Países Bajos, en el famoso <<viejo del casco de oro>>, consumido por los
en donde las prensas se especializan en la ridiculización del recuerdos de los pasados días de gloria.
soldado, del oficial español. Tanto las representaciones de la La imago del Quijote, tal y como la escribe Cervantes y,
fatua vanidad del <<miles gloriosus>> hispano, de que ense- enseguida, la representa la plástica epocal, vive un poco de esta
guida la figura del Quijote se convierte en un emblema ~uera imagen depresiva, inapropiada, conducida hacia el triste
de España, como, también, el carácter brutal y mercenario de ámbito de la derrota por dentro: la abollada y remetalizada
los pícaros-soldados en las guerras de Flandes, conduce a lo armadura, el corcel viejo y famélico, las armas notoriamente
que es el rebajamiento efectivo de su estatuto en los textos largas en la época en que han sido casi definitivamente susti-
como los que nos presentan Marcos de Obregón, los de las som- tuidas por las armas cortas denuncian un rebajamiento triste,
bras militares perceptibles en Fuenteovejuna o, incluso, alcanza una inactualidad que adviene al cuerpo del guerrero haciendo
el universo del folclore popular peninsular, donde los solda- fracasar su animus.
dos son sacados a la plaza pública en hábito de <<domingui- Con todo, esa misma corporalidad expresiva del guerrero está
llos>>, para ser allí apaleados o figurar en cortejos burlescos. investida de excepcionalidad. Es un cuerpo siempre aurático,
JosÉ DE RIBERA, <<Soldado derrotado>>. Dibujo. GABRIEL LAnAME, <<He perdido el Rosellón». Grabado.
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(que Juan Caramuel acrisoló en un libro homónimo en tiem- Declaración Mística de las armas de &paña. Bruselas, J636.
VAN DYaK,
<<Marqués
de Leganés>>.
Grabado.
COLOFÓN
Universidad de Navarra
Servicio de Biblí•A····.·
ÍNDICE
Introducción 5
El régimen visual barroco
1. Óptica simbólica 4T
1. VISUAL, ALADO ATREVIMIENTO 4T
2. ENGAÑO COLORIDO 45
3. PERSPECTIVA ARTIFICIALIS 53
4. MAGIA ÓPTICA 58
5. DE GOLORIBUS 6g
Epílogo 253
El Quijote. imago última