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332 NUESTROS BOSQUES: REVISIÓN CRIT1CA

rabies que sería posible producir. Tarea que no es fácil, ya que mu-
chas zonas de Cuba no tienen árboles porque la calidad de sus suelos
Y la humedad resultan insuficientes. He aquí una misión que bien
podrían echar adelante los nuevos organismos de nombres sonoros
que se han creado recientemente y cuyo destino debe ser producir
algo más que burócratas.
Lo barroco y lo real maravilloso*
ALEJO CARPENTIER
El Mundo (16-III-1955)

SEÑORA VICEPRESIDENTA del Ateneo, señores de la directiva del Ateneo,


señoras y señores:

Ustedes conocen el título de la charla que me he propuesto ofrecerles


hoy, sobre dos elementos que intervienen, a mi juicio, decisivamente
en la caracterización, la significación, diríamos, del arte de América
Latina, de esta América Latina, América mestiza, como la llamaba José
Martí, que acaba de evocar en palabras de presentación la señora
vicepresidenta de este Ateneo: "Lo barroco y lo real maravilloso". Y
como es un tema rico en peripecias, como es un tema que trataré de
hacer caber en un tiempo que no abuse de la paciencia de ustedes,
quiero entrar de lleno en el tema sin preámbulos, empezando de una
manera un poco árida y seca, con unas cuantas citas de diccionarios.
Antes de entrar a hablar del barroco, cabe dirimir una querella de
lenguaje: Lqué es el barroco? Con lo barroco -todo el mundo habla
de lo barroco, todo el mundo sabe más o menos lo que es lo barroco,
siente lo barroco- ocurre algo semejante a lo que ocurre con el surrea-
lismo. Todo el mundo sabe hoy lo que es el surrealismo, todo el mun-
do ante un hecho insólito dice: "Es un caso surrealista"; pero si vamos
al texto fundamental del surrealismo, al Primer manifiesto de André
Breton, del año 1924, nos encontramos con que la definición que da
el fundador de ese movimiento corresponde muy poco a lo que suce-
dió después; él mismo era incapaz de definir lo que estaba haciendo,

* Conferencia dictada en el Ateneo de Caracas el 22 de mayo de 1975.

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aunque sabía muy bien lo que iba a hacer. Vámonos a los dicciona- Rimsky-Korsakov, viendo que sus alumnos se entusiasmaban con las
rios; vamos al Pequeño Larousse. Se nos dice: "Barroco: neologismo. obras del genial innovador francés, les decía: "Bueno, vayan a oír eso
Igual churrigueresco. Galicismo por extravagante". Pero buscamos ba- si quieren; pero les advierto que hay el peligro de que se acostumbren
rroquismo y nos dice: "Neologismo, extravagancia, mal gusto". Luego, a ello". Es decir, les hablaba de la música de De bussy como quien le
el barroquismo acepta el galicismo y el barroco se identifica exclusi- dice a un amigo: "Fuma opio si quieres, pero ten cuidado porque eso
vamente con la arquitectura de un sefior llamado Churriguera, que ni envicia". Y el barroco también habría de ser "decadente".
fue el mejor representante del barroco, sino más bien de un cierto También se ha tratado de definir el barroco como un estilo, se le ha
amaneramiento, y no explica absolutamente nada, porque el barroco querido encerrar en un ámbito determinado, en el ámbito de un esti-
es algo múltiple, diverso, enorme, que rebasa la obra de un solo arqui- lo. Eugenio D'Ors, que no siempre me convence enteramente con sus
tecto o un solo aiiista barroco. teorías artísticas, pero que indudablemente en algunos ensayos es de
Vamos al Diccionario de la Real Academia. Del barroco se nos dice: una penetración extraordinaria, nos dice en un ensayo famoso que en
"Estilo de ornamentación caracterizado por la profusión de volutas, realidad lo que hay que ver en el barroco es una suerte de pulsión
roleos y otros adornos en que predomina la línea curva. Se aplica tam- creadora, que vuelve cíclicamente a través de toda la historia en las
. bién a las obras de pintura y escultura donde son excesivos el movi- manifestaciones del arte, tanto literarias, como plásticas, arquitectóni-
miento de las figuras y el partido de los pafios". Francamente, no podían cas, o musicales; y nos da una imagen muy acertada cuando dice que
haber hallado, los señores académicos de la Real Academia Espafiola, existe un espíritu barroco, como existe un espíritu imperial. Éste se
una definición más pobre. aplica igualmente a Alejandro, Carlomagno o Napoleón, saltando por
Vamos a un diccionario de ideas afines y encontramos que se nos encima de los siglos. Hay un eterno retorno de un espíritu imperial en
da como sinónimo de barroco: "Recargado, amanerado, gongorino . la historia, como hay un eterno retorno del barroquismo a través de
[icomo si fuese una vergüenza ser gongorino!], culterano, conceptista" los tiempos en las manifestaciones del arte; y ese barroquismo, lejos
y otra vez -churrigueresco y [entonces esto sí ya no es posible] deca- de significar decadencia, ha marcado a veces la culminación, la máxi-
dente''. ma expresión, el momento de mayor riqueza, de una civilización de-
Cada vez que oigo hablar de arte "decadente" me pongo en un esta- terminada. Y quiero tomar como primer ejemplo a alguien que men-
do de furia sorda, porque esto de la decadencia y de que un arte sea cionaré un poco más adelante que es Franyois Rabelais, el genial
decadente se ha aplicado sistemáticamente a una multitud de mani- humanista francés del Renacimiento, que con su Gargantúa y Panta-
festaciones artísticas que, lejos de marcar una decadencia, marcan las gruel, con los cinco libros de su novela prodigiosa, nos dio acaso la
cumbres de una cultura. A los impresionistas franceses, Cezanne, Ma- expresión más completa, más extraordinaria, más jugosa, de lo que
ne! y otros, los calificaron durante afias de decadentes. En tiempos de podría dar la plenitud del idioma francés. Rabelais, que fue el príncipe
Beethoven, los maestros de composición prohibían a sus alumnos que de los barrocos franceses, marca la cima de la literatura francesa, por-
oyesen o estudiasen las obras de Beethoven porque eran obras deca- que aunque ciertas comparaciones son peligrosas, es evidente que su
dentes. De los atonalistas se dijo qu@ eran decadentes. Cuando agarra- libro magno del Gargantúa es el único que en la literatura francesa se
mos un historiador de la música de comienzos de este siglo, como sitúa en esa cima de excepciones, de prodigiosos logros, donde se en-
Riemann, éste nos dice que toda música escrita después de Wagner cuentran obras como El Quijote, como La divina comedia, o el teatro
era decadente. (Cuando Debussy fue a Rusia a comienzos de siglo a todo de Shakespeare. Rabelais es la culminación de la cultura france-
dirigir sus obras, el gran maestro -que no era tonto, sin embargo- sa y del humanismo renacentista y era un escritor profundamente
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barroco, inventor de palabras, enriquecedor del idioma, que se permi- tístico, fundado en la imitación de los modelos griegos y romanos. Dí-
tía todos los lujos, porque cuando le faltaban verbos los inventaba y cese en oposición al romanticismo". lEn qué quedamos? El clasicismo
cuando no tenía adverbios también los inventaba. es lo que copia lo romano y lo griego. En otro diccionario se nos dice
El barroquismo tiene que verse, de acuerdo con Eugenio D'Ors -y que el clasicismo puede ser una copia de Calderón, que era un barro-
me parece que su teoría en esto es irrefutable-, como una constante co. Por lo tanto, la palabra clasicismo no tiene sentido ni peso ningu-
humana. no. Y yo diría que si toda imitación es académica, toda academia se
Por ello hay un error fundamental que debemos borrar de nuestras rige por reglas, normas, leyes. Luego lo clásico es lo académico y todo
mentes: para la noción generalizada, el barroco es una creación del lo académico es conservador, observante, obediente de reglas; luego
siglo XVII. enemigo de toda innovación, de todo lo que rompe con las reglas y
Para la mayoría de la gente decir "aiie barroco" es decir cierta arqui- norn1as.
tectura muy ornamentada del siglo XVII, como la de Borromini en Pero, en fin, para tratar de entender lo que quieren decirnos algu-
Italia, y cierta escultura extraordinariamente movida, extraordinaria- nos cuando nos hablan de lo clásico, no hay nada mejor que tomar
mente expansiva en sus formas, como es la de Bernini, cuya obra más ejemplos que estén en la mente de todos. Ejemplos característicos de
represe,ntativa, obra de un barroco caracterizado y completo, es el fa- cosas que tenemos todos grabadas en la retina interior de la memoria.
moso Extasis de santa Teresa, que es una de las obras cumbres de la Vamos a tomar tres monumentos que representan lo que algunos
escultura universal. Entonces, aquellos que ven peyorativamente lo consideran como clasicismo; tres monumentos que han constituido
barroco y lo ven como una especie de fenómeno extraño, de amane- un academicismo, por cuanto han creado normas imitables. Esos tres
ramiento -porque también es cierto que hubo un amaneramiento monumentos arquetípicos serían el Partenón, El Escorial de Herrera y
barroco en cie1ios tránsitos menores del siglo xvn-, le opone otro el Palacio de Versalles.
concepto. lQué concepto? Lo que llaman el clasicismo. Ahora bien, esas obras se. caracterizan por la observancia de un eje
Ahora bien, si la palabra "barroco" tomada en su acepción general, central, al que están supeditados unos ejes laterales. Todos los que
o la palabra "surrealismo" -según la definición que da Breton- no ex- hemos copiado el Vignola al haber estudiado la arquitectura, sabemos
plican ni lo que es el surrealismo ni lo que es barroco, debo decir que que al copiar una de esas fachadas de templos griegos, el Partenón, el
la palabra "clasicismo" es la palabra más hueca y más vacía de sentido Erecteion, lo primero que hacíamos era marcar el eje central de donde
que se le puede ocurrir a uno. Vamos otra vez al diccionario. Dice el partía el frontis de dos verticales que nos dividía en dos el enta-
Larousse: "Algo muy notable y digno de imitación. Dícese del escritor blamento y cada columna tenía su eje lateral y cada eje estaba supedi-
o de la obra que se considera como modelo en cualquier literatura", y tado en distancia, en sección pitagórica en cierto modo, al eje central
se citan como ejemplos a Calderón y Lope. Ya vamos mal, porque si que- dividía el edificio en dos partes iguales y simétricas.
un escritor representa el barroco en la lengua española al lado de En este tipo de arquitectura como Versalles, como El Escorial, como
Quevedo y al lado de Góngora, es precisamente Calderón. Y los que el Partenón, hay algo que es muy importante y es que la presencia de
tengan presente una de las obras más famosas de Calderón, El médico los espacios vacíos, de los espacios desnudos, de los espacios sin or-
de su honra, recordarán aquel pasaje en que doña Menda cuenta el namentación son valores en sí tan importantes como los espacios
accidente del joven caballero derribado por el corcel, que es uno de adornados, o el fuste de las columnas acanaladas. Si nos ponemos a
los trozos de poesía barroca más antológico que pueden imaginarse. ver en el Partenón o en Versalles los grandes planos desnudos, delimi-
En la Real Academia se nos dice: "Clasicismo: sistema literario o ar- tados por las columnas, tienen un valor proporcional, crean una suer-
í '•"J""''

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te de armonía geométrica donde los espacios llenos tienen tanta (caída de ángeles, caída de hombres, caídas de santos, en un movi-
importancia como los espacios vacíos. En el Partenón, el intercolum- miento coreográfico prodigioso, con figuras de tamaño natural), sino
nio es tan importante como la columna misma. Más aún, diría que la que ha llevado la forma a colaborar con la luz, porque la luz que entra
columna sirve para delimitar espacios vacíos y espacios de aire. En por las claraboyas ha sido combinada de tal manera con la escultura
cierto modo, en la estructura del templo griego o de El Escorial de He- que, según las horas del día, todas las figuras parecen moverse. Para
rrera, la construcción se complementa con el espacio vacío, con el es- mí, en ello hay uno de los arquetipos más hermosos de lo barroco que
pacio sin ornamentación, cuya belleza reside precisamente en estar yo haya podido contemplar. Pero, volviendo a lo que decíamos, de lo
circunscrito, y en darnos una emoción, una impresión de belleza, con barroco visto como una constante humana y que de ningún modo
una majestad severa y desprovista de todo elemento superfluo -lo puede circunscribirse a un movimiento arquitectónico, estético o pic-
que corresponde a una cierta geometría lineal-. tórico nacido en el siglo xvn, nos encontramos que en todos los tiem-
Tenemos, en cambio, el barroco, constante del espíritu, que se ca- pos el barroco ha florecido, bien esporádicamente, bien como caracte-
racteriza por el horror al vacío, a la superficie desnuda, a la armonía rística de una cultura. Para citar ejemplos directos, típicos, que están
lineal-geométrica, estilo donde en torno al eje central -no siempre en la mente de todos, diré que el barroco -y es evidente- florece en
manifiesto ni aparente- (en la Santa Teresa de Bernini es muy difícil toda la escultura indostánica: hay en distintos templos y grutas de la
· determinar la presencia de un eje central) se multiplican lo que po- India metros y metros -por no decir kilómetros- de bajos relieves, más
dríamos llamar los "núcleos proliferantes", es decir, elementos decora- o menos eróticos, que son barrocos en la forma y barrocos en el ero-
tivos que llenan totalmente el espacio ocupado por la construcción, tismo por la imbricación de figuras, por el arabesco constante, por la
las paredes, todo el espacio disponible arquitectónicamente, con mo- presencia de lo que llamamos hace un momento (en grupos y en figu-
tivos que están dotados de una expansión propia y lanzan, proyectan ras sueltas, danzantes y siempre unidas, ligadas unas con otras como
las formas con una fuerza expansiva hacia afuera. Es decir, es un arte vegetales) una serie de focos proliferantes que se prolongan al infini-
en movimiento, un arte de pulsión, un arte que va de un centro hacia to; llega el momento en que se detiene el bajo relieve, pero podría
afuera y va rompiendo, en cierto modo, sus propios márgenes; un seguir con el impulso adquirido, si hubiese una mayor superficie que
ejemplo típico del barroco lo tenemos en la Catedral de San Pedro de esculpir, hasta una distancia increíble.
Bernini, en San Pedro ,de Roma. Cada vez que he visto esa explosión Pero hemos hablado de la escultura indostánica. ¿y acaso la Cate-
de formas, esa explosión de volutas, esa suerte de luminaria estática dral de San Basilio de Moscú, con sus cúpulas periformes, de distintos
que surge del suelo, que parece romper el marco que la envuelve, colores, no es un exponente de arquitectura barroca? lDónde está el
pienso en unos cuadros de Chirico en que había unos soles enjaula- eje central de la Catedral de San Basilio que todo el mundo ha visto
dos, unos soles metidos en jaulas. Para mí, la Catedral de San Pedro de en fotos? lDónde, en ese juego de cúpulas, hay alguna simetría halla-
Bernini es eso: un sol enjaulado, un sol que hace estallar, por su ex- da en los colores, en las formas? Es el San Basilio de Moscú, a mi jui-
pansión, las columnas compuestas que lo circunscriben y pretenden cio, uno de los ejemplares más extraordinarios de un barroco ruso. En
delimitarlo y que desaparecen literalmente ante tal riqueza. En la Praga, ciudad enteramente barroca, las esculturas del Puente Carlos,
Catedral de Toledo hay, detrás del altar mayor, en el deambulatorio, que son una legión, o bien las figuras de obispos y de santos y de doc-
una gigantesca y múltiple escultura, una composición escultórica que tores de la Iglesia, casi danzantes a pesar de la pesadez del bronce, for-
sube hasta las claraboyas últimas, donde el escultor barroco no sola- mas que vuelan a pesar de la gravidez de la materia, de la iglesia de
mente ha plantado los personajes, que descienden hacia nosotros San Clementina que está a la entrada del Puente Carlos, hay un ver-
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dadero ballet teológico, que se organiza ante nuestros ojos, en un esti- unidades aristotélicas, que son subproducto de la tragedia clásica de
lo absolutamente barroco. Luego será el barroco vienés de los tiem- Racine y sólo han quedado en curiosidades literarias, para uso de eru-
pos de María Teresa y del josefismo, y estará (si ustedes quieren, por- ditos y estudiantes de literatura), es evidente que ninguno de los au-
que vive en la escenografía, en el asunto de la obra y en la música tores que acabo de citar pueden asimilarse al barroco, no tienen un
misma) en La flauta mágica de Mozart, que es una de las obras maes- estilo barroco, ni es posible, en un diálogo de Platón, en una tragedia
tras del barroquismo universal visto bajo todos sus ángulos. de Esquilo, encontrar la esencia y el espíritu del barroquismo. Pero en
Ahora bien: yo he hablado del barroco como un arte que teme el cambio, toda la literatura hind.ú es barroca, toda la literatura irania,
vacío, que huye de las ordenaciones geométricas, de los volúmenes a incluyendo ese monumento de la épica que es el Libro de los reyes, de
lo Mondrian, diríamos (superficie blanca, superficie oscura, sobre Firdusí, es barroca, y saltando los siglos nos encontramos en España
todo superficie clara, o bien superficie en que se aprecia la calidad de con esas cumbres del estilo barroco en literatura, que son Los sueños
la materia) y me preguntarán ustedes: "lY dónde me deja el gótico? de Quevedo, Los autos sacramentales de Calderón, la poesía de Gón-
Porque, en fin, el gótico es eso". Tomemos la fachada de la Catedral gora toda, la prosa toda de Gracián. Y la prueba de que hay ahí un es-
de Chartres, tomemos la fachada de la Catedral de Notre Dame de Pa- píritu barroco es que el contemporáneo de algunos de los autores que
rís, y nos encontramos con que en todos los elementos de la fachada acabo de citar, Cervantes, no nos resulta barroco. El Quijote eviden-
no hay un espacio perdido: son figuras de demonios, del juicio final, temente no es barroco en estilo, si bien Cervantes, a veces, en las
son escenas de la Biblia, son figuras de distinta índole que se entre- Novelas ejemplares, y sobre todo en los Entremeses, se nos muestra ba-
mezclan. rroco, del mismo modo que Lope también se nos muestra barroco
Pero con el gótico ocurre algo que también vio muy bien Eugenio a veces.
D'Ors. Él establece la diferencia entre una constante humana como es En Italia, el emperador del barroco es el Ariosto con su Orlando fu-
el barroco y lo que llama los estilos históricos; es evidente que el romá- rioso. En Inglaterra, evidentemente que Shakespeare se sitúa en el
nico y el gótico son estilos históricos; el gótico respondió a un mo- espíritu barroco con su teatro tumultuoso, profuso, aparentemente
mento histórico que al cerrarse con el Renacimiento se llevó su ar- desordenado, sin superficie vacía, sin tiempos muertos, donde cada
quitectura, la relegó al pasado y, absurdo sería quien pretendiera hoy, escena constituye en sí una célula proliferante supeditada a la acción
en el año 1975, erigir una catedral gótica copiando los mejores mode- del conjunto. Shakespeare está lleno de escenas cortas, extraordina-
los; sería un pastiche inútil, absurdo, sin relación con nada. En cam- rias, que son pequeñas unidades en sí, insertadas en el gran conjunto
bio, el espíritu barroco puede renacer en cualquier momento y renace de una tragedia. Y si no es barroco en Julio César o en Timón de Atenas,
en muchas creaciones de los arquitectos más modernos de hoy. Por- es, en cambio, supremamente barroco en el quinto acto de Sueño de
que es un espíritu y no un estilo histórico. Y para rematar su razo- una noche de verano.
namiento, D'Ors nos dice: "Observen ustedes que no existe un estilo Hablé hace un momento de Rabelais, y en su obra, que llevó el idio-
gótico en la literatura". En cambio, en literatura sí existe un estilo ba- ma francés a su expresión más alta, más completa y más extraordina-
rroco. Y para volver a los ejemplos tangibles, visibles, nos encontra- ria, hay fragmentos que son ya -podríamos decir- una preceptiva del
mos, para citar ejemplos que todo el mundo tiene en mente, con que barroquismo. Hay un episodio muy interesante en el tercer libro de
es evidente que ni Esquilo, ni Sófocles, ni Platón, ni Tito Livio, ni Cice- Las horribles aventuras del gigante Gargantúa y de Pantagruel, como
rón, ni el francés Racine, ni Bossuet, ni Voltaire el de las tediosas y ol- titulaba el vicario de Meudon a su obra maestra. Y es, en ese tercer li-
vidadas tragedias en alejandrinos (que obedecen a las reglas de las bro, un episodio completamente imaginario, en que Rabelais inventa
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esta historia (Rabelais lo inventaba todo): dice que, un día, Filipo de gués de la época), fueron hombres de acción, y hombres que ex-
Macedonia se decide atacar la ciudad de Corinto. En Corinto vive Dió- presaron la acción. Casi todos ellos tuvieron que ver con los primeros
genes. Diógenes el escéptico, Diógenes misántropo, Diógenes en su movimientos utópicos. No hay que olvidar que Delacroix, el más
tonel y que, naturalmente, dada su actitud filosófica ante la vida, no grande pintor romántico, fue el que nos dejó el verdadero cuadro de
es hombre a quien importe que Filipo de Macedonia tome la ciudad. las Barricadas de Paris, un cuadro revolucionario que se puede situar
Pero de repente -esto lo inventa Rabelais- Diógenes tiene un resabio al lado del Guernica de Picasso. Y no hay que olvidar que el Wagner
de patriotismo: cuando ve que las tropas se acercan a la ciudad, se joven fue expulsado de Munich por anarquista y que lord Byron
mete en su tonel, echa a rodar su tonel y causa tales estragos, tum- murió en Missolonghi en el intento difícil de la liberación de Grecia.
bando soldados, caballos de frisa, tumbando barricadas, tumbando Nos encontramos, en el romanticismo, con que Novalis, por ejem-
defensas de todas clases, que acaba poniendo en fuga, con su tonel, a plo, en Enrique de Ofterdinger nos da una novela enteramente ba-
los soldados de Filipo de Macedonia. rroca. El segundo Fausto de Goethe es una de las obras más barrocas
Y Rabelais, que nos cuenta esta historia en dos páginas, para enun- de todas las literaturas; las Iluminaciones de Rimbaud (véase la prime-
ciamos las armas que traía Filipo de Macedonia usa setenta sustanti- ra de las Iluminaciones, "Después del diluvio") es una obra maestra de
. vos, setenta palabras (catálogo de armas traídas por el enemigo), en poesía barroca. Los cantos de Maldoror de Lautréamont -y Lautréa-
tanto que los estragos causados por el tonel de Diógenes se llevan mont se llamaba a sí mismo "el montevideano" porque había nacido
sesenta y dos verbos consecutivos para decir que "destruye", "rompe", en Montevideo y estaba muy orgulloso de haber nacido en América-
"quiebra", cala", termina "quema", "derriba", etcétera, sesenta y dos
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, es un monumento del barroquismo poético. Marce! Proust (Marce!
en dos páginas, para contarnos los estragos causados por el barril de Proust precisamente, y aquí vuelve Eugenio D'Ors, que en su ensayo
Diógenes acertó en muchos puntos), Marce! Proust nos da uno de los momen-
Llegando más adelante nos encontramos que el romanticismo, tos de la prosa barroca universal, prosa en la cual -y esto lo observa
opuesto por el Diccionario de la Real Academia al clasicismo, al aca- D'Ors- se intercalan unos "entre paréntesis" que son otras tantas cé-
demismo, es todo barroco; y barroco había de ser, puesto que el ro- lulas proliferantes, frases metidas en la frase, que tienen una vida pro-
manticismo, que se ve generalmente por la estampa absurda del claro pia y que a veces enlazan con otros "entre paréntesis" que son otros
de luna y del personaje que compone versos, segregado del mundo elementos proliferantes. No hay página -creo yo- más hermosamen-
en que vive, es decir, el personaje que "vive en las nubes", fue todo lo te barroca en toda la gigantesca novela de Proust que aquel episodio
contrario: el hombre del romanticismo fue acción y fue pulsión y fue de La prisionera, en que el protagonista, el narrador, que es el propio
movimiento y fue voluntad y fue manifiesto y fue violencia. Rompe Proust, acostado en la cama de Albertine por la mañana oye los pre-
con las unidades aristotélicas en el teatro, acaba con la tragedia clási- gones de los vendedores ambulantes que pasan por la calle y con ese
ca francesa (en Francia, al menos), reclama los derechos del hombre a poder maravilloso de enlazar pensamientos y conceptos a través de
proclamar su ser interior, a exteriorizar sus pasiones; inventa el Sturm una cultura prodigiosa, Proust piensa que esos pregones pueden re-
und Drang, es decir, la atmósfera de la "tempestad y la apetencia". Y no lacionarse, por las inflexiones melismáticas, por las maneras de im-
olvidemos que esos románticos, que los burgueses de la época veían postar la voz, con el canto litúrgico medieval. Y no solamente ellos: el
como gente perdida, como "gente en la luna", como gente incapaz de atusador de perros, el vendedor de alpiste para los pájaros, el amola-
un pensamiento lógico (porque, desde luego, la moral de ellos y la éti- dor de tijeras, todos esos que vienen vendiendo sus pequeños artícu-
ca de ellos y la política de ellos no se avenía con el conformismo bur- los de uso casero, le evocan no sólo el canto gregoriano, sino también
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ciertos fragmentos de Peleas y Melisenda de De bussy, y de repente brieron los arqueólogos recientemente, haciendo unas excavaciones
construye Proust, con esos humildes pregones de la calle, una de las de dos años a esta parte, unas deliciosas residencias de señores azte-
páginas en que juega vertiginosamente con el tiempo, relacionando el cas anteriores a la Conquista, y cuál no sería la sorpresa de los ar-
grito de una vendedora de alpiste, el pregón de una vendedora de queólogos al ver que las paredes estaban cubiertas de finísimas pintu-
dulces, de torrejas, con el gran canto litúrgico medieval y con el canto ras que representaban la vida cotidiana de los años: sus albercas, sus
ambrosiano. Esto también es barroquismo, como barroquismo todo jardines, sus deportes, sus banquetes, los juegos de los niños, sus en-
fue el desarrollo del surrealismo. tretenimientos, la vida de las mujeres, la vida cotidiana, todo eso repre-
El academismo es característico de las épocas asentadas, plenas de sentado en una serie de figuras que únicamente pueden ser califica-
sí mismas, seguras de sí mismas. El barroco, en cambio, se manifiesta das de barrocas porque pertenecen al espíritu barroco más auténtico.
donde hay transformación, mutación, innovación; y no he de recor- El Popo/ Vuh, vuelvo a decirlo (los que lo han leído lo saben), es un
darles a ustedes que, en vísperas de la Revolución soviética, quien re- monumento al barroquismo; la poesía náhuatl, que era desconocida
presenta la poesía en Rusia es Vladimir Maiakovski, cuya obra es un hace todavía treinta años y fue sacada a la luz por los trabajos de Ga-
monumento de barroquismo, del comienzo al fin, tanto en su teatro ribay, nos presenta hasta ahora once poetas de primera magnitud an-
como en su poesía. Por lo tanto, el barroquismo siempre está proyec- teriores a la Conquista, con una obra copiosísima que llena dos grue-
tado hacia adelante y suele presentarse precisamente en expansión en sos tomos, y es la poesía más barroca, más encendidamente barroca
el momento culminante de una civilización o cuando va a nacer un que pueda imaginarse, por la policromía de las imágenes, por los ele-
orden nuevo en la sociedad. Puede ser culminación como puede ser mentos que intervienen, que se entremezclan, y por la riqueza del len-
premonición. guaje. La diosa de la muerte del Museo de México es un monumento
América, continente de simbiosis, de mutaciones, de vibraciones, de del barroquismo, figura bifemenina que a la vez está cubierta con fi-
mestizajes, fue barroca desde siempre: las cosmogonías americanas, guras de serpientes enroscadas. Y hay, a mi juicio, y siempre lo cito
ahí está el Popo/ Vuh, ahí están los libros de Chilam Balam, ahí está como ejemplo, lo que considero como la magnificación de lo barroco
todo lo que se ha descubierto, todo lo que se ha estudiado reciente- americano, que es el templo de Mitla. El templo de Mitla se encuentra
mente a través de los trabajos de Ángel Garibay, de Adrián Recinos, cerca de Oaxaca y nos presenta en una fachada maravillosamente
con todos los ciclos del tiempo delimitados por la aparición de los equilibrada en sus volúmenes una serie de cajones del mismo tama-
ciclos de los cinco soles. (En una antigua mitología azteca estaríamos ño, en que en cada uno se desarrolla una composición abstracta dis-
actualmente en la Era del Sol Quetzalcóatl.) Todo lo que se refiere a tinta de la anterior; es decir, no se trabaja ya por simetría; cada uno de
cosmogonía americana -siempre es grande Ámérica- está dentro de esos cajones es célula proliferante de una composición barroca -son
lo barroco. dieciocho los cajones- que se insertan en un conjunto general barro-
La escultura azteca jamás podrá ser vista como escultura clásica, co. Yo no puedo menos, cuando contemplo la fachada del templo de
por cuanto la estructura azteca -piensen ustedes en las grandes cabe- Mitla, que evocar las treinta y tres variaciones de un tema de Diabelli
zas de Quetzalcóatl, que están en San Juan de Teotihuacán; piensen de Beethoven, donde Beethoven nos entrega, a partir de un tema ini-
ustedes en la ornamentación de los templos- es barroca, desde luego cial inocuo, treinta y tres variaciones monumentales que, como decía
que es barroca, usando igualmente de lo geométrico como de lo cur- recientemente un crítico de la nueva hornada, más que variaciones
vo, en una especie de temor a la superficie vacía. Casi nunca hay un musicales son treinta y tres objetos sonoros. Los cajones de Mitla son
metro de superficie vacía en un templo azteca. En Teotihuacán descu- dieciocho objetos plásticos. Del mismo modo pienso también, cuando
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veo esas composiciones del templo de Mitla, en las Variaciones para humanas, figuras de mujeres, confundidas con la vegetación. Y luego,
orquesta de Schoenberg. todo lo que encontramos de barroco en Ecuador, Perú; incluso en una
Sé que esta similitud establecida, por encima de los siglos, entre el forma mucho más modesta en la fachada de la Catedral de La Haba-
templo de Mitla y las Variaciones de Schoenberg puede parecer arbi- na, que es una de las más lindas fachadas barrocas que puedan verse
traria. Pero existe en realidad, entre ambas cosas, una similitud de es- en el Nuevo Mundo.
píritu que avalora, una vez más, la teoría de D'Ors. ¿y por qué es América Latina la tierra de elección del barroco? Por-
A América no llegaron ni el románico ni el gótico, es decir, dos esti- que toda simbiosis, todo mestizaje, engendra un barroquismo. El ba-
los históricos que desempeñaron un papel capital en el desarrollo de la rroquismo ani.ericano se acrece con la criolledad, con el sentido del
cultura plástica del viejo continente y que nosotros ignoramos com- criollo, con la conciencia que cobra el hombre americano, sea hijo de
pletamente. No porque en alguna ciudad, en el año de 1920, se le ocu- blanco venido de Europa, sea hijo de negro africano, sea hijo de indio
rre a un arquitecto de mal gusto hacer una falsa catedral gótica signi- nacido en el continente -y eso lo había visto admirablemente Simón
fica esto que el gótico haya llegado a nosotros. Ni el románico ni el Rodríguez-, la conciencia de ser otra cosa, de ser una cosa nueva, de
gótico entraron en América. Lo que sí entró fue el plateresco; el plate- ser una simbiosis, de ser un criollo; y el espíritu criollo de por sí es un
resco, que es una forma del barroco, acaso con más atmósfera, con más espíritu barroco. Y, al efecto, quiero recordar la gracia con que Simón
· aire, diríamos, que el barroco de Churriguera. iAh!, pero llega el pla- Rodríguez, que veía genialmente esas realidades, en un fragmento de
teresco español en las naves de la Conquista ly qué encuentra el alari- sus escritos nos recuerda lo siguiente: que al lado de hombres que ha-
fe que conoce los secretos del plateresco español? Una mano de obra blan el español sin ser ya españoles, puesto que son criollos -dice Si-
india que de por sí, con su espíritu barroco, añade el barroquismo de món Rodríguez-, "tenemos huasos, chinos y bárbaros, gauchos, cho-
sus materiales, el barroquismo de su invención, el barroquismo de los los y guachinangos, negros, prietos y gentiles, serranos, calentanos,
motivos zoológicos, de los motivos vegetales, de los motivos florales indígenas, gente de color y de ruana, morenos, mulatos y zambos,
del nuevo mundo, al plateresco español, y de esa manera se llega a lo blancos porfiados y patas amarillas y un mundo de cruzados: tercero-
apoteósico del barroco arquitectónico que es el barroco americano, nes, cuarterones, quinterones, y salta atrás". Con tales elementos en
cuyos ejemplos más prodigiosos son la iglesia de Tepozotlán en Méxi- presencia, aportándole cada cual su barroquismo, entroncamos direc-
co (donde una cúpula central, piramidal, muy alta, nos muestra la tamente con lo que yo he llamado lo "real maravilloso".
acumulación más enorme de células proliferantes que pueda imagi- y aquí se plantea una nueva querella del lenguaje. La palabra "ma-
narse, donde se juega también con la luz como en la Catedral de To- ravilloso" ha perdido con el tiempo y con el uso su verdadero sentido,
ledo), la fachada de San Francisco de Ecatepec de Cholula, donde al y Jo ha perdido hasta tal punto que se produce, con la palabra "mara-
barroco de las formas se añade el barroco de los materiales de los villoso", lo "maravilloso", una confusión de tipo conceptual tan grande
colores, los azulejos, los mosaicos; la capilla famosa de Puebla,' barro- como la que se forma con la palabra "barroco" o con la palabra "clasi-
co en blanco y oro, donde aparece un concierto celestial en que los cismo". Los diccionarios nos dicen que lo maravilloso es lo que causa
ángeles aparecen tocando la tiorba, tocando las arpas, los regales, to- admiración, por ser extraordinario, excelente, admirable. Y a ello se
dos los grandes instrumentos renacentistas; el Árbol de la vida de une en el acto la noción de que todo lo maravilloso ha de ser bello,
Santo Domingo de Oaxaca, que es una composición barroca monu- hermoso y amable. Cuando lo único que debiera ser recordado de la
mental que cubre una bóveda, un gran árbol que se expande y con definición de los diccionarios es lo que se refiere a lo extraordinario.
cuyas ramas se entremezclan figuras de ángeles, de santos, figuras Lo extraordinario no es bello ni hermoso por fuerza. Ni es bello ni feo;
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348 LO BARROCO Y LO REAL MARAV!LLOSO LO BARROCO Y LO REAL MARAVILLOSO 349

es más que nada asombroso por lo insólito. Todo lo insólito, todo lo chas ocurridos en América, a ciertas características del paisaje, a cier-
asombroso, todo lo que se sale de las normas establecidas es maravi- tos elementos que han nutrido mi obra. En el prólogo de la primera
lloso. Gorgona, con su cabellera de culebras, es tan maravillosa como edición de mi libro El reino de este mundo defino lo que yo concibo
Venus surgiendo de las ondas. Vulcano, deforme, es tan maravilloso por lo real maravilloso. Pero muchas personas me dicen a veces: "Pero
como Apolo; Prometeo torturado por el buitre, Ícaro estrellándose en en fin, hay nna cosa que se ha llamado el realismo mágico: lqué dife-
el suelo, las Diosas de la Muerte, son tan maravillosos todos como rencia hay entre el realismo mágico y lo real maravilloso?" Y si nos
Aquiles triunfante, Hércules vencedor de hidras o las Diosas del Amor, ponemos a ver, lqué diferencia pnede haber entre el surrealismo y lo
que en todas las religiones y mitologías aparecen apareadas con las real maravilloso? Esto se explica mny fácilmente. El término realismo
Diosas de la Muerte. Además, los hacedores de lo maravilloso se han mágico fue acuñado en los alrededores del año 1924 o 1925 por un
encargado ellos mismos de decirnos lo que pensaban de lo maravillo- crítico de arte alemán llamado Franz Roth en un libro publicado por
so. ¿y quién ha habido que haya hecho más por lo maravilloso, que la Revista de Occidente, que se titula El realismo mágico. En realidad, lo
haya poblado más nuestras mentes, desde niños, de figuras pertene- que Franz Roth llama realismo es sencillamente una pintura expresio-
cientes al mundo de lo maravilloso que Carlos Perrault, el autor de los nista, pero escogiendo aquellas manifestaciones de la pintura expre-
cuentos de Mi madre la oca, el inventor de Pulgarcito, La bella dur- sionista ajenas a una intención política concreta. No hay que olvidar
. miente, Barba Azul, Las botas de siete leguas, la Caperucita roja, et- que al terminarse la primera Guerra Mundial, en Alemania, en una
cétera, que nos acompañan desde la infancia? Y en el prefacio de sus época de miserias y de dificultades y de dramas, en una época de ban-
cuentos, Perrault dice algo que define lo maravilloso. Habla de las carrota general y de desorden, surge una tendencia artística llamada
hadas y nos dice que las hadas lo mismo pueden emitir diamantes por expresionismo. Una de las representaciones más auténticas del expre-
la boca cuando están de buen humor que emitir reptiles culebras sionismo es la primera pieza de Bertolt Brecht, Baal. Pero hay ahí com-
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serpientes y sapos cuando se enfurecen; y no hay que olvidar que el
'
bate, hay sarcasmo, hay intención social, como había intención social
hada más famosa de todas las consejas medievales que llegan hasta en la pieza de Karel Capek que creó el personaje del robot, como había
Perrault, que recoge Perrault, es el hada Melusina (iqué lindo nom- intención social en el teatro de Georg Kaiser, donde los personajes se
bre!), que era un abominable monstruo con cabeza de mujer y cuerpo llamaban hombre primero, hombre segundo, primera dama de negro, la
de serpiente, pero formaba parte de lo maravilloso. Perrault, en el dama verde, la dama roja; o la pieza de Capek con robot uno, robot dos,
cuento de Pulgarcito, nos narra una historia horrenda, terrible, aque- robot tres; es decir, personajes despersonificados que creaban nna
lla en que el ogro, en vez de degollar a los siete hermanitos que han cierta atmósfera de crítica, de polémica, exponían ideas más o menos
venido a pedir albergue a la casa, degüella tranquilamente a sus siete revolucionarias, etcétera.
hijas, por equivocación, y se va a dormir. Esa escena horrenda, terri- Franz Roth no; lo que él llamaba realismo mágico era sencillamente
ble, forma parte de lo maravilloso -como los incestos, que también una pintura donde se combinan formas reales de una manera no con-
aparecen en Perrault-. forme a la realidad cotidiana. Y en la portada del libro aparecía el cua-
Por lo tanto, debemos establecer una definición de lo maravillo- dro famoso del Aduanero Rousseau en que vemos a un árabe durmien-
so que no entrañe esta noción de que lo maravilloso es lo admirable do en el desierto, plácidamente, al lado de una mandolina, con un
porque es bello. Lo feo, lo deforme, lo terrible, también puede ser ma- león que se asoma y una luna por fondo; aquello es realismo mágico
ravilloso. Todo lo insólito es maravilloso. porque es una imagen inverosímil, imposible, pero en fin, detenida
Ahora bien, yo hablo de lo real maravilloso al referirme a ciertos he- allí. Otro pintor que gustaba mucho a Franz Roth y que él situaba en
350 LO BARROCO Y LO REAL MARAVILLOSO LO BARROCO Y LO REAL MARAVILLOSO 351

el realismo mágico era el pintor Balthus, que pintaba unas calles per- bricado premeditadamente, el pintor que se ponía frente a un cuadro
fectamente realistas, desprovistas de toda poesía, de todo interés; ca- y decía: "Voy a hacer un cuadro con elementos insólitos que creen
sas sin carácter, tejaditos, paredes blancas, y en medio de esas calles, una visión maravillosa". La pintura surrealista, ustedes la han visto, y
sin atmósfera, sin aire, sin nada que recordara la lección impresionis- saben que es una pintura maravillosamente lograda, quién lo duda;
ta, unos personajes enigmáticos que se cruzaban sin decirse nada, o pero pintura donde está todo premeditado y calculado para producir
estaban entregados a quehaceres diversos, sin relación unos con otros; una sensación de singularidad, y yo citaría como ejemplos típicos los
representación de una calle llena de gente, pero calle desierta por la relojes blandos de Salvador Dalí, esos relojes de melcocha que están
incomunicabilidad entre seres. También Franz Roth consideraba que doblados en el borde de una terraza, como si fueran objetos blandos.
el realismo mágico era representado por la figura de Chagall, donde O bien, es el otro cuadro de un pintor surrealista que muestra una es-
se veían vacas volando en el cielo, burros sobre los techos de las ca- calera perfectamente banal, con unas puertas abiertas sobre un pasi-
sas, personajes con la cabeza para abajo, músicos entre nubes, es de- llo. Y en esa escalera hay un solo elemento insólito, hay un visitante,
cir, elementos de la realidad pero llevados a una atmósfera de sueüo, sí: es una serpiente que va subiendo tranquilamente los peldaüos.
a una atmósfera onírica. lHacia dónde va? lQué se propone? No se sabe. Misterio. Misterio
En lo que se refiere al surrealismo, no debemos olvidar que el su- fabricado.
. rrealismo (y Breton lo decía en su manifiesto: "Todo lo maravilloso es Lo real maravilloso, en cambio, que yo defiendo, y es lo real maravi-
bello, sólo lo maravilloso es bello") perseguía lo maravilloso a través lloso nuestro, es el que encontramos al estado bruto, latente, omni-
de los libros, a través de cosas prefabricadas. Pero hay que recordar presente en todo lo latinoamericano. Aquí lo insólito es cotidiano,
también que Breton, al igual que Perrault, cuando hablaba de lo ma- siempre fue cotidiano. Los libros de caballería se escribieron en Euro-
ravilloso no consideraba que lo maravilloso fuese admirable por bello pa, pero se vivieron en América, porque si bien se escribieron las
sino por insólito, porque cuando en el Primer manifiesto nos cita los aventuras ele Amadís de Gaula en Europa, es Berna! Díaz del Castillo
clásicos, los que habrán de ser los clásicos del surrealismo, empieza quien nos presenta con su Historia de la conquista de la Nueva España
por un libro absolutamente macabro como son Las noches de Young, y el primer libro ele caballería auténtico. Y constantemente, no hay que
sigue Swift, que es uno de los escritores más crueles y más terribles olvidarlo, los conquistadores vieron muy claramente el aspecto real
que ha tenido Inglaterra en su siglo XVIII, con aquel famoso episodio maravilloso en las cosas de América, y al efecto quiero recordar la fra-
ele la carnicería en que se vendía carne de nifios; nos habla de Edgar se de Bernal Díaz cuando contempla la ciudad de México por primera
Poe, que no siempre es placentero, sino todo lo contrario, necrófago y vez y exclama, en medio de una página que es de una prosa absoluta-
macabro muy a menudo; nos habla ele Baudelaire, que ha cantado las mente barroca: "Todos nos quedamos asombrados y dijimos que esas
carroüas, al igual que ha cantado las mujeres, que ha cantado la po- tierras, templos y lagos se parecían a los encantamientos de que habla
dredumbre, al igual que ha cantado la invitación al viaje y el mar in- el Amadís". He aquí el hombre de Europa en contacto con lo real ma-
menso; en fin, Jarry, cruelmente polémico, Roussel y otros más. ravilloso americano. ¿y cómo no iba a ser real maravilloso lo america-.
Ahora bien, si el surrealismo perseguía lo maravilloso, hay que de- no si tenemos conciencia de ciertos factores muy interesantes con los
cir que el surrealismo muy rara vez lo buscaba en la realidad. Es cier- cuales hay que contar? La conquista ele México se prnduce en 1521.
to que los surrealistas supieron ver por primera vez la fuerza poética Francisco I reinaba en Francia. lSaben ustedes de cuánto era el área
de una vitrina, la fuerza poética de un letrero popular, de un cartel, de urbana de París de Francisco 17 De trece kilómetros. En el Atlas univer-
una fotografía, de una feria, pero más a menudo era lo maravilloso fa- sal de Garnier, ele 1889 -no hace cien aüos-, se nos dice que el área
352 LO BARROCO Y LO REAL MARAVILLOSO
LO BARROCO Y LO REAL MARAVILLOSO 353
urbana de Madrid era entonces de veinte kilómetros, y la de París, ca- alimentos para poder existir diez años corno país independiente
pital de las capitales, de ochenta kilómetros. Pues bien, cuando Berna! (hablo de la ciudadela de Laferriere). Y para que esa fortaleza tenga
Díaz del Castillo se asomó por primera vez al panorama de la ciudad paredes que resistan el ataque de los hombres de Europa, hace fra-
de Tenochtitlán, la capital de México, el imperio de Moctezurna, tenía guar el cemento con sangre de centenares de toros. Eso es maravillo-
un área urbana de cien kilómetros cuadrados -cuando París, en esa so, La revuelta de Mackandal, que hace creer a millares y millares de
misma época, tenía trece-. Y maravillados por lo visto, se encuentran esclavos, en Haití, que tiene poderes licantrópicos, que puede trans-
los conquistadores con un problema que vamos a confrontar nos- formarse en ave, que puede transformarse en caballo, en mariposa, en
otros, los escritores de América, muchos siglos más tarde. Y es la bús- insecto, en lo que quiera, y promueve con ello una de las primeras
queda del vocabulario para traducir aquello. Yo encuentro que hay revoluciones auténticas del Nuevo Mundo. El cochecillo negro de Be-
algo hermosamente dramático, casi trágico, en una frase que Hernán nito Juárez, en que Benito Juárez lleva a toda la nación de México so-
Cortés escribe en sus Cartas de relación dirigidas a Carlos V. Después bre cuatro ruedas a través de las carreteras de la nación, sin despacho,
de contarle lo que ha visto en México, él reconoce que su lengua es- sin lugar donde escribir, sin palacios, sin descanso, y desde ese coche-
pañola le resultaba estrecha para designar tantas cosas nuevas y dice cito logra vencer los tres imperialismos más poderosos de la época.
a Carlos V: "Por no saber poner los nombres a estas cosas, no los ex- Juana de Azurduy, la prodigiosa guerrillera boliviana, precursora de
preso"; y dice de la cultura indígena: "No hay lengua humana que sepa nuestra guerra de independencia, que un día torna una ciudad para
explicar las grandezas y particularidades de ella". Luego para enten- rescatar la cabeza del hombre amado que estaba expuesta en una
der, interpretar este nuevo mundo hacía falta un vocabulario nuevo pica, en la Plaza Mayor, y a quien había dado dos hijos que había teni-
al hombre, pero además -porque sin el uno no existe lo otro- una do en una caverna de Los Andes. El hecho de que Augusto Cornte,
óptica nueva. fundador del positivismo, tenga hoy templos donde se le rinde culto,
Nuestro mundo es barroco por la arquitectura -eso no hay ni que en el Brasil. El hecho de que mientras el Emilio de Rousseau no propi-
demostrarlo-, por el enrevesarniento y la complejidad de su naturale- cia nunca la fundación de una escuela en Europa, Simón Rodríguez
za y su vegetación, por la policromía de cuanto nos circunda, por la fundó en Chuquisaca una escuela basada en los principios del libro
pulsión telúrica de los fenómenos a que estarnos todavía sometidos. famoso, es decir, realizó en América lo que no realizaron los europeos
Hay una carta famosa de Goethe en la vejez, escrita a un amigo, des- admiradores de Rousseau. El hecho de que yo una noche, en Barlo-
cribiéndole un lugar donde él piensa edificar una casa cerca de Wei- vento, me tropezara con un poeta popular llamado Ladislao Montero-
rnar, y dice: "Qué dicha vivir en estos países, donde la naturaleza ha la, que no sabía ni leer ni escribir, y cuando le pedí que me recitara
sido domada ya para siempre". No hubiera podido escribir eso en una composición suya, me contó en décimas de su hechura la Can-
América, donde nuestra naturaleza es indómita, como nuestra histo- ción de Rolando, la historia de Carlomagno y los Pares de Francia.
ria, que es historia de lo real maravilloso y de lo insólito en América, y Finalmente, hay personajes mucho más interesantes, de segundo pla-
que para mí se manifiesta en hechos corno estos que voy a recordar no, en nuestra historia del siglo x1x, personajes que dejan muy detrás
muy rápidamente: el rey Henri Christophe, de Haití, cocinero que lle- de sí a pequeños reyes escoceses del tipo de Macbeth. Hay un dicta-
ga a ser emperador de una isla y que pensando un buen día que Na- dor latinoamericano, a mediados del siglo pasado, que después de ha-
poleón va a reconquistar la isla, construye una fortaleza fabulosa don- ber tenido un comienzo brillante es agarrado por una fobia de la trai-
de podría resistir un asedio de diez años con todos sus dignatarios, ción, de la persecución, y sistemáticamente se va deshaciendo de sus
ministros, soldados, tropas, todo, y tenía almacenadas mercancías y ministros más fieles, de sus mejores generales, de sus parientes, de
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sus hermanos, de su propia madre, hasta que queda ya completamen- catarata en catarata, que cambia de pozos, que brinca, que vuelve,
te solo, en lo alto de un monte, rodeado de un ejército de lisiados, de que se enreda; hay una página maestra donde habla de los caños en
ancianos y de niños. Ésta es una historia, a mi juicio, más extraordina- movimiento, de un agua que está en perpetuo devenir, constantemen-
ria que la historia de Macbeth. En fin, que hay también vidas de cons- te furiosa, constantemente disparada, alzada, tremebunda, que es una
piradores en este continente mucho más interesantes que las de cier- de las páginas barrocas más admirables que hayan salido de la pluma
tos conspiradores como el Aviraneta de Pío Baraja, cuya novela está del gran novelista venezolano. Y comparen ustedes el agua de Galle-
por escribirse aún. Y si nuestro deber es el de revelar este mundo, de- gos con el agua que nos pinta Paul Valéry en el Cementerio marino:
bemos mostrar, interpretar las cosas nuestras. Y esas cosas se presen- un agua quieta, armoniosa, sin cóleras; un agua domada. Gallegos es
tan como cosas nuevas a nuestros ojos. La descripción es ineludible, y barroco frente a lo que ve, y la más barroca de sus novelas es, a mi jui-
la descripción de un mundo barroco ha de ser necesariamente barro- cio, Canaima, puesto que allí se trata de expresar un mundo barroco.
ca, es decir, el qué y el cómo en este caso se compaginan ante una En, Asturias, que es en cierto modo un lazo de unión entre la gene-
realidad barroca. Ante un Árbol de la vida, de Oaxaca, yo no puedo ración de Gallegos y la mía, puesto que va de los 30 a los 50 más o
hacer una descripción de tipo, llamaríamos, clásico o académico. Ten- menos, en Asturias la influencia del Popal Vuh es constante, de los li-
go que lograr con mis palabras un barroquismo paralelo al barroquis- bros de Chilam Balam, del Libro de los cachikeles: toda la gran mitolo-
mo del paisaje del trópico templado. Y nos encontramos con que eso gía, la gran cosmogonía del nuevo continente inspira las imágenes de
conduce lógicamente a un barroquismo que se produce espontánea- Asturias en su prosa.
mente en nuestra literatura. El modernismo poético, que es la primera Y lo barroco que ustedes conocen, la novela contemporánea latino-
gran escuela literaria que nosotros proponemos al mundo, puesto que americana, la que se ha dado en llamar la "nueva novela" latinoameri-
el modernismo nuestro transforma a la poesía española de la Penínsu- cana, la que llaman algunos la del boom -y el boom, ya lo he dicho, ni
la y marca profundamente la obra de un Valle Inclán, lqué cosa es el es una cosa concreta ni define nada-, es debida a una generación de
modernismo, sobre todo en su primera etapa, sino una poesía suma- novelistas en pie hoy en día, que están produciendo obras que tradu-
mente barroca? Es toda la primera etapa de Daría. Y hay un barroco cen el ámbito americano, tanto ciudadano como de la selva o de los
que llega ya al absurdo, que llega al garabato, que llega al exceso en campos, de modo totalmente barroco.
la poesía de un Herrera y Reissig. José Martí, tan directo, tan elocuen- En cuanto a lo real maravilloso, sólo tenemos que alargar las manos
te, tan, diríamos, explícito en sus discursos políticos, cuando se suelta para alcanzarlo. Nuestra historia contemporánea nos presenta cada
la pluma y escribe por su gusto, como en el antológico estudio que día insólitos acontecimientos. El solo hecho de que la primera re·mlu-
dedica a la memoria de Carlos Darwin, nos resulta un artífice ma- ción socialista del continente se produjera en el país peor situado para
ravilloso de la prosa barroca, y en su ensayo fundamental, "Nuestra propiciarla -digo "peor situado" geogrdficamente- es ya de por sí un
An1érica", donde se definen todos los problemas de América en pocas hecho insólito en la historia contemporánea, hecho insólito que se
páginas, es un maravilloso ejemplo de estilo barroco. Nuestros maes- añade a muchos hechos insólitos que para gloría nuestra y con mag-
tros, los de mi generación, La vordgine, que ustedes han leído, per- níficos resultados se han producido en la historia de América desde la
duran en lo barroco. ¿y cómo podría ser de otro modo con La vord- Conquista hasta ahora. Pero ante los futuros hechos insólitos de ese
gine si la selva es toda barroca? ¿y acaso he de decirles que Canaima, mundo de lo real maravilloso que nos esperan, no habremos de decir
de Rómulo. Gallegos, es una novela barroca? Hay, por ejemplo, des- ya, como Hernán Cortés a su monarca: "Por no saber poner los nom-
cripciones del agua en Canaima, de un agua fluyente, que salta de bres a las cosas no las expreso". Hoy conocemos los nombres de las
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cosas, las formas de las cosas, la textura de las cosas nuestras; sabernos
dónde están nuestros enemigos internos y externos; nos hemos forjado
un lenguaje apto para expresar nuestras realidades, y el acontecimien-
to que nos venga al encuentro hallará en nosotros, novelistas de Amé-
rica Latina, los testigos, cronistas e intérpretes de nuestra gran reali- Hablar de la poesía
dad latinoamericana. Para eso nos hemos preparado, para eso hemos
estudiado nuestros clásicos, nuestros autores, nuestra historia, y para FINA GARCÍA MARRUZ
expresar nuestro tiempo de América hemos buscado y hallado nuestra
madurez. Seremos los clásicos de un enorme mundo barroco que aún
nos reserva, y reserva al mundo, las más extraordinarias sorpresas.
Muchas gracias. Lo PRIMERO FUE DESCUBRIR UNA OQUEDAD: algo faltaba, sencillamen-
te. Pero, de pronto, todo podía dar un giro, y las cosas, sin abandonar
su sitio, empezaban ya a estar en otro. La poesía no estaba para mí en
lo nuevo desconocido sino en una dimensión nueva de lo conocido, o
acaso en una dimensión desconocida de lo evidente. Entonces trataba
de reconstruir, a partir de aquella oquedad, el trasluz entrevisto, anun-
ciador. Relámpago del todo en lo fragmentario, aparecía y cerraba de
pronto, como el relámpago.
Los espacios y vacíos del verso reflejaban bien aquel vacío, aquella
irrupción. Un libro de verdadera poesía detenía el encantamiento. Sal-
vo en aquellos instantes felices de sus súbitas visitas, la belleza misma
parecía tener corno una limitación. El mar que tenía delante de los
ojos era sólo aquel mar. En el misterioso deseo, en la nostalgia impre-
cisa, sentía una mayor intensidad de presencia. El mar en un verso de
Keats se acercaba más a aquel mar total, bramador como el deseo o la
esperanza. Estaba a la vez cerca y lejos, dejando oír su "viejo son os-
curo" y estallando allá donde la espuma, elevándose contra las rocas,
rompía a cantar como el coro de las ninfas. La poesía para mí, la vi-
viente y la escrita, eran una sola, estaba allí donde se reunían los tres
tiempos de la presencia, la nostalgia y el deseo, sobrepasándolos, en-
cendiendo no sé qué sed.
Más que en lo que tenía delante de los ojos encontraba en la memo-
ria ese poder mayor de detener lo sucesivo, tocarlo en el hombro y
hacerle ·volver el rostro. Recuerdo que una calle a la salida del colegio,
una calle lateral que daba al mar, con un gran árbol añoso en su cen-
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