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Introducción
Hoy iniciamos el acercamiento a la carta que recibió la iglesia de Pérgamo, una iglesia que tenía cosas
buenas como malas.
En griego hay dos palabras para nuevo. Está néos, que quiere decir nuevo en cuanto al
tiempo. Una cosa puede ser néos, y sin embargo ser igual que otras muchas. Por otra parte
está kainós, que es nuevo no sólo en cuanto al tiempo sino también en cuanto a la cualidad;
no se conocía nada igual antes. Así nos encontramos en Apocalipsis la nueva Jerusalén
(3:12); el cántico nuevo (5:9); los nuevos cielos y la nueva Tierra (21:1); y Dios hace todas
las cosas nuevas (21:5). Con esto en mente se sugieren dos nuevas líneas de pensamiento.
Se ha sugerido que la piedrecita blanca es la misma persona; que el Cristo Resucitado les
está prometiendo a Sus fieles una nueva identidad, limpia de todas las manchas terrenales
y reluciente con la pureza del Cielo.
En cuanto al nombre nuevo, una de las características del Antiguo Testamento es que se
les daba a las personas un nombre nuevo para marcar una nueva condición. Así Abram se
convierte en Abraham cuando se le hace la gran promesa de que va a ser el padre de
muchas naciones, y cuando adquiere, por así decirlo, una nueva posición en el plan de Dios
para la humanidad Gen_17:5 ). De la misma manera, después de la lucha en Peniel, Jacob
se convierte en Israel, que quiere decir Príncipe de Dios, porque había prevalecido frente a
Dios (Gen_32:28 ). Isaías oyó a Dios prometerle a la nación de Israel: «Entonces verán las
naciones tu justicia y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo que la
boca del Señor te pondrá» (Isa_62:2 ).
Esta costumbre de poner un nombre nuevo para definir una nueva identidad también se
conocía en el mundo pagano. El nombre del primero de los emperadores Romanos fue
Octavio; pero cuando pasó a ser emperador se le dio el nombre de Augusto para mostrar su
nueva dignidad.
Había un curioso paralelo en la vida campesina de Palestina. Cuando una persona estaba
muy enferma y en peligro de muerte, se le ponía el nombre de alguien que hubiera vivido
una larga y santa vida, como si eso le comunicara una nueva personalidad sobre la que la
enfermedad no tuviera poder.
Sobre esta base de interpretación, Cristo promete una nueva identidad a los que Le son
fieles.
Esto es atractivo. Sugiere que la piedrecita blanca quiere decir que Jesucristo le da a la
persona que Le es leal un nuevo ser, y que el nuevo nombre quiere decir una nueva
posición de gloria en la que entrará el que haya sido fiel a Cristo cuando termine esta vida y
empiece la por venir. Nos queda decir que, aunque esta interpretación es atractiva, el punto
de vista que refiere la piedrecita blanca y el nuevo nombre al uso de los amuletos es el que
es más probable que sea el correcto.