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El Trabajo A Través De Los Tiempos

La noción del trabajo es producto de la yuxtaposición de diversas dimensiones: como


actividad inherente a la condición humana, como factor de producción, como sistema
de distribución material y como organizador de la vida social. Por ello, además de un
valor económico, posee un valor social, cultural y simbólico.

Desde siempre los hombres trabajan, es decir, crean y reproducen su existencia


operando en la naturaleza, tomando de ella y transformándola conscientemente. El
trabajo puede ser visto como una acción realizada en pos de satisfacer diversas
necesidades individuales y colectivas. Por su condición de ser social, el hombre
dividió el mismo y desarrolló la cooperación, lo que le asigna ese carácter de
organizador social.

A lo largo del proceso histórico se suscitaron diversas concepciones del trabajo,


totalmente diferentes a las que son concebidas hoy.
A la luz de su etimología, con anterioridad a su acepción moderna, el trabajo era
sinónimo de sufrimiento y/o de inmovilización forzada.
La palabra “Trabajar” deriva del latín Tripaliare, que viene de Tripalium. Éste era un
elemento de tortura con tres puntas que se utilizaba en el Imperio Romano para
inmovilizar gente, para posteriormente castigarlos de diversas formas. Vemos
entonces que en un principio, el trabajo tenía una connotación por demás negativa,
asociandose con tortura o castigo.

Concepción del trabajo en la Antigüedad:


En esta ocasión, se hará un especial énfasis en la noción del trabajo en la Edad
Antigua.

En la antigüedad, encontramos en Grecia lo que puede considerarse como el primer


Estado esclavista. La base material de la Polis griega fue el esclavismo, en este
modelo social la fuerza de trabajo no constituyó un tema digno de reflexión. En la
época de mayor florecimiento en Atenas, los esclavos(de ambos sexos) representaban
un 80% de la población total.

El pleno auge del modo de producción esclavista trae aparejada una nueva y mayor
división del trabajo, lo que da lugar a un sociedad mucha más compleja
intensificándose la lucha de clases. Produciéndose una ruptura irreversible entre el
trabajo manual y el trabajo intelectual.
A la vez se crearon las condiciones para que aparezca un nuevo tipo de hombres cuyo
único trabajo, del que viven, consiste en “pensar”, dando origen al nacimiento de la
filosofía como sustento ideológico del Estado.

Los pensadores griegos, como Platón y Aristóteles, muestran un gran menosprecio por
el trabajo manual; por el contrario aprecian la holganza y el trabajo intelectual. Ello
explica la aceptación de la esclavitud.
El poco trabajo asalariado era considerado indigno. Los trabajos manuales tales como
los alfareros y herreros estaban mal vistos, lo mismo ocurría con los médicos.

En la antigua Grecia se percibía el trabajo como algo reservado para los esclavos.
Éstos estaban en el último peldaño de la sociedad. No eran libres, sino que pertenecían
a otras personas. No tenían derechos sobre sí mismos, ya que sus cuerpos pertenecían
a sus dueños, por lo que estaban obligados a trabajar para ellos.
Desde lo principios de la civilización griega, las mujeres se encontraban bajo
autoridad patriarcal de los hombres. Las mujeres no solían salir de casa, cocinaban,
limpiaban y tejían la ropa para toda la familia. El trabajo manual se reservaba para los
hombres.
Debieron pasar tres siglos para que se volviera a hablar de una valoración positiva del
trabajo, de la mano de lo sofistas, quienes asignaron un sentido sagrado y moral al
mismo.

Saltando ahora al Imperio Romano:

El Imperio Romano, luego de innumerables guerras para incrementar su territorio,


descubrió una forma de aprovechar a los prisioneros de guerra; los vencidos, en vez de
ser torturados o asesinados, se transformarían en esclavos, quienes realizarían duros
trabajos y pasarían a ser propiedad de sus nuevos dueños.

Los vencedores se veían beneficiados porque en las batallas morían muchos


trabajadores y esta escasez de mano de obra se reemplazaba con los vencidos. El
trabajo forzado y en malas condiciones de millones de personas provocó muchas
muertes de la gente sometida, originando una disminución de la población.

Algunos historiadores afirman que los romanos no despreciaban al trabajo sino a los
que se veían obligados a trabajar para sobrevivir. Si se trabajaba, la meta era siempre
reunir un patrimonio para conquistar el ocio, y en ello se asemejaban a los griegos. En
Roma como en Grecia, el trabajo fue desde siempre considerado por parte de las altas
esferas como indigno de los hombres libres.

El enaltecimiento del trabajo era el orgullo de la clase media, que de ninguna manera
era mayoría pero sí mucho más rica que la plebe y a veces tan rica como los notables;
la clase media estaba conformada mayoritariamente por libertos que habían
encontrado en la producción y el comercio una manera de empezar una dinastía
familiar.
La vida de la mujer romana no era sencilla. Aunque es cierto que gozaba de mayor
libertad que la mujer de la Antigua Grecia, su existencia estaba predefinida por el rol
que debía cumplir para satisfacer a la sociedad de su momento.

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