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Art.

1762 Libro VII: Fuentes de las obligaciones

Artículo 1762.– Responsabilidad por prestación de servicios profesionales o técnicos


Si la prestación de servicios implica la solución de asuntos profesionales o de problemas téc-
nicos de especial dificultad, el prestador de servicios no responde por los daños y perjuicios,
sino en caso de dolo o culpa inexcusable.

Concordancias nacionales: Concordancia internacional:


CC: 1318, 1319, 1320, 1321, 1322, 1328, 1329 CC Italiano: 2236

Comentario de Juan Espinoza Espinoza

Sumario: 1. Antecedentes y encuadramiento sistemático del artículo 1762 del Código Civil. —
2. La responsabilidad civil de los profesionales (con particular referencia a los profesionales
médicos). — 3. Sobre la distinción (y utilidad) de la distinción entre obligaciones de medios
y resultados.

1. ANTECEDENTES Y ENCUADRAMIENTO SISTEMÁTICO DEL ARTÍCULO 1762 DEL CÓDIGO


CIVIL
En el primer comentario que se hace de este numeral, autorizada doctrina expresó:

“[E]n la aplicación de reglas científicas solo debe incurrirse en responsabilidad en los


casos de dolo y culpa inexcusable, como sería el desconocimiento de tales reglas o su
indebida aplicación por negligencia grave, mas no cuando se trate de una equivocación
en que no hay mala fe de parte del deudor y que solo obedece a una falta de diligencia
ordinaria en la solución de problemas técnicos de especial dificultad”942.

Nótese lo siguiente:
(i) Se hace referencia al deudor (prestador de servicios) y no solo al profesional.
(ii) Se pone énfasis a la solución de problemas técnicos de especial dificultad.
Recuerdo que en el Seminario Internacional “Responsabilidad civil de los pro-
fesionales”, realizado los días 19 y 20 de noviembre de 1991, en el que fue invitado
Atilio Aníbal Alterini, se discutieron los alcances de este numeral. Estuvieron presentes,
además, Max Arias-Schreiber Pezet943, Carlos Cárdenas Quirós, Carlos Fernández
Sessarego, Fernando Vidal Ramírez y Lizardo Taboada Córdova. Arias-Schreiber
puso en tela de juicio el artículo 1762 del Código Civil, inspirado en su homólogo
2236 del Código Civil italiano944, por cuanto su redacción podía llamar a confusión,

942 De la Puente y Lavalle, Manuel, “Exposición de motivos y comentarios. Prestación de servicios”, en


Revoredo De Debakey, Delia (comp.), Código Civil VI. Exposición de motivos y comentarios, comisión
encargada del estudio y revisión del Código Civil, Lima: Okura, 1985, p. 446.
943 Posteriormente confirmó su posición al advertir que este artículo “es materia de severo cuestionamiento”.
Arias-Schreiber Pezet, Max, Luces y sombras del Código Civil, t. ii, Lima: Studium, 1991, p. 130.
944 El cual establece lo siguiente: “Responsabilidad del prestador de la obra.- Si la prestación implica la solu-
ción de problemas técnicos de especial dificultad, el prestador de obra no responde de los daños, sino en
caso de solo o culpa grave”.

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privilegiando injustamente a los profesionales frente a los demás obligados a la pres-
tación de servicios. Cárdenas Quirós sugirió que la disyunción del artículo 1762
del Código Civil debe entenderse como “asuntos profesionales de especial dificultad”
o “problemas técnicos de especial dificultad”. Posición a la cual, en su momento, me
adherí. En efecto, el aporte del legislador peruano al modelo jurídico italiano fue el
de “asuntos profesionales” y, consiguientemente, el carácter de “especial dificultad”
también le debería ser común945.
En concordancia con ello, se afirma:

“[L]a interpretación que ha de hacerse del art. 1762 es aquella que solo admita las
especiales dificultades técnicas de la prestación que hacen que el profesional solo res-
ponda por dolo o culpa grave; en otros términos, si la prestación profesional es aquella
de las que pueden calificarse de normales en el ejercicio de la actividad profesional,
inevitablemente el profesional se halla sometido a las reglas generales”946.

De ello se deriva que, en los asuntos profesionales o problemas técnicos que


no sean de especial dificultad, se presumiría la culpa leve, regulada por el artículo
1329 del Código Civil947 y definida por el artículo 1320 del Código Civil948. De
ello se deriva que, sobre el plano del incumplimiento, el artículo 1762 del Códi-
go Civil (al igual que el art. 2236 del CC italiano) regula un régimen particular
parcialmente derogatorio al del derecho común de la responsabilidad contractual,
por cuanto se hace pesar al acreedor una carga probatoria relativa a la negligente
prestación profesional949.
Siguiendo a un sector de la doctrina italiana, se ha afirmado, en opinión con la
cual coincido:

“[E]s interesante y pertinente aquí utilizar la distinción efectuada entre diligencia


(en sentido estricto) y pericia técnica, conceptos que aparecen, en realidad, como dos
distintos perfiles de la diligencia profesional, para afirmar que la norma se refiere a
la pericia, y no a la diligencia que en general requiere cualquier persona, incluido el
profesional”950.

945 Espinoza Espinoza, Juan, “Responsabilidad civil de los profesionales”, en Revista de Derecho y Ciencias Políticas.
UNMSM, vol. 49, Lima, 1991-1992, p. 325. En este mismo sentido, Fernández Cruz, Gastón, “Responsabi-
lidad civil médica”, en Diálogo con la Jurisprudencia, año i, n.° 1, Lima: Gaceta Jurídica, 1995, p. 63.
946 Gutiérrez Camacho, Walter, “Paciente o consumidor: el contrato de servicio médico y la responsabilidad
del médico”, en Diálogo con la Jurisprudencia, año 6, n.° 22, Lima: julio del 2000, p. 67.
947 El cual prescribe que “se presume que la inejecución de la obligación, o su cumplimiento parcial, tardío o
defectuoso, obedece a culpa leve del deudor”.
948 Que establece lo siguiente: “actúa con culpa leve quien omite aquella diligencia ordinaria exigida por la
naturaleza de la obligación y que corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar”.
949 Musolino, Giuseppe, “Contratto d’opera professionale”, en Busnelli, Franceso (dir.), Il Codice Civile.
Commentario, Milano: Giuffrè Francis Lefebvre, 2020, p. 562.
950 Palacios Martínez, Eric, siguiendo a Mario Zana, “La responsabilidad civil de los profesionales: Linea-
mientos generales para su tratamiento en el sistema jurídico peruano”, en Responsabilidad Civil II, Hacia

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La pericia consiste en los conocimientos técnicos adquiridos sea a través del estu-
dio, sea a través de la experiencia, que permiten realizar la prestación según “las reglas
del arte”951. La impericia profesional presenta un contenido variable, que se verifica
en relación a cada supuesto particular, relacionando la conducta efectivamente tenida
por el deudor con la naturaleza y el tipo del encargo profesional y las circunstancias
concretas en las cuales la prestación se debe desenvolver952. La culpa profesional no se
traduce solo en la falta de buena voluntad, de celo o de escrupolosidad, sino se refiere
principalmente a la falta de pericia, es decir, al elemento específico de la responsa-
bilidad en el campo de las profesiones, tanto que, según algunos pronunciamientos
jurisprudenciales (en la experiencia jurídica italiana) tendría normalmente por objeto
los errores técnicos, debidos a la falta de conocimientos técnicos y/o de experiencia
profesional953.
Para que se configure el dolo, resulta suficiente el conocimiento de deber una
determinada prestación y omitir darle ejecución, aceptando así el riesgo de impedir la
satisfacción de la pretensión acreedora, mientras no se necesita del requisito adicional
de la conciencia y voluntad de ocasionar un daño954.
En buena cuenta, ¿qué se debe entender por culpa inexcusable en asuntos profesionales
y problemas técnicos de especial dificultad? La doctrina que vengo siguiendo explica que
no necesariamente se trata de eventos o de faltas macroscópicas en absoluto: en tal
acepción entra toda desatención e ignorancia que normalmente no se espera de un
prestador de servicios de un nivel similar955. Por otro lado, el standard exigible debe ser
superior al prestador de servicios medio y su expertise debe trascender la preparación
media y estar comprometido con actividades técnicas de nivel superior956.
No debe entenderse que el artículo 1762 del Código Civil tenga aplicación reduci-
da, circunscrita solo a los contratos de servicios profesionales. Semejante interpretación
colisiona con la sistemática diseñada por el Código Civil. En efecto, el artículo 1756,
que está ubicado en el Libro VII, fuentes de las obligaciones; Título IX, prestación
de servicios; Capítulo primero, disposiciones generales, establece:

“Son modalidades de la prestación de servicios nominados:


a. La locación de servicios.
b. El contrato de obra.
c. El mandato.

una unificación de criterios de cuantificación de los daños en materia civil, penal y laboral, a cura de Juan
Espinoza Espinoza, Lima: Rodhas, 2006, p. 392.
951 Musolino, op. cit., p. 554.
952 Idem.
953 Musolino, op. cit., pp. 554-555.
954 Musolino, op. cit., p. 572.
955 Musolino, op. cit., p. 577.
956 Musolino, op. cit., 580.

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d. El depósito.
e. El secuestro”.

Si bien es cierto que el artículo 2236 del Código Civil italiano, sistemáticamente
se encuentra encuadrado en el contrato de obra intelectual (art. 2230 del CC italia-
no), entendido como un subtipo del contrato de obra (art. 2222 del CC italiano),
el artículo 1762 del Código Civil, se coloca en las disposiciones generales y, por tanto,
también es aplicable —por ejemplo— al contrato de obra. En efecto, en un laudo de
fecha 15 de abril del 2013, en arbitraje tramitado en la Cámara de Comercio de Lima,
se decidió (p. 185) lo siguiente:

“Que no cabe duda que el contrato entre X e Y que da motivo a este arbitraje reúne
las condiciones establecidas en el artículo 1762 del Código Civil: por un lado, es un
contrato de obra destinado a la construcción de una planta, lo que constituye una
modalidad de la locación de servicios (artículo 1756); por el otro es ostensible que
involucra aspectos técnicos especialmente complejos, que trascienden la preparación
profesional o técnica media”957. [El énfasis es mío].

En efecto, no obstante este modelo legislativo fue ideado inicialmente tenien-


do en cuenta las profesiones liberales, sus alcances (no solo por la ubicación que
se le ha dado en el Código civil peruano, sino también) por la natural evolución
que han tenido las prestaciones de servicios en el tiempo, llegan a aquellas que
impliquen especial complejidad y que van más allá del expertise promedio en
cada caso particular.
Entonces, el prestador de servicios puede ser tanto una persona natural como jurídica.
En este último caso, si estamos en el escenario del “asunto profesional o problema
técnico de especial dificultad”, el artículo 1762 del Código Civil deberá ser interpretado
sistemáticamente con el artículo 1325 del Código Civil, ya que la persona jurídica
se hará valer de un “tercero” (generalmente un dependiente) para la prestación de
sus servicios y será (en su condición de deudora) responsable objetivamente frente al
acreedor por los hechos de su(s) empleado(s) (es decir quien o quienes efectivamente
prestaron el servicio, se entiende, en nombre de la persona juridica). Por ello, debe en-
tenderse que el prestador de servicios responde objetivamente cuando sus dependientes
incurren en culpa inexcusable, por no adoptar las cautelas y demuestran no conocer,
o no aplicar, los conocimientos que todo experto de su sector (y eventualmente en
posesión de determinada especialización) debe conocer, adoptar y aplicar958. En las
prestaciones con carácter técnico, es particularmente considerado el aspecto de la culpa
que se identifica con la impericia, puesto que el grado de diligencia en sentido estricto
(atención, cuidado, celo, buena voluntad) y de prudencia suele poderse evaluar a la

957 Hago la aclaración, que no puedo ofrecer mayor información por el deber de confidencialidad que existe,
de acuerdo al artículo 43 del Reglamento de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima, del año 2017.
958 Musolino, op. cit., p. 582.

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luz de los cánones comunes; por el contrario, la pericia debe corresponder a las reglas
del arte específicas de cada prestación de servicios en particular959.
Recordemos que el artículo 1319 del Código Civil define como culpa inexcusa-
ble (que coincide con el concepto de culpa grave) a la “negligencia grave”. Se afirma
con razón que la culpa es “la forma de calificación jurídica de la diligencia”960. En
atención a ello:

“[L]a gravedad no se refiere al aspecto normativo de la culpa, sino al modo de ser de


la negligencia, tal como se presenta ante la valoración de juez (o del árbitro) en las
circunstancias del caso, cuando deba tomarse en consideración el concurso causal de
más acciones subjetivas bajo el perfil de la diligencia”961.

Así, “el juez (o el árbitro) puede valorar una negligencia como más o menos
grave en relación a las circunstancias en las cuales el comportamiento del sujeto se
haya desenvuelto”962. Por otro lado, la noción de dolo coincide “con la voluntad
del sujeto de causar el daño”963, la cual encuentra respaldo normativo en el artículo
1318 del Código Civil, a propósito del incumplimiento de la obligación (al referirse
al gerundio “deliberadamente”).
Un ejemplo típico de negligencia grave se da cuando un médico amputa erró-
neamente la pierna equivocada. En el contexto de un gran proyecto de construcción,
un ejemplo de negligencia grave sería si un contratista construyera un edificio alto sin
utilizar acero en el sistema de soporte estructural, poniendo en peligro la integridad
estructural del edificio. En contraste, los equipos o componentes defectuosos, que
requieren reparación o reemplazo, probablemente se clasificarían como negligencia
ordinaria, ya que tales problemas son comunes en la mayoría de los proyectos de
construcción y pueden ocurrir aun cuando el contratista haya tomado precauciones
razonables.
La limitación de la responsabilidad a la culpa inexcusable no da lugar a una irra-
zonable inmunidad, puesto que no conduce a deber admitir que, junto al mínimo de
pericia solicitada solo sea suficiente un mínimo de prudencia o de diligencia. Sobre
la primera forma de culpa se permite indulgencia en el juicio sobre la prestación de
servicios; para las otras dos el juicio de estar permeado de criterios de formal seve-
ridad. La culpa inexcusable comprende también la temeridad experimental y toda

959 Idem.
960 Maiorca, Carlo, “voz colpa civile (teoría generale)”, en Enciclopedia del Diritto, t. vii, Milano: Giuffrè,
1960, p. 577.
961 Maiorca, op. cit., p. 581.
962 Idem.
963 Scognamiglio, Renato, voz “Responsabilità Civile”, en Novissimo Digesto Italiano, t. xv, Torino: UTET,
1968, p. 640. También se define al dolo como “la previsión y voluntad del daño, por parte del agente, como
consecuencia del propio comportamiento”. Salvi, Cesare, voz “Responsabilità extracontrattuale (diritto
vigente)”, en Enciclopedia del Diritto, t. xxxix, Milano: Giuffrè, 1988, p. 1223.

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imprudencia que refleje superficialidad y desinterés por el bien primario confiado por
el cliente al prestador de servicios. Se puede concluir con la observación que, a través
de la limitación de este tipo especial de responsabilidad a la culpa lata, se obtiene,
por un lado, mayor seguridad a quien juzga y, por el otro, mayor uniformidad en la
evaluación, puesto que la culpa inexcusable es más fácil de identificar964.

2. LA RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS PROFESIONALES (CON PARTICULAR REFERENCIA


A LOS PROFESIONALES MÉDICOS)
La actividad del profesional, útil y necesaria para el desarrollo de la sociedad, loada
en unos casos, satirizada en otros (como nos sucede a los abogados), se ha convertido
en fuente de responsabilidad penal, civil y administrativa cuando, en el ejercicio de
la misma, se ocasionan daños. En efecto, la “provincia” de la responsabilidad civil ha
asimilado este supuesto de hecho que, en otra época, gozaba de plena inmunidad.
La evolución de las relaciones sociales ha hecho que el profesional, que inicialmente
era una persona muy cercana a la familia que lo requería, como el médico (y de ahí
la expresión “médico de cabecera”), ha pasado a ser un prestador de servicios965 y, por
consiguiente, el tratamiento que se le brinda ha saltado de un estrecho contacto social
a una relación contractual de la que se deriva una serie de derechos y obligaciones y
en el caso de incumplimiento, surge el derecho del usuario a obtener una reparación
por los daños ocasionados.
Con acierto se advierte:

“[E]n la realidad profesional actual, como consecuencia de la interacción de factores


diversos […], como el surgimiento de nuevos tipos profesionales y la siempre más
marcada especialización al interior de estos tipos, se advierte la necesidad de una
definición de los roles profesionales que induzca a mirar no solo al ‘profesional’, tal
como había sido tratado por la tradición del ochocientos, sino a los particulares tipos
profesionales: desde el ingeniero al médico, desde el arquitecto al psicólogo, desde el
abogado al revisor de cuentas, desde el notario hasta el asesor de trabajo. Tal fenómeno
de fragmentación de la figura del ‘profesional’ en los diferentes tipos profesionales, que
inevitablemente reclama la especificidad de las diversas realidades profesionales ya
existentes o emergentes, lleva inevitablemente consigo una suerte de sectorialización
de las individuales responsabilidades al interior de las competencias específicas. Ello se
deberá tener en cuenta en la reconstrucción de las orientaciones jurisprudenciales, con
la finalidad de individualizar las reglas elaboradas y ejecutadas por nuestros jueces al
respecto de cada tipo profesional”966.

964 Musolino, op. cit., p. 583.


965 Así, “la sociedad de personas ha sido sustituida, en buena medida, por la sociedad de masas y, como una
consecuencia, la medicina personalizada ha dejado paso a la medicina masificada”. Mosset Iturraspe,
Jorge, Responsabilidad civil del médico, 1.a reimpr., Buenos Aires: Astrea, 1985, p. 31.
966 De Matteis, Raffaella, “Causalità e danno nella responsabilità professionale”, en I fatti illeciti, III Causalità
e danno, a cura de Giovanna Visintini, Padova: Cedam, 1999, pp. 591-592.

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Sobre la naturaleza de la responsabilidad civil del profesional se ha discutido si se


trata de una responsabilidad contractual o extracontractual, si es una responsabilidad
subjetiva u objetiva, y si implica una obligación de medios o de resultados. Incluso,
se ha llegado a cuestionar su propia existencia jurídica, en tanto régimen especial de
responsabilidad civil. Así, se sostiene:

“[L]a construcción teórica del concepto de ‘contrato de servicios profesionales’ (cuyo


incumplimiento generaría responsabilidad civil) se funda, de un lado, en las ideas
arcaicas sobre una presunta naturaleza un tanto religiosa de los servicios profesionales
que responden a la mentalidad de otros tiempos”967.

Con razón se sostiene que la comercialización de la prestación de servicios li-


beral (seguida de su calificación en un tipo negocial) puede dar lugar a la confusión
de sus características peculiares, como la autoridad cultural del hombre de ciencia,
así como la idea misma de generosidad y abnegación por el bienestar de los demás,
generan la esperanza en el acreedor-cliente de un “resultado”. La confianza (a menudo
incondicional) del cliente, tanto como el respeto por la cultura y la experiencia, a la
base de un encargo profesional, tienden a confundirse por una mayor expectativa de
resultados apreciables, no obstante la obligación asumida por el profesional tenga por
objeto, por regla general, una actividad diligente, conforme a las regulae artis968. Por
ello, esta norma permite eliminar el nacimiento de posibles contestaciones acerca de
la falta de obtención del resultado esperado por el cliente y de individualizar la culpa,
cuando el fracaso dependa de responsabilidades incontestables, de comportamientos
dolosos o faltas graves respecto a los conocimientos y a la experiencia de cada profe-
sional del mismo sector969.
Por otro lado, se afirma que “la regla del artículo 1762 es un error porque crea
una excepción injustificable a la responsabilidad, ya que consagra un privilegio y no
afronta el problema desde la perspectiva correcta”970. En sustento de esta afirmación,
se parte de la premisa que la figura del profesional liberal es una “especie sociológica
que se encuentra en proceso de extinción”971. En efecto:

“[H]istóricamente, el término ‘profesión liberal’ parece tener su origen remoto en el


hecho de que, en Roma, las actividades intelectuales correspondían a los hombres libres,
mientras que las manuales eran desempeñadas por los esclavos; de ahí que el término

967 De Trazegnies Granda, Fernando, “La evaporación de la responsabilidad profesional”, en Revista del
Magíster en Derecho Civil, vol. 1, Lima: PUCP, 1997, p. 67.
968 Musolino, op. cit., p. 581.
969 Musolino, op. cit., pp. 581-582.
970 De Trazegnies Granda, op. cit., p. 74. En el sentido de abrogar el artículo 1762 del Código Civil para
evitar una “irresponsabilidad eufemística”, Woolcott Oyague, Olenka, “El artículo 1762 del C.C. 1984:
¿Principio de responsabilidad o irresponsabilidad profesional?”, en Aequitas, año 2, n.° 2, Lima: CIDDE,
1995, pp. 151-152.
971 De Trazegnies Granda, op. cit., p. 75.

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‘profesión liberal’ tenga una connotación de actividad vinculada de alguna manera
con el intelecto”972.

Esa era una época en la cual, tanto el conocimiento, como el status de profe-
sional era de una elite. Sin embargo, en el siglo xix se produce el fenómeno de la
“democratización del saber”973 y, con ello, la actividad del profesional se masifica.
Otra de las causas del desvanecimiento del status del profesional fue el surgimiento
de las “profesiones técnicas” frente a aquellas denominadas “clásicas”974. Asimismo,
el profesional deja de ser “liberal”, para convertirse en “dependiente” y “a todo ello
vinieron a agregarse los llamados profesionales ‘medios’ o paraprofesionales, que cada
vez son más y más importantes dentro del mundo actual”975, vale decir, las enfermeras,
los ortopédicos, técnicos, entre otros. Con ello “el mundo de hoy se profesionaliza
a pasos agigantados y toda persona requiere de un cierto grado de profesionalismo
para vivir”976. Consecuentemente:

“[E]se profesionalismo moderno y popularizado, que se ejerce entremezclado con la vida


comercial e industrial, lleva a que el campo de lo profesional tienda a identificarse poco
a poco con la sociedad toda. Desde esta perspectiva, las actividades llamadas profesionales
no son sino las prestaciones de servicios en general, ya que toda prestación de servicios
(salvo el caso más simple de la mano de obra no calificada) tiende a constituirse en
una actividad propia, con un mínimo de conocimientos especiales y que constituye el
medio de vida de la persona”977.

Comparto la opinión que “la idea de profesión se ha extendido de tal manera que
ya no es un criterio seguro ni práctico de demarcación de las actividades sociales”978
y, en atención a ello, un modelo jurídico más justo sería el que prescindiera de esta
situación de privilegio. Sin embargo, las coordenadas legislativas regulan esta dispa-
ridad de tratamiento y el artículo 1762 tiene que ser aplicado a la luz del principio
de igualdad sustantiva. Esto se puede lograr, interpretando este saldo de inmunidad
histórica de una manera restrictiva, vale decir, cuando el profesional intervenga en
aquellos casos en los cuales la ciencia no ha dado una respuesta cierta ni definitiva979.

972 De Trazegnies Granda, op. cit., p. 77, quien sostiene que, al no cobrar sueldos los profesionales liberales,
estos percibían “honorarios”, por “el honor que implica el ejercicio de tal actividad”.
973 De Trazegnies Granda, op. cit., p. 77.
974 De Trazegnies Granda, op. cit., p. 78.
975 De Trazegnies Granda, op. cit., p. 79.
976 De Trazegnies Granda, op. cit., p. 81.
977 Idem.
978 Idem.
979 Hay quien prefiere hablar de “apreciar jurisprudencialmente en cada caso la culpa de una manera razo-
nable”. De Trazegnies Granda, op. cit., p. 73. Con respecto a la responsabilidad civil del productor,
siguiendo la Directiva CEE N.° 85/374, que establece su exoneración probando que “el estado de los co-
nocimientos científicos y técnicos, al momento en el cual el fabricante puso en circulación el producto, no
permitía considerar todavía el producto como defectuoso”, hay quien afirma que el denominado “riesgo de
desarrollo” sería el parámetro para “objetivizar” la responsabilidad civil. Fernández Cruz, Gastón, “Dios

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El artículo 36 de la Ley General de Salud, N.° 26842, del 15 de julio de 1997,


que reconoce una responsabilidad subjetiva a los profesionales, técnicos y auxiliares en
el campo de la salud, al establecer que: “son responsables por los daños y perjuicios
que ocasionen al paciente por el ejercicio negligente, imprudente e imperito de sus
actividades”.
Un sector de la doctrina jurídica argentina observa:

“[E]l caso de las obligaciones asumidas por los médicos a las que hemos calificado
como de medios, el interés último que da sentido a la obligación es la curación, alivio
o mejoría del paciente, mientras que el interés primario consiste en la actividad profe-
sional técnica y científicamente diligente. Basta esta última para que el deudor quede
liberado pues a él no le es exigible el fin último”980.

La responsabilidad civil de la estructura sanitaria es en función del status de


profesional de la salud. Así, el artículo 48 de la Ley General de Salud, N.° 26842, del
15 de julio de 1997, establece:

“El establecimiento de salud o servicio médico de apoyo es solidariamente responsable


por los daños y perjuicios que se ocasionan al paciente, derivados del ejercicio negligente,
imprudente o imperito de las actividades de los profesionales, técnicos o auxiliares que
se desempeñan en este con relación de dependencia.
Es exclusivamente responsable por los daños y perjuicios que se ocasionan al paciente por
no haber dispuesto o brindado los medios que hubieren evitado que ellos se produjeran,
siempre que la disposición de dichos medios sea exigible atendiendo a la naturaleza
del servicio que se ofrece”.

La responsabilidad objetiva solidaria de la estructura sanitaria es por el hecho de


cualquier profesional médico (incluidos técnicos o auxiliares) dependiente.
Por regla general, no se tiene un problema de especial dificultad cuando se deben
aplicar las ordinarias reglas del arte. Así, por ejemplo, para las profesiones legales o
para el médico, es posible que estemos en presencia de una especial dificultad cuando,
para la cuestión sometida al examen del profesional, la ciencia (jurídica o médica) y
la praxis individualizan objetivamente dos o más soluciones diversas y contrastantes,
con índices similares de probabilidad y resultados. En lo que se refiere a la respon-
sabilidad en materia sanitaria, por ejemplo, la correcta terapia de inmovilización de
una extremidad quemada, no puede considerarse un problema técnico de especial
dificultad para un médico especialista en ortopedia981. Una intervención quirúrgica
de ritina no puede considerarse de especial dificultad, por el solo hecho que, cuando

no quiera que se repita el cuento”, en Diálogo con la Jurisprudencia, año 6, n.° 23, Lima: agosto del 2000,
p. 10.
980 Vázquez Ferreira, Roberto, Prueba de la culpa médica, Buenos Aires: Hammurabi, 1991, p. 62.
981 Musolino, op. cit., p. 584, que —en la experiencia jurídica italiana— cita la Casación N.° 2466, del 3 de
marzo de 1995.

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estaba en curso, se hayan verificado complicaciones, por ello se consideró que no
era de especial dificultad una intervención de histerectomía, que se complicó por la
presencia de adherencias entre los tejidos, las cuales habían causado a la paciente un
daño a los riñones982. En el caso de los abogados, se excluye la especial dificultad del
problema que se refiere al transcurso del plazo de prescripción de la pretensión de
resarcimiento, cuando, en concreto, el otorgamiento del encargo profesional se ha
producido en tiempo útil para impedir la prescripción de la pretensión de resarci-
miento, incluso respecto al supuesto más remoto del transcurso del plazo983.
¿La interpretación de las normas es un problema técnico de especial dificultad? No
solo los profesionales legales (abogado y notario) sino también (y con mayor razón)
otros profesionales (como los contadores) que se encuentran en la situación de apli-
car normas jurídicas, pueden beneficiarse, a propósito de la solución de “problemas
técnicos de especial dificultad”, regulado en el artículo 1762 del Código Civil. En
general, puede decirse que para el profesional legal representan problemas técnicos de
especial dificultad los casos de interpretación de leyes o de resolución de cuestiones
opinables, en las cuales haya contraste en las sentencias984.
De estas apreciaciones debemos tener presente:
a) La responsabilidad civil de los profesionales no se agota en el ámbito del
artículo 1762 del Código Civil.
b) El artículo 1762 del Código Civil, tiene la naturaleza de una norma ex-
cepcional, por cuanto la regla es que, frente a cualquier incumplimiento
contractual o prestación inexacta se presume la culpa leve (art. 1329 del
CC).
c) El artículo 1762 del Código Civil se aplica solo cuando el asunto profesional
(o problema técnico) sea de especial dificultad.
d) Aunque se peque por decir lo evidente: si el asunto profesional (o problema
técnico) no es de especial dificultad, se aplica el régimen general (entre otros,
el art. 1329 del CC) o, en su caso (como en la responsabilidad civil médica),
la legislación especial.

982 Musolino, op. cit., p. 584, que —en la experiencia jurídica italiana— cita la Casación N.° 20586, del 22
de noviembre del 2012.
983 Musolino, op. cit., pp. 584-585, que —en la experiencia jurídica italiana— cita la Casación N.° 1288, del
22 de febrero de 1980.
984 Musolino, op. cit., p. 587.

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Art. 1762 Libro VII: Fuentes de las obligaciones

3. SOBRE LA DISTINCIÓN (Y UTILIDAD) DE LA DISTINCIÓN ENTRE OBLIGACIONES DE


MEDIOS Y RESULTADOS
Respecto del origen de esta clasificación, se suele hacer referencia a Demogue985.
También se ha satanizado la misma, llegándose a decir que la noción misma de obli-
gación de medios y su distinción con la de resultados “es una hija bastarda de la falsa
noción de responsabilidad contractual”986. Sin embargo, una atenta doctrina italiana
ha puesto de relieve que esta distinción surge en Alemania antes que en Francia. Así,
“durante la preparación del código civil (BGB), la doctrina subraya en la relación
obligatoria el empleo de la voluntad del deudor para obtener un determinado resultado
obligatorio”987. En efecto, Fischer en un artículo de 1897, afirmaba la necesidad de
“diferenciar las obligaciones segun el contenido de la deuda contractual. Basandonos
en esto, diferenciamos las obligaciones, cuyo rendimiento se da por conseguir un resul-
tado objetivo, con obligaciones, cuya materia lleva a un comportamiento meramente
sujetivo del deudor”. El mismo autor advierte que “esta diferencia, que es importante
para toda la estructura de la obligacion ha sido advertida por Bernhöft en los aportes
para la evaluacion de un código civil”988. El propio Fischer cita a Bernhöft:

“Cada deuda contractual se ajusta a la presión de la voluntad del deudor, para lograr
un resultado determinado. La deuda contractual puede ser de tal manera, que el deudor
solamente esta comprometido para hacer lo que le corresponde para lograr el exito, y que
con esto se libere, sin importar si logra realmente el exito o no. O depende del mismo
exito, y la deuda no es amortizado, ademas del caso de la imposibilidad – hasta que
el exito definitivamente no es logrado”989.

Con el ánimo de aclarar (o refrescar) conceptos, recordemos que en las obliga-


ciones de medios:

“[T]ambién llamadas de prudencia o de diligencia, el deudor se compromete a realizar


una conducta diligente, orientada a la obtención de un resultado, esperado y querido
por el acreedor, pero no asegurado. Existe, si se quiere, un doble juego de intereses:
uno de carácter primario, que se satisface en tanto el deudor despliegue una conducta
diligente orientada a alcanzar la finalidad satisfactiva del acreedor, y otro de carácter

985 Así, entre tantos, Rémy, François, La “responsabilité contractuelle”: histoire d’un faux concept, Revue Trimes-
trielle de Droit Civil, vol. 2, abril-junio, Paris: Dalloz, 1997, p. 55. Sobre el “falso concepto”, permítaseme
remitir a mi Introducción al derecho de las obligaciones, Lima: Instituto Pacífico, 2017.
986 Le Tourneau, Philippe, “voz Responsabilité (en général)”, en Savaux, Éric (dir.), Répertoire de Droit Civil,
t. x, Paris: Dalloz, 2009, p. 28.
987 Favale, Rocco, con la colaboración de Maria Paola Mantovani, La responsabilitá civile del profesionista
forense, 2.a ed., Padova: Cedam, 2011, p. 100.
988 Fischer, Hans Albretch, “Vis major im Zusammenhang mit Unmöglicheit der Leistung”, en JherJb, n.° 37,
1897, p. 235.
989 Bernhöft, Franz Kauf, “Miethe und verwandte Verträge”, en E. I. Bekker e O. Fischer (a cura de), Bei-
träge zur Erläuterung und Beurtheilung des Entwurfs eines BGB für das deutsche Reichs, Berlin, 1889, p. 17,
citado por Favale, op. cit.

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Sección segunda: Contratos nominados Art. 1762
aleatorio (el resultado), cuya concreción no depende exclusivamente de la conducta
del deudor sino de otros factores contingentes o azarosos”990.

En las obligaciones de resultado, “en cambio, el deudor compromete su actividad


para el logro de un interés final del acreedor, no contingente o aleatorio, de suerte
que su falta de obtención importa incumplimiento”991.
No obstante, se advierte que si se tiene en cuenta que “el objeto de la obligación
es una prestación que debe corresponder a un interés del acreedor”992, se llegaría a
la conclusión:

“[L]a obligación postula a un comportamiento debido como medio y un resultado de


realizar, mediante aquel comportamiento debido, y no puede ser reducida ni a simples
medios, degradando a mero deber, ni al resultado prescindiendo de los medios, porque
devendría en una garantía”993.

En nuestro medio, esta distinción ha sido acogida legislativamente (si bien, a nivel
de responsabilidad administrativa del proveedor) en el tercer párrafo del artículo 104
del Código de Protección y Defensa del Consumidor, Ley N.° 29571, del 1 de setiembre
del 2010, el cual prescribe que: “En la prestación de servicios, la autoridad administra-
tiva considera, para analizar la idoneidad del servicio, si la prestación asumida por el
proveedor es de medios o de resultado, conforme al artículo 18”994. (El énfasis es mío).
Más allá de las críticas que pueda recibir esta distinción, es innegable su utilidad, a
afectos de distinguir la naturaleza objetiva o subjetiva de la responsabilidad contractual.
Resulta pertinente constatar que, en Sesión de Sala Plena del 2 de diciembre del
2020, los vocales del Tribunal de la Superintendencia Nacional de Salud (SUSALUD),
por unanimidad, han aprobado el Acuerdo N.° 009-2020, estableciendo el siguiente
criterio de interpretación que constituye precedente administrativo de observancia
obligatoria:

990 Pizarro, Ramón Daniel, Tratado de la responsabilidad objetiva, t. ii, Buenos Aires: Thomson Reuters-La
Ley, 2015, pp. 255-256.
991 Pizarro, op. cit., pp. 256-257.
992 Nicolussi, Andrea, L’interesse del creditore e il risultato dell’obbligazione, Obligatio-obbligazione. Un confron-
to interdisciplinare, a cura de Luigi Capogrossi Colognesi, M. Floriana Cursi, Napoli: Jovene, 2011, p. 152.
993 Nicolussi, op. cit., p. 152.
994 El cual regula lo siguiente: “Se entiende por idoneidad la correspondencia entre lo que un consumidor
espera y lo que efectivamente recibe, en función a lo que se le hubiera ofrecido, la publicidad e información
transmitida, las condiciones y circunstancias de la transacción, las características y naturaleza del producto
o servicio, el precio, entre otros factores, atendiendo a las circunstancias del caso.
La idoneidad es evaluada en función a la propia naturaleza del producto o servicio y a su aptitud para
satisfacer la finalidad para la cual ha sido puesto en el mercado.
Las autorizaciones por parte de los organismos del Estado para la fabricación de un producto o la prestación
de un servicio, en los casos que sea necesario, no eximen de responsabilidad al proveedor frente al consu-
midor”.

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Art. 1762 Libro VII: Fuentes de las obligaciones

“6. La distinción de las obligaciones de medios y las obligaciones de resultado tiene una
importante relevancia jurídica para la determinación de la responsabilidad del deu-
dor o proveedor, quien puede exonerarse de esta acreditando que el incumplimiento
no le es imputable, porque tuvo un actuar diligente y existió un hecho ajeno a su
voluntad, como el caso fortuito y la fuerza mayor o hecho de un tercero.
7. En una obligación de medios, en el ámbito sanitario de la medicina curativa, el paciente
o consumidor le exige al médico o proveedor de la prestación del servicio contratado la
utilización diligente y dedicada de los medios y procedimientos que según las normas
técnicas son los más adecuados para garantizar la mejoría del paciente, pues este no
podrá exigir al proveedor un resultado, porque este no resulta previsible y asegurado.
8. En una obligación de resultados, como en la medicina satisfactiva, el consumidor
espera que al solicitar los servicios médicos se le asegure un resultado, el cual no
solamente es previsible, sino que constituye en la práctica la razón por la cual se
han contratado dichos servicios. Por lo que se entenderá cumplida la obligación,
cuando se haya logrado el resultado prometido por el especialista sanitario y la
satisfacción del interés del consumidor o paciente”.

En efecto:

“[E]n las obligaciones de medios, se aplicaría la regla de la responsabilidad por culpa


(el deudor no es responsable si se ha comportado diligentemente); mientras que en las
obligaciones de resultado se aplicaría en cambio la regla de la responsabilidad objetiva: la
diligencia empleada por el deudor es irrelevante, porque lo único debido es el resultado”995.

No obstante ello, se ha advertido que, en verdad:

“[L]o que existe […] no es un diferente tipo de prestación a realizar (de medios o de
resultado), sino, un diverso grado de colaboración exigido por el tipo de objeto o resultado
involucrado en el deber central. Así, en las mal llamadas obligaciones de medios, el grado
de colaboración exigido, gira en torno a la propia conducta del deudor: como el resultado
esperado por el acreedor depende del control que el propio deudor tenga de su conducta, se
le exige un grado de diligencia tal, que vigile el desenvolvimiento de su propia conducta.
Por ejemplo, en la obligación quirúrgica, el resultado debido es la operación exactamente
ejecutada […], por lo que entonces, lo que el acreedor espera no es la cura de su enfermedad
o defecto, sino que el médico le mejore sus posibilidades de salvamento, lo que constituye
siempre un resultado, distinto al de la cura de la enfermedad, pero resultado al fin”996.

En este orden de ideas:

“[E]n cambio, en las mal llamadas obligaciones de resultado, el grado de diligencia


debido al deudor es mayor: este debe evitar todo obstáculo —inclusive externo o ajeno a
su actividad— que le impida cumplir, salvo que resulte vencido porque dicho obstáculo
fue extraordinario, imprevisible o irresistible”997.

995 Así, Fernández Cruz, siguiendo a Bianca, “Responsabilidad civil…”, op. cit., p. 59.
996 Fernández Cruz, siempre siguiendo a Bianca, “Responsabilidad civil…”, op. cit., pp. 60-61.
997 Fernández Cruz, “Responsabilidad civil…”, op. cit., p. 61.

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Sección segunda: Contratos nominados Art. 1762
En mi opinión, llámense obligaciones de medios o de resultado, u obligaciones
con distintos grados de colaboración por parte del deudor, queda claro que la diferencia
relevante está en el tipo de responsabilidad que se deriva de su incumplimiento: así,
en el caso de las primeras, nos encontramos frente a la responsabilidad subjetiva (de
la cual el deudor se libera si acredita que actuó con la “diligencia ordinaria requerida”:
art. 1314 del CC) y en las segundas frente a una responsabilidad objetiva (de la cual
el deudor se libera si acredita que hubo “caso fortuito o fuerza mayor”: artículo 1315
del Código Civil, agregándole el hecho de un tercero o del acreedor)998. Sin embargo,
debe notarse que la diferenciación entre ambos tipos de obligación no es tajante. Así,
puede darse el caso que en una liposucción (que implicaría, en línea de principio, una
obligación de resultados), podría presentarse una demanda porque la intervención
“resultó traumática” (típica hipótesis que comprende una obligación de medios)999.
Así, comparto la opinión de quien afirma:

“[E]n realidad en toda obligación es posible encontrar medios y resultados; y como es


imposible hallar a un contratante indiferente al resultado, la forma como califiquemos
la obligación dependerá en gran medida de la decisión de las partes, de este modo el
énfasis que se ponga en los medios o en los resultados determinará la diferencia”1000.

En resumidas cuentas, si la obligación es de medios, su incumplimiento estará


regido por las reglas de la responsabilidad subjetiva y si es de resultados, nos encontra-
mos en un escenario de la responsabilidad objetiva1001. En esta línea de pensamiento,
autorizada doctrina italiana sostiene:

“[L]a regla (procesal) que impone al deudor la carga (para librarse de responsabili-
dad) de probar (positiva y específicamente) la sobreveniencia de una causa extraña (y
no imputable) que ha hecho ‘imposible’ el cumplimiento (o el exacto cumplimiento)
(art. 1218 c.c.ita. —que corresponde al primer párrafo del art. 1317 c.c.—) vale
enteramente y sin residuos solo para obligaciones de ‘resultado’, con la consecuencia

998 Considera que también puede interpretarse una responsabilidad objetiva contractual “con la solitaria asis-
tencia inicial del artículo 1315 del Código Civil”, León Hilario, Leysser, “Responsabilidad indirecta
por el incumplimiento de las obligaciones. Régimen actual en el Código Civil peruano y pautas para su
modificación”, en Thémis. Segunda Época, n.° 38, Lima, 1998, p. 99.
999 Como de hecho se presentó una denuncia (junto con otras), aunque no en vía judicial, ante la Comisión de
protección al consumidor, cuyos medios probatorios fueron declarados improcedentes (Resolución Final
N.° 587-99-CPC, del 22 de noviembre de 1999).
1000 Gutiérrez Camacho, op. cit., pp. 60-61. En este mismo sentido, cuando afirman que “parece artificial la
diferencia entre las obligaciones de medios y las obligaciones de resultado. En las obligaciones de medios se
busca un resultado. Y en las obligaciones de resultado existe, necesariamente, un medio para cumplirlas. Re-
conocemos, sin duda, que la diligencia en las primeras puede exigir requisitos más severos que en las segundas,
pero en todo caso, lo que se busca, es el fin, el cumplimiento de la prestación”. Osterling Parodi, Felipe y
Mario Castillo Freyre, Tratado de las obligaciones, vol. xvi, primera parte, t. i, Lima: PUCP, 1994, p. 217.
1001 En este mismo sentido, entre otros, Pizarro, Ramón Daniel y Carlos Gustavo Vallespinos, Compendio de
derecho de daños, Buenos Aires: Hammurabi, 2014, pp. 189 y 190, así como Molina Sandoval, Carlos,
Derecho de daños. Responsabilidad civil. Reparación. Prevención. Punición, Buenos Aires: Hammurabi, José
Luis Depalma, 2020, p. 213.

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Art. 1762 Libro VII: Fuentes de las obligaciones

de imponer al deudor el riesgo de la ‘causa desconocida’. Viceversa, en las obligaciones


‘de medios’, y por lo menos cuando el deudor haya logrado a ofrecer la prueba prima
facie de la propia ‘diligencia’, pesará sobre el acreedor la carga de probar (soportando
el riesgo de la ‘causa desconocida’) que el operar de los ‘impedimentos’ sobrevenidos
(que hayan determinado la falta del resultado esperado) podía ser (previsto y/o) evitado
por el deudor, donde aquellos impedimentos —no representan una verdadera y propia
‘imposibilidad’— no valen a excluir la responsabilidad del deudor”1002.

Téngase en cuenta que en un contrato pueden confluir obligaciones de medios


y resultados: será labor del intérprete identificar la obligación incumplida y aplicarle
el factor de atribución correspondiente.
Entonces, trátese de una obligación de medios o de resultados, si estamos frente
a un asunto profesional (o problema técnico) de especial dificultad, deberá aplicarse
el artículo 1762 del Código Civil.
REFERENCIAS JURISPRUDENCIALES

La Sala Superior ha confirmado la sentencia que declaró infundada la demanda por


presunta mala praxis médica imponiéndole solidariamente una multa ascendente a
sesenta Unidades Impositivas Tributarias (60 UIT), sin tener en cuenta lo dispuesto
en el artículo 1762 del Código Civil, pues en el caso de autos se trata de una equi-
vocación en la que no hay mala fe de parte del deudor y que sólo obedece a una falta
de diligencia ordinaria, por ello la interpretación que debe hacerse del artículo 1762
del Código Civil es aquella que solo admita las especiales dificultades técnicas de la
prestación que hacen que el profesional solo responda por dolo o culpa grave.
[Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente,
Casación N.° 7720-2015 Lima, Lima: 7 de junio del 2016,
considerando octavo]

Que, las obligaciones profesionales determinan una especial regla de diligencia, defini-
da por lo que se conoce con el nombre de lex artis, que es el conjunto de los saberes o
técnicas especiales de la profesión. El artículo 1762 del Código Civil prescribe que, si
la prestación de servicios implica la solución de asuntos profesionales o de problemas
técnicos de especial dificultad, el prestador de servicios no responde por los daños y
perjuicios, sino en caso de dolo o culpa inexcusable.
[Sala Civil Permanente, Casación N.° 4601-2009 Lima, Lima:
12 de agosto del 2010, considerando octavo]

1002 D’Amico, Giovanni, La responsabilità ex recepto e la distinzione tra obbligazioni “di mezzi” e “di risultato”.
Contributo alla teoría de la responsabilità contrattuale, Napoli: ESI, 1999, pp. 152-153.

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