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Los humedales en la conservación, conocimiento y uso de la biodiversidad

en la ciudad de Bogotá y la región

Hace 6 millones de años el territorio que hoy conocemos como la Sabana de


Bogotá, estaba cubierto por completo por agua, salvo unas pequeñas islas que
surgía de este enorme lago. Un evento geológico que ocurrió hace 30.000
millones de años, hizo que el dique del Tequendama se rompiera, las aguas se
drenarán y quedarán al descubierto las tierras de la Sabana.

Los remanentes del lago formaron los humedales, que se perpetuaron gracias a
los desbordamientos periódicos del Río Bogotá y sus afluentes. Pese a esta
milenaria historia, los bogotanos empezamos a hablar de humedales, desde hace
relativamente pocos años, pues se desconocía este término por completo.

Debido a esto, los humedales fueron por años víctimas de la ignorancia de las
autoridades y de los ciudadanos, y del crecimiento incesante de la ciudad. Los
humedales han sido desecados, invadidos, contaminados, rellenados y talados,
tanto que de las 50 mil hectáreas, que se estima ocupaban el siglo pasado, en la
actualidad solamente ocupan algo más de 800 hectáreas. Pese a esto los trece
humedales de Bogotá se niegan a desaparecer.

Pero, ¿qué es lo que ha hecho que se vuelvan los ojos sobre estos lugares?, ¿por
qué han sido incluidos como parte de la estructura ecológica principal de la
ciudad? y ¿cuál es la urgencia para que tanto las autoridades, como grupos de
ambientalistas y ciudadanos estén haciendo enormes esfuerzos por conservar lo
que queda de ellos e iniciar su recuperación?.

La respuesta a estas tres preguntas es una sola, es porque los humedales poseen
una increíble cantidad de bienes y servicios ambientales, especialmente
relacionados con biodiversidad.

Un humedal es un ecosistema que comprende un espejo de agua poco profundo,


una franja de terreno inundable llamada ronda y una sección de tierra no
inundable denominada zona de manejo. La suma de agua y suelo da lugar a una
flora heterogénea, que a su vez da hogar a una gran cantidad de animales tanto
acuáticos como terrestres de características bien particulares. Debido a estas, el
ecosistema posee altos índices de biodiversidad, aún con los preocupantes grados
de intervención que tienen los humedales, ubicados en la ciudad.

Más allá de cualquier definición de biodiversidad, de mencionar cuantas especies


de plantas y animales viven en los humedales, es necesario decir que la
Biodiversidad, en si misma, representa el sostén de la vida, que su valor es
funcional y que es común a todos los habitantes de la ciudad. Es una compleja
maquinaria cuyos elementos deben conservarse y conectarse a través del
territorio para asegurar que no sólo los habitantes de la ciudad, sino de la región,
tengan acceso a los bienes y servicios ambientales que provienen de ella.

El valor funcional de los ecosistemas de humedal está representado en su


capacidad para regular los ciclos relacionados con el agua: actuando como
esponjas que retienen agua durante las temporadas lluviosas, amortiguando las
inundaciones y manteniendo reservas de aguas para las temporadas secas. Los
humedales son trampas naturales para retención de sedimentos, aportan agua a
los depósitos y corrientes de agua subterráneas, surten agua a quebradas y
manantiales y mejoran la calidad del agua gracias a su capacidad filtradora.

El mantenimiento de estos frágiles ecosistemas contribuye a la generación de un


microclima que decisivamente frena el avance de la desertificación, conserva la
biodiversidad y el recurso hídrico. Además, la presencia de una vegetación
circundante disminuye los efectos de erosión de la línea de costa del humedal por
efecto de los vientos y controla la entrada de sedimentos en los mismos
(Verhoeven, J.1992). Igualmente, contribuye a la regulación hídrica del humedal,
al mejoramiento y la fertilidad del suelo, atracción de insectos y aves silvestres,
estimula el desarrollo de hábitats para el refugio y reproducción de avifauna,
afecta la oferta alimenticia para fauna residente y/o migratoria, ornamentación por
características de follaje, floración, colorido y contribuye a la dispersión de material
genético. (DAMA, 2000).

Los humedales contienen una biodiversidad endémica propia de la Sabana y de


las llanuras Cundiboyacenses, constituyen un ecosistema propio ecuatorial de
montaña con una biodiversidad de combinación única de la Cordillera Oriental
Colombiana, contiene elementos biogeográficos de origen tropical y de latitudes
templadas de ambos hemisferios. Sumado a las drásticas fluctuaciones de niveles,
hacen que se establezcan especies endémicas. También son de gran valor como
corredores ecológicos, y de gran importancia para aves acuáticas y migratorias.

En conclusión, la importancia de los humedales radica en que bajo la óptica del


desarrollo sostenible, su conservación al igual que la de otros ecosistemas,
determina la calidad de vida de los ciudadanos por los bienes y servicios que
proveen y por que se consideran con mayor calidad de vida aquellas ciudades
que, dentro de su desarrollo, destinan suelo urbano a la generación y conducción
de los procesos ecológicos regionales, los cuales garantizan la oferta ambiental.

Debido a esto en el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá, los humedales


son considerados la columna vertebral de la Estructura Ecológica Principal y se
están realizando múltiples proyectos que pretenden restablecer sus funciones
ambientales para beneficio no solo de los habitantes de la ciudad sino de la
región.

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