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Genética y desarrollo científico-tecnológico

Todo intento por comprender una actualidad en transformación así como su consideración
y evaluación, exige la producción de perspectivas desde las cuales esas transformaciones
puedan ser interpretadas, examinadas y valoradas. Precisamente en esta actualidad es
posible reconocer que existen cuestiones cruciales que atraviesan el ethos contemporáneo
que conciernen especialmente al desarrollo científico-tecnológico en sus aspectos éticos,
antropológico-filosóficos y político-sociales.

La relevancia que adquiere la producción tecnocientífica y la significación que alcanzan las


capacidades cognitivas, afectivas y comunicativas del ser humano, en relación con la
centralidad que se le atribuye al conocimiento en el desarrollo de las sociedades, resultan
temas cruciales que interpelan a la Ética, la Bioética y al cumplimiento efectivo del ejercicio
de los derechos humanos en nuestras sociedades. En este sentido, el acontecimiento que
representan hoy las llamadas Ciencias de la Vida, cuya expresión más significativa se
encuentra en la biología molecular, el desarrollo de la genética, la ingeniería genética y la
biotecnología, consiste en alcanzar la inédita capacidad de reunir conocimientos y técnicas
que hacen posible no solo la intervención sobre lo viviente, sino también su transformación
de manera dirigida así como su producción técnico-artificial para inaugurar, así, una forma
particular de uso y gestión de lo viviente.

La fusión léxica que se produce entre informática y biología a partir de la cual el discurso
de la biología molecular se organiza sobre la metáfora computacional, permite una
representación de lo viviente como código que habilita toda una serie de procedimientos y
técnicas que ponen en discusión la noción misma de vida. Qué lugar ocupa la definición de
vida, cómo esa definición se articula con los modos de su tratamiento y cómo ese
tratamiento se relaciona con la dimensión moral atribuida a lo viviente en general y al
viviente humano en particular son, sin lugar a dudas, problemas que alcanzan especial
intensidad en nuestra época.

Particularmente el desarrollo de la genética y de la ingeniería genética no puede


comprenderse fuera del contexto general desplegado por la biología molecular, sus
hipótesis y sus procedimientos experimentales. En este contexto, en los últimos tiempos se
han desarrollado especialmente los estudios sobre la herencia y se ha avanzado
considerablemente en la comprensión de la estructura y función del material genético a
nivel molecular. Técnicas como la inserción de genes foráneos en células receptoras, o la
activación y desactivación de genes dentro de los organismos mismos, permiten guiar su
función hacia fines predeterminados. Se ha perfeccionado, por ejemplo, la detección de
enfermedades genéticas en el embrión de pocas semanas de gestación y se experimentan
nuevos métodos de tratamiento de esos trastornos, entre otras posibilidades que los nuevos
conocimientos y técnicas introducen. Esta inédita capacidad desarrollada por la ciencia y la
tecnología para identificar, almacenar y manipular el programa químico de los organismos
vivos, y la percepción de éstos como una suma de genes con funciones determinadas que
es posible identificar, aislar y recombinar a voluntad, transforman radicalmente las
posibilidades de acción sobre lo viviente en general y sobre el viviente humano en particular.
El nuevo paradigma de la biología, que entiende a la vida como código de información,
representa un acontecimiento de dimensiones ónticas y ontológicas transformadoras en
tanto las modificaciones y mutaciones reales y virtuales que pueden ser introducidas en el
conjunto de lo que hasta ahora se conoce como ‘vida’ y de lo viviente en general, hacen
posible formas nuevas de interacción entre lo biológico, lo técnico, lo natural y lo artificial.
El desarrollo del campo de la genética y de la ingeniería genética no solamente abre un
acceso directo al material genético, sino que da lugar a técnicas de intervención de carácter
finalista sobre los genomas de los seres vivientes.

La importancia específica que adquieren las técnicas, las acciones técnicas y los
instrumentos técnicos, resulta decisiva para el rumbo que toman estas investigaciones y
sus aplicaciones. Así, objetivos perseguidos por la ciencia pueden alcanzarse mediante
nuevas técnicas surgidas para alcanzar esos objetivos. Pero también, y de manera cada
vez más intensa, nuevas técnicas pueden inspirar, producir, incluso forzar nuevos objetivos
simplemente porque “se produce” su posibilidad. De este modo el desarrollo científico se
orienta en íntima relación con el tecnológico, adquiriendo una dinámica propia. Una
particularidad de este vertiginoso desarrollo tecno-científico es que incorpora componentes
de incertidumbre, ambigüedad y complejidad, así como también la complejidad de los
sistemas ambientales y la dinámica e impredictibilidad de los mismos hacen que se debilite
la capacidad predictiva de la ciencia.

La revolución que representa la biología molecular y sus derivados se inscribe en esta línea
que combina producción de conocimiento y acción técnica. Estos desarrollos se producen
impulsados por sectores de la Medicina, la farmacología, la agricultura abarcando los más
variados sectores de la vida económica y social. Surgen mercados y empresas
internacionales, laboratorios y/o centros de investigación que en paralelo con instituciones
públicas o bien mediante convenios de financiamiento establecidos con éstas, impulsan la
investigación y su rápida aplicación. La irrupción de estos nuevos conocimientos y técnicas
impacta directamente en la vida cotidiana. Hoy se integran a la agricultura, a la industria, al
campo de la Salud y a las formas de reproducción humana. Unos pocos ejemplos pueden
dar cuenta de esta situación. En el área de la Salud la biología molecular, la ingeniería
genética y sus derivaciones, introducen una perspectiva y posibilidades de acción que
habrán de modificar las concepciones de salud, enfermedad, normal, patológico,
tratamiento y cura.

También afectará al mercado de los medicamentos y las formas de diagnóstico que, según
se prevé, alcanzarán un carácter “personalizado”. Numerosos productos que tienen una
función terapéutica son ya fabricados por medio de técnicas de ingeniería genética. En
cuanto a las formas de diagnóstico y tratamiento es de destacar que una nueva forma de la
medicina se constituye bajo el nombre de medicina predictiva. También la reproducción
humana se ve afectada por este desarrollo que abarca desde novedosas tecnologías
reproductivas hasta estudios como los diagnósticos pre-implantatorios y pre-natales acerca
de la configuración del embrión o el feto que obligan a una cuidadosa implementación para
no derivar en un tipo de eugenesia positiva o negativa. La ingeniería genética se hace
presente en la modificación del patrimonio genético de especies vegetales y animales.
Estas intervenciones resultan de gran interés para la investigación y una gran apuesta
económica, sumamente redituable, para un número de empresas de dimensiones
internacionales, especializadas en semillas, pesticidas, fertilizantes, que han montado sus
propios laboratorios. El impacto de estos procedimientos sobre el ambiente, representa un
horizonte incierto aunque ya resulte posible advertir alarmantes consecuencias negativas,
especialmente en el área de la agricultura con la introducción de Organismos
Genéticamente Modificados (OGMs) que imponen nuevas formas de producción y el uso
de productos que ya se evalúan altamente contaminantes en detrimento de la cultura
campesina indígena y la agricultura familiar. Estas consecuencias negativas comprenden
cuestiones sociales, económicas, culturales, de salud pública y hasta comprometen formas
de existencia de comunidades y pueblos. Asimismo los nuevos conocimientos y las técnicas
que se ensayan, no resultan ajenos a los dominios policial, jurídico y socio-político. Y es
que la información concerniente al patrimonio genético de los individuos, comunidades o
pueblos puede ser usada, por ejemplo, para la elaboración de clasificaciones jerárquicas
creando, recreando o reforzando nuevos dispositivos de control, inclusión, clasificación,
exclusión y social. ¿Quién puede o debería acceder a esta información? ¿Cómo puede ser
utilizada esta información por gobiernos, países, escuelas, salud pública, sistemas de
seguros, entre otros? Distintas respuestas pueden recibir estos interrogantes, pero ninguna
de esas respuestas ni los debates o intercambios de perspectivas que suscite este tema
pueden soslayar o suponer como superada una larga tradición de discriminación y
desigualdad, basada en argumentos científicos y en la invocación de “la evidente verdad
científica”, que han legitimado formas injustas y discriminatorias de organización social.

La transformación del genoma de especies animales, vegetales y bacterianas es ya un


acontecimiento corriente y en lo que hace al genoma humano, aun a pesar de ciertas
reticencias al principio mantenidas, la modificación de células somáticas ha sido ya
autorizada con fines terapéuticos, siendo posible conjeturar que esta marcha no se
detendrá.

Lo viviente en general y el viviente humano en particular, se inscriben hoy en una nueva


matriz de tratamiento cuyo devenir es tan complejo y dinámico como incierto. Las tensiones
que se producen en relación con esta nueva condición ponen de manifiesto problemas
éticos que expresan la necesidad de orientar el desarrollo científico-tecnológico, apelando
a los Principios de Responsabilidad y Precaución. La necesidad de reafirmar el valor de
dignidad atribuido a la vida en el que se sustenta la afirmación de derechos humanos
universales. De ratificar la existencia de derechos específicos para el uso y tratamiento de
los bienes naturales y comunes, de asegurar el derecho que los pueblos tienen de elegir su
propio camino para el desarrollo científico-técnico y de afirmar el valor de la diversidad
biológica y cultural para la realización de una existencia plenamente humana. Parte de esta
tarea que procura poner límites, establecer normas, regular los procedimientos, está a
cargo de las éticas aplicadas, la Bioética, los comités de Ciencia y Ética y se traduce en
declaraciones internacionales, códigos éticos de procedimiento, compromisos precautorios,
entre otras acciones. Entre estas expresiones cobra especial significación la Declaración
Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (2005) que, en relación con otros
instrumentos internacionales y regionales relativos a la protección de los derechos humanos
y la dignidad del ser humano respecto de la aplicación de la medicina y la biología y
atinentes al desarrollo científico tecnológico, se propone entre sus objetivos proporcionar
un marco universal de principios y procedimientos que sirvan de guía a los Estados en la
formulación de legislaciones, políticas u otros instrumentos en el ámbito de la Bioética.
Específicamente toma como referencia las cuestiones éticas vinculadas con la medicina,
las ciencias de la vida y las tecnologías derivadas aplicadas a los seres humanos, teniendo
en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y ambientales. Y si bien la declaración
reconoce la importancia de la libertad de investigación científica y sus efectos beneficiosos,
también puede desprenderse de su lectura que el desarrollo científico-tecnológico no puede
autolegitimarse de manera independiente sino que debe enmarcarse en los principios éticos
sostenidos por esta Declaración, a fin de respetar la dignidad humana, los derechos
humanos y las libertades fundamentales con una mirada que no solo abarque el presente
sino el futuro en el que están comprometidas las próximas generaciones. Desde esta
perspectiva cobra especial interés para la configuración de un modelo científico-tecnológico
la evaluación y gestión apropiadas de los riesgos y efectos nocivos que puedan estar
implicados en la aplicación de una determinada tecnología, la protección de los grupos
vulnerables y el velar por su integridad. El resguardo de los saberes tradicionales y de la
diversidad cultural y biológica. El tratamiento y uso adecuado de los recursos biológicos y
genéticos teniendo en cuenta la interacción entre los seres humanos y las demás formas
de vida y el valor que alcanza la acción de los seres humanos en la protección del medio
ambiente, entre otras consideraciones.

La incorporación de estas recomendaciones presentes en la Declaración, permite no solo


trascender un modelo científico-tecnológico basado en criterios de eficacia y eficiencia para
la evaluación de sus procedimientos y que se presenta como expresión de una racionalidad
técnico-instrumental, sino que también habilita una concepción del desarrollo que amplía y
potencia las posibilidades de realización de la vida en general y de la vida humana en
particular.

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