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La violencia de género y machista sigue cobrando víctimas en toda la región.

Según diferentes
fuentes oficiales de varios países de América Latina y un estudio publicado en noviembre de
2022 por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL
durante 2021 se registraron más de 4.000 feminicidios en toda la región, y el delito no desistió
durante 2022. Una cifra alarmante que incluso tiene un alto índice de subregistro porque la
mayoría de las mujeres no denuncian por temor o los sistemas judiciales no atienden de
manera eficaz y oportuna sus casos. 

Sin lugar a dudas, esto debe ser una prioridad para toda la sociedad civil del hemisferio, pero
sobre todo para los Estados y sus gobiernos que son en últimas los que, por medio del Poder
Judicial, deberían garantizar la protección y la reparación de las víctimas. 

Según el mencionado informe del Observatorio cepalino, Honduras, República Dominicana, El


Salvador, Bolivia y Brasil son los países más inseguros para las mujeres, pero también destacan
tristemente otros en los últimos meses como Argentina, Colombia, México y Ecuador. En cada
uno de ellos las cifras en violencia de género son alarmantes y van cada año en aumento. 

Según la Encuesta de prevalencia de violencia contra las mujeres de Argentina, casi la mitad de
las mujeres de ese país reporta haber sufrido alguna vez algún tipo de violencia de género.
Además, el registro de la Corte Suprema de Justicia advierte que cada 35 horas hay un
feminicidio, en los cuales en la mayoría la víctima conocía al victimario. Mientras tanto,
también en el Cono Sur, Chile registra 44 feminicidios en 2021, 43 en 2022 y cerca de 178
frustrados este último año, según el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género.

Por su parte, en Brasil un tercio de los asesinatos de mujeres son tipificados como feminicidios
de los más de 1.000 que se han registrado anualmente entre 2021 y 2022. Mientras tanto,
Colombia y Ecuador registraron cifras de 827 y 332, respectivamente durante el año pasado.

Lo que agrava aún más la situación son los altos índices de impunidad en los casos, sobre todo
cuando en muchas ocasiones las víctimas han denunciado otro tipo de violencias, previo a ser
asesinadas. Por lo tanto, se hace necesario señalar que el mismo Estado está conculcando los
derechos de las mujeres, sobre todo el de la vida al no desplegar políticas y acciones para su
especial protección. 

Toda esta situación que atenta contra la vida y la integridad de las mujeres ha despertado no
sólo una ola de indignación y denuncias de los movimientos de mujeres y feministas de todos
los países de la región sino que, además, en muchos de ellos se ha solicitado a las autoridades
nacionales la declaración de una emergencia nacional para combatirla de manera más eficaz,
como son los casos puntuales de México y Colombia en el que incluso mujeres congresistas y
líderes de opinión se han sumado a tal llamado.

Por lo anterior, desde la Red Latinoamericana y del Caribe para la Democracia (Redlad):

 Exhortamos a los gobiernos y sistemas judiciales a tomar medidas urgentes, eficaces y


oportunas para combatir la violencia de género, especialmente el feminicidio. Esto es
garantizar procesos seguros y expeditos de denuncia y protección para las mujeres.

 Sugerimos considerar la declaración de una emergencia nacional por violencia de


género, toda vez que estos delitos están sistemáticamente vulnerando la vida y los
derechos de, en muchos países, la mitad o más de su población. 
 Exigimos que se tomen las medidas necesarias para combatir la impunidad manifiesta
en la mayoría de los casos de feminicidio y violencia de género en todos los países.

 Exhortamos a los gobiernos de cada país de la región a adelantar políticas públicas


tendientes a generar cambios culturales profundos que ayuden a eliminar la violencia
machista y a promover la igualdad de género.

 Finalmente, nos sumamos a la recomendación del informe de la CEPAL cuando afirma


que “producir información estadística de calidad (…) requiere ir más allá del conteo del
número de víctimas” y “para que la información sirva al diseño de políticas públicas
integrales (…), es importante conocer una serie de datos clave, como las características
de las víctimas y los agresores, su relación, los contextos en que se desarrollaron estos
delitos, el medio utilizado para causar la muerte y si la víctima había presentado
alguna queja previa contra el agresor, entre otros”. 

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