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La danza como muerte iniciática

Si las pinturas rupestres fijan la separación del ser humano del mundo, su nacimiento como
individuo, y a la vez, su muerte a la unidad; la danza puede concebirse como la
prefiguración de este suceso mediante el trazado fugaz que dispone sobre la tierra. Se toma
consciencia de un límite corporal a través de la invocación de un otro: ya sea este una
divinidad o un antepasado. Pero se danza para recordarlo, para hacer memoria de un tiempo
originario o en todo caso de otro tiempo que ya no está, y con ello se hace patente un orden
temporal inseparable de la muerte. Muerte del pasado, pero también muerte que se vaticina
del presente.
Y sin embargo este recorrido danzado promete igualmente el encuentro con ese otro. Es
decir, marca a la par la condición de distancia y la posibilidad de una reunión. Como el
anverso y el reverso de una moneda, cuyos lados se relacionan en la medida que se
diferencian, así también para dar vida al muerto el danzante debe morir simbólicamente.
Esto se observa de forma más clara en danzas de posesión como la de los haitianos vudúes
que son ‘montados’ por la divinidad (Deren 7:40-8:30). Pero se da simbólicamente en toda
danza que busca recordar, que busca volver (re) a pasar por el corazón (cordis). No se
puede pasar por un lugar que ya está ocupado y por eso decía el Tao Te Ching “Modelando
el barro se hacen los recipientes, y es su espacio vacío lo que los hace útiles” (35) o Jesús
“Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo” (Mateo 16.24).
La danza dispone la memoria, en la medida que implica el tiempo de un recorrido o el
recorrido de un tiempo en el que el ‘yo’ se deshace a través del movimiento. Un
movimiento que evoca el hacer y deshacer de un camino variable pero continuo, ejecutado
tanto por vivos como por muertos. De ahí el uso de la danza para ritos de muerte y
renovación. Ejemplos de ello se observan ya en la antigua Grecia con las danzas que rinden
culto a Dionisio, Dios de la fertilidad, a través del éxtasis del baile y la embriaguez del vino
(Redondo, 56). Así también las danzas llamada ‘Geranos’ en las que se circula tomado de
un hilo en torno a un altar con cuernos, primero hacia dentro (la muerte) y después hacia
afuera (la vida) en alusión al mito de Teseo y el minotauro (Kerényi 80). Otro ejemplo más
reciente, que además implica también al laberinto, se encuentra en las catedrales góticas
medievales, donde se recorrían estas figuras dibujadas en el piso que simbolizaban
simultáneamente el camino de Cristo al Gólgota y el del fiel a la Jerusalén Celeste
(Santarcangeli 229-231). Hoy en día, estos rituales parecen tener su supervivencias por un
lado en los viacrucis cristianos de semana santa y por otro en una de las ceremonias vudúes
donde tras perseguir un toro, se sacrifica y se danza (Deren 36:20-37:05).
Adicionalmente, todos estos ejemplos ponen en evidencia el sacrificio como aspecto
fundamental del rito, que se encuentra presente en la danza mediante el desgaste físico del
cuerpo. Este sacrificio implica una noción de muerte, que, no obstante, es necesaria para el
contacto con los antepasados y Dioses, fuente de la que se emana y en la que se restituye la
plenitud de la materia y el espíritu. El beneficio se recibe al retornar a la unidad primigenia
mediante la replicación del acto divino que se da a sí mismo. De ahí que entre los vudú la
celebración ocurra en torno al Poto mitan (Deren 02:32-03:05), símbolo del axis mundi,
centro del mundo y de la comunicación entre divinos y mortales. En este contexto también
las palabras del Rig Veda “We [the sacrificers here and now] must do what was done [by
the gods] at the beginning” (ctd. en: Coomaraswamy 359) respecto al sacrificio del fuego,
que se vuelve aquí el danzante mismo, y busca purificar el interior de quien lo contempla
(359). En este mismo sentido la realización de danzas Chan del budismo tibetano, que se
llevaban a cabo en las ceremonias donde Buda explicaba los principios del dharma y
realizaba ofrendas a los Dioses (Gyaltsen 159).
Finalmente, la danza asemeja a la divinidad mediante la imitación de su actividad en el
sostenimiento del universo que se lleva a cabo de forma impersonal. Esto se puede ver en la
representación hindú de Shiva Nataraja, bailando la danza de la creación, preservación,
destrucción, ilusión y salvación (Unmai Vilakkam, verso 36) o en la de Vajrayogini en el
budismo, ambas deidades danzando para liberar la humanidad de los pecados y apegos
(verso 32) (Shaw, 358). También se puede ver en el rito sufí del Sama, que se practica
como acto de recuerdo de Dios (dhikr), donde un maestro junto con nueve derviches
representantes de los planetas, replican el movimiento celeste buscando trascender su
individualidad para ir al encuentro del Amado (Bárcena 102). Algo semejante se encuentra
en el Bugang taoísta, una especie de danza o recorrido usado en diversos rituales, que sigue
los patrones cósmicos y se asocia tanto con el establecimiento de orden como con el
ascenso a los cielos (Andersen 237-240).
Así pues, la danza se muestra en todo su esplendor como un rito transcultural de iniciación,
donde más allá de recordar la muerte, se accede a ella mediante el deshacimiento de sí
mismo, que permite renacer en el contacto con lo divino. No se trata entonces del recuerdo
de otros, sino de sí mismo, en un ritmo que, si bien invoca todo el espectro temporal y
espacial, no abruma al danzante, sino que lo invita a aceptar su puesto, siendo uno con el
universo.

Obras citadas
Andersen, Paul. “Bugang”. The encyclopedia of Taoism, editado por Fabrizio Pregadio,
Routledge, 2008, pp. 237-238. Pdf.
Bárcena, Jalil. “Danzar con el cosmos. El sama de Maulaná Rumí y los derviches
giróvagos”. Danza de oriente y danza de occidente, editado por Jacinto Choza y
Jesús de Garay, Themata, 2006, pp. 95-118. Pdf.
La Biblia, Reina Valera Contemporánea, Sociedades bíblicas unidas, 2009.
Coomaraswamy, Ananda K. “Atmayajna: Self-Sacrifice” Harvard Journal of Asiatic
Studies vol. 6, no. ¾ , 1942, pp. 358-398. https://doi.org/10.2307/2717982 Pdf.
Deren, Maya, dir. Divine horsemen: The living Gods of Haiti. 1985.
https://youtu.be/4cusCpzg6tY Recuperado el 18 de Noviembre de 2020.
Gyaltsen, Khenpo. A lamp illuminating the path to liberation: An explaniation of Essential
topics for Dharma students, traducido por Lhasey Lotsawa.
https://lhaseylotsawa.org/assets/texts/A_Lamp_Illuminating_the_Path_to_Liberatio
n.pdf Recuperado el 18 de noviembre de 2020.
Kerényi, Karl. En el laberinto. Ed. Corrrado Bologna y Trad. Brigitte Kiemann y María
Condor. Madrid: Ediciones Siruela S.A., 2006. Pdf.
Lao Tse, Tao Te Ching. Librodot.
https://marisabelcontreras.files.wordpress.com/2014/01/tao-te-ching.pdf
Recuperado el 18 de noviembre de 2020.
Nallasami Pillai, J.M. Unmai Vilakkam.
https://shaivam.org/scripture/English-Articles/1325/light-of-truth-unmai-vilakkam-
nallasami-pillai Recuperado el 18 de noviembre de 2020.
Redondo, Pedro. “La Danza en Grecia: ethos, ritmo y mímesis”. Danza de oriente y danza
de occidente, editado por Jacinto Choza y Jesús de Garay, Themata, 2006, pp. 55-
70. Pdf.
Santarcangeli, Paolo. El libro de los laberintos: historia de un mito y un símbolo, Siruela,
2002. Pdf.
Shaw, Miranda. Buddhist Goddesses of India. Princeton: Princeton University Press, 2006.
https://archive.org/details/buddhistgoddesse00shaw/mode/2up Recuperado el 18 de
noviembre de 2020.

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