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Pontificia Universidad Javeriana

Literatura y Materiales de la música V


15 de octubre 2021
Gabriela Villamil

“Lo sagrado en la modernidad: una revisión del mensaje de Jorge Drexler”

“El Mito del Eterno Retorno” es un libro filosófico escrito por Mircea Eliade en 1949 que
habla sobre la cosmogonía de los hombres arcaicos. El libro expone la idea de la regeneración
del tiempo a través de lo que se denomina “rituales” o “eventos míticos”. Estos eventos se dan a
través de arquetipos que han sido realizados originalmente por dioses, antepasados o héroes
durante el tiempo mítico anterior a todo tiempo “in illo tempore”. Así, el uso de los arquetipos
durante los rituales hace que el tiempo se regenere, ya que, para el hombre arcaico, no son una
simple repetición de un hecho, sino el propio evento mítico que está sucediendo nuevamente. De
esta forma, al realizar el ritual, se anula el tiempo profano y lineal y se vuelve al tiempo mítico
sagrado “in illo tempore” (en aquellos tiempos). Esto es necesario porque, según Eliade, para el
hombre tradicional el tiempo no es real o no tiene valor a menos de que sea sagrado, por tanto, es
necesario hacer estos rituales para regenerar el tiempo real. De esta forma, el hombre arcaico es
capaz de soportar el sufrimiento personal e histórico (hambrunas, sequías, invasiones, pérdidas
personales, etc.) al encontrar consuelo en el eterno retorno: todo tiempo de sufrimiento significa
necesariamente el regreso del tiempo sagrado y perfecto.

Por otro lado, Eliade expone un contraste entre el pensamiento arcaico y el moderno. Para
Eliade, el hombre moderno no es capaz de regenerar su tiempo y, por tanto, padece todo el
sufrimiento histórico y personal que existe dentro de su vida. A este concepto se le llama “terror
histórico”: la condena a sobrellevar todos los eventos dolorosos del hombre sin ninguna
escapatoria. Además de esto, el hombre moderno es también llamado “hombre histórico” ya que
éste considera a los eventos históricos como inmutables, en contraste con el hombre arcaico que
considera su historia irreal en tanto sea profana. Al considerar que cada hecho histórico
encuentra su sentido en su misma realización, el hombre moderno es condenado a soportar cada
hecho y a soportar la acumulación de éstos sin librarse del terror que puede existir dentro de
ellos.

Estas ideas se pueden conectar con las letras del compositor uruguayo Jorge Drexler,
quien describe ideas equivalentes en sus canciones. Por esta razón, en el texto presente se
pretende argumentar que Drexler, a través de su música y letras, encuentra una convivencia entre
el hombre arcaico y el hombre moderno, señalando arquetipos sagrados en el mundo moderno
según los planteamientos de Mircea Eliade en “El Mito del Eterno Retorno”. Esto sucede ya que
Drexler, en sus canciones, suele describir cómo dos posiciones aparentemente contrarias se
encuentran, no para converger, sino para convivir en armonía. Con base en esto, se buscará
cumplir el objetivo de delinear con claridad una relación entre dos canciones del cantautor y el
libro de Eliade, mostrando así una nueva perspectiva de modernidad en donde lo sagrado no
queda en el olvido.

La primera canción a analizar es “Bailar en la cueva” del álbum del mismo nombre. Aquí
se analizará el concepto de tiempo cíclico a través del arquetipo sagrado de la danza. Sobre esto,
Mircea Eliade expone “(pues toda danza fue creada in illo tempore, en la época mítica, por un
“antepasado”, un animal totémico, un dios o un héroe). Los ritmos coreográficos tienen su
modelo fuera de la vida profana del hombre; […] una danza imita siempre un acto arquetípico o
conmemora un momento mítico. En una palabra, es una repetición, y por consiguiente una
reactualización de “aquel tiempo”. (Eliade, 2001, p. 22), resaltando así la cualidad que tiene la
danza de regenerar el tiempo. Este concepto se conecta con “Bailar en la cueva” desde su inicio:
lo primero que se escucha en la canción es “la idea es eternamente nueva, cae la noche y nos
seguimos juntando a bailar en la cueva” (Drexler, 2014, 0m0s). Aquí, Drexler habla de una idea
que es eterna e infinita como el momento mítico “in illo tempore”: la danza. Asimismo, se resalta
la cualidad de repetición que ésta sostiene, “nos seguimos juntando” así como hicieron nuestros
antepasados arcaicos. Es claro que hoy en día, si bien es común reunirse a bailar, no es común
hacerlo en una cueva, sin embargo, Drexler habla de bailar en una cueva específicamente para
evocar la idea del hombre arcaico que realizaba rituales de danza dentro de las cuevas.
Esta idea es apoyada por la instrumentación de la canción, que está diseñada para evocar
la imagen de un ritual de danza. Al terminar la primera frase mencionada anteriormente,
comienza un ritmo de candombe champeta, cuyos orígenes se pueden rastrear a los encuentros de
baile de los esclavos africanos. Asimismo, más adelante comienza una melodía acompañante en
la guitara que utiliza las notas de la escala pentatónica menor en La, una de las escalas más
antiguas y tradicionales del mundo (Lucifora, Lucifora, 2017). Esto se ve a continuación:

Todos estos elementos están diseñados para evocar la cualidad primitiva de la danza, y
sumergir al oyente en un paisaje sonoro que le permite entender la primordialidad del acto. Con
esto, Drexler le adjudica a la danza un valor sagrado, no porque viene de los dioses, sino de
nuestros mismos antepasados que podemos rastrear históricamente. De esta forma, el cantautor
propone una nueva manera de entender a nuestros antepasados como un arquetipo sagrado en sí
mismos: repetir lo que ellos han hecho nos brinda el regalo de regenerar el tiempo como ellos lo
hacían. Por esta razón, hacia la mitad de la canción el cantautor recita “bailar como creencia,
como herencia, como juego” (Drexler, 2014, 1m52s), señalando así la importancia sagrada del
baile, que es herencia de nuestros antepasados.

Es importante también analizar uno de los momentos climáticos de la canción, en donde


la instrumentación se detiene para resaltar las palabras que recita Drexler “ya hacíamos música
muchísimo antes de conocer la agricultura” (Drexler, 2014, 2m7s). Aquí, el cantautor señala con
énfasis la importancia histórica que ha tenido el baile para la humanidad, exponiendo que nos ha
acompañado desde el principio, sobreviviendo a todos los cambios históricos. Con esto, se señala
el origen del arquetipo, que se remonta a nuestros antepasados primitivos, y es allí en donde
adquiere su cualidad sagrada. Si bien la danza no viene de un “in illo tempore”, sí viene de un
antepasado al cual Drexler le adjudica un valor sagrado, y participar en el acto de bailar es
regenerar esa idea eterna y volverla nueva: un ritual por excelencia.

Con base en esto, se pasará a analizar la segunda canción “Movimiento” del álbum
“Salvavidas de Hielo”. Esta canción también está diseñada para evocar una imagen de hombre
arcaico, esta vez de los pueblos migrantes que han existido desde el principio de los tiempos. La
canción comienza con un rasgueo en la guitarra y una melodía pequeña repetitiva que será la
basé de toda la canción. Estos sonidos se complementan para dibujar la escena de una tribu
migrando en el silencio abismal de la sabana, por eso las primeras palabras del cantautor son
“apenas nos pusimos en dos pies/ comenzamos a migrar por la sabana” (Drexler, 2017, 0m15s).
Esta frase de apertura será la introducción perfecta para el sentido de la canción: la raza humana
ha sido migrante desde el principio de los tiempos y el movimiento, sea de baile o de migración,
es un arquetipo sagrado. De aquí viene el ingenioso uso del plural en primera persona: “nos
pusimos” y “comenzamos”, expresiones en donde no hay distinción entre los hombres primitivos
y los modernos; los hombres arcaicos no se pusieron de pie, sino que fuimos todos como
humanidad los que comenzamos a migrar y hasta el día de hoy lo seguimos haciendo. De esta
forma, Drexler expone el valor ritualístico de estar en movimiento, ya que es una acción que,
como vimos en el anterior ejemplo, viene de nuestros antepasados a quienes Drexler adjudica un
valor sagrado.

Por esta razón, el coro declama “estamos vivos porque estamos en movimiento” (Drexler,
2018, 1m5s), frase que delinea la importancia del arquetipo sagrado de las migraciones y el
movimiento. Como se dijo anteriormente, Eliade plantea que el hombre arcaico solo es capaz de
reconocerse como real en la medida en que repite arquetipos sagrados, por lo tanto, para Drexler,
solo somos reales y estamos vivos en la medida en que repetimos la acción sagrada de nuestros
antepasados de estar en movimiento. Con esta misma idea se da el cierre de la canción, en donde
la música se detiene para darle protagonismo a las palabras de Drexler “lo mismo con las
canciones, los pájaros, los alfabetos/ si quieres que algo se muera déjalo quieto” (Drexler, 2018,
3m41s), resaltando así la importancia de encontrar sentido, realidad y vitalidad en el concepto
sagrado del movimiento.
Sin embargo, Drexler hace este ejercicio de acercamiento entre mundo arcaico y mundo
moderno sin realizar la acción esencial, según Eliade, de abolir la historia. Por tal motivo, hacia
la segunda mitad de la canción el acompañamiento se queda estático mientras que Drexler recita
“cargamos con nuestras guerras, nuestras canciones de cuna/ nuestro rumbo hecho de versos, de
migraciones, de hambrunas” (Drexler, 2018, 2m5s) mostrado así que el ritual arcaico de estar en
movimiento no es capaz de abolir el tiempo, sino que el hombre está condenado a cargar con el
terror de su historia. Esto entra en contraste y complemento con la frase siguiente: “y así ha sido
desde siempre, desde el infinito/ fuimos la gota de agua viajando en el meteorito” (Drexler, 2018,
2m11s), ya que esta frase logra proponer una visión conjunta de los dos tipos de hombre
propuestos por Eliade. Por un lado, el hombre moderno debe cargar con el peso de la historia,
pero por otro, también halla consuelo en su capacidad de volver al tiempo sagrado e infinito a
través de rituales. Los dos conceptos que parecen ser antagónicos conviven juntos en armonía.
Esto sucede en parte ya que, según Drexler, el arquetipo sagrado del movimiento no viene de
dioses, sino de hombres arcaicos que se encuentran dentro de la historia. Por lo tanto, el ejercicio
histórico, así condene al hombre moderno a cargar con hechos trágicos, también le permite
explorar a sus antepasados arcaicos y repetir sus rituales.

En breve, es posible encontrar una clara relación entre los planteamientos de Mircea Eliade en
“El Mito del Eterno Retorno” y las canciones de Jorge Drexler. Además de esto, es posible
entender una nueva interpretación del cantautor con respecto al hombre arcaico y al hombre
moderno. Esto sucede ya que Drexler es capaz de encontrar elementos sagrados y ritualísticos
dentro de la vida del hombre moderno, adjudicándole a éste la capacidad de regenerar el tiempo.
Sin embargo, esta cualidad sagrada no viene del tiempo mítico “in illo tempore” y tampoco viene
de los dioses, sino de los mismos antepasados históricos de la humanidad, a los cuales Drexler
confiere un valor sagrado. Por tanto, el ejercicio de participar en un ritual, si bien es capaz de
revivir el tiempo sagrado, no es capaz de abolir la historia; ambos conceptos antagónicos
conviven en armonía. Asimismo, Drexler señala la importancia de la humanidad de hacer parte
del ejercicio histórico y reconocerse a través de sus antepasados: el hecho de encontrar elementos
que se remontan al principio de la humanidad, que hoy en día se siguen repitiendo, le permite al
hombre reconocerse a sí mismo como sagrado y real. Por tanto, para Drexler, el ejercicio
histórico, por terrorífico que sea, no es un acto que va en contra del tiempo sagrado, sino que lo
alimenta, ya que a través de éste es posible encontrar y registrar arquetipos de nuestros
antepasados y reconocerlos como sagrados.

Bibliografía:

Eliade, M (2001) “El mito del eterno retorno”. Buenos Aires: Emecé

Drexler, J (2014) “Bailar en la Cueva” [canción]. En Bailar en la Cueva. Warner

Drexler, J (2018) “Movimiento” [canción]. En Bailar en la Cueva. Warner

Lucifora, M.C, Lucifora M.I (2017) “Aproximaciones semióticas al álbum Bailar en la cueva de
Jorge Drexler”. AdVersuS, 32, 76-101.
http://www.adversus.org/indice/nro-32/articulos/XIV3204.pdf

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