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1PRÓLOGO

La idea básica de este libro es la de describir en términos sencillos el desarrollo de algunas áreas
del conocimiento sobre los microorganismos. No ha sido mi intención abarcar todos los aspectos
que un tema como éste presenta, sino sólo aquellos que, en mi opinión, interesan a un lector
ajeno a la microbiología y, en general, a la ciencia. He tratado que su lectura sea amena y fluida
por eso evité entrar en detalles sólo interesantes para un especialista.

Es innegable que la vida en nuestro planeta está sustentada en un frágil equilibrio ecológico. La
materia que da origen a todas las formas de vida es utilizada a través de complicadas cadenas
alimenticias. Dentro de este panorama tienen un papel muy importante los microbios,
pequeñísimos seres que poseen las más diversas capacidades adaptativas y que ejercen una
influencia determinante en el mantenimiento del equilibrio ecológico.

Así pues, este libro empieza describiendo cómo la humanidad se dio cuenta de la existencia de los
microorganismos, lo que le permitió explicar la causa de algunas enfermedades, hasta el grado en
que se creó una ciencia encargada de su estudio. Estos pequeños organismos han facilitado el
desarrollo del conocimiento sobre los aspectos bioquímicos de la vida. Veremos en las páginas
siguientes cómo los microorganismos se adaptaron a diversos ambientes, tan extremos algunos
que semejan, quizá, las condiciones que prevalecían en nuestro planeta hace millones de años; y
cómo han constituido una ayuda invaluable en el estudio de los orígenes de la vida en nuestro
planeta.

Gran parte de los microorganismos no es nociva para el hombre, al contrario, es prometedora


para la industria en el campo de la obtención de diversas sustancias y en la conservación del
medio ambiente, mediante el control de la contaminación de la tierra y las aguas.

La curiosidad científica, que aparentemente no conduce a nada, ha sido sin duda la que ha
permitido al género humano poseer el conocimiento actual sobre la naturaleza. Este
conocimiento, generado por el quehacer de la ciencia, ha permitido obtener resultados que han
modificado la historia y el curso de la humanidad.

Ciudad Universitaria,

México D. F., mayo de 1987

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I . L O S P R I N C I P I O S D E L A
M I C R O B I O L O G Í A

EL MUNDO de los microbios o microorganismos es quizá tan vasto


como el Universo y, para dar un pequeño ejemplo, un puñado de tierra
contiene tantos microorganismos como seres humanos el planeta
entero. Esto representó un gran obstáculo para su estudio, ya que
existía la dificultad de tener que separar un microorganismo de los
demás. Y, de cualquier forma, si se lograra separar dicho
microorganismo, ¿cómo se mantendría aislado de sus similares? La
labor y el esfuerzo combinados de muchos hombres y mujeres de
ciencia, a lo largo de unos 200 años de historia, dio como resultado el
surgimiento de la microbiología, la ciencia que estudia estos pequeños
seres de la naturaleza. Los métodos mediante los cuales ha sido
posible separar a los microorganismos de sus alrededores, pueden ser
descritos en orden de aparición, ya que los problemas que surgen
durante el desarrollo de una ciencia experimental sólo pueden ser
comprendidos a la luz del conocimiento que prevalecía en su tiempo.

I.1 LAS PRIMERAS IDEAS

La teoría de la generación espontanea. La creencia de que existían


seres tan pequeños que eran invisibles se remonta a tiempos tan
lejanos como antes de la Era Cristiana. Doscientos años antes de ella,
Varro ya proponía la posibilidad del contagio de ciertas enfermedades
debido a criaturas invisibles suspendidas en el aire, y esta idea ya era
compartida por los antiguos médicos latinos y árabes.

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Figura 1. Foto de una bacteria, la Escherichia coli

Lucrecio fue conocido por su punto de vista peculiar sobre la materia,


ya que pensaba que las cosas surgían de una especie de átomo o
semilla. En su obra De Rerum Natura (75 a. C.) sugiere que las plagas
eran causadas por una especie de átomo. Y en el libro VI dice: "Así
como hay semillas benéficas para nuestra vida, seguramente existen
otras que causan enfermedad y muerte," Este punto de vista puede ser
considerado como un claro ejemplo de que se intuía ya que la
naturaleza de la infección era microbiana. Sin embargo, estas semillas
no se consideraban como organismos vivientes.

Por otra parte, prevalecía la idea de que las cosas emergían de


semillas y que sólo la combinación de varias de ellas podría dar origen
a un organismo completo. Así pues, existía la duda sobre el origen de
la primera semilla. De alguna forma esta primera semilla se había
generado espontáneamente, es decir que podían aparecer organismos
vivientes a partir de materia no viviente. A esta corriente de
pensamiento se le conoció como la teoría de la generación espontánea
y persistió por más de 1 500 años.

El contagio de las enfermedades. La epidemiología es la rama de la


medicina que estudia la propagación de las enfermedades y se inició
mucho antes de que se aplicara el término "enfermedad contagiosa"
por los aún desconocidos agentes causantes de las infecciones.

En la Antigüedad, los hebreos consideraban a las enfermedades


infecciosas como un castigo proveniente del Señor. Sin embargo, los
escritos bíblicos ya indicaban que las personas con lepra debían ser
aisladas y los artículos y materiales que se utilizaban durante su
enfermedad, enterrados o quemados.

Más tarde, Lucrecio y Boccaccio reconocieron la naturaleza contagiosa


de estos brotes epidémicos y, por fin, en 1546, Fracastorius de Verona
presentó su obra titulada De Contagione. Este libro fundó la ciencia de
la epidemiología propiamente dicha. Después de estudiar
cuidadosamente la epidemiología de varias enfermedades, incluyendo
la plaga y la sífilis, Fracastorius concluyó que la transmisión se
producía de persona a persona, directamente o bien por medio de
objetos de uso común. Más tarde otros, y él mismo, mezclaban las
teorías racionales con otras ideas basadas en la superstición. Por
ejemplo, pensaban que las plagas o epidemias eran gobernadas por
fuerzas sobrenaturales. Como resultado de esta confusión, casi un
siglo después médicos prominentes como William Harvey no tomaban
en serio las ideas de Fracastorius y se adhirieron a las ideas de
Hipócrates y Galeno que consideraban que las epidemias o vapores
venenosos eran generados por conjunciones planetarias o por
alteraciones en la propia Tierra. El panorama era aún más complicado
si se toma en cuenta que las enfermedades pueden ser transmitidas de

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distintas maneras, como puede ser por el agua, la comida o los


insectos y que en muchas ocasiones estas formas de transmisión no
son tan obvias.

Las ideas de Lucrecio sobre la naturaleza de la materia fueron


resucitadas por Giordano Bruno,al final del siglo XVI, e influenciaron
profundamente a Robert Boyle. Sin embargo, el simple razonamiento
sobre la existencia de los microbios no constituyó la prueba de su
verdadera existencia. Ésta sólo pudo ser demostrada gracias al
descubrimiento de una lente de aumento.

I.2 LAS PRIMERAS OBSERVACIONES

El microscopio abrió las puertas de otro universo. El holandés Antonie


van Leeuwenhoek (1632-1723) fabricó la primera lente lo
suficientemente poderosa como para observar a los organismos
unicelulares. Utilizó una lente convexa y colocó al objeto dentro de la
distancia focal (Figura 2). Este arreglo produce una imagen virtual o
aparente muy amplificada; con este rudimentario pero ingenioso
microscopio logró observar muchos "pequeños animalillos". Éstos
incluían protozoarios, tanto de vida libre como parásitos de las vísceras
de algunos animales; también logró observar hongos filamentosos y
corpúsculos globulares que ahora conocemos como levaduras. Hizo
importantes observaciones sobre la estructura de las plantas y
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descubrió los espermatozoides de algunos animales. Fue hasta 1676
que pudo observar organismos aún más pequeños, como las bacterias.

Figura 2. Diagrama del microscopio utilizado por Leewenhoeck. El objeto "O"


se coloca dentro de la distancia focal "F" y esto da por resultado una imagen
virtual "T" muy amplificada.

Por otra parte, el microscopio compuesto, capaz de ampliar la imagen


con mayor eficiencia y más conveniente para su uso, fue inventado en
1590 por Zacharías Jensen y usado en 1630 por F. Stellerti para

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estudiar la miel de abeja y los escarabajos. Sin embargo, todos los


modelos producidos hasta antes de 1800 no poseían la resolución y la
calidad de los microscopios de un solo lente.

Las observaciones de Leeuwenhoek llamaron mucho la atención, pero


eso fue todo. Nadie en esta época trató de repetir o extender sus
observaciones, ya que la alta calidad de sus lentes y su gran agudeza
visual fueron factores determinantes para desalentar a cualquier
competidor. A esto se debió el gran retraso que sufrió el desarrollo de
microscopios más potentes.5

I.3 LA CONTROVERSIA DE LA GENERACIÓN ESPONTÁNEA

¿La vida proviene de la vida o existe la fuerza vital? La comprensión


verdadera de la importancia de los microorganismos en el mundo
comenzó como resultado de la controversia sobre la generación de
materia viviente a partir de la materia muerta.

En un principio existían dos escuelas bien definidas de pensamiento:


aquélla que tomando a Lucrecio al pie de la letra apoyaba la idea de
que se podrían generar animales a partir de materia muerta gracias a
la existencia de una "fuerza vital" (generación espontánea) y la que
decía que la vida sólo se genera a partir de vida (en latín omne vivum
ex vivo).

Los antiguos que creían en la generación espontánea daban recetas


para preparar "ratones" a partir de comida en putrefacción. Opuestas a
este punto de vista eran las ideas de Redi, quien en 1668 mostró que
la aparente generación espontánea de larvas en la carne provenía de
la visita de las moscas que ponían huevecillos sobre ella. Sin embargo,
Needham, otro investigador, hirvió extracto de carne en un frasco, lo
tapó y encontró que después de algunos días aparecían criaturas que
se movían. Esto, aunado a la idea de que los organismos vivientes
morían al ser hervidos, llevó a pensar que dichos organismos eran
realmente producto de la generación espontánea.

Más tarde, Spallanzani llevó a cabo experimentos más cuidadosos con


los que demostró que los organismos grandes eran destruidos al ser
hervidos durante 30 segundos, pero los microorganismos sobrevivían y
se desarrollaban aunque los frascos estuvieran herméticamente
cerrados. Después de muchos ensayos, encontró que si hervía los
frascos parcialmente cerrados durante 45 minutos, el contenido se
mantenía sin contaminarse casi indefinidamente, y sólo si se permitía
la entrada de aire, el contenido entraba en putrefacción rápidamente.
Estos resultados llevaron a pensar que, al hervir el contenido, el aire
del frasco se hacía inadecuado para la existencia de vida en su interior
y esto era interpretado como la ausencia de la "fuerza vital".

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Un cocinero francés, llamado Francois Appert, a principios del siglo XIX


desarrolló el arte de preservar comida en frascos sellados: lo lograba
hirviendo el contenido dentro del frasco y cerrándolo sin permitir la
entrada de aire fresco. Observó que así el contenido se mantenía libre
de microorganismos por tiempo indefinido. Este hallazgo lo llevó no
solamente a fundar una importante industria, la de las conservas, sino
a ser inmensamente rico.

La objeción a los experimentos de Spallanzani de que al hervir el


contenido de los frascos se terminaba con la "fuerza vital" fue
descartada por un experimento de Schultze en 1836. Éste consistió en
que el recipiente que contenía extracto de carne fue conectado a otros
dos recipientes, uno de los cuales contenía ácido sulfúrico y el otro
potasa; a través de éstos se hizo pasar lentamente aire fresco todos
los días durante tres meses y el extracto de carne no se contaminó. La
clave del éxito de este experimento se debió a que las conexiones con
ambos recipientes se hicieron inmediatamente después de hervir el
extracto de carne, lo cual evitó la contaminación del extracto.

Theodor Schwann, en 1837, llevó a cabo un experimento similar, pero


la diferencia consistió en que el aire fresco se hacía pasar por un
recipiente que contenía un metal fundido en ebullición y de esta forma
cualquier materia orgánica se mantenía estéril en el interior. Sin
embargo, cuando se dejaba pasar aire fresco sin entrar en contacto
con el metal fundido, el contenido se contaminaba invariablemente,
con bacterias para el caso del extracto de carne y con levaduras para
una solución con azúcar. La interpretación que dio Schwann a sus
resultados fue la siguiente: "Los microorganismos que deben estar
presentes en el aire son destruidos al hacer pasar el aire por un líquido
incandescente. Por lo tanto, la putrefacción sin duda se debe al hecho
de que estos gérmenes, al nutrirse y desarrollarse a costa de esta
sustancia, la descomponen y sobreviene la putrefacción."

Más tarde, la técnica de estos experimentos fue simplificada y en 1853


Schroeder y Von Dush descubrieron que, después de hervir el
recipiente, bastaba con cerrar el extremo abierto con un tapón de
algodón. De esta manera, el aire que entraba a través del algodón se
filtraba al pasar por los múltiples y tortuosos caminos dentro del
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mismo. Estos experimentos abrieron el camino sobre el cual se
basaron los métodos para cultivar bacterias. Dos postulados
importantes se derivan de estos resultados: el primero consiste en
hacer un medio de cultivo adecuado que esté libre de microorganismos
y esto se logra hirviéndolo; el segundo consiste en mantener el medio
estéril por largo tiempo y esto se logra evitando la entrada de los
microorganismos que están suspendidos en el aire.

A pesar de estos avances, los resultados de Spallanzani, Schultze y


Schwann no fueron aceptados por la mayoría del público científico de
la época. Hoy en día sabemos que muchos microorganismos resisten

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temperaturas hasta de l00°C durante varias horas. Esto ayudó a los


que pensaban que la generación espontánea era un hecho, ya que un
solo experimento fallido era utilizado como evidencia para la existencia
de esta teoría. Koch, más tarde, llevó a cabo estudios sobre el bacilo
del ántrax y encontró que las esporas de algunas bacterias eran
altamente resistentes al calor y que sólo se destruían a l20°C o más, y
eso al cabo de 20 minutos.

Pasteur fue quien desechó la teoría de la generación espontánea. Fue


el genio de Louis Pasteur (1822-1895) quien finalmente persuadió al
pensamiento científico sobre lo verdadero de la generalización tan
claramente formulada por Schwann en 1837. Pasteur se valió de una
combinación de habilidad científica, persuasión y un sentido muy
particular del drama. Su experimento consistió básicamente en hervir
infusiones en un aparato tal que, cuando el contenido se enfriaba, el
aire que entraba era calentado y luego vuelto a enfriar al pasar por
una camisa enfriada con agua. Bajo estas condiciones la infusión se
conservaba libre de contaminación. La figura 3 ilustra el aparato tal
como fue diseñado por Pasteur. Sin embargo, el experimento más
sorprendente fue aquel en el que Pasteur mostró cómo un medio
nutritivo permanecía estéril aun cuando estuviera comunicado con el
exterior. Para esto diseñó unos frascos especiales (Figura 4) en los
que, como se puede ver, se permite la entrada de aire, pero no se
contaminan porque en el primer doblez del cuello se retienen los
posibles microbios contaminantes. Estos frascos se encuentran hoy en
día tal y como los dejó este notable hombre de ciencia.

Figura 3. Experimento diseñado por Pasteur para demostrar que si el aire que
entra al recipiente cuyo contenido hirvió es previamente calentado, el

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contenido no se contamina. El aire caliente se enfría con un trapo mojado


antes de que éste llegue al caldo nutritivo.

Pasteur confirmó también los experimentos de Schroeder y Von Dusch,


quienes hirvieron una infusión de carne y cerraron los frascos con
tapones de algodón. Este experimento lo amplió Pasteur utilizando
tapones de nitrato de celulosa en lugar de algodón, para después
disolver el tapón en alcohol, de tal forma que los gérmenes atrapados
en el tapón fueran liberados; después examinó el contenido del tapón
bajo el microscopio y observó partículas globulares que semejaban
esporas de hongos y bacterias.

A pesar del éxito de los experimentos de Pasteur no siempre se


lograba reproducirlos, y esto se debía principalmente a la resistencia
de ciertas esporas o microbios a las altas temperaturas. Sin embargo,
tal dificultad no pudo opacar el concepto general que Pasteur logró
aclarar.

Figura 4. Botellas de cuello de ganso que Pasteur dejó como prueba de que la
putrefacción proviene del crecimiento de microorganismos y no de la
generación espontánea.8

El físico Tindall estaba interesado en los fenómenos de la dispersión de


la luz en el agua y en el aire (fenómeno que ahora se conoce como
efecto Tindall) y sus observaciones se apoyaron en los experimentos
de Pasteur. Tindall encontró que un rayo de luz puede observarse
mejor cuando el humo de un cigarrillo pasa a través de él. Lo mismo
ocurre en un cámara en cuyo interior hay aire normal. Al pasar un rayo
de luz se observarán pequeñas partículas que flotan y que, él pensó,
podían ser atribuidas a la presencia de los microorganismos
responsables del fenómeno de putrefacción. Tindall mostró que el aire
normal contenido en una cámara hermética presenta una serie de
partículas diminutas que se hacen aparentes al incidir un rayo de luz
en la cámara. Sin embargo, después de algunas semanas las partículas

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se depositan en el fondo y el rayo de luz ya no es dispersado. A esto


Tindall lo9 llamó cámara ópticamente vacía.

En 1869 este físico inglés demostró que al llenarse una cámara con
aire que se forzaba a pasar a través de un algodón, se lograba obtener
aire ópticamente vacío. La relación de sus experimentos con los de
Schwann y Pasteur fue obvia para él: las pequeñas partículas no eran
otra cosa que microorganismos. Demostró que el aire ópticamente
vacío no iniciaba el proceso de putrefacción. En 1876 diseñó una
cámara (Figura 5) que permitía observar tanto la presencia de
partículas contenidas en el aire como la putrefacción de cualquier
sustancia depositada en el interior de la cámara. Esta cámara tenía
además una entrada para depositar la muestra (B) y una ventilación
que servía también para equilibrar las presiones (A) y consistía en un
tubo con varios dobleces. Para determinar la presencia de partículas en
el aire, el rayo de luz (E) se hacía pasar como se muestra en la figura.

El 10 de septiembre de 1875 se cerró la caja de Tindall y, al pasar el


rayo de luz, éste se hizo aparente por la presencia de las partículas
suspendidas en el aire. Para el 13 de septiembre, el aire en su interior
estaba ópticamente vacío. El experimento se llevó a cabo utilizando un
caldo de cultivo que fue depositado en los tubos de ensayo del interior.
El caldo hirvió durante 5 minutos al ser sumergidos los tubos en un
baño hirviente de salmuera. Por otra parte, otros tubos que también
fueron hervidos se dejaron fuera de dicha caja. Para el cuarto día, los
tubos que quedaron fuera de la caja estaban ya turbios mientras que
los que estaban en su interior se mantuvieron trasparentes durante 4
meses. Al abrir la caja el contenido de los tubos se volvió turbio en 4
días. Estos experimentos se repitieron en varias ocasiones con otro
tipo de infusiones siempre con el mismo resultado y éxito. La
inferencia era clara, el aire ordinario contiene normalmente cantidades
variables de microbios y son a éstos precisamente a los que se debe la
mal llamada "generación espontánea".

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Figura 5. Cámara de Tindall.

La fermentación debe estar asociada a un microbio. A pesar de que


Pasteur logró demostrar que la contaminación de un caldo de cultivo
se debe a la presencia de microorganismos, seguía siendo importante
saber cómo ocurrían los procesos de putrefacción de la materia. Así fue
como otra serie casi innumerable de sucesos ocurrieron y permitieron
descartar definitivamente las ideas sobre la generación espontánea. En
estudios posteriores sobre la fermentación butírica y la producción de
vinagre, Pasteur encontró que estos procesos se debían al desarrollo
de microorganismos específicos como son el Vibrion butiricum y
el Mycoderma aceti.

A pesar de esto, Liebig consideraba que la putrefacción y la


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fermentación eran producidas por "fermentos" (del
latín fermentum, que viene de fervere hervir y se refiere a la evolución
del gas) que, según él, consistían de materia orgánica en
descomposición. Se consideraban fermentos, por ejemplo, las
partículas de queso viejo que al mezclarse con un poco de leche
hervida hacían que ésta se acidificara rápidamente y, según Liebig, tal
reacción se debía a la existencia de fermentos. La existencia de
levaduras, que para Pasteur explicaba la fermentación, para Liebig sólo
significaba que estos microorganismos, al morir, se descomponían y,
por lo tanto, actuaban también como fermento. Sin embargo, Pasteur
finalmente demostró que las levaduras originan el proceso de
fermentación mientras crecen. En resumen, Pasteur aclaró los
conceptos sobre la fermentación y definió que ésta es el producto de
una reacción que lleva a cabo un microorganismo y que cada
microorganismo tiene su propio tipo característico de fermentación.
Las levaduras producen alcohol, las bacterias lácticas ácido láctico, el
vibrión butírico ácido butírico, etcétera.

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Otro investigador de la época, Gay-L11ussac, proponía que la


fermentación era el resultado de una serie de reacciones químicas. Sin
embargo, sus resultados eran poco refinados como para que se
sostuvieran ante las evidencias de Pasteur. Edward Buchner, más
adelante, logró demostrar en forma accidental que la fermentación
ocurría en un extracto de levaduras, y comenzó a pensar en la
fermentación como una cadena de reacciones químicas que podían
ocurrir aun en ausencia del microorganismo.

I.4 CÓMO SON LAS BACTERIAS

Es importante recordar que las bacterias no poseen todas las


estructuras que contienen en su interior las células de los organismos
que aquí llamaremos superiores y éstas pueden ser desde las
levaduras hasta las células de cualquier animal. La figura 6 muestra
estas diferencias estructurales.

Las células bacterianas presentan dos características principales. La


primera es que no tienen un núcleo que contenga al ácido
desoxirribonucleico (ADN), el cual es el material genético, sino que
éste se encuentra libre en su interior (citoplasma). El tamaño de esta
molécula de ADN es varios cientos de veces más grande que la bacteria
misma y contiene toda la información hereditaria necesaria para
asegurar la superviviencia de la pequeña célula. La segunda es que el
citoplasma contiene, además, moléculas de ARN, llamadas ribosomas,
cuya función es la de ensamblar proteínas que tendrán, a su vez,
diversas funciones. Estos ribosomas son más pequeños que los de las
células de los animales superiores.

Las bacterias tienen también envolturas celulares diferentes a las de


las células de los animales superiores. Todas presentan una pared
formada de un componente químico específico llamado peptidoglicano,
que es el responsable de dar a la célula una envoltura resistente. La
presencia de la llamada pared celular ha permitido catalogar a las
bacterias en gram positivas y gram negativas. Las bacterias que se
tiñen con un colorante violeta son las positivas para la tinción de gram
y no tienen pared celular. Otras no se tiñen con el colorante y se les
conoce como gram negativas.

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Figura 6. Diferencias estructurales entre la células superiores y las bacteias.

Las bacterias pueden tener organelos que les permitan moverse. Los
más comunes son los flagelos, que se proyectan de su superficie en
uno de los extremos de la célula.

Las bacterias pueden ser de muchas formas: esféricas, en forma de


bastón y hasta ramificadas. En general, su tamaño es muy inferior al
de una célula de un organismo superior y su multiplicación es por
división asexual. Durante su ciclo reproductivo se forma una pared
divisoria después de que su cromosoma, formado de ADN que contiene
la información genética, se ha duplicado. De esta forma las dos
porciones de la célula se separan, conteniendo cada una de las nuevas
células su propio cromosoma (Figura 7).

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Algunas bacterias tienen estructuras conocidas como endosporas, las


cuales pueden resistir el paso del tiempo y aun agresiones tales como
altas temperaturas y productos químicos tóxicos que acaban
normalmente con una bacteria. Estas esporas permanecen en estado
latente y, bajo condiciones adecuadas, pueden dar lugar a una nueva
bacteria.

Las bacterias están íntimamente ligadas a la existencia de la vida


sobre la Tierra. Son causantes de muchas enfermedades, pero también
en muchos casos son las responsables de la continuidad de la vida.

Los microbios y las enfermedades. Sin duda una de las cargas que más
ha pesado sobre la humanidad ha sido las enfermedades causadas por
los microorganismos. No solamente eran la causa más frecuente de
muerte sino, además, de las enfermedades que atacaban a los
menores de edad. No en pocas ocasiones a causa de la naturaleza
epidémica de las infecciones, ejércitos y naciones enteras fueron
exterminados. Una de las grandes hazañas de las ciencias médicas y
biológicas ha sido el descubrimiento de la causa y el control de estas
epidemias devastadoras. Hoy en día es fácil dar por hecho estos logros
tan importantes y preocuparse por los problemas derivados de los
avances tecnológicos. Sin embargo, Pasteur y Koch llegaron a ser
considerados héroes por haber rescatado a la humanidad de una de las
más grandes amenazas con la que tuviera que enfrentarse: la
contaminación microbiana. Es indudable que el avance de la
microbiología como una ciencia es inseparable de su función como pilar
fundamental de la medicina moderna.

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Figura 7. Ciclo reproductivo de una bacteria. La reproducción se lleva a cabo


asexualmente por división celular. El diagrama muestra las siete etapas del

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ciclo de vida de la bacteria Escherichia coli que por lo común se encuentra


poblando el intestino grueso de los humanos. 1) El único cromosoma circular
de ADN ya se empieza a replicar. 2, 3) A los 20 minutos el nuevo cromosoma
está completo y se ha fijado a un sitio en la célula. 4) A los 25 minutos los dos
cromosomas se han empezado a duplicar. 5) Aparece una división en el
centro de la célula. 6) A los 38 minutos la división es ya una pared. 7) A los
45 minutos la división se ha completado.

Los microbios del suelo. Al final de la era encabezada por Pasteur,


otros investigadores, como lo fueron Winogradsky en Rusia y
Beijerinck en Holanda, comenzaron a explorar la microbiología del
suelo y descubrieron para su sorpresa una gran variedad de
microorganismos en los diferentes tipos de suelo que estudiaron.

Con el desarrollo de la "microbiología del suelo" se hizo aparente que


el principal papel que desempeñan los microbios en la naturaleza es
geoquímico. Gracias a la presencia de bacterias en la tierra, los
compuestos orgánicos como el carbono, el nitrógeno y el azufre
pueden ser usados cíclicamente por las plantas y los animales, en vez
de que dichos elementos se encuentren como materia inorgánica
muerta.

Un hecho interesante es que la "fertilidad" de la tierra se acrecienta si


en ésta hay bacterias que sean capaces de convertir nitrógeno
atmosférico o amoniaco proveniente de la descomposición de material
orgánico en nitrato (que viene a ser la forma no volátil de estos
compuestos), forma en la c14ual es aprovechado por las plantas que en
ella crecen.

Por otra parte las algas y, en una menor proporción, las bacterias
fotosintéticas llevan a cabo la otra mitad del ciclo geoquímico, la
formación de materia orgánica a partir de bióxido de carbono (C02) por
medio de la fotosíntesis. Es importante enfatizar el papel benéfico de
ciertos microbios, ya que la conexión histórica entre las enfermedades
infecciosas y la microbiología ha dado lugar a la imagen popular de que
el mundo de los microbios es maligno y hostil. Sin embargo, la fracción
de microbios nocivos para el hombre es mínima con respecto al del
total de la masa microbiana sobre la Tierra. La mayoría de los
microbios ataca la materia orgánica muerta cuando está bajo tierra y
constituye un factor determinante en la transformación de la materia
orgánica.

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